Partida Rol por web

En la sala de recreo, junto con algunos tripulantes del crucero de la inquisición, los tres mastines estaban pasando el rato, distraídos con una baraja de cartas al frente. Hacía ya varías horas que se reunieron con la flota superviviente a la que iban a asistir. Los altos mandos se reunieron en el acorazado insignia, y aquella infernal reunión llevaba ya cerca de ocho horas.

Sin previo aviso el lobo apareció por una de las puertas y se acercó primero a los perros, que los arengo con su tono de voz frío y modulado, cosa que daba todavía más miedo que cualquier sargento de instrucción gritando como un poseso; después de despachar a Malek y el resto que salieron corriendo se acercó a vuestra mesa.

Mastines - gruñó con voz queda - el inquisidor os reclama, ya ha vuelto de la reunión - para ser un hombre de pocas palabras, aquella frase completa con sujeto y predicado os sorprendió, pero lejos de seguir la chachara se giró sobre sus talones y se marcho, esperando que lo siguierais.

-Señor-dijo Jonah saludando, al escuchar las simples indicaciones. Aquel hombre, si es que se le podía llamar así, nunca había sido muy dado a explayarse. Pero así era él, y los mastines del inquisidor debíamos obedecer.

"Supongo que a nosotros tampoco se nos puede llamar hombres plenamente" pensó con una sonrisa torcida. 

-Muy bien, recoged las cartas y andando. 

Con un gruñido, Demetrius dejó las cartas boca arriba, mostrando un full guarro de ochos y cuatros, una mierda de mano pero era un full.

-Sí, señor- dijo. Recogió su parte de las ganancias, o lo que las representaba que estaban usando y se levantó, poniéndose firme por completo, como si estuviera en todo momento listo para pasar revista... pero no pudo evitar poner un deje de asco al ver a los perros... esos que tenían que hablar y hablar entre ellos como si les fuera la vida.

¿Para qué hablar tanto si con palabras o gruñidos se podían comunicar igual?

Parecía que le estaban pegando ese mal gusto al Lobo, pues el también había soltado una frase... él. El hombre que representa mejor el silencio y la devoción.

Pensaba todo esto mientras esperaba a que el Lobo y Jonah comenzaran a andar. Toda jauría tenía su jerarquía.

Edgar dejo las cartas y movió el puro por sus labios, dejando escapar el humo por el lado contrario al que se movía.

-a sus ordenes-dijo con voz ronca, el fumar le estaba afectando a la voz, pero no era algo que le importara, se levanto y coloco sus armas en el cinto y miro a la pequeña Sally, la niña de sus ojos. Se puso recto, junto a sus compañeros, mientras los perros llegaban y una risa osca se dibujo en sus labios, era hora de la acción o al menos eso esperaba.

Jonah avanzó por los pasillos para reunirse con el Inquisidor, procurando que nadie se rezagara mucho. Aunque aquello era muy improbable, dudaba mucho que alguien se arriesgara a ofender a algún inquisidor, y menos a Demeticus. 

"Sin embargo, éstos no son mastines... Y muchos no aguantarán los rigores del puesto. Mejor así, los débiles e ineptos deben ser apartados."

El grupo de cuatro hombres recorrió la nave a buen paso, pasillos intrincados, humeantes, atestados de personal o servidores haciendo su trabajo. La nave bullía de actividad, y eso solo podía suponer una cosa, se acercaba la hora de la verdad.
Largos pasillos, eternas escaleras, los ascensores estaban ocupados, así que no les quedó otra que recorrer el laberíntico crucero; pero ¿a donde os conducía el lobo? Las zonas de reuniones estaban en la zona superior, y en lugar de eso os conducía directamente hacía lo más hondo de la nave, hacía su corazón.
Conforme os ibais internando más y más los pasillos estaban más vacíos, ni personal de guardia ni servidores, solo se pudo ver que la seguridad electrónica y automatizada era más presente, eso y que las paredes eran mas robustas, el blindaje ahí era notoriamente superior.

Una puerta más siseo al accionarse el sistema hidráulico que la abría y allí estaba Demeticus, esperando en pie mirando directamente hacía la puerta, pero no estaba solo. En vuestra vida habíais visto a las dos personas que le acompañaban, por llamarlos así debido a su aspecto enfermizo.
Uno estaba acostado sobre una pequeña cama sucia, llena de fluidos, el olor a rancio era bastante fuerte y aquel hombre, con los ojos cerrados, con las extremidades completamente cadavéricas denotó una falta total de uso. Estaba rapado, y varios cables entraban en sus sistema circulatorio, seguramente con el fin de darle sueros nutricionales... el otro hombre, enjuto y encorvado os miró con ojos vidriosos, pero sin duda era incapaz de hablar ya que tenía los labios cosidos, la sequedad de sus labios había formado una densa costra blanquecina...

Demeticus dio un paso hacía delante y os miró con severidad...

Ya era hora mastines - dijo contrariado, el Inquisidor llevaba puesta su armadura de combate y todo su equipo estaba listo; tras él se alzó un pequeño servidor que había permanecido escondido y que portaba una pequeña bandeja con algunos objetos extraños para los soldados - Se acerca la hora, la flota va a lanzar un ataque y soltar los refuerzos... en ese momento, vosotros y los perros asaltaréis en calidad de comando la nave insignia traidora - se llevó las manos a la espalda haciendo una pausa deliberada - mi vidente de los sueños y su hermano el telepata me han comunicado que debéis localizar a las cuatro hermanas de batalla atrapadas, protegen a Isabella Kraj, una astropata de gran poder y que es la clave para vencer a los traidores, ejecutarlos y juzgarlos... por ese orden - una sonrisa cargada de odio surgió de sus labios pero desapareció en seguida - Bien, vuestra misión principal es localizarlas, usar este dispositivo que he diseñado para internaros en la mente de Isabella y forzar que despierte... después dad muerte a Jacob Dorn y apresad a Zacarias Schmidt ¿Alguna pregunta?

Cuando andaban por los pasillos, Loken iba intentando memorizar la secuencia de pasillos y escaleras... pero todo tiene un límite y al rato ya no sabía si estaban por encima de donde empezaron o por debajo; pero eso quedó claro cuando empezaba a escasear la gente y los servidores y aumentaban los sistemas automatizados.

Al entrar en la sala y ver al Inquisidor, como por instinto, bajó la mirada a los pies de este; pero al fijarse un poco en los acompañantes del Inquisidor, se le escapó un gruñido tanto por los olores como por su aspecto.

En el momento que comenzó a hablar, como un resorte, se puso en posición de firmes y miraba al fondo de la estancia, de frente, a la nada, escuchando con antelación el informe y la misión que les estaban asignando. Cuando terminó se quedó unos instantes rumiando la información- astrópatas -pensó, y puso una mueca de asco que retorció la cicatriz que le cruzaba la cara. Ahora tenían que escoltar a uno de esos peligros con patas, sería mejor que le dejaran purificarlo con su rifle de fusión.

-Señor, ¿nos encontraremos con aliados o todo lo que no seamos nosotros y sea el objetivo son calificados automáticamente de enemigos? -una frase muy larga para alguien poco habituado a hablar. Pero lo que hacía que pareciera más siniestro era la voz, una voz "rota" dirían algunos, como si fuera un serrucho cortando madera y seca, muy seca, puede que por las pocas veces que la usara. Eso nunca se sabría.

En lo que esperaba una respuesta, mantenía la vista mirando al fondo.

"Ah, nunca hay nada suficientemente secreto y apartado para nuestra gloriosa Inquisición" pensó el hombre, mientras hacían otro giro extraño por aquellos pasillos por décima vez. Aquello era un laberinto desierto, y la defensa era automática... Nada podría entrar y salir de allí, ni personas ni información, sin permiso. Finalmente acabaron llegando ante su señor y sus dos acompañantes. Psíquicos, por lo que dijo. 

-¿Qué clase de resistencia cabe esperar? ¿Simples herejes? ¿O quizá también marines traidores, o demonios? ¿Las sororitas y la astropata nos acompañaran y ayudaran en la misión? Y una última cuestión, si Zacarias Schmidt se resistiera demasiado, ¿está contemplada la ejecución en ése lugar?

Edgar avanzó juntos su camaradas hasta llegar a aquel lugar, por el dios emperador... aquel enganchado en las maquinas era una vista poco recomendada para muchos. Dejo escapar una bocanada de humo mientras escuchaba las ordenes, encontrar, matar y juzgar, el orden le parecía correcto, sin duda alguna pronto estaría disfrutando de una nueva barbacoa.

Sus compañeros hicieron todas las preguntas necesarias, volvió a cambiar de lado el puro de su boca mientras les observaba, a ellos y a el inquisidor, esperando la respectivas respuestas, o en su defecto, la patada en el culo para empezar la caza.

Las hermanas de batalla supervivientes y... - el psíquico dormido gimió con pesar y el Inquisidor se calló durante unos segundos - es posible que si están con vida, haya elementos leales prisioneros en sus naves, la prioridad de su misión ya saben cual es, el resto de cosas son secundarias, si no entorpece su misión, adelante con ello. - varió la postura y apoyó casi todo su peso sobre su pie izquierdo - ¿Enemigos? De todo tipo, que pregunta más estúpida - casi escupió esas palabras - herejes, astartes traidores, demonios, brujos... da igual su naturaleza, solo se les quiere muertos. Si Zacarias se resiste lo noqueais y me lo traéis, lo quiero juzgar yo y ejecutar yo ¿Entendido? - hizo una mueca de desagrado y prosiguió - las sororitas son superiores a vosotros en rango, jugad ese papel, si la situación no esta controlada asumid las responsabilidades necesarias

Puede que hubiera prisioneros y encima debían capturar vivo al objetivo. Loken gruñó ligeramente, hubiera preferido entrar matando todo lo que no fueran compañeros suyos ni Sororitas y salir; pero claro, uno nunca tenía lo que quería, era algo obvio.

Respecto a los enemigos... Caos, Caos, Caos y más Caos... su presa favorita. Una sonrisa algo psicópata surgió en su rostro- No, tu presa favorita son los psíquicos sin autorizar... como gritan, como gimen, como se callan cuando son purificados con un disparo de fusión...

Como respuesta a todo lo dicho, Loken se irguió todo lo que pudo y dió un taconazo, quedándose firme y quieto, esperando a ponerse en movimiento para hacer su único objetivo. Destrozar y matar herejes y seres del Caos.

Le encantaba su función en este universo.

Edgar sonrío dejando escapar el humo del puro por sus dientes, imitó a su compañero y se puso recto, dando un taconazo en el suelo. Al fin era la hora de quemar herejes y luchar por el honor del dios emperador, Sally estaba ansiosa por luchar tanto como él mismo. 

Caos, herejes, demonios... todo ardería en un fuero purificador... su cuerpo temblaba nada mas de pensarlo, quería empezar pero no iba a ser un mal educado.

El propio Jonah se puso firme y saludó, pues ya sabían todo lo que debían saber. 

-Muy bien señor, así se hará.

Y tras aquello, y esperar unos segundos por si el Inquisidor necesitara algo más, se fue de allí con sus hombres. Al salir y alejarse, dijo:

-Borra ésa estúpida sonrisa, Locken. Ésto no es un juego. Cumpliremos con nuestra misión porque debemos, disfrutar con ella es propio de bárbaros y herejes. 

Más os vale cumplir las ordenes - dijo sin atisbo de broma en sus palabras ni tono - Bien, este dispositivo es fácil de usar, debéis ingerir el liquido de estos frascos, colocar este dispositivo en una de las orejas de Isabella y el resto en las vuestras - era como una especie de "pinganillo", más rudimentario en apariencia, lleno de pequeñas antenas y una luz verde parpadeante, era de metal, de una aleación resistente - lleváis cinco en total ¿De acuerdo? Es vital que esto no se rompa y podáis usarlo ¿Comprendido? Ahora, salid de mi puta vista, la flota ya esta avanzando hacía el planeta, id a vuestro transporte, el resto debe de estar allí esperando ¡Aprisa! - casi parecía que escupía las palabras, irritado, como de costumbre, en los momentos previos a una misión

Locken cogió uno de los pinganillos y se lo puso en ese momento, tras lo que bebió el líquido que le ofrecían. Esperaba que los que eran par la hermana Isabella fuera los llevara el sargento-

-¡Señor! -fue lo único que dijo, tras lo que se dió la vuelta y desapareció de la vista de su amo.

Iba de camino hacia sus habitaciones a recoger todo el equipo y prepararse para repartir el "amor de la Inquisición" cuando el Sargento le increpó por su sonrisa.

-Señor, no hay problema en que disfrute con mi cometido -dijo mientras seguía caminando. En parte le gustaba su manada, Edgar con su lanzallamas era una lluvia de muerte para los enemigos que se acercaran, el sargento solía tener ideas descabelladas y alocadas; pero que funcionaban y él mismo... bueno, no había nada mejor que correr hasta una distancia corta de un tanque sin que te viera y volarlo por los aires de un disparo de su rifle de fusión.

Tenía ganas de destrozar herejes y traidores.

Un transporte modelo aquila lander os estaba esperando el hangar de popa, la zona destinada para lanzar operaciones clandestinas. La nave era de color negro intenso, sin número de serie y con el emblema dorado del a inquisición impreso en el fuselaje. El resto de la unidad estaba embarcando ya dentro del aquila lander, y solo Malek os esperaba fuera. Pol Juif solo os acompañó hasta la salida del corazón de la nave, en los intrincados pasillos cualquiera se pierde salvo alguien que haya, practicamente, nacido allí, el lobo siempre deambulaba en esos pasillos protegiendo a su señor y padre.

El oficial superior que os despreciaba notoriamente os miró detenidamente conforme os acercabais. Malek nunca entendió por que el era el líder de aquella unidad si nunca lo incluían en las reuniones sobre los trabajos a acometer, detestaba ese trato tan insultante y lo pagaba con vosotros, siempre eráis sus "voluntarios" - Y bien - empezó con aquella voz que parecía que en cada silaba fuera a escupir un gargajo - Que misión tenemos, quiero los detalles y nada de tonterías. Enemigos, cometido, cuando...