Partida Rol por web

Cuando Sandy comenzó a alumbrar las paredes, en busca de los interruptores de luz, comenzó a ver la sangre. - Hemos llegado tarde. - Susurró nerviosa a Adam y que el crujido viniese de arriba no auguraba nada bueno. Él debía estar allí, al acecho y ella y Adam iban a ser descuartizados... estaba segura de ello.

Si alguien estuviese con vida en esa casa, se oirían gritos y las risotadas de aquel... zombi aterrando a su víctima y no ese perturbador silencio. Además, a pesar de llevar muerto cinco años y supuestamente no tener sesera, había demostrado tener inteligencia, por lo que podía estar esperándoles escaleras arriba.

El rastro de sangre en el suelo tan grande en la planta de abajo, indicaba a Sandy que allí encontrarían al menos un cuerpo. Las gotas de sangre en las escaleras, que Santa subió o bajó por ellas tras usar su hacha. Si en lugar de estar tan colocada cuando veía C.S.I. hubiese estado más atenta, sabría distinguir hacia donde se había movido el asesino por la dirección de las gotas. Y si consiguiese recordarlo de cuando veía la serie en su adolescencia, antes de tomarse toda esa mierda, también le serviría... pero estaba demasiado asustada para pensar.

Tensa se apretó a Adam más aún. Temblaba asustada y la luz de la linterna lo demostraba con claridad. Pero la cabeza de Sandy seguía funcionando a pesar de la escabrosa escena de ver aquellos dedos cortados en la escalera. - Le pilló arriba. - Le susurró a Adam tibuteante. - Le amputó los dedos y la víctima bajó las escaleras... al final de ellas cayó al suelo y se apoyó en la pared para levantarse... En el pasillo debió recibir otro hachazo y se debió arrastrar o ser arrastrado por la planta baja hacia la habitación del fondo.

Eso abría una nueva duda. ¿Dónde estaba Sanpsicópata? ¿Arriba, buscando a su próxima víctima escondida en algún lugar o abajo, disfrutando de lo que había hecho con el primero de ambos? Y el crujido, ¿el loco vestido de rojo o alguien escondido? - Es solo una teoría... - Susurró a Adam asustada, pero sin separarse de él. - Pero pudo ocurrir...

No, no pudo pasar al contrario. Si alguien hubiese subido corriendo con toda esa sangre por allí, hubiesen visto las pisadas de subida y no había ninguna. Tenía que se así.

- Adam... no es el mejor momento, pero quizás no tengamos otro... yo... te quiero... desde el día que me invitaste al baile, desde que llamaste a mi puerta con aquel traje tan corto... Estaba loca por Kurt en aquel momento, pero tú me diste ilusión y esperanza... luego no me atreví a volver a acercarme a ti, pero nunca te olvidé... así que... gracias por todo, por Fluppy, por correr de vez en cuando juntos, por el café de esta mañana, por la invitación a la cena y por no separarte de mí. - Le susurró mientras subían las escaleras. - Y gracias por ese primer beso sin drogas en mi cuerpo.

Seguramente Adam hubiese preferido silencio en aquel momento, pero Sandy tenía que decírselo. A fin de cuentas, posiblemente no saliesen con vida de esa segunda planta... salvo que su teoría fuese acertada y Santa estuviese abajo o ya se hubiese ido a buscar a Laurie a otro lugar.

Ya fuese por iniciativa propia o a causa de la sugerencia de Charlie, esta observó como la pareja se dirigía hacia la planta superior, mientras los demás examinaban la de abajo. Linda fue la primera en atreverse a abrir una de las puertas, un dormitorio que podía ser, sin duda, el de la joven Laurie.

-Ufff. De verdad que me va a dar un ataque. Y todavía quedan más puertas por abrir -susurró Charlie, muy nerviosa.

Vio de reojo como una luz se dirigía hacia las paredes, iluminando lo que parecía ser un rastro de sangre... de una mano, acompañado de un reguero que se extendía por todas partes, haciendo que Charlie diese un saltito hacia atrás. Entonces fue cuando se asomó... y vio asomarse una mano ensangrentada en los escalones.

Charlie abrió la boca para gritar, pero al mismo tiempo, se llevó una mano para impedir que saliese sonido alguno, mientars seguía el reguero de sangre hacia el final del pasillo.

Charlie se colocó detrás de Kurt.

-T-tiene que estar allí, al final. E-el cuerpo estará a-al final.

Adam fue ascendiendo por las escaleras lentamente. Paso a paso. Su pie derecho se encaramó al primer escalón intentando hacer el menor ruido posible. Sujetaba firmemente la escopeta, preguntándose si serviría de algo. Al menos le daba confianza. Conforme iba ascendiendo, ganaba algo de ángulo para ver lo que le esperaba arriba. Cuando colocó encima del quinto escalón de la escalera, chirrió de forma tal que hizo que le provocó un nudo en el estómago y la garganta. Sentía su corazón palpitar con fuerza en su pecho. Agitado, nervioso.

Al llegar finalmente al recodo de la escalera, Adam lanzó un rápido vistazo mientras Sandy le iluminaba con la linterna justo detrás de él. Sus ojos fueron de la parte superior de la escalera al final del pasillo del piso superior y de vuelta a la escalera. Por una fracción de segundo le costó decidir donde posar primero su mirada. El pasillo estaba vacío. Con la misma sensación de tranquilidad e incertidumbre que habían sentido al llegar a la casa, pero con un zumbido que en su cabeza le decía que la situación se volvía más peligrosa por cada segundo que estaban dentro. Bajo la vista. El cadáver de Alice Cleveland estaba tendido en los últimos peldaños de la escalera. El cuerpo, bocabajo, tenía una horrible herida de hacha en la espalda, el brazo se extendía hacía el borde de los escalones, por cuyos dedos que habían visto desde abajo goteaba la sangre del charco que se había formado bajo su cuerpo. Su cara, posada sobre el brazo y girada hacia ellos, todavía tenía grabada en el rostro una expresión horrible.

Abajo, Kurt se fue adelantando mientras las chicas cargaban el espejo. Siguió los pasos de Adam y Sandy, pero se fijó en que el rastro de sangre del suelo doblaba hacia la última habitación de la planta inferior. Cuando llegó allí, se dio cuenta de que no era una habitación, sino la entrada a la sala de estar de la casa. Allí encontró a James Cleveland. Tendido en el suelo, con varias heridas cubriendo su cuerpo mutilado a la altura de las rodillas. El hombre se había arrastrado hasta morir por el suelo de su casa. Tal vez buscase algo para defender a su familia, tal vez tratara de huir por la puerta que desde allí daba acceso al jardín trasero.

Hizo un gesto a Charlie y a Linda, que le seguían, para que se detuvieran. Allí no había nada que ver, solo otro cuerpo mutilado que revolvía el estómago. Retrocedió un poco, dejó la escopeta en manos de la pelirroja, y el volvió a la sala de estar, dónde recogió a James para llevárselo a un sitio más apartado, uno de los sofás por ejemplo; le tumbó allí y le tapó con una manta. No conocía al hombre demasiado, a veces se pasaba por el taller y habían hablado un par de veces, pero merecía más que haber acabado de esa manera. Muchos merecían más.

Intentando no pensar demasiado en ello, volvió con las chicas y recuperó el arma.

—Vamos a otra habitación —dijo con pesar, sabiendo que tras cualquier puerta podrían encontrar otra carnicería.

Con la mirada sobre la mira de la escopeta, Adam oteaba la escalera como si algo fuese a saltarles encima en cualquier momento, pero sobretodo tenía su atención puesta en aquellos dedos. La teoría de Sandy no le dejaba más tranquilo y prefirió no responder, centrándose en cualquier movimiento que pudiera producirse en la segunda planta. Cuando volvió a hablar, sin embargo, Adam paró de caminar, aun apuntando hacia arriba. Estaba sorprendido de escuchar todo aquello, pero no por el mensaje en sí sino por la situación en la que se encontraban. Hubiese preferido no decir nada, pero no podía dejar a Sandy colgada.

- Hey -susurró cogiéndole la mano, aun mirando hacia la segunda planta-, no tengas prisa en contarme todo esto. Cuando salgamos de aquí y todo haya pasado, podremos hablar y decirnos todo lo que tengamos que decir. Porque vamos a salir de esta, no lo dudes, ¿me oyes?

Apretó la mano de Sandy un instante y volvió a avanzar. Cuando pudieron por fin subir lo suficiente como para ver la segunda planta, Adam no sabía si sentirse reconfortado o no por ver que el resto del cuerpo seguía unido a aquellos dedos que se asomaban por el escalón. Apartó la mirada y apuntó con la escopeta a otra parte, para que Sandy se viera obligada a apuntar con la linterna a otro punto que no fuese la pobre Señora Clevelant.

- Si está aquí arriba -susurró a Sandy por encima del hombro.- tendremos que bajar corriendo. Le dispararé para ganar el tiempo justo para poder bajar, ¿de acuerdo?

Adam siguió avanzando para investigar la segunda planta y cualquier rastro de Erik Stark.

La pareja continuó el ascenso mientras Sandy dejaba claras algunas cosas por si no podía volver a decírselas nunca más. Había más, claro que había más. Pero le contó lo básico, lo que debía saber y lo que haría que entendiese parte del extraño comportamiento de Sandy hacia él. Había una parte suya que no había madurado como debía a causa de las drogas y que se estaba enfrentando de manera directa a lo que sentía por y junto a Adam.

Su teoría no le gustaba nada, porque abajo había gente que le importaba. Estaban Charlie y Kurt. Y si estaba en lo cierto, se encontrarían con él. Si se equivocaba, Adam estaba justamente delante de ella. En ese momento el chico se detuvo, tras escuchar las palabras de Sandy y fue su turno de hablar. La joven se quedó en silencio, sintiendo la calidez de la mano de Adam sobre su temblorosa mano y no perdió detalle de cada palabra que el ayudante del sheriff decía.

- Ojalá tuviese la misma confianza que tú en eso... pero de ser así, no te hubiese dicho nada. - Le respondió Sandy. Cuando sintió como Adam apretaba su mano, apoyó su cabeza sobre la espalda del alto hombre. Otro lugar, otra situación y aquello hubiese sido un beso. Pero no era momento ni lugar.

A Sandy no se le escapó el gesto de Adam cuando llegaron al piso superior, más a ella tan solo le dio tiempo a ver un bulto, seguramente una víctima de Erick, en el suelo lo que confirmaba que habían llegado tarde para salvarles... pero podía estar allí. La sangre de abajo... el cuerpo arriba y aquel crujido. Sandy sintió un escalofrío en la espalda y a la par aliviada por haberle contado aquello a Adam. - Al menos eso se nos da bien. - Le susurró la joven a Adam cuando dijo lo de correr...

Aunque por lo que se contaba sobre él cuando pasó lo de la fiesta de inverno en el instituto, era tan rápido y fuerte que ni el mejor atleta hubiese escapado de él. Así que no se fiaba de que tuviesen alguna posibilidad... - A la cabeza... con los zombis funciona... - Le sugirió tibuteante a Adam.

Y mientras el ayudante del sheriff avanzaba, Sandy seguía pegada a su cuerpo, como si fuesen uno solo en aquel momento.

Charlie le dio a Linda el trozo de espejo y siguió caminando. No le gustaba demasiado tener aquella arma porque era patosa y podía cortarme ella misma, así que prefirió dejarla en mejores manos que las suyas, o al menos, que no fueran tan malas.

Después, se colocó a su espalda y siguió sus pasos. La entrada de la casa le tenía reservada una nueva sorpresa en forma de James Cleveland, con las piernas cortadas. La visión estuvo a punto de conseguir que Charlie se desmayase, y aunque logró mantenerse en pie, lo que no consiguió fue contener las lágrimas.

Kurt le dio la escopeta, aunque Charlie pensaba que más que dispararla, quizás debía usarla como bate de beisbol, ya que inmediatamente y sin darse cuente, le dio la vuelta y la cogió de la zona media, esgrimiendo la culata en alto.

Cuando Kurt regresó después de haber retirado al pobre de James y la recuperó, Charlie se mantuvo unos segundos con las manos todavía alzadas, como si llevase todavía el arma.

-¿E-Es necesario? Está claro que aquí no hay nadie con vida. Vámonos, por favor. Volvamos a casa -suplicó, congelada en el sitio.

Adam seguía avanzando con Sandy justo tras él iluminando el camino con la linterna. Pudieron ver que en la planta superior, al igual que en la inferior, todas las puertas se encontraban cerradas. A excepción de una. La puerta más cercana a la escalera se encontraba abierta. Instintivamente se pegaron a la pared contraria, puesto que la puerta estaba demasiado cerca de la escalera como para evitar un ataque por sorpresa, si este llegaba a producirse. Poco a poco iban ganando ángulo para ver qué había en el interior de aquel cuarto cuando algo les paralizó inmediatamente.

-HO - HO - HO. - La voz sonó macabra, profunda, gutural. Pero terriblemente terrorífica. Provenía de aquel cuarto. No cabía duda. Pero Sandy y Adam todavía no habían ganado suficiente ángulo para poder verlo en el interior. Y realmente dudaban de que quisieran verlo.

El horror de ver cuerpos ensangrentados, y sobre todo mutilados, creaba una pesadilla en aquel lugar que en unas horas antes, habría sido un hogar normal, con sus problemas pero también deseos y esperanzas, en el que habrían resonado tanto llantos como risas, y en donde por las noches, el sonido de platos en el fregadero se habría confundido con el del televisor o los gruñidos por parte de Laurie sobre aquello de tener que acostarse temprano y no trasnochar.

Una casa normal se había convertido en un infierno sin igual y a cada paso que daba, Charlie temblaba más y más.

Pero oír aquella voz, como si acabase de ascender del infierno, la paralizó completamente, no solo por lo que significaba, sino porque estaba allí, cerca.

El piso de arriba se transformó automáticamente en un lugar al que mejor no ir. Adam y Sandy comenzaron a retroceder, mientras la espalda de Charlie se aplastaba contra la pared.

Adam centró su atención en la puerta abierta, moviéndose junto a Sandy contra la pared opuesta. El cañón de la escopeta no dejaba de apuntar hacia el interior de la estancia mientras intentaba escanear desde fuera si había algo en su interior. Pero antes de poder tener una imagen completa, Adam sintió que la sangre se le helaba al oír aquel lejano pero familiar sonido de pesadilla. Sus dedos agarraron la escopeta con fuerza hasta crujir y notó que la respiración se le aceleraba. 

- Tenemos que bajar. -dijo con urgencia

Manteniendo la calma todo lo que pudo, comenzó a recular hacia la escalera, encañonando aun la puerta y listo para disparar.

Aquel HO-HO-HO hizo que la sangre de Sandy se helase y clavase los dedos en el abdomen de Adam. No le resultó dificil al chico sentir como la joven se aferraba a él por el pánico que comenzaba a invadirla. Sandy alumbraba hacia aquella maldita puerta, dándose cuenta de que su teoría fue completamente errónea y comenzó a retroceder junto a Adam. Podía escapar y dejarle solo... pero simplemente no podía hacerlo. Le quería. Para bien o para mal, hacía demasiado tiempo que sentía aquello por el ayudante del sheriff.

- No hace falta que me lo repitas... - Susurré a Adam. - Deberíamos avisar de que está aquí arriba y que pongan algún espejo en el tramo de la escalera... le frenará al menos mientras nos reagrupamos... y que enciendan las luces para que se vea. - Le susurré a Adam.

Aquel cabrón sabía que estábamos allí, pero no sabía a que distancia y no quería darle la opción a que lo descubriese, no al menos hasta que estuviésemos en las escaleras. Al menos esperaba que los de abajo se diesen cuenta de que su punto débil eran los espejos y se les ocurriese la misma idea que a mí...

El sonido resonó desde el piso superior, haciendo eco por las escaleras. Y entonces su mente colapsó. Volvió a aquél baile de navidad, dónde había tenido lugar la matanza. Volvió a las pesadillas que sufría noche tras noche, y en la que se repetía una y otra vez aquél suceso. A veces golpeaba a aquél monstruo pero no lograba detenerle; se rompía el hombro, caía al suelo y el asesino le partía en dos con su hacha. Otras intentaba huir por un pasillo interminable cubierto de sangre, pero daba igual lo mucho que corriera, siempre que miraba atrás, estaba allí, riendo, y todo se volvía oscuro. Las peores era cuando no moría, sino que tenía que presenciar como aquél psicópata descuartizaba a todos sus amigos y conocidos, pedazo a pedazo, obligándole a mantener los ojos abiertos mientras observaba; últimamente Linda se había unido a esos terribles sueños.

Linda. No podía dejar que eso pasara. No podía permitir que ella sufriera el mismo destino allí. No podía abandonarla. Kurt sacó fuerzas de flaqueza, y movido por su amor a su prometida, se recuperó. Mientras siguiera con vida, lucharía. Salvaría a la mujer que amaba, la protegería a toda cosa.

En la quietud y el silencio de aquella casa, convertida en una tétrica escena de un crimen, la risa de Erik Stark pudo escucharse incluso en el piso inferior. Una risa que provocaba escalofríos, traía viejos recuerdos traumáticos y pesadillas que ahora, seis años más tarde, volvían a repetirse. Todos sintieron como un incómodo hormigueo les subía por el estómago y les atenazaba los músculos y les embotaba la cabeza. Un sudor frío se deslizó por sus espaldas, y tuvieron que sobreponerse a una angustia y un terror que les paralizaba las piernas ante el instinto más primordial y básico. La supervivencia. 

Adam y Sandy se disponían a retroceder entonces, descendiendo de nuevo las escaleras hasta el piso inferior, cuando aquel hombre deformado y carcomido por los gusanos apareció sosteniendo el hacha con su disfraz de Santa Claus y una sonrisa en el rostro de piel putrefacta y llena de viejas cicatrices que las llamas provocaron en él. Sus ojos brillaban con sadismo y sed de sangre. Daba la sensación que el hecho de que estuvieran vivos era una afrenta que no podía permitirse.

Paso a paso fueron retrocediendo. Sandy no dejaba de alumbrar la puerta con la linterna sin despegarse de Adam. Iba mirando hacia atrás de vez en cuando, buscando el maldito tramo de escaleras que parecía que no alcanzarían nunca. Su mano seguía sin despegarse del cuerpo del chico, más aún después de lo que le había dicho.

En aquel momento la puerta de la habitación se abrió y vio con sus propios ojos a aquel maniaco, ahora putrefacto y con sed de venganza. Eso fue suficiente como para no arrepentirse de ninguna de las palabras que le había dicho a Adam subiendo las escaleras. Si ella moría, él debía saberlo y si él lo hacía... no, eso no podía pasar...

- Adam... creo que es hora de ejecutar tu plan. - La voz de Sandy tibuteaba y temía por los dos en aquel momento. Pero hasta que Adam no lo dijese no correría. Ese era el plan. La ventaja era que ya no tenían que esconderse, porque le tenían delante, así que podía gritar.

- ¡Si encontrasteis un espejo colocadlo en las escaleras! ¡Que se vea! ¡Esta aquí arriba y bajará detrás de nosotros o sobre nosotros! - O quizás solo bajase él porque a ellos no les diese tiempo. Pero ambos eran corredores... solo esperaba que su miedo no la traicionase y tropezase y con ello hiciese caer a Adam también.

Sandy aguantó la respiración y a que Adam le dijese que corriese antes de hacerlo y tratar de huir como una gacela de allí.

Las voces de Sandy, junto con los sonidos del cuerpo de Charlie temblando de miedo, amenazaron con dejarla inmóvil en el pasillo. No le gustaba nada aquel plan, pero en el peor de los casos, no parecía que tuviesen muchas opciones ni que tampoco fueran mejor.

Así que miró a Linda y para su propia sorpresa, levantó el espejo y comenzó a llevarlo hacia las escaleras.

-¡Venga, vamos! -le dijo a Linda, mientras tiraba como si de repente se hubiese despertado de un largo sueño.

En su interior, Charlie gritaba y lloraba, pero sobre todo, pensaba que aquella idea de los espejos no iba a servir para nada, y sin embargo, se resistió a quedarse quieta y sin hacer nada.

Por eso prefirió moverse, llevar el espejo a las escaleras y esperar a que bajasen Adam y Sandy. Quizás, como poco, se estampara con él y se cortase el cuello, pensó con cierta esperanza y satisfacción.

Adam se quedó unos segundos allí clavado cuando Erik Stark apareció por la puerta. Aunque ya había estado frente a él aquella misma noche, la imagen le seguía helando la sangre. Fue Sandy quien logró devolverlo a la realidad, recordándole lo que habían acordado.

- Corre. -le dijo mientras se recolocaba la escopeta contra el hombro.

Apuntó hacia la cara del monstruo y disparó, aunque tenía la mala certeza de que no iba a servir de mucho. No esperó a ver si tenía razón o no, en cuanto el fogonazo del disparo se disipó dio media vuelta y comenzó a bajar las escaleras. Cuando llegaran abajo, sin embargo, sus opciones se acabarían bastante rápido si el espejo no tenía ningún tipo de efecto. Echó mano a la radio a toda prisa.

- ¿Dónde cojones estáis? -bociferó, sorprendido y preocupado de que Jonathan o cualquier otro miembro de la oficina del sheriff no hubiese llegado ya.

¿Qué estaba haciendo? Todo estaba sucediendo demasiado deprisa, y él tenía la sensación de perderse la mitad. Sentía que su mente divagaba, a punto de romperse y cruzar la línea que le separaba de esa vida y una mucho más tranquila, dónde todo dejara de importar. Paz, al fin. Pero sin Linda. Era ella su luz, y en esos momentos Charlie la estaba llevando hacia las escaleras. ¿Qué...? El sonido del disparo le sacó del embotamiento en un instante, devolviéndole de golpe a la realidad, si es que podía llamarse así a algo de todo aquello. Lo que si tenía claro, es que estaban cometiendo un error.

—Dejad el puto espejo —chilló nervioso, dando un par de zancadas y parando a las chicas, obligándolas a retroceder. ¿Es que no habían visto que aquél monstruo simplemente los rompía a su paso? Si seguían con esa mentalidad, era cuestión de tiempo que lo que encontrara detrás del marco no fuera pared, sino la cabeza de alguien tan tonto como para estar detrás sujetándolo—. ¡Vamos, corred! ¡Hay que salir de aquí ya!

Linda, con el rostro compungido por el temor, llevaba el espejo hacía las escaleras junto a Charlie. Sintió un fuerte y angustioso escalofrío recorrer toda su espalda cuando Sandy gritó advirtiendo al resto de lo que ya temían, que el Santa estaba arriba. Pero cuando se escuchó el disparo, encogió todo su cuerpo en un acto reflejo y a punto estuvo de que el espejo se le cayera al suelo. Aquella situación, que pudiera parecer una pesadilla, se volvía cada vez más real. Una realidad que era demasiado cruda para ella.

Entonces Kurt les gritó que dejaran el espejo y se alejaran de allí. La voz de Kurt, tan firme y segura, le pareció en esos momentos la voz de la razón. La voz de su Kurt, del que no debería separarse nunca más y con el que, en esos momentos, deseaba huir de allí lo más lejos posible. A otra ciudad, otro país, otro continente incluso. Que él dijera que debían correr fue suficiente para que Linda se volviera, soltara el espejo y echara a correr hacia la puerta por la que habían entrado.

El cadáver viviente de Erik Stark disfrazado del Santa Claus más macabro de la historia avanzaba hacia ellos con determinación, dispuesto a hacer uso de esa peligrosa y afilada hacha que llevaba entre las manos. Sandy pudo ver como la alzaba antes de darse la vuelta para bajar las escaleras en dos salto y llegar donde Charlie terminaba de colocar el espejo tras la espantada de Kurt y Linda hacia la puerta de salida.

Adam disparó el arma, y el fogonazo fue suficiente distracción para evitar que el Santa descargara el hacha contra él antes de poder salir corriendo tras Sandy. Aún así, creyó ver el reflejó del hacha brillar a su espalda y escuchó como la madera emitía un quejido provocado por un golpe seco y fuerte.

Aquel no era simplemente un asesino. Era el mismísimo diablo, o una pesadilla hecha realidad. Eso fue lo que le pasó por la cabeza a Charlie, que de repente se encontró sosteniendo sola el maldito espejo mientras Linda, haciendo caso del grito de Kurt, salía corriendo para salir.

Charlie todavía se quedó unos segundos como si algo le impidiese moverse, y fue el disparo de Adam lo que acabó por despertarla.

A la mierda el espejo, dijo para sí, soltándolo completamente y girándose para acompañar a los demás hacia la salida. Por mucho que fuese una pesadilla, dudaba que pudiera correr tanto como ella, o al menos, eso esperaba.