Partida Rol por web

Cuando ya todos los demás se han ido, Bárbara se queda mirando a Valentio tendido en el suelo. El pobre Caballero de la Pureza está abriendo poco a poco los ojos después de que la burbuja de agua le caiga en la cara, pero todavía necesita que la sangre circule correctamente por su cuerpo.

- ¡Oyeee! - dice la chica, colocando sus manos alrededor de su boca para amplificar su voz. Al menos en teoría. ¿Realmente hace algo colocar las manos así, en plan megáfono? Es posible, pero el narrador nunca lo ha sabido. En fin, sigamos con la escena. - ¡Tus compañeros ya se han ido! ¿Vas a despertarte o voy a perseguirlos?

Valentio boqueó al recibir aquella burbuja de agua, cogiendo aire por instinto. A duras penas escuchó la puerta de la sala cerrarse tras ellos y su cabeza aún estaba un poco ida. Parpadeó, limpiándose el agua y la sangre de la cara, mientras sus ojos volvían a acostumbrarse a la luz lentamente. Pero lo que de verdad terminó por despertarle fue aquella voz y las implicaciones que eso tenía. 

¡¿Se han ido?! ¡¿E-entonces eso significa que estoy solo contra...?! Los ojos de Valentio ya se habían abierto del todo y aún mirando al techo, movió la cabeza mecánicamente hacia la voz de la chica. Solo un vistazo fue suficiente para provocar que el caballero volviese a apartar la mirada y se levantase de un salto, algo que camufló de nuevo el tintineo metálico que había sonado en su cintura. 

S-si me han dejado aquí... Eso significa que no tenían otra opción... ¡O que lo han hecho por mi bien, como parte de mi entrenamiento! Aunque esta chica ha sido suficientemente amable como para dejarles pasar sin problemas, tal vez... Tal vez tenga otras intenciones... ¡Nononono, no puedo pensar esas cosas! ¡Tengo que centrarme, por mis compañeros!

- No será necesario que los persigas. - habló de espaldas a ella con voz grave y decidida, comenzando a desenvainar tras su monólogo interno - Yo seré tu adversario y no voy a dejar que subas más allá de este piso. ¡No me pienso contener y espero que tú hagas lo mismo! - exclamó, intentando reafirmarse a sí mismo. Tengo que estar preparado, tengo que estar preparado, tengo que... - ¡Kleanser, Forma Pu...!

Otro chorro de sangre interrumpió su discurso cuando el chico decidió darse la vuelta y volver a mirarla. Esta vez no cayó al suelo, sino que se quedó completamente congelado en el sitio, con otro tintineo metálico. Valentio se quedó con la boca entreabierta, sin ser capaz de decir más palabras ni de detener a sus ojos que recorrían las voluptuosas formas del cuerpo de la chica, sin que pudiera evitarlo. ¡¿P-P-P-POR QUÉ NO PUEDO MOVERME?! La quiero más cerca... ¡NO, ES DECIR...!

- Ah, menos mal. Por fin empiezas a comportarte como un hombre. - dice la chica, esbozando una sonrisa entre divertida y emocionada al escuchar las palabras de Valentio. Incluso se coloca en pose de batalla, con las piernas semiflexionadas y los brazos medio alzados para bloquear los golpes, cuando le escucha invocar el nombre de su espada para combatir. - ¡Adelante, dame con lo mejor que tengas...! - empieza a decir.

Y luego Valentio empieza a sangrar por la nariz al simplemente verla, y se queda totalmente congelado en el sitio. Sólo sus ojos se mueven, recorriendo a la mujer de arriba a abajo.

- Ah, está paralizado. Probablemente no ataque. - dice Bárbara, suspirando con resignación y perdiendo la pose de batalla. Niega con la cabeza. - Oye, entiendo que una mujer como yo te imponga, pero... ¿no crees que deberías esforzarte al menos un poco? Si no podemos luchar, no me divertiré. - dice, encogiéndose de hombros y suspirando de nuevo con los ojos cerrados.

Hasta que los abre, mucho, y fija su mirada en Valentio mientras sonríe. Su mirada ahora está llena de salvajismo, de ganas de luchar... casi de locura. Como si hubiera decidido eliminar los preámbulos y pasar a la acción.

Y de hecho, eso hace. Instantes después de volver a abrir los ojos, Bárbara se encuentra saltando un metro por encima de Valentio y haciendo caer su pierna sobre él, con un fuerte movimiento descendiente, buscando asestarle una patada que lo hago golpearse contra el suelo directamente en su cabeza.

¡No es que me impongas, es que me...! Valentio intentó hablar sin conseguirlo, intentando reorganizar la fuerza de su cuerpo en el tren superior. Sí, vamos a divertirnos... ¡No, esto no es divertido! El caballero sintió un escalofrío por todo el cuerpo al ver cómo de pronto la actitud dulce de la chica pasaba a ser una mucho más salvaje. ¡Tengo que apartarme, YA! No...

Todo su cuerpo estaba en tensión y aún así, no estaba preparado para esa batalla. Era como si dos fuerzas opuestas le instaran a salir de allí o a lanzarse hacia ella, manteniéndolo inútilmente en el sitio. Resignándose a que sus piernas no iban a responder, Valentio levantó el brazo, dispuesto a apartar la patada antes de que impactara contra él, con la mirada fija en su pierna... y su muslo... y más arriba...... Y por el motivo que fuera, aquella esquiva no funcionó y el chico acabó cayendo violentamente contra el suelo, perdiendo el aire del golpe. 

- A-aghg... - jadeó el caballero, cogiendo aire a duras penas y aún con la vista algo oscurecida.

Será mejor que la sujete antes de que me golpee otra vez... Sí, será... ¿eh? Dejándose llevar por su instinto, el caballero intentó enganchar a la chica con ambos brazos, intentando dejarla sin espacio para que volviera a atacarle de esa forma. Aunque en esas circunstancias tal vez no fuera la mejor de las ideas abrazar la primera parte del cuerpo que pillase...

Valentio intenta apartarse para no recibir la patada descendiente, pero apenas logra desplazar su cuerpo y recibir el golpe en su espalda en lugar de su cabeza. El chico cae de cara contra el suelo y rebota soltando un gemido de dolor, mientras la chica suelta otro gemido pero de un tipo distinto al ver a su rival golpearse. Con las mejillas ligeramente sonrojadas, la experta en cuerpo a cuerpo está dispuesta a asestarle otra patada a su rival, pero...

- ¡¿E-Eh?! - exclama con sorpresa en el momento en que Valentio se lanza hacia adelante a atraparla entre sus brazos. No consigue levantarse del todo del suelo, sin embargo, así que lo único que consigue abrazar es una de sus piernas, con los brazos rodeando la cintura de la chica y haciendo que tenga que luchar por mantener el equilibrio. - ¡¿Pero qué clase de estilo de lucha es ese...?!

Bárbara se hace esa pregunta mientras Valentio estruja su muslo sin piedad, pero a eso pueden jugar dos: la chica se balancea y rodea la cabeza de Valentio con sus dos piernas, empezando a estrujarle con sus muslos mientras suelta una risita sádica.

- ¿Y ahora qué, eh, caballerito? - pregunta con burla en su voz.

A pesar del movimiento de Bárbara, Valentio no cedió en su presa, sin tener ni él muy claro qué clase de movimiento era ese. La necesito más... Más fuerte... No... Y más cerca... ¿O sí...? Cada vez más confundido con sus propios pensamientos, Valentio se vio sorprendido por la presa alrededor de su cabeza. Soltó un quejido, pero consiguió colocarse de forma que no le faltara aire, por el momento. Si es que sus brazos podían seguir sujetando los muslos de la chica para apartarla.

El primer golpe le había dejado aturdido, pero él era un caballero más que capaz para resistirlo. Y aún así sentía que de alguna forma no tenía todo el control de su cuerpo. Su vista se desviaba por las medias de la chica y no precisamente para buscar puntos débiles. La tensión de sus brazos no era tanta como para separar del todo las piernas de su cara, a pesar de que podría mantenerlas más lejos. Y el tacto de ellas, la voz risueña de la chica y el calor que sentía él en la nuca eran sensaciones a las que no conseguía quitar importancia. Era como si lo estuviera disfrutando. 

Nononono, eso no es... es porque tiene que haber una forma de quitármela de encima y... ¿Por qué iba a hacer eso? ¡No, claro que tengo que hacer eso! ¡De hecho podría salir de aquí en cualquier mo...!

¿Pero querría? Otro pensamiento de duda se volvió a colar en su cabeza, acompañado de otro chasqueo metálico. Valentio jadeó, intentando dar una respuesta en voz alta pero sin ser capaz. Esto no son... esto no son pensamientos puros... ¡E-es todo culpa de esta guerrera! Está intentando que haga... ¡algo malo! ¡Eso es! ¡Y-y no puedo permitirlo!

- C-como no te a...apartes... vamos a tener un problema. - jadeó Valentio, con la voz temblando ligeramente, aunque la última parte la había dicho mucho más seguro. Incluso... ¿había sonreído?

- Yo creo que eres tú el que tiene un problema... y de los GRANDES. - ríe Bárbara mientras estruja con fuerza el cuello de Valentio entre sus muslos. Lo cierto es que tiene una fuerza indescriptible en sus piernas, y sabe perfectamente lo que está haciendo. Aprieta de forma que la respiración del Caballero de la Pureza se entrecorta, impidiendo poco a poco que el aire llegue a oxigenar su cerebro. - No te preocupes, pronto estarás inconsciente e iré a divertirme con alguien más...

Y puede que sea cierto, porque poco a poco Valentio nota la cabeza más y más nublada. A sus pensamientos cada vez les cuesta más formarse, cada vez es más difícil para él juntar los fragmentos de sus propias ideas. Poco a poco la consciencia de Valentio va desapareciendo, y entonces...

¿Qué es lo que queda?

Los brazos de Valentio comenzaban a perder fuerzas y controlar la sorprendente fuerza de Bárbara se había vuelto una tarea imposible. El caballero sintió cómo poco a poco sus músculos cedían. La vista se le nublaba y parecía que empezaba a perder la percepción del lugar, mientras su respiración se entrecortaba cada vez más, hasta el punto en que solo escuchaba los cada vez más lentos latidos de su corazón. En esa quietud, fue cuando comenzó a recordar, y fue la risa de su abuelo lo que le sobresaltó.

- ¡Abuelo, no te rías! ¡Claro que puedo ser un Caballero de la Pureza, como los de los libros! ¡¿Por qué es tan gracioso?! 

- ¡Jojojo! Pequeño Valentio, no creo que una profesión así encajara bien en nuestra familia... 

- ¡¿Por qué no?! Florian también está haciendo entrenamientos como caballero, además de estudiar... ¡Y yo quiero ser Caballero de la Pureza a tiempo completo! Ya sabes, ayudar a la gente, proteger a las damas de hombres malos... ¡Y tendré un caballo magnífico y un perro fiel que me ayuden en mis aventuras! ¡Voy a ser el mejor Caballero! 

- Ay, hijo, si tu supieras... Solo espero que tu convicción sea suficiente... Pero está bien, si tan decidido estás, tendré que enseñarte como pueda. Aunque de momento olvídate de caballos, no se suelen llevar bien con nosotros...

Sus años fueron pasando en ráfagas de imágenes, desde todos los libros que leía a sus entrenamientos cada vez más duros con la espada. Pero había más cosas. Las miradas de resignación en su familia, comentarios sueltos que en ese momento no tenían sentido, incluso las duras palabras que le dedicó su hermana antes de irse. ¿Cómo eran...?

¿Una Orden de la Pureza...? ¿Cuánto vas a seguir con esta pantomima, Valentio? ¿Es que no eres ya mayorcito? Parece mentira que seas mayor que yo... No entiendo cómo todavía no te has...

... Liberado. Esa palabra comenzaba a tomar forma mientras los recuerdos avanzaban más lentos en este último año. Cómo había llegado al Gremio, cómo casi había visto a Reily sin camiseta, cómo había tenido que cargar a Arlene sujetándola por los muslos en su primera misión, aquella mujer con poca ropa, y esa otra, y Legión, y la noche con Lily, y todas las veces que Reily se había tropezado y había enseñado la ropa interior y... Por algún motivo esos eran los recuerdos que en ese momento le venían a la mente a Valentio. Aquellos no eran precisamente los recuerdos más puros que podía tener y aún así allí estaban. De alguna forma los necesitaba para sentirse más fuerte, para no volver a sentir esa hambre.

Sí... Es el momento de liberarse.

Algo metálico crujió y se resquebrajó bajo las ropas del chico, mientras un aura totalmente distinta surgía de él. Sus ojos azulados y fríos habían pasado a un rojo ardiente al abrirse de nuevo. Lo mismo ocurrió con su cabello, revuelto y ahora ondulado, contagiado por ese mismo rojo pasión.

Una sonrisa que inspiraba todo lo contrario a pensamientos puros surgió cuando el chico alzó la cabeza bruscamente para coger una bocanada de aire. Y con ese mismo impulso abrió la boca y clavó los dientes con ganas en el muslo de Bárbara, sin cortarse en recorrer su piel con la lengua. 

¡HAAAAAAAAAAH!

En cuanto la guerrera estuvo distraída, el conocido como Valentio tiró de sus piernas para apartarla y se incorporó de un salto, guardando las distancias entre ambos. Con pasos tranquilos, se acercó hasta su espada y la recogió. Después volvió su atención hacia Bárbara y la recorrió entera con la mirada, antes de relamerse y sonreír.

- Perdona mis modales de antes, preciosa. Creo que no me he llegado a presentar. - su voz sonaba también distinta, más grave y más segura, incluso más atractiva de alguna forma - Mi nombre es Valentio Giltion y... puedes divertirte conmigo lo que quieras. - guiñó un ojo, pero con la espada perfectamente preparada para el combate. Y Kleanser también.

- ¿Qué es...? - Bárbara parece sorprenderse y aflojar ligeramente su agarre cuando escucha algo metálico romperse, y tal vez eso es lo que permite a un Valentio desatado moverse lo suficiente para morder y lamer su muslo. La chica suelta un grito de dolor sospechosamente parecido a un gemido, y cuando él la impulsa hacia otro lado la chica aprovecha para dar un salto hacia atrás y observar a su aparentemente nuevo rival. - ¿Qué acaba de... pasar? - pregunta, jadeando ligeramente.

Bárbara mantiene su pose de batalla, y recorre a Valentio de abajo a arriba con la mirada hasta que los ojos de ambos se cruzan, momento en el cual se da cuenta de que él también la está observando. Esto hace que suelte un breve jadeo y se muerda el labio, como reprimiendo sus instintos.

- Es imposible que seas la misma persona que antes. - dice la chica. - Esto... esto no venía en el informe. Nunca se nos avisó de nada como esto. - dice la joven, ladeando entonces la cabeza y sonriendo de forma peligrosa. - ¡Pero pienso disfrutarlo!

Y así tal cual, la joven Bárbara corre hacia el nuevo y pelirrojo Valentio para, a poca distancia de él, clavar su pie en el suelo y asestarle una patada giratoria directa a la cabeza. ¡¡Y parece que viene con fuerza!!

La sonrisa del nuevo Valentio se va ensanchando con satisfacción al ver la reacción de la chica, incluso sus dudas sobre si de verdad es él o no. ¿Informe? Si en ese momento el frío Valentio hubiera estado presente, probablemente se habría preocupado más por el asunto. Pero esta vez tenía más cosas en la cabeza, como la forma en que a esa chica le costaba más respirar y la forma en que le miraba como un juguete más. 

Y como buen juguete o saco de boxeo, tenía claro lo que iba a hacer la chica. Esta vez vio venir la patada pero aún así se mantuvo en el sitio, recibiéndola con un jadeo que no sonaba tan a dolor como los anteriores. Antes de que la chica se apartara, se movió a un lado quedándose muy cerca de ella. Lo suficiente como para poder susurrarle cerca del oído:

- Sigue, por favor... - jadeó, mordiéndose el labio conteniendo su sonrisa - Aunque espero que te guste recibir a ti también.

Con esto dicho, el chico se echó hacia atrás y lanzó un ataque ascendente con su espada. La luz dorada de Kleanser no describió un arco tan limpio como otras veces, sino que dejó tras de sí un rastro llameante, como si su luz se hubiera desgarrado de alguna forma. Aunque no por eso parecía ser menos efectivo.

Tras escuchar el inesperado susurro de Valentio, Bárbara se echa hacia atrás con las mejillas sonrojadas y con una sonrisa interrumpida sólo por sus jadeos. Aunque hay algo de desconcierto en su mirada, está más que claro que también lo está pasando bastante bien... y curiosamente el Caballero de la Pureza parece compartir esa sensación.

El siguiente movimiento es de Valentio, cuyo cabello se revuelve aún más al lanzar un tajo luminoso con su espada de luz, aunque ésta no parece tan pura como de costumbre. Ni falta que hace, realmente.

- ¡Kyah! - es la reacción de Bárbara en el momento en que Valentio acierta con su espada, causando algo más que daños físicos. Y es que la ya de por sí escasa y prieta tela que cubre el cuerpo de la chica está ahora rasgada gracias a la intervención del Caballero, haciendo que los hilos que todavía quedan unidos se enfrenten al increíble reto de mantener la ropa en su sitio. - ¿Sabes? No me disgusta este tipo de batalla... - dice la chica, jadeando y relamiéndose levemente mientras mira fijamente a Valentio. - Pero tengo que preguntarlo... ¿qué ha pasado? ¿No eras tú el chico puro e inocente...?

La pregunta llega apenas unos instantes antes de que Bárbara corra de nuevo hacia Valentio, y se agache frente a él a escasos veinticinco centímetros de su cuerpo. Ni más ni menos. En ese momento, la chica aprovecha la inercia para empezar a girar de nuevo con una de sus poderosas piernas extendidas y manteniendo el equilibrio con la pierna contraria y las palmas de las manos en el suelo, ejecutando un golpe de gancho con su pierna dirigido a golpear las piernas de Valentio y desestabilizarlo al mismo tiempo que le causa daño.

Mientras tanto, aquellos con el oído más agudo pueden escuchar algunos puntos del vestido de Bárbara saltando.

Los ojos del chico brillaron ligeramente al ver cómo la poca ropa que llevaba la chica comenzaba a rasgarse. Su sonrisa también se amplió al ver la reacción de Bárbara y cómo se estaba relamiendo por aquella "batalla" que estaban teniendo. Con otro movimiento bastante desgarbado para los gestos calculados del caballero, se echó a Kleanser sobre el hombro.

- Ya somos dos... - comentó, dispuesto a responderle antes de que ésta se lance de nuevo contra él. 

Por un instante, las miradas de ambos se cruzaron cuando la chica se agachó frente a él. Un pensamiento fugaz pasó por su mente, lo suficientemente intenso como para que no llegara a apartarse del todo en el momento del golpe. Perdiendo el equilibrio, el chico clavó una rodilla en tierra. 

En el calor del momento y aprovechando que estaba en el suelo, tiró de la pierna que Bárbara había usado para atacar, buscando atraerla hacia él y tal vez desestabilizarla. Su sonrisa se había convertido en una más asalvajada y su cuerpo comenzó a brillar con una luz dorada mientras los golpes y la sangre de la nariz desaparecían. Como si nunca hubiera recibido daño.

- ¿Sabes? Es una buena pregunta... Digamos que he decidido dejar de resistirme a ciertas... tentaciones. - susurró con un jadeo mientras tiraba más de ella - Así que date por satisfecha, preciosa Bárbara. Has conseguido que rompa mis votos y entrenamiento. Y ahora no puedo dejar de pensar qué hacer contigo... - con un suspiro de lascivia, la mirada del caballero volvió a recorrer su cuerpo entero, fijándose más en las zonas donde la ropa había dejado su piel al descubierto. Finalmente alzó la mirada hacia ella, sediento y totalmente dispuesto a... lo que sea que deseara esa chica - ¿Debería yo romperte algo a cambio? - preguntó con una suavidad y en un tono tan sugerente que probablemente no se refiriese a huesos.

- Oh, ¿yo he conseguido todo eso sin pretenderlo? - ríe Bárbara, moviendo ligeramente su cabeza para ajustar su flequillo mientras sonríe y jadea suavemente. - Es un honor... pero parece que no entiendes lo que está pasando. - dice, mientras alza una pierna y se mantiene en equilibrio sobre la otra, colocándose en postura de batalla y haciendo que las costuras de su traje sufran todavía más. - No vas a romper nada, chico puro. ¡Soy yo la que está jugando contigo!

Y dicho esto, Bárbara da un grito de batalla que en cualquier otra situación sería un jadeo altamente inapropiado, y un aura rosada aparece a su alrededor. Acto seguido, la chica corre hacia Valentio, se clava en el suelo con una pierna y procede a ejecutar su técnica... pero por algún motivo parece que el suelo a sus pies está algo resbaladizo, porque la chica resbala mientras pone cara de sorpresa, cae al suelo de espaldas y acaba tumbada en el suelo boca arriba, con las piernas medio abiertas, con su ropa rompiéndose aún más y dejando a la vista su vientre, sus muslos y gran parte de sus pechos, siendo que su ropa al caer se rasga y apenas consigue mantenerse en su sitio para tapar las partes más censurables de su cuerpo.

- ¿Ah, no? Eso ya lo veremos... - respondió Valentio, alzando las cejas con cierta sonrisa de superioridad.

Al ver el aura rosada de la chica, el caballero podría pensar que estaba en peligro de verdad. Pero por alguna razón se sentía totalmente extasiado por aquel combate y no podía dejar de pensar en qué tendría aquella chica para él. Sus ojos siguieron cada movimiento, mientras su oído más afinado podía escuchar los pequeños pero constantes rasguidos de sus ropas. Aunque no se esperaba que el ataque fallase de forma tan estrepitosa. 

Los afilados colmillos de Valentio volvieron a asomar por su sonrisa, un instante antes de lanzarse directamente encima de la que ahora era su presa. Con sus manos apretó sus muñecas contra el suelo y con sus propias piernas apartó las de Bárbara, manteniéndolas abiertas para evitar que le apresara y pegando su cadera contra la de ella. Su pelo rojizo se revolvió casi como si estuviera en llamas, y sus ojos también brillaron al encontrarse con la chica ahora indefensa. 

- ¿Y bien? ¿Podrías recordarme quién estaba jugando con quién, ratoncita? - preguntó con voz sedosa, alargando un dedo para juguetear con su pelo - Sinceramente, te ofrecería la posibilidad de rendirte ahora mismo, pero algo me dice que no vas a hacerlo. Sea tu trabajo o no, esto te gusta demasiado, ¿verdad...? - suspiró con un gesto claramente falso de tristeza, soltando su pelo rosáceo. La mirada de Valentio pasó de él a los ojos de la chica otra vez, volviendo a sonreír - Entonces permíteme complacerte.

Un fulgor dorado y caótico comenzó a surgir entre ambos, mientras Valentio soltaba un instante su muñeca para bajar la mano hasta su cinturón. Un tintineo metálico sonó mientras la luz aumentaba... y entonces Valentio descargó la furia de su espada contra ella.

Bárbara aprieta los dientes con fuerza, sonriendo y sosteniéndole la mirada a Valentio pero claramente contrariada de que su ataque haya fallado de una forma tan terrible.

- Tienes razón. - replica la chica, con una suave risita tras su voz llena de rabia. - No cambiaría esto por nada del mundo. - dice, sin creerse el teatral gesto de tristeza de Valentio e intentando revolverse sin éxito antes de que éste descargue la furia de su espada contra ella. La chica lanza un grito, su espalda se arquea, de su boca abierta sale un jadeo y salpica algo de saliva. - ¡Aghhh...!

Bárbara ha sido incapaz de esquivar el golpe y lo ha recibido de lleno, consiguiendo Valentio que la ropa de la chica quede con un aspecto aún más indecente que antes al añadirle un nuevo corte. Sin embargo parece que ésto hace que el caballero de la pureza se distraiga, porque después de hacer como si ya no se revolviera Bárbara vuelve a sacudirse y esta vez consigue librarse de su enemigo, saliendo de debajo de él y poniéndose en pie.

- No pienses que esto se ha acabado ya... - dice la joven, jadeando y dando un salto atrás para mantener las distancias.

Valentio sonrió complacido al ver cómo aún más partes de la armadura de la chica se deshacían tras aquel golpe de luz. Tanto, que olvidó que solo tenía una mano sujetándola y la chica fue capaz de apartarse de aquella posición en el suelo para volver a la posición inicial. Pero algo había cambiado: Esta vez había sido ella la que se había apartado. 

- Oh, no, estoy seguro de que tienes mucho más que ofrecerme. - negó Valentio mientras se levantaba tranquilamente, sin perder el contacto visual con ella - Sería una pena desaprovechar una pelea como ésta, ¿no crees? Podríamos hacer muchas cosas en este tiempo que nos han dejado a solas... Muchas. - sonrió relamiéndose y apartándose hacia atrás el pelo revuelto que había por su cara - Pero estoy empezando a tener claro que estamos juntos por una razón... Creo que somos los únicos que podemos mantenernos el ritmo.

Tras juguetear con Kleanser y darle un par de vueltas en su mano, Valentio se lanzó hacia delante dispuesto a atacar de nuevo. No... ¿Pero cómo voy a acabar esto tan rápido? La duda provocó que la velocidad del golpe fuera menor al final, permitiendo que Bárbara pudiera esquivarlo sin problemas. 

- Es adorable por tu parte pensar que puedes seguirme el ritmo. - dice Bárbara con una risita más dulce de lo que su rostro y su aspecto transmiten ahora mismo. Es entonces cuando Valentio se lanza al ataque con su espada, pero la chica es capaz de esquivarlo con una facilidad casi insultante para el caballero, mientras sonríe y jadea. - Sólo has podido golpearme porque yo lo he permitido. - explica la joven, dándole un empujón en el pecho a Valentio.

Esto hace que el caballero tenga que dar unos pasos hacia atrás, momento que la chica aprovecha para volver a adoptar su postura con la pierna alzada. Esta vez, sin embargo, no cae al suelo automáticamente al intentar hacer su ataque sino que empieza a dar patadas en dirección a Valentio, una tras otra, todas ellas dirigidas a su rostro o a su pecho y tan rápidas que apenas dejan una estela de magia residual en el aire. Pero ya sea por casualidad, por conveniencia del guión, por habilidad de Valentio o por mala suerte de los dados... ninguno de los golpes da en el blanco.

Bárbara chasquea la lengua, claramente disgustada. Está recibiendo, pero no está dando lo suficiente para su gusto.

El chico retrocedió con aquel ataque, lo suficiente como para dejarle sitio a Bárbara para que ejecutara su ataque... Pero también lo suficiente para esquivarlo. Retrocediendo ante los golpes y volviendo a jugar con la espada en su mano, Valentio dirigió una mirada de superioridad hacia la chica. Aunque por un momento la sonrisa disminuyó al ver que no había acertado ni un golpe. 

Sin detenerse por ello, Valentio aprovechó el pequeño momento de descanso de Bárbara para volver a dar un tajo con Kleanser. De nuevo, la espada se desvió de su trayectoria, pero eso no impidió que el chico volviera a estar tal vez demasiado cerca de ella. No, estaba claro que no quería acabar aquel combate por el momento.

- ¿Entonces debería dejar que seas tú la que me golpee? Vaya, pensaba que no te gustaba que te pusiera las cosas fáciles... - murmuró en un tono casi de burla al acabar a pocos centímetros de su cara.

- No te equivoques, caballerito. No necesito que te dejes golpear. - replica Bárbara, instantes después de esquivar otro ataque más del caballero de la pureza al apartarse de la trayectoria de su espada. Se la ve un poco molesta. Está claro que nadie antes le había durado tanto como Valentio. En combate, me refiero. - Yo misma lo haré. Y cuanto más difícil me lo pongas... más placer recibiré.

Y esta vez... ¡lo consigue! Agachándose de repente, apoyándose en el suelo con una pierna y girando su cuerpo a la vez que asesta su patada directamente a las piernas de Valentio, esta vez el golpe conecta y consigue desestabilizar al caballero y hacerlo tambalear suavemente. ¡Por fin, alguien ha hecho algo!

- Je. - murmura Bárbara tras asestar el golpe, con una sonrisa satisfecha al ver la cara de Valentio al recibir el daño.

- En ese caso supongo que puedo hacer algo al respecto... - respondió Valentio confiado, antes de que esa vez la pierna de Bárbara consiguiera derribarle. 

Con un gesto de sorpresa, el caballero miró a la chica al verse en el suelo. Aunque el gesto cambió de inmediato al ver que realmente parecía satisfecha por haberle dado por fin. Desde el suelo, intentó atacar a sus piernas con Kleanser pero falló de nuevo. 

- ¿No quieres venir conmigo al suelo? Hay muy buenas vistas, si me preguntas... - sonrió Valentio, levantándose poco a poco y sin apartar la mirada de ella.