Partida Rol por web

El negocio iba sobre ruedas. En el ultimo trimestre las ganancias habían aumentado casi un veinte por ciento y si seguía asi el mercado podría plantearse abrir una tercera en poco tiempo.

O es pensabas hasta esa noche.

Te disponías a cenar cuando sonó el teléfono de su casa interrumpiendote. Era el encargado de tu lavandería mas rentable. Lo nostaste muy nervioso y aterrado, balbuceaba palabras desde una cabina telefonica. Te preguntaste porque no usaba el telefono del despacho. El sonido de sirenas de bomberos y policía de fondo, impidiéndote que escucharas lo que quería decirte con claridad, te sugirio la idea de que algo malo habia pasado. Antes de que la comunicación se cortara por no tener las suficientes monedas escuchaste entrecortadamente.

- ¡Señor... tres tipos.... local.....Fuego!

Como de costumbre había preparado su cena con especial cuidado en los alimentos empleados y la cantidad de estos, los había pesado para evitar que hubiera un desbalance en su dieta y por error ingiriera una cantidad indebida de comida. Para mantener su cuerpo en un estado físico óptimo. Cuidaba con precisión de cirujano su alimentación. Había preparado su ventresca de bonito con ensalada y 250 gramos de pollo a la plancha. Todo pesado y listo para tomarlo, cuando sonó el teléfono.

Nada más descolgar supo que aquello eran problemas. Primero oyó el ruido, luego escuchó los lamentos de su empleado y finalmente tuvo que hablar. Si le pudieran haber visto habrían observado que su gesto seguía siendo inmutable - mantente tranquilo e intenta reconstruir lo que ha pasado mentalmente, hasta que vaya. Salgo ya. - Tras eso y sin esperar respuesta colgó. Se puso en pie y caminó a paso tranquilo hacia su habitación en ella había ocultado tras un armario unos cuantos recuerdos de su época de combatir el crimen. De allí sacó un arma corta y fácilmente camuflable una Beretta 92FSC de 9mm. Tras eo se colocó una corbata que anudó a su cuello, cogió una chaqueta y con paso tranquilo se dirigió hacia la salida de su casa. Llamó a un taxi y con la misma naturalidad que si fuera a comprar el pan, le indicó la zona a la que quería que le llevara. Un par de manzanas antes de su negocio.

El taxista, un tipo indú, condujo hasta el limite del cordón policíal, a unos metros de donde tu lavandería se consumía por las llamas. Una ambulancía salio disparada con las sirenas a todo volumen.

Detrás de ella viste al encargado, Harry Carter, pálido como una estatua de yeso y completamente acojonado, hablando con una pareja de policías mientras estos tomaban nota de todo lo que decía.

James se acercó a la zona a paso tranquilo, cruzó el cordón policial sin ningún tipo de duda o problema, conocía las catástrofes había estado en muchas y en ocasiones él mismo las había provocado. Al pasar por debajo del cerco policial y dar unos pocos pasos, escuchó una voz a su espalda que identificó con un policía al que con su natural voz seca y tranquila le contestó. - Era mi negocio, voy a ver que pasa. -

El hombre asintió, mientras él iba avanzando hacia la pareja de agentes que interrogaban a su trabajador. Caminó silencioso, tanto que no le advirtieron hasta que él habló - Saludos, soy James Newman, el propietario de la lavandería que ha ardido ¿podrían decirme que ocurrió? - Tras hacer aquella pregunta deslizó su mirada al hombre que trabajaba para él, estudió su gesto despacio. En la cara del ruso no podía percibirse ni el menor atisbo de pena o preocupación. Era previsor y su negocio estaba asegurado, aquello era un contratiempo y una molestia pero ¿quemar una de sus propiedades? Para él era algo personal y quería ponerse manos al asunto en cuanto pudiera.

Conocía los métodos y las formas pertinentes como para poder dar con la solución a aquello. Únicamente necesitaba quitarse de encima a aquellos incompetentes agentes de policía.

Un agente se acerco a grandes zancadas directo a ti. Aparto a su compañero, al cual te habías presentado. Lo conocias, era el capullo por quien os habían sustituido. Nunca os presentaron formalmente pero su cara salió mucho en la prensa esos días.

- ¿Es usted el dueño?.- pregunto levantando la voz innecesariamente.- ¿James Newman? ¿Si? Bien, queda arrestado por un delito de trafico de drogas, señor, hemos encontrado un laboratorio de anfetaminas en su trastienda. Tiene derecho a un abogado, si no se puede permitir uno se le dará uno de oficio, tiene derecho a una llamada, cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra ante un tribunal ¿Entiende lo que he dicho señor?

La cara de tu empleado se desencajo, aquello debía ser una broma. Supiste que la acusación no era cierta, al menos que tu empleado no tenía nada que ver en ello. Por otra parte la trastienda era un pequeño despacho con los libros de contabilidad y varios tambores de detergente para las maquinas.

- Por favor, ponga las manos en la espalda.- dijo el agente sacando unas esposas de la parte trasera del pantalón.

Una trampa, Sasha, has caído en una trampa como un vil pardillo, si aún estuvieran contigo tus compañeros del Spetsnaz ese fallo te hubiera costado una paliza. Eso era lo que pensó nada más ver a aquel tipo en los aledaños de la zona. No era algo casual, nadie manda al héroe blanco de la ciudad fuera a un por un simple incendio. Habían preparado algo de antemano, querían ir a por él la pregunta era ¿por qué? Había varias posibles respuestas, pero en aquel momento no podía determinar ninguna con la información de la que disponía. Valoró la situación para trazar un plan de acción. Entregarse si le estaban esperando era casi una sentencia de muerte, aquellos tipos no seguían el marco de la corrupta justicia, no podía ampararse en ella.

Podía resistirse, había escuchado que aquel tal Alfred Owen era bueno pero ¿mejor que él? Complicado saberlo, pero el problema no era deshacerse de los presentes. El problema era que estaba en mitad de la calle, con mucha gente y aquello sería un escándalo y era precisamente lo que no quería. Quería evitar eso, el escándalo no le ayudaría para nada. Por eso mismo actuó rápido.

Juntó sus manos y las puso hacia delante para invitar a que le esposaran, las necesitaba delante, aunque esposadas si no se las ponían tras la espalda luego podría hacer algo. Pero necesitaba distraer la atención de Alfred Owen de él. Con suerte podrá disimular su pequeña pistola. - un honor que el super héroe de la ciudad venga en persona a por mi. Le he visto en los periódicos y sí, entiendo lo que me dice. -

Alfred tenía mucha prisa por ponerte las esposas, lo hizo en cuanto le diste la oportunidad. Seguramente pensaría que no había una gran diferencia. Te obligo a abrir las piernas para cachearte antes de meterte al coche.

- ¿Que tenemos aquí?.- pregunto fingiendo que sacaba algo de tu bolsillo. Lo dejo delante para que lo vieras.

  No les valía con usar cualquier tipo de droga, usaban la mas cara para tenderte una trampa.

 Alfred te dio un empujón y te metió en el asiento trasero del coche patrulla. Cerro la puerta con un rotundo portazo y tomo el asiento del conductor. Se iba a dar el gustazo de llevarte a alguna parte el mismo.

 Lo que era peor, el solo. No dejo que su compañero tomara asiento, le mando una tarea estúpida para mantenerle entretenido, no quería testigos.

Encendió las luces y salió como una flecha pero cuando estabais ya lo bastante lejos las apago, no quería llamar demasiado la atención.

Se mostró dócil, en los primeros compases. Su cara se mantuvo igual de rígida cuando le trató de colocar las bolsas de droga. No dijo, ni hizo nada, se mantuvo firme y en la misma postura. Se dejó empujar cuando le metió dentro del coche, no protestó, ni hizo un gesto de molestia o similar. Una vez dentro esperó a que el hombre se sentara en el asiento del conductor y le dejó arrancar. Poco a poco cuando el coche ya se había puesto en marcha, fue deslizándose de forma suave y disimulada a la parte trasera del asiento del coche. Las prisas no eran buenas consejeras.

Despacio comenzó a balancear su cuerpo, con algo de disimulo, no de forma seguida. Únicamente pequeños movimientos a lo largo del trayecto, lo suficiente para facilitar la salida del arma. Esperó a que apagara las luces del coche. Cuando sus vaivenes surtieron el efecto esperado James tomó el arma con las manos pegadas debido a las esposas, pero aún así podía sujetarla con la suficiente habilidad como para descargar un tiro sobre el tipo con mucha precisión y más en un espacio cerrado. Pero esa no era su intención. Colocó la pistola detrás del cabecero del conductor y habló con voz fría, pero muy tranquila. - Bien, ahora tú y yo vamos a hablar sobre la vida y la muerte. Tienes una pistola en tu cogote, no hagas movimientos bruscos o mueres. No lo repetiré, no detengas el coche pero no vamos a seguir el rumbo que quieres. Ahora dime ¿quién y por qué te mandan a por mi? Espero que me guste la respuesta o tendrás una bala en tu craneo. -

  Tuviste la suerte de que alguien se dejara abierta la ventanilla que comunicaba la parte trasera, de detención, con la parte destinada a los agentes.

 Tu arma apunto a la cabeza de Alfred. Este te miro por el retrovisor mientras te escuchaba y cuando terminaste te hablar soltó una carcajada, mas propia de un perturbado mental que de un agente de la ley.

- JAJAJAJAJA ¡Me envían del infierno, Satan quiere que cenes con él!.- dijo burlandose de ti al tiempo que pisaba el acelerador hasta el fondo.

- ¡Adelante, dispara!.- te reto sabiendo que si lo hacías ambos podíais morir. Su conducción se volvió temeraria, invadio el carril contrario y varios coches tuvieron que esquivarle sin que el frenara en ningún momento.

Contempló la situación, parecía de complicada resolución, aquel tipo parecía dispuesto a suicidarse con tal de acabar con él. Haciendo gala de su sangre fría, el antiguo superhéroe se mantuvo tranquilo pero activo, comenzó a barajar posibles opciones, alternativas de acción que pudieran ayudarle a resolver aquella situación de la forma que le fuera más beneficiosa posible. No podía amilanarse y aceptar las condiciones de aquel loco, eso significaría que si estaba dispuesto a morir por él y a inculparle de forma falsa es que tenía muchos motivos para quererle muerto y no podía arriesgarse a encontrar otra situación en la que le fuera posible dar la vuelta a la su favor. Era posible que eso nunca se produjera. No podía limitarse a esperar, era hora de actuar.

No había podido hacer todos los cálculos que a él le hubiera gustado, no había podido medir la situación como a él le gustaba, pero a veces había que improvisar. - Te dije que no hicieras un movimiento brusco o te dispararía y de donde yo vengo un hombre que pierde su palabra lo pierde todo, espero que lo comprendas. Manda saludos a Satán, le veré pero espero que aún no. - su voz sonó fría, carente de casi cualquier emoción. Lo que era normal en él. No quería morir, pero si moría, lo único que le jodería, sería no descubrir quien quería ir a por él y hacérselo pagar. No tomó aire, ni respiró para prepararse, cuando acabaron sus palabras disparó. De un disparo a tan corta distancia y en la nunca, muy poca gente podría salvarse, de dos le parecía casi imposible, de tres era algo utópico. Por eso disparó tres veces, no estaba para juegos, nunca lo estaba.

Cuando acabó sus disparos se lanzó hacia el volante extendiéndose tan largo como era, la posición era incómoda, las esposas le molestaban y aquello era una situación muy complicada, pero no tenía muchas más opciones. Su plan era claro, al morir Alfred Owen la presión sobre el acelerador disminuiría, si conseguía sacar el coche de la calzada con un fuerte volantazo a un suelo por el que las ruedas rodaran peor también disminuiría la velocidad. Una vez hecho eso podría tirar del freno de mano, habría un impacto, por el choque de fuerzas. Pero siempre sería mejor que una colisión frontal contra otro vehículo. Era muy complicado, pero se dispuso a ello. Apretó los dientes, para no morderse la lengua y se preparó para desarrollar su plan lo mejor y más eficiente que pudiera.

James era un hombre de palabra.

Disparo tres tiros en la nunca de Alfred sin pararse a pensar que asesinar a un policía era un delito federal, aquello no importaba demasiado cuando el coche patrulla se saltaba todas las señales en una carrera desenfrenada. El cuerpo de Alfred cayo sobre el volante, entorpeciendo aun mas la maniobra de James y su intento de tomar el volante.

No vio quien o que golpeaba el costado del vehículo al pasar un cruce transitado, James estaba concentrado en tomar el control y al lograrlo hizo que el coche girase perdiendo velocidad pero otro vehículo les golpeo por detrás y el coche patulla quedo estampado contra una de las farolas de la calle.

El impacto hizo que James sufriera algunos golpes y unos cortes superficiales a causa del parabrisas roto. El mayor problema estaba por llegar. Seguramente ya habría alguien marcando el numero de la policía desde su casa.

  Alfred no estaba en su asiento, la fuerza del impacto lo había lanzado fuera del coche y se encontraba unos metros delante, sobre un gran charco de sangre.

 Tu ropa tenia salpicaduras de esa misma sangre. Escuchaste a una mujer gritar desde algún balcón.

Las llaves de tus esposas estarian en los bolsillos de Alfred pero tenías poco tiempo para hacerte con ellas, tal vez fuera demasiado arriesgado. Supiste que era una de esas situaciones en las que una mala decisión podría ser la última.

Que el cuerpo de Alfred hubiera salido volando, era sin duda un gran problema. Él había acabado mejor de lo esperado, pero el no tener la llave de las esposas era sin duda un inconveniente grande. No tenía tiempo que perder y aunque necesitaba tener las manos libres, necesitaba aún más el poder evitar caer en manos de la policía. Por ese mismo motivo se vio obligado a actuar con rapidez.

Se recostó sobre el asiento trasero del coche patrulla y juntando sus dos piernas golpeó uno de los cristales laterales que debido al impacto ya estaba fracturado. Las puertas en caso de accidente tendían a bloquearse, intentar abrir una era una pérdida de tiempo innecesaria. Cuando el cristal cedió James no dudó y salió por él con relativa facilidad dada la escabrosa maniobra. Tras eso no dudó, era de noche y todo había sido muy caótico, si era rápido y no levantaba la cabeza, sería muy complicado que nadie pudiera fijarse en su cara. Por desgracia acercarse al cuerpo del difunto policía no era una opción. Conllevaba demasiados riesgos y ya había arriesgado demasiado aquella noche, como para tender más puentes al azar.

Sin pensarlo echó a correr entre las calles, callejeando todo lo que pudo, necesitaba poner el suficiente espacio de por medio para evitar que la policía le rastreara. Alfred Owen era alguien importante, si le veían muerto se detendrían, escaparse esa noche era relativamente sencillo, después de lo que había logrado ya. Lo difícil sería el día después, cuando aquel falso héroe apareciera muerto y le buscaran a él.

Media docena de curiosos fueron llegando al lugar del accidente, como buitres atraídos por la sangre, mientras usabas toda la fuerza de tus piernas para destrozar el cristal.

Lograste salir del coche en medio de un murmullo general.

- ¡Oiga!¿Esta herido?.- pregunto un hombre sin atreverse demasiado a acercarse, otro intervino con tono menos amistoso.

- ¡Eh!¿Donde crees que vas? ¡No puedes largarte, tío!.

- ¡Oh Dios, ese hombre esta muerto!.- esclamo una mujer, remarcando lo evidente, señalando el cadaver de Alfred.

  Buscando la oscuridad para escapar, una escalinata descendía en dirección a un callejón. Desde allí podías perderte en un sin fin de calles pequeñas y estrechas.

 A tus espaldas las sirenas de policía te decían que no estabas lo bastante cerca ni lo suficientemente seguro. Si un muchacho con placa daba contigo no llegarias al juicio. Los agentes tenían un protocolo especial para asesinos de policías.

 Escuchaste ladridos. Te estaban persiguiendo con perros y tu rastro no era especialmente dificil de seguir. Estabas cubierto de la sangre de Alfred pero ¿Cómo habían llegado con los perros tan rápido?

Todo aquello parecía el guión de una maldita pesadilla.

Tres hombres salieron de un portal justo cuando pasabas corriendo, tropezaste con uno y caíste al suelo. El tipo era realmente enorme, fue como chocar contra un armario. El "armario" parecía ser el guardaespaldas de alguien importante. Por el aspecto dirias que era ruso, se acerco para levantare por las solapas, enfadado por el golpe pero una voz familiar le paro.

  -¿Sasha?.- dijo apartando al guardaespaldas de ti. Te miro de arriba a bajo y comprendio la urgencia. Hizo un gesto al otro tipo, otro guardaespaldas de formas mas humanas y este abrio la puerta del edificio.

- Vamos, entra.- dijo hablandote en ruso.

Había conseguido salir del vehículo con cierta dignidad y lo que era más importante con una velocidad bastante aceptable. Escuchó las voces a su espalda acerca de lo ocurrido, todas eran confusas y poco claras, de lo cuál se alegraba. El caos era en aquel momento su mejor aliado. Necesitaba que el caos le envolviera a él y a todo lo ocurrido, era la mejor forma de poder pasar desapercibido.

Cuando se fundió en la oscuridad pensó que rápidamente podría dejar atrás a los tipos que le perseguían, pero escuchó ladridos de perro a la distancia y las sirenas no eran tan lejanas como a él le hubiera gustado. La ciudad era un maldito caos y la corrupción era enorme, pero al parecer para ir a por él había suficientes unidades. Cada paso que daba le indicaba más que aquello era una trampa preparada, pero preparada ¿por quién? ¿Qué sabían de él? Esa pregunta era la que le atenazaba de forma constante cuando se golpeó contra algo tremendamente duro. Apretó los dientes y se dispuso a acabar rápido con el tipo que le sujetó de las solapas cuando escuchó una voz que le era terriblemente familiar. Al ver al hombre al que pertenecía, no tardó en reconocerlo, estaba más avejentado, tenía más canas en el cuerpo, pero sabía quien era.

No respondió, se limitó a entrar en el portal, aquello podía ser salir del fuego para caer en las brasas, quizás sí. Pero era la opción menos mala por el momento - Necesito las manos libres. - fue lo que dijo a modo de respuesta esperando que así su antiguo compañero le diera algo de libertad de movimiento. - y deshacerme de esta ropa. -

- Tranquilo Sasha, enseguida nos ocuparemos de eso.- dijo el hombre. Sono amistoso.

  El guardaespaldas mas imponente debía medir mas de dos metros, era incluso mas alto que John y te miraba con desconfianza. Su Jefe le hizo una seña a tu espalda y el asintió sin perderte de vista.- Creo que tenemos una cizalla en el sótano, junto con otras herramientas.- comento el grandullón. Definitivamente, la forma de decirlo te hizo pensar que ese sótano era una sala donde se practicaban horribles torturas.

  El otro guardaespaldas parecía mucho mas amable y tranquilo.

- No creo que eso sea necesario, Iván.- aseguro. Se puso frente a ti y busco algo en el interior de su abrigo, por un segundo pensaste que seria una pistola pero en lugar de un arma, el hombre saco una ganzúa. Se tomo la libertad que cogerte la mano suavemente para ver la cerradura. no tardaste mas de un segundo en ver tus manos libres. Lo mas increíble de su habilidad es que la mayor parte del tiempo estaba mirandote a los ojos en lugar de a la cerradura.- Listo. Entremos en mi casa, le prestare algo de ropa.

El joven se giro y camino delante de ti. Abrio una de las puertas y la mantuvo abierta como una invitación a que entraras en su domicilio.

Miró a los alrededores bien, aún desconocía donde estaba y las intenciones de sus recientes acompañantes. No se fiaba de nada y dada la situación de nadie tampoco. Observó a los dos tipos que acompañaban a Nicolay con atención. Estudiando cada posible punto débil que pudiera aprovechar si era necesario. Su vista se giró hacia el tipo que estaba frente a él quitándole las esposas. Estudió su cara con atención mientras le devolvía la mirada de forma fría y tranquila. Cuando por fin sintió sus muñecas libres disfrutó de la sensación y pasó sus manos por ellas para reactivar el flujo sanguíneo y aliviar el dolor que le habían producido las esposas.

- Prefiero que la saques tú. la ropa me da igual, pero un abrigo largo y una bolsa de plástico para meter la sucia estaría bien. - No tenía intención de entrar en ningún lugar más que le fuera ajeno, sin haberlo decidido él. Con delicadeza se colocó en línea recta para la salida esperando a que le llevaran lo indicado.

- Tan desconfiado como siempre... es una buena cualidad si te ha mantenido vivo desde entonces.- dijo el hombre, con tono cortes y casi paternal, dejando que entendieras entre lineas que sabía bien quien eras y lo que habías hecho. Suspiro. -Sasha, si quisiera algún mal para ti ya estarías muerto. La policía no te buscar en casa de mi sobrino.- aseguro tajante, lanzando una mirada al guardaespaldas mas joven.- Por favor, entra y descansa, tomaremos un trago de Vodka a la salud de Yuri y hablaremos de los viejos tiempos.

El guardaespaldas mas joven asintió. Movio la mano para sacar algo de la trasera de su pantalón y saco un arma despacio, sin parecer amenazante en ningún momento. Te la ofreció con la mejor de las sonrisas.

- Si tener esto hace que te sientas mas seguro, guardala hasta que decidas irte pero tratala bien, es la niña de mis ojos.- aseguro.

El otro guardaespaldas te miro serio, emitió algo similiar al gruñido de simio y encendió la luz de la entrada para que vieras que no había un monstruo en el pasillo.

  El interior de la casa parecía completamente normal.

Miró a todos los hombres con los que se encontraba, como un animal acorralado valorando la situación. Le desconcertaba ese súbito cariño hacia él, desconocía el motivo que lo impulsaba y eso le hacía mantenerse tenso. Más teniendo en cuenta que acababa de asesinar a uno de los oficiales de policía más importantes de la ciudad y que la policía le perseguía.

Esperó a tener el arma en sus manos, entonces por acto reflejo comprobó si estaba cargada o no. Una vez tomadas aquellas precauciones habló. - Yo no bebo Nicolay, tengo unos asuntos pendientes que resolver y no puedo estar aquí hablando de viejos momentos. Quizás en otro momento, pero os agradezco la ayuda. - Dijo mientras con un par de pasos firmes se adentró en la casa, con la mirada rebuscando cada pequeño detalle y con la pistola en la mano derecha lista por si tuviera que emplearla. Cosa que no dudaría en hacer lo más mínimo.

El arma estaba cargada, en perfecto estado. Por el momento no parecía que fuera una trampa pero eso no hacía que bajaras la guardia.

- Lo comprendo Sasha, tal vez en otro momento.- dijo el hombre sin animo de retenerte en contra de tu voluntad.

- Iván, ocúpate de Sasha. Valdik y yo iremos a ocuparnos de ese asunto que tenemos pendiente. Reúnete despues con nosotros.- le pidió al muchacho.