Partida Rol por web

- Nana, nana, nananá.
Nana, nana, nananá...

El doctor Stuart estaba de pie frente a la camilla con la jeringuilla todavía en la mano, completamente impactado por lo que acababa de ocurrir y sin ser capaz de reaccionar de otra manera que no fuera quedarse completamente pasmado e inmóvil. Laurie, por el contrario, reaccionó de una manera muy primaria, saltando al suelo sin dejar de gritar y tratando de huir, aunque su estado le impedía ponerse en pie y correr, por lo que se arrastraba por el suelo mientras gritaba y lloraba.

De pronto sonó un estallido y la habitación se llenó con el olor de la pólvora. El arma de Adam había entrado en escena disparando al corpulento hombre vestido de rojo. El chasquido de la detonación del revolver sonó sordo y seco, con una violencia que hizo sacudir los brazos de Adam por culpa del retroceso. El ayudante del sheriff vio perfectamente como la bala atravesaba la espalda del Santa Claus, e incluso sintió el sonido del impacto. Sin embargo, el tipo ni siquiera pareció enterarse de que le habían dado. ¡Joder! Acababa de reventarle el corazón y ni se había inmutado.

Un brillo frio y despiadado se alzó de pronto soltando un reflejo acerado que se movió como un rayo. La jeringuilla del doctor se escurrió de sus manos y se cayó en el suelo, haciéndose añicos y derramando el contenido por el suelo. Adam cerró los ojos instintivamente un segundo después de ver como la sangre salpicaba de pronto la pared y, justo a continuación, la cabeza del doctor caía al suelo mientras su cuerpo todavía seguía en pie.

Charlie se había acercado con el sheriff y por fin había conseguido localizar a Linda y a Sandy, pero su alegría inicial, se disipó rápidamente al ver el estado en el que se encontraba su amiga. Sandy había entrado en shock y Linda no podía hacer nada para sacarla de ello.

Jonathan se acercó a ella e hizo lo que pudo, pero ahora que estaba más tranquila, Charlie sabía perfectamente lo que debía hacer. Apretó la mandíbula, aceleró el paso, se quitó de encima la linterna y le dio una sonora bofetada a Sandy.

-¡SOY... CHARLIE! ¡DEJA... DE HACER... LA TONTA!

Charlie le había dejado la marca de su mano seguramente para tres días, hasta el punto de que la tenía enrojecida y le picaba, pero es que había mucha tensión, y si Sandy lo estaba pasando mal, porras, ya era hora de que empezara a superarlo. No estaba sola.

Charlie agarró de los hombros a Sandy, mientras bajaba el tono.

-¡Estás bien! ¡Estás conmigo y con Linda! ¡No te ocurre nada, tranquila! ¡No te ocurrirá nada!

Charlie se vino abajo antes de repetirse, y abrazó a Sandy con fuerza, entre sonoros sollozos. Ella se había asustado al ver los cuerpos de aquellos chicos, pero lo que su amiga había debido pasar... eso era algo que la superaba.

-Ya verás como estamos bien -dijo finalmente, en un susurro.

Exactamente Sandy nunca supo que fue lo que le sacó de aquel estado de shock, si la bofetada en sí y el dolor que la produjo o el sonoro ruido al impactar con su rostro. Pero nada más notar el impacto, la voz de Sandy quedó silenciada y se llevó la mano al rostro, el cual sentía ahora cálido y algo palpitante.

Por sus ojos se desprendían sendas lágrimas que pronto quedarían congeladas debido al frío que hacía en aquel lugar. Miró al frente y se encontró con Charlie. Detrás suyo había más gente, Linda y un uniforme de sheriff. Enseguida pensó que era Adam y quiso abrazarse a él, pero cuando vio que era su amiga quien la sostenía por los brazos y que aquel hombre no se movía se dio cuenta de que no era Townsend.

Sandy, aun encogida como una bola, miró a Charlie a los ojos mientras esta le hablaba. - No, no estoy bien... están muertos... todos muertos... míralos. - Entonces se percató de que era Jonathan quien estaba con ellas y le miró a los ojos. - Yo... Jonathan, lo siento tanto por ti y por Cindy... Ella estaba a mi lado y yo... yo no lo vi venir... Debería haber estado yo en el lugar de ella... Tú serías feliz y habría una mierda de porrera menos en este pueblo...

En ese momento, Sandy sintió el cálido abrazo de Charlie y no pudo evitar romper a llorar, ya no solo asustada y con un caos en su cabeza que necesitaba apaciguar con urgencia, sino que con esa sensación de liberarse de una carga cuando le soltó a Jonathan aquellas palabras. Se sentía miserable y culpable y logró hacerlo salir.

- No, no estaremos bien si Erick Stark ha vuelto del Infierno para vengarse de nosotros... - Respondió a Charlie con un susurro, mientras que su cuerpo temblaba como una hoja. Iban a necesitar un milagro para librarse de él...

¡Maldita sea! Tenía que habérselo imaginado, por supuesto que si, eran unas descerebradas. Vale, había pensado en hacer exactamente lo mismo, pero una cosa era él, que llevaba toda la vida allí, conocía el bosque y sabía defenderse, y otra que hubieran ido solas a la aventura sin decir nada ni saber lo que podía ocurrir. Incluso la densa nieve era una amenaza en sí misma.

Sin perder tiempo, tras recuperar el aliento, volvió a ponerse en marcha, siguiendo el rastro de las tres. Avanzó más despacio esta vez, no fuera a resultar que se hubieran desviado, pero sin llegar a la lentitud de la búsqueda. No tenía tanta paciencia.

Adam se quedó allí clavado unos instantes, mirando con el más absoluto asombro el agujero en el pecho de Santa Claus. Hubiese podido jurar que incluso vio algo romperse en la pared del fondo, porque la bala pasó a través de él como si e tipo fuese un trozo de cartón, pero seguía en pié. Peor aun, seguía moviéndose. Apartó la cabeza y subió los brazos de forma defensiva, lo justo para apartarse del movimiento del hacha. Por desgracia, el doctor Stuart no tuvo tal suerte.

Adam empezó a respirar a un ritmo peligroso, haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantenerse en la situación presente, porque su mente quería devolverle a la noche de hacía seis años. "Es imposible", se repetía una y otra vez, pero allí estaba. La pistola le pareció de pronto en un peso inútil en sus manos y la volvió a guardar, y buscó a su alrededor la forma de tomar distancia. Se agachó para coger a Laurie y sacarla de allí, dirigiéndose todo lo rápido que pudo hacia la puerta de la calle.

- ¡Aquí trece veinticuatro! -vociferó por la radio.- ¡Está en casa del doctor Stuart! ¡Tiene un hacha!

Adam se levantó del lugar que ocupaba junto a la ventana como un rayo y en dos saltos se colocó junto a Laurie para auparla y ayudarla a salir de ahí como fuera. Adam era bastante ágil, por lo que apenas le costó tiempo y esfuerzo colocarse junto a ella, cogerla por la cintura y correr con ella con el objetivo de cruzar la habitación y salir de allí como fuera. Pero apenas la había puesto en pie y utilizado la radio para comunicar la situación, cuando notó un fuerte tirón que hizo que Laurie fuera arrebatada de sus manos. Al mirar hacia atrás vio que Santa se movía imparable hacía ellos, había tomado con la mano izquierda el pie de Laurie y alzaba furioso su hacha para descargarla sobre ella.

Fue entonces cuando Adam pudo observar su rostro por primera vez, y la visión le congeló la sangre inmediatamente. A la figura adornada con el disfraz de Santa Claus que tantas pesadillas le había causado en los últimos seis años, había que sumar ahora la visión terrible de su rostro. Adam reconoció de inmediato el rostro, era el de Erik Stark, no le cabía duda. Aquellos ojos sádicos que durante la sangrienta noche del baile de Navidad del instituto se habían clavado sobre él, eran los mismos que ahora le miraban de nuevo, solo que se encontraban hundidos en un rostro macilento y demacrado. Stark no llevaba la barba postiza que completaba el disfraz de Santa, y Adam pudo ver completamente su rostro marcado por las cicatrices del fuego en una piel vieja y curtida como el cuero. Su rostro le recordó al de un cadáver, pálido, cadavérico y terrible. Salpicado por la sangre del doctor, y por otra sangre menos reciente que ya se secaba en él y en el resto del disfraz que llevaba.

Seguir el rastro que habían dejado aquellas tres descerebradas, que era como Kurt las imaginaba en esos momentos de preocupación, no fue nada difícil. El rastro de Laurie seguía recto por la nieve, tropezándose de vez en cuando con algún árbol y dejando manchas y salpicaduras de sangre que resaltaban con un rojo muy brillante cuando las iluminaba con la linterna. Las chicas habían caminado junto a ese rastro y habían dejado su propio camino de huellas, haciendo surcos en la gruesa capa de nieve. Aquello le permitió a Kurt avanzar con mayor velocidad, a pesar de lo mucho que la nieve dificultaba avanzar deprisa.

Unos minutos más tarde siguiendo la misma dirección, se dio cuenta de que los árboles empezaban a separarse más unos de otros, Kurt sabía que se estaban dirigiendo al exterior del bosque. Llegó a una zona donde había una pequeña ladera ascendente, y en la parte más alta crecían unos espinosos arbustos entre los árboles que Laurie había tenido que atravesar. En dichos arbustos había jirones de tela azules del abrigo de la muchacha, pero también un pequeño trozo rojo de tela enganchado a una de las ramas. También había un trozo considerable de tela del color del abrigo de Charlie. Tras los arbustos el terreno volvía a allanarse, y pudo darse cuenta de que al rastro de huellas se le sumaba el dejado por una nueva persona. Junto a las pisadas de Laurie había otras un poco más grandes que seguían ambas direcciones: hacía donde había ido Laurie, y de vuelta por donde había venido.

Un poco más adelante, se encontró llegando al linde del bosque. Se notaba en el aire que soplaba más frío y que hasta ese momento la densidad del bosque había evitado y también en la nieve, que comenzaba a acumularse con mayor densidad. Apenas tuvo que seguir el nutrido rastro de huellas durante unos minutos más para darse cuenta que el bosque llegaba a su fin. Y así lo hizo, de pronto salió a un claro grande y plano, una especie de pradera cubierta de blanco y todo salteado de piedras estrechas y rectangulares cubiertas por la nieve. No tardó demasiado en darse cuenta de que no eran piedras, sino lápidas. Había llegado al cementerio.No era raro que los jóvenes se acercaran al cementerio para fumar y beber, contar historias de miedo y asustar a las chicas que les gustaban, o sentir esa sensación de estar haciendo algo prohibido que la juventud constantemente reclama. Las huellas zigzagueaban por entre las lápidas, hacía la zona donde sabía que estaba la puerta de entrada al cementerio.

De pronto una potente linterna se dirigió hacía él deslumbrándole y una voz autoritaria, pero vagamente familiar, se dirigió a él.

-¡Eh, alto ahí! ¡Identifícate!

Jonathan torció el gesto cuando Sandy mencionó a Cindy, e instintivamente dirigió su mirada hacia la derecha y miró en dirección a un grupo de lápidas congregadas a la estrecha sombra de un ciprés. No necesitaron mucho para darse cuenta de que allí debía estar la tumba de Cindy, de cuya muerte Jonathan nunca se había llegado a recuperar. El joven sheriff volvió la vista hacia ellas y sacudió la cabeza.

-No digas tonterías, Sandy. - Su tono de voz era lúgubre, un movimiento de la linterna iluminó su rostro levemente y pudieron ver que habían lágrimas en él. -Nadie merecía morir ese día. Ni tú, ni... - Suspiró profundamente. -Ni Cindy, ni nadie. Joder, sólo ese hijo de puta merecía morir. Ojalá se hubiera quemado en aquel coche y nos hubiera evitado tanto sufrimiento. Tantas vidas... arruinadas por su puta culpa. - Jonathan apretaba los puños con los brazos pegados al cuerpo, notaron que incluso temblaba de rabia.

Las últimas palabras de Sandy le hicieron dejar de temblar. De hecho le congelaron durante un par de segundos, y tras clavar sus profundos ojos azules sobre Sandy se giró lentamente hacía el lugar donde estaba la tumba de Erik Stark. Un escalofrió le recorrió el cuerpo y pudieron ver el terror en sus ojos. Jonathan había visto antes que la tumba estaba abierta, pero no se había dado cuenta de que ¡había sido abierta desde dentro!

-No puede ser. No puede...

Antes de que acabara la frase, escucharon como unos arbustos se sacudían en el fondo del cementerio, el mismo lugar por el que ellas habían venido. Alguien se acercaba, una luz apareció tras unas lápidas a lo lejos y tras ella caminaba una silueta. Jonathan alzó su potente linterna y el revolver que no había soltado en ningún momento en su dirección y le gritó para que se detuviera e identificara.

-¡Eh, alto ahí! ¡Identifícate!

- Yo... creí que estabas resentido conmigo por ello. - Respondió Sandy ante aquellas palabras por parte del sheriff. - Llevo todos estos años pensándolo... - Confesó aun abrazada a Charlie y viendo como el sheriff aún lloraba por Cindy. Y mientras Jonathan hablaba de aquel día, incluso del día del accidente, Sandy volvía a temblar y la imagen de Santa, con el hacha ensangrentado volvió a su cabeza.

De no haber hablado sobre el resurgir de Erick Stark y de la reacción de Jonathan al ver la tumba de este, Sandy hubiese vuelto a entrar en shock y repetido la cancioncita. Pero se quedó mirando la tumba para ver que había visto el sheriff que ella no hubiese detectado a causa de los nervios y el miedo.

Y cuando los árboles sonaron al fondo y Sandy vislumbró aquella luz, se abrazó con más fuerza a Charlie. Estaba de nuevo aterrada y su cabeza no daba más de sí. Necesitaba un porro o que un sanitario le metiese un calmante en vena antes de que se volviese loca del todo, porque estaba llegando a un límite al cual no había llegado nunca.

Su padre se ocupó de freirla a pastillas y sesiones a todas horas hasta que se pudo ir a la universidad, allí cambió todo aquello por los porros, algo que le iban mucho mejor puesto que se sentía libre y no como un zombi todo el día. Los brazos de Sandy apretaron con más fuerza aún si es que podía a Charlie contra ella, cuando escuchó a Jonathan gritar de aquella manera. La luz de la otra persona no dejaba ver nada y Sandy solo hacía una cosa: temblar y gimotear de miedo.

Volvía entrar en shock mientras que su cabeza le decía una y otra vez: aquel cabrón no usaba linterna, no puede ser él. Pero el miedo volvía a superarla y de nuevo volvió a hablar...

- Nana, nana, nananá.
Nana, nana, nananá...

Susurró muy bajito y comenzó a balancearse de nuevo, esta vez con Charlie agarrada con tanta fuerza, que la pobre casi no podía ni moverse.

A Adam no le dio tiempo de moverse más que unos metros cuando sintió el fuerte tirón que le arrancó a Laurie de los brazos. Se giró sorprendido, y entonces lo vio. Vio aquel rostro desfigurado y muerto, aquellos ojos de mirada hiriente, aquella expresión de ansia asesina. Estaba viendo a Erik Stark. Su mente ni siquiera fue capaz de preguntarse cómo era eso posible, pero era más que evidente que así era. 

Adam se quedó pasmado, fuera de si. De nuevo, como si estuviera viendo una película, se pudo ver a si mismo mirando hacia la ventana rota y pensando en saltar por ella, pero inmediatamente sus ojos volvieron hasta la pobre Laurie, cogida por aquel bastardo y apunto de recibir un hachazo. No sabe cuántas veces intercambió la mirada entre ambos puntos, o si realmente lo hizo en algún momento, pero eventualmente su mano tomó de nuevo su arma y apunto a Stark. Quizás apuntó al brazo que sujetaba a la chica, quizás al que sujetaba el hacha. Quizás disparó a la cara del monstruo, o de nuevo en el pecho. Adam no tenía ni idea, sólo vio un fogonazo y su propio cuerpo correr hacia Laurie para llevarla hasta la ventana. Ella sola no podría huir, y quizás así podría salvarla.

Me llevé la mano a los ojos como acto reflejo, evitando parte de la cegadora luz, aunque no lo suficiente. Destellos blancos se arremolinaron tras sus ojos, y tuvo que abrirlos y cerrarlos varias veces hasta que recuperó la visión por completo.

—¿Puedes apartar la linterna? Soy Kurt Williams, ¿quién eres tú?

La silueta que se acercaba hacía ellos se identificó como Kurt, y pidió que bajaran la linterna mientras alzaba una mano para protegerse de la cegadora luz del sheriff. Jonathan bajó a linterna en cuanto Kurt se identificó. Y pudieron ver que suspiraba aliviado, aflojando también la tensión en la mano que empuñaba el arma.

-Kurt, soy Jonathan. Estoy con... - Antes de que pudiera explicarle que estaba con las chicas, Linda salió corriendo hacía Kurt y se abrazó a él fuertemente. Pudo sentir que temblaba y sollozaba mientras la estrechaba en sus brazos. Intentaba decirle algo pero las palabras no le salían. Kurt pudo comprobar que Charlie y Sandy estaban bien, algo asustadas y preocupadas también. De hecho Sandy estaba a punto de quedar en shock. Incluso Jonathan tenía el rostro pálido y cara de haber pasado por un momento terrible.

-Los han matado. - Explicó Jonathan adivinando en los ojos de Kurt la pregunta sobre qué había pasado. El sheriff alzó la linterna y apuntó en una dirección. Linda escondió la cara hundiéndola en el pecho de Kurt para evitarse la horrible visión de nuevo. Los cuerpos de los chavales yacían en el la nieve teñida de rojo, cubriendo una amplia zona de sangre y miembros cercenados de algún horrible y despiadado modo. Cerca, un de las tumbas presentaba un gran socavón en el suelo, Kurt pudo ver que el nombre del dueño de aquella tumba era Erik Stark. Sintió un mareo de pronto, nauseas, vivos recuerdos de tragedia y horror acumulándose en su mente. Una pesadilla que volvía como tantas otras veces, solo que en esta ocasión sí estaba despierto.

Al escuchar que Jonathan mencionaba a Kurt, Sandy reaccionó de golpe, volviendo a la realidad. Se puso en pie, arrastrando consigo a Charlie fuera del arbusto. Kurt y Adam estaban juntos, pero... solo estaba Kurt ¿por qué?

Vio como Linda corría hacia su amado mientras que el corazón de Sandy se quedaba helado, temiéndose lo peor al ver que empuñaba un arma... - ¿Y sí? - No, no podía ser. Adam no... - ¿Verdad? - Él no la dejaría tirada en una situación como esa y menos ahora que era agente de la ley. - ¿No es así?

Sandy avanzó dos pasos, temblorosa y sin soltarse de Charlie. La pregunta que iba a realizar era más que evidente, pero temía la respuesta y por eso le constaba tanto soltarla. Aún así se armó de valor. - Kurt... ¿dónde está Adam? - Preguntó con preocupación y miedo, porque sabía que ese maniaco estaba suelto y Adam... Adam cumpliría con su deber hasta sus últimas consecuencias. - ¡Responde Kurt! - Exclamó nerviosa, sintiendo que iba a perder la cordura en cualquier momento.

- ¿Dónde está mi Adam? - Se agarró con fuerza a Charlie, mientras esperaba la temida respuesta... cuya pregunta parecía que nadie más quería realizar...

Durante un momento se quedó en shock y no supo que decir. Cientos de pesadillas que había vivido noche tras noche se echaron encima, un terror visceral que le paralizó. Solo pudo abrazar con fuerza a Linda mientras, ajeno a todo, miraba fíjamente la tumba de Erik Stark. No es posible, no, no, no...

—...No, no...

Estaba muerto, le habían abatido durante el ataque a la universidad, y no podía volver, era imposible en la vida real. Pero aquella lápida sobre una sepultura vacía no dejaba lugar a dudas, y los cuerpos mutilados dejaban poco a la imaginación. Tenía que haber una explicación razonable, por supuesto, algún maníaco que hubiera seguido los pasos de aquél pirado y hubiera desenterrado el cuerpo para acojonar, pero por mucho que intentara mentalizarse sobre ello, era incapaz. Tenemos que irnos, tenemos que largarnos ya, no estamos a salvo, aquí no.

—Hay que pirarse, hay que hacerlo, es peligroso, es... —Se dio cuenta de que Sandy estaba preguntándole, casi gritando. Había estado mirándola sin verla realmente, y mucho menos escucharla. Tuvo que pensar un momento antes de darse cuenta de que quería y responder—. Está bien. Se ha llevado a la chica a que la atiendan. —Sus ojos, una vez más, inconscientemente, se posaron en los jóvenes asesinados, críos estúpidos que habían estado en un mal sitio. Sentía que el frío empezaba a atenazarle todos los músculos, y su no se movían pronto iba a ser incapaz de dar un solo paso. Ya se sentía a punto de derrumbarse—. Vámonos.

Sandy rompió a llorar, y Charlie la siguió, entre sus brazos. Dudaba que Erick Stark hubiese regresado de entre los muertos, pero estaba claro que alguien deseaba que pensásemos eso, y no cualquiera, sino sobre todo, aquellos que ya habían sufrido por su causa....

... como Sandy.

Las palabras de Jonathan provenían de la razón, y una parte importante de Charlie, no solo le daba la razón sino que las creía de veras, pero ver a Sandy de aquella manera impulsaba sus temores más absurdos, ese instinto del cual nadie puede escapar, ese miedo que casi todo el mundo siente cuando se encuentra en un lugar desconocido y a oscuras, y que a pesar de saber que estás a salvo, sobrepasa con creces a la lógica.

Charlie estaba empezando a sentir eso.

Justo en ese momento, alguien más apareció y comenzó a aproximarse, y mientras el brazo de Sandy retorcía el de Charlie y esta empezaba a preguntarse si aquello no sería una pesadilla, la figura fue haciéndose más grande, y más clara, hasta que afortunadamente, todos pudieron ver de quién se trataba.

Kurt.

Linda fue la primera en saltar hacia él, y no era para menos. Sandy saltó después, pero por un motivo distinto. ¿Dónde estaba Adam? Charlie casi sintió que le arrancaba el brazo mientras esperaba su respuesta, hasta que por fin confirmó que se encontraba bien ya salvo.

Charlie suspiró, aliviada.

Ahora ya solo les quedaba reunirse con él y los demás y confirmar la terrible noticia. Había otro asesino suelto por allí y aunque no sería Erick Stark, sin duda prometía ser tan sangriento y cruel como él. Charlie pasó un brazo alrededor de Sandy y comenzó a caminar detrás de los demás.

Sandy se relajó de golpe al escuchar que Adam se había llevado a la chica para que la atendiesen, pero... ¿por qué él? ¿Acaso no habían ya ambulancias en la zona? La chica se negó a soltarse de Charlie y no quiso mirar a su alrededor. Aquella melodía volvía a su cabeza y sentía la necesidad de cantarla de nuevo, tratando de dejar todo atrás.

- Creo que lo más seguro es esperar a que lleguen los demás agentes a la escena del crimen. - Dijo por fin Sandy algo más serena. - No se que más va a pasar... ha dejado su tumba... ha descuartizado a los chicos... y seguramente haya salido por la puerta del cementerio hacia el pueblo... porque siguió a Laurie durante un trecho y luego regresó aquí... y... quizás encontremos por donde se fue o si sigue aquí...

» Deberíamos asegurarnos antes de huir cual es la mejor ruta... seguramente por donde vinimos, al no tener huellas suyas a partir del punto de retorno sabemos que no está en el bosque. - Alumbró hacia la puerta del cementerio. - En cambio no sabemos si está oculto aquí o en las calles de la ciudad.

¿Y por qué Adam se fue con esa niñata a que la atendieran? ¿Tan poco le importaba Sandy como para dejarla sola en el bosque y que pudiese pasarla algo también? Y Jonathan... ¿Cómo había llegado allí sin cruzar por el bosque? ¿Y si estaba imitando a Erick para vengarse de todos por la muerte de Cindy? - Dios, necesito un porro o que me den un sedante antes de que acabe loca del todo. - Pensó Sandy para sí, mientras que su cabeza no dejaba de dar vueltas... al menos aquella canción parecía relajarla pero la mantenía alejada de todo y de todos... y de golpe volvió a su cabeza y supo que no tardaría en regresar a sus labios.

Sandy, obviamente, no pensaba con claridad. Tal vez él tampoco, pero al menos sabía que el bosque no era un lugar seguro en ningún caso, ni siquiera sin un asesino suelto. Que lo hubiera, y que pudiera ser un resucitado Erik Stark, o un maníaco capaz de imitarle... Negó.

—Linda y yo nos vamos de aquí. El camino de vuelta tiene que ser seguro, lo he hecho ya varias veces, así que no pienso quedarme un minuto más parado. Podéis venir o quedaros, pero tened cuidado...

No quería ni pretendía discutir. Eran mayores, y había un poli con ellas, aunque en su fuero intertno sabía que no es que fuera a servir de mucho. Aún así, si querían estar allí, era su decisión, él pretendía tener a Linda a salvo, lejos de todo aquello. Tanto que, cuando volvieran a casa, la pediría que se fuera hasta que todo se hubiera solucionado. Él mismo la ataría y la metería en el primer bus que saliera del pueblo si era necesario.

Jonathan trataba de mantener la compostura. Él era el sheriff, y debía asumir la responsabilidad y dar una imagen de tranquilidad y calma que, dadas las circunstancias no podía dar. Al igual que a todos ellos el nombre de Erik Stark le perturbaba y le traía recuerdos de lo más angustiosos y horribles. Aquello era como una pesadilla que volvía a repetirse. Continuamente, aunque intentaba evitarlo, su mirada se desviaba hacía la tumba de Cindy.

-Aguardad un momento. - Le dijo a Kurt antes de que tomaran el camino de vuelta por el bosque para irse. -Debemos permanecer juntos. Separarnos sería un error si hay un... Si él está por ahí. -Rectificó para no asustarles más antes de decir loco homicida suelto. -Tengo el coche patrulla justo ahí. - Dijo señalando a la entrada del cementerio. -Creo que sería lo más seguro. Pero antes debo hacer algo.

Tragó saliva y se alejó del grupo en dirección a la tumba de Stark y los cadáveres mutilados que yacían a su alrededor. Pudieron ver que enfocaba con la linterna al socavón de la tumba y luego alrededor de ella, caminando junto a los cuerpos y agachándose junto a algunos de ellos. Se giró y dio una pequeña vuelta por los alrededores, después enfocó algo, lo siguió durante unos metros y se agachó junto a una tumba algo más apartada. Regresó al cabo, con la cara más pálida y volviendo a respirar de nuevo.

-Son Jennifer, Joy y Matthew. Y algo más atrás he encontrado el cuerpo desnudo de Ferguson. O lo que queda de él. Clarkson y Laurie son los únicos que han sobrevivido a esto. Y no creo que Clarkson lo haga por más tiempo... - Miró a los demás que no entendían aquella última referencia y se explicó. -Mi grupo de batida encontró a Clarkson cosido a cortes y la ambulancia se lo tuvo que llevar al hospital pero... estaba muy mal.

De pronto la radio sonó con una voz que reconocieron inmediatamente haciéndose escuchar entre el ruido de la estática.

-¡Aquí trece veinticuatro! -Vociferó la voz angustiada de Adam. -¡Está en casa del doctor Stuart! ¡Tiene un hacha!

Adam disparó y acertó en la mano del Santa, quien no mostró ni el más mínimo dolor por ello. Ni siquiera una pequeña mueca en su espeluznante rostro. Aún así la fuerza del proyectil hizo que la mano retrocediera y el hacha se le resbalara clavándose en el suelo detrás de él. El Santa Claus gruñó enfadado y se giró para recoger el hacha, momento que Adam aprovechó para tomar a Laurie por la cintura, alzarla del suelo y cruzar la habitación para sacarla por la ventana. 

Laurie estaba completamente histérica, seguía gritando y trataba de que Adam le soltara dando golpes a sus brazos, como si creyera que realmente era el Santa Claus quien la llevaba. A duras penas Adam pudo llegar hasta la ventana y las sacudidas de la joven le hicieron tropezar y caer sobre la ventana que el propio Stark había roto momentos antes. Ambos quedaron con la cintura encajada en el alfeizar, y Adam sintió como el golpe le dejaba sin aire. Alzó la cabeza y vio a la figura navideña recuperando el hacha y girándose hacia ellos y sintió como la prisa le empujaba a lanzar a Laurie por la ventana, quizá con más ímpetu del que hubiera deseado. Era de agradecer que estuvieran en una planta baja. Adam saltó detrás y rodó por el césped del jardín del difunto doctor, volvió arrastrándose para agarrar a Laurie, ponerse en pie y salir de allí poniendo tierra de por medio. Vio que los restos de los cristales rotos de la ventana que acaban de atravesar habían abierto de nuevo la herida del abdomen de la muchacha que el doctor había vendado, pero no se dio cuenta todavía de que él también se había cortado con ellos.