Partida Rol por web

- Señor, le ayudaré lo mejor que pueda. - dijo serio con una inclinación de cabeza.

Sin embargo, se había notado en sus hombros cómo se relajaba, cómo Kalonymus le había quitado cierto peso de encima al entender su situación. Estos magos eran listos, muy listos, y aunque Erik no era el más listo de los hombres, se daba cuenta de ello, al menos, si podía ser útil en algo ya sería mucho.

Establecidos vuestros papeles, sólo queda interpretarlos lo mejor posible, al menos mientras la duquesa o el propio duque no muevan ficha.

Las ventas, tanto de tapices como de libros, brillan por su escasez. No es tanto el hecho de que el género no se haga atractivo, sino por dos razones descubiertas al poco: la mayor parte de los asistentes a la celebración son nobles menores, muchos de los cuales, pese a todo, apenas si tienen dónde caerse muertos; y por otro lado que los tapices normalmente se confeccionan en los propios castillos y por encargo, lo que de no disponer de telares apropiados harían de la señora de este castillo su más probable proveedora y no hacerlo o comprar un tapiz ante sus puertas quedaría ciertamente "feo"; los libros, por su parte, no atráen a casi ningún caballero, ellos quieren gestas audaces, libros de caballerías, no "ñoñerías" y poesía, y dado que no ha venido ninguna esposa...

Bastian, por su lado, acompañado de el Obekin feminizado, se dirige hacia las tiendas obligado por la intervención de Buchmacher (Kalonymus) a trabajar con los animales de sir Ahrend Groß ("Grande"), un conde de tamaño descomunal del que poco tarda en saber que sus monturas son más afortunadas que sus sirvientes, aunque a estas también les exige trabajar al máximo y no duda de utilizar la fusta con ellas. Sloothaag, el caballerizo principal, parece ser el único capaz de aplacar el mal genio de su señor, haciendo tolerable el trabajo bajo sus órdenes. Por otro lado, con 20 monturas de sus jinetes y 3 más sólo para él, no se puede decir que uno tenga mucho tiempo para aburrirse.

Obekin, por su parte, descubre que ser mujer en un campamento militar tiene sus peligros, viéndose "obligada" a librarse de un sobón de un puñetazo, lo que no tiene más consecuencias que las risotadas de los compañeros del soldado agredido. Después os contará lo que ha visto: dos o tres jinetes buenos -pero no cree que mejores que él mismo-, media docena competentes y bastantes otros que seguramente jugarán a proteger a su señor en el torneo. El torneo le podría resultar problemático, por necesitar de alianzas y pertenecer a uno u otro grupo de contendientes, pero las justas no deberían casi ni hacerle sudar. A menos que alguien haga trampas, claro. Al acabar su exploración vuelve al puesto de venta de Kalonymus.

El día va progresando, más cansado para unos que para otros, hasta que a todos escucháis el rumor de que, si no llueve, mañana se celebrará el torneo. Así, a última hora del día, os reunís todos en "El Gallo Trinchado", la posada de mercaderes y gentes del lugar, un establecimiento con buen ambiente y buena comida, aunque de bebida barata que sabe a lo que vale (poco). Estando ya disfrutando de una merecida cena, os llega la noticia, a través de una pueblerina que sirve en el castillo, de que la duquesa desea reunirse con vosotros en esta misma posada, una hora antes de medianoche. Tal vez conveniera que vosotors mismos os reuniérais previamente antes de hablar con la influyente mundana, para presentarle una propuesta común, si es que tenéis alguna.

El olor corporal de bastian no ha mejorado precisamente sino más bien al contrario. El olor de las caballerizas es intenso en él aunque se ha lavado antes con un cubo de agua y haciéndose unas friegas por el cuerpo. Los rumores y comentarios han sido más bien pocos, de hecho no ha descubierto nada al respecto, pero si que ha visto unos caballos hermosos y dignos de grande nobles en la caballeriza donde le ha tocado trabajar. Con sus artes y su habilidad para tratar a los animales estos pronto han accedido a que los tratará ganándose un puesto destacable entre los caballerizos de sir Ahrend Groß ("Grande").

Nada nuevo, nada destacable, nada más que decir. Bueno, si, esos caballos son bonitos... ¡Y grandes!

Erik había estado ayudando en la tienda. Aunque no hubiesen vendido gran cosa.

-Sabemos si el premio se otorga en público o en privado?- le preguntó a Kalonymus.

Tampoco sabía si quiera si querían quitar del mapa al asqueroso noble - una imágen de una cabeza rodando por el suelo apareció en su mente- o si querían aplicar algo más sutil.

Pues si ya es abierto que el duque quiere acusar de traición a la duquesa y quitarla de su sitio, quedándose con el poder y la dote, entonces esos dos no se van a reconciliar fácilmente.  

El duque se tendrá que ir.  Y hay dos maneras. 

La violenta no es recomendable, porque las consecuencias para nosotros y Triamore de ser descubiertos serían demasiado grandes como para arriesgarse a una pequeña probabilidad.  Ojalá no llegáramos a eso. 

La otra es el escándalo.  Darle una sopa de su propio chocolate, había oído esa frase en un sueño pero no sabía que significaba.  Pagarle con su propia moneda, pues.  

Si sabemos de algo oscuro que hiciera a espaldas del emperador, del obispo o alguna figura importante, y lo reveláramos en el momento y con las personas adecuadas sería lo ideal.

Hacerlo ver mal frente al pueblo, o los nobles menores, no se si funcionaría.  No tienen tanto poder.  Eso quizá lo que lograría sería debilitarlo frente a la duquesa, a la que habría que realzar, y eso a lo mejor daría el espacio para que ella se consolidara y ganara el espacio que necesita.  

-Dicen que cuanto más poderoso es un noble, más cosas tiene que ocultar. Pero de este sólo sé que es belicoso y que mantiene a sus hombres dispuestos para la batalla. En el fondo los torneos son para eso... -dice la tosca "mujer".

En ese momento entra Jan en la sala y se dirige hacia vosotros sin apenas dudar. Parece que tiene cosas que aportar.

-Bienhallados, compañeros. Creo que tengo algunas cosas interesantes que comentar: el duque no es trigo limpio, planea algo grande y necesita fondos. Lleva varios años haciendo pequeñas incursiones en el entorno, disputas que no llaman demasiado la atención pero que le han ayudado a crearse fama de cruel y taimado, pero también a conseguir cierto capital y a poner en orden sus tropas y seguidores. Incluso se ha ganando la confianza del emperador y ha conseguido ciertos títulos... digamos que vacío de contenido tangible, pero que le podrían convertir en uno de los grandes del Sacro Imperio si consigue su dominio fáctico. Pero claro, los otros grandes del Imperio lo miran con desconfianza y afilan sus hachas por si las moscas, así que no se sabe qué va a hacer. En fin, no sé si esta informacion nos será muy útil, pero es todo lo que he logrado con labia y buen vino. He gastado un dineral en vino, no os imagináis lo que pueden llegar a beber los nobles...

-Sí que me lo imagino, sí -musita el caballero errante, por su expresión recordando más bien las resacas que las borracheras en sí.

Bien, descubramos entonces contra quien de sus vecinos se piensa expandir.  Si mostramos evidencia ante el potencial invadido, y mostramos a la duquesa como la opción de oro para la paz, la dejaremos a ella más fuerte y a él...  debilitado o expulsado por un emperador que no quiere guerra interna en su imperio.  

¿Lo ven viable?  

El tiempo siempre tiene la mala costumbre de pasar más deprisa cuando uno necesita que pase más lento y esto es lo que pasa en esta ocasión, como cabría pasar. Sin haber llegado a un consenso sobre lo que ofrecer a la duquesa, ésta llega a la posada. No entra en ella, pues eso despertaría sospechas y no sería muy difícil quién es, a pesar de que vaya envuelta en una capa con capucha. Entra, pues, un soldado que os localiza rápidamente y os hace una seña con la cabeza para que salgáis. Le seguís a fuera y os conduce tras la misma posada, cerca de los establos, donde la dama se deja ver un segundo para que vayáis hacia ella.

-Creo... estoy segura de haber encontrado la manera de poner en su sitio a ese bastardo -comienza sin más preámbulos- He sabido de ciertos contactos epistolares del duque con otros nobles de fuera de la región, entregadas a través de siervos suyos, que han llegado recientemente aquí, supuestamente para participar en el torneo. Quiero esas cartas, con ellas le podré chantajear, pero no puedo llegar a ellas, pues están bien guardadas en el tesoro del castillo. Además, ese... malnacido pasa mucho tiempo yendo y viniendo de ahí, pues supervisa los temas de contabilidad muy de cerca. Siempre creí que es un simple avaricioso, pero parece que me equivocaba. Lo que no sé es cómo puedan ustedes conseguirlas. La tesorería está en el último piso de la torre principal, con dos guardias permanentes apostados frente a las puertas. Lo que no sé es cómo podrían ustedes hacerse con las cartas, pero siendo magos, seguro que encontrarán la forma. Si lo consiguen y esas cartas llegan a mis manos, les concederé lo que me pidan... dentro de lo razonable.

Bastian escucho la propuesta, le parecía que era algo muy inteligente aunque arriesgado, pero podría funcionar. Aunque, ¿Por cuanto tiempo?

- Algo se podrá hacer... - comenta bastian de forma basta en su bajo alemán mientras mastica aún los restos de la cena.

Lo haremos, sin duda duquesa.  ¿Además de los guardias, alguna llave que pudiéramos sustraer de algún lado?

¿Quien de su confianza del duque puede también subir al sitio?  Sólo para saber. Y engañar...

¿Y.. sabe si las misivas las guarda en algún cofre o sitio similar? 

Bastián, -se voltea hacia su sodal (se le antoja lo que está comiendo) - ¿tu puedes hablar con los cuervos?  ¿Pedirles el favor de que nos ayuden?  

Y esos nobles de los que habla señora, ¿nos los podría señalar?  Ya aquí nuestro sodal de rubia barba se ha ganado la confianza de caballerango allá entre las tiendas y pendones y podría escuchar algo más. 

Al mismo tiempo, Kalonymus fija su vista en la susodicha torre, entrecierra los ojos tratando de ver* si hay algún regio que la conecte con algún otro lado... 

Bastián, -se voltea hacia su sodal, y se le antoja lo que está comiendo de lo rico que se ve que lo disfruta, aunque hace a un lado el pensamiento- ¿tu puedes hablar con los cuervos?  ¿Pedirles el favor de que nos ayuden?

Bastian pone un gesto de duda en su rostro ante la pregunta pero se abstiene de hacer comentario alguno delante de la dama. Como si no quisiera hablar sobre sus habilidades delante de ella...o tal vez expresar una limitación en su presencia.

Erik escuchó atentamente ante la conversación de los magos y la duquesa. Dos guardias, pensó Erik acariciando su espada, ahí podría serles útil Erik. Quizá podrían observar cuando se hace el cambio y hacerse pasar por un guardia. De todas formas, esa solución podía ser demasiado escandalosa.

Erik se mantenía al margen escuchando. Poco iba a hacer un mercenario como él cuando los magos estaban pensando un plan.

Bien pues, mi sugerencia es entonces que suba mañana "el duque" con sus dos nuevos guardias a su ronda normal de contar dineros, y de ahí nos llevaríamos las cartas.  -les guiñó un ojo con una sonrisa en medio de su barba de corteza-  

Quizá, para despertar menos sospechas, dejar unas copias u hojas falsas para que tome tiempo en descubrir el engaño  

Sólo hay que esperar a que el duque esté ocupado en otros menesteres para que no nos sorprenda en lo alto de la torre.  Prepararé entonces el hechizo para disfrazarme.  ¿La hora del torneo, quizá?

¿Tendrá algo de su ropa original que pueda utilizar para hacerme un disfraz más creíble, duquesa?  También, ¿alguna librea como la de los guardias o ayudantes para disfrazar a estos gentiles señores? -dice señalando a Bastián y Erik.

Ah, y la llave, pequeño detalle...  ¿Que hacer con ello? -voltea a ver a sus compañeros.

-El maestre del castillo, Heinrich, tendrá una llave, claro, pero es un hombre despreciable, rudo y de fidelidad inquebrantable por mi marido. Obviamente el duque también –dijo ella acompañando sus palabras con gestos con las manos- No he visto esas cartas en ningún momento, así que no he podido saber cómo las guarda, pero me he podido enterar de quién las trajo, aunque no creo que eso tenga relevancia, dado que ya han sido entregadas. Y dudo que ellos mismos supieran lo que llevaban entre manos, aunque a lo mejor me equivoco. El duque asistirá sin duda al torneo, aunque no creo que se moleste a asistir a todas las justas, sólo querrá ver las importantes. No, no dispongo de ropa ni forma de conseguir ropa adecuada para esta tarea sin llamar la atención, así que si las queréis tendrán que conseguirlo por sus propios medios. Ahora, preferiría que no me contaran más detalles, no lo creo prudente –dicho esto, la duquesa hizo un asentimiento respetuoso, aunque no muy acusado- Mis señores, confío en ustedes para lograr el objetivo. Les deseo suerte.

Gracias señora.  Así le haremos.  Y muy cortesmente Kalonymus acompañó a la duquesa hasta que estuviera con su guardia.  

Al regresar con sus compañeros, ya en el cuarto, les contó un par de opciones para actuar:

Tengo un hechizo que puede pedirle a la madera, cualquier madera, que nos abra paso.  Entre mi mater y la driada, mi madre adoptiva, me la enseñaron.  Con eso, el problema de la llave se puede obviar.  Ahora, bien disfrazado, con el hechizo y ayudas de telas y ustedes, podría yo pasar por el maestre o el mismo duque.  Así podría ordenar un "cambio de guardia" por ustedes.  Entramos, buscamos y salimos.   Así de sencillo.

El mejor momento será justo durante las justas principales.  Pero necesitamos alguien allá -señala hacia donde estarían las carpas- que nos pueda avisar si el duque o el maestre se mueven.  

¿Alguno tiene algún poder, medio o idea para lograrlo? 

Mientras platican, Kalonymus repasa mentalmente los hechizos que usará:

El de Imágen Transformada y Disfraz para que crean que soy el duque, el de Autoridad para reforzar el disfraz con obediencia sin chistar, y que sean relevados los guardias, je je, rumbo a una misión secreta en la Alta Escandinavia.  O mejor que no le digan a nadie, ni a mi, que entré.  Les puedo cambiar la memoria, con Memorias Nunca Vividas, para que piensen que fue otro día el que vine, realmente, que confundan días.

Luego el de Pasar el Portal para no tener que utilizar la llave.  Ya luego dejo la puerta como estaba ya que queda pliable.  

Bastián y Erik se quedarían como los "nuevos guardias" y cualquier cosa es defenderse, saltar por la ventana y huir a caballo.  

Y que la linda justadora esté justo en las justas para que distraiga, avise, si el duque de mala casualidad quiere regresar a contar sus moneditas...

Pienso que con esto me acabaré todos mis piensos de vis que medieron.  Que bueno que nos dieron harto las hadas...

Mm, ¿donde se podría recolectar algo de más vis aquí?  Seguro en las cornisas de la torre, o dentro del cuarto donde están las riquezas.  Imagínate las energías mágicas que se generan con esa acumulación y avaricia rebotando en el brillo aureo...  Cómo le gustaría a las hadas que lo transformara en dulces de miel el oro, jajajja. 

Sin mucho más que hacer que meditar el plan y consultarlo con la almohada, los intrépidos aventureros se retiraron a dormir. El día siguiente despertó con brillante luz y pocas nubes, como correspondía a la época del año, aunque por desgracia el clima no solía estar muy dispuesto a que tales condiciones se dieran a menudo en la zona.

Según lo comentado la noche anterior, el plan consistiría en asistir al torneo asegurándose de tener al duque entretenido con él, mientras otra parte del grupo liberaba las cartas de su encierro en la tesorería de la torre. En sí, el plan parecía sencillo, pero todo el mundo sabe que del perfecto plano de las ideas al imperfecto plano de lo mundano suele haber considerables discrepancias...