Partida Rol por web

Tu suerte

Centro... interesante, ya sois 4 MUAJAJAJAJAJA 

Barrio central. Calle a la que dan los almacenes. Hora: 12:00 am.

Sinceramente, no sabían qué cojones hacían juntos. Parecían completamente distintos. Solo se parecían en que llevaban gafas, y hasta en eso se diferenciaban. El primero, con un aspecto bastante descuidado, se notaba como una persona fría. Portaba una escopeta, con la cual había alejado a unos cuantos de esos perros del demonio. Tal vez por eso el segundo del grupo, un hombre con bata y de rostro todavía poco curtido por la vida, le siguiera.

Lo que seguro era es que ambos querían sobrevivir. En un principio el primero no había mostrado ningún repudio a que lo acompañara. Avanzaban por la calle principal en dirección oeste (lo que sería hacia abajo en el mapa) con sumo cuidado de no alertar a más de aquellos seres que deberían encontrarse descansando en sus tumbas en lugar de estar mordiendo el cuello a los pocos que quedaban en pie.

-Bien, a ver qué tenemos -dice mientras echa un rápido vistazo alrededor- ¿Tienes algo que puedas usar como arma? ¿Agua?

Descarga la escopeta y comprueba sus bolsillos para contar la munición que le queda. También hace un repaso mental de qué cosas dispone.

Equipo personal:

Escopeta (calibre 12) con dos cartuchos de perdigones cargados.

Otros 2 cartuchos más de perdigones.

Cartera sin dinero, únicamente documentación.

Equipo personal:

Teléfono móvil con batería cargada.

Cartera con dinero medio (entre 30 y 70 dólares).

Cuchillo pequeño (1d4x (fuerza-1))

Dos barritas de muesli.

Llaves de tu casa.

Me encontraba repasando la situación cuando el tipo de aspecto un tanto vago me preguntó básicamente si cargaba algo de utilidad, respondí:

- Déjame revisar por aquí y por allá- Dije mientras registraba mis cosas en busca de cualquier cosa más útil que un chicle.

-No es mucho. -dice sacando dos cartuchos de su bolsillo y cargándolos en la escopeta mientras observa al chico- Eres veterinario o algo así ¿no?

Miré al hombre de reojo por semejante comentario ante mi profesión, exhalé para mantenerme en calma y saqué el cuchillo para usarlo como arma en caso de que algo nos ataque, respondí:

-En realidad soy estudiante de medicina, por cierto, me llamo Christiam-

Tomé una barra de muesli y la dirigí hacia él:

-¿Te apetece?-

El errante hombre, que claramente se siente algo incómodo ante la muestra de amabilidad, carraspea para recuperar su voz, tan áspera:

-Guarda eso, Doc, lo vas a necesitar. ¿Has visto las noticias, los perros, has oído las voces? Es el Infierno en la Tierra, hijo, esto sólo empieza. Voy a ver qué o quién hay en esos almacenes, cualquier cosa que me otorgue un minuto más de vida servirá.

Le da la espalda al chico y echa a caminar con la naturalidad y sosiego del que va a comprar el pan en una mañana soleada, aún mirando a un lado y a otro por si acecharan más bestias rabiosas.

Alcé los hombros con indiferencia ante la respuesta del desgastado hombre, mas para mí, pensé mientras guardaba la barra de musli, luego el hombre avanzó y lo seguí a 3 metros, dándole espacio por si necesitaba dar unos tiros rápidos, dije:

¿No tienes alguien a quien quieras buscar?-

Os acercáis al ritmo marcado por el portador de la escopeta a los almacenes (el edificio superior al marcado en el mapa, aquel que señala la etiqueta). Mientras andáis, se oyen algunos gemidos del callejón a vuestra derecha mientras ascendéis por la calle hacia los almacenes, aunque se notan alejados y no parecen un peligro a no ser que uno se inmiscuya de mutu propio en este callejón. Por lo demás, solo algunos charcos de sangre decoran las desérticas calles, y únicamente el crujir de la carne y los huesos que sale de los callejones ambienta vuestro andar hasta el edificio propuesto como meta.

-Mi hija me espera -dijo el hombre a media voz y sin detenerse- pero no tengo prisa en reunirme con ella.

Entonces, viendo los almacenes cerca, le hizo una señal al joven para que esperase y avanzó un poco agachado tomando la escopeta con las dos manos para explorar la zona con cautela, aguzando sus sentidos.

Christiam comienza a andar siguiendo a Bill hacia el almacén con cautela. Por ahora no parece haber enemigo alguno a la vista. Ninguno de los dos parece ver nada fuera de lo normal, mientras os dirigís hacia el gran edificio.

Seguí  al hombre con la escopeta sin hacer caso de su recomendación, siempre detrás de él y con cuchillo en mano, le dije:

-No es necesario que me dejes atrás porque portas un arma de fuego, yo también se defenderme-

Os encontráis a unos 15-20 metros del almacén. Este es un conjunto de garajes de un tono de rojo cercano al marrón. Desde os encontráis véis la entrada del lugar, la cual viene custodiada por un cubo de basuras. Algunos restos de basuras decoran los suelos, mas no mucho más puedes distinguir fuera de los almacenes.

La mayoría de estos se encuentran cerrados, guardando fielmente sus tesoros; excepto unos pocos, los cuales dejan ver las pocas cosas que tienen y apilan algunas cajas en su exterior.

Te percatas de que un extraño hombre se acerca también a los almacenes. Es de barba frondosa, cara cansada, ropa común y porta un bate de béisbol ensangrentado. Parece estar bastante tenso, pero va con paso firme hacia los almacenes.

El harapiento aligera el paso para acercarse un poco y no tener que gritar. Aunque evita apuntar al hombre, mantiene el arma preparada:

-Eh tú. ¿Es seguro el almacén?