Partida Rol por web

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: AVANZADA LA TARDE (HASTA POCO ANTES DEL OCASO).

LUGAR: ANTORCHA (INMEDIACIONES DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN).

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

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LUGAR: ANTORCHA (INMEDIACIONES DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN).

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Le convenía descansar, a pesar de lo que aquel bebedizo había hecho por él, aunque Halberd tenía razón también en que habría que revisar su brazo, y la armadura. A las palabras de Xavier no dedicó más que una mirada extrañada, ya que no sabía de qué debía hablar con nadie en aquellos momentos, a no ser que hubiera pasado algo que se le escapaba. por lo demás, se dedicó a dormitar, intentando recuperar las fuerzas que las heridas y el agonizar en la armadura le habían arrebatado. 

MOMENTO: DESCONOCIDO.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

A mi no me importaría pasar por el almacén... quizás ahí vea algo que pueda interesarme. Y de paso averiguamos si está bien nuestro compañero. 

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Cuando Equilibrium les presentó a Val, Halberd desconfió al instante. Conforme se fue enterando de que tendrían que meterse en unas cuevas para rescatar a su padre dejó de desconfiar tanto de la niña para desconfiar en la situación que se les echaba encima.

No acababan de llegar a este mundo cuando unos bandidos casi los mataron, ¿y mañana debían bajar a unas cuevas donde había desaparecido un tipo? De locos.

El enano torció el gesto, pero no dijo nada. Aún así, intentó que no se le notara demasiado y agradeció a la chica llamada Val que les hubiera dado un lugar donde recuperarse.

— Gracias señorita... muchas gracias... ¿Habría forma de darse un baño? — preguntó a la anfitriona, palpándose la piel aún pegajosa por el líquido del tanque de nutrientes y con costras de sangre seca.

Gracias a las pociones que le habían hecho tomar se encontraba bastante bien, y habiendo conocido un poco mejor su situación se sentía algo más cómodo, aun de prestado. Si pudiera comer un poco y darse un baño caliente, mucho mejor. Sobretodo después de haber estado tan cerca de morirse... Tan cerca que parecía irreal. Mejor no pensar más en eso.

Entretanto, se pondría a echarle un vistazo a la armadura de Briaeros. El cyborg estaba dormitando, así que Halberd le dejó descansar un rato más antes de preguntarle si quería ponerse a reparar ese brazo.

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HORA: POCO ANTES DEL OCASO.

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- "Pues..." - La muchacha duda. - "No tenemos bañera como tal, aunque tal vez se podría usar alguno de los barriles vacíos. Podemos poner agua en la olla más grande a calentar en la chimenea." -

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Afirmo a mis compañeros sobre la idea de pasarnos por el almacén para ver a Muxu, pero dado que a poco de llegar la vimos en la lejanía y sabíamos hacia dónde iba no tenía sentido estar allí sin dinero.

Será mejor que la sigamos hacia la taberna, parece que ya ha terminado las compras. Veamos qué tenemos cómo repartirlo; entrar al almacén sin dinero lo veo una pérdida de tiempo.

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Una vez volvemos a la taberna, suspiro aliviado sentándome sobre mi estera. Por más que me haga el duro, ahora que los demás están mejor soy consciente de mis propias heridas. He tenido suerte de no acabar como los otros, luchando por mi vida, pero aún así me noto bastante débil.

Cojo un poco de tasajo y un odre de agua y miro a Muxu. ¿Y bien, conseguisteis algo? Deberíamos mirar de repartir el equipo que cogimos a los bandidos y lo que hayais podido conseguir.

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No hizo comentario alguno a lo que había dicho el Predicador, sólo se acercó a Briaeros y le murmuró encogiéndose de hombros:

-No es nada, creí reconocer tu rostro... pero estaba equivocada. No te preocupes. 

Después dejó marchar al pequeño grupito con su carga de cabezas y su encargo de comprobar como se encontraba Muxu. Se cercioró de que todos estaban estables, y se tendió a descansar. 

Cuando regresaron, y algo después que ellos también Muxu, se incorporó un poco para escuchar, por si había alguna novedad. Como todos, necesitaba dormir, llevaban muchas horas de esfuerzo encima, y hacerlo sin descanso pasaba factura. No podían permitírselo.

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Sintió el fresco líquido recorrer su garganta y la sensación de agradable que recorrió su cuerpo, logrando ver la luz al fondo del oscuro túnel. Y por él se asomó.

- Uuuungh... - gimió quejoso el arcano, llevándose instintivamente las manos a la frente por el intenso dolor que experimentaba y le causaba una dolorosa jaqueca y un profundo mareo y desorientación. Ir a la luz no resultó especialmente agradable. Lo último que recordaba era una mole con un martillo de picapedrero golpeándole en toda la frente. Por ello se la palpó y vio que estaba entera, en su sitio, y con un severo chichón de regalo. Debía ser por lo cabeza dura que era. O eso decían de él.

Durante largo tiempo había estado sumido en la negrura y si bien no podía ver ni recordar nada en ella sí que tuvo instantes de una cálida y familiar sensación. Una presencia agradable y femenina que le reconfortaba. Sí, era su Indira. Abrió los ojos para verla con detalle y admirar su belleza, para decirle cuanto la quería y echaba de menos.

- Te... te recordaba con mejor cara - murmuró decepcionado cuando su vista borrosa se enfocó y vio al tal Xavier junto a él, sintiendo que en la oscuridad, quizás, se estaba mejor. Se forzó a mirar levemente a su entorno y contemplar en el edificio donde se hallaba, en compañía de otros compañeros y la sensación agradable del cercano fuego.

- Así que estamos vivos... algunos de nosotros al menos - dedujo girando con esfuerzo la cabeza hacia un lado y otro del camastro en el que se hallaba postrado, viendo a otros rift warriors -. ¿Qué pasó? ¿Donde estamos? - preguntó con débil pesadez.

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Halberd desde luego hubiera preferido poder pegarse un buen baño caliente... pero si lo que había era agua caliente de una olla y un tonel, bueno... era lo que había al fin y al cabo.

— Creo será suficiente. Nos vale con poder lavarnos un poco... — le contestó a Val — Gracias.

Suponía que luego podían preparar la olla de agua, así que se entretuvo un buen rato con la armadura de Briaeros. Era una maravilla poder trastear con sus fantásticas y brillantes herramientas esa armadura... Y más maravilloso sería si de verdad resultaba que estaban en un maldito mundo que parecía medieval, donde el mecanismo más avanzado que había visto hasta el momento era una jodida ballesta. El enano se aferraría a los modernos mecanismos de la pesada armadura de Briaeros con toda su alma.

El enano se encontraba sentado cerca del fuego manipulando unas placas abolladas cuando vio entrar a Muxu. Se alegró mucho de ver aparecer a su amiga de una pieza.

— ¡Hola Muxu! — dijo saludando con la mano — Me alegro de verte. ¿Dónde estabas? ¿Todo bien?

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Muxu estaba en su límite. Su herida aún le escocía y más de una vez pareció estar a punto de desvanecerse. Cargada hasta más no poder de distintos bienes de uso general para sus compañeros, se dirigió hacia la taberna. Cada paso le parecía más pesado que el anterior, y en su rostro podía notarse una mirada fruncida por el esfuerzo y una respiración agitada.

Llegó.

Vió a su gran amigo saludarla. -¡Halberd! ¡Me alegro tanto, pero tanto, tanto de verte mejor!- el rostro cansado de la ex-alcaldesa cambió notablemente para revigorizarse con la más pura e inocente felicidad, la que aumentó al comprobar que el resto de los heridos también estaban mejor. Que alivio, chicos. -¿Qué hacía yo? De compras - dijo la joven con una sonrisa. -Una actividad de las más satisfactorias, debo admitir.-

Notó que algunos compañeros descansaban, comenzaba a oscurecer y tal parecía que la reunión con el concejo quedaría para mañana. Quizás sea lo mejor, descansados e higienizados. Si, después de todo las primeras impresiones son las más importantes y tenemos que forjar nuestro buen nombre en este nuevo mundo. Solo espero que el padre de Val resista.

-Oye Hal, ¿puedes ayu...- al ver al enano tecnomante lo descubrió tendido en el suelo, con las herramientas en mano y cerca de Briaeros, aunque su primer pensamiento fue de terror ante una recaída por las heridas, el claro ronquido de su íntimo amigo la despreocupó. -...darme.- Completó la frase y se acercó para acomodarlo en su estera, taparlo con una manta, y darle un beso en la frente. -Descansa, Hal.-

Acto seguido, escuchó a Equilibrium preguntarle por lo que había adquirido. -Si, Equilibrium, me parece una gran idea lo que sugieres de volver a repartir el equipo de los bandidos.- Si no recordaba mal, Vicky ya lo había sugerido también, y seguro la mayoría estaría deacuerdo. -Aproximadamente ya conozco su valor en este pueblo por lo que podremos tener una mejor idea, pero mejor mañana, antes de que vayamos a las tiendas especializadas de armas y armaduras, ¿Si?- comenzó a sacar el equipo que había comprado recientemente. -Mira, ven, esto es lo que he comprado ahora, lo mínimo e indispensable, ¿me ayudas a repartirlo?- preguntó al justiciero.

Se dispuso a acercarse a cada estera con los bienes nuevos en mano. Algunos compañeros ya dormían, otros parecieron ayudarle con la tarea, lo cierto, que al despertar mañana todos tendrían junto a su estera un juego de ropa propio, jabón, un par de calzados, un cinto, bolsa de cintura, yesca y pedernal, una antorcha, un pellejo de agua y una mochila. En una de las mesas a simple vista dejó un kit de sanación y cuerda.

Finalmente, observó por última vez a sus compañeros y se detuvo a apreciar el momento. Con los heridos fuera de peligro, un techo arriba de sus cabezas y una estera por debajo, con alimento en la panza y al calor agradable del fuego, luego de haber rozado la muerte, se permitió sonreír al cerrar los ojos y buscar el sueño, feliz. Mañana sería otro día, nuevas aventuras deparaba el futuro próximo, y aunque la maga no era especialmente valiente ni le entusiasmaba la vida de aventurera que ponía su vida en riesgo constante, estaba tranquila y en paz, puesto que sus pasos nunca los daría sola. Dejó de mirar a su familia, y se dispuso a soñar.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Al llegar su amiga había levantado el brazo para dar un primer y fuerte martillazo en el metal de la armadura, pero, por fortuna para todos los durmientes, todo su cuerpo acompañó al movimiento y acabó cayendo hacia atrás profundamente dormido, quedando despatarrado junto al fuego.

El enano apenas emitió un gruñido porcino cuando Muxu lo llevó a su esterilla. Cuando ésta le dio el beso de buenas noches, Halberd suspiró y se hizo un ovillo, durmiendo plácidamente abrazado aún a su buen martillo.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: POCO ANTES DEL OCASO.

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CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Practicamente después de llegar Muxu habían vuelto Raxus, Equilibrium y el mismo Emil. Y este último, sin decir nada, se había acercado a donde estaba su lecho y se había tendido, totalmente exhausto.

Había caído dos veces, y a pesar que todas sus ideas habían sido las adecuadas, a pesar que estaba convencido que no había habido opción mejor que las que había tomado, era bastante evidente que los Rift Warriors, en conjunto, preferirían una sesión de tecnodance realizada por soldados tronados de la Coalición que aceptar su liderazgo.

Si al menos logro que se conciencien de una vez que alguien debe dirigir, y debe tener la cabeza en sus hombros, no como algunos de los que han pretendido hacerlo, lo daré por bien empleado. ¿Cómo se le ocurre a algunos no dar por una cuestión de ovarios material a sus compañeros a pesar de haberlo? Vicky, Vicky, Vicky... ains. Pero qué buena está. Y Alexa. Ah, mira...- pensó en esos segundos de amodorramiento previos al sueño, al ver como Muxu repartía algunos bienes imprescindibles- ... Muxu, nuestra alcaldesa preferida. Aunque creo que ha comprado para todos, ¿o no? ¿o ha comprado solo para los que no tenían...? Vamos Emil, deja de pensar. Todos están vivos. Lo has conseguido, ¿ok? Los atacasteis cuando tú decidiste, evitando ese plan ridículo de atacarlos durante el día que os hubiera llevado a todos a la tumba. Déjalo, en serio. Sí, mucho mejor esos pensamientos. Joder, claro que sí. Estarían preciosas en una buena bañera de hidromasaje, de tamaño para media docena, las tres y tú. Joder, claro que sí. Qué maravilla.

Ahora, sin el sol dañando sus rasgos perfectos, y una sonrisa de placer y descanso, mientras el sueño iba reclamando al elfo, parecía, más que nunca, un ser de belleza imposible. Una especie de Adonis, o de Rodolfo Valentino, o de Marlon Brando. O de Errol Flynn.

Gracias a los dioses, luego hablaba, o le daba el sol directamente, y el embrujo se hacía menos perturbador.

Cansado, frustrado, pero de algún modo feliz por la supervivencia de su familia, Emil, el Corsario, duerme.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: POCO ANTES DEL OCASO.

LUGAR: ANTORCHA (INMEDIACIONES DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN).

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

-Mañana, Daeron, mañana. Aunque estés nuevamente consciente, debes dormir. Debemos hacerlo todos. Y al alba, tu curiosidad quedara satisfecha. Ahora bebe algo de agua -dijo acercándole un pellejo con agua fresca- y si tienes hambre, aquí tienes una de tus raciones. Yo ahora me voy a echar a la piltra que estoy reventado. 

Dicho aquello, se acercó a su estera, no sin antes echar un par de leños al fuego. No era cosa de que se apagara antes de tiempo. Se tumbó, se cubrió con la manta y se dispuso a dormir. Alcanzó a ver llegar a Muxu así como a los otros. Afortunadamente, todo tranquilo, pensó.

MOMENTO: DESCONOCIDO.

HORA: POCO ANTES DEL OCASO.

LUGAR: ANTORCHA (INMEDIACIONES DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN).

CLIMA: INVERNAL. CIELO DESPEJADO.

Medio dormitando, Briaeros asintió ante las palabras de Muxu, sin tener claro a qué se refería, mientras recuperaba el sueño. Esto de tener un cuerpo de nuevo era sorprendentemente incómodo, le dolían un montón de músculos de los que hacía años que no era consciente, y aquellas sensaciones casi saturaban su cerebro, del mismo modo que el brazo inutilizado le incomodaba en algunas posturas mientras reposaba. Pero todo se arreglaría. Y encontrarían algún modo de prosperar. 

TRANSCURRE TODA LA NOCHE:

FECHA: 4 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL SOL.

HORA: AMANECE.

LUGAR: ANTORCHA (INMEDIACIONES DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN).

CLIMA: INVERNAL. CIELO LIGERAMENTE NUBLADO.

La noche entera transcurrió sin incidentes y los Rifts Warriors pudieron decansar perfectamente bien, pese a no haber establecido turnos de guardia ni nada parecido.

El grupo conocía ahora el calendario local y sabía que podía disponer libremente del edificio de la Taberna, dentro de lo razonable. También sabía que se esperaba que fueran a las cuevas esta misma mañana.

TRANSCURRE TODA LA NOCHE:

FECHA: 4 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL SOL.

HORA: AMANECE.

LUGAR: ANTORCHA (INMEDIACIONES DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN).

CLIMA: INVERNAL. CIELO LIGERAMENTE NUBLADO.

Había dormido de un tirón desde el regreso de sus compañeros. Y el alba la sorprendió descansada, y con el espíritu tranquilo puesto que tampoco había tenido pesadillas ni habían sufrido sobresaltos.

El sol apenas lanzaba sus primeros rayos perezosos que luchaban por atravesar el cristal empañado de la Taberna. Se sentó en su estera, y se desperezó. Todos dormían a pierna suelta, alguno con ronquidos envidiables. Se levantó en silencio, y puso agua a calentar, se daría un baño en uno de los barriles, lo necesitaba, no sólo por higiene, que desde luego, también por puro placer. Darse un gusto así era algo que no solía suceder, y era una oportunidad que no pensaba perderse. 

Se desnudó y dejó sus cosas en su rincón, el que había adoptado como suyo cuando llegaron. Entró en el barril después de haber cogido una de las piezas de jabón que Muxu había comprado anoche, y uno de los trapos limpios que aún quedaban por allí, de los retales de las batas.

Se sumergió con deleite, y se enjabonó, también su largo cabello que había soltado de su habitual recogido. Después cerró los ojos y se quedó quieta, sumergida a medias, la nuca apoyada en el borde de madera. Disfrutando de la quietud, de la calma, y dejando que su mente vagara en los anchos espacios de la meditación.

FECHA: 4 DE ABADAR DE 4715 RA, DÍA DEL SOL.

HORA: AMANECE.

LUGAR: ANTORCHA (INMEDIACIONES DE LA TABERNA LA FUNDICIÓN).

CLIMA: INVERNAL. CIELO LIGERAMENTE NUBLADO.

Abrió los ojos, sintiéndose descansado y, de alguna peculiar manera, bastante feliz. Notaba el desagradable sol en las ventanas y, tal vez por eso, se incorporó, ligeramente, lo bastante como para alejarse de cualquier zona en donde la desagradable luz pudiera molestarle. Así fue como, prácticamente, se encontró con Alexa quien como una moderna Ariadna, iba al baño.

- Buenos días, preciosa- le susurró, de buen humor, haciendo un galante gesto como si se descubriera la cabeza de un imaginario sombrero.- ¿Supongo que no te apetece compartir tina y baño con agua caliente verdad?- preguntó, divertido y guasón, antes de sonreir, nuevamente, dejando que pasara primero a disfrutar de ese baño.- Avisa cuando termines si ves que he acabado de meditar.

Tras esas palabras se alejó de donde sus compañeros descansaban, para meditar y hacer sus ejercicios matutinos, buscando recuperar su potencial psíquico, sintiéndose sin embargo muy recuperado tras el decanso. Como si sus habilidades dormidas, en parte, hubieran despertado.