Partida Rol por web

Mike enseguida se había puesto en la labor de organizar aquella fiesta. Hizo saber a todos que la fiesta cambiaba de lugar y que ya tenían solucionado el tema del cómo entrar al Whittey, y Mike organizaba a todos para cubrir las tareas pendientes, como ir a por la bebida y preparar la música para la fiesta.

-Yo tengo mi moto ahí fuera. Puedo acercarme a comprar algunas bebidas para las chicas. -Se ofreció Helen, que quería colaborar en aquello. Sabía que los chicos harían acopio de barriles enormes de cerveza y si por ellos fuera aquella sería la única opción del menú. Pero necesitaban también algunas bebidas para preparar cócketeles que gustasen también al resto.

-Mercy, no le des más vueltas. No merece la pena. -Dijo Marian en cuanto se aproximó a su compañera, visiblemente nerviosa. -En todo caso y si resulta que es el mismo psicópata... Dios no lo quiera... Somos mayoría.- Sentenció con una sonrisa. -Además, deberías procurar no beber, por si acaso.

-Lo mismo va para ti Noah. En mi caso, un poco de cerveza no me subirá.

Desde luego que este desgraciado es capaz de movilizar a todo el campus.

—Si, claro, claro. No te preocupes Marian —fingió una sonrisa que no resultó demasiado alentadora, pero que sirvió para que la chica se sintiera satisfecha. O incómoda, no importaba. Quería alejarla dando la impresión de que quería estar algo más a solas con Mercy, y funcionó. Nada más darse cuenta de que nadie les escuchaba, se giró hacia la chica—. Yo si te creo. De verdad. Sé que... eh... —agachó la cabeza; había empezado con mucha fuerza, pero como siempre, rápidamente, perdió fuelle en cuanto se dio cuenta de con quien hablaba, de lo cerca que estaban. Los nervios volvieron a aflorar y apenas logró controlarlos para seguir hablando—. Y-Yo, te ayudaré. Conseguiremos esos planos, seguro que puedo hacerlo.

Eso, al menos, se le daba bien. Había hackeado a más de un profesor, ya fuera para conseguir los exámenes o, cuando ya no había tiempo para eso, cambiar las notas obtenidas. Eso, precisamente, había hecho que él estuviera en la fraternidad, y que Mike estuviera aún en el equipo y no castigado en una sala de estudio de por vida. Frente a un ordenador no había nada que no pudiera lograr, y en esos momentos tan solo tenía que buscar unos planos. Sería sencillo.

—¡Vamos a mi habitación! Tengo allí... —primero se puso rojo, dándose cuenta de que había sido muy efusivo, de que había hablado demasiado alto. Después, se dio cuenta de que no podía ir a su habitación, ya no tenía, y de que ni siquiera le habían dejado quedarse el ordenador—. Esto... ¿Tienes un portátil?

Mercy miró a Marian casi con el mismo gesto de incredulidad que la joven mostraba en sus palabras. - Somos mayoría... como si a ese cabrón le importase eso... en cuanto todos esten bebidos no serán nada, salvo carnaza fresca para ese psicópata y su hacha... - Pensó para sí para luego poner un gesto de sorpresa ante la joven. Iba a responder con un "Sí no me crees, perfecto, pero no me digas si he de beber o no, pues yo sola no podré hacer nada con ese cab..."

Pero Noah fue más rápido de reflejos que Mercy y respondió a Marian antes de que esta pudiese decir nada. Las palabras que dedicó luego a la joven rubia, la reconfortaron a pesar de que el chico no completó su última frase. Saber que creía en ella, en su historia, la daba fuerzas y ánimo para seguir luchando. Alzó la cabeza y miró a Noah con una enorme sonrisa cuando este habló tan efusivamente y tan alto, pareciéndole un gesto muy mono que luego se pusiera colorado.

Mercy agarró la mano de Noah y tiró de él. - Sí, está en mi cuarto. Pero, ¿y el tuyo? - preguntó con curiosidad mientras caminaba hacia su habitación sin soltar la mano del joven.

Empezaba a ser demasiada costumbre acabar en la habitación de Mercy, lo que pese a la situación hacía volar su imaginación con el consiguiente resultado de que, como era habitual en él, se ponía rojo. Pese al azoramiento, sin embargo, se dejó guiar por la chica mientras ella le dirigía cogidos de la mano, y se centró en dejar a un lado los pensamientos que no parecían adecuados para ese instante y pasar a los que si. En este caso, la última pregunta que le había hecho.

—Pues... —si hablaba más de la cuenta, iba a delatarse, y se había esforzado mucho en no parecer un tipo raro y acosador. Además, en esa situación, decir todo iba a señalarle como el culpable; al fin y al cabo, si la policía había creído que tenía la culpa de parte de todo aquello, ¿porque no lo iba a creer Mercy? No quería perderla tan rápido. La solución era no mentir... ni decir toda la verdad—. Connor, los inspectores vamos, me lo quitaron. Y mi habitación también. Querían, eh, revisar todo lo relacionado con Archie.

Mike tecleaba y borraba sin parar. No terminaba de encontrar la inspiración, pero tenía que esforzarse por conseguirlo. Aunque el movimiento constante de gente preguntándole cosas no le estaba ayudando.

- ¿Decoración? -dijo a unos.- Sí, algo quedaba aun del año pasado. Pero necesitamos guirnaldas nuevas, las viejas nos las cargamos intentando hacer puenting desde la terraza. No sé cuántas luces quedan -respondió a otros.-, solo recuerdo que bateamos casi todas las bolas rojas, así que tenedlo en cuenta si vais a comprar. ¿Alguien recuerda -preguntó a algunos de los miembros más antiguos.- si al final encontramos la estrella del arbol, la que usamos a modo de shuriken contra la residencia de los Alpha Tau Omega?

Llegados a ese punto, Mike no estaba realmente dando tareas. Se había perdido en las distintas anéctodas de la fiesta pasada, recordando el grado de destrucción de material navideño al que llegaron, y esperando que alguien estuviese tomando nota (tanto de lo que habia que comprar como del hecho de que, con toda seguridad, volverían a ser destrozados ese año). Se giró entonces sorprendido hacia Helen. Se la quedó mirando, con el ceño fruncido, los ojos entrecerrados y una extraña mueca en los labios.

- ¿Bebidas para chicas? -dijo antes de quedarse un rato callado, como intentando comprender.- Hay cerveza y vodka. -rió entonces con un resoplido sordo, volviendo a ponerse dramáticamente serio unos instantes después.- Luego pedís igual, madre mía... Tápate bien cuando salgas, que te vas a resfiar con la Harley.

Volvió a hundir la jeta en el móvil, intentando terminar el dichoso mensaje. Pero justo cuando parecía haber cogido a la musa por sorpresa y la estaba sobornando para que le echara un cable, oyó a Noah decirle a Mercy con gran efusividad que se fueran a su habitación. Mike levantó la cabeza y se levantó las gafas, con los ojos como platos, cual liebre en mitad de la carretera cegada por las luces de un coche. Fue tal su sorpresa que ni siquiera fue capaz de hablar durante un rato. Cuando ambos ya se iban, alzó la voz por encima del tumulto.

- ¡Noah! -se limitó a decir, y alzó el pulgar en señal afirmativa. Aunque no se acordaba, Mike ya había hecho una alusión parecida en la fiesta de la noche anterior.

Tecleó las últimas palabras del maldito mensaje y lo envió a todos los contactos interesados en la fiesta.

Mensaje de Mike:

¡ANTENCIÓN, INFIELES!

Papi Sololapunta Noel se siente tremendamente excitado ante la respuesta que habéis mostrado por la fiesta de esta noche. Tanto, que se está tocando ahora mismo.

¡AAAAAAAH! ¡OOOOH! ¡AAAAH! ¡DILE A TU MADRE QUE LO LIMPIE!

Así que, en respuesta a vuestras plegarias (os vigilo cuando os tocais... ¡AAAAAH! ¡VUELVE A LLAMAR A TU MADRE!), San Nicodamemás ha decidido abrirse el saco y traeros un regalo anticipado. Y no, no es el amor de tu padre. ¡Milagros a otra parte, pringao!

La fiesta de esta noche pasa al Whittemore Center. Como lo ois. Lo sé. De nada. ¿No me creeis? Tampoco me creía vuestra abuela cuando le dije que iba a ponerla a veinte uñas, ¡Y BIEN QUE GRITABA, LA MUY P...!

Misma hora, más descontrol. ¡LA FIESTA ES SECRETA! A Papi Noel no le gustan los intrusos en sus orgías sadomaso, así que no puede venir nadie de fuera de la universidad que no venga atado del cuello por alguien del campus. Si el rector se entera de todo esto, no será muérdago lo único que tendréis que sacaros del culo. ¿Por qué? Porque soy tu Papito. Y pa pito, el mío. No esperéis clemencia, ya le estoy sacando brillo al bastón de azucar (¡QUE NO SE VAYA MUY LEJOS TU MADRE!). Se aceptan sacrificios en forma de botellas de alcohol.

¿Quién es tu Papi? Yo soy tu Papi.

Guardó el teléfono y echó una mirada a su alrededor. Se acercó a Lena y Marian.

- Qué, ¿pensáis quedaros ahí tocándoos la patata? -comenzó a oirse una cacofonía de vibraciones y tonos de móvil, a medida que los alumnos recibían el mensaje que Mike acababa de enviar. Puso cara de extremada sorpresa.- Vaya, me pregunto quién será...

-Te... te... ¿Te quitaron tu cuarto? - Dijo la rubia con gesto de sorpresa a Noah. - ¿Dónde vas a dormir ahora? - Eso no podía ser, como iban a dejar al chico más inocente y dulce de toda la fraternidad sin un dormitorio donde descansar... y más aún después de lo ocurrido. 

Detrás suya, escuchó a Mike llamar a Noah, por lo que la joven se paró en seco y se giró, por si era algo importante. Al ver el gesto de Mike, alzando el dedo pulgar hacia arriba, Mercy no pudo más que negar con la cabeza y sacarle la lengua a Mike con un gesto bastante infantil por su parte. Pero es que aquellos gestos eran los que  mejor entendía la estrella del equipo.

Se giró nuevamente hacia Noah. - Vamos. - dijo tirando nuevamente de su mano sin decir nada sobre el gesto de Mike. - ¿sabes qué? Creo que hablaré con Hellen. Si a ella no la importa, dormirás con nosotras en nuestro cuarto, al menos hasta que recuperes el tuyo... Ya se que no es algo muy... corriente, pero... la otra opción sería que durmieses con Mike... o a saber con quien. Al menos los tres juntos podremos estar más alerta.

Llegaron a la habitación. El jaleo se había quedado instaurado en la planta baja de la fraternidad. Mercy abrió  la puerta e invitó al joven a pasar.  - Lo que no entiendo... es porque se quedaron con tu portátil. No le encuentro sentido... Archie tenía el suyo, ¿no?

Cada vez que alguno abría la boca, la conversación se tornaba en más nervios para él. Si hasta ahora había permanecido con un continuo rubor que apenas había logrado controlar, la simple idea de dormir allí, en el cuarto de ellas, con Mercy, fue demasiado. Era incapaz de que no se le notara la vergüenza que aquello le daba.

—Yo... Yo. Si, claro. con vosotras. Eh.

Era difícil mantener la compostura. Imposible en realidad. Pero al menos había servido para que el silencio más que coherente —y típico en él— se llevara la pregunta de porque le habían quitado su cuarto. Por desgracia, la falta de respuesta dio pie a algo mucho más complicado de contestar.

En cuanto mencionó el portátil, casi se atragantó, cosa que intentó cubrir pasando rápido a la habitación y no dejando que le viera.

—Pues... Si. Él, mmm, supongo que tenía el suyo, si. Pero querrán saberlo todo. Yo era su compañero así que, piensan que puedo tener algo que ver o... —resopló, intentando pensar en algo, o al menos que sus nervios sonaran por culpa de la situación y no porque pudiera estar mintiendo en algo—. Ya... Ya me lo dirán. Se han quedado todo así que...

- Está hecho entonces! Voy a mandarle un mensaje a Hellen para ver que opina al respecto. - Dijo la joven con cierto entusiasmo mientras sacaba su móvil del bolsillo y escribía a la velocidad de la luz un mensaje para su compañera de cuarto:

A Noah le han quitado su cuarto por la investigación. Le he ofrecido que duerma con nosotras y a aceptado. Si a tí no te importa tampoco avísame y preparo la habitación para el invitado.

M.

- A ver que dice Hellen... - Dijo la joven al terminar de escribir el mensaje y miró como Noah se ponía nervioso por segundos. Pasó su mano por el brazo del joven y lo frotó varias veces, desde el hombro al codo. - Tranquilo, ¿vale? La policía solo hace su trabajo. Pronto se darán cuenta de lo buen chico que eres y que no tienes nada que ver con todo... esto... - Su voz se entristeció, recordando en ese momento lo que estaba ocurriendo, porqué estaban en aquella habitación los dos solos. Agachó la mirada y separó la mano de Noah para señalar el portátil que descansaba sobre la mesilla de noche.

- Ese es el mío. La contraseña es Troy & Kurt. - Su voz había perdido el ánimo inicial y en su mente aquellos ojos tan siniestros, ocultos tras aquella barba, cobraron vida. Se abrazó a si misma y se dejó caer en la cama, con gesto de preocupación y miedo en su rostro. - No se porqué me crees, Noah, pero gracias por hacerlo y no dejarme sola. - Susurró al joven mirando al suelo, con la voz quebrada y temblorosa.

realmente ver a al gente corear y vitorear que la fiesta seguiría también se me contagió.

Sin embargo miraba de vez en cuando a Mercy y  rostro cambiaba de una gran sonrisa a algo mas... formal. No dudaba de La palabra de Mercy, desde luego. Pero no era de esas personas que se paran a mucho a pensar en lo que puede pasar si el pasado te alcanza. Y eso es algo que debería, pues mi pasado era una de esas cosas que ahora me hacían mas fuerte.

-¿He?- Pregunté embobada cuando Mike se dirigía a nosotras -¿ Que patata?- Luego me di cuenta de  la chorrada que dijo y que realmente si estaba pensando demasiado en el asunto de Mercy.

-Oh!- Me disculpé- Lo siento, Mike.  Estaba pensando... ¿Que vas a decir, que te preocupaba Mercy? Así que cambié la dirección de la respuesta.- ¿... bebida para chicas? Si, mejor trae Trinaranjus para Marian- me giré riéndome para bromear con mi amiga.

De reojo miré a Mercy y Noah y una pequeña risilla asomó por mis labios, picarona, mirando a ambos. Ya es tuya colega! hice un gesto suave, acompañando al de Mike cuando hizo lo propio.

-¿Que escribes?- Dije apoyándome sobre los hombros de Mike para ver lo que escribía. Sin embargo se movía tanto, posiblemente producto de la emoción que estaba escribiendo que no leí anda hasta que el mensaje nos llegó a todos y lo pude leer con detenimiento.

-Mike! - dije a la a vez que le soltaba un pequeño capón a modo de reprimenda.- Menudo mensaje, colega!-Puse los ojos en blanco. ¿Y con este quería irme yo a un fin de semana a Andorra? Estas loca, Lena.

- Helen, si necesitas ayuda te acompaño. ¿Quieres? Seguro que Don Putasnoel quiere sacarse brillo a su bastón de azúcar ates de la fiesta y no me necesita por aquí.- Dije imitando la voz de Mike ( dentro de lo posible) a modo burlón.

La respuesta de su compañera de habitación tardó unos minutos en llegar. Estaba con la moto, y seguramente habría tenido que ir algo lejos para que le vendieran alcohol dado las festividades navideñas y el hecho de que no tenía edad para comprarlo legalmente. Mercy ya suponía cuando envió el mensaje, que Hellen tardaría unos minutos y que no contestaría hasta bajarse de la moto y comprobar el teléfono.

¡Uuuuh! ¡Mercy y  Noah! ¿Seguro que quieres que yo también esté? Por mí de acuerdo, pero si vais a hacer algo más deja un calcetín en la puerta.

HD.

-No te preocupes, Lena. En realidad tengo que ir antes a hacer un recado para el periódico... Ya sabes, un artículo navideño de esos que le gustan al rector. - Dijo a modo de disculpa. Lena pudo percibir que los ojos de Hellen miraron al suelo un segundo y de que su contestación fue algo forzada. Probablemente, supuso la pelirroja, lo que Hellen quería hacer era seguir investigando el tema de la supuesta violación del año anterior y evitaba decírselo directamente por la tensión creada entre ellas cuando supusieron que había acusado a Mike.

-¡Nos vemos en la fiesta! - Alzó una mano como despedida mientras en la otra sujetaba el casco de su moto, que desde luego quedaba muy distante de ser la Harley que Mike había mencionado.

El Whittemore Center era una tumba silenciosa cuando cayó la noche sobre el campus, o al menos eso aparentaba desde el exterior, pues dentro, la música de los equipos de sonido que algunos de ellos habían llevado hasta allí sonaban con gran intensidad en medio de la pista. Marvin Allen, mejor conocido en el campus como DJ Marvin, había traído su mesa de mezclas y un par de platos para hacer sonar en unos vinilos especiales toda la música que tenía en su ordenador mediante un pequeño programa informático. Una manera de unir musicalmente lo analógico y lo digital en esa eterna pelea sobre qué formato era mejor. La música sonaba con fuerza en los baffles que habían colocado, pero con el suficiente cuidado de que desde fuera no se pudiera percibir. A menos hasta que alguien decidiera subir el volumen, la gente comenzara a armar jarana o algún descerebrado encontrara la forma de colarse en la cabina de control de todo el aparejo musical del estadio.

Pero a esas primeras horas, la fiesta se encontraba tranquila. Un par de defensores del equipo de hockey, unos tipos a los que no te gustaría deberles dinero, se encontraban en la entrada lateral del estadio, la que no daba a la calle principal y por la que se había acordado que se entraría a la fiesta. Allí controlaban que no se colasen personas ajenas al campus a menos que estuvieran acompañadas de alguien, u otra gente no deseada. La puerta de la que habían conseguido la llave era la que daba acceso al túnel de vestuarios para los jugadores y por la cual se podía llegar hasta la pista sin tener que pasar por las butacas y saltar el cristal protector que la bordeaba. Según el personal iba accediendo a la zona de la pista de hielo podían disfrutar de la música y el buen ambiente que poco a poco se iba formando. El hecho de que la fiesta fuera en medio de la pista era de por sí solo toda una atracción, pues la gente resbalaba continuamente y simulaban bailar o alguna que otra payasada. El Whittemore Center acogía los partidos de los equipos masculino y femenino de la universidad, así como los partidos del equipo del instituto Olyster River, por lo que su uso estaba exclusivamente dedicado al deporte rey de New Hampshire, lo que implicaba que la pista de hielo se mantuviese en buen estado incluso días después de haber jugado algún partido.

Según la gente iba entrando en la fiesta todos se hacían la misma pregunta: ¿que clase de chaladura tendría preparada su anfitrión para darles la bienvenida? Pues aunque aquella era la fiesta de Navidad que les habían prohibido, y gran parte de aquella multitud había llegado allí por eso, y aunque se pretendía rendir un homenaje a Archie del modo en el que él hubiera querido que fuera su funeral, no dejaba de ser una fiesta organizada por Mike Sullivan, por lo que cabría esperarse cualquier tipo de situación a partir de que uno cruzaba la puerta.

En el Whittemore Center hacía frío y el vaho se formaba con la respiración de Marian quien llegó tempranamente, tal vez la historia o tal vez la curiosidad hicieron que no desease permanecer más tiempo del estrictamente necesario en su habitación. Fuese cual fuese la verdad siempre estaría mejor rodeada, sola pensaría y si lo hacía acabaría rallada. 

Se arrebujó rápidamente en el abrigo que se había puesto, y bajo éste llevaba una blusa que había escogido con mucho tiento pero que sin embargo parecía que no luciría demasiado. Sus pantalones fueron una elección más cómoda: una falda y bajo ésta leggins de invierno que siempre realzaban su figura.

-Lena, esto de momento no parece muy prometedor... -Dijo juzgando como empezaba aquello, todos parecían estar esperando al director de orquesta.

Se sentía fatal por estar mintiendo a Mercy, o al menos por no contar toda la verdad. ¿Pero qué podía decir? "Si, verás, tienen mi ordenador porque tengo una carpeta llena de fotos, noticias, declaraciones, vídeos y demás parafernalia enfermiza acerca de lo que te pasó, y claro, se creen que yo dije a Archie que se disfrazara de Santa para asustarte. Pero, eh, tranquila, que es todo mentira. Bueno, lo de que tengo eso no, pero si el que quisiera hacer nada. No es que esté obsesionado contigo...". Sin duda no iba a ser la contestación que la chica esperaba, y mucho menos la que quería escuchar. Estaba demasiado nerviosa y asustada como para descubrir que el chico que estaba en su habitación parecía tener una insana afición por los asesinos en serie y las matanzas mediáticas, y eso sin contar con que si él empezaba a hablar, seguramente se trabaría a la mitad y sonaría todo mucho peor de lo que en realidad era.

No, sin duda, la mejor idea no era seguir por ese camino, y centrarse en hacer lo que habían ido a hacer era mucho mejor. Con suerte, su extraño hobby nunca saldría a la luz y todo quedaría olvidado. A lo mejor era verdad que la policía se daba de que él solo era un buen chico de Queens, que no había roto un plato en su vida y que nada tenía que ver con todo aquello. Podría ser hasta que no llevaran su ordenador a un informático forense que viera sus pequeños escarceos como hacker o que, de hacerlo, el técnico que tocara fuera un tipo majo que decidiera ignorar sus movimientos por la deep web como el juego de niños que era, y no como un peligro de ciberseguridad. 

Hasta que lo descubriera, al menos, podía hacer sentir mejor a Mercy consiguiéndole los planos del pabellón deportivo. Como no había tiempo, ni ganas, de llamar al rectorado a ver si podían dejarles amablemente un documento con los documentos arquitectónicos, lo más útil sería meterse directamente a los archivos del ayuntamiento al que perteneciera la facultad, y buscar por allí. Eso, sabía hacerlo.

—No te preocupes, no estás sola en esto —la sonrió mientras se ponía manos a la obra, y desviaba la mirada—. Mmm. Troy & Kurt... ¿Quiénes son? —preguntó mientras escribía y desbloqueaba el ordenador, aunque más o menos ya lo sabía, había leído sus nombres: eran dos de los otros supervivientes. Aunque debían de ser algo más para que fueran su contraseña. Que hablara serviría para que se evadiera de todo aquello, y además estaba ansioso por descubrir más sobre lo que había pasado en Birchmont.

A la par que esto sucedía, instaló lo que necesitaba y empezó a obrar su magia. Aquello no era Fort Knox, no podía ser muy difícil... ¿No?

Mientras Noah se preparaba para asaltar al mundo con mi portátil, Mercy se puso a mirar que ponerme para la fiesta. Sabía lo que iba a ocurrir. Estaba realmente convencida de ello. Así que esta vez nada de vestidos escotados ni tacones. Necesitaba algo cómodo para moverse, para correr... el chándal era ideal, pero no la ropa apropiada para una fiesta.

Noah la preguntó por los nombres de la contraseña del portátil. Ella se giró hacia él y agachó la mirada al cruzarse con los ojos del joven. No esperaba que preguntase por ellos. - Fueron... compañeros de clase en el instituto... yo... les quería mucho a los dos. - De manera distinta... - Y gracias a ellos y bueno, al novio de mi hermana, logramos salir vivos de aquel infierno...

- Troy descubrió que le tenía miedo al fuego, incluida la sirena de alarma. Kurt tuvo las suficientes agallas como para lanzarse a por él y hacerle un placaje, dándonos a todos tiempo... - La voz de la joven se entre cortó. - Quizás deberíamos hablar de otra cosa... creo que este no es el mejor momento para hablar de... eso.

La joven volvió a meter la cabeza en el armario, tratando así de ocultar las lágrimas que acababan de generarse en sus ojos y el temblor de sus manos. Debía aparentar se más serena, a pesar del miedo que guardaba en su interior. Además Noah debía centrarse en hackear el sistema y de verla así, seguramente acudiría a darla su apoyo.

- ¡Aaaaaauuuwwaah! -replicó infantil y exageradamente ante el capón de Lena.

Pero no pudo añadir mucho más. Su teléfono comenzó a recibir respuestas hasta el punto de calentarse, y varios de los presentes requerían de su atención. Mientras se marchaba para atender un asunto de la fiesta, se giró hacia Lena con expresión incrédula al escuchar su último comentario.

- ¿Don Putasnoel...? ¿Que-que-que... -repitió unas cuantas veces, como si se hubiese atascado, haciendo aspavientos.- ...que-que clase de persona enferma eres? -se fue alejando hacia la puerta, gritando cuando ya casi salía de la estancia.- ¡Es San Nípollas, maldita hereje!

A partir de ese momento, a Mike se le quedó corta la expresión "cagando hostias". Habían perdido gran parte del día y tenían que trasladar todo el tinglado al Whittey (y sin ser descubiertos, a ser posible). No le gustaba sentirse tan al cargo de algo así de grande, le saba la sensación de estar haciendo algo de provecho, de estar trabajando, y esa era una sensación de la que había estado huyendo, muy satisfactoriamente, durante los últimos años de su vida. Pero después de que todo pareciera estar bien encaminada, pudo por fin centrarse en sus propios planes para la fiesta. Voló hacia su cuarto para coger su atuendo mientras hacía unas llamadas.

- ¡Hey, tronco! Oye, sobre el favor aquel que te pedí...

Recogió sus cosas y se dispuso a marcharse, pero su mirada se posó sobre la foto en la que aparecen Archie y él. La miró de forma solemne, olvidando por unos segundos todas las prisas. Después respiró hondo y asintió, como si acabara de tener una conversación con un interlocutor invisible.

- Va por tí. -dijo antes de salir.

Una vez en el estadio, se cambió de ropa antes de que nadie le viera. Había recibido su "disfraz" hacía apenas unos días*, y ya había contenido demasiado sus ganas de ponérselo. Fue moviéndose entre bambalinas para terminar de asegurarse de que todo estaba en su sitio, y esperó a que hubiera algo de gente para hacer acto de presencia. Cuando lo creyó oportuno, apareció por uno de los túneles de acceso a las gradas, a varios metros por encima de la pista. Iba vestido de Santa Claus moderno, o todo lo moderno que pudiera parecer en los años 90: bermudas estilo hawaiano, chaleco rojo y calcetines de deporte altos**. En una mano llevaba un tuvo de PVC curbado en una punta y decorado con cinta adhesiva roja para simular un bastón de azucar gigante, mientras que en la otra llevaba un megáfono en alto, del que salía el sonido de una sirena de policía. Cuando consiguió llamar la atención, paró la sirena y habló a través del megáfono.

- ¡Bienvenidos, terrículos -saludó.-, a la primera y posiblemente última fiesta en el Whittey Houston!  Vuestras plegarias más obscenas han sido escuchadas. Preparaos para una noche de chupitos tamaño Bigfoot, penaltis con pucks humanos y revalidación del título de Campeón Intercontinental del Teto Extreme Rules ¡ACABÁIS DE PRESENCIAR EL INICIO DEL APOCALIPSIS!

Alzó los brazos victorioso y fue bajando los escalones como si fuera el último Rey de Francia. Al llegar cerca de una corona de hojas con muérdago en el centro, Mike cogió impulso e hizo volar la pieza de decoración hacia la pista de un bastonazo. Al llegar al hielo, y a pesar de no llevar los patines, fue deslizándose con cierta soltura hasta el primer vaso que le ofrecieron. Colgó el megáfono en la punta del bastón y cogió la bebida, besando la frente del chico que se la tendía. Y así fue de aquí para allá, llevándose al gaznate todo vaso que le ofrecían y sentando en su regazo a quien menos se lo esperaba, preguntándole qué quería que su Papito le trajera aquella noche.

- ¡HO HO HO! -gritaba de tanto en cuanto por el megáfono, por lo general a medio palmo de la oreja de algún despistado.

A Noah no le resultó especialmente difícil colarse en el sistema del Ayuntamiento y localizar los planos del Whittemore Center, de hecho, la seguridad del sitio dejaba mucho que desear. Aunque la concesión era de dominio público y podría haber accedido a los planos tras unos minutos de búsqueda entre los diferentes directorios de la página, prefirió tomar ese atajo para conseguirlos de modo más rápido asaltando la intranet del concejal de urbanismo. Apenas quince minutos después de haber empezado, Noah ya tenía los archivos descargados y pasados a su móvil, pero cuando fue a imprimirlos el ordenador de Mercy se apagó de golpe. La muchacha creyó haber visto un extraño pantallazo antes de que sucediera: la figura de un Santa Claus empuñando un hacha ensangrentada y sonriendo diabólicamente. Cuando Noah al fin consiguió que la imagen volviera de nuevo al portátil, pues parecía que el fallo estaba en la pantalla, la muchacha se sintió aliviada al comprobar que simplemente había sido una ventana emergente de la web del ayuntamiento que anunciaba los horarios de los santas del centro comercial. La figura en realidad llevaba un bastón gigante de caramelo y no un hacha, y sonreía alegremente en lugar de la manera en la que Mercy lo había visto. Su imaginación le había jugado una mala pasada.

-Este no.. este tampoco... Joder!- ¿Es que no tengo ningún puto vestido decente?

Me tiré encima de la cama derrotada, encima de todo los conjuntos que había ido tirando y desechando por ponerme. ¿Porque le daba tanta importancia? Seguramente sería porque, pese a todo, la idea de que Mike me mirara de forma distinta al resto de las guarrillas del campus era bastante atrayente. Y todo porque hubo un momento en la fiesta que... Porque lo hubo, ¿no? Un... "momento chispazo"... emm, flash... o como se diga.

De reojo veía como Marian no había dudado demasiado en su conjunto y ya estaba lista. Sus suspiros me indicaban, sin decirme nada que, o me vestía ya o se piraría sin mi. No parecía que tuviera muchas ganas de quedarse quieta mdurante mucho tiempo en el mismo sitio.

Un buen rato después, Marian y yo entramos en el Whittemore Center.

- No, la verdad es que no.- Respondí a mi amiga mirando a todos lados. - ¿Crees que vendrá mucha gente? -

Realmente con el frio que hacía allí seguramente las bebidas no necesitarían cubitos de hielo. Me alegré bastante de llevar mi cazadora de cuero y un jersey encima de una camiseta de manga corta. Puede que los mini pantalones que llevaba no fueran buenos aislantes térmicos pero los leggins gruesos y los botines hacían que, de momento, no sintiera el frío. De momento, porque si la cosas no se animaba...

Y apareció Mike vestido de mamarracho. ¿Que era eso, un Papa Noel Surfero? Y aun así no le quitaba ojo de encima mientras hacía bromas absurdas a los que empezaban a venir a Whittemore Centre. Desde luego ese mensaje de Mike había atraído mas rápido a la gente que un bocadillo de potitos a Paquirrin Pantoja.

-Desde luego si que es un San Nipollas...- susurré a Marian intentando no reirme, haciendo alusión al comentario que me ofreció unas horas antes.