Partida Rol por web

Corre fue suficiente para Sandy. No necesitó oír más, el fogonazo de salida salió después de la escopeta de Adam cuando ella ya había comenzado a descender por los peldaños, nerviosa y asustada. Allí no había gradas donde esconderse, no habían gritos de terror y dolor, en cambio podía escucharlos en su cabeza.

Saltaba los peldaños de las escaleras con agilidad y cuando escuchó el golpe seco, se giró a mirar hacia arriba, viendo el hacha de aquel maniaco clavada en la pared y a Adam corriendo tras ella. No se detuvo a mirar mucho más y llegó al pasillo, donde vio que este había quedado vacío y con el espejo en medio del mismo.

Sandy se quedó completamente decepcionada al ver lo poco que le importaban a los demás. Vale... ella era una porrera, un caso perdido. Pero Adam no. Adam era el mejor agente que tenía aquel pueblo y muchos eran los que decían ser sus amigos y ahora quedaba claro quienes lo eran y quienes no.

- ¡Por aquí! ¡Vamos! - Exclamé a Adam, corriendo hacia la puerta de salida. No tenía ni idea de por donde habían salido los demás pero después de aquello estaba claro quien era quien me importaba en aquel grupo. Solo había uno para mí.

Adam.

Adam estuvo apunto de dejar caer la radio cuando oyó aquel golpe contra la madera. Se giró lo suficiente como para ver el hacha clavada y entendió lo cerca que había estado. Bajó como una exhalación tras Sandy, pero se detuvo al pié de las escaleras al ver que no quedaba nadie en el pasillo. Con un pié aun en el primer escalón, su mirada fue intermitentemente del pasillo a la parte superior de la escalera. Se habían largado así sin más, ahora que podían comprobar si el espejo era realmente la clave para detener a Stark, un Stark que se aproximaba de frente hacia ellos. Era la oportunidad perfecta, pero se habían ido.

Escuchó a Sandy llamarle y vio como se iba hacia la entrada, pero Adam no se movió. Miró de nuevo hacia el hueco por donde Stark aparecería en cualquier momento y después avanzó hasta colocarse detrás del espejo, encarándolo hacia la escalera. No se iba a ir así sin más, no sin intentar cumplir con su deber.

Sandy corría hacia la puerta, cuando sintió que solo oía sus pasos. En ese momento se giró y vio a Adam moviendo el espejo. Ambos sabían la importancia de aquello... pero también que no le pararía. Solo le daría unos segundos más a ambos para escapar. Así que de dos zacandas se puso junto al agente de la ley y le ayudó a moverlo.

- Esto no va a pararle. Lo romperá y seguirá. Solo va a frenarle,  Adam. No podemos quedarnos aquí parados, debemos huir o nos matará. Pongámoslo donde se vea reflejado y nos de más tiempo y huyamos para prepararle una trampa mejor.

Sandy le miró a los ojos y acarició la mano de Adam. - Y no, no voy a dejarte solo en esto. No está Jonathan, seré tu compañera... dame esa maldita arma de fuego si aún la tienes... coloquemos el espejo y marchémonos. Es lo más sensato ahora mismo.

Y con eso esperaba que el espejo quedase colocado y ambos pudiesen ganar unos segundos más en su huída de la casa. Ganando terreno y con armas de fuego quizás podrían hacer algo... pero Sandy estaba segura que la única manera de pararle era convirtiéndole en carne para hamburguesas o quemando su cuerpo hasta que no quedase nada.

Nada más lo pararía. Los espejos solo eran un freno, no la solución.

Sandy y Adam llegaron al final de la escalera a tiempo para colocar el espejo mientras el resto de sus compañeros cruzaban el pasillo hacia la puerta de salida a toda prisa. Sandy estaba convencida de que a Santa no le costaría mucho darle un golpe y continuar con su particular matanza, en la que ellos estaban demasiado a tiro. Pero Adam confiaba en que colocar bien el espejo daría una pequeña ventaja al grupo. No sabía que acontecería después de que Erik Stark viese su imagen reflejada, pero esperaba que fuese algo demoledor para él. Así que allí aguardó, esperando escuchar los pesados pasos del Santa descender por la escalera de madera.

Kurt, Linda y Charlie enfilaban ya los últimos metros del pasillo, a punto de salir por la puerta de entrada cuando una sombra pasó por sus cabezas a gran velocidad, acompañada de un desagradable chasquido. Ante ellos, en el umbral de la puerta, se encontraba Erik Stark con las piernas clavadas en el suelo y torcidas en una posición antinatural. El salto desde el piso superior le había fracturado ambas piernas y pudieron ver el hueso de la tibia derecha asomando a través del pantalón rojo del disfraz de Santa Claus. A pesar de ello, Stark todavía sostenía el hacha y les miraba sádicamente con ojos encendidos. Balanceó su cuerpo a la izquierda y alzó la pierna derecha firmemente en el felpudo de la casa, incorporándose para recuperar su altura y recomponiendo ambas piernas como si nada.

Aquél monstruo era peor en la realidad que en cualquier pesadilla que hubiera tenido. Sin embargo, verle ahí delante, así, aunque le llenó de temor, también le hizo recobrar el sentido común. Y el ánimo. Si, podía ser inmortal, no sentir dolor y sanar las heridas como si nada, pero no dejaba de tener un cuerpo como el de todos los demás. Sabía que las balas también le habían atravesado, y tenía ahí la prueba de que era de carne y hueso. Se le podía hacer pedazos, solo necesitaban tener algo grande con lo que lograrlo; y ahí se acabaría el problema por siempre. Por desgracia, necesitaban tiempo y recursos  que no tenían, así que tocaba huir de nuevo.

—¡Corred! ¡Por la otra puerta, al jardín trasero!

Mientras Linda y Charlie, esperaba, hacían caso, Kurt levantó la escopeta y encañonó la cabeza de Erik Stark, disparando a corta distancia mientras daba un paso atrás, lo justo para darse la vuelta y salir por patas él también, rápido pero protegiendo con su cuerpo a las dos chicas.

Cuando Charlie estaba llegando al final del pasillo, algo cayó delante de ella, que hizo que frenara en seco y se agarrara a Linda, que era quien estaba más cerca. Era ese Stark, que se había lanzado desde la planta de arriba, partiéndose las piernas en la caída.

Charlie esbozó un gesto de horror y asco, y casi de alivio, hasta que vio como de manera increíble, se ponía en pie de nuevo y se recomponía como si nada hubiese ocurrido, con el hacha aún en la mano.

El grito de Charlie resonó por todas partes. ¡Qué demonios, seguro que incluso lo oyeron en la mismísima Australia!

Kurt hizo que se pusiera en marcha. En aquellos momentos, Charlie no necesitaba demasiado para salir corriendo hacia donde pudiera, así que se agarró a la mano de Linda y tiró de ella para salir por la puerta de atrás, mientras a su espalda oían un disparo de escopeta.

Sin volverse para mirar, Charlie solo deseaba que aquella pesadilla terminase, y para eso qué mejor que alejarse todo lo que pudiera de aquel lugar. 

Esto no es real, no es real. Es solo una pesadilla.

Adam escuchó a Sandy, pero no la miró. Tenía la vista fija en las escaleras, a la espera de que Stark bajara. Sólo se giró al notar su contacto, devolviéndole la mirada. Se quedó en silencio unos segundos después de que ella terminara. Reaccionó finalmente dándole el revolver y volvió a centrar su atención en la escalera.

- No pienso moverme hasta ver qué hace frente al espejo.

Su voz sonaba seria y firme. No sabían cómo pararle los pies, y la única reacción que habían obtenido de él había sido gracias a los espejos. Perder aquella oportunidad, aunque no sirviera para detenerle definitivamente o aunque fuese arriesgada, le parecía una estupidez. Sujetó el espejo con la mano libre y esperó, pero jamás hubiese imaginado lo que iba a ocurrir entonces. Apenas pudo ver una sombra pasar por encima de ellos cuando oyó aquel ruido de huesos rotos. Se giró hacia la puerta y vio la grotesca escena, y por unos segundos sintió que lo que presenciaba sucedía ajeno a él, como si estuviera mirando una pantalla de cine. El disparo de Kurt le hizo volver en sí, cogió el espejo con firmeza y lo giró hacia la puerta.

- Sandy, apúntale con la linterna para que se vea reflejado.

Ahora sólo faltaba esperar que todos pudieran correr tras el espejo antes de que él los alcanzara.

- Adam... podemos verlo desde la segunda fila... o los asientos de los mancos... - No sabía porque le susurraba, quizás era miedo. Miedo a perderle, a perderse los dos tras el filo del hacha.

Pero el endemoniado no bajaba. En eso momento Sandy escuchó un golpe a su espalda, el crujir de unos huesos rotos, un chillido de terror y el sonido de un escopetazo. No supo cual de todas aquellas cosas le hizo girarse, pero así lo hizo, con el arma que le había dado Adam en una mano y en la otra la linterna aún encendida.

Aquel loco había saltado desde el primer piso a la entrada y eso hizo a Sandy volver a la realidad. El miedo había hecho que no viese por donde salían sus "amigos". De Linda, vale, la acababa de conocer... Kurt, hacía tiempo que iba a verle, a tontear con él de manera clara, puesto que no sabía de la existencia de Linda y su reputación de mujeriego seguía ahí y que les dejase en bragas, pudiendo cubrirles le hizo mucho daño a Sandy. Y Charlie, su compañera de vivienda... si sobrevivían a esto Charlie tendría que irse de la casa...

De hecho, de ser por ella misma, en ese momento iban a pagar los tres por sus actos, dejándoles con el culo al aire como hicieron ellos con ella y Adam. Pero el ayudante del sheriff era de otra madera y ella había dicho que sería su compañera hasta que apareciese Jonathan. Quizás era una manera de asegurarse de estar a su lado o de demostrarle que no iba a dejarle tirado como hicieron los demás. No lo sabía ni ella. Solo el efecto que Adam causaba en ella y que le necesitaba a su lado como el respirar.

Sandy escuchó las instrucciones de Adam, sabía que no les dejaría solos y su curiosidad por lo que ocurriese frente al espejo le mantendría allí. Si pudiese contar con los demás, Sandy hubiese pedido que colocasen algo que sostuviese el espejo para darles más márgen de huída, pero solo podía contar con Adam y estaba claro para ella que Adam solo podía contar con Sandy. Así pues, temblorosa y asustada, alumbró la cara de aquel horrendo ser que aún era capaz de reír y moverse después de llevar cinco años muerto y enterrado.

Era raro ver aquel rostro calavérico, putrefacto y muerto, con aquel traje tan nuevo de Santa Claus sobre él. La barba postiza cubría lo que sin duda sería una boca casi sin dientes, pero a pesar de todo, aquel lado del rostro seguía con la piel quemada, pegada a su craneo. Sandy nunca le vio con claridad con el traje puesto, pero sí fotos de Erick Stark y ahora sí estaba segura de que era él.

El miedo hizo que diese un leve paso atrás, pero mantenía con la firmeza que podía la linterna en el rostro de aquel horror en vida y sus ojos fijos en él, pues Adam le contagió la curiosidad a Sandy. - Sabes que la curiosidad mató al gato, ¿verdad? - Le pregunté al tiempo que todos huían y ambos permanecían allí, pendientes del resultado del dispara y de la reacción de Stark al verse en el espejo.

El rostro del Santa Claus fue iluminado durante un instante por la linterna de Sandy, mostrando con claridad los rasgos horripilantes que daban forma a la cara demacrada, putrefacta y quemada que había bajo la barba. Pero los ojos inyectados en sangre y odio del asesino no se movían por la curiosidad de seguir la luz, sino más bien por el ansia de matar a toda costa.

Kurt se había colocado en último lugar para dejar que Linda y Charlie retrocedieran y cubrirle las espaldas. Alzó la escopeta y descerrajó un disparo que atravesó el cráneo de Stark justo por la frente. Fue como si le hubiera escupido. El asesino no pareció sentir nada. Alzó el hacha y se movió con una violencia y una velocidad increíble para su tamaño y el hecho de llevar muerto varios años. El filo ensangrentado del arma alcanzó a brillar antes de caer con fuerza sobre Kurt.

-¡HO - HO - HO!

La reacción fue instintiva. Mientras su mente consciente calculaba formas de intentar detener desviar el hacha con la escopeta, detenerla con sus manos por pura fuerza, e incluso arrebatársela de algún modo, sus piernas simplemente echaron a correr en la dirección contraria. Se movía solo, presa del pánico, con esa risa resonando en su cabeza, amenazándole con volverle loco.

El hacha del asesino se clavó en el suelo de madera de la casa de los Cleveland, pasando muy cerca de la espalda de Kurt, quien pudo sentir en la nuca el frío aire empujado por el filo del arma. La rapidez de Kurt había sorprendido al Santa, que no se esperaba que la antigua estrella del equipo de fúrbol del instituto se moviera a tal velocidad. Pero aquel muerto viviente disfrazado de Santa Claus era igualmente rápido. Imparable.

A pesar de que el hacha se había clavado en la madera muy profundamente, Stark la liberó con un tirón seco y la volvió a alzar dando a su vez dos largas zancadas para alcanzar a Kurt. Esta vez, descargando el hacha con ambas manos, hizo un movimiento circular que fue de arriba a abajo y de izquierda a derecha, esperando impactar a Kurt a la altura de su cadera. Tratando de no darle opción a escabullirse de nuevo.

Aquella criatura, porque no había otra manera mejor de llamar al asesino que les perseguía, no le dio a Kurt por muy poco. Charlie se detuvo un instante, absorta por la visión de la que había sido testigo, pensando que dese que se habían marchado de casa de Kurt y Linda, todo había sido frío, correr, miedo, gritar y ahora, temer por su vida.

Y entonces lo vio claro.

Aquel ser jamás se detendría, porque estaba más muerto que un animal atropellado en la carretera por cinco coches y seis camiones. Jamás cejaría en su empeño por atraparles, sin saber por qué motivo, y no parecía estar dispuesto a morir.

Vio también con horror como estaba a punto de darle a Kurt, así que hizo un movimiento quizás estúpido, quizás brillante. Se echó a un lado y sacó un pie para echarle la zancadilla, esperando que al menos no pudiese llegar hasta él. Eso también les daría tiempo para huir por el otro lado, en su caso, e incluso... cortarle la cabeza, si es que soltaba el hacha, o eso fue lo que se le ocurrió.

Charlie se había hartado de correr y era el momento de ser valientemente estúpida.

Esta vez sabía lo que se avecinaba y estaba preparado para hacerle frente. Cuando escuchó los pasos detenerse tras él, sabía que el hacha pronto silbaría, así que en lugar de intentar esquivarla de alguna manera, se giró sobre si mismo, utilizando su propio impulso para darle más fuerza a su empujón.

Kurt dio una vuelta casi completa, quedándose de lado a Stark, y lanzando sus manos al encuentro de la muñeca de aquél loco y el largo mango del arma. Era la misma técnica que se utilizaba en defensa personal para quitar navajas o bates de beisbol, solo que en esta ocasión, había un problema: no estaba listo, no para la descomunal fuerza de aquél monstruo.

- Puede -contestó a Sandy.-, pero sin curiosidad no se llega muy lejos.

Adam apenas sabía ni qué decía. La tensión era tan alta que su boca parecía funcionar por cuenta propia. Vio como el disparo de Kurt no tenía efecto alguno, cosa que no terminó de sorprenderle pero que le causó bastante frustración. Después sólo vio hachazos ir y venir y a sus amigos allí delante, donde más peligro corrían todos.

- ¿Pero qué hacéis? -vociferó tras el espejo.- Aquí detrás, ¡rápido!

Adam seguía actuando con plena confianza aunque sólo disponía de medio plan. No sabía si el espejo funcionaría, pero se aferraba a él con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. Viendo que Kurt tomaba la fatal idea de enfrentarse al monstruo, se vio obligado a intentar llamar su atención.

- ¡Stark! -gritó.- ¡Mira en qué te has convertido!

Lo único que podía esperar ahora era que Stark cesara en su ataque, y que no volviera a lanzar un alarido infernal como hizo en casa del doctor.

Sandy se quedó helada cuando el hacha se lanzó hacia Kurt, quien logró girarse y correr hacia ellos, evitando así el fatal golpe. Cuando quiso respirar aliviada, no pudo hacer más que contener la respiración, puesto que Kurt no se había quitado de enmedio a Stark, sino que le tenía pegado a su trasero, con el hacha en alza.

De refilón, vio como Charlie se detenía y le hacía una zancadilla. Con suerte eso le frenase... pero no esperaba que Kurt le plantase cara de aquella manera.

El haz de la linterna temblaba en su mano y procuraba buscar los ojos de aquella horrible criatura. Pero la potencia de aquella bombilla no era suficiente para deslumbrarle y no parecía atraerle el espejo. Quería sangre. La sangre y la muerte de todos ellos.

Adam no se rendía. No sabía que hacer, al igual que ella. Había pensado en que el quaterback se colase bajo el espejo, mientras que ella y Adam lo levantaban y avanzaban un poco hacia ellos. Pero al quedarse helada, paralizada por todo lo que sucedía, no pudo abrir la boca para soltar su plan. En cambio Adam si tuvo una idea: atraer su atención.

- Eso es. - Pensó Sandy.

Quizás la desesperación porque nadie resultase herido, por no querer ver morir a nadie a pesar del acto de cobardía de quienes pensó durante un tiempo que eran sus amigos... puede que siguiendo la idea de Adam, Sandy se colocó frente al espejo y se iluminó el rostro con la linterna.

- ¡Mírame Stark! ¡Soy Mercy Wells! ¡Soy quien te hizo eso! - Le dijo a aquel loco. Si eso no atraía su atención, nada lo haría.- ¡¿No me recuerdas?! ¡Me seguiste a la universidad! ¡Es a mí a quien buscas! ¡Ven! ¡Mírame a los ojos y mira en que te convertí! ¡¿O acaso tienes miedo de ti mismo?! ¡¿O me temes a mí?!

Esperaba que funcionase para echarse a un lado y salir por patas cubriéndose con el espejo, mientras que volvía a alumbrar el rostro de aquella cosa con la linterna. Eso debía pararle y darle tiempo a todos a correr y huir de él. El corazón de Sandy latía a mil por hora. De reojo miró a Adam, casi despidiéndose de él con aquella mirada.

Porque si conseguía convertirse en el cebo y que él la siguiese, no tardaría en alcanzarla. Ella sentiría el frío y el cansancio de correr en la nieve y aquella cosa no. No quería morir y menos aún por quienes no hicieron nada para ayudarles a Adam y a ella a ganar algo de tiempo en las escaleras. Pero no quería que Adam muriese en esa casa y si alguien podía con él, Sandy estaba segura que era el ayudante del sheriff.

Solo necesitaba tiempo para dar con la solución y quizás ella pudiese dárselo.

Kurt intentó revolverse y controlar el hacha de Stark, pero el asesino era imparable. La muñeca izquierda se le dobló de mala forma al no poder detener el golpe y sintió un dolor terrible en ella. Un dolor que pronto se convirtió en poca cosa cuando el hacha del asesino se clavó en su cadera con tanta fuerza que le alzó unos centímetros en el aire y le lanzó al suelo. No fue consciente de si estaba sangrando o no, pues un dolor similar a una descarga eléctrica recorría su pierna desde la cadera al pie. Sabía, eso sí, que el filo del hacha del asesino se había clavado en su hueso, y sintió otra terrible punzada de dolor cuando el Santa Claus arrancó el hacha para alzarla de nuevo contra él.

Afortunadamente para Kurt, Charlie cometió una estupidez. Una estupidez que le salió bastante bien en un primer momento. Pues le puso la zancadilla al Santa y le hizo tropezar y trastabillar, lo que evitó que el Santa rematara a Kurt. Sin embargo, dejaba a Charlie al alcance de aquella bestia de ojos sádicos. Stark, que no llego a caer, se giró hacia ella y la mirada que le lanzó fue la más terrible que la joven había recibido nunca. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y se temió que ese era su final. Pero entonces, la voz autoritaria de Adam llegó desde el otro lado de la habitación e hizo que el Santa girara su cara hacía él. También Sandy ayudó gritando el nombre de Mercy Wells, aunque aquel nombre no pareció decirle nada y fue la voz de Adam quien más atrajo su atención.

La pareja se colocó tras el espejo para que Stark pudiera ver su reflejo. O como ellos le habían dicho, ver en lo que se había convertido. El efecto no fue tan impactante como hubieran deseado, pues les separaba la mayor parte del pasillo y la casa se encontraba a oscuras, a excepción de la luz de la linterna de Sandy que apuntaba hacía él y dificultaba que se viera reflejado. Pero a pesar de todo esto, sí hubo un efecto desagradable para el Santa Claus que dio un paso atrás y soltó un bramido desagradable. Lo que, seguramente no esperaban, fue la reacción que tuvo después.

El Santa alzó el brazo izquierdo para cubrirse de la imagen que veía en el espejo y en un arrebato de furia, alzó la mano que sostenía el hacha y la lanzó con furia hacia el espejo. El hacha giró un par de veces en el aire mientras recorría los metros del pasillo que les separaban y después atravesó el espejo. Todos se quedaron mirando como los cristales se hacían añicos y temían que Sandy o Adam hubiesen resultado heridos. Pero el inminente peligro que tenían junto a ellos les hizo volver la vista hacía el lugar donde estaba el Santa. Solo que este ya se había esfumado.

Linda se lanzó a ayudar a Kurt en cuanto lo vio caer al suelo herido sin importarle que el siguiente hachazo del Santa fuera a caer sobre ella.

-¡NO! Mi amor, no, no, no, no... ¿Estás bien? ¿Estás bien? Ay gracias a Dios. - La pobre Linda estaba tan nerviosa que mezclaba el español con el inglés.

El sonido de los cristales rotos le hizo encoger el cuerpo, y se giró hacia Adam y Sandy mientras taponaba la herida de la cadera de Kurt con sus manos. Enseguida la sensación de peligro le hizo girarse hacia el lugar donde estaba antes el Santa Claus, que por fortuna ya había desaparecido como una mala pesadilla. Solo que en esta ocasión había consecuencias reales.

-¡Adam! ¡Sandy! ¡Ay! ¡Dios mío, Dios mío! - Gritó sin separar las manos de la cadera de su amado.

Charlie lanzó un grito cuando vi el hacha descendiendo hacia Kurt, al mismo tiempo que extendía el pie para zancadillearlo. El filo del arma se clavó en la cadera de Kurt, salpicando sangre por todas partes y haciendo que su grito se confundiera con los de los demás, pero afortunadamente, su estúpidamente sencilla maniobra, fue suficiente para impedir que le rematase.

En cuanto Stark tropezó, se desequilibró lo suficiente como para detener el siguiente golpe, pero también hizo trastabillar a Charlie, que tuvo que hacer un esfuerzo para no caer al suelo debido al peso. Al ver la mirada de aquel maldito demonio, espíritu asesino o lo que fuera, Charlie tuvo la certeza de que iba a morir. 

Pero no estaba sola. Ninguno de ellos lo estaba. La acción de colocarle el espejo delante, fue suficiente para que, de alguna manera, y por alguna misteriosa razón, aquel ser se desvaneciese en el aire, después de lanzar su hacha para romper el espejo... en dirección hacia Adam y Sandy.

La boca de Charlie se abrió en un nuevo grito, esta vez, mudo, mientras las figuras a su alrededor se movían como si de repente todo sucediese a cámara lenta; Linda acercándose a atender a un Kurt vivo pero profundamente herido, y los cristales cayendo al suelo para dejar ver las figuras de Sandy y Adam moviéndose para esquivar el hacha.

Era una auténtica pesadilla.

Con la distancia y la falta de luz, a Adam le costó ver qué había pasado exactamente con el ataque a Kurt, pero sabía que su amigo había caído al suelo y que Charlie les había dado los segundos que necesitaban. En cuanto Stark miró hacia ellos y se vio en el espejo, Adam entendió que estaba en lo cierto. Por desgracia, no tuvo demasiado tiempo para poder pensar cómo continuar usando aquello en su favor, pues vio el brillo del hacha girando hacia él y su instinto tomó el control. Se dejó caer cuerpo a tierra, justo a tiempo para recibir una lluvia de cristales rotos cuando el hacha destrozó el espejo. Y después, silencio. Adam levantó la cabeza y miró a su alrededor. La poca luz que tenían le permitió ver que Stark ya no estaba. Se levantó del suelo y se sacudió los cristales.

- ¿Estáis todos bien?

Se fue acercando a todos, uno a uno. Primero a Sandy, a quien tomó de las manos para asegurarse de que estaba bien. Luego se acercó a Charlie y le felicitó por su estratagema. Finalmente se agachó junto a Linda y Kurt, y pudo ver algo mejor la gravedad del asunto. No pintaba bien.

- Tenemos que sacarte de aquí, hermano. -dijo mientras tomaba la radio.- Aquí trece veinticuatro, necesito asistencia médica en la residencia de los Cleveland. Jonathan, ¿dónde coño estás?

Se levantó y suspiró sonoramente, intentando calmarse para poder pensar. Por desgracia no tenían mucho tiempo, no sabían dónde les podría estar esperando Stark.

- Charlie, ¿Puedes ayudar a Linda? Necesitamos salir de aquí, hay que sacar a Kurt. -volvió junto a Sandy.- Alumbra el suelo, al espejo roto.

Adam quería encontrar un trozo grande de espejo, lo suficiente como para que Stark se pudiera ver bien, aunque para ello tuviera que acercarse mucho al monstruo. Pero aunque pudiera hacerlo, seguían sin saber cómo acabar con él definitivamente. Fue entonces, al recordar la lluvia de cristales, cuando Adam aumentó su rango de búsqueda para conseguir el hacha que le había lanzado. Qué oportuno sería poder usarla contra quien tanto daño había causado con ella.

Pudo ver desde su privilegiada posición como Santa clavaba el hacha en Kurt, no necesitó mucho más para poner las piernas en movimiento y quitarse del medio. El miedo era lo que tenía. Aún así, pudo percibir la mirada fría que le dedicó a todos y como el nombre de Mercy Wells no le decía nada. Le daba igual quien fuese. Su objetivo era matar.

El bramido que soltó al verse en el espejo reflejado hizo que Sandy le mirase de nuevo y esta vez se ocultó tras el espejo, sin llegar a ver que el hacha se avecinaba sobre ella y Adam a una velocidad pasmosa. Fue cuando sintió el impacto en el marco y vio los cristales volando, cuando se cubrió y se dejó caer al suelo, en parte porque su propias piernas flaquearon y no pudieron sostenerla por el susto.

Y entonces llegó el silencio que Linda rompió con su llanto.

La voz de Adam hizo que Sandy le mirase. - Solo cagada de miedo. - Le respondió al chico mientras este le tendía las manos. Sandy se agarró a ellas, visiblemente temblorosa y antes de dejarle ir, se abrazó a él completamente asustada al ver que aquel loco no estaba allí. - ¿Tú estás bien? - Le preguntó con preocupación en su voz. - No es venganza. Es matar por matar. - Le susurró a Adam.

Eso quería decir que nadie en el pueblo estaría a salvo de aquel muerto viviente.

Cuando se separó de Sandy, esta alumbró con la linterna el cuerpo de Kurt y se llevó la mano a la boca al ver tanta sangre. Pero Adam se recompuso enseguida y demostró porque estaba en aquel puesto. Lo sorprendente era que Jonathan aún no hubiese aparecido para estar con su amigo y vengar a su novia.

- Que Charlie coja unas mantas, en la habitación de Laurie debería haber. Kurt necesitará calor y de paso podemos usarlas para transportarle entre los cuatro. Dudo que ellas dos puedan moverle. - Y no estaba muy segura de que con tal herida el chico pudiese caminar ni dos pasos antes de desplomarse.

- Y con una sábana podemos hacerle un vendaje compresivo, para que frene la hemorragia. - Sandy miró a Adam, quizás esperando su aprovación, puesto que tenía la sensación de que todo lo estaba haciendo mal desde que se adentraron en el bosque.

Al tener a Adam a su lado, pensó que iba a decirle cualquier cosa... que se había vuelto loca por ponerse así en medio y exponerse de aquella manera... o... gracias por no huir como los demás y quedarte a mi lado... no sabía... estaba tan perdida en ese nuevo mundo que en su cabeza solo tenía lo que había visto en películas románticas donde todo era perfecto entre las parejas y la vida real no era así.

Y lo tenía que descubrir precisamente con un psicópata recién salido de su tumba y sin un porro con el que calmarse y viendo como felicitaba a Charlie por su acción, cuando instantes antes todos les dejaron vendidos a ambos y solo ella se quedó a su lado. Así pues, las palabras de Adam no fueron las que Sandy esperaba y resignada alumbró el suelo con la linterna, ayudando así al ayudante del sheriff con su propósito.

Pero esta vez no dijo nada. Se tragó el dolor y el orgullo y ocultó su malestar tras la luz de la linterna, procurando ocultar su rostro a los demás, aprovechando que su pelo era lo suficientemente largo como para que no la viesen y que la oscuridad la amparaba para aquel propósito.