Partida Rol por web

"El sargento Cobb." Baja la cabeza, negando. "El otro hijo de puta, amigo de los negros." Levanta de nuevo la cabeza, clavando la mirada en Fendrew. Probablemente no sabría lo que es el trabajo duro, si es que ha trabajado alguna vez en su vida. De ciudad, seguro. Se hubiera jugado algo a que es el primero en salir por la puerta. Sonríe ante las palabras de Webster, joder, era la puta voz de la razón. Los negros servían bien como carne de cañón, lo habían demostrado muy bien durante la guerra civil. 

-El quien llega a ser marine, ya lo veremos. Y una vez en combate, yo me preocuparé de mi pellejo. Dudo que necesite a un negro de mierda para que me salve el culo.- Se volvió hacia la taquilla, sacando una muda nueva, y dejándola en la cama. Debía, al menos, ducharse, y hacer la maldita colada... "Joder" pensó. "Un negro guía a la escuadra, y encima me toca hacer la colada... ¿No hay mujeres en toda esta maldita base que se encarguen de esas cosas?"

- Lo que tu digas, Kendrik de Alabama. - sonrie sin siquiera mirarle - Siempre me he preguntado porqué allí, son tan racistas, teniendo su estado nombre Choctaw. - musita con un suspiro mientras balancea uno de sus pies - Los choctaw eran los indios que vivian en esas tierras, antes de que se la expropiaseis forzosamente. - termina mirando por primera vez a los ojos a Kendrik y manteniendo su mirada.

Finalmente parece que Kaczynski se ha relajado un poco y también hace comentarios jocosos sobre nuestra estancia. Por lo menos el hielo se ha roto. Y pensándolo bien, ésta es la conversación más larga que he mantenido con alguien desde que llegué, por lo que algo de charla distendida resulta hasta extraña.

Empiezo a preparar la muda con la que me vestiré para la inspección. Otros reclutas parecen también ávidos de algo de charla, y un murmullo generalizado hinunda el barracón. Y sucede lo que en ocasiones pasa, que entre un ruido ambiente, por un instante se sucede un silencio. Y enmedio de ese silencio puedo escuchar a un recluta afirmar de forma categórica "Porque son una raza inferior".

Ya me he fijado con anterioridad en esos reclutas, he visto como me miran a mi y a otros hermanos y pondría mis huevos en una sartén con la seguridad de acertar a qué viene esa frase.  Uno de ellos es el capullo al que Cobb le hizo hacer flexiones por ser hijo de un militar o algo parecido.... un capullo blanquito que debe creer que el puto centro del universo está en su ombligo y que la tarta de manzana de su mamá es lo único decente que existe. Y el imbécil de "la raza inferior" parece el típico paleto sureño que pasa su tiempo libre vestido de blanco con un bierrete puntiagudo y quemando hermanos en una cruz en llamas. Joder, si solamente le falta tocar el banjo...

No parece que los "sombreros" les hayan dado lo suficiente por el culo como para que sus putos prejucios racistas se queden en casa. Clavo mi mirada en el paleto cuando finaliza su frase lapidaria sobre la raza inferior. Pero parece que el paleto, además de idiota, es ciego. Sigo con mi ropa, y dejo de perder mi tiempo con ese trío y su animada charla. La gran diferencia entre ellos y yo no es el color de la piel. La gran diferencia entre ellos y yo es que yo ya sé lo que es matar a un hombre, sé lo que es que te llenen el cuerpo de plomo y sé tratar a las ratas como merecen. Ellos solamente creen que son hombres, pero no son más que unos niñatos mierdosos a los que nadie ha tratado como ellos tratan a los demás.

Sé que es cuestión de tiempo que la caguen y sus prejuicios les haga abrir la bocaza más de la cuenta. Y cuando eso ocurra, les voy a meter el mástil de la bandera tan adentro que tendrán que cagar de pie. Si nunca se han topado con alguien al que no deberían tocarle los cojones, están a punto de encontrar al negro adecuado.

El último que veo tuyo es del dia 30, indicándome que harías si te dieran el instrumental.

Cita:

¡A la orden!

Maggie ocupó su nuevo puesto en la formación y, cuando se dio la orden, empezó a trotar con el resto de las compañeras, con el cerebro dándole aún vueltas a cuenta de lo sucedido. No sabía muy bien por qué había reaccionado como lo hizo, pero sí sabía que toda vida es preciosa a los ojos del Señor, y si estaba en su mano evitar que aquella chica muriera, era su deber ayudarla. Aunque había tenido una educación religiosa católica (su famila era descendiente de irlandeses), para ella no había dilema ético, simplemente había actuado en conciencia, sin ser consciente de que ello encajaba firmemente con el concepto de espìritu de cuerpo del Ejército y, por supuesto, en el de la Infantería de Marina.

Lentamente, y sin dejar de trotar, una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, y casi sin darse cuenta, guiñó un ojo a Martha y rompió a cantar, rompiendo a la vez el preocupado silencio en el que se movía la formación: ¡I USED TO SIT AT HOME ALL DAY...!

Tras el descanso, los reclutas se prepararon para la inspección sanitaria. Se pusieron en dos filas, con camiseta y skivvies de dormir, mostrando el dorso de las manos y con las "botas jesús" en los pies. El sargento de artillería Cobb les revisó de pasada, mirándoles las uñas de manos y pies, pidiendo que algunos le mostraran los dientes. Hubo quien se llevó una reprimenda por tener la barba muy cerrada y no pegarse otro afeitado antes de la ducha.

Luego, los reclutas tuvieron que recitar por primera vez el credo del fusilero y el himno de los marines, repitiendo las estrofas del sargento. Lo iban a aprender, y lo harían de puta madre. Si no lo hacían, iban a chuparse más flexiones que los bomberos de Nueva York.

Al final de su primer día de entrenamiento, el sargento les miró desde el final del barracón, con el dedo sobre el interruptor de la luz.

-Buenas noches, nenas.

Respondieron como un solo hombre.

-¡Buenas noches, señor!

Y la luz se apagó.

Las chicas tuvieron tiempo libre para escribir cartas, poner lavadoras y secadoras y, sobretodo, ducharse y prepararse para la inspección higiénica. Las reclutas no tenían ningún reparo en que Maggie fuera la guión, porque le había salvado el culo a una de ellas, una que en principio debería haberle caído muy gorda.

Antes de la inspección, recibieron una clase básica sobre uniformes y mantenimiento de los mismos. Maggie no era una costurera muy buena, pero Martha le ayudó y dió sus primeros pasos en el universo del hilo y la aguja.

Para terminar el día, las reclutass e pusieron en dos filas, con camiseta y skivvies de dormir, mostrando el dorso de las manos y con las "botas jesús" en los pies. McGraff les revisó de pasada, mirándoles las uñas de manos y pies, pidiendo que algunas le mostraran los dientes. Luego, las reclutas tuvieron que recitar por primera vez el credo del fusilero y el himno de los marines, que aprenderían como el ABC.

Así terminó el primer día de entrenamiento real, con el "luces fuera" a las 22:04 de la noche. Solo era el comienzo de aquella mierda.

Muerte por Power Point.

Los marines no podían imaginar semejante chapa. Cada día por la tarde, tras hacer físico por la mañana, les dieron la vara con mil y una gilipolleces en una sala de conferencias. Pero había que mantenerse despierto, porque estando como estaban en presencia de un oficial (que era el que les soltaba el rollo), cualquier muestra de indisciplina era severa e inmediatamente castigada por los sargentos que estaban ojo avizor en la sala. Tuvieron que superar exámenes escritos. Cada falta, era un kilómetro que debían correr cargados de piedra. Más les valía aprenderse bien la puta lección.

Entre otras cosas les enseñaron:

• La estructura de rangos del USMC.
• Sus insignias, divisas y medallas.
• Regulaciones básicas sobre uniformes y tipos de uniformes.
• La historia del cuerpo de marines.
• Historia militar general.
• Protocolo y cortesías usuales en el cuerpo.
• Preparación de equipo para su uso (incluída la forma correcta de hacer la cama).
• Las 11 órdenes generales para los marines durante una guardia.

Alguno se durmió en clase.

El sol incidía directamente sobre los cabezabotes sentados en la arena. El sargento Cobb estaba en el centro, de pie, hablando con los brazos en jarras. Detrás de él había dos maniquíes vestidos con protecciones antitrauma de gladiador americano, y dos bastones homónimos.

-Hoy váis a recibir vuestra primera clase de defensa personal. Entraréis en el Programa de Artes Marciales, y nadie se va a graduar sin obtener el cinturón beige básico.

Señaló las protecciones.

-Vuestra primera arma será siempre el fusil, porque ya sabéis que el fusil es vuestro hermano. Luego tendréis vuestro cuerpo, que aprenderéis a usar como un arma.

Les miró.

-Muchos de vosotros sois una mierda pinchada en un palo en este momento. Pero yo os voy a convertir en asesinos, en ministros de la muerte, siempre en busca de la guerra. Os vais a despertar pensando en matar, y os vais a acostar pensando en matar. Cuando os haga marines, si es que lo consigo, el enemigo va a lamentar que os hayáis graduado en la jodida Parris Island. ¿Me habéis entendido, nenas?
-¡SEÑOR, SI, SEÑOR!

Miró a Warren.

-Voluntarios, sargento Warren.

Warren estaba al corriente de los piques raciales, pero de momento no quería dar alas al tema. Escogió una manera mejor de solventar aquella mierda.

-Fendrew, Kendrik, preparaos. Seréis los primeros.

El sol incidía directamente sobre las cabezabotes sentadas en la arena. La sargento Schultz estaba en el centro, de pie, hablando con los brazos en jarras. Detrás de él había dos maniquíes vestidos con protecciones antitrauma de gladiador americano, y dos bastones homónimos.

-Hoy váis a recibir vuestra primera clase de defensa personal. Entraréis en el Programa de Artes Marciales, y nadie se va a graduar sin obtener el cinturón beige básico.

Detrás de ella había un saco de boxeo, y unas placas antitrauma de protección usuales en artes marciales, para practicar golpes en diversas posiciones.

-Hoy aprenderéis a dar puñetazos, patadas y hacer derribos. Ninguna reinona se va a graduar conmigo sin saber matar. ¡Esto es el cuerpo de marines, señoritas! Voy a inculcaros espíritu de combate, aunque tenga que traeros a vuestros exnovios y atarlos a un poste.

Hubo risas.

-Fitzgerald, venga aquí -dijo.

Señaló el saco de boxeo.

-De un puñetazo.

- ¡Señor, si señor! - sentencia mientras camina hacia el maniquí mas cercano, recogiendo las protecciones y poniendoselas, tomando el bastón tras asegurarse el casco.

Una vez equipado, y ya en el centro del circulo formado por los sargentos y el resto de reclutas; golpea sin piedad a Kendrik sin darle tiempo siquiera a posicionarse.

- Venga, Kendrik de Alabama... - le recrimina cuando cae al suelo del fuerte golpe que le dá - ¡Demuestrame lo que sabes! ¿O sin la capucha blanca y sin diez como tu, no controlas?

Jonathan obedece, como ya de costumbre, con un firme -Señor, si señor.- Va al maniquí  para coger sus protecciones, y el bastón, cuando recibe un golpe a traición por parte de Fendrew. Así que quiere hacerlo personal. Bien, como a él le gusta. Ese nene engreído de ciudad se va a enterar de lo que duele meterse con según quién. Se levanta y coge fuerte el bastón. 

-Vale, quieres hacerlo personal. Cojonudo. No necesito a nadie para zurrar a una nenaza como tú.- Contesta, ahora ya cabreado. Apretando para si el arma "acolchada" (lo cual es una lástima, prefería un bate de verdad) y sonriendo de forma casi sádica, se lanza, olvidando toda regla del combate, solo pretendiedo darle dónde más le duela.

El primer ataque fue digno de una película de acción. Olvidando esquivar o parar con el arma, se lanzaron al ataque buscando la cabeza del rival. Pero los bastones chocaron, y ellos quedaron frente a frente, bloqueados por la mera fuerza física, con los bastones apoyados el uno sobre el otro.

El combate prometía ser épico, y sus compañeros comenzaron a jalearles para que se abrieran la cabeza a bastonazos. Sin duda alguna, estaban en los marines.

- Yo no hago nada personal... - gruñe forcejeando para romper el choque entre bastones - Me la pela que no te gusten los negros. - afirma mientras continua en el forcejeo - Sin embargo que no tengas intencion de cubrir las espaldas de nadie, mas que las tuyas... ¡Me toca los cojones! - termina farfullando consiguiendo romper la guardia y lanzando un golpe al abdomen.

Kendrik recibe el golpe, pero las protecciones hacen un buen trabajo. Sin varias la sonrisa, que exagera cada vez más en una mueca de puro sadismo, calcula la defensa del adversario. -Sea como sea, quieres hacerlo personal. Vamos. ¿Es todo lo que sabes hacer?- Se lanza de nuevo, alzando el bastón y golpeando, directo a la cabeza, y con ambas manos.

Ensalada de golpes.

Olvidándose de todo lo relacionado con detener golpes, Fendrew lanza uno a la altura del vientre, que hace retroceder hacia atrás a su rival. Pero este, casi al mismo tiempo, da un buen golpe en la cabeza de su rival, provocándole un leve mareo (+1 a todas las acciones). Es una suerte que lleven protecciones, porque sino se habrían jodido bastante.

Cobb intervino, diciendo.

-¡Atacad y parad, joder! ¡Parecéis dos viejas atizandoos con un bastón!

Intenta hacer un derribo al sureño ejecutando un barrido con el bastón a la rodilla derecha de Kendrik.

- Vas a besar el suelo, ¡como el gusano que eres! - gruñe algo atontado por el golpe pero dejandose llevar por la mala hostia.

Tratando de aprovechar el mareo de su rival, y viendo el peligroso golpe que trata de propinarle, Jonathan, siguiendo, en parte, el consejo de Cobb, trata de esquivar el golpe, apartando ambas piernas de la trayectoria del "arma" del rival.