Partida Rol por web

Secretum Laviana

Introductio - De espadas, alambiques y lazos de sangre

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13/09/2016, 00:04
Narrator

La primera claridad del día penetró en la alcoba del alquimista por la delgada abertura de la ventana. En la penumbra, se removió el halcón que descansaba sobre su alcándara, sosteniéndose en una sola pata; ahuecó el plumaje y comenzó luego a desperezarse agitando las alas, mientras emitía un débil quejido y aguzaba sus fieros ojos de rapaz en dirección a la rendija que dejaba entrar la luz dentro de la Torre del Clavero.

En el otro extremo de la estancia dormía Sixto, el viejo sabio salamantino, en una cama cuyo colchón era como una montaña de lana, en la que profundamente se hundía el cuerpo del alquimista. Le cubrían un par de mantas y una suave colcha de piel de cordero. Ajeno al frío de la madrugada, el sabio despertó inmerso en el placer de amanecer. Se rebulló y después alzó la cabeza desde la almohada para comprobar si el pájaro estaba verdaderamente ahí o lo había soñado. En efecto, la imagen compacta del ave rapaz era real y, por un instante, ambas miradas se cruzaron. Entonces el sabio suspiró y volvió a sumergirse en el calor de su lecho invadido por una incierta tranquilidad. Su situación era una gran contradicción. A veces se sentía como en la boca del lobo; rodeado de Caballeros servidores del Altísimo, él, sabedor de secretos y misterios que de ser conocidos acabarían, como sus huesos, en la pira. Así que, no antes de comprobar que el viejo grimorio que había rescatado de la catedral de Zaragoza seguía a buen recaudo en el escondite que le había hallado, cerró los ojos de nuevo y se deleitó con el placer de un rato más de sueño en aquel lecho...

...hasta que unos golpes sordos que venían de fuera, como de madera chocando, le sacaron definitivamente de su descanso. Se levantó llevándose una gruesa manta con él hacia la ventana, y se asomó al patio.

 

Y allí, abajo, se encontraba el caballero Don Pelayo de Arango. Tiempo ha desde que aqueste aprendiera, allá en tierras extremeñas, a comportarse como un caballero obedeciendo cuanto se le ordenó. Poco a poco su espíritu y su cuerpo se fueron adaptando a las normas que regían la vida de los hermanos, y sus viejos recuerdos empezaron a empañarse en su memoria. En la etapa de novicio sólo cometió dos faltas leves, por las que fue castigado a rezar tumbado sobre las frías losas del suelo durante un buen rato en una ocasión y a permanecer de rodillas durante los oficios religiosos de todo un día en la otra. Arturo de la Vega fue el encargado de irle explicando todos los aspectos de la Orden que un novicio tenía que conocer: sus obligaciones como futuro caballero, sus deberes para con la cristiandad, su forma de actuar… Dedicaban parte de la mañana a ello, mientras el resto del tiempo lo pasaban ejercitándose en la lucha y preocupándose de mantener listos su equipo de combate y sus caballos. 
A los dos meses le asignaron una montura. Se trataba de un caballo bayo, de gran alzada y pecho poderoso. Era un animal formidable que parecía el más apropiado para realizar una carga de caballería. Pero el tiempo había pasado no en vano, y la bestia, ahora flaca y huesuda se había convertido en poco más que un recuerdo vivo de aquellas correrías contra el moro en las que batallo el de Arango ganándose sendas cicatrices que ahora le adornan. El animal había envejecido, al igual que Pelayo, aunque a éste último le había pasado más factura la reciente muerte de su padre que los años.

-Veamos si est cierto aquesto que dizen. -una sonrisa se dibujó en el rostro de Arturo de la Vega al tiempo que adoptaba posición de ataque, espadón de madera en ristre. -de que al alumno ha de superar al maestro. -Que Arturo, al igual que Pelayo, había sido destinado también, para alegría del de Arango, a la Torre del Clavero.

 

Arriba, cual rapaz, observaba divertido el alquimista la sesión de entrenamiento que estaba a punto de comenzar...

 

- Tiradas (2)

Notas de juego

- Pelayo, vamos a ir desempolvando un poco la espada (aunque sea de madera), a ver que pasa...

- Sixto, puedes moverte libremente o ver cuantos asaltos desees.

 

- Pelayo, ten en cuenta lo escrito AQUÍ referente a como vamos a resolver los combates. Has perdido la Iniciativa, así que te toca declarar primero tus dos acciones.

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13/09/2016, 08:58
Pelayo de Arango

-Que mejor, maese Arturo, que estirar los músculos y quitarse la fame de la mañana con una vara de medio metro! jajaja!!.- digo mientras voy andando alrededor de mi maestro y compañero midiendo bien las distancias y buscando un hueco por el que marcar el golpe. -Van semanas que no practicamos y por Dios que se me están agarrotando los huesos. Empecemos sin mas dilación-

 

Notas de juego

Para empezar de forma conservadora declaro un ataque normal y una parada con la espada (pues asumo que no llevo un escudo de madera de practica)

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13/09/2016, 23:27
Don Arturo de la Vega

Los dos sudorosos jóvenes que se aplicaban con vigor al entrenamiento bajo la atenta mirada del maestro de armas detuvieron la lucha, pues que Don Pelayo de Arango y Don Arturo de la Vega, cruzaran espadas no era algo que hubieran visto en demasía durante los últimos meses. Aquel lance sin duda sería bastante aleccionador y digno de mención, pues conocidas eran las gestas de ambos allende tierras del moro. El sonido de las espadas de madera chocando en el aire haciendo resonar su característico crujido entre las paredes del patio del castillo se detuvo.

Arturo de la Vega se movió con la agilidad y la rapidez de un felino tomando la iniciativa. El caballero, que era zurdo, armó su brazo izquierdo hacia atrás y lo lanzó con enorme fuerza y velocidad de abajo hacia arriba, dibujando una amplia y compleja finta que desconcertó a su adversario, y de inmediato ejecutó un mandoble que desarmó al de Arango.

Una múltiple exclamación escapó de la boca de los allí presentes al ver como la espada de madera escapaba de la mano de Don Pelayo e iba a parar a unas cuantas varas de distancia, dejándolo aturdido e indefenso frente a su rival.

- ¡Aún habedes por aprender, joven Pelayo!. - Exclamó triunfal el de la Vega al tiempo que lanzaba senda estocada a su adversario. Por suerte, ese último golpe, impreciso a causa de la emoción, quedó bastante lejos de alcanzar a su objetivo.

 

- Tiradas (15)

Notas de juego

- Acciones: Arturo de la Vega realiza una Añagaza (reduce a la mitad tu % en Parada) y una Parada.

- Pifia: Para ir empezando bien, al estilo "aquelárrico", el resultado de tu acción defensiva es una pifia...
Resultado de la pifia: El PJ pierde las siguientes 1D3 acciones de combate (ya sean las que le queden en este asalto o en el siguiente).
Como Arturo iba primero en iniciativa, doy por hecho que haces la parada (pifia) antes realizar tu ataque, pues tienes que defenderte antes que nada de la añagaza. Por tanto, pierdes la acción de ataque de este turno (que de todas formas hubiera sido un fallo), y las otras dos del próximo asalto.

- Daño: La añagaza causa 12 PD. La armadura de Pelayo absorbe 5, restando 7 que se dividen a la mitad por ser en el brazo derecho. Sufres un total de 3PD. No te asustes, calculamos el daño sólo por tener una idea aproximada de como va el combate, que son espadas de madera... ;)

- Segundo asalto: Como no tienes acciones en este asalto debido a la pifia anterior, ahorro tirar Iniciativas. Las acciones de Arturo son: Desarmar y Ataque.

- Desarmar: Pierdes el enfrentamiento de FUE contra Arturo (que encima es un crítico, así que diremos que tu arma va a parar bien lejos). Pelayo queda desarmado.

- Tercer asalto: Dejo hechas las tiradas de Iniciativa por si quieres (que lo dudo) continuar la lucha. Declararías tu primero.

 

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14/09/2016, 08:47
Pelayo de Arango

Sorprendido y aturdido ante el alarde de maestria de Don Arturo de la Vega y de mi propina torpeza exclamo -Soy afortunado en poder contar contigo en mi lado de la batalla, pues una espada como la vuestra sin duda me da mas seguridad que 10 de esos malditos sarracenos. Aun tengo mucho que aprender de vos, maestro. Espero algun dia llegar a alcanzar su grado de maestria, ¿pues no acabais vos de desarmarme en un santiamen? Si vos quisierades y esto fuera una lucha real y no un mero artificio, por Dios, que mi cabeza estaría rodando por el albero-

Levantando las manos y mostrando las palmas -Me rindo, me rindo, vive Dios. Aun debo practicar mas con peleles de madera y paja antes de osar enfrentarme a vos en buena lid- Digo con cierto aire de mofa 

Notas de juego

Nada, nada. Ante la diosa fortuna no se puede hacer nada. Me rindo. Ya habra dias mas propicios para los dados. jejeje

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14/09/2016, 10:16
Sixto de Salamanca

Desde la ventana de mi alcoba contemplé aquel breve lance: chocaron las maderas cuál aceros, y se sucedieron un par de estocadas, que culminaron en la victoria del maestro de un soberbio golpe que arrancó el arma de las manos de Pelayo. Reí divertido ante la rápida derrota de don Pelayo, mas me sorprendí de que encajase ésta con tal diligencia, pues común era que los guerreros, ante semejante humillación, desearan revancha en la que probar su hombría y valía en el arte que desempeñaban. Con tal pensamiento volví a la alcoba, y allí dime matinal ablución en la palangana, y luego eché por encima mi parda vestimenta, y salí de la estancia, acudiendo al patio de armas, en donde se desarrollaban los entrenamientos con la diligencia habitual.

- Buena mañana, hermanos.

Saludé a los fráteres que allí se congregaban, prestos a entrenarse en el noble arte de la guerra. No era tal para mi, aunque en cierto modo me fascinaba el conflicto del hombre contra el hombre, y las lecturas sobre estrategas de la antigüedad siempre me habían exaltado. Me acerqué a don Pelayo.

- Buen espectáculo habedes ofrecido aquesta víspera, buen Pelayo, manque témome que vos han sentado en breve lance. ¿Non habedes de buscar revancha, ante tal derrota? Me consta que sodes más hábil de lo que pudiere parecer, con lo visto.

Reí, dando a entender que no buscaba provocar al de Arango, sino todo lo contrario: era franca mi curiosidad por saber si no sentía deseos de enfrentarse de nuevo a Arturo, y así probar su valía.

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14/09/2016, 10:46
Pelayo de Arango

-Buen dia, sixto- dije al hombre erudito que se acercaba a nosotros. Le vi llegar con una sonrisa socarrona lo que me hizo suponer que de alguna forma habia llegado a sus oidos o incluso habia presenciado mi desastrosa mañana de practicas

 ¿Non habedes de buscar revancha, ante tal derrota? Me consta que sodes más hábil de lo que pudiere parecer, con lo visto.

 -Mal cristiano sería si no acepto con humildad lo que Dios nos impone. Si mi maestro, Don Arturo, ha sido iluminado por la gracia de Dios y de una sola estocada ha desarmadome, así debo de aceptarlo, pues no ha duda de que Dios asi lo ha querido. La ira y la revancha son la peligrosa vereda que no lleva al odio, y allí, el maligno no espera presto para sumirnos en sus dominios- Dije mientras dando unos pasos recogía la espada de madera que habia salido volando de mis manos

-Al contrario, doy gracias al señor porque este mal paso que he dado haya sido blandiendo este pedazo de roble y no un acero bien afilado, y que el que estaba en frente mio era mi maestro y no un salvaje infiel. Daré gracias al altisimo por ello en el siguiente oficio, buen Sixto-

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14/09/2016, 23:56
Jaime

-¡Jajaja!. -una carcajada estridente estalló en el patio -¡Fablades con más soltura de la que lucháis, mi buen Pelayo!. -bromeó Don Arturo ante el discurso que el joven de Arango le había dedicado al sabio. Discurso que éste último recibió con una sonrisa que hacía difícil discernir que opinaba el erudito de tales argumentos.

Que difícil sería asegurar, en todo caso, que el Altísimo metiera la mano en cada paso, en cada pensamiento, y en cada acción que los hombres hubieran de dar. Que por muy Omnipresente y Todopoderoso que fuera, el mundo era basto y las gentes que lo poblaban eran muchas. Más tales disquisiciones las dejaremos para otro tiempo y lugar, pues nos alejan demasiado de lo que nos ocupa, pues, con malas nuevas, un jinete está apunto de llegar...

 

... Y los cascos de la montura tronaron como el relámpago por los campos de los alrededores de la Torre del Clavero obedeciendo las órdenes del jinete. Pronto se hizo visible el escudo de la familia Arango, acompañado por un rostro enrojecido y turbado. Jaime se llamaba el mensajero, y fiel servidor era de la famila de Pelayo, aunque el joven noble no lo conocía personalmente. Cabalgar era lo que más le gustaba al mensajero, pero ni si quiera sentir el viento en su rostro mientras espoleaba a su caballo lanzado al galope colina abajo presto de llegar a su destino acomodó su semblante sombrío.

Tiró de las riendas con firmeza al llegar al patio. El caballo relinchó. Con premura y diligencia desmontó y se dirigió diréctamente a Pelayo. No le costó deducir quien de los allí presentes era el joven de Arango, pues lucía la misma presencia y porte que su padre años ha.

-Mi Senyor. -se inclinó respetuosamente. -vuestra hermana os manda aquesta misiva. Ha rogádome que vos fuera trayda con la mayor de las premuras.

El sello era auténtico, intacto. La cursiva, sin duda de Adriana, rezaba así:

 


                               Querido hermano mío,
 

Mucho ha pasado, et otro tanto ha cambiado, desde que marchares del hogar.
Ya sabedes que la salud de madre non fue buena tiempo ha, más cuando padre
nos dejó, tornóse mucho peor. Malos tiempos son aquestos para nuestra familia que,
cuál una gota en la lluvia, disuélvese inevitablemente.

Quiero que sepades, por el mi puño et letra, que por decisión de madre he
tomado los hábitos. ¡Más non puedo más con aqueste encierro hermano!
Aquestos muros fríos et oscuros se me fazen cual jaula de yerro,
non puedo más. Non puedo...

Aquestas letras son una despedida, mi amado Pelayo. Vos adoro hermano mío, 
et sabed que, aunque non volvamos a vernos,
siempre vos hallaréis en el mio pensamiento et corazón.

                                                              Con todo el mi amor,     Adriana.


 

El corazón de Pelayo comenzó a latir con fuerza. El rubor escaló hasta su rostro y su mente, temerosa, era incapaz de entender que ocurría allá en Oviedo. Sólo tenía clara una cosa; algo iba mal y su familia le necesitaba.

 

Notas de juego

Dejo visible la carta para Sixto, pues hace falta 50% en Leer y Escribir para leer en voz baja ;).

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15/09/2016, 09:47
Pelayo de Arango

En acabando de leer la carta noto un nudo en el estomago que me agarra las entrañas. No solo por las nuevas que traeme la misiva mas por que un negro presentimiento me acecha. No llego a comprender por que la buena de mi hermana habiendo tomado los habitos, como hice yo años ha, siente esa necesidad imperiosa de huir.

-¿Acaso no hay mas alto cometido en la vida que servir a nuestro señor en cuerpo y alma?-

Me dirijo a Don Arturo y a Don Sixto -Parece que en mi hogar las cosas no van bien. Madre anda quejumbrosa y muy dañada de salud, y mi hermana parece haber perdido el juicio. O eso, o algo grave que no alcanzo a ver le esta ocurriendo que nubla su entendimiento. Tomó los hábitos hace tiempo por peticion de mi madre mas parece que el servicio del señor, aun siendo noble cometido, no la satisface. Temo que cometa alguna insensatez. Mas aun cuando mi hogar, sin padre, con madre muy aquejada en su salud y mi hermana en esta situacion, estará desatendida-

Dudo antes de seguir hablando pues las dudas me asaltan. Me dirijo a Don Arturo -Don Arturo, ¿como veis vos si solicito a Don Iñigo de Toledo su permiso para acudir a resolver estos asuntos familiares?. Estoy en demasía preocupado y no quisiera ver como es malograda toda mi herencia por desatención-

Espero que no haya problema - pienso- debo hablar con mi hermana y hacer que vuelva a recuperar la fe, seguro que con mis palabras conseguiré iluminarla  

 

Notas de juego

Don Iñigo de Toledo era el nombre del Clavero de la Orden de Santiago en Salamanca, no es verdad?

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15/09/2016, 19:08
Sixto de Salamanca

Sorprendido acogí la humildad de aquel caballero, poco acostumbrada entre gentes como él. Habríale replicado que esta era buena compañera, pues también en el camino del saber el aprendizaje requiere incontables tropiezos, y sólo el pasar por estos puede llevar a la sabiduría y la razón. Empero, un jinete, portador de malas nuevas, hubo de presentarse en el lugar que había tornado en mi hogar, trayendo consigo la misiva que sembrara de tristeza y sombra el corazón del de Arango. Ante sus dudas, intervine:

- Que don Arturo vos diga, mas credo que el Clavero es omne sabio et comprensivo, et sabrá entender los temores de vostra alma. - díjele, tratando así de animarle a que acudiese al señor del lugar, y de él solicitase favor para partir en pos de su hermana - Et si necesitades de compaña en aqueste viaxe, pudiére yo servos de ajuda. Non soy ducho en sanar el alma, mas quizá mis artes puedan servirvos en el camino, si el Clavero siente que puede prescindir de mi ayuda*.

Dicho lo cuál, posé mi mano en el hombro de don Pelayo, en señal de apoyo, y me aparté para darle ocasión de reflexionar, y así tomar decisión que conviniese a su espíritu.

Notas de juego

* Ahí lo dejo, por si encarta xD.

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18/09/2016, 02:35
Narrator

Ninguna duda mostró Don Arturo en su respuesta a la cuestión que Don Pelayo le presentaba. Y no erró en su resolución, pues impedimento alguno puso Don Iñigo de Toledo ante tal necesidad. Más bien todo lo contrario, pues el clavero, hombre capaz e inteligente, no había llegado a tal rango por casualidad. Suya era la tarea de guardar las llaves de la muralla de la ciudad, y tal labor albergaba un significado intrínseco al mero hecho de proteger el objeto físico; el cual era proteger la casa, lo propio, la familia y la identidad. Y todo eso, y algo más, peligraba allá en Oviedo para Pelayo.

Ordenó el clavero que se prestara ayuda en cuanto había que disponer para la partida del heredero de Arango. Incluso puso a disposición de éste un par de hombres y un carro tirado por dos formidables caballerías para que el alquimista de viejos huesos no sufriera un martirio en tan apresurado y largo viaje que había por venir. Así pues, con mucho ajetreo, pero también con impecable diligencia, estuvo a media tarde todo dispuesto para que el joven de Arango partiera en dirección a Oviedo.

 

Notas de juego

Se presenta un viaje largo, de aproximadamente 54 millas en linea recta. En carro tardaréis entre dos y tres semanas en llegar a Oviedo. No imaginaba que la Torre el Clavero estuviera tan lejos, pero a lo hecho pecho.

Os dejo un último post para preparar lo que creáis oportuno, así como pedir alguna ayuda "extra" al clavero si os parece conveniente (aunque su generosidad ya es más que sobrada, creo yo).

Esto una introductio, así que el viaje será bastante resumido, pero no os confiéis, que los caminos son traicioneros, y justamente de eso va esta aventura... ;).

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19/09/2016, 19:30
Sixto de Salamanca

Tras largo tiempo encerrado en aquella torre, hube de agradecer tener al fin la ocasión de salir de entre aquellos muros. Ciertamente, en ellos había permanecido a salvo de captores y vigilancias, pero en ellos había sentido que se anquilosaba mi saber, pues, completa la lectura del tomo que obtuve en Zaragoza, poco más pude leer. Echaba de menos también las conversaciones con otros eruditos, las cuales mantenían mi espíritu despierto y alimentaban mi inteligencia en mutuo intercambio. Sabía que aquel viaje al norte no me devolvería estas, al menos no inmediatamente, pero no hube de perder la esperanza de que en un futuro pudieren darse.

No pedí gran cosa al Clavero: provisiones y una bestia de carga para llevar mis bártulos sin peligro habrían de ser bastante. Si no podía darse, lo harían mis cansados huesos, como tantas otras veces. Con tales demandas me dispuse para la partida, confiando en que los caminos no nos traicionasen en exceso, y en que la presencia del de Arango ahuyentase a los bandidos y malhechores.

- Parésceme que habremos de emprender largo viaxe, don Pelayo. - díjele, cuando estuvimos listos - Mis huesos non son prestos a tales lides desde ha ya algún tiempo, mas habrán de resistir.
 

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20/09/2016, 11:28
Pelayo de Arango

Con todo dispuesto para partir y agradecido por la bondad y generosidad de Don Iñigo me preparo para emprender viaje junto a los dos hombres de la orden y Sixto. 

 Parésceme que habremos de emprender largo viaxe, don Pelayo. - díjele, cuando estuvimos listos - Mis huesos non son prestos a tales lides desde ha ya algún tiempo, mas habrán de resistir.

-Asi es Don Sixto. No puedo mas que agradecer tu compañía en estos duros días que se avecinan, pues tu saber y tu consejo me será de gran ayuda. Ya he visto de lo que es capaz tu intelecto. No debe preocuparse por la intendencia del viaje. La gente de la Orden somos rudos y estamos acostumbrados a vivir en el camino. El carro que nos ha proporcionado Don Iñigo servirá para llevar sus pertenencias y permitirnos hacer camino más cómodamente. Sin duda el camino sera largo y puede que peligroso, mas si un Caballero de Alcantara con dos hombres a su servicio no son suficiente garantía de seguridad, nada lo será. Solo espero que a mi llegada a mi tierra no me encuentre algo irrecuperable, Dios no lo quiera- Digo santiguándome 

Sigo preparando mi montura, ese viejo corcel que ha pasado tanto a mi lado. Sin duda ya no es ni la sombra de lo que era pero creo que aun puede servirme bien en este, que puede que sea, su último viaje. 

-Vamos corcel, que tenemos camino por delante. Iremos al paso de la carreta, no te preocupes. Se que la situacion es grave mas no hay que perder la calma. Haremos el camino a la velocidad adecuada- Digo a mi corcel mientras le acaricio la grupa y acabo de fijar los últimos correajes

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21/09/2016, 02:35
Narrator

Poco más había que preparar, y si muchas leguas por caminar. Así que sin más demora hubo de partir aquella pequeña compaña formada por un caballero, un alquimista, y dos hombres de armas montados en un carro tirado por dos bestias. 

Varios días trascurrieron con normalidad: La compaña disfrutaba de las vistas que ofrecía la andadura; paisajes montañosos de perfiles abruptos adornados por fincas ganadas palmo a palmo al bosque que rara vez ofrecían a sus labriegos la ventaja de ser planas. Lo habitual de éstas es que tuvieran pendientes más o menos acusadas por las que la tierra fértil, privada de la sujeción de los árboles, se deslizaba durante los barbechos, acumulándose en la parte baja. Así, antes de cada nueva siembra era menester transportarla hasta su lugar de origen y esparcirla sobre su antiguo lecho, el cual se hallaba cubierto de musgo, de manera que acogiera en su seno cálido la futura cosecha. Una tarea sencilla aunque agotadora sin duda era aquella.

El viejo alquimista, ya con su cuerpo cansado aunque con su mente aún despierta y fresca, pasaba la mayor parte del tiempo en la parte trasera del carro, viendo cómo el camino se perdía en la lejanía, y para evitar que su talento se perdiera con él, allí, sentado sobre un pequeño reborde, trabajaba a ratos en sus cosas; que a veces leía pequeños fragmentos de un viejo y pesado libro, como preparaba ciertos "mejunjes" de aspecto pegajoso.

En cambio, el caballero perdía muchas horas mirando pasar la tierra bajo sus pies o acariciando la crin de su viejo jamelgo. Apenas había en su cabeza espacio para algo que no fuera su hermana y el infortunio que se cernía sobre su linaje.

Y así pasaron los días, tranquilos, hasta que en una silenciosa noche, la luna quiso llamar a la desgracia.

 

-Aaaaaauuuuuuuuuuuuuuu... -El aullido del lobo rasgó la oscuridad.

 

Notas de juego

- Pelayo, corrijo tu post anterior. Es Don Iñigo de Toledo quien provee, no Don Arturo como has escrito.

- Despertáis sobresaltados. Entiendo que ambos dormís en el carro, cómodos y guarecidos, mientras los otros dos montan guardia, cocinan y mantienen el fuego. Corregidme si me equivoco.

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21/09/2016, 11:17
Sixto de Salamanca

Húbeme de despertar sobresaltado en medio de la noche, sintiendo el escalofrío correr por mi espalda cuando aquel aullido aterrador llegó a mis oídos. ¿Sería aquel sonido el quejido del temible lobo? ¿O tal vez alguna otra bestia? No pude saberlo al momento, y sólo el sobresalto de quienes conmigo viajaban me permitió saber a ciencia cierta que tal gemido no lo habían engendrado mis sueños, sino una criatura de carne y hueso.

- Don Pelayo. - dije, alarmado - Credo que non hallámonos solos...

Demasiado tranquilo había sido el camino hasta ese lugar, demasiado calmada la marcha, exenta de maleantes y otras desgracias. La campiña leonesa nos había tratado bien hasta el momento, pero ya no habríamos de gozar más de sus bondades. Rebuscando entre mis ropas, tome la brillante y lisa piedra de mercurio, y formulé unas palabras en latín.

- Venti sapientiae animae insidere.

Murmuré, mientras frotaba la piedra con las manos, esperando que su influjo favoreciese mis intenciones posteriores.
 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Bueno, pues me estreno recogiendo rápidamente mi piedra y con... ¡crítico! :P. No sé si puedo elegir efecto, si es así, me gustaría un efecto aumentado (osea, no que dure más, sino que me aporte más bonus).

Me anoto el gasto de PC y el aumento de IRR temporal ;).

 

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21/09/2016, 11:34
Pelayo de Arango

-Calmaos Don sixto, non deben ser mas que algunas fieras que rondan en la noche. Non credo que atrévanse a atacarnos. Somos nos 4 hombres y un fuego que de seguro les auyentará- digo con mas esperanza de calmar las inquietudes del alquimista que con total certeza.

Levántome y salgo del carromato para ver el estado de los hombres de armas y calmarles en caso de que hayan escuchado el aullido y se encuentren exaltados

Notas de juego

Pelayo, corrijo tu post anterior. Es Don Iñigo de Toledo quien provee, no Don Arturo como has escrito

Correcto. Fue un lapsus 

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21/09/2016, 12:43
Lobos

Aquel agudo aullido no sólo sacó de su descanso al caballero y a su viejo y sabio amigo, sino también a los dos ahora acongojados acompañantes. El rostro de uno de ellos, el de quién debía mantenerse despierto y cuidar del fuego del que ahora sólo quedaban rescoldos, se desfiguró aterrado. Temía aqueste más la reprimenda y castigo que habríale de dispensar Don Pelayo por tal descuido, que las propias fauces de aquellos lobos aún invisibles.

Entretanto el alquimista se concentraba en recitar, con calma y precisión, viejos salmos en latín. La piedra que sostenía su mano, pulida ya por el paso del tiempo y sus dedos, comenzó a calentarse ligeramente. Al parecer aquellos latinajos funcionaban...

-Auuuuuuuuuuu... -otro aullido, esta vez más cercano, atravesó la noche. No tardó éste en ser secundado por otro, que a su vez fue respondido por otro más, anunciando con saña y certeza la ahora inminente desgracia que había de suceder.

Más aquella noche, aún con la hoguera sentenciada a muerte, quiso el misericordioso Altísimo que la luna luciera casi plena, iluminando aquella campiña con luz de plata como si de un enorme y majestuoso candil se tratara. Pudieron así, gracias a tal bendición, discernir los hombres entre aquel juego de luces y sombras que la luna propiciaba, la silueta de varios lupinos que, de momento curiosos y quien sabe si también hambrientos, se movían en derredor de la compaña.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

- Disponéis del equivalente a un asalto para últimos preparativos antes de que tire las iniciativas. 

- No hay hoguera, ni antorchas encendidas, aunque por suerte la luna brilla con fuerza y el cielo luce despejado. Aplicaremos por tanto a todas las acciones (que por lógica se vean afectadas) un malus por oscuridad de -50% que se convertirá en -25% si encendéis alguna fuente de luz.

- Uno de los hombres ha fallado su templanza, por tanto tiene otro -25% acumulativo a sus acciones. Dicho malus puede ser anulado por una tirada exitosa de Mando por parte de Pelayo. Vosotros no debéis tirar por Templanza.

- Intuis aproximadamente 4-6 lobos, aunque no podéis estar del todo seguros.

- Los hombres están a las ordenes del caballero. Así que esperan instrucciones ;).

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22/09/2016, 09:46
Pelayo de Arango

-Vamos!! Roman, Rodolfo*....a las armas. Acaso no veis que nos están rodeando esos lobos?- digo mientras echo mano de la espada y del escudo

-Mantener la linea junto a mi, que no lleguen a la carreta!- Ordeno mientras intento colocar a los soldados de forma que el alquimista pueda llegar hasta la hoguera (o los restos de ella) sin que pueda ser fácilmente atacado
Mirando rápidamente atrás veo al alquimista que sigue con sus salmos. Seguro que es algo util, pues ya le he visto en acción y se que clase de prosigios es capaz de crear -Don Sixto, avive las llamas, la luz los espantará. Si ven fuego seguro que se alejan!

- Tiradas (1)

Notas de juego

* Les he puesto nombre a los dos hombres así a bote pronto. Si no son adecuados cambiamelos por favor

Aunque había caballeros de orden militar que entre sus votos estaba el de pasar la noche con sus armaduras puestas me parece algo bastante ilógico asi que, salvo que me digas lo contrario, supongo que voy sin la cota de malla llevando como unica protección ropa fina, mi espada y mi escudo (estos últimos los cojo durante el asalto de preparación, uno por acción de combate)

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22/09/2016, 09:54
Sixto de Salamanca

El nuevo aullido hubo de sobresaltarnos de nuevo, en tanto las acechantes bestias se nos aproximaban. Grande era el peligro, aunque quizá don Pelayo no lo viere, y más nos valdría andar con ojo y permanecer bien juntos.

- Quizá debieren vuestros omnes dar vida a esa hoguera.

Comenté aquello mientras rebuscaba entre mis bártulos, hasta dar con un frasquito de barro de cierto peso, que contenía un viscoso líquido blanco. Comencé entonces un nuevo ensalmo, acariciando la superficie del vial mientras mis manos le daban calor y el hechizo comenzaba surtir efecto.

- Concoctio sapientiae, illuminare spiritum meum.

Abrí el frasco entonces, y bebí de su interior, sintiendo cómo mi entendimiento aumentaba, y así hube de hallar en él el saber que necesitaba para enfrentar aquella situación.

- Vos sugiero, don Pelayo, que mantengades a tales bestias a raya, que ha de espantarlas el mío saber.
 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Pues me tiro una Leche de Sapiencia para Conocimiento Mineral +50%, como comenté.

PD: Sixto se queda en el carro, tratando de protegerse tras los soldados.

PD2: Nos hemos solapado, pero vamos, que Sixto a lo suyo xD.

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23/09/2016, 01:56
Lobos
- Tiradas (7)

Notas de juego

ORDEN DE DECLARACIÓN DE ACCIONES:

1- Sixto
2- Lobo3: Movimiento de melé contra Román
3- Lobo1: Movimiento de melé contra Rodolfo
4- Román: Desenvaina (maza) y Ataque contra Lobo3
5- Pelayo
6- Lobo2: Movimiento de melé contra Pelayo
7- Rodolfo: Desenvaina (maza) y Ataque contra Lobo1

NOTAS:

- Pelayo, me parece lo propio eso de que no lleves la armadura puesta, que de paso para eso están Román y Rodolfo, quienes si llevan puestos sus gambesones.

-Hay 5 lobos. En este asalto atacan 3. Los otros siguen rondando y acercándose, así que tened en cuenta que en cualquier asalto posterior pueden querer unirse al festín...

- Ya que los lobos actúan de manera bastante simple y esto no deja de ser una introductio, me salto un poco el orden y agilizo la declaración de acciones.

- Podéis hacer vosotros las tiradas que no interfieran directamente en la acción, como por ejemplo las de Sixto (alquimia, con. mineral, etc...). Para las demás acciones nos seguimos ciñendo a lo ya dicho en la escena de reglas.

- Recordad el malus por oscuridad (si procede) y lo puñetero que es combatir en melé ;).

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23/09/2016, 08:58
Sixto de Salamanca

Con gran impaciencia, comencé a rebuscar entre los minerales que descansaban ordenadamente en el interior del zurrón.

Malaquita, piedra sulfurosa, mineral de cobre...

Pasé uno por uno, tocándolos con los dedos y tratando de ayudarme de la vista, que no acompañaba en tan sombría hora de la noche. Al fin, logré reunir lo que necesitaba: un mortero, piedra sulfurosa, algo de agua, y una lima para luego añadir los restos de malaquita.

Las propiedades de aquellos minerales eran únicas, especialmente las del sulfuro, que, decían, era abundante en el infierno. Allí en la tierra, en cambio, su olor habría de (o eso esperaba yo) aturdir o ahuyentar a aquellas bestias.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Mis acciones: pensar la mezcla y buscar los materiales en la bolsa. Dejo hecha la tirada de Conocimiento Mineral.