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Cuando los pergaminos de los sabios y las sagas de los bardos narren sobre esta época de guerras, hablarán de feroces batallas campales y poderosos capitanes y reyes. Quizás el curso de la historia quede determinado por estos épicos acontecimientos, pero tales enfrentamientos son, por fuerza, relativamente escasos, y sólo tienen lugar unas pocas veces cada Edad. La lucha contra el Enemigo no es una sucesión de grandes batallas. El conflicto es más una incesante guerra de desgaste, una pugna continua entre la Luz y la Oscuridad. No obstante, su impacto no es en absoluto menor sobre las multitudes olvidadas por las historias, en especial las poblaciones que viven en las fronteras. Incluso en los siglos que son considerados tranquilos, estas humildes gentes luchan contra el mal. Su enfrentamiento no reconocido no es por ello menos desesperado, no menos definitivo para quienes fallecen en las incontables escaramuzas de menor importancia. No menos vital para la supervivencia de los Hombres.

Ésta es la historia jamás contada de los últimos dúnedain Fieles de Rhudaur. Los héroes olvidados de las baladas y pergaminos. También es la historia de quiénes lograron rechazar a los haradrim en Ithilien, a los orientales en Rhovanion, los orcos del Nigromante bajo los lindes del Bosque Negro… Y la de las familias que siguieron desafiando los inviernos cada vez más crueles en el Norte. La historia de los granjeros que sembraban año tras año la tierra yerma, y aguantaron las epidemias, las continuas escaramuzas y otros males que azotaban la Tierra Media.

Astquelion. El eclipse. La repentina oscuridad alentó a las fuerzas del Mal. Criaturas siniestras se despertaron de su letargo. Los orcos alzaron su vista al cielo y vieron la señal que habían estado esperando. La guerra del ocaso había comenzado… Los elfos lo llamaban “Oiodagali”, la guerrilla interminable.

El Rey Brujo fundó su reino de Angmar con el único objetivo de acabar con los tres reinos de los dúnedain del Norte. Desde su fortaleza de Carn Dûm, planeó intrigas, epidemias, inviernos crueles, orcos, invasiones como la de de 1409 Tercera Edad, y pequeñas escaramuzas y conflictos mezquinos entre hermanos… La propia naturaleza del Hombre jugaba a favor de la Oscuridad en muchas ocasiones. Rhudaur fue su primer objetivo. Era el primer obstáculo para llegar a conquistar Cardolan y así poder sitiar Arthedain, el más fuerte de los reinos dúnadan. El poder dúnadan de Rhudaur sucumbió pronto, pero aunque en el trono de Cameth Brin, la ciudad capital, rendía tributo al Señor de Carn Dûm, el territorio de Rhudaur seguía siendo salvaje e imprevisible en todos los aspectos.

Rhudaur puede ser dividido en tres zonas: las Tierras Altas, el Bosque de los Trolls y las Tierras Bajas. Las Tierras Altas están compuestas por las estribaciones occidentales de las nevadas Montañas Nubladas y el espolón montañoso conocido como Colinas de los Gigantes, que conforman las fronteras oriental y norte de Rhudaur. Las Tierras Altas del norte están divididas en las Landas de Etten y los Valles de Etten, mientras que las que están al sur y al este se denominan los Páramos Fríos o de los Pinos. El Bosque de los Trolls constituye la parte central de Rhudaur, entre los ríos Mitheithel y Bruinen. Esta zona son, principalmente, dispersas franjas boscosas. Las Tierras Bajas constituyen las fronteras sur y este de Rhudaur. Al sur del Bosque de los Trolls y entre los Ríos se encuentra la región conocida como el Ángulo (S. “En Egladil”). El interés estratégico del Ángulo es alto. Al oeste del Río Mitheithel se encuentra la gran planicie de Eriador conocida como la Oiolad (o Llanura sin Fin), sobre la cual ha avanzado y retrocedido la frontera de Rhudaur en numerosas ocasiones.

Las grandes Casas Dúnedain de Rhudaur construyeron altas torres merecedoras de su estatus. Eran las Tirthon, o “Torres Faro”. Estas mansiones seguían un patrón fijo: se erigía una torre cuadrada de cinco o seis pisos rodeada de una villa cubierta de hierba con unas cuantas defensas exteriores y una muralla de tierra. Algunas de esas torres siguen en pie aún, pero sus actuales ocupantes pueden ser de cualquier facción. Tras la caída del reino dúnadan, varios grupos hostiles entre sí habitan en Rhudaur. Los montañeses, los dunlendinos, los montaraces oscuros de Dol Cultirith, los nórdicos mercenarios Vulseggi, y muchos otros. Los conflictos entre ellos son cíclicos, como las estaciones. Esta es una región escasamente poblada, y Los grandes señores de Eriador raramente suelen interesarse en los acontecimientos que tienen lugar en el norte del Ángulo, aunque hay en marcha acontecimientos mucho más destructivos que el conflicto tradicional entre los montaraces oscuros y los nórdicos.