Partida Rol por web

Abordo de uno de los transportes pesados de tropa, toda vuestra compañía era trasladada por el inmenso vacío.Ya habían pasado unas ocho horas desde que la flota de refuerzo se reunió con los supervivientes de la flota a la que iban a ayudar. Al abrigo de una de las lunas de aquel planetoide sin vida, se daba lugar una reunión que ya duraba ocho horas en el acorazado insignia.

La escuadra de Emil estaba en el hangar principal, una amplía estancia de decenas de metros de largo donde todos los transportes esperaban en silencio. Casi toda la compañía estaba allí presente, reunidas en escuadras, sentadas en circulo o sobre cajas, conversando, bebiendo o jugando a las cartas, el caso es que la tensión previa a una batalla se palpaba en el ambiente.

Algo apartada del resto, Pía se dedicaba a limpiar con esmero la máscara propia del regimiento. La superficie oscura, decorada con adornos blancos para tomar el sutil aspecto de una calavera, estaba ya lo bastante reluciente como para que su reflejo le devolviera su mirada. La médico se encargaba a diario de su equipo. El hecho de pasar el viaje de inicio de contienda limpiando la máscara, el arma y lo que se preciase no tenía más que el contenido ritual de mantenerse entretenida con algo.

Y es que, después de un par de años, había comprobado que ni sabía jugar a las cartas ni mantener una conversación que no pusiese a la gente nerviosa. Así que se limitó a suspirar y seguir a lo suyo: no quería una reprimenda por alterar los ánimos antes del combate...

La cantidad de personas allí congregas era un motivo de alegría y jubilo, el poder del emperador era palpable en cada sección de aquel lugar, en los corazones palpitantes de cada uno de aquellos soldados y entre todo este espectáculo de poder había una cabeza negra y rapada, con algunos pelos teñidos de rubio gastado y blanquecino.

Cay estaba entre toda aquella marabunta rezando, rezaba una salmodia bien grande porque apenas era ininteligible era un seseo al que algunos ya se habían acostumbrado y al que otros odiaba – br…br…br…br…br…- así llevaba desde que habían dado aquel parón, fuera como fuera habían llegado a su destino y era el momento de valer el esfuerzo de a ver llegado allí y solo el emperador decidiría que pasaría con cada uno de ellos.

Bebiendome el final de la copa de un trago y haciendo una mueca al digerirlo pensé, joder ¿¿este licor de donde demonios lo han sacado??¿¿de una cantina orca??

Miré de nuevo las cartas en mi mano y las tire desairada sobre la mesa. - Claramente hoy no es mi día a de suerte... cuantos chupitos dices que te debo... espero que no me esteis haciedno trampas...

Pese a ser una chica relativamente joven tenia unos modales bastante rudos, cosa que normalmente llamaba bastante la atención, la guardia tiene demasiada testosterosa acumulada en sus filas y llevo tiempo con ellos... tsk.. maldita sea... se pegan los modales a parte del olor...puaj... -Klauss trae otra botella que jugar a las cartas despierta la sed.

Busqué a mi lacayo con la mirada y le hice un gesto para que se diera prisa, sabía que en cualquier momento la calma llegaría a su fin... así mejor estar tanto tiempo relajados como sea posible... es bueno descansar entre tormenta y tormenta

Lo hago por que me lo pides tu - espetó Klauss - pero joder, trátame con respeto demonios - le dijo mientras se marchaba con paso airado. Se le vio rebuscando entre unas cajas de suministro y sacó dos botellas sin abrir; era lo habitual, empezaba el preludio a una batalla y el suministro de alcohol, tabaco y helado era abundante, pero tan pronto como se acercó un oficial de disciplina paró a Kaluss y le retiró una botella al grito de "tres por escuadra, no queremos soldados borrachos".

Se encogió de hombros, abrió la botella y le dio un trago para luego ir "rulandola" entre el resto de miembros de la unidad.

Franz estaba sentado sobre una amplía caja de munición, tenía las piernas colgando y las movía de manera distraída mientras observaba al resto - Sois unos aburridos, solo sabéis perder dinero a las cartas - bufó contrariado pero sonreía - Parecéis polillas volando hacía un motor de plasma - puso los brazos rectos como un zombie y se movió de un lado a otro erreticamente - dineeeeero - se burló hasta en uno de esos extraños movimientos que hacía se cayó por un lado al suelo provocando un tremendo estruendo al estamparse contra otras cajas - demonios - se le oyó maldecir mientras se levantaba. Se sacudió el uniforme y tan pronto como se puso en pie empezó a desternillarse de risa

Sentado junto con sus compañeros y una caja en frente a forma de mesa, realizaba su pasatiempo favorito; desmontar, limpiar y volver a montar sus armas. Solo se detiene cuando una botella llega a sus manos echándole un trago y continuando la cadena. La tarea se vuelve menos satisfactoria teniendo en cuenta que ya la había hecho antes de venir a este lugar y, prácticamente, todo es desmontar y montar por lo que poco dura el entretenimiento.

Aunque considera a los presentes como sus hermanos, o al menos, lo más parecido a una familia que conoce, pero su relación se reduce a los combates y entrenamientos, no se puede decir que sea antisocial aunque se acerca en demasía.

- ¿Cuanto más habrá que esperar? - Dice entre murmullos, a modo de pensamiento protesta que por su intensidad sale al exterior.

- No he visto a ninguna polilla volar con las alas rectas, Franz. comentó Pía con un suspiro a su compañero, dejando de lado por un momento la mascara y el paño de manera ordenada. Estaba claro que cada uno llevaba a su manera el estrés previo a la batalla, y Franz nunca había sido muy buen jugador de cartas tampoco. Ni clamar por dinero.

Los ojos de la médico se posaron poco a poco en el resto de sus compañeros. Ava se dedicaba a la bebida, mientras que Magnus mantenía la calma malamente con gesto similar al de la doctora.

- Quizás el sargento pueda decirnos algo. respondió a la pregunta retórica del especialista, dirigiendo su fría mirada hacía Emil.

Wolfgang miró al sargento y adelantandose a lo que pudiera decir el veterano sargento habló - No sabremos cuanto habrá que esperar - empezó obviando el tremendo ridículo que había supuesto la penosa actuación del enfermero - están reunidos todos los altos mandos de la flota, decidiendo nuestro destino y los caminos propios para la victoria - casi parecía soñar despierto, pero es que Wolfgang hablaba hasta cuando estaba dormido en el catre - seguro que va a ser una gloriosa campaña, numerosos y enemigos tendremos que hacer frente a enemigos poderosos ¿Lo sabéis? - el ayudante del sargento siempre se enteraba de casi todo, lo que lo hacía ideal para llevar el vox - Pieles verdes, como los que achicharramos hace años, también de los misteriosos necrones, jamás nos habíamos enfrentado a ellos... tiranidos y los viles traidores, menudo elenco de enemigos nos ha preparado el emperador, pero rendiremos cuenta, ya veréis - apretó el puño cerca de su rostro - esto no quedará así, lograremos una victoria aplastante sobre nuestros enemigos

Vlad, mientras oía como Wolfgang hablaba y hablaba, aburriendo hasta a los servidores lobotomizados empezó con sus tics... primero guiñaba un ojo sin sentido alguno, luego se le movía una mano, la derecha para ser exactos, y entonces empezaba a desesperarse... bastante era tener que estar ahí esperando noticias, bastante era tener que saber que tendría que luchar, bastante era tener que soportar a Wolfgang como para que encima, empezará con sus tics nerviosos... al final se llevó ambas manos a la cara y las arrastro de arriba a abajo presa de la desesperación...

Cuando Klauss nos trajo la botella y comenzaron a "rularla por la mesa",miré la mano que me habian repartido.... dios estoy por sacar la pistola y liamer a tiros con estas cartas... que demonios!!! no podian ser peores está claro... en fín.. viendo que voy a tener una ronda aburrida y al menos no voy a perder demasiado dinero lo mejor será ir preparandonos para la misión. -Klauss corazón tienes buena mano?? era irrelevante si tenia buena mano o no... no tenia intención de dejarle responder cuando termines esta ronda ves a revisar que el equipo esté todo listo... tomé del compañero de la izquierda la botella según dejaba de llevarsela a la boca y tome un trago rápido continuando con un golpe en la mesa con el culo de la botella en serio no tenemos una bebida mejor que esta??

No voy.

No con tres sietes sobre la mesa. Él no tenía el cuarto, sólo el Emperador sabía quien tenía el cuarto siete. Rechazó la botella de licor, ya había tomado dos tazas (algunos dirían copas por usar la expresión habitual pero las tazas de peltre melladas en las que bebían no podían ser copas).

El día no le iba mal, aunque tampoco bien. Llevaba 14 tronos de beneficio pero gracias a una única jugada exitosa, todo lo demás habían sido pérdidas, y su suerte no cambiaba. La inactividad era mala amiga del soldado, le arrebata las pocas posesiones que tenía en juegos de azar y pequeños lujos.

Emil pensó un momento que iba a responder; dudó y su subalterno habló. Uno de sus sonólogos, sólo que esta vez no fue muy largo. Miró a Wolfgang, con el ceño fruncido, siempre hablaba demasiado.

Demasiadas palabras para un "no lo sé".

- Espero que vuelva a ser una de tus historias. No me gusta la idea de los necrones. Comentó con sinceridad, aunque con un tono tan ausente de miedo que cualquiera diría que era cierto. Dicen cosas terribles de ellos.

Sin continuar la frase se levantó y se sacudió algo de polvo que ensuciaba sus pantalones cargo negros, antes de echarse la mascara al hombro y acercarse a la mesa donde jugaban a las cartas. Sencillamente, había aprendido con los años a no tomarse demasiado en serio a Wolfgang. No es que siempre mintiese, pero sus verdades solían ser lo bastante nimias como para ser desechables.

Ignorando deliberadamente las cartas que estaban a su vista desde aquella posición privilegiada, su pequeña y pálida mano se hizo con la botella que Ava acababa de liberar. Echó un largo trago muy poco propio de aquella joven con aspecto de niña, solo para volver a dejarla en su sitio con una mueca de desagrado.

- Desde luego hay aceite para motor más potable que esto...¿de donde lo has sacado?- con la ceja enarcada se quedó mirando con curiosidad el líquido dentro de la botella, como si dudase que algo así pudiese ni siquiera existir.

Cuando Pia, nuestra medico tomo la botella, mire hacia atrás con una media sonrisa y en tono jocoso - cosa guapa, no bebas mucho que luego si tengo un accidente necesitamos unas manos firmes!!.-mirando al compañero contiguo en la mesa le comento con odio- h tu deja de desplumarme ehhh y deja a la doctora que eche unas manos no? - siéntate corazón... Asi liberamos un poco la testosterona de la mesa

- Te diría que hace falta más que eso para hacerme temblar las manos, pero después de probarlo creo que sería mentir.  Admitió Pía, antes de tomar asiento cerca de Ava. La mujer hablaba de liberar testosterona pero no se quedaba atrás: Butcher era más masculina que muchos hombres del regimiento. Y, por supuesto, mejor tiradora que otros tantos. Le caía bien, quizás por ser tan distinta a ella, quizás porque sus modales directos eran honestos.

La médico era consciente de que si Ava echaba a un compañero de mesa que le desplumaba, sería para poder pasar a desplumar ella. Sin embargo Pía no tenía ningún vicio en el que gastarse la paga más allá de algún libro y algún pictofilm de vez en cuando, así que perder un par de tronos con sus compañeros no le parecía tan grave.

- Repartid, pero gastad vuestra clemencia conmigo. Total, allí abajo no vais a necesitarla. - decidió, tendiendo la mano para que en la siguiente ronda supiesen donde repartir.

El ogrete, lejos de entender como se jugaba a las cartas pasó buena parte de su tiempo mirando a una pequeña tuerca a la que le daba leves golpes con su dedo morcilloso... aquello parecía divertirle, o al menos distraerle ante la idea de tener que embarcar en una valkiria para ir al frente... - ta' o'curo... - pensó para sus adentros y suspirando amargado

Despues de terminar mi oración, busque con la vista algún movimiento inusual de la tropa, parece que esto iba para largo, así que poco dado a tirar mi dinero en las cartas, y poco amante del alcohol, me puse a revisar mi equipo para tener la mente centrada en algo diferente.

Los comentarios de los compañeros eran realmente deprimente, pero aquel Wolfgang habia dado en el clavo, ahora mismo un grupo de hombres estaba decidiendo nuestro futuro en manos de el peor de los enemigos, no se como serian esos necrones pero estaba seguro que iba a doler, un asalto armado no se paga con una buena mano de cartas.

Con estos pesimos pensamientos segui mirando mi equipo, asegurando cada centimetro.

 - ¡FIIIIIRM ES! - la atronadora y poderosa voz del sargento mayor resonó por todo el hangar, era increíble como aquel hombre poseía semejante voz, que era sin duda mucho más fuerte que la de cualquier marine espacial... y eso, era demasiado. Todo el mundo paró de hacer lo que hacía en el acto mirando hacía el punto de donde provino la voz.

Varios servidores se afanaban en colocar un atril de un metro de alto mientras la plana mayor de la compañía se iba reuniendo allí - ¡SAAAAAAAAAAAAAARGEEEEEEEEENTOS! ¡FOOOOOOOOORMEN! ¡POR SECCIONES! - ordenó Albert esperando que se hiciera una perfecta formación por secciones y escuadras. Se podían oír gritos de tenientes y otros sargentos impartiendo los ordenes e iniciando la formación.

El teniente de la 5º sección indicó a Emil que hiciera moverse a sus hombres

Emil se giró hacia sus hombres y chasqueó los dedos dos veces a los de la mesa de cartas y alrededores para llamar su atención.

Ahora -imperativo.

Se levantó y se caló la gorra de sargento, se ajustó la chaqueta y cerró los botones para seguir al teniente, cuando estuvo junto a él se giró hacia los demás fulminando con la mirada a los rezagados.

Sus dedos apenas habían tocado las cartas cuando el Sargento Mayor hizo su aparición con aquella voz que ponía en ridículo las salvas de un baneblade. Consciente de lo que venía ahora, Pía dejó una mano bastante afortunada, cambiándola por su máscara de guerra.

El sargento Emil hizo una llamada de atención al resto de la escuadra y se fue acercando a la zona, seguido a distancia protocolaria por la médico y el resto. La partida tendría que esperar a que sus participantes sobreviviesen una guerra.

Seguramente, no podrían continuarla con todos los miembros.

Formando con el casco bajo el brazo clavó su mirada fría al frente, esperando las ordenes y explicaciones del cuerpo de mando. Sería mejor prestar atención, pues no solía haber tiempo para repeticiones y Pía valoraba lo suficiente su vida como para no querer perderla por un error estúpido.