Partida Rol por web

Adam miró con impotencia como Kurt salia corriendo de nuevo. Levantó el brazo con intención de decir algo, pero supo que no iba a servir de nada. Puso los brazos en jarra y resopló.

- ¡No esperes que vaya a buscarte si te pierdes, payaso! -gritó a su amigo, esperando no tener que montar una batida para encontrarlo a él también.

Corrió hacia el coche, dándole vueltas a la información que Ralf le había dado unos momentos antes. ¿Qué abría pasado? Ojalá Laurie estuviera consciente y pudiera darle algún detalle más. Sacó una manta del maletero y tapó a la pobre chica, aprovechando para recuperar su abrigo. Estaba manchado de sangre, pero no podía seguir por ahí sin cubrirse o acabaría enfermo. Arrancó el coche y encendió la calefacción, y una sensación de alivio recorrió todo su cuerpo. Pero no podía relajarse ni perder más tiempo, debía llegar a la consulta del Dr. Stuart cuanto antes.

- Avisa al doctor que voy para allí. -dijo a Ralf al pasar con el coche junto a él.

Adam puso la sirena y las luces y salió disparado del lugar.

Las palabras de Linda sobre necesitar a los chicos hicieron a Sandy mirar al suelo. Ella si necesitaba a Adam al menos. Le necesitó durante la etapa final del curso, aunque él no estuviese allí ni ella tampoco realmente. Olvidó lo especial que era cuando entró en la universidad y descubrió las drogas. Pero en el fondo siempre sentía ese vacío, un vacío que esa mañana, tomado el café con él se había ido. Un vacío que se esfumó en casa de Linda y Kurt y que ahora volvía imparable, incontrolable.

- Si hubieses ido a ese instituto ahora no te casarías con Kurt. - Pensó Sandy para sí. Sabía como era él en aquellos años y lo que había cambiado. Además, en ese momento ellas no estarían juntas, salvo que Linda fuese otra nerd y un patito feo de adolescente, pero su seguridad desmedida le indicaba a Sandy que no era así... si es que hubiese sobrevivido a la masacre.

- Sólo se preocupa por ti porque te quiere. - Dijo al fin a la cubana. - Y no quiere que te pase nada. - Añadió detrás. - Todos tenemos marcas, físicas o emocionales, de lo que ocurrió en el instituto hace seis años y el miedo sigue ahí. Así que, sí... yo si necesito a Adam cerca. - Dijo con certeza. - No solo a él, sino su uniforme...

Tenía miedo pero no temía confesarlo. Pero encontrar a los chicos y llevarles a casa de una oreja era una prioridad en aquel momento y debía dejar aparcados sus miedos. Además... ¿qué podría salir mal? En ese momento comenzó a nevar.

- Sigamos deprisa. Aún tardarán en ocultarse nuestras huellas. - Le dijo a las chicas. - Cuanto antes lleguemos, antes podremos dar la vuelta y encontrar nuestro rastro... Esperad, tengo una idea... aún llevo las medias puestas bajo los pantalones. Podría quitármelas y atar pedazos de la misma en algunas ramas... así podremos regresar o nos encontraran si se complica la nevada... o más fácil... podemos romper ramas a nuestro paso. Eso marcará un camino y yo no me congelaré mientras me desvisto y me vuelvo a vestir.

Kurt salió corriendo en cuanto pudo. Se internó de nuevo en el bosque, atravesando la primera línea de árboles y buscando sus propias huellas, sacando todas sus fuerzas para no rezagarse ni dejarse abatir por el sobreesfuerzo que suponía ir a ese ritmo en la nieve. Nada, absolutamente nada, importaba más que encontrar rápido a Linda y estar con ella. Tenía un mal presentimiento.

Sandy sugirió varias ideas para evitar perderse si la nieve que empezaba a caer arreciaba y terminaba por cubrir sus huellas, apenas caían cuatro copos pero incluso Linda llevaba suficiente tiempo en Birchmont como para saber que en cuestión de nieve nunca había escasez en Minnesota. Ahora podía ser una nevada ligera, que ni siquiera llegara a cuajar, y diez minutos después estaría cayendo la tormenta del siglo. Por ello debían andarse con cuidado y dejar un rastro en los árboles no era mala idea. Finalmente optaron por combinar ambas ideas de Sandy, fueron dejando trozos de medias en las ramas más gruesas de los árboles y partiendo aquellas más delgadas, haciéndolo de manera que fuera visible para el camino de vuelta y no tuvieran lugar a dudas.

Llevaban un cuarto de hora caminando en aquella dirección, siguiendo a la inversa las huellas que había dejado Laurie, cuando se dieron cuenta de que los árboles empezaban a separarse más unos de otros. Constataron, con ayuda del mapa para orientarse, de que se estaban dirigiendo al exterior del bosque. Afortunadamente la nieve seguía cayendo ligeramente sobre sus cabezas, por lo que los rastros todavía tardarían en quedar enterrados. El rastro de huellas seguía una línea bastante recta, aunque de vez en cuando veían que Laurie se había apoyado brevemente en un árbol y luego había vuelto a reanudar la marcha a la carrera, a juzgar por como la nieve se expandía en aquellos lugares donde la pobre muchacha había tratado de dar unas zancadas más rápidas y grandes a pesar del grueso manto que le debía llegar, como a ellas, por la rodilla. En aquellas zonas donde Laurie se había apoyado, y de manera más o menos regular a través de todo el camino, veían pequeñas manchas de sangre en la nieve.

Llegaron a una zona donde había una pequeña ladera ascendente, y en la parte más alta crecían unos espinosos arbustos entre los árboles que Laurie había tenido que atravesar. En dichos arbustos había jirones de tela azules del abrigo de la muchacha, pero también un pequeño trozo rojo de tela enganchado a una de las ramas. De hecho, Charlie, al cruzar por esa zona sintió como su abrigo también se rasgaba y a continuación un latigazo de dolor cuando una de las ramas le rasgó en la piel. Tras los arbustos el terreno volvía a allanarse, y pudieron darse cuenta de que el rastro de huellas se había multiplicado. Junto a las pisadas de Laurie había otras un poco más grandes que seguían ambas direcciones: hacía donde había ido Laurie, y de vuelta por donde había venido.

Kurt echó a correr por el camino que ya había recorrido dos veces, internándose en el bosque de vuelta. Tras tanto ir y venir, podía pisar allí donde ya había huellas hechas por él y los demás para ir mucho más rápido. Además, no tener que cargar con Laurie era todo un alivio. Tampoco tenía que fijarse mucho por donde pisaba, puesto que su prioridad en aquellos momentos había cambiado. Logró recorrer en apenas unos minutos todo el camino que tanto a la ida como a la vuelta le había llevado más del triple.

Semejante esfuerzo, a pesar de su todavía magnifica forma física, terminó notándolo cuando sus pulmones comenzaron a arder como si respirara el aire caliente de unas brasas. Sentía que el agotamiento hacía mella en él y que sus piernas no tardarían en aflojar el ritmo, pero aún así se mantenía por pura fuerza de voluntad. Para regresar al lado de Linda y protegerla. Cuando llegó de vuelta al lugar donde se habían separado se detuvo a recuperar el aliento unos instantes, y enseguida agradeció haber hecho eso o habría terminado pasando de largo. Las chicas, en lugar de seguir las indicaciones de Adam para continuar con los de la batida, habían decidido seguir el rastro de las pisadas de Laurie hacia su origen. Kurt vio como en el suelo surgían tres rastros diferentes de pisadas, correspondientes a Charlie, Linda y Sandy, que se dirigían siguiendo en linea recta el camino contrario que había seguido Laurie en su huida.

Adam no se anduvo con chiquitas. Pisó a fondo el acelerador y salió picando rueda y derrapando en la carretera helada. Puso a toda velocidad el coche de vuelta a las calles de Birchmont para dirigirse hacía la casa del Doctor Stuart. Apenas le separaban un par de kilómetros, pero no quería perder tiempo. Las luces iluminaban de rojo y azul la oscuridad a su alrededor, el motor rugía y la sirena sonaba con fuerza alertando de la emergencia.

De vez en cuando, Adam miraba por el espejo retrovisor para ver qué tal andaba la muchacha. Laurie yacía sobre el asiento del coche completamente quieta y con una expresión de paz en el rostro. Adam se fijó en que incluso en el estado en que se encontraba, al borde de la hipotermia, Laurie era una chica muy bella y no le cabía duda de que se convertiría en una de esas mujeres capaces de conquistar a cualquier hombre sólo con una mirada. De hecho ya lo era. Tenía unos ojos grandes y almendrados, la piel de su rostro, a pesar de estar pálida, era suave y delicada. Era guapa, maldita sea, era demasiado guapa. Tenía una nariz perfectamente proporcionada a su bella cara y unos labios gruesos que cualquiera querría besar. Su pelo era una mata negra y larga, que en aquellos momentos caía alborotada sobre el asiento del coche, con algún mechón cruzando su rostro, lo que le daba un aspecto todavía más hermoso. Tenia largas piernas, cintura delgada y...

Adam apenas tuvo tiempo de soltar una maldición cuando se percató de que se iba directo contra el bosque al no tomar la curva de la carretera por estar mirando a Laurie por el espejo retrovisor. Pegó un volantazo y el coche derrapó, la puerta trasera del vehículo chocó contra el quitamiedos y le devolvió violentamente a la carretera, obligándole a dar otro volantazo para no irse por el otro lado. El coche derrapó, giró sobre si mismo y se colocó de lado antes de detenerse en el carril contrario. Fue una suerte de que nadie viniera en el otro sentido o podía haber provocado un accidente mucho peor.

Al final a Sandy le tocó sacarse las medias, lo que hizo que pasase algo de frío... bástante frío la verdad, mientras se quitaba los pantalones y volvía a vestir. De hecho notó incluso que no las llevaba aún cuando ya llevaba un rato de marcha. Pero ya que no podía dejar migas de pan porque la nieve se las comería, la idea de dejar las marcas a la altura de la vista era la mejor opción. Aunque claro, dudaba que una tormenta de nieve cubriese las huellas más profundas en cuestión de minutos, pero esas estaban alejadas unas de otras.

- Creo que huía y estaba cansada de correr... dolorida por la herida... Las huellas apoyándose en los árboles y los enganchones de la ropa me sugieren eso. Correr por la nieve, tan profunda, cansa mucho. Hasta yo me fatigaría enseguida en caso de tener que correr por aquí. - Dijo atando un pedazo de media en una rama. - No cojáis los restos del paso de Laurie, nos servirán para orientarnos también. - Sugirió con seguridad.

Miró a Charlie, quien debía estar asombrada por la capacidad de raciocinio de Sandy en aquel momento, básicamente porque solía tratar más con la porrera y cuando no estaba fumada los temas no eran tan serios como aquel. - Fui la empollona de la clase y mi coeficiente intelectual digamos que está por encima de la media. Me guío por la lógica... - Dijo señalándose con el dedo índice la cabeza. - Mientras no esté colocada o asustada... y esto empieza a gustarme cada vez menos...

Consultaron el mapa y más o menos lograron orientarse. - Salimos del bosque. Creo que ha llegado el momento de contárselo a Adam. - Sacó el walkie del bolsillo del abrigo. - Adam puede estar colado por mí como dices, Linda, pero me da que esta no me la perdona...

Se acercó el emisor a la boca y pulsó el botón para hablar. - Adam. Adam. Soy Sandy, ¿me recibes? - Esperó unos segundos antes de volver a hablar. - Espero que sí... seguimos las huellas de Laurie a la inversa. Hemos dejado ramas rotas y pezados de medias en algunas ramas de los árboles por si la nieve borra las pisadas. Estamos encontrando rastro físico de Lauri, manchas de sangre o ropa en las plantas.

» Seguid las huellas y nuestro rastro y daréis con nosotras. Parece que el rastro sale del bosque... pero... hemos encontrado un doble juego de huellas. En algún momento alguien estuvo junto a Laurie o la persiguió hasta que se dio la vuelta... ¿Me has recibido, Adam? - Preguntó preocupada.

Mientras esperaba respuesta miró a las chicas. - Creo que debemos seguir. Ellos podrán encontrarnos y nosotras volver.

Charlie le echó una mirada de extrañeza a Sandy. Eso de ir dejando restos de ropa era una idea algo peregrina, pero finalmente, se encogió de hombros y empezó a echar una mano con ello, partiendo también algunas ramas para acumular cuantas señales pudieran. Para Charlie, aquel paisaje no era tan monótono, pero era consciente de que en cuanto nevase más, eso podía terminarse rápidamente.

Mientras tanto, pudieron seguir caminando y el mero hecho de avanzar le hizo sentirse más animada, porque no quería estar pasando frío y sueño para nada. Si exploraban la zona y no encontraban nada, significaría que había un sitio menos en el que mirar. Si por casualidad hallaban algo... entonces todo habría merecido la pena.

Tuvo que agarrarse en dos ocasiones a Linda y a Sandy para no caerse, porque cada vez le costaba más levantar las piernas y moverse. Charlie siempre había sido bastante patosa y era en momentos como aquellos en los que lo dejaba claro. Pero por otro lado, el camino que había dejado Laurie se veía todavía lo suficientemente bien como para estar confiadas, aunque el origen de la herida continuaba siendo un misterio.

Finalmente, vieron tela que provenía del abrigo de Laurie.

-¡Mirad, allí! -señaló Charlie, que aceleró la marcha entre la nieve, olvidándose tener cuidado y rasgándose la ropa y la piel. No era grave, pero sí doloroso.

-Porras con las ramas -se quejó Charlie, mientras continuaba caminando, y sin perder de vista las huellas, hasta encontrar otra hilera más -. Estas huellas... tienen que ser de hombre. Son más grandes. Lo que no me explico es por qué no continúan con Laurie. Es como si... ¿la hubiese perseguido? Porque... recordad que más atrás, daba la sensación de que iba más deprisa.

Sandy también pensaba que huía. Quizás otra persona habría dicho que corría para llegar a alguna parte, pero las dos habíamos pensado de la misma manera. Estaba huyendo.

Mientras Charlie intentaba calentarse un poco frotándose las manos, Sandy intentó hablar por el comunicador. Quizás cogiesen la señal o quizás no, pero tenía que darle la razón en algo a su amiga. Cuando las oyeran, Adam se iba a enfadar de verdad. Pero eso de no perdonarla... estaba segura de que sí. 

-Bueno, no será para tanto. Se enfadará un montón y todo eso, porque tiene que mantener ese aspecto de líder y demostrar que está al mando, pero si lo hiciera de verdad, significaría que no es el chico que yo conozco.

A continuación, miró a Sandy, confiada. Puede que no fuese el mejor momento para tratar de sus cosas, pero era importante mantener buen ánimo. No podían desfallecer ni tampoco dejar de pensar. Sandy estaba ahora a pleno rendimiento y tampoco quería perder eso. Por supuesto, su sugerencia fue bien acogida por Charlie, que en ningún momento pensó en volverse.

-Sí, yo también creo que debemos seguir. Además, visto que estamos encontrando cosas, no tendría ningún sentido rendirse ahora, ¿verdad?

"Corre, corre, corre..." pensaba para sí mismo mientras tomaba la carretera hacia el pueblo. Intentó no darle vueltas a qué habría ocurrido en el bosque para que un chaval hubiese acabado hecho mierda, en palabras del propio Ralf, y Laurie estuviera desangrándose y con media hipotermia en el asiento trasero del coche patrulla. Intentó no pensar en ello porque no podía evitar rememorar cierta noche, seis años atrás. Cuando estaba frente a otros, en especial si estaba de servicio, siempre se mostraba firme y seguro, pero ahora que estaba técnicamente solo no pudo evitar un "¿y si...?" que le puso los pelos de punta. Pero Eric Stark estaba muerto, así que el problema era otro, sin duda.

Intentando evadirse de esos pensamientos, fue echando una ojeada por el retrovisor al estado de Laurie. Nego con la cabeza un par de veces al recordar que chicas como ella siempre acababan con bastardos como Ferguson. ¿Qué veían en alguien así? ¿Servía de algo que esos macarras pasaran una o dos noches en el calabozo, o únicamente elevaba su estatus de "chungos"? ¿Había algo que Adam pudiese hacer para alejar a alguien como Laurie de ese ambiente? Fue entonces cuando se perdió entre la belleza de la chica y la idea de que lo viera como su salvador, y casi se la pudo imaginar entrando en la oficina para pasar tiempo con él. Fue entonces cuando la luz de los faros reflejada en el quitamiedos le hizo mover los ojos al frente.

- ¡Joder! -fue todo lo que pudo decir antes de maniobrar de forma casi instintiva para evitar perder el control.

Cuando el coche se detuvo, Adam aun seguía agarrado al volante como si fuera a arrancarlo. Respirando de forma alterada, miró por el espejo para asegurarse de que Laurie estaba bien. Luego salió del coche, mirando con rabia la marca que había dejado en la puerta al golpear contra la barrera. Respiró hondo e intentó tranquilizarse, mirando a ambos lados de la carretera y agradeciendo que no hubiera otros vehículos. Volvió a entrar en el coche y se giró hacia Lauria.

- ¿Laurie? ¿Estás bien?

No terminaba de saber qué esperaba conseguir con aquella pregunta, quizás ver si Laurie había recobrado algo de consciencia con el traqueteo, pero no se entretuvo demasiado. Enderezó el coche y volvió a poner rumbo hacia la consulta. Esta vez, sin embargo, intentó no mirar tanto por el retrovisor.

La radio sonó con algo de estática durante largo rato y finalmente contestaron, aunque la voz que se escuchaba al otro lado no era la de Adam, sino la del agente Ralf Goodman.

-¿Trece-veinticuatro? Le oigo algo mal... ¿Entiendo que siguen un rastro nuevo? El ayudante Townsend regresará en cuanto pueda. Mantengan el protocolo. - Evidentemente Ralf pensaba que estaba hablando con el otro agente del grupo. La estática en la señal se hizo más fuerte y apenas pudieron entender las últimas palabras. No supieron distinguir si dijo que no podían enviar refuerzos o que enviarían refuerzos si los necesitaban. Después ya no lograron encontrar la voz de Ralf en el aparato.

De todos modos las tres se mostraron de acuerdo en que debían continuar, alguien podría precisar su ayuda en aquellos momentos, habían hecho avances que estaban seguras que el otro grupo no, y era importante dar con los chavales cuanto antes. Además, habían dejado un camino de pistas fácil de seguir, tanto para regresar ellas como para que pudieran seguir su rastro hasta allí.

Tal y como se temían, estaban llegando al linde del bosque. Lo notaban en el aire que soplaba más frío y que hasta ese momento la densidad del bosque les había evitado y también en la nieve, que comenzaba a acumularse con mayor densidad. Apenas tuvieron que seguir el ahora nutrido rastro de huellas durante unos minutos más para darse cuenta que el bosque llegaba a su fin. Y así lo hizo, de pronto salieron a un claro grande y plano, una especie de pradera cubierta de blanco y todo salteado de piedras estrechas y rectangulares cubiertas por la nieve. De pronto se dieron cuenta de que no eran piedras, sino lápidas. Habían llegado al cementerio.

No era raro que los jóvenes se acercaran al cementerio para fumar y beber, contar historias de miedo y asustar a las chicas que les gustaban, o sentir esa sensación de estar haciendo algo prohibido que la juventud constantemente reclama. Las huellas de Laurie y el otro tipo zigzagueaban por entre las lápidas, hacía la zona donde sabían que estaba la puerta de entrada al cementerio.

-¡Joder! - Exclamó Linda cuando salieron a aquel siniestro lugar. Al contrario que ellas, Linda no conocía la costumbre de los chavales del pueblo de ir a pasar el rato al cementerio. Y además, era algo que culturalmente le chocaba enormemente. En la cultura latina los cementerios eran un lugar que se respetaba sacrosantamente. Un lugar lleno de horribles historias, especialmente por la noche, y donde a nadie en su sano juicio se le ocurriría molestar a los espíritus de los muertos.

-¿Qué harían en un lugar como este?- Linda se pegó a Charlie y se apretó fuertemente a su brazo.

- ¿Mantener el protocolo? ¿Qué protocolo? - Preguntó Sandy por el walkie, pero todo quedó en silencio. Al menos, por lo que dijo aquella voz, Adam debía estar ya en el puesto de mando y pronto volvería al desvío y vería lo que las tres chicas habían hecho: básicamente lo que les dio la gana.

Al caminar un trecho más, llegaron al cementerio y Sandy sacó su móvil y sacó una foto de la primera tumba que encontró, la más cercana a la salida del bosque, después de limpiarla un poco y ver el nombre. - Sigamos las huellas. Estos payasos han querido gastarle una broma a Lauri y se les ha ido de las manos. - Dijo la chica un tanto molesta.

Allí deberían tener cobertura, así que creó un grupo con los dos chicos y Charlie en el whatsapp y le dio permisos de administrador a Charlie para que metiese a Linda. - Ya que el walkie no va, quizás el móvil... - Una vez con el grupo creado envió un mensaje de texto al grupo recién creado.

"Las huellas del bosque nos han llevado al cementerio. Os envío la foto de la tumba más cercana al punto de salida del bosque. Las huellas parece que llevan a la salida del cementerio, van en zig-zag y son de Laurie y alguien más. Vamos a seguirlas."

 - Charlie, te llegará un mensaje al móvil, he creado un grupo para estar todos en contacto. Mete a Linda en él y sigamos. Dudo que tengan mucha cobertura en el bosque, pero con suerte esto funcionará mejor que los walkis estos...

Dicho esto, Sandy continuó siguiendo las pisadas, paralela a ellas para dejar el rastro limpio y más ancho para todos. Evitó hacer el zigzag y las seguía con la vista, mientras que con la linterna iba alumbrando el camino que seguía y buscando más pistas en aquel santo lugar, donde tantas veces había ido a fumar tal y como hacían muchos más en aquel pueblo.

Laurie gimió bajito y esa fue toda la respuesta que Adam pudo sacarle. Ni siquiera el choque y las vertiginosas vueltas que había dado el vehículo llegaron a sacarla del estado en el que estaba sumida. Adam decidió seguir con el camino sin tiempo que perder y comprobó que a pesar de todo el coche seguía funcionando perfectamente. Había tenido suerte, simplemente un feo y desagradable golpe que había arañado y abollado la pintura de la puerta trasera. Podría haber sido mucho peor, aunque no pudo evitar lamentarse de aquello, especialmente porque hasta entonces podía presumir de que su coche era el mejor cuidado de todo el parque del sheriff.

Siguió conduciendo a gran velocidad, pero con los ojos centrados en la carretera esta vez, hasta que las casas empezaron a surgir a su alrededor y la luz de las farolas iluminó tenuamente con su amarillenta luz el interior del coche. Adam giró en un par de calles y enfiló aquella en la que estaba la consulta del Doctor Stuart, a quien ya pudo ver haciéndole señales desde la entrada, sin duda avisado por el bueno de Ralfie. El doctor corrió a ayudar a Adam a bajar a la chica del coche y llevarla hasta el interior de su casa, donde les golpeó gratamente el calor del interior.

El doctor Stuart tenía su consulta en su propia casa, que era un edificio unifamiliar del estilo de las que poblaban todo Birchmont. De dos plantas, con su jardín cercado por una valla blanca de madera. La única diferencia era un pequeño cartel con una cruz azul que había junto al mástil del que colgaba la bandera, indicando que esa era la casa del doctor. Una vez ya en el interior, si se apreciaban mayores diferencias con respecto al resto de viviendas del pueblo, especialmente porque la primera planta al completo había sido acondicionada a modo de consulta. El doctor le guió hasta una habitación donde había una camilla que ya había preparado para tratar a la muchacha.

La radio tardó en responder, tanto que pareció no tener ninguna intención de hacerlo, consiguiendo sobresaltar a Charlie, que dio un pequeño respingo, acompañado de un resbalón que le hizo soltar una risita tonta.

-Porras, casi me la doy contra el suelo -logró decir, mientras escuchaba atentamente el mensaje -. Pufff. Si hubiera sido por el protocolo, no habríamos llegado hasta aquí. 

El ambiente continuaba oscuro y frío, y el aire azotaba el rostro de Charlie, obligándola a entrecerrar los ojos. La ventisca no era demasiado intensa, pero el hecho de llevar allí bastante tiempo, lo hacía todo un poco más complicado. En cualquier caso, ella no había cambiado de opinión y se alegró de que las demás, tampoco.

A medida que avanzaba, Charlie iba apretándose más a Linda de manera inconsciente, decantándose por el calor que emanaba de la joven. Tampoco es que caminasen al mismo ritmo que antes, sino que cada vez les costaba más y a Charlie le empezaban a doler los gemelos como consecuencia del esfuerzo. Así que ella ayudaba a Linda y Linda, la ayudaba a ella. También se agarró a Sandy, tirando cuando parecía que era necesario y dejándose arrastrar cuando ella se quedaba atascada en algún hoyo.

Cuando llegaron al claro, Charlie miró hacia delante y se dio cuenta de en dónde se encontraban.

-¡E-estamos en el cementerio! -exclamó sorprendida, pensando que sí que habían avanzado bastante. Cuando vio las huellas que se dirigían hacia la puerta, supo que al menos, habían seguido bien el rastro, aunque seguían siendo únicamente dos.

Linda se sobresaltó bastante más de lo esperado. Quizás para ella, teniendo en cuenta de dónde venía, un cementerio era un lugar diferente, santo... o maldito, y por tanto, no un sitio en el que reunirse. Cuando preguntó para qué haría algo así, Charlie la miró con cierta sorpresa.

-¿En serio? ¿No se te ocurre algo que los chavales quieran hacer en un lugar como este, como por ejemplo contar historias de miedo, hacer la ouija, y... otras cosas, solo por morbo? Y yo que creía que era la nerd del grupo -comentó divertida.

Después, volvió a mirar las huellas. A ella los sitios así tampoco le gustaban. Nunca había ido a un cementerio a nada que no fuese acudir a un entierro, así que del mismo modo que se había comportado como si estuviese por encima de todo aquello, se dio cuenta de que era todo una simple fachada. Ella sí que era la nerd del grupo.

Tragó con dificultad y miró a Sandy.

-¿S-seguimos? -le preguntó, temiendo la respuesta, que solo podía ser una.

Sandy se había indignado tanto como ella por lo del protocolo, y había permanecido bastante callada durante el resto del trayecto, hasta que dijo lo del móvil.

-Eeeh... vale -respondió Charlie, sacando su móvil y esperando a que le llegara el mensaje. Se quedó un poco retrasada mientras se aseguraba de recibirlo, pero rápidamente, recuperó el ritmo y se unió a las demás, siguiendo las huellas.

-Agente Townsend, rápido, ayúdeme con esto. Tenemos que quitarle la ropa mojada y ponerle esta mía.- Le dijo cuando entraron en la habitación que metódicamente había preparado. Cuando dijo lo de quitarle la ropa, Adam estuvo a punto de marearse tras recordar lo ocurrido en el coche. El médico le debió sentir tenso por lo que trató de bromear para quitarle hierro al asunto. -Lamentablemente no tengo mujer ni hijas, así que tendrá que servir con esta ropa aunque no sea de su talla ni vaya a la moda que les gusta a estos chavales. - Según se decía no era precisamente la compañía femenina de lo que gustaba el buen doctor. Una vez pasado el trámite, Stuart le pasó un bulto acolchado y le hizo un gesto para que lo abriera y se lo pusiera a Laurie por encima. -Es una manta térmica, le ayudará a entrar en calor. Siéntela en ese butacón, vamos a examinarla.

El médico tomó el pulso de la muchacha mientras Adam la sostenía para que no se cayera de bruces o se desparramara del butacón por el suelo. También le controló la respiración y, con una pequeña linterna, vio que tal reaccionaban sus pupilas a la luz. Después se incorporó y fue hasta el otro extremo de la sala, donde había una pequeña cazuela.

-Tome. - El médico le tendió dos vasos humeantes. - Es caldo. Uno es para ella y el otro para usted. Debemos calentarla poco a poco, y también por dentro. Así que esa bebida caliente le vendrá bien. También a usted, está algo pálido. ¿Se encuentra bien agente? Ella se pondrá bien, poco más podemos hacer que esperar a que su cuerpo vuelva a entrar en calor. No es una hipotermia grave, por suerte. Vaya, mire, parece que está murmurando algo...

-Estadounidenses... Están todos locos. -Dijo en español cuando Charlie se metió con ella. La broma le había ayudado a sentirse más relajada tras la sorpresa de verse en un cementerio, pero se notaba que no estaba a gusto en el lugar. Miraba nerviosa de un lado a otro, temiendo encontrarse con algún espíritu o algo peor.

-No es bueno molestar a los muertos. Esos chicos deberían saberlo. - Comentó con cierta angustia y miedo en la voz. Tras cruzar cerca de una tumba, Linda se santiguó incómoda.

- No te preocupes Linda. Quien muere muerto está. No saldrán de sus tumbas y no nos harán nada. - No sabía porque pero Sandy se sentía en aquel momento la líder del grupo y la responsable de ellas. Sentía como Charlie tiraba de ella de vez en cuando y eso hacía que se cansase cada vez más. Caminar por la nieve ya era complicado pero aquellos tirones estaban cansando físicamente a Sandy.

- La verdad es que me fumaría un canuto ahora mismo. No sabes cuanto me arrepiento de haberlos dejado en el coche. Han sido tantas veces las que he fumado aquí y lo nerviosa que me está poniendo toda esta marcha que... fundiría uno de una sola calada. - Les dijo a las chicas.

Cuando Charlie comentó lo de ser la nerd del grupo, Sandy sonrió. - Ten cuidado, no sea que invoques a la verdadera Sandy y entonces si acabemos en un verdadero lío. - Bromeó sintiéndose segura en aquel momento en aquel lugar donde había estado tantas veces.

- Aquí no hay nada más que cuerpos descansado en paz y pudriéndose en sus cajas. - Le indicó a Linda al ver que seguía nerviosa. - Los muertos no pueden volver a la vida. - Sonrió para seguir avanzando sin detenerse.

Fue justo cuando Sandy pronunció aquella última frase cuando las linternas de las chicas iluminaron una tumba que se encontraba abierta como si precisamente uno de los muertos hubiera decidido no permanecer más tiempo bajo tierra. Del agujero habían brotado trozos de tierra y tablas de madera rotas que se desparramaban alrededor. Junto a la tumba abierta había gran cantidad de sangre, tanta que la poca nieve que había quedado entre la maraña de pisadas que se desperdigaba en todas direcciones era totalmente roja.

Linda ahogó un grito y retrocedió asustada, tropezando con algo que le hizo caer al suelo. Cuando enfocó con su linterna para levantarse pudo ver que aquello con lo que había tropezado era un pierna seccionada del cuerpo al que en algún momento había pertenecido. El corte era reciente, y el pie debía pertenecer a uno de los chavales que estaban buscando a juzgar por el trozo de tela vaquera lleno de sangre y la zapatilla de estilo moderno.

Movieron las linternas para iluminar los alrededores. Había cuatro de los seis chavales desaparecidos allí tirados, muertos y horriblemente mutilados. Con cortes terribles que habían seccionado brazos y producido espeluznantes heridas en cuellos, cabezas o troncos. Un baño de sangre en toda regla.

La linterna de una de ellas iluminó de nuevo la tumba. En ella podía leerse el nombre del finado, enterrado allí cinco años atrás: Erik Stark.

En realidad, a la vista de Charlie parecía que todas pasaban por momentos similares. A su manera, todas eran mujeres fuertes, pero a la vez, frágiles. Charlie creía que ella era la más débil de todas; Linda, con su carácter latino, era capaz de conseguir todo lo que se proponía y mucho más, mientras que Sandy, gracias a su particular forma de ser, inconformista, desconfiada, fruto de todo por lo que había pasado, disponía de un escudo que a protegía de un daño inmediato al menos. Pero ella no tenía nada que no fuera aquella pequeña pantalla de Profesora-qué-tiene-respuesta-para-todo, que no le servía para nada en la vida real, puesto que en realidad, no tenía ninguna solución para el vacío por el que parecía transcurrir su vida.

Sandy intentó tranquilizar a Linda, pero ella también necesitaba alguna palabra de aliento que no llegaba. Así que ella misma se lo repetía en silencio.

Es solo un cementerio,  Charlie Peyton Crookshanks. No le des más vueltas o acabarás loca.

La broma de Sandy aligeró un poco la tensión y Charlie respondió con una débil sonrisa, intentando aceptar que aquello era solo un cementerio.

-Sí, esto es s-solo un cementerio y ahora mismo, s-solo estamos de pasada.

Y fue entonces cuando a la luz de la linterna, todas vieron la tumba profanada. Charlie se agarró todavía con más fuerza a Sandy, apretando sus uñas en su antebrazo y seguramente, de no ser por la ropa de abrigo, habría conseguido que soltarse un grito de dolor.

Pero es que no era para menos.

Linda tuvo menos suerte que ella. Tropezó y cayó, y al girarse para ver con qué había topado, Charlie y ella vieron la pierna seccionada.

El grito de Charlie debió oírse a tres pueblos de distancia, y todavía se intensificó mucho más al ver que los cuatro chicos que estaban buscando, se encontraban allí despedazados. Charlie empezó a dar saltos como una loca en el sitio, girando sobre sí misma, y apenas deteniéndose en el nombre de la tumba que alguien, quizás los chicos, habrían abierto, y unos pocos segundos más tarde, salía disparada a toda velocidad, sin dejar de gritar ni de dar pequeños saltos, hacia la salida del cementerio.

En ese momento, le daba igual todo lo que no fuera salir de allí y reunirse con los demás.

- De verdad, no se que os da tanto... - En ese momento la linterna de Sandy alumbró una tumba abierta. - ¡Malditos estúpidos! - Exclamé al verlo. - No se podían estar... - Nuevamente guardó silencio al ver la cantidad de sangre que había junto a la tumba, sobre la nieve. Seguramente alguno se hizo daño de verdad con su estupidéz y Laurie debió hacerse daño también y corrió asustada tras ver el cadaver del infeliz que profanasen.

Porque se trataba de eso, ¿verdad?

Pero era demasiada sangre y demasiadas pisadas que corrían cada una en una dirección distinta. Eso empezaba a poner a Sandy cada vez más nerviosa y dio un leve paso atrás. - V-vamos c-chicas... seguramente... s-sea t-todo un m-montaje. - Ya no había seguridad en la voz de Sandy y esta se perdió casi por completo cuando escuchó a una de sus compañeras caer al suelo y se giró para ver que había pasado.

Era Linda. Al menos estaba bien. Sandy tendió su mano para ayudarla a levantarse cuando su linterna alumbró y pudo ver aquel pie seccionado con tanta perfección. Se llevó la mano a la boca para evitar gritar y se giró alumbrando su entorno con la linterna. Y entonces fue cuando lo vio, al igual que los demás. Habían encontrado a los chicos hechos añicos y la nieve se había tornado roja donde descansaban cada una de sus partes.

Sandy no sabía si estaban todos allí o si alguno más se había escapado y armándose del poco valor que le quedaba, leyó el nombre de la tumbra profanada. No se lo podía creer. - No, n-no... no pue-puede ser... es-está mu-mu-mu-muerto. - Dijo al leer el nombre de su propietario.

Y a su mente acudió aquella risa cruel y terrorífica y aquellos ojos sin vida volvieron a mirarla de frente. Volvió a ver como el hacha se elevaba y se lanzaba sobre el cuerpo de la novia de Jonathan y esta caía fulminada al tiempo que su sangre salpicaba el bonitos vestido verde de Sandy. Recordó como Adam le decía algo que no llegó a entender por los gritos de terror de sus compañeros. Gritos que se volvieron a repetir en su cabeza.

Sandy se tapó los oídos con las manos. No quería escucharlos pero ahí estaban, junto aquella cruel risa y el sonido de los golpes del hacha entrando en la carne y rompiendo huesos. El terror se apoderó de su cuerpo como hacía seis años atrás y huyó, huyó para esconderse en las inmediaciones. Cualquier lugar que pareciese seguro servía... como aquel arbusto tan ancho y cubierto de nieve, donde se metió como pudo, al igual que hizo cuando se ocultó en las gradas del gimnasio.

Allí escondida, se tapó los oídos, tratando de no seguir escuchando aquellos gritos de dolor y cerró los ojos aterrada. Su cuerpo temblaba de miedo al tiempo que trataba de retirar de su cabeza todos aquellos recuerdos, que solo los porros lograban mantener alejada de ella.