Partida Rol por web

Ya podía ir despidiéndome. En mi vergonzoso epitafio alguien, presumiblemente Greg, pondría "A la carrera periodística más corta de la historia", y no le faltaría razón... Cerré los ojos esperando el impacto de una maldición que, por algún motivo, nunca llegó. 

Desconcertada, abrí primero un ojo para descubrir al lunático de Lucas desarmado. ¿Que cojones?... Mis piernas reaccionaron aprovechando la confusión para correr, rápida como un gamo, con la intención de recuperar mi preciada varita. 

Un nuevo Expelliarmus terminó por lanzar por los aires al hermano pequeño de Will mientras yo a esas alturas derrapaba por el suelo recuperando mi arma. 

- ¡Desmaius! - Desde el suelo y antes siquiera de tener claro quien puñetas era el tío de las rastas que acababa de salvarme el culo (los problemas de uno en uno, gracias. Ya tendría tiempo para la desconfianza y la paranoia más tarde), apunté sin el menor titubeo al confuso William antes de que se decantara también por la locura familiar. Si, definitivamente como amiga dejaba mucho que desear. Lo siento Will... 

Una vez la situación parecía por fin bajo control, me volví aun aturdida hacia el recién llegado. - Están hechizados - Resumí señalando con la cabeza los cuerpos de ambos hermanos. - Maclaggen y Clarks consiguieron desaparecerse. ¿Y tú, de donde has salido? - Pregunté mientras me ponía en pié, sacudiéndome los pantalones a manotazos con mala leche. A estas alturas empezaba a pensar que lo que escondían detrás de aquella puerta era el armario de Narnya.

- Gracias, por cierto. - Añadí con una pequeña sonrisa, acercándome esta vez hacia el cuerpo de Rouvin. 

- Enérvate - 

El Desmaius impactó en el pecho de William justo en el momento que terminaba de invocar su Protego. Pero fue demasiado lento. La fuerza del hechizo lo empujó hacia atrás, haciendo que cayera de golpe contra el suelo.

- A mi me tiró un Desmaius la esa zorra - Parecía que a Rebecca le había dado tiempo e todo. - Acabo de despertar. - El chico estaba especialmente nervioso. Miraba a su alrededor, como si intentara encontrar a alguien cuya presencia resultaba de lo más lógica. - ¿Dónde está Arianna Weasley?

No tuviste tiempo de responder. Porque un par de voces sonándo al unísono llegaron hasta vuestros oídos. Habías despertado a Erika y, al parecer, no habías tenido tanto éxito con William. Aunque por su cara de desconcierto, parecía que había vuelto a ser el mismo de siempre.

-¿Qué ha pasado?

Bajé la varita, aliviada al ver a Rouvin reaccionar. En mitad del duelo no podía estar segura de que tipo de maldición había sido la que le había abatido.- Han escapado, los dos. - Aclaré con expresión grave, alargando la mano para ayudarla a levantarse. - Además, parece que no hemos sido los únicos en dar con este sitio – añadí señalando a Alex con la cabeza. Creía recordar que su misión era la de capturar a Rebecca, así que tenía sentido.

- Sobre Arianna… - Una vez segura de que Rouvin seguía más o menos de una pieza, me encaminé hacia una de las mesas, ahí donde había terminado la varita de Lucas tras rodar por el suelo. Sin mayores ceremonias, me incliné para recogerla (y guardarla preventivamente) antes de volver a alzar la mirada hasta el nuevo. - No la hemos visto. - Respondí con calma y cuidado. Ahora si tenía tiempo para ser desconfiada y suspicaz. - ¿Vosotros íbais con Blair, verdad?. ¿Donde está el resto de vuestro grupo? - pregunté vigilando de reojo a Will. Tal vez fueran ellos los refuerzos que Rouvin esperaba, o tal vez no.

- ¿Estás bien? - Había permanecido a una distancia prudencial del mayor de los Reedmon y solo cuando advertí el leve cambio en aquella inquietante mirada, extraña y vidriosa, terminé por decidirme a cerrar el espacio que nos separaba para tenderle la mano, relajando la expresión a una de infinito alivio. Por lo visto, Will me importaba más de lo que estaba dispuesta a reconocer. - Del 0 al 10… ¿como cuantas ganas dirías que tienes de matarme? - Dije antes de arriesgarme a responder a su pregunta.  

- Venga, nos vamos. - Fue la voz de Dorian la que dejó las súplicas ahogadas de Vinny en un segundo plano. Sin pensarlo dos veces, lanzó uno de ellos en dirección a Liam. - Tenemos dos trasladores para todos. - Se colocó a un lado de Vinny, haciendo una señal a Reuben para que se colocara en el otro. - Blair no puede seguir sin ser curada. Además... - Con otro golpe de cabeza dio a entender a Liam y Sarah que se juntaran con las Black. - esto me da mala espina. - Miró a su alrededor, haciendo que todos hicierais lo mismo. Hacía ya varios minutos que había quedado clara la intención de los búlgaros. Se estaban preparando para un ataque, o una defensa. Fuera lo que fuese, no teníais ninguna intención de quedaros para descubrirlo. Era el momento de dejarlo atrás.

------------

Solo necesitasteis tocar el suelo para sentir el silencio que os rodea. Os tomasteis un par de segundos para abrir los ojos, intentando hacer borrón y cuenta nueva. Sin éxito.

-¡¡¡Han llegado!!!

Una voz de mujer demasiado estridente os sacó de vuestra falsa tranquilidad. No tardasteis en daros cuenta de que estabais en una de las salas privadas del hotel San Mungo.

-Dios mio.

Fue una de sus cinco acompañantes, unos quince años más joven que el resto, la que reaccionó al veros a todos. Las seis enfermeras se dividieron entre Vinny, Sarah e Isabella, que seguía inconsciente.

Erika aceptó de buena gana tu gesto para levantarse.

-Joder. Esto es un desastre.

Hablaba en voz alta, pero sus achaques no se dirigían a ninguno de vosotros. Conocías lo suficiente la sangre Rouvin como para saber que se echaba gran culpa de todo lo ocurrido.

-Cassandra Williams, Blair, Arianna y yo - indicó Alex, asintiendo con la cabeza. Nos obligaron a separarnos en mitad de la misión. Yo fui con Ari... por lo que no sé nada de los otros dos.

Se le veía compunjido. Como si no solo hubiera perdido el rastro de una compañera de equipo. Como si estuviera en peligro la vida de una amiga.

-Vamos a rastrear la zona - indicó Erika, intentando disimular su malestar físico. - Si está aquí la encontraremos.

Se separaron de vosotros justo cuando Will se despertó. No respondió a tu primera pregunta. Se tocó la cabeza durante unos segundos, enfocando la vista hacia las figuras de Erika y Alex, ya lejos de vosotros. También aceptó tu mano. En su caso, tuviste que hacer bastante más fuerza para levantarlo. Parecía mucho más aturdido que Rouvin.

- 9,5... te salvas por los pelos - la sonrisa que apareció en su rostro te tranquilizó. Volvías a tener allí al Will de siempre. - ¿Qué ha pasado, Verónica? - Había perdido la felicidad del rostro. Había visto a su hermano. Echó a andar hacia él, sin esperar tu respuesta. - ¿Qué ha pasado?

- No, esperra. Esperra...

No te dejaba avanzar. Cada tirón hacía que te pusieras todavía de más mala hostia. ¿Qué coño le pasaba ahora a la Búlgara? Ni siquiera te dio tiempo de alzarla voz. Ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. Un imponente telón de humo que llegaba hasta donde tu vista no alcanzaba a ver.

- Ahorra.

¿Ahora? ¿Cómo que ahora? ¿Pero es que estaba loca? Esa barrera tenía muy mala pinta.

Para tu desgracia, no tuviste opción. Te agarró de la mano, tirando de ti hacia el escenario. La sensación fue extraña. Una especie de viscosidad que no se quedaba ni en tu piel ni en tu ropa, pero que podía ser capaz de ahogarte si te quedabas en ella. En cinco segundos ya la habíais cruzado.

No sabías lo que tenía que aparecer en el escenario, pero sabías de buena mano que no era lo que acababa de pasar. Un imponente telón de humo que llegaba hasta donde tu vista no alcanzaba a ver rodeó todo el escenario.

Observé a Rouvin marcharse con Alex, no demasiado convencida. Era verdad que el chico parecía sincero y también coincidía en la necesidad de rastrear este sitio (es más, nadie tenía más interés que yo en hurgar en la mierda que Clarks pudiera haber dejado atrás en su rastrera huida), el problema era que no tenía muy claro que separarnos fuera la idea más acertada, dadas las circunstancias. Siempre que lo hacíamos, las cosas tenían tendencia a complicarse.

- Un margen de 0.5, esos cafés debían ser buenísimos… - Comenté devolviéndole la sonrisa, profundamente aliviada al reconocer por fin al Will de siempre detrás de aquella expresión suya, tan repentinamente familiar.

Tras ayudarle a levantarse (no sin esfuerzo), le seguí hasta donde estaba su hermano aun inconsciente. – Estabais bajo la maldición Imperio, supongo que cortesía de Maclaggen. – Expliqué inclinándome junto a él, recobrando la sobria seriedad que me caracterizaba. – Lucas consiguió desarmarme y… - Seguí con el ceño ligeramente fruncido. No estaba cabreada con ellos, más bien conmigo misma. Detestaba sentirme vulnerable. - Podría haber sido peor si no llega a ser por Alex. – Admití.

Llegados a este punto volví a alzar la mirada hasta Will. – No me parecía buena idea intentar despertarle hasta traerte a ti te vuelta. Will, tu hermano estaba bastante…- hice una pequeña pausa, como si tratara de buscar la palabra adecuada. – Estaba bastante afectado. – concluí con expresión grave. Quería asegurarme de que entendía la gravedad de lo ocurrido antes de intentar reanimarle. -¿Recuerdas algo de lo que pasó ahí dentro? -

No sabía si echarse a llorar de alivio o de desesperación ante las palabras de Dorian, quien otra vez la tomaba sin permitirle tomar el asiento que tanto ansiaba. Todo tenía su lado bueno, si se marchaban y, esta vez sí, iban a San Mungo, al menos se encontraría en manos de profesionales que, esperaba y deseaba, fueran de confianza. Además estaba el hecho de que la situación ahí se estaba tensando y a pesar de que no estaba muy por la labor de captar señales sutiles las evidentes muestras de preparación que estaban tomando los sombríos búlgaros eran una prueba de que las cosas iban a ponerse muy pero que muy feas. Por contra, volver a coger un traslador...

No tuvo tiempo de completar aquella línea confusa de pensamiento cuando empezó de nuevo el viaje, sintiendo como la extraña vorágine la absorbía y la hacía girar, de nuevo sumiéndola en un mar de dolor y casi terror al pensar en la caída. El momento en el que su pierna herida tocó el suelo fue, simplemente, devastador. Esta vez no pudo evitar que se le escapara un grito de entre los labios fuertemente apretados mientras sus piernas cedían a la vez, dejándola colgando por los brazos.

Apenas fue consciente de lo que siguió. Sintió cómo algunas manos la sujetaban mientras su cabeza se mecía al vaivén de sus movimientos. Era egoísta, muy egoísta, pero lo cierto era que en aquel momento no podía pensar en Isabella, en Sarah, en Arianna, en Ryan o en Andelin, no, todo quedaba anulado por la sangre y el dolor en su parcial estado de consciencia.

Agarrada a ella como si fueramos la amorosa pareja que no eramos, tiré de ella en dirección al escenario para llegar al paquete y sacarlo de allí. No hubo exito, pues que la búlgara parecía tener más ganas de estarse quieta que de colaborar en la misión. Cuando cansado, dolorido y harto de ella fui a soltarla, lanzó aquel conjuro que eliminaba gran parte de la visibilidad y ahora solucionaba algunos problemas... y creaba otros diferentes.

"Ahora" parecía tan mala idea como cualquier otra opción. Tomé aire, y aunque la idea de meterme en aquella barrera no me parecía ni la más lógica ni lamás inteligente, era el deber que había que cumplir. Arrastrado por la mujer y las convicciones de lo que era correcto, avanzamos juntos internandonos en aquella espesa nube.

No diré que fue agradable, pero había vivido cosas mucho más desagradables en los últimos meses. Desconocía cuanto tardariamos en atravesar aquella barrera, o de que estaba hecha. Me llevé las manos a la cara en al menos una ocasión para descubrir que no estaba pegandose a mi nada.

Al atravesar aquella nube, nos encontramos en el escenario. Amycus, los dos guardias y cinco encapchados. Fuera como fueran las cuentas, ni me salían ni me gustaban. - Yo izquierda. - Señalé a Sonnia llevando mi varita hacia uno de los guardias y moví la varita en un ataque preventivo. - Desmaius. -

Ahora esperaba que Sonnia dejara K.O. al otro y que Blair y Erika hicieran algo bien para variar.

No esperaba que la actuación de la que le acababan de hacer cómplice fuese a ocurrir con tanta prontitud, pues apenas accedió a la unión, la pared estalló en pedazos. Su instinto le empuja a agarrarse a Rouvin. No pensaba perderla de vista ahora que había conseguido alcanzarla. Lo que no esperaba era el contacto de Andelin y, en un primer momento, pensó que habían descubierto su intento de hacía apenas un minuto. Con el corazón en un puño, no consigue calmar su acelerada respiración hasta que escucha la voz del mayor de los Blair, recordándoles que deben estar preparadas para actuar. 

Arianna asiente con la cabeza, sin atreverse a utilizar su voz por miedo a que esta salga entrecortada. La chica no quita los ojos de aquellos encapuchados que se han acercado a asegurarse de que el ministro no muera de otra manera que no sea aquella que se le ha impuesto. ¿Por qué iban encapuchados? Hasta ahora los búlgaros no habían tenido reparos en mostrar su sadismo abiertamente. Llega a plantearse que aquellos encapuchados en realidad puedan ser parte de la facción de Rebecca. Y si era así, ¿en qué bando estarían? ¿Se aplicaría la extensión de "agente doble" también a algunos de los que trabajaban con ella? Tenía serias dudas acerca de ello pero lo que sí que parecía bastante claro era que aquellas no eran las personas cuyas acciones estaban esperando. 

De repente, una nube de humo cubre todo el escenario. Por las expresiones de sus acompañantes, Arianna sabe que aquello no debería estar pasando. Saca la varita discretamente dispuesta a atacar si es preciso pero no hace ningún movimiento. No quiere ser la responsable de fastidiar el rescate. Lo más sensato en ese instante es esperar a ver la reacción de sus acompañantes más experimentados. 

No habia tenido tiempo de reaccionar ante aquella explicacion de Dorian. ¿Ejecucion de McNair? ¿Estabamos locos? Asi que eso era lo que habian hecho, secuestrar a nuestro Ministro con intencion de ejecutarlo. Pero... ¿Para que? ¿Con que objeto? ¿Con el de demostrar que estabamos equivocados? Todo aquello hacia tiempo que se habia ido de las manos, desde luego. Y, aunque cada vez habia mas interrogantes en mi mente que necesitaban respuesta, lo cierto era que habia ciertas cosas que en aquel momento premiaban sobre otras.

Por eso marche en direccion a San Mungo sin rechistar. Sabia que aun no habia acabado mi mision, que tenia que sacar de alli a Sarah y a Isabella de alli antes de que fuera tarde. Y ahora tambien tenia que poner a salvo a Vinny, de quien tambien me sentia responsable en un momento como aquel.

Quizas por eso me senti tan aliviado cuando vi a aquellas enfermeras, en aquel lugar que tan bien conocia y que tan reconfortante me resulto. Y antes de que pudiera darme cuenta, las tres chicas estaban siendo atendidas y yo me habia quedado alli en medio, solo, con aquella sensacion de profundo alivio.

Dedique una sonrisa y un gesto de apoyo a Vinny, ademas de un susurro con un "Todo ira bien" antes de dejar que la atendieran. Y fue entonces cuando saque aquel cuaderno que habia encontrado en la habitacion de Isabella, comenzando a leerlo para mi, mientras me dirigia a Dorian, dispuesto a saber algo mas sobre todo aquello- ¿Donde tienen a Amycus? ¿Y por que quieren ejecutarlo? - pregunte entonces, mientras mi vista seguia paseandose sobre aquellas letras, intentando descubrir si aquel cuaderno me resultaria o no util para averiguar algo mas, o para encontrar la cura para Isabella o Sarah... o al menos la clave de lo que les habian hecho- Quiero ir hasta alli. Ya he cumplido con mi mision y es posible que necesiten ayuda, si la cosa esta tan jodida como parece. No pienso dejarlos tirados. - dije, refiriendome a Ryan y a su grupo, mientras volvia a hacer la misma pregunta a Strauss, esperando que fuera mas claro al respecto- ¿Que se sabe de la señorita Weasley? ¿Hay noticias de ella? - volvi a preguntar, levantando mi mirada de aquel cuaderno durante un instante para mirar a Dorian, con una expresion severa. No me iria de alli sin obtener noticias suyas.

Las enfermeras eran de lo más eficientes. En un abrir y cerrar de ojos, las chicas habían sido colocadas en las camillas y estaban recibiendo los cuidados necesarios. La única que no parecía responder del todo era Isabella.

Había tal silencio en la sala que las preguntas de Liam inundaban todo el lugar. Lo único que las complementaba era los suaves sonidos del trabajo de las curanderas.

-¿Qué mejor manera de declarar una Guerra Mundial? - De nuevo, fue Dorian el que respondió. Cuando Liam preguntó por Arianna, se encogió de hombros - A mi no me mires, yo he sido un preso político de Bulgaria hasta hace apenas unas horas. - Giró la cabeza hacia Cassandra Black - ¿No tenei...?

La puerta se abrió de golpe, dando paso a un desencajado Ian Muller. Entro con tanta rapidez que apenas debió tener tiempo de miraros, porque no dejaba de rastrear la sala con la mirada una y otra vez.

-¡Por fin! ¿Cómo estáis? ¿Cuántos estáis? ¿Cuántos seguís operativos para luchar? - Algo pareció no encajar cuando por fin echó la cuenta. Se quedó callado. Seco. - Falta gente. Por qué falta tanta gente.

Diste en el blanco, de lleno. Tanto, que el Guardia cayó para atrás llevándose con él a uno de los encapuchados. Sin consecuencias, pero necesitaría unos cuantos segundos para volver a ponerse a tono. Por desgracia, en el caso de Sonnia no hubo tanta suerte. Levantaste la varita de nuevo, a sabiendas que era el momento de recibir la pelota. Justo en el momento que una voz conocida surgió tras de ti.

Esperaste a que tomaran la decisión, y ellos actuaron sin replantearse la tuya. Con fuerza, Rouvin te agarró del brazo y tiró de ti, obligándote a trapasar esa extraña barrera. La sensación fue extraña. Una especie de viscosidad que no se quedaba ni en tu piel ni en tu ropa, pero que podía ser capaz de ahogarte si te quedabas en ella. En cinco segundos ya la habíais cruzado.
 

Cuando el trío de apoyo entró en el escenario se encontró con diez personas en el escenario. Amycus Mcnair, escoltado por uno de los guardias. El otro, en el suelo inconsciente. A su lado, uno de los encapuchados intentandose zafar del peso que le había caído encima y volver a estar preparado para la batalla.

Tuvieron buena intención, pero ninguno de los dos hechizos de los recién llegados alcanzaron sus objetivos con éxito. Era de esperar, después de pasar esa extraña masa viscosa. Pero ahora había que ponerse en serio. Seguíais estando en desventaja. Pero para vosotros, un 6 contra 5 estaba chupado.

Apretó los labios algo confuso cuando escuchó tu explicación sobre lo ocurrido. - ¿Estás segura? No... - silencio. Más pensamientos. - No es que haya sufrido la maldición Imperius pe...ro juraría que esto era algo diferente.

Tardó un par de segundos más en destensar los labios y llevarse una mano a la cabeza. - Déjalo... no... no tiene sentido lo que digo. - Se colocó de rodillas junto a su hermano, observándole. - ¿En serio? - La mirada que te lanzó desde su posición te resultó demasiado cómica para el momento. Pero no parecía reirse de ti. Simplemente parecía estar orgulloso de su hermano. - Sí, ha sido un alivio. - Retiró los mechones de pelo de su hermano de la frente con cariño. Era la primera vez que veías a Will con su hermano así. La verdad, es que habías visto muy poco al hermano pequeño fugado.

-Estará bien. Lo solucionaremos cuando volvamos a Inglaterra - concluyó, dedicándote una leve sonrisa, como si no hubiera escuchado el apunte de su condición. - Sí. Nos encontramos con Rebecca, justo cuando dejaba inconsciente a una chica... pelirroja. - Fue como si una bombilla se iluminara en su mente de golpe. - Y había otro cuerpo en el suelo... que debía ser él - indicó, señalando en la dirección en la que se había ido el chico. - Estoy segura de que estaba inconsciente. ¿Cómo es que no la ha encontrado al despertar?

Frunció el ceño desconcertado. Te miró, y entonces miró a su hermano. Se mordió el labio, ligeramente frustrado. - Verónica, vete a buscar tú también. No parece haber nadie aquí, por el motivo que sea. - Un motivo que resultaba de lo más preocupante. - Yo me quedaré con él.

No sabía qué le hacían y aunque una parte de ella insistía en querer preguntarlo sus labios callaban mientras su cabeza daba vueltas en una tercera dimensión llena de luces blancas y sombras oscuras que convertían su vida en una constante zozobra entre la conciencia y la inconsciencia.

Lo único que podía dar por seguro era el calor que se extendía por su pierna, una nueva experiencia mitad dolor mitad alivio que, esperaba, culminara en algo positivo. Era, de forma totalmente interesada, lo único que le preocupaba en aquel momento. Como tantas otras veces en un gesto que se había convertido casi en ritual, su mano tanteó a ciegas la cadena que pendía por su cuello hasta dar con el anillo, encerrándolo en su puño como si el frío y reconfortante tacto del metal fuera a traerle buena suerte. Se había convertido en un amuleto alienado de su significado original, sólo esperaba que, como tantas otras veces, la ayudara aquella vez.

Una voz de alarmada llenó la sala, haciendo que abriera unos ojos que ni siquiera recordaba haber cerrado, inclinando la cabeza hacia un lado en la camilla intentando ver de quién se trataba, intentando que sus palabras cobraran significado en su mente. Al final se quedó sólo con la sensación de urgencia.

- ¿Qué ha pasado?

Quería llamar a Isaac. Aquel era el otro pensamiento medianamente coherente que poblaba su mente, si se podía considerar como tal la locura de avisar al chico. Pero lo cierto era que estaba herida, sentía ganas de echarse a llorar de pura desesperación por saberse cubierta de sangre y quería estar con alguien que le importara y se preocupara por ella de verdad. Liam no era esa persona. No, ya no. No cuando había creído las palabras de Ryan a pies juntillas, no cuando se había apuntado tan pronto en aquella quema de brujas contra Isaac sin procurar hablar antes con ella, sin querer saber, incluso cuando acababan de matar a los dos padres del chico al igual que a su propio padre.

Se sentía mal. Realmente no quería estar allí. Realmente no quería estar con esas personas.

Aquella incertidumbre me estaba matando. Y es que no saber cómo estaba Ari estaba comenzando a atenazarme el estomago, haciendome sentir un nudo que hacia que me faltara el aire, que notara aquel pellizco nervioso de manera incesante.

Sin embargo, Dorian no parecia tener las respuestas que yo buscaba, y alli estaba claro que la cosa no habia terminado: era hora de luchar, y no pensaba quedarme de brazos cruzados.

-Quiero volver alli. - comence a decir a Dorian, con la esperanza de poder obtener un traslador que me llevara de vuelta a Bulgaria, o cualquier otra cosa que se le pareciera- Aqui no...- comence a decir, mientras seguia ojeando aquel cuaderno lleno de letras que no entendia y de dibujos que era capaz de adivinar y suponer. Efectivamente, habian estado haciendo pruebas a Isabella. Pero.. ¿que pruebas? ¿Para que servian todos aquellos encefalogramas y electros? ¿Que significaban aquellos numeros y aquellas palabras que no lograba identificar?

Sin embargo, aquel pensamiento, como mi frase, y como el resto de ideas que surcaban mi mente, se vieron interrumpidos por la llegada de Ian Miller, a quien me dirigi directamente, cuando hablo de la gente que faltaba- En mi caso se quedaron atras, cubriendo mi huida. Nos tendieron una trampa y nos atacaron. Era la unica opcion para poder sacarlas de alli con vida. - dije, cabeceando en direccion a Sarah e Isabella, mientras miraba a los dos hombres alternativamente- ¿Alguien sabe bulgaro? Quizas esto sea de utilidad. - dije, tendiendoles aquel cuaderno medico sobre Isabella, algo que seguramente entenderia mucho mejor que yo el personal de San Mungo. Y entonces volvi a dirigirme a Ian, quien parecia del todo descompuesto con la situacion- Dime donde me necesitas. - fue lo unico que dije, dispuesto a marcharme de alli cuanto antes. Ya habia cumplido mi mision. Isabella y Sarah estaban a salvo y ahora debia prestar ayuda donde fuera necesaria.