Partida Rol por web

La sargento se la quedó mirando, fijamente. Parecía que estaba a punto de comenzar a gritar.

-Tonterías -dijo.

De repente, la soldado desfalleció, cayendo en el barro. La sargento Schultz intentó hacer que se levantase en vano, gritándole. McGraff se acercó a la escena, con Maggie en segundo plano.

-¡Levántese, recluta!

Pero no se movió. Schultz tiró de ella, y era como una muñeca de trapo. Entonces, la sargento se retiró rápidamente hasta un soldado de guardia en el campo, y gesticuló. El tipo llamó por radio, mientras las compañeras de Maggie que habían terminado el circuito se arremolinaban en torno al cuerpo inerte de la recluta. ¿Estaba muerta o viva?

Schultz estaba haciéndole un RCP cardiaco de forma incorrecta, y aquello podía terminar en tragedia. Martha estaba al lado de Maggie, mirando la escena con incredulidad y algo de congoja.

Algo hizo "clic" en la cabeza de Maggie. Le traía al fresco si la sargento McGraff se cabreaba. En dos zancadas se plantó al lado de la recluta caída, se hincó de rodillas en el barro a su lado y firme, pero amablemente, desplazó a la sargento Schulz: permítame, señora. ¿Podría conseguirme un poquito más de sitio apartándome al público?

Una vez al lado, auscultó a la enferma, le volvió a tomar el pulso y dijo en voz alta: ¡Maldita sea, no respira! ¡MÉDICO! ¡NECESITO ADRENALINA Y UN DESFIBRILADOR, PERO A LA PUTA CARRERA, COÑO!, aulló mirando a la sargento McGraff.

Y una vez dicho esto se puso a hacer RCP alternado con respiración boca a boca, cuatro empujones, una bocanada, cuatro empujones, una bocanada: ¡Venga, muchacha, no te vayas! Un, dos, tres, cuatro. ¡Aguanta, chica, aguanta! Cinco, seis, siete, ocho. ¡No te rindas ahora! Uno, dos, tres, cuatro. ¡Patearé tu culo de aquí a Arlington* como me dejes tirada! Cinco, seis, siete, ocho. (...)

[A la espera del material]

Tras el circuito, y tras una marcha, que iba variando el ritmo, les dieron un momento para descansar. Aunque tenían que prepararse para la inspección higiénica, bien mirado era un descanso. Debía ser el único en... Joder, el único desde que estaban ahí. Como todos los reclutas, estaba de barro hasta las cejas, aunque no se hubiera caído de morros en el circuito, el cubrirse de mierda fue casi inevitable. 

Así pues, tras volver al barracón, fue directo a su taquilla, a por algo limpio que poder ponerse, al menos. Por un momento, su mirada se fue a topar con la del negro, amigo de Cobb. De algún modo, la mirada que puso tuvo que llamar la antención del soldado a su lado, que le dijo algo, aunque no pudo oírle bien, no estaba centrado. Miró al recluta, cambiando la expresión, y solo le dijo. 

-¿Eh?- Su cabeza estaba en otra parte, no había escuchado. 

Billy sonrió, ordenando unos calcetines en su arcón. Su compañero no se había coscado o se hacía el sueco.

-Digo que es una mierda esto de la discriminación positiva. Se está llenando todo de putos negros, chinos y chicanos ocupando puestos que no deberían ser para ellos.

El tono fue normal, pero no muy alto. No quería que le metieran un paquete por irse de la lengua. Todavía era un recluta.

Luego de tanto andar, de tanto saltar, ir y venir, trepar y arrastrarse. Luego de tantas ordenes y respuestas, finalmente James y el resto reciben un descanso. No es que fuera el primero, pero aquel había sido un día largo, y esas horas de descanso son como una vacación paga para él, al menos en esa situación, y luego de tanto ejercicio.

Aun así, decide primero quitarse el trabajo de encima, por lo que se da una ducha, se afeita, se corta las uñas y se lava los dientes, para luego ir hasta su litera y ordenar sus pertenencias, asegurándose de echar candado a su baúl luego de cerrarlo, dejando fuera de él tan solo un anotador y un lápiz, cosas que nunca olvidaba llevar con él.

Por un momento piensa en escribirle a su madre, después de todo, es la única forma que tiene de comunicarse, eso o el teléfono, aunque desecha esa idea rápidamente. No quiere amargarle el día a su madre escribiéndole lo que realmente piensa de aquel lugar, así como tampoco quiere mentirle, cosa que odia hacer, especialmente a su madre.

Deja el anotador, vacío, sobre su pecho, mientras se recuesta en la cama y mira hacia cama que esta sobre él. Esta aun pensando, repasando los últimos días, mientras sus piernas comienzan hacer notar el cansancio y el trabajo duro al que se han sometido, cosa a las cuales no estaban acostumbradas, cuando ve asomar la cabeza de su compañero de litera, un tipo de su misma edad, un muchacho negro y bastante mas atlético que James. Salvo por ser su compañero de litera, y por ver los elogios que había recibido por parte de los instructores, no sabe nada de aquel tipo, aunque tampoco sabe nada de todos los demás.

James no se sorprende cuando este le habla, después de todo, en algún momento tendrían que hacerlo, de lo contrario se volverían locos.

-Creo que en realidad es polaco – responde mientras desvía la vista a su compañero – aunque eso tampoco quiere decir demasiado, mi familia vivió siempre en el mismo barrio – dice con una sonrisa. Si bien James nunca fue de socializar demasiado, siempre se muestra agradable con la gente, intentando ser cortés y no molestar a nadie por no hablar ni preguntar demasiado, aunque no por ello escucha a las personas menos que los demás, si no todo lo contrario.

Luego de aquello, vuelve la vista al resto de la barraca, mirando a los demás reclutas, quienes continúan con su actividad. Por un momento parece que va a decirle algo a su compañero de litera, para continuar la charla, aunque se contiene rápidamente. No le gusta demasiado hacer preguntas a los demás, y no es, nunca fue, muy dado a las conversaciones.

- Hasta que uno comienza a extrañar el andar correteando de un lado a otro... - dice en voz alta, aunque a nadie en particular, como si hablara para si mismo en voz alta, mientras mira el resto de aquel lugar, aun acostado en su cama, con las manos cruzadas bajo su cabeza y el anotador vacío sobre su pecho.

Se habia duchado, afeitado, lavado los dientes y recortado las uñas de manera que se encontraba aseado segun el manual.

Salía de las duchas con uno de los gayumbos blancos que les habian entregado, y caminaba hacia su camastro cuando escuchaba al recluta Webster decir tal barbaridad a mi compañero de litera. Se empezaba a vestir por los pantalones mientras esperaba escuchar la respuesta de Kendrik, se había fijado en las miradas que dedicaba a los reclutas de color.

Pensaba dedicar el resto del tiempo libre a limpiar el chandal después del entrenamiento en el circuito y, también las botas a las que habría que untar en grasa después de un buen lavado.
Pero decide primero esperar a ver que hablan aquel par de intransigentes. Sonrie a ambos cuando lo miran mientras abrocha su chaqueta del uniforme MARPAT sobre la camiseta de tirantes blanca.

- ¿De que hablaís chicos? - les pregunta abriendo su taquilla para guardar cepillo de dientes, cuchilla de afeitar y demas enseres, volviendo a cerrarla mientras mira a Webster.

Me incorporo del camastro para poder mirar a los ojos de mi compañero. "-¿Polaco?. Joder, pues si que vienes de lejos. -digo a modo de chiste malo." Echo una ojeada al reloj y decido que es buen momento para adecentar la taquilla, cerrarla, plegar la ropa y asegurarme de no llevar roña encima que pueda dar lugar a una amonestación durante la inspección.

"-Yo lo tengo un poco más cerca -digo mientras insisto en la lejanía del origen polaco de James - Me crié en la Gran Manzana y mi familia...bueno, mi familia no son polacos...- finalizo mientras sonrío"

Me pongo a ordenar el baúl con mis pertenencias. Me aseguro de que todo esté a punto para revisión, limpio, ordenado y plegado según las ordenanzas.

"-Tú pareces un surfista, tío. ¿Qué se te ha perdido aquí? - pregunto al tímido recluta de origen polaco."

James vuelve la vista a su compañero mientras este le habla. Parece animado, aunque no le sorprende, no se puede hacer otra cosa ahí mas que tratar de despejar un poco la mente en los ratos libres, es eso o volverse loco, y tampoco es que tengan muchos elementos de ocio en aquel sitio.

Dibuja una sonrisa mientras escucha las palabras de Jackson, ya sea por ser cortés, aunque también por que le hace gracia alguna de las cosas que dice.

Al parecer el tipo es de Nueva York, un tipo de la gran ciudad, como él, aunque puede notar que han vivido en diferentes ámbitos de las grandes urbes.

James vuelve a dibujar una sonrisa ante las ultimas palabras de Jackson. Se pone de pie a un lado de la litera, cruzando de brazos y mirando el resto del edificio, tomándose su tiempo para contestar, pensando las palabras, y borrando lentamente la sonrisa de su rostro mientras recuerda el por que de estar ahí.

- Realmente... no sabría que contestarte – dice con cierto tono melancólico, aunque nuevamente dando la sensación de que habla con si mismo – aunque, realmente, si puedo decirte que de surf no tengo ni idea – continua inmediatamente, como si notara la solemnidad de aquellas palabras e intentara cambiar el ambiente, mientras dibuja una sonrisa y se sienta de nuevo en su cama, volviendo la vista otra vez a Jackson - ¿Y a ti que te trae por aquí? - le pregunta, tratando de desviar la atención. Poco y nada le gusta a James hablar de él mismo.

Parece que James no es el típico tipo dicharachero. Aunque mi pregunta era de lo más trivial, parece que ese recluta tiene sus propios fantasmas y no le apetece demasiado sacarlos a pasear. Un tío tímido y reservado; así que decido desviar la cuestión a algo más jocoso y que no le comprometa.

"-Pues yo quería irme de vacaciones.... me dijeron que tendría hotel de cinco estrellas, actividades de ocio y buena comida. Firmé un puto papel y...cooooño, el autobús aparcó delante de la puerta de este parque de atracciones....- finalizo con una sonrisa socarrona."

Tras el comentario sigo ordenando el baul hasta dejarlo todo en perfecto estado de revista. Cierro adecuadamente la tapa y me dispongo a plegar la ropa del camastro. Cuento los dedos de cada pliegue y me aseguro de que no hay arrugas.

"-En mi caso - digo regresadno a un tono más serio e íntimo - busqué en el ejército un modo de redirigir mi vida. Estaba harto de comerme marrones, andar siempre de culo por la pasta, malviviendo y metiéndome en líos. La verdad es que no sabía dónde me eestaba metiendo. Dudo de que ninguno de los reclutas de este pabellón lo supiera realmente. - digo señalando con la cabeza al resto de los soldados - Pero en mi caso, prefiero los gritos de los "sombreros" y acabar con la cara embarrada que pasar otro día en esa mierda de barrio. Esto es duro. Aquello era un infierno..."

Jonathan escucha, afirmando con la cabeza. El chaval tiene toda la razón, era una de las cosas que más le traían a parir, el hecho de que, cada vez más, los negros hijoputas les quitaran el trabajo. Es algo que se repetía con demasiada frecuencia, empezaba a ser realmente alarmante. 

-Lo más jodido no es que los putos negros, y demás basura similar, se queden con esos puestos. Lo que más jode, es que todo el mundo lo consiente. Y a los pocos que tratan de hacer algo, les tratan como putos delincuentes.- Sin darse cuenta, se emociona, y corrige rápidamente su tono de voz a media frase. Es una puta mierda el no poder decir cosas que son obvias y muy ciertas, pero así es el mundo de hoy. Y el ser marine vale más que ninguna libertad de expresión. Jonathan sonríe al chaval. Parece un tío legal. 

-En fin...- Tratando de cambiar deliveradamente de tema, mira a Webster, ofreciéndole la mano de forma amistosa. -Jonathan Kendrik, de Alabama.- Se presentó, como solía hacerlo, como le habían enseñado a hacerlo. En ese momento, advirtió la presencia de Fendrew, que les preguntaba por la conversación. Recién duchado, afeitado, y pulido. Como un puto maniquí de una tienda de ropa.

-De las... Ventajas de la discriminación positiva.- Dijo, con sorna.

- Pues debía serlo – contesta a las palabras de Jackson, mientras se cruza de brazos y guarda unos segundos de silencio. Pese a que pudiera pensar que responde solo por cortesía, aquello ultimo lo dice en serio. Si alguien cree que aquel lugar en el que están, que el ejercito, es mejor que cualquier cosa, entonces sin duda debe provenir de un lugar bastante duro – Aunque aquí lo peor no a comenzado – agrega al final antes de volver a hacer un silencio.

Se mantiene callado unos segundos mirando hacia la cama de arriba, mientras flexiona una pierna. Hacia tiempo, si es que nunca, que había hecho tal cantidad de ejercicio, y su cuerpo comenzaba a notarlo.

- Spa, comida internacional, de chef, entretenimiento, lujosas instalaciones, almohadones de plumas y cenas con show... si, creo que a todos nos prometieron lo mismo – dice relajando el tono, siguiendo la broma y buscando un ambiente mas distendido.

Asiente con una media sonrisa al comentario de Kendrik, la mirada que le dedica le dice mucho. Seguramente para ese personajillo de Alabama, él era un "amigo de los negros"; como catalogaban a toda persona con los principios morales adecuados.

- Hay una pelicula muy buena, de los 80... - explica ya vestido con el uniforme MARPAT y empezando a organizar toda la taquilla - En la que un sargento instructor dice; - mira a Kendrik y Webster con esa media sonrisa dibujada en su cara - "Ya no sois blancos, ni negros, ni amarillos ni rojos. Ahora sois todos verdes; Verde claro y Verde oscuro. Marines." - su ceño se frunce mientras recuerda la frase mas o menos - Algo así básicamente, - asiente dejando de sonreir - quiero decir que, os joda o no. - mira hacia Jackson y luego otros de los hombres de color del barracón - Esos tios son marines y, a lo mejor un día os salvan el culo en combate. - termina cerrando la taquilla ya organizada y encaramandose a la litera de arriba, donde se tumba.

La sargento no sabía que decir. En circunstancias normales, le habría pegado una patada en el culo por hacerse la héroe, pero estaba claro que sabía de lo que hablaba. Las chicas habían formado un corro alrededor, y vieron a Maggie luchando por salvar la vida de una de sus compañeras pijas, que la habían menospreciado. Eso las mantenía en silencio, y así siguieron hasta que llegó un jeep con dos paramédicos.

Estos se acercaron a la carrera, y trajeron el material.

-Nos hacemos cargo -dijeron.

Comprobaron que se trataba de un fallo cardiaco, y le aplicaron unas descargas con el desfibrilador. Fueron necesarias tres para que la soldado recuperara la consciencia. La chica parpadeó y vió que la miraba la sargento, y rápidamente intentó incoporarse, pero se lo impidieron.

-No se mueva, debemos trasladarla y hacerle un seguimiento de su estado.

La chica parpadeó y se dió cuenta de que Maggie estaba cerca de ella, y la miró.

-Su compañera le ha salvado la vida -dijo el paramédico- Parece que ha aprendido bien la lección de primeros auxilios.

Entonces la sargento McGraff intervino.

Ella siempre había creído que la mayoría de los reclutas eran una mierda pinchada en un palo antes de ser marines. Pero estaba claro que aquella chica no lo era. Tenía conocimientos médicos, y había tomado la iniciativa de auxiliar a una compañera que apenas conocía. Y eso era espíritu marine.

-No, ella no ha recibido todavía ninguna clase de primeros auxilios -dijo ella.

Se detuvo frente a ella, mirándola con los brazos en jarras.

-Acompañe a la sargento Schultz de vuelta al barracón... como guión de este pelotón, recluta.

Aquello equivalía a obtener el puesto de mayor responsabilidad dentro del pelotón, además de llevar la bandera. Ahora debía dar ejemplo. Pero, a decir verdad, aquello era algo que ella ya había hecho desde el principio.

Webster sonrió, estrechando la mano del otro recluta.

-Billy Webster, de aquí de Carolina del Sur.

Ya le quedaba claro que Kendrik era otro patriota del ANR y el KKK, que sabía como defender a su nación. Entonces, intervino un chaval, un amigo de los negros, que les soltó una pollada sobre filosofía marine.

-Todavía no eres un marine, chaval. Ni tu ni yo. Además, de toda la vida los negros han sido soldados, pero ayudando a los blancos. Así era desde la Guerra Civil, y en ambas guerras mundiales. Ese es su papel, y no el de tocarnos los cojones. Porque son una raza inferior.

En la zona donde estaba Jackson hubo una ventana de silencio que le hizo esuchar las últimas dos palabras.

- No, no soy un marine todavía... - responde sin dejar de mirar al techo - Pero siguiendo el pensamiento que os acabo de mencionar, algún día lo seré. - continua sin dedicar ni siquiera una mirada a tal personaje - Aqui no hay nadie inferior a nadie, todos somos la misma mierda a ojos del sargento Cobb. - termina por decir apoyando su cabeza sobre sus manos.