Partida Rol por web

Un hombre extremadamente fornido y musculoso estaba con la espalda apoyada en el borde de la litera superior, los codos apoyados en el somier. Les miró fijamente y terminó sonriendo.

-Carne fresca, chicos -dijo.

Un marine de raices latinas se acercó a ellos, curioso. Tenía una mano en el mentón, y estaba en mangas de camiseta.

-Hostia, Brooks, traen tias.

Un tercer marine sonrió, mirándoles de frente. Parecía que les estaba evaluando con curiosidad burlesca.

-Son FNG, sin duda. Tias FNG... joder, justo lo que necesitábamos.

El hombre corpulento siguió allí sin moverse, y sonrió ante los comentarios. Intentó ser conciliador, no obstante.

-Son tias marine, no te hagas ilusiones. Posiblemente huelan a gasolina y tengan alambre de espinas metido en el chocho.

Les miró luego.

-¿Quienes sois, novatos?

Kendrik no pudo evitar un ligero gruñido, signo de disgusto, ante los tipos de aquel barracón. "Joder" pensaba, contemplando el amplio abanico de razas que había allí "parece que cada vez quedan menos americanos de verdad." Pensó en todos los capullos liberales, que no tenían problema en admitir a toda aquella purria como ciudadanos. Pensó en todos aquellos capullos que, como Cobb, ladraban y amenazaban, pero en realidad no eran más que un atajo de hijos de puta amigos de los negros. Y de todo aquello, ese era el resultado. Menuda mierda. Obviamente, no dijo nada, estaba acostumbrado a pensarlo pero no a decirlo. Ahora estaba mal visto. Tras tomarse su tiempo, examinando uno a uno a sus "compañeros" de barracón, clavó la mirada en el tipo que les había pedido que se presentaran. Sinceramente, lo de FNG le estaba empezando a tocar los cojones. 

-Jonathan Kendrik.- Dijo, únicamente, con un tono más bien seco. -¿Y tu?-

- Somos el segundo pelotón, de la compañia Dog, Tercer Batallón del Noveno de Marines. - dice dejando caer el petate y apoyando el rifle en una de las paredes - Nos han ordenado presentarnos ante el sargento O'Rourke aquí, en el barracón C. - explica observando a los presentes - Me llamo Jonas Fendrew. - termina por decir a  modo de presentación con una media sonrisa

Maggie contempla al resto del pelotón, todo machitos, con más testosterona que neuronas. Bueno, tampoco es que en el Ejército se valore mucho eso de pensar, filosofaba, así que quizá no esté todo perdido.

Por si acaso, Maggie decidió pasar a la ofensiva desde el primer momento. Avanzó hasta donde estaba Brooks, saludó, adoptó la postura de "descanso" y dijo en voz que fuera audible para todos: Nos han ordenado presentarnos al sargento O'Rourke. A lo que parece, el Alto Mando quiere acabar con esta guerra lo antes posible y nos ha mandado aquí para asegurarse de que es así, dejó ir con una sonrisa que dejaba bien claro el sarcasmo.

Luego, hizo como que olía su propio uniforme y continuó: A gasolina no creo oler, pero una ducha y unas horas de sueño no nos vendrían mal con tanto avión. En cuanto a lo otro... busca, y a lo mejor encuentras algo de tu gusto.

James se mantiene un tanto al margen de la situación, aun al final del grupo. Prefiere no hacer mucho, tan solo observar, ni demasiado. La situación le recuerda a sus épocas en la secundaria, con aquellos típicos y estereotipados matones que no hacían mas que molestarle. Por suerte, había descubierto rápido que el mejor remedio era no prestar mucha atención, ignorarlos.

La situación actual no es muy diferente, y como a aprendido, no deja que le afecte. Da igual que sean novatos, FNG, o como quieran llamarles, de soportar mierda, espera soportar solo la necesaria. Simplemente se dedica a ajustar las riendas de su petate, el cual apoya en el suelo, mientras el resto hace la parte “social”, sin prestar mucha mas atencion.

Me abstraigo de la charla estúpida que mantienen los veteranos. Parece mentira que aun hoy se permitan tratar con tanto desprecio a los novatos. Pero igual que ocurre en las bandas, aquí tienes que ganarte el respeto de los demás, demostrar que puede matar y que puedes sangrar. Por suerte, en cuanto han visto a Cabo 1º Fitzgerald, han sacado a relucir todo su romanticismo y sus modales, centrándose en los dos aspectos que consideran importantes en una Marine: sus tetas y su culo. Y eso significa que dejarán en paz a los demás.

Afortunadamente esa chica parece tener las cosas claras, sabe que está en el Cuerpo de Marines y que, como mujer, todo es más difícil para ella. Así que sabe desenvolverse bien entre moscones e imbéciles.

Arrastro el petate, alejándome de la zona caliente del barracón. No tenía suficiente con Kendrik y Webster y ahora se les suman una colección de idiotas de mente calenturienta con demasiado tiempo libre y poco plomo en el culo. De haberlas pasado moradas en Iraq quizá no serían tan imbéciles. Y sí realmente lo han pasado mal, dejan claro que su desprecio hacia nosotros es producto de ser unos cabezas huecas. Sé cómo tratar a tíos de esa clase. Lo he vivido muchos años y al final todos son igual de previsibles. Mi único consuelo era esperar que el sagento O'Rourke tuviese la cabeza para algo más que para llevar el casco de kevlar....

Aparco el petate, echo una ojeada a mi alrededor, buscando unos galones de sargento a los que presentarme.

El tipo sonrió, despegándose de la litera. Tenía una camiseta de manga corta, por lo que se le podían ver los biceps. De hecho, aquel tipo parecía que tenía marcados todos los jodidos músculos del cuerpo.

-Soy el cabo primero Brooks, novato. Y en este barracón y en este preciso instante, tu niñera.

Miró a Maggie.

-No bromees con esas cosas aquí, rubia. Hay tios que llevan dos o tres años muertos o pajas, y que están dispuestos a violarte en masa como vayas paseando mucho tu culo apretadito por la base.

El chicano sonrió, como relamiéndose.

-Joder, y tanto que si -dijo, acercándose a Maggie de manera algo amenazante- Conozco a más de uno y más de dos que pagarían por acceder al barracón de estas molly, y trabajárselas por todos los agujeros.

De pronto, sonó una voz que hizo callar a los soldados.

-No será en mi barracón, perros del desierto.

El hombre estaba en mangas de camiseta, pero todos parecieron ponerse serios de repente. Por su edad y su forma de hablar, caminar y mirar, debía ser el sargento. Sin más, se acercó a Santos y le miró, con un palillo de dientes apoyado en los labios.

-Aquí hay un capullo que tiene que pasar a intendencia a por mi jodido carburador. ¿O es que el MRAP anda solo?

Parecía que le estaba puteando, a la vista de los novatos. Y realmente, así era.

Santos mantuvo la mirada al sargento durante más tiempo del prudente. Aquel tipo de cosas eran impensables en el campamento base, pero era de todos conocido el que la disciplina se relajaba en un entorno de combate.

-Como ordene... mi sargento.

El chicano se marchó, no sin antes lanzarle un besito a Maggie cuando el sargento no miraba.

O'Rourke dejó una bolsa que traía en la mano sobre una de las literas, y se miró la roña de las uñas. Al parecer, había estado liado con los vehículos, o eso parecía. Echó una ojeada a Santos mientras se marchaba, y luego miró a los recién llegados.

-Vosotros debéis ser los reemplazos que estábamos esperando -dijo- Media compañía llegó aquí en el 2006, y ya les tocaba licenciarse o tener otro destino.

Hizo un gesto con la cabeza a Brooks.

-Vete con McGuire y Nintendo a ayudarles con el motor del MRAP. Ya está bien de tocarse los huevos esta tarde.

Luego reparó en el que parecía el jefe del grupo, un cabo de color.

-Bienvenidos a mi pelotón. Ahora mismo estamos disfrutando de un pequeño rebaje de servicio en el aeropuerto, pero la semana pasada estuvimos en Bagdad patrullando el distrito gubernamental.

Consultó la hora en su reloj.

-Me han dicho que volveremos allí, y que van a acuartelar a toda la compañía en la ciudad. No me han dicho que hará el resto del batallón, pero no soy el puto general Patton como para que se me informe de todo. No obstante, no os pongáis muy cómodos, no tardando mucho haremos de polis en la ciudad, y de niñeras del nuevo ejército irakí.

Se rascó un callo que tenía en la mano.

-¿Que os han contado sobre este estercolero?

La acitud del sargento O'Rourke me resulta un tanto desconcertante. Desde luego sus soldados le respetan y obedecen, pero lejos de los formalismos de Parris Island, no parece que aquí cuenten demasiado los saludos protocolarios y todas las soplapolleces por las que no hacían hacer flexiones si teniamos la mala ocurrencia de olvidar hacer. No obstante, ha solventado con diligencia la cuestión referida a la Cabo 1ª Fitzgerald y ha mandado a tomar por el saco a unos pocos capullos. Los demás han captado el mensaje. En este gallinero hay muchos aspirantes a gallito, pero parece evidente que el único que puede poner los cojones sobre la mesa es el sargento.

Me cuadro frente al sargento en cuanto se dirije a mi. Le saludo con el habitual taconazo y llevando mi mano derecha a la sién y me presento.

"-Señor, Cabo Tyrone Jackson, señor. Señor, le informo de que se nos ha ordenado presentarnos al Sargento O'Rourke en el Barracón C. Pero nadie nos ha facilitado dato alguno sobre nuestro destino, señor - finalizo con toda la formalidad y pomposidad que sólo podría tener un Marine novato al que hubiesen metido un palo por el culo."

Cita:

Maggie, que probablemente podría barrer el suelo con Santos con dos puñetazos bien dados, se limitó a observarle con cara de póquer, sin alterar su postura relajada, limitándose a hacer un gesto de contención hacia el resto de las chicas, que ya empezaban a calentarse con tanta exhibición de testosterona.

Cuando estaba a punto de responder, la llegada del sargento hizo descender unos cuantos grados la temperatura de la tienda.

Maggie, que se había cuadrado al aparecer el sargento, escuchó cómo se dirigía a Jackson haciendo caso omiso al hecho de que ella era cabo primero y el otro solamente cabo, pero claro, el sargento se había dirigido al macho alfa del nuevo subgrupo de la manada tras dejar bien claro que él era allí el macho dominante.

Nihil novum sub sole, pensó, pero se guardó muy mucho de abrir la boca hasta que le preguntaran.

Sin embargo, al cabo de un instante le vinieron a la mente un par de preguntas. Señor, la cabo primero Fitzgerald solicita permiso para hablar.

James se mantiene un tanto ausente mientras la conversación con sus “nuevos compañeros” continua, sin prestar mucha atención, cosa que había decidido desde el primer momento. Esta todavía ajustando el petate cuando el sargento irrumpe en el lugar. De manera instintiva, y casi al unisono con los demás recién llegados, adopta una posición firme, siguiendo el protocolo por estar frente a un superior.

De todas formas se mantiene en silencio, mirando al frente, y dejando que los demás hablen. Aun esta un tanto desorientado y cansado luego del viaje. De hecho, mientras esta ahí de pie, cae en la cuenta de que prácticamente no a dicho palabra desde tiempo antes de bajar del avión, salvo para decirle su nombre y compañía a la muchacha de la intendencia... aunque tampoco es algo fuera de lo normal en él, en los últimos tiempos había encontrado en el pensar los detalles, por mas irrelevantes que fuesen, como una manera para romper un poco la monotonía y la rutina de aquella nueva vida.

El sargento dejó de mirarse el callo de la mano y se los quedó mirando muy fijamente. Parecía descontento con esta actitud.

-Os voy a dar una primera lección sobre Irak. Nunca hagáis esta mierda, a no ser que estéis bajo techado, lejos de una ventana y en presencia de un oficial. Los francos de la insurgencia se corren cuando se cargan a un oficial o un suboficial, y no hay que darles motivos. No estamos en la jodida Parris, muchachos, y aquí no hace falta tanta mariconada.

Miró a Jackson.

-Le han ordenado presentarse aquí porque necesito reemplazos para esta compañía, y esos son ustedes. Asi que sus órdenes son convertirse en parte de mi equipo. Sus superiores inmediatos somos yo, el teniente Brown y el capitán Everett. Y ya les digo que dentro de poco iremos a Bagdad, pero mientras tanto deshagan los petates y pónganse en ropa de faena, porque tenemos que poner a punto los vehículos de la compañía antes de partir.

Miró luego a Maggie, mesándose la barbilla un momento.

-Hable.

Dicho y hecho, en el momento que el sargento menta la reparación de los vehiculos, se le ilumina el rostro; una de sus antiguas pasiones en el instituto era la mecanica. Y aunque no era un enterado, no se le daba mal.

Comienza a quitarse la chaqueta del uniforme, que deja en la litera superior junto a su petate; entonces recoge el M16-A4.

- No soy un experto mecanico, - sentencia con una media sonrisa - pero sé algo de motores. - señala la zona por la que se fueron Brooks y los otros - ¿Estan por alli los vehiculos? - termina preguntando a la espera de que el sargento le diga algo.

Si vamos a patrullar en equipo completo de combate necesitaremos pasar antes por Intendencia, señor, sólo nos han dado lo básico.

Y, si es tan amable, ¿dónde está el barracón de las mujeres? Para deshacer los petates y cambiarnos.

Maggie no se mueve de la postura de descanso, y se dirige al sargento con respeto pero sin peloteo, haciendo un gesto para señalar a las demás chicas cuando pregunta por el barracón femenino.