Partida Rol por web

La primera afirmación de Robert me resulto demasiado esclarecedora, teniendo en cuenta que estaba acostumbrado a que nunca pasara nada, todo fueran imaginaciones mias y tener que "dejar eso en manos de adultos". Como si yo fuera un puto crio.

Asi pues, en cuanto que me recupere de aquella palmada asenti, siguiendo a Robert fuera, no sin antes mirar de reojo a Lucas y a Sarah, que por alguna razón parecian fijarse ahora en mi, despues de llevar media noche ignorandome.

Seguid jugando. Ya os cansaréis.

Segui al señor Redmoon fuera. Lo cierto es que no habria esperado jamas que estuviera tan receptivo, aunque en aquel momento, no me quedaba demasiado claros cuales habian sido los motivos que lo habian hecho invitarme a salir fuera. De repente, vi aquella cajetilla, tendida hacia mi, y alce los ojos con sorpresa. No fumaba delante de mis padres. Nadie en casa sabia que fumaba hasta ahora. ¿Como lo sabia el? ¿Se lo habria dicho Lucas?

En cualquier caso, lo miré, con gesto de sorpresa, pero acabe aceptando aquel cigarrillo. Lo necesitaba y, a aquellas alturas, para ser sinceros me la soplaba lo que mi padre o mi madre pudieran pensar al respecto. Asi pues, lo cogi, y fui yo quien saco el mechero, ofreciendo fuego al señor Redmoon.

-Las cosas siempre cambian, Robert, por suerte o por desgracia. El problema viene cuando eso cambios arramblan con todo...- le dije, en una clara referencia a todo lo que habia pasado en el colegio, a todas aquellas muertes y problemas- ¿Se ha sabido algo mas desde que nos largaron a casa? Desde que vine mi padre no me ha dejado ni un puñetero periodico a la vista... Como si fuera a traumatizarme a estas alturas... -bromee, dando una calada a aquel cigarro. Una que me supo a gloria.

-Venga, Robert, enrollate... Sabes que no voy a decir ni media... - le anime a contarme cosas, serio, a pesar de lo familiar de mi voz. Y es que, a pesar de lo "casual" de la conversacion, podia quedar claro para Robert que tras aquellas palabras habia un deseo real de saber mas, de llegar mas lejos.

No pude evitar dibujar una escueta sonrisa cargada de significado en cuanto ví aquella sonrisa de labios de aquella cría. No negaré que me gustó ver el reflejo de Isabella en su versión diez años y hacerme preguntar si tendría la lengua tan bífida como la de su hermana mayor, pero ahora mismo era lo más cerca que podía estar de ella. Pero por otro lado sabía que, mejor o peor, jamás habría nadie como Isabella. Como mi Isabella. No pude evitar introducir aquella connotación posesiva que me recordaba que aun estaba en mi obligación moral de sacarla de allí.

Después de saludar a los Black, y mientras aun conversaba con ellos se acercaron los Vaionalli. No podía evitarlo, eran dos personas que despreciaba. La madre, por haber demostrado ser la peor directora que Howgarts había tenido. Una furcia incompetente más preocupada por meter a otro incompetente como su hijo en el colegio que por sus alumnos. Y a pesar del asco que me daba, no mostré expresión o sentimiento alguno. Me limité a estrecharle la mano tan frío como de costumbre y decir una simple frase, cargada de veneno. - Me alegro de volver a verle, Directora Vaionalli. - Un recuerdo de sus fracasos, dos meses después.

Después, su hijo. Un incompetente de proporciones históricas más preocupado por consolar jovencitas y aprovecharse de ellas que de otra cosa. No me extrañaba que Rouvin pasará de él. Cerdo pederasta. Habría disfrutado dando un espectáculo ante la alta sociedad mágica de como se retuerce el hijo de la ex-Directora ante la maldición Cruciatus. Esta vez, por desgracia, me tendría que limitar a estrecharle la mano con aquel gesto indiferente. - Bienvenido, Vaionalli. - No, no lo llamé profesor. Para que fuera así, primero debía ejercer de profesor. Patético.

Fue con el Ministro con quien me tomé más formalismos. No solo con una educación inmejorable, además con un porte elegante, señorial, exquisito y aristocrático. Estreché la mano con él. - Ministro, es un auténtico placer que nos acompañe hoy en nuestro hogar. - No lo negaría. Había estudiado mucho más de política que cualquier otro chaval de mi edad. Amycus estaba allí. Pero no su Viceministro, o la mitad de sus consejeros. Lo que me daba a entender que aquella era una ruptura en toda regla de la cúpula o la estructura de poder del Ministerio. Y aquello siempre se traducía en problemas... de los que alguien con la suficiente ambición podía sacar partido.

Warlow fue mi saludo más difícil. ¿Cómo mirarlo a la cara, después de todo lo que había perdido, o cómo lo había perdido? No podía evitar sentirme culpable a alguna altura de lo acontecido. Me limité a estrecharle la mano con fuerza. - Lamento lo ocurrido, Señor Malfoy. - Me limité a decirle, para ver como acababa por alejarse sin decir palabra. Nunca entenderé que pasaba por la cabeza de aquel hombre.

Por último una visita que habría preferido que aprendiera de los Redmoon, Clarks o Nathiel y no hubieran aparecido. Pero por desgracia allí estaba Nicholas junto a su mujer y el Cara-Puerta de su hijo. Aun me preguntaba cómo podía tener esa habilidad para estar siguiéndome siempre a todas partes. Me parecía bien que fuera un imbécil sin personalidad y con la necesidad imperiosa de querer la vida de otro, como la mía. Pero me estaba cansando de verlo siempre persiguiéndome.

Cómprate una vida, fracasado. Escupí mi frase mental con todo el asco del mundo.

Entonces, me llevé las manos a la espalda. En silencio, escuché la conversación entre Nicholas y Cassandra. Me llamó la atención que fuera ante ella a quien se disculpara por el retraso y no ante mi o ante mis padres. Comenzaba a deducir de donde había sacado la educación el fracasado de Isaac.

La regla básica en aquellas situaciones en las que no sabías de que estaban hablando era básica. Callar y Escuchar. Reunir información, saber y juzgar. Así que mantuve la posición, escuchando sobre lo que hablaban en silencio, esperando reunir cuanta información pudiera antes de meter baza, meterme en la conversación y ver hasta qué punto podía tirar del hilo.

Resultó ser una mañana estupenda. Todos estabais encantados con vuestros regalos. Para Jason había sido el año de la renovación de su equipamiento de Quidditch, además de un albúm para fotografías y un póster de su equipo de fútbol favorito. Amaba el mundo mágico, pero no había dejado atrás alguna que otra costumbre.

En tu caso las cosas habían sido más variopintas. No sabías qué regalo te hacía más ilusión. Tanto Matthew como Lucas te habían enviado dos vestidos. El primero era de color verde de gala extremadamente bonito. El segundo era rojo, también elegante aunque mucho más seductor. La cara que pusieron tus padres fue tal que en tu interior te debatías por echarte a reír o morirte de verguenza. Matthew también te había regalado un libro sobre magos jóvenes con una sentida dedicatoria en su interior: "Siempre a tu lado, Matthew".

Jason se había esperado este año. Te había comprado una bonita pulsera de plata con forma de enredadera que quedaría perfecta con los pendientes y el colgante enviados por Clarissa. La tristeza en sus ojos mal disimulada te hizo pensar quien podría haber sido la primera destinataria.

Tus padres habían decidido darle a tu Navidad el toque más 'muggle'. Estabas tan 'contaminada' con el mundo mágico que por un momento no supiste de qué se trataba. Eran dos 'walkie talkies' de última generación. Según te contaba tu padre, poco tenía que ver con los modelos de antaño. Se trataba de dos auriculares pequeñitos que, colocados en el oído, te permitían estar en contacto directo con quien fuera a más de 500 kilómetros de distancia. Además, ese modelo concreto incluía una tecnología puntera que permitía camuflar las conversaciones para que pasaran desapercibidas hasta por los algunos sistemas de escucha más avanzados. No acababas de entender qué utilidad ibas a darle a ese regalo teniendo en cuenta que podías conseguir lo mismo con un hechizo, pero decidiste obviar el dinero que debían haberse gastado y agradecerles el esmero.

La mañana fue pasando y los regalos se fueron desenvolviendo. A pesar de la calidad de los anteriores, fue el último el que te llamó más la atención. Se trataba de un llamador de ángeles labrado colgado de una cadenita de plata junto a una caja de grageas de todos los sabores. No venía con nota ni con ninguna pista de quien podía ser su destinatario.

- Ha llegado el momento de comer - declaró tu madre. Era increíble la facilidad que tenía para estar en más de un sitio a la vez. Ni siquiera te habías dado cuenta de que había estado alternando la apertura de los regalos con constantes visitas a la cocina.

Tu reacción hizo que Janeth se echar a reír, carcajada que te acompañó hast que llegaste al piso de abajo. El gran árbol del salón estaba iluminado y, a su alrededor, descansaban una docena de regalos. Parecía que, a pesar de no estar en casa, sí que iba a haber Navidad para ti.

- ¿Creías que no ibamos a contar contigo o qué, Flatter? - notaste la mano de la ravenclaw apretando amistosamente tu hombro e invitándote a avanzar. - Ya eres parte de la familia.

Los padres de Janeth permanecieron en silencio mientras os abríais los regalos. Si echaban de menos la presencia de Jay decidieron no compartirlo con vosotras.

- ¿Qué es eso? - preguntó la morena con curiosidad. Era un frasco bastante pequeño que contenía lo que parecía un perfume. Venía acompañado de una nota sin firma aunque con una nota más que explicativa. "Te echamos de menos. Un beso cariño". Sí, estaba claro que era de tus padres.

Janeth cogió el frasco con cuidado. - ¿Por qué no te la pruebas? - instó, con una sonrisa - seguro que huele genial.

Continuasteis abriendo los regalos hasta que se hizo la hora de comer. Janeth había recibido ropa, un nuevo caldero para sus clases y algunos libros que parecían de lo más interesantes. A ti ella te había regalado un bonito colgante con la letra 'J'. 

Tu tía Helen te dedicó una agradable sonrisa. - Tranquilo querido, hemos estado inmersos en una agradable charla durante la espera, ¿verdad hermana? - sentada frente a ella estaba Rose, la hermana gemela de Helen. Eran como dos gotas de agua. Vivian permanecí a tu lado intentando comer de la forma más adulta y profesional posible. Verla era toda una delicia.

- ¡Me alegra mucho que me hagas esa pregunta, sobrino! - Helen siempre había tenido una forma de hablar que, para quien no la conociera, le podía parecer demasiado pedante y altanera. - Los negocios van de maravilla. Los alemanes nos recibieron con los brazos abiertos y parece que para el próximo trimestre ya habremos instalado nuestra línea de ropa en sus tiendas - mientras te contaba las novedades aprovechaba a mirar al resto de la mesa, asegurándose de que todos se enteraban de lo que estaba diciendo. En tu familia siempre había habido una competitividad insana. Quizá fuera porque la mayoría de ellos se dedicaban al mundo empresarial.

- Y tú cuéntame - continuó, deteniéndose un momento para tragar la comida que acababa de llevarse a la boca - ¿Cómo está yendo tu formación desde el cierre de Hogwarts? Me han dicho que os han separado por distritos y estáis en barracones improvisados que dejan mucho que desear - compartió con su hermana una mueca de disgusto, aunque no añadió nada más. Justo en el momento en el que dejó de hablar una lechuza entró por la ventana abierta del salón dirigiéndose directamente hacia ti.

Entre los sonidos de platos, cazuelas y el abrir y cerrar del grifo escuchabas los murmullos de tu familia en el salón. Te habías quedado a solas con tu madre, quien trabajaba en silencio sumida en sus pensamientos.

- Gracias cariño - el beso que te dio en la cabeza te cogió por sorpresa. Habías estado tan absorta que no te habías percatado de que ya estaba todo preparado y prácticamente llevado al salón. - Yo llevaré esto, tu coge el resto - comentó, señalando con la cabeza el par de bandejas de entrantes que había sobre la mesa.

En el salón tu padre y tu tío estaban inmersos en uno de sus típicos debates políticos. Mientras, Clarissa y su madre hablaban sobre el futuro de Hogwarts.

- Este no ha sido un cierre definitivo - indicaba Rita.- Hogwarts ha superado muchas crisis y esta será una de ellas. - Al percatarse de vuestra llegada las dos jóvenes se levantaron cogiéndoos una de las bandejas.

- Las cosas no son tan sencillas, Thomas - esta vez era tu padre el que se incorporaba para unirse a vosotras. - Las posturas están volviéndose demasiado radicales. ¿Vale la pena seguir adelante sin plantearnos los riesgos de desatar una Guerra Civil?

Mathew mantuvo el tipo, fingiendo que no me enteraba de que estaba pavoneando delante de toda la familia aprovechando la pregunta del Hufflepuff. Sonrió a su tía, en realidad se sentía contento pro ella. Ahora empezaba a entender los regalos tan generosos. Me alegro mucho, tía. Son muy buenas noticias. Si seguía el tema por ahí habría otra discusión familiar, pero con un poco de suerte mantendría a los primos al margen. Pero no iba a haber tanta suerte. Miré a mi hermana antes de responder y no pude disimular una sonrisa de orgullo. Pese a todo sabía comportarse como una dama.

Comparado con Hogwarts está bien llamarle barracones. Pero bueno, supongo que es lo que había que hacer teniendo en cuenta lo que ocurrió en el castillo. No quería hablar sobre ello. En cierta forma se sentía responsable sobre ello, pero no podía simplemente pasar por alto la pregunta. Sería una gran falta de respeto. La idea de rondar por Hogwarts con asesinos acechando en la oscuridad tampoco es demasiado alentadora. Comentó.

Por suerte un pequeño ser ayudó a Mathew a salir del paso. La interceptó colocándole el brazo para que se posase sobre él y vio si lo que traía era para él, extrañado. Disculpas... No era culpa suya, pero tal vez su tío se pensaba lo contrario.

Kate no recordaba Navidad que le hubiera hecho más ilusión. Fue desenvolviendo regalo a regalo. Si con el regalo de Lucas la chica miró a su madre algo avergonzada pero riendo ante tal ocurrencia- "es de Lucas. Es un bromista" intentó excusarse-, con el de Mathew y tras leer la dedicatoria, exhibió una sonrisa de felicidad incomparable. Le había hecho mucha ilusión y sin duda el vestido se lo pondría de inmediato hasta para comer.

Lucas y Mathew, los amigos y algo más que amigos que había en la vida de Kate. Les quería muchísimo a ambos porque habían sido siempre sinceros y nunca, jamás, la habían abandonado ni dejado de lado. Les quería y quizás por ello seguía teniendo un leve problema.

Aunque quizás Lucas ya no sienta eso por mí. Quién sabe... ¡Pero no es el momento de eso! Lo que ocurra, ya ocurrirá. Si le doy muchas vueltas no resolveré nada.

Abrió el de Clarissa, sonriendo contenta por recibir algo suyo y tras mirar los extraños auriculares sin entender muy bien su utilidad pero dando las gracias, vio el llamador de ángeles. ¡Por supuesto que sabía de quién era! Liam. La sonrisa del rostro de Kate desapareció. Seguía enfadada con él, por haber dicho todas aquellas cosas echándole la culpa y por no confiar en ella y sí en Jackson. No se lo pondría. Lo guardó en la caja y subió al cuarto para guardarlo en el cajón de la mesilla de noche, atrás del todo donde nunca miraba, pero sí que se comió las grageas. Se puso el vestido verde, su color favorito, comprobando que le quedaba de lujo. Dio una vuelta sobre sí misma y cuando estuvo satisfecha bajó corriendo a comer.

- ¡Estoy hambrienta! ¿Qué hay de comer?- estaba deseando leerse el libro de Mathew. ¡No podía esperar!- ¿Qué tal me queda, por cierto?-  señaló al vestido, dando una nueva vuelta para que pudieran observarla antes de sentarse.- Me lo ha regalado Matt.

Tu llegada había silenciado la estancia. En tus padres destacaban las miradas ansiosas por ver algún signo de mejora. En tu abuela una simple expectación. Sabías que, si no empezabas a dar resultados de cambio pronto, empezaría a convertirse en decepción.

- Las que ha habido en el mundo mágico desde el cierre del colegio - fue Romy la que empezño a hablar. - Si empezases a mirar más allá de tu ombligo quizá te enteraras de algo.

- Madre, basta - tu abuela no se dio por aludida por la mirada de advertencia de tu padre. Se acercó hacia ti, invitándote con un gesto de cabeza hacia el exterior. Del resto se encargarían los elfos.

- Lo ocurrido en Hogwarts ha obligado a todos los miembros del mundo mágco a posicionarse con respecto al acercamiento muggle. Nadie tiene pruebas feacientes pero ambas partes coinciden en asociar los sucesos. Y las posturas se han polarizado todavía más. - mientras te lo contaba ibais avanzando hacia el salón. Se sentó en uno de los sofás invitándote a sentarte en el de al lado. Tu madre y tu abuela hicieron lo mismo. Tu hermano se mantuvo distante a unos metros de la escena familiar.

Robert se echó a reír de buena gana. - Cuando te pones así te pareces muchísimo a tu padre.

Sabías que si él lo decía era razón. Tu padre y el de Lucas habían sido amigos desde su llegada a Hogwarts, tal y como había pasado con Lucas y contigo. O, al menos, como debería haber pasado.

- Las cosas están empezando a descontrolarse más de lo que le gustaría al Ministerio, Liam - le dio una buena calada al cigarro, tomándose su tiempo para expulsar el humo - Debes comprender la postura de tu padre. No es la más acertada, pero lo hace por vosotros. Está metido hasta el cuello en este asunto. Si las cosas salen mal, no será el único que salga escaldado.

En realidad, ya habías empezado a notarlo. Habían sido varias las veces en las que habías entrado en acaloradas discusiones con aquellos compañeros de 'clase' que se habían atrevido a cuestionar las intenciones de tu padre. En un par de ocasiones habías llegado hasta a las manos. Robert se mantuvo en silencio unos segundos hasta que se decidió a hablar.

- Si han descubierto quien llevó a cabo los ataques, la información está más que clasificada - eso significaba que lo más probable es que no supieran nada. Pocas cosas podían ocultársele a Robert Reedmoon y sus compañeros de El Profeta. O quizá se viesen viendo coartados por sus propios jefes. - Pero eso no ha impedido que la gente lo relacionara directamente con el acercamiento muggle. - Volvió a darle una calada al pitillo apurándolo hasta el filtro.

- Los incidentes en Hogwarts han obligado a todos los miembros del mundo mágico a posicionarse con respecto a este asunto... y las posturas se han polarizado todavía más. Las manifestaciones y peleas están a la orden del día, y las tensiones están empezando a afectar a la opinión de la comunidad con respecto al Ministerio.

Aquella frase por parte de su abuela le provocó un burbujeó de ira en su interior, pero al contrario que el fogonazo ardiente que había supuesto ver los adornos aquello era frío como el hielo y más peligroso. No hizo ningún comentario al respecto, aunque en su interior se ahogaron muchas réplicas, la mayoría de ellas despectivas, las otras simplemente crueles. Daba igual que Vinny no fuera así, no se merecía el comentario de su abuela y en aquel frágil momento de su vida aquello era suficiente para ganarse la mirada pétrea que le dirigió antes de permitir que su padre se la llevara.

Siguió al hombre hasta el sofá que le señaló, donde le descubrió con pocas palabras que el mundo, como tantas veces se había empeñado en demostrarle, no se había detenido a pesar de su relativa ausencia. Todo empeoraba, por supuesto, era imposible que no fuera así, las tendencias de hacía meses lo demostraban y los sucesos de los últimos tiempos lo hacían un hecho.

- Las manifestaciones - repitió con tranquilidad, deseando tener algo que hacer para no sentirse expuesta a esa conversación de modo tan exclusivo. Tenía demasiado presente cómo había acabado la última vez que hablaron de aquello, ella en San Mungo y su familia rota. Pero no tanto como lo estaban en aquel momento -, ¿de qué bando son? ¿y cuál es la postura actual del Ministerio de Magia? - de pronto aquello le parecía obvio. Una especie de ansia empezó a devorarla por dentro, a pesar de que la mantenía bajo un estricto autocontrol -. ¿Qué declararon cuando sucedieron los asesinatos?

Di una larga calada a mi cigarro, mirando a Lucas de reojo, negando, con una media sonrisa- La pena es que el no se de cuenta de ese parecido. Si lo hiciera tendria claro que a mi tampoco puede deterneme. Mucho menos dejandome de lado de esa forma, Robert. - me queje, mientras exhalaba el humo del cigarro.-Sigue pensando que soy un crio y que no tengo ni puta idea de nada... Y permiteme que dude que, a estas alturas, nos quede algo de adolescencia a alguno de nosotros. -dije, duro, mientras daba otra calada, con cierta ansiedad.

-No creo que tengan que ver con el acercamiento. O al menos no solo... Yo creo que más bien hay más de un grupo actuando, Robert... Al menos eso era lo que parecía en Hogwarts. La cuestion es... ¿Quien? - dije, mirando al padre de Lucas, mientras daba un trago a mi copa de vino.- Vale que mi padre no sea ahora mismo el más popular del mundo con esto del acercamiento, pero de ahi a ponerse a matar crios en un colegio... ¿De verdad crees que alguien haria eso para protestar? Perderia toda la razon ante la opinion publica, ¿no crees?

Y entonces, miré a Robert, esperando conocer su opinion, con aire entre curioso y astuto. Y  lance mi ultima pregunta, mientras volvia a dar una calada al cigarro, dejando que el sabor del vino y del tabaco de entremezclaran- ¿Ha habido mas ataques, Robert? -pregunté entonces, serio. Esperando que, de saberlo, confiara en mi lo suficiente como para decirme la verdad. Temiendo que si la respuesta era afirmativa, hubieran atacado a alguien de los nuestros.

- Era de esperar.

La voz que sonó no era la de tu padre, aunque se parecía demasiado a ella. Por fin había llegado tu tío. Era una de las ausencias que más te habían llamado la atención. Se acercó hacia vosotros con aire cansado. Era como si llevara dos días sin dormir. Siempre habías sospechado que James hacía algo más que enseñar Runas Mágicas en Hogwarts.

- Parece que queda confirmado. La oposición será liderada por los Grey y los Carrow. Los Blair no se han pronunciado todavía al respecto. Los Malfoy... - miró hacia la esquina en la que se encontraba Warlow - parece que tampoco.

Se quedó en silencio dejando que todos los presentes asimilarais la información. Aprovechó para mirarte y asentir con la cabeza como saludo. Era el momento perfecto para analizar sus reacciones, cuando tenían la guardia más baja. El sonido de un aleteo te desconcentró. La lechuza se dirigió directamente hacia ti, dejando desde un par de metros de altura una pequeña cajita negra.

Nadie se molestó en mirarte. Era Navidad. Abriste la caja en silencio, preguntándote cuál podía ser su origen. Hasta que miraste su contenido. Encontrar el colgante en forma de septiembre te heló la sangre. Debajo de él había un pequeño pergamino enrollado. La letra coincidía con la de la Sala de los Menesteres.

Creía que cumplías tus promesas.

Se deja ayudar con las bandejas, agradeciéndoselo a ambas con una breve sonrisa. 

- Pues claro que no será definitivo. Pensad en los tiempos de Harry Potter. Eso era una retahíla de crisis sin fin.- dice con seguridad. El cierre del colegio sería provisional hasta que los culpables estuvieran más controlados o al menos aislados fuera del colegio. 

Cuando se acercan a la mesa, pone oído para escuchar la conversación entre los dos hombres, pues hablan de algo que les interesa mucho más. 

- ¿Una guerra civil?- pregunta, no sin cierta sorpresa plasmada en el rostro.- ¿Realmente se está poniendo tan seria la cosa? Parece que las cosas en el mundo mágico en lugar de solucionarse cada vez vayan a peor. Es como una sociedad reticente al cambio, que responde a él con violencia. Ya es triste que para considerarnos seres superiores a veces seamos mucho más bestias que los propios animales.- sacude la cabeza, sintiéndose decepcionada con el mundo en el que vive.- Y...¿hacía qué lado se inclina la balanza de momento? Imagino que habrá varias familias poderosas metiendo baza en ambos bandos, ¿no?- pregunta, con toda la madurez que es capaz de mostrar. Si quiere respuestas, no pueden verle como a una niña. Ya no. 

A tu tio no le gustó la interrupción aunque le dedicó una simple mueca de desagrado. Pronto encontró un tema más interesante en el que centrarse.

- Me pregunto durante cuanto más tiempo durará el victimismo de los sangre sucia - sus últimas palabras fueron cargadas de desprecio. - ¿O es que soy el único que se da cuenta que los únicos asesinados han sido de familias puras?

Notaste como un escalofrío recorría la mesa. No lo compartiste, había algo que te llamaba más la atención. No pudiste evitar sonreír al descubrir quien era el emisario. Solo Kate hubiese decidido colocar tantas cosas dentro de un paquete tan pequeño (por supuesto con un hechizo). Decidiste no sacarlo para no hacer enfadar más a tu tío, aunque te morías por conocer su contenida.

- Lo que está claro es que esto es solo el principio - continuó uno de tus tíos. - Por lo que he oído antes de venir, esta noche hubo de nuevo manifestaciones y disturbios. - Esa información sacó más de un sofoco a las mujeres - Las calles empiezan a ser un lugar poco seguro.

- Estás guapísima, cariño - te dijo tu madre nada más verte aparecer, acercándose hacia ti y dándote un beso en la frente. Tu padre sonrió satisfecho desde el fondo de la cocina. Sabías que, por encima de todo, estaba dando las gracias porque hubieses elegido ponerte ese vestido y no el regalado por Lucas.

- ¿Qué tipo de pregunta es esa? - esta vez fue tu padre quien habló, con una expresión de fingida indignación. - Los manjares más suculentos de la casa Starks, por supuesto - Su comentario hizo que te echaras a reír. Para Navidad en tu casa siempre se comía entremeses, carne al horno y una increíble variedad de dulces. Terminada la comida siempre llegabas a la misma conclusión: tu con los entremeses ya estabas más que servida.

Os sentasteis a la mesa los cinco (la pequeña de la familia como mera observadora) y tu madre empezó a hacer el reparto de comida. En momentos como este deseabas que algunos de tus compañeros pudiesen veros, se darían cuenta de que la maña de tu madre no tenía nada que envidiar a sus elfos domésticos.

- Dicen que en el mundo mágico las cosas se están poniendo feas - el comentario de tu hermano te puso en tensión. No era la primera vez que le prohibías hablar de esas cosas delante de tus padres. No erais como las familias mágicas, si ellos querían os podían vetar la vuelta a todo lo que había sido vuestro mundo desde los once años. - Cada vez hay más manifestaciones y, al parecer, ya se han personalizado los líderes de ambas posturas - cuando se hablaba así te olvidabas de que estabas ante un niño de 14 años. No se lo podías reprochar. La muerte de Faye le había obligado a madurar demasiado pronto y, al parecer, había decidido olvidarse del dolor interesándose por la política.

- Por el momento las manifestaciones son de quienes no quieren el acercamiento, a quienes se le han sumado todas las personas que están aterrorizadas - tu padre estaba visiblemente incómodo, o al menos eso creías. En los 17 años de vida que habías estado con él no habías conseguido entender qué pasaba por su cabeza. De repente miraste a toda tu familia. Analizándolo fríamente, no eras capaz de saber qué pasaba por la cabeza de ninguno de los presentes. Ni siquiera de tu madre. Esa revelación era algo triste. La única que de verdad siempre fue sincera y transparente se había marchado.

-Comenzaron a principios de verano pero parecían que iban a ser puntuales. Tras los sucesos de Hogwarts.... - el recuerdo de Faye apareció en sus ojos - las cosas no parece que vayan a dar marcha atrás. Los Grey y los Carrow se han autoproclamado líderes del movimiento anti-acercamiento. - Eran dos de las familias que habían sufrido los asesinatos de Hogwarts.

- Y ahora todas las miradas están en nosotros. - la voz de tu hermano te sorprendió. - Todo el mundo mágico quiere saber la postura en la que van a situarse los Blair.

El silencio que llenó en la habitación era tal que prácticamente os podíais oír respirar. En tu caso escuchabas el latido de tu corazón como si estuviera incrustado dentro de tus oídos. El mutismo fue roto por un suave aleteo. De repente a ti alrededor te encontraste con tres lechuzas que cargaban tres paquetes. Dos eran de tamaño medio y uno era apenas de cuatro centímetros de largo.

- Ábrelos, te estaremos esperando para comer - colocándote una mano sobre la rodilla tu padre se levantó y echó a andar con los demás hacia el comedor. Tu casa era enorme y os podíais permitir tener una habitación solo para las comidas especiales.

Sin ningún entusiasmo abriste los paquetes. No podías dejar de pensar en lo que había dicho tu padre y en el matiz que había dejado caer tu hermano. Todos esperaban que tomarais parte en lo que estaba ocurriendo. ¿Era necesario?

El primer regalo resultó ser un libro sobre hechizos avanzados y una cajita de grajeas, cortesía de Kate. Una pequeña punzada en el estómago te recordó que tú no habías pensado en regalar a nadie aunque... ¿hubiese sido posible?

El más pequeño resultó ser de Isaac. En su interior había una pequeña botella de whisky de fuego. A tu cabeza vinieron su constante insistencia de que, si te permitieses darle de vez en cuando a ese pequeño elixir, podrías desconectar más de lo que te rodeaba. Sabías que era una broma y no pudiste evitar mostrar una sonrisa. Gesto que te borró el tercero de los paquetes.

- Un libro Muggle. Lo que el Viento se Llevó.-

Hace dos meses que no sé nada de ti. Ni una lechuza, ni una visita, ni un mensaje. Compré esto para ti... Es un libro muggle que la mujer de la tienda insistió en que me llevará cuando le expliqué nuestra relación. Cuando te acabes el libro explicame porque. Estos Muggles siempre hacen muchas preguntas.

R.J.

- Cada uno tenemos una manera de cuidar a nuestros hijos - se encogió de hombros. - En mi caso, siempre pensé que mi hijo debía saber todo lo que ocurría a su alrededor. De todas formas, y teniendo en cuenta como es... - miró hacia él a través de la cristalera del balcón - dudo que hubiese podido hacer otra cosa - concluyó, echándose a reír. En sus ojos se veía el orgullo que sentía por él. Sentiste pena por Robert. Si tus sospechas se confirmaban, no estabas seguro de cómo iba a tomárselo.

- Sea como sea, dale tiempo a tu padre. Estás a punto de acabar tu formación y salir al mundo 'real'. Tarde o temprano tendrá que darse cuenta de que ya no eres el niño que solías ser - con una agilidad de un fumador profesional se puso otro cigarro en la boca. Mientras escuchaba con el ceño fruncido tus palabras. - Es una teoría interesante - indicó, encendiendo el cigarro. - Claro, claro... - continuó, moviendo de forma círcular su mano - está claro que John y su equipo no tiene nada que ver... aunque te aseguro que hay gente que les tienen muchas ganas - se echó a reír con una sonrisa cómplice. No sabías por qué, pero algo te decía que, dentro de su profesionalidad, Robert había estado guardándole las espaldas a tu padre. - Pero Liam, tienes que tener en cuenta que han muerto cinco alumnos. Cinco niños hijos de familias de sangre pura y con una influencia importante en el mundo mágico - te miró fijamente, esperando que te dieras cuenta del matiz. - Los Grey y los Carrow ya se han declarado anti-acercamiento. Ya no se trata de las quejas de anónimos temerosos del cambio. Estamos viviendo una clara división dentro del mundo mágico.

Un aleteo rompió la complicidad del momento. Dos lechuzas se acercaron hacia ti, mientras otras tres iban directas hacia Lucas y Sarah. - Ábrelos. Iré dentro a ver si necesitan mi ayuda. Debe ser ya la hora de comer - Robert tiró el cigarro por el balcón y entró dentro de la casa. Vuestra conversación había terminado.

Estabas molesto. Fuesen de quien fuesen, habían hecho que perdieses valiosa información. Mientras los habrías te diste cuenta de que era el primer año que no habías recibido ningún regalo de Lucas y Sarah.

-Galletas caseras-

Liam:
" Cortesía de mi madre.
Feliz Navidad!
Nos vemos pronto.
Arianna

 -Un Mp3. -

Paleto. Todavía no sé como te gustan estas gilipolleces. Esta es la última vez que entro a una tienda de asquerosos muggles a comprarte algo. Tabaco vale, pero esto no. Es un MP3... el muggle de la tienda dijo que si tenías un "Ordenador" podías "Bajarte" (¿Bajar de dónde?) musíca y "meterla" en la caja esa. Investiga.

R.J.

Rita te dedicó una sonrisa agradecida por tus palabras. Os fuisteis sentando a la mesa.

- Lo está haciendo. Nos dirigimos a un gran cambio en nuestra comunidad... y hay demasiados intereses en juego - si hubieses tenido que apostar por alguien hubiese sido porque Thomas iba a ser el que te respondiera. Pero esta vez fue tu padre. Parecía estar mucho más receptivo que en otras ocasiones. Sonrió al escuchar tu comparación.

- El acercamiento no es tan fácil, por mucho que nosotros lo apoyemos. - Mientras hablaba, Thomas servía vino a su mujer e hija. Antes de llenar el segundo vaso Clarissa le indicó que no lo hiciera. Siempre te había resultado curioso como tu prima podía diferenciarse tanto de su padre. - Y menos ahora después de todo lo que ha ocurrido en Hogwarts. Tenga o no relación, son muchos los que han optado por considerarlo una consecuencia de las intenciones del Ministerio.

- Nadie se había posicionado fervientemente en la oposición hasta ahora - indicó tu padre. - Apoyasen o no al Ministerio, fuimos muy pocos los que decidimos declararlo. Pero después de lo de Hogwarts las cosas han cambiado. Las familias Carrow y Grey ya han mostrado su rechazo a estas políticas, y han decidido liderar la otra postura. - Miró a todos los presentes. - Y algo me dice que esto es solo el comienzo.

Su discurso se vio interrumpido por un fuerte aleteo. A la estancia entraron tres lechuzas. Dos fueron en tu dirección y otra en la de Clarissa.

 -Un Peine y Una Jarra para Cerveza-

Te envío esto en concepto de presente como aliada. No sabía que regalarte, espero que lo aproveches bien. Cómo sé que no te fiarás, si no quieres la jarra no la rompas, devuélvemela que me gusta. Como te preguntarán quien te la envío y no se fiarán de mi (que raro) di que es un admirador secreto (¡ja ja ja ja!).

PD: Aprende a Peinarte.

R.J.

- Una fotografía de Liam y de ti a principio de curso-

"Echo de menos esa melena pelirroja :)

Sonrió satisfecha ante el hecho de que la adulasen con respecto al vestido. Mathew siempre había tenido un gusto refinado y elegante que a Kate le encantaba y más aún si tenía que ver con ella. Se sentó a la mesa y empezó a comer. Un canapé por aquí... otro de salmón por allá... ahora otro entremés que tenía muy buena pinta...

Hasta que Jason empezó con la conversación. La mirada de Kate fue una mezcla de dureza y resignación. No le gustaba nada tratar temas mágicos en la mesa muggle. Sus padres no entendían nada de aquello y si encima solo escuchaban que había problemas, probablemente sería el fin de la vida mágica de los jóvenes Starks. Aunque a ella eso no le afectase en demasía ya que con la mayoría de edad podría tomar el camino que quisiera, no le gustaba la idea de tener que enfrentarse a sus padres por decisiones tales.

- Es bueno que se personalicen. Terminarán llegando a un acuerdo y todo esto simplemente será un capítulo más en el libro de Historia de la Magia.- quería tranquilizar el ambiente. Obviamente después de lo vivido en el castillo, Kate no pensaba para nada que las cosas se fueran a solucionar con un simple apretón de manos. Y desde luego aquel tema la inquietaba cada vez más. El que se tratase sobre relaciones con muggles la ponía nerviosa puesto que su familia estaría involucrada. Debido a ello Katherine se consideraba el eje central protector de la familia pero después de haber fallado en su propia supervivencia aquella noche de Halloween, no tenía total confianza en que pudiera lograrlo- ¿Tienes deberes para estas vacaciones?

Estaba deseando que cambiara de tema. Sirvió zumo a Mía en su vaso y le dedicó una tranquilizadora sonrisa.