Partida Rol por web

Una vez dentro de casa, Kotaro y Ryusei estaban en la cocina haciendo la cena. Charalaban amistosamente, manchados de harina, huevo, agua y una salsa rara que parecía mayonesa verde.

Kotaron:- ¡One-san! ¡Te he visto actuar! ¡Serás famosa! Todas mis compañeras quieren ser como tú.

Nada más pasar el umbral de la puerta se quitó los zapatos con los dedos ateridos por el frío, emitiendo un gemido de alivio al poner por fin los pies descalzos en el suelo. Estaba deseando entrar en calor pero las voces de Kotaro y su padre en la cocina la atrajeron irremediablemente hacia ahí, donde se los encontró a los dos cocinando, atareados.

- ¿Sí? ¿Te ha gustado? - le desordenó el pelo en una caricia cariñosa, sonriendo con ternura -. Yay, estoy tan contenta de que hayas venido a verme...a...¡achús! - se colocó el índice bajo la nariz -. Me ha cogido la lluvia y estoy helada, voy a tomarme un baño caliente, ¿vale?

Se quitó el vestido con alivio para sumergirse en la bañera casi hirviendo, aunque aquello fue sólo un remedio pasajero pues se le había metido el frío y no tardó en volver a tiritar al salir. Por lo menos enfundada en un grueso pijama y envuelta en una bata se sentía mejor.

Tras la cena no tardó en irse a dormir. Estaba cansada y sentía frío pero el principal motivo era que quería estar bien para el día siguiente para así verse con Tezuka así que bastante más pronto de lo habitual en ella se metió en la cama, encogida bajo las mantas, dispuesta a dormirse y pensando en los sucesos de aquel día.

Seis de la tarde del día siguiente. Ya plenamente recuperada del chapuzón y del cansancio del día anterior, cargada con los libros y el material para estudiar, Yukino fue a casa de los Kunimitsu. Llamó a la puerta, ¿y qué se encontró? Cara a cara a Mei que se la quedó mirando algo sorprendida. Sin duda alguna no le esperaba.

- ¿Kazehaya-san?- Imaginaba qué podía estar haciendo ahí, pero Tezuka no estaba en casa en esos momentos. Aunque volvería pronto.- Qué sorpresa. Pasa.

Se hizo a un lado para dejarla pasar.

La noche de descanso, arropada hasta las cejas con varias mantas, le había sentado de fábula. A pesar de que la sombra del ladrón seguía cerniéndose en sus pensamientos lo cierto es que tenía sobrados motivos para ser feliz. Tezuka le había dicho que la quería y aquel día quedarían para estudiar. "Estudiar". Se preguntó si era realmente aquello lo que el chico tenía en mente. Bueno, el caso es que ella sí y por lo menos intentaría llevarlo a cabo.

Aquel día había cogido el paraguas por precaución, lo que sumado al montón de libros que cargaba le dificultaron el paseo que tenía hasta casa de los Kunimitsu de modo que cuando llegó se sintió realmente aliviada de poder descargar su peso.

- Oh, hola Mei-san - le extrañó que fuera ella quien la atendiera aunque por sus comentarios sólo le quedó imaginar que Tezuka no había dicho nada. Arrugó el ceño con cierta duda -. Había quedado con Tezuka...esto...Kunimitsu-sempai...no...Tezuka - se ruborizó un poco, consciente de los rodeos que estaba diciendo por un simple nombre -...para estudiar.

La veía tan azorada que no pudo evitar sonreírle para tranquilizarla un poco.

- No te preocupes. Pasa.- ayudó a Yukino con los libros mientras se quitaba el calzado- Tezuka-nii ha tenido que salir a comprar unas cosas. Pero no te preocupes. Llegará en unos minutos. ¿Me ayudas mientras con las galletas?

Pasó a la cocina en la que Mei estaba trabajando. Aún no olía a quemado ni se veía ningún ingrediente extraño no relacionadocon las galletas de chocolate.

Comenzó a seguir mezclando ingredientes.

- ¿Debería llamarte onee-san?

No sabía exactamente cuando había pasado de sentir recelo hacia Mei a considerarla una amiga pero lo cierto es que cualquier sentimiento contrario a ella que pudiera experimentar al principio se había evaporado para verse sustituido por un cálido afecto. Le sonrió agradecida cuando la ayudó con los libros y asintió con entusiasmo.

- Claro, vamos - quizás de aquel modo podría ayudarla y convertir unas galletas destinada al desastre en algo bueno. Estaba observando cómo ayudar cuando le soltó la última pregunta por sorpresa, haciéndola enrojecer de forma violenta mientras la miraba con cara de pasmo y sin decir nada durante unos segundos hasta que, por fin, se llevó una mano a la cara totalmente avergonzada -. Tan obvios fuimos, ¿huh? - cerró los ojos un momento con gesto apurado -. ¡Esto es tan vergonzoso! Sólo llámame por mi nombre de forma normal - al final abrió los ojos, visiblemente turbada de modo que se acercó al bol con la masa que sostenía la chica, intentando cambiar de tema -. ¿Quieres que mezcle yo? Debes estar cansada, se hace pesado, así tu puedes ir añadiendo la harina poco a poco y yo voy mezclando, será más fácil si lo hacemos entre las dos.

La cantarina sonrisa de Mei llenó la sala ante el comentario de Yukino. Quizás era la primera vez en todo aquel tiempo en que se escuchaba la risa de la chica.

- Bueno, él no para de mirar el móvil una y otra y otra vez... en la obra de teatro congeniásteis demasiado bien y le has llamado "Tezuka"... pero no te preocupes. Hayane-nee creo que ni lo imagina.- aceptó el que cambiaran lugares en las tareas.- Tampoco tengas vergüenza. Creo que eres lo mejor que le ha podido pasar a Tezuka-nii. Al menos ya no anda metido en todas las peleas del mundo.- echó un poco más en la mezcla.- ¿más?
 

No dijo nada a sus siguientes palabras pero lo cierto era que, a pesar de lo avergonzada que estaba, se sentía feliz de que Mei considerara que era buena para Tezuka. De hecho, tuvo que hacer grandes esfuerzos por no sonreír tontamente, encantada de la vida con sus palabras, forzándose a seguir concentrada en la tarea de remover la masa hasta que adoptara la textura adecuada.

- Ves vertiendo poco a poco, para cuando se vea muy blanco y cuando haya integrado la harina en la mezcla vuelves, así hasta que quede una masa homogénea. Luego lo dejas en la nevera media hora para que repose y ya podrás cortar las formas que quieras y al horno - se dio cuenta de que sus instrucciones podían ser tomadas a mal así que tuvo la decencia de lucir un poco avergonzada -. Ah...lo siento...a veces mi oni-chan me ayuda cuando cocino y estoy acostumbrada a explicarle paso a paso qué hacer. Una vez mi onigiri acabó con forma de serpiente porque según él "molaba" más.

Hizo caso en todo momento de lo que Yukino le comentó sin poner mala cara ni pegas.

- No te preocupes. No estoy acostumbrada a recibir instrucciones, pero a ti te dejo, Yukino-san.- primera vez que la llamaba así, haciendo caso de lo que le había pedido momentos antes.- ¿Te quedarás a cenar? ¿O prefieres que te guarde unas pocas?

En ese momento bajó Hayane en modo zombie. Debía de llevar horas estudiando - o probando suerte- y se la veía agotada y desanimada.

Hayane:- Necesito energía...- y fue cuando se percató de la presencia de Yukino- ¿Kazehaya-san? ¿Qué haces aquí?

Mei:- Me va a hacer un favor.- contestó Mei.

Hayane:- No le habrás pedido que me ayude a estudiar.- la fulminó con la mirada.- Aunque seguro que será mejor profesora que tú...

Mei:- Oi, Hayane. El problema no es mío...

Pero Hayane no escuchaba mientras abría el frigorífico.

Hayane:- La última vez me pegaste tan fuerte que tuve cuatro chichones en uno...

Mei:- Eso no fue así...

Hayane:- Y todavía aún me duele. No sé por qué te ha tocado ser la inteligente de la familia...

Mei:- Eso es porque estudio y te pegué porque no parabas de inventarte un idioma en vez de hablar en inglés... tras cinco horas de intentar despertarte...

Le sonrió, algo azorada a Mei mientras seguía mezclando con insistencia en fuertes movimientos envolventes, logrando que la masa adquiriera una textura más o menos adecuada. Si los demás ingredientes eran los correctos ya era otro tema. En eso seguía cuando unos pasos hicieron que su mirada se desviara hacia la puerta, con pocas esperanzas de que fuera Tezuka pues de algún modo sabía que él caminaba de forma distinta.

- Pues... - iba a responderle a Mei pero se vio interrumpida por Hayane, de modo que decidió responder a esta -. Pues... - pero de nuevo no pudo contestar pues las dos hermanas empezaron a "discutir", logrando que una enorme gota de sudor se formara en su sien mientras seguía mezclando -. No he dicho nada en casa de quedarme a cenar y vine para estudiar con Tezuka... - acabó diciendo por lo bajo sin querer inmiscuirse entre las dos.

Hubiera dado igual que Yukino hubiera hablado a gritos, pues cuando las dos hermanas se metían en aquel tipo de discusiones dejaban de escuchar a su entorno. Una demasiado metida en hacerse la víctima y la otra en aguantar las ganas de pegarle.

Hayane:- Y luego por la noche tengo que aguantar cómo repasas una y otra vez...

Mei:- Eso no es cierto.

Hayane:- Hasta sueñas con la lección...

Mei:- Tú sueñas con babas y Kototsu-sempai. Lo mío es más productivo...

La puerta se escuchó entonces. O lo más acertado habría sido decir que solo Yukino lo oyó. Tezuka apareció con unas cuantas bolsas de compra, ignorando a sus hermanas que seguían igual.

Tezuka:- ¿Ya has llegado? Perdona, me mandaron a hacer la compra.- dejó las cosas en la encimera. Hayane, que seguía discutiendo con aquella voz de agotamiento, se acercó como un gato a las bolsas y empezó a rebuscar en ellas.- ¿Subimos?

Hayane:- ... y luego está cuando te llevas los papeles plastificados al baño...

Mei:- ¡Estás plastificados porque sino me los babeas cada vez que intentas leer dos frases de ellos!

Hayane:- No tengo la culpa de dormirme... soy de sueño fácil con las asignaturas estas...
 

Había terminado de remover pero las hermanas seguían tan inmersas en su discusión que no parecía haber nada que pudiera distraerlas de la albor.

- Etto...ya se puede meter en la nevera...

Nada. Sus palabras se perdieron entre el griterío mientras Yukino se sacudía las manos de harina de forma ruidosa, algo que tampoco pareció llamar la atención de Mei y Hayane. Se quedó allí, con la boca torcida y gesto resignado hasta el momento en que apareció Tezuka.

Se hubiera sentido avergonzada si no fuera porque ni siquiera parecieron advertir su presencia o quizás simplemente la ignoraron.

- Etto...hasta luego.

Tras aquello se escabulló escaleras arriba con Tezuka, sujetando los libros con ambas mientras dejaban atrás con alivio el barullo que provenía de la cocina. No sabía dónde debía sentarse así que se quedó quieta, sujetando todavía los libros.

- ¿Siempre discuten tanto? Es un poco...abrumador - iba a decir que se había sentido violenta pero así quedaba mejor.

La habitación de Tezuka estaba tan bien ordenada y limpia como siempre. Solo la cama mostraba ligeras arrugas que marcaban que había estado tirado recientemente y no la alisó después. El olor que se había instalado era a champú y desodorante, lo que quizás demostraría que hacía poco que se duchó.

El chico le cogió los libros para dejarlos en la mesa de estudio y después fue a por un taburete para él mientras le respondía:

- Te acabas acostumbrando. Hayane puede llegar a ser muy cargante. Y Mei tiene más paciencia que yo.

Le cedió la silla cómoda a ella, sentándose él en el taburete de manera que ahora quedaban a la misma altura sentados. Suspiró y miró los libros unos segundos antes de mirarla de nuevo:

- ¿Ya es la hora del descanso?

Era la segunda vez que estaba en la habitación de Tezuka y tuvo que hacer esfuerzos por no mostrarse tímida al recordar lo sucedido la última vez, aunque lo cierto es que sin esos pensamientos en mente ya le costaba. Estaban solos en su habitación, pegados el uno al otro.

Abrió el libro de matemáticas, a sabiendas de que a pesar de que el temario de Tezuka era más avanzado pero aún así partía de lo que hacía ella de modo que estaba segura que podría ayudarle. Le sonrió ante su comentario mientras se anudaba el cabello en un moño caído para que no le molestara.

- No tengas tanta prisa por descansar. Mei dijo que soy una buena influencia para ti, así que a estudiar - le miró, con la risa bailando en sus ojos. Aquello iba a ser muy difícil, centrarse con Tezuka al lado. Pero se avecinaban los exámenes y al contrario que Tezuka ella se preocupaba por sacar buenas notas, lo necesitaba si quería ir a una buena universidad. Aún así no dejaba de ser una adolescente enamorada la que dijo las siguientes palabras -. Si estudiamos durante una hora podremos descansar diez minutos y te...eh...besaré como en el teatro - concluyó en voz baja y algo ruborizada aunque sin apartar la mirada de él.

La miró unos segundos. Quería besarla y pasar de estudiar. Quería pasar un rato ahí sin hacer nada porque estudiar era demasiado aburrido... pero no le quedaba otra que aceptar. Además el premio a una hora de estudio no estaba nada mal. Miró la hora en el reloj y puso la alarma.

- Una hora.- la miró en plan "y no me hagas trampa".- Venga... empieza a explicar, porque no tengo ni idea de nada.

Se colocó más cerca de la mesa, con la mirada decidida en el libro. ¡No podía ser tan difícil! Seguro que no. Pegó el primero de los bostezos. Sí que era hermano de Hayane.

Tenía que reconocer que la perspectiva de estudiar con Tezuka no era difícil sólo por la inevitable atracción que sentía por él sino porque era evidentemente un mal estudiante. Era obvio que estudiar no era algo que le motivara y por más que se rompiera lo cuernos pensando en algo que pudiera motivar, no lo había encontrado. Lo del beso había sido porque a ella le apetecía y sabía que él estaría conforme pero no era una gran técnica de motivación si estaba pensando todo el rato en aquello. 

- Estudiar no está tan mal, sólo tienes que verlo como algo que tienes que resolver para pasar al siguiente nivel, como si fuera un videojuego - comentó mientras anotaba en un cuaderno una derivada y se la ponía delante a Tezuka para que la resolviera.

En realidad a ella le gustaban las matemáticas más que la mayoría de asignaturas. Eran emocionantes y satisfactorias cuando lograbas encontrar el resultado, además no le exigían una gran concentración puesto que era algo mecánico de modo que acostumbraba a realizarlas escuchando música y cantando.

Le explicó a Tezuka cómo resolver la primera y luego le copió diez más para que las resolviera mientras que ella hacía lo propio tarareando entre dientes.

Le costaba tanto esfuerzo concentrarse que hasta tenía los músculos del cuerpo contraídos. Estaba tenso y las orejas amenazaban con echar humo, pero no se quejó en ningún momento.

Miraba de vez en cuando el reloj, deseoso de ese tan merecido descanso al tiempo que cogía lápiz y pensaba bien antes de escribir. Tezuka tenía unos números bonitos y una escritura que se entendía bastante bien y cuando estaba concentrado ni siquiera pestañeaba, ni suspiraba, ni hablaba, ni nada.

Pienso sacar la mejor nota en el examen. Aunque tenga que tirarme horas estudiando. Si no seré un don nadie para ella.

Terminó la décima integral que Yukino le puso y faltaban diez minutos para culminar la hora. ¡Pero no aguantaba más! La miró ahí, haciendo ejercicios y tarareando. Estaba realmente guapa a su lado y no podía evitar pensar que todo aquello había sido gracia a que eran unos locos y por un perro. La primera vez que la tuvo en su habitación el solo tenerla al lado en la cama le ponía tenso y nervioso por mucho que quisiera disimularlo, ahora estaba relajado, consciente de que podía hacer lo que le apeteciera pues ella no se lo tomaría a mal.

Suspiró y estiró los brazos mientras continuaba mordisqueando el tapón del boli. Ahora no estaba nervioso, pero necesitaba masticar algo para estar concentrado.

- Ne, ne, Yukino.- la llamó.- Ya ha pasado la hora.- lo dijo totalmente serio a sabiendas de que la alarma no había soñado.- Exijo...- se levantó y cuando menos se lo esperaba Yukino estaba en sus brazos.- ... mi premio.- cuando la dejó de nuevo libre de sus brazos fue en su cama. Antes de que pudiera levantarse, él ya se había tirado al otro lado, pero no la besó. Era obediente y como la chica estaba haciendo de profesora esperó a que le diera permiso, si bien no la dejaría levantarse de nuevo.

Al contrario que Tezuka, Yukino había logrado abstraerse lo suficiente como para acabar seguir con su tarea sin problema alguno, más contenta que distraída por su presencia ahí. Tanto era así que no se había dado ni cuenta que Tezuka llevaba unos minutos mirándola de reojo y dio un fuerte respingo cuando se encontró de repente entre sus brazos, dejando caer el lápiz sobre la mesa.

- ¡Ne, Tezuka!, ¿qué haces?

A pesar de sentirse vagamente alarmada no pudo evitar echarse a reír, un poco ruborizada, aunque lo segundo ganó paso a lo primero cuando se vio estirada en la cama, con el cerrándole el paso para que no se marchara. Le fulminó con la mirada en broma.

- Eres un mentiroso, aún no ha pasado la hora... - a pesar de sus palabras acercó el rostro al suyo y le dio un suave beso en los labios, separándose sonriente -. Como me has hecho trampa no te mereces más - y antes de darle tiempo a reaccionar, sabiendo lo que haría se llevó las manos a la boca, tapándola mientras se reía.

Su cara de "¡Tendrás morro!" salió a la luz junto a una mirada divertida. Cuando habló lo hizo con divertimento, acercando su cara más a ella mientras la mano de Yukino les separaba:

- ¿Quién es la tramposa ahora? Vale... pues que sepas que hay más sitios donde se pueden dar besos.- le besó la frente un segundo con delicadeza- Como aquí.- le dio un beso en cada mejilla.- Aquí y aquí.- en la punta de la nariz.- Aquí también.- Se tiró a su lado en la cama, de lado y apoyando su peso en el antebrazo para estar más alto, cerca de ella- Si no quieres que siga ya sabes lo que tienes que hacer. Si no lo tomaré como una indirecta.- alzó ambas cejas, divertido- Y no seré yo quien se ponga colorado como un tomate. Aunque también podría ir al plan C.- con el dedo índice le dio dos pequeños pinchazos en el costado, para querer hacerle cosquillas- Fijo que tienes cosquillas.

Se dejó besar pero sin apartar las manos de la boca, dirigiéndole una mirada divertida mientras se pegaba un poco a él, encantada con los besos. Aunque su rostro de feliz de la vida se convirtió en una mirada suspicaz cuando dijo lo de tomárselo como una indirecta.

- No te atreverías - dijo por entre sus dedos antes de que el chico la pinchara en los costados, haciéndole soltar un breve chillido -. ¡No! Tú ganas, tú ganas - se apresuró a decir, apartando las manos con rapidez. ¿Cosquillas? No, Yukino tenía lo que venía después de las cosquillas -. Vale, te doy un beso, quédate quieto - puso cara de resignación, como si lo hiciera en contra de su voluntad, aunque desde luego no fue aquello lo que transmitió con el beso. Empezó como un beso suave que fue subiendo de tono a medida que se entregaba a aquello. No sabía si era una buena o mala besadora pero le gustaba lo que sentía cuando se besaban. Al final, al cabo de casi un minuto, se separó, sintiéndose acalorada y con los latidos del corazón resonando en sus oídos. Le sonrió, una amplia y radiante sonrisa -. Tu premio por haber estudiado tanto.