Partida Rol por web

Mordred miró en dirección al cielo tras las indicaciones de sus hermano. La nube negruzca tenía muy mal aspecto, y ciertamente, no se comportaba como cabría esperar. Luego vino el sainete de su hermano. Eso era otra historia. Tan dado a los ademanes y a la interpretación piscohistérica, Dredmor era capaz de congregar la atención de todos aquellos que se hallaran en la calle, mientras él raudamente se encargaba de aliviarlos de peso.

- Pues si te digo la verdad, no había reparado en ello... ¡¿Y para qué levantar la mirada del suelo, si lo que importa está aquí?!- dijo el mestizo infernal al tiempo que metía su mano en "bolsillo ajeno" en busca de alguna moneda que sufragara la comida de ambos...

Los hermanos llegaron por el camino a una esquina de los muelles. Allí, por puro instinto, Mordred se dirigió de forma disimulada a un marinero que estaba asegurando un cabo de una embarcación, y con un rápido y sutil movimiento, cual ave rapaz nocturna, silenciosa y efectiva, le arrebató unas monedas del bolsillo sin que este se diese, ni siquiera cuenta, de que Mordred había pasado por su lado.

Después del pequeño episodio de latrocinio urbano, los hermanos observaron que los habitantes de los muelles parecían conscientes de la extraña mancha negra, ..., pero, o no les importaba lo más mínimo, o ya se habían habituado a ella, porque actuaban con la mayor de las normalidades.

Mordred había conseguido un pequeño botín, aprovechándose del ebrio marinero al que se había arrimado. Siete piezas de plata no eran baladí, así que tras guardarla en los profundos bolsillos de su casaca, se acercó a su hermano y comenzó a mirar con más fijación la extraña nube. Luego, se acercó hasta una mujer bastante entrada en años y le preguntó:

- Perdone señora... ¿Hace mucho tiempo que esa nube se encuentra en el cielo estática?- mientras señalaba con su mano en dirección al fenómeno atmosférico... tan bello como siniestro... No estaba mal, aunque él prefería el rojo.

Mientras su hermano iba a preguntarle a una vieja chocha, los gustos de Mordred eran extraños, el hechicero tiefling se acercó a algún pescador madrugador que pudiera encontrar en aquellas callejas a esas horas y le agarró del brazo. Su pregunta no fue tan sutil como la de su hermano... Se quitó la capucha y puso su mejor cara.

Dime qué es esa nube, quién es el responsable y desde cuando está ahí... Responde!!! Rápido!!!

El rostro de Dredmor era aterrador, bello y rojo ardiente pero aterrador. Era la cara que ponía cuando iba a cobrar una deuda. Y casi nunca fallaba.

Los hermanos volvían a la estacada. Empezaron a desplegar sus habilidades entre la gente de los muelles para conseguir información, y algo más. Mordred con unos modales que la persona mayor agradeció y contestó incluso con agrado, y Dredmor en lo que se le daba mejor e incluso disfrutaba con ello, ..., sobretodo cuando el pobre marinero mutó su rostro a un blanco pálido y su corazón daba signos de pararse en cualquier momento.

El pobre infeliz cantó por los codos todo lo que sabía, que no era mucho, hasta que un desagradable olor le llegó al tiefling, que sonrió ostensiblemente... Era el olor del miedo... Hizo un ademán para despedir al pobre hombre, y este perdió la poca dignidad que le quedaba poniendo pies en polvorosa.

A partir de ese momento, Dredmor cambió la táctica y se volvió a encapuchar... Siguió preguntando a transeúntes semidormidos de los que extrajo algo más de información. Lo que rápidamente compartía con su hermano.

Como puedes ver, aún conservo mi sutilidad y buen hacer en la obtención de información... La pena es que tenga que soportar los efluvios de orín y heces... ¿Tan feo soy, hermano? ¿No te parezco una bellísima persona?

Dredmor era, obviamente, el más guapo de los dos aunque la gente que los conocían se empeñase en decir que si no fuera por los atuendos no los distinguirían.

Mordred esperó a que su hermano se acercara. El pícaro pudo contemplar como su hermano aún conservaba intactas, las cualidades que tan especial lo hacían. Dredmor era un ser con una capacidad intimidatoria destacable, y los días de inactividad, no había repercutido lo más mínimo en dicho don. Esperó hasta que llegara a su posición para responder a sus histriónicas quejas:

- Y tanto que eres unas bellísima persona hermano... ¡¡Me atrevería a decir más si cabe!! Eres casi un paladín "crema"- finalizó mientras se reía jocosamente. Mordred estaba bien al tanto del argot usado habitualmente para definir la competencia de los guerreros sagrados.

Dredmor torció el gesto cuando escuchó la palabra paladín... De todas las cosas que poblaban el ancho mundo, nada más había que le diera tanto asco como los malditos comerrabos de dioses de los paladines. Su puta madre fue una paladina de Iomedae, y por culpa de su influencia Mordred tenía tendencias muy acusadas hacia el bien. Su hermano conocía esa aversión y le chinchaba por ello... Decidió dejarlo estar, mucho habían discutido por el tema y jamás llegaban a una entente. Ya se daría cuenta que el único camino de un ser como ellos era plegarse a los designios de su linaje...

Gracias a los escasos momentos que pasaba con el viejo Gedebiah, el hechicero sabía algunas cosas más sobre fenómenos extraños acaecidos en Riddleport. En su mayoría relacionados con la Cyphergate, ese arco de piedra que cruzaba la bahía.

También le había sonsacado a un iniciado ciframago la historia de Blakely y sus investigaciones sobre el extraño suceso de la nube negra sobre la ciudad.

Hermano, has de saber...

Y se lo contó todo, para su hermano no tenía secretos. Bueno, alguno sí pero su mentalidad propensa al bien no lo entendería...

¿Y ahora qué? Estoy cansado de tanta investigación.... ¿vamos a echar unas manos a algún garito?

Mordred escuchó con atención las palabras de su hermano. En temas mágicos, era muy superior a él, aunque el pícaro tenía una gran inteligencia y si verdaderamente lo deseara, podría dedicarse a ello. Cuando Dredmor finalizó, el bribón miró una vez más al cielo y acto seguido se dirigió a su hermano...

- Estoy contigo. Deberíamos ir a algún antro. Tengo ganas de fiesta- afirmó con una sonrisilla, perdiendo todo el interés por aquella "mancha del cielo"...

Los hermanos tiefling convinieron darse una noche de fiesta. Así que decidieron deambular un poco más por los muelles, dónde abundaban los garitos de mala muerte y las prostitutas iban en busca de "pichones" (según el argot de Riddleport: "Pichón [pigeon]: Una persona señalada por un criminal para ser la víctima de un crimen, o un persona que visita un prostituta"). En un momento os pareció ver a Lavender Lil (Lavanda, del inglés "Lavender"), una tiefling conocida así por sus extraños ojos de color lavanda. Era una prostituta a las órdenes de Shorafa Pamodae, la gran sacerdotisa de Calistria en Riddleport. Sin embargo, los hermanos habían escuchado rumores de que, de alguna forma, Lavender Lil estaba relacionada con el problema que tuvo Saul Vancaskerkin hace un año.

Cuando se disponían a seguir a la prostituta, esta consiguió un "pichón", y agarrándolo del brazo empezó a llevarlo fuera de los muelles, con lo que giró una esquina perdiéndose momentáneamente de vista. Cuando los hermanos llegaron a la altura de la bocacalle, no encontraron rastro alguno de Lil.

Mientras sopesaban seguirla a su probable destino, el templo de Calistria, una voz hizo un comentario justo detrás suyo:

- ¡Vaya! Pero si son el par de "casetas" de Saul. - Comentó acudiendo al argot de la ciudad.

Los hermanos se giraron, con un sudor frío, pensando que algún matón de Clegg Zincher los había reconocido. Pero cuando se giraron vieron a un marinero con pintas de borracho y jugador empedernido, que añadió al instante:

- ¡Qué chicos! ¿Saul ya tiene preparado el Goblin Dorado para la gran apertura de mañana? - Dijo con total naturalidad - ¡Qué tipo este Saul!, se ha recuperado muy pronto para remodelar el Goblin Dorado, ..., seguro que algo tenía escondido por ahí, ¿no? - Dijo esto mientras hincaba un codo a Mordred, a modo de complicidad, y sonreía mostrando sus, más que negros, dientes.

Mordred no pudo más soportar el hediondo hálito que el beodo marinero expelía. Si no fuera por las cosas interesantes que ese borrachuzo estaba desembuchando, lo habría rajado como a un cochino. Aquello era insoportable, pero además, el tipo estaba de coñita...

- Así que el Goblin Dorado abre nuevamente sus puertas...- dijo el pícaro, al tiempo que sus ojos se cruzaban con los de su hermano. Podía sentir como en la mente de Dredmor se maquinaba algo muy similar a lo que se gestaba en la suya. No en vano, habían compartido el vientre de la misma madre y la semilla del mismo progenitor. Su vínculo era demasiado fuerte, a pesar de sus nimias diferencias o puntos de vista. - ... Creo que no gozarán de una buena inauguración sin nosotros... ¡¿O qué piensas hermano?!- buscó la complicidad de su propia sangre. Sabía que a Dredmor le iba la jarana más que a él inclusive. Y eso era muy difícil.

En su búsqueda de un lugar donde pasar un buen rato cuando alguien los relacionó con su antiguo patrón. Dredmor comenzó a musitar una letanía que habría desencadenado un lluvia de chispas sobre el agente enemigo. Cuando lo vio casi se revolcó de la risa...

Feo truhán, ya casi no me acuerdo del color de tu oro!! Si tienes huevos vente al Goblin Dorado que te desplumaré cómo en los viejos tiempos!!

La idea de pegarse la juerga padre le iluminó la cara y dibujó una sonrisa picarona. Miró a su hermano y no hizo falta más. La diversión estaba asegurada.

El beodo marinero, lanzó una sonora carcajada con el comentario de Dredmor, cosa que ayudó a esparcir por el ambiente su apestoso olor:

- ¡Por supuesto que lo haré! No me lo perdería por nada del mundo. - Comentó mientras daba un sutil codazo de complicidad en las costillas a Dredmor - Nos vemos esta noche muchachos.

Y dicho esto, el despojo de marinero se alejó haciendo que la salubridad del ambiente mejorara ostensiblemente.

Los hermanos se quedaron solos en la callejuela con las frescas noticias en sus mentes, misteriosamente conectadas ....

Lavender Lil... ¡¡Cuántas veces había suspirado por encamarse con ella!!... Pero esa mestiza infernal, era mercancía peligrosa. Estaba relacionada con el final con la familia Vankaskerkin y con Clegg Zincher, un ególatra mafioso... Así que sus instintos de lujuria deberían refrenarse... Aunque... ¡¿Tal vez podría hacerle una visita al Templo de Calistria?! Él mismo había hecho varias ofrendas carnales a sus sacerdotisas en más de una ocasión... así que...

- ¡¡Vayamos al Goblin Dorado!!- Un pensamiento rígido cesó todas las ensoñaciones que el pícaro evocaba en su mente. Tenían cosas que hacer. El placer llegaría más tarde.

La lujuria de su hermano era visible a Dredmor como un libro abierto. El muy guarrete gustaba de retos para aumentar su líbido y Lavander Lil era de las que se la ponían dura. Pero el hechicero tenía otras preocupaciones que entregarse a los placeres carnales aunque no le eran ajenos... Aunque después de subyugarlas no volvían a ejercer en una temporada, tan grande era el placer que les obsequiaba... Y las múltiples marcas!!!

Tranquilo pichón, enfunda tu arma que esa abadesa es para ti como obra de la iglesia... Recuerda que por unos breves instantes de placer pueden llevarte a un baño de tierra... Vamos al Goblin Dorado a saquear algunos bolsillos.

El tiefling inició la marcha hacia el garito de donde hace una larga temporada salieron de mala manera... Saul se alegraría de verlos... O no, pero estaba seguro que la situación sería cuanto menos curiosa.

Los hermanos infernales fueron directos al Goblin Dorado. No estaba muy lejos de los muelles y querían estar de vuelta en el sitio que habían considerado su hogar, ..., dentro de los cánones de Riddleport. Cuando llegaron, se sorprendieron de que efectivamente el sitio estaba reformado, y parecía haber obreros y otras personas ultimando los últimos trabajos y tareas de limpieza.

Entraron directamente, ya que todo seguía en su lugar, y cuando accedieron al interior no reconocieron a nadie, aunque había tieflings y otros trabajadores, no eran ninguno de los que llegaron a conocer, ..., sin embargo no tardaron en descubrir dónde estaba Saul. Era un hombre para nada alto ni estilizado, pero que no pasaba desapercibido, sobretodo por su nueva condición de manco, en la que había sustituido su anterior mano por un garfio dorado con una forma extraña, parecida a una llave:

Saul estaba ultimando la organización de la reforma integral, con lo que no se dio cuenta de la presencia de los hermanos.

Los hermanos descubrieron que el Goblin Dorado se preparaba para la reapertura. Una noticia estupenda para ellos, podrían volver a su anterior vida y dejar sus trabajuchos de tres al cuarto, llenarse de nuevo los bolsillos...

¿Pero que es esto que huelo, hermano? ¿Es el olor del oro fácil? Hummmmmmmn Pero mira quien está ahí!! Saul, granuja! ¿Cómo se te ocurre abrir de nuevo el chiringo y no avisar a tus mejores colaboradores? Quieres todo el oro y la gloria para ti ¿verdad?

Dredmor se deshizo de la capa mostrando muy a las claras su naturaleza, con una sonrisa ancha y sincera, se acercó al pequeño dueño del establecimiento y se quedó mirando la mano artificial que sustituía la natural...

Dredmor hizo la introducción adornada con su parafernalia habitual, mientras Mordred ojeaba a un lado y a otro en busca de miradas indiscretas y/o sospechosas. Una vez hecho el escrutinio, se acercó hasta donde se hallaba su hermano y el manco de Saúl.

¡¡Hombre Saúl!! Mi hermano y yo nos hemos enterado de que abrías de nuevo el garito y nos hemos dicho... ¡¿Por que no nos pasamos por allí y le "echamos una mano" al bueno de Saúl?! Seguramente la necesite.- añadió tras las palabras del hechicero, haciendo hincapié sobre todo en la parte de: echamos una mano. Mordred tenía comportamientos más propensos a la bondad que su hermano, pero después de todo era un mestizo infernal y un verdadero cabroncete cuando usaba la ironía el sarcasmo a su favor. Ambos hermanos eran avispados e inteligentes. Dos diamantes en bruto capaces de conseguir aquello que se propusieran...