Partida Rol por web

Tras unos golpes enérgicos en la puerta, ésta se abre casi sin dar espacio a una respuesta por tu parte. En el umbral aparece el capitán que no tiene intención de entrar. Como si le diera aversión traspasar de la línea imaginaria que formaba la entrada. -Espero que todo sea de su agrado.- Comentó sin guardar su desagrado. Había terminado de dar órdenes a voz en grito y ahora le tocaba cumplir con el protocolo, por mucho que le pesara.

Tras unos golpes enérgicos en la puerta, ésta se abre casi sin dar espacio a una respuesta por tu parte. En el umbral aparece el capitán que no tiene intención de entrar. Como si le diera aversión traspasar de la línea imaginaria que formaba la entrada. -Espero que todo esté bien, señor- Comentó sin guardar su desagrado. Había terminado de dar órdenes a voz en grito y ahora le tocaba cumplir con el protocolo, por mucho que le pesara.

Tras unos golpecitos en la puerta, ésta se abre tras dejar espacio a la respuesta por tu parte. En el umbral aparece el capitán que no tiene intención aparente de entrar. -Espero que todo sea de su agrado.- Comentó con la mirada baja. Apenas si te había observado unos segundos. Había terminado de susurrar órdenes a su segundo que a su vez las transmitía a voz en grito y ahora le tocaba cumplir con el protocolo.

Tras unos golpecitos en la puerta, ésta se abre tras dejar espacio a la respuesta por tu parte. En el umbral aparece el capitán que no tiene intención aparente de entrar. -Espero que todo sea de su agrado.- Comentó con la mirada baja. Apenas si te había observado unos segundos. Había terminado de susurrar órdenes a su segundo que a su vez las transmitía a voz en grito y ahora le tocaba cumplir con el protocolo.

Tras unos golpes enérgicos en la puerta, ésta se abre casi sin dar espacio a una respuesta por tu parte. En el umbral aparece el capitán que no tiene intención de entrar. Como si le diera aversión traspasar de la línea imaginaria que formaba la entrada. -Como si no tuviera suficiente con dirigir a ese grupo de patanes que tu rey me ha endosado, ahora me toca bajar a chuparos el culo un poco. ¿Está todo a su gusto, señor?- Comentó sin guardar su desagrado mientras dejaba escapar el humo de la calada a la pipa que previamente había dado. Sin embargo, se detuvo al ver a La Torre allí plantado. En aquel camarote estaba fuera de lugar -¡Que me aspen! si es Medraut en persona- comentó con el ojo abierto de asombro.

Tras unos golpes enérgicos en la puerta, ésta se abre casi sin dar espacio a una respuesta por tu parte. En el umbral aparece el capitán que no tiene intención de entrar. Como si le diera aversión traspasar de la línea imaginaria que formaba la entrada. -Como si no tuviera suficiente con dirigir a ese grupo de patanes que tu rey me ha endosado, ahora me toca bajar a chuparos el culo un poco. ¿Está todo a su gusto, señor?- Comentó sin guardar su desagrado mientras dejaba escapar el humo de la calada a la pipa que previamente había dado.

-Todo bien, capitán, se agradece el interés y el sentido del deber de cumplir con su protocolo al pié- dije sin apartar la mirada de los pergaminos que tenía ante mi dispuestos, según lo dicho por Rodrigo, a mi me tocaría la tarea de restaurar la fortaleza, y aunque la mayor parte del trabajo no se podría hacer si no hasta echar un vistazo a la misma, si que era posible al menos esbozar diseños de los alrededores y desarrollar la planeación urbana, sobre todo, del puerto y la ciudad alrededor, afortunadamente la corona había cartografiado esos lugares desde hace algunos años, así que al menos podía saber como era la geografía y el terreno circundantes, mas tarde me reuniría con mi jefe de arquitectos y quizá le pidiese ayuda a la única representante de la familia Oragon, ellos como intelectuales sabían más sobre estas cosas que yo.

Era un hombre apuesto aunque rudo, no podía evitar sentirme enrojecer.

- Lamento que las circunstancias le fuercen a torcer el brazo.-comento con voz afligida.- Si alguna vez desea recuperar la mitad de la intimidad de su camarote durante unas horas, puedo salir a pasear o charlar con la gente de fuera mientras usted se relaja... si no desea mi presencia en esos momentos. Si puedo hacer cualquier cosa...- apoyo un amano sobre su pecho, mientrs convierto mi voz en un susurro.-... cualquier...cosa, por usted, no dude en visitarme.

Le miro a sus ojos y parpadeo lentamente antes de apartar la cara ruborizada. Si iba a ocurrir cualquier cosa, no sería ahora, teníamos que mantener las formas. Así que me aparto de él, dejando en sus manos quedarse o irse. Después comienzo a acomodar mis cosas. No había traído ninguna doncella, tampoco es que me hiciera falta, me gustaba ser ordenada y sobre todo no depender de nadie. Esta primera noche, dejaría que las olas mecieran las ideas de Laenor y las caderas de su amada, pero con el alba, comenzaría a tantear sus intenciones y planes. Era un hombre que probablemente hiciera este viaje para ser libre lejos de la jerarquía.

- Puede pasar Capitan despues de todo este es su barco y no prentendo usurparle mas de lo necesario.

Era mi forma de agradecer que se hubiese arreglado el camarote de esa manera. Era un buen detalle que se tomaran la delicadeza de respetar a las mujeres aunque sabia que muchos marineros no eran de confiar. No seria prudente bajar la guardia asi como dejar sola mucho tiempo a Melissa.

Me acerque a la entrada tras acomodarme la ropa sin importarme lo que el hombre pudiese ver o no.

- Digame Capitan hemos trazado curso segundo lo dispuesto, asi que cuanto tiempo nos tomara llegar? Habra alguna forma de motivar a los marineros para que lleguemos antes?

Pensaba hablarlo con Melissa mas adelante, si llegabamos primero podriamos tener ventajas sobre los demas y eso siempre era agradable. Espere los comentarios del Capitan.

La nuez de Zalamel subió y bajó de manera evidente mientras el capitán tragaba saliva. No pasó del umbral de la puerta pero sus ojos cambiaron al observar a Clarissa. Quizá esa sería la misma mirada que tendría un pirata al ver un tesoro por descubrir, pues el aliento de Zalamel, aún no siendo desagradable, destilaba a ron.

El capitán se tomó su tiempo observando para luego salir sin decir más, pero sus actos revelaron con claridad que, más tarde o más temprano, la visitaría.

La noche pasó sin más incidencias que la visita del capitán a los camarotes. Incluso el mar se mostró tranquilo, meciendo la carabela con suavidad. Por otro lado, el estruendo de la campana anunciando el cambio de guardia al alba rompió el silencio momentáneamente. Pero la tripulación se movía sigilosamente.

Al salir de vuestros camarotes dos cosas saltan a la vista. La mayoría de los hombres están atentos al capitán y su segundo de abordo que con catalejos otean un horizonte plagado de niebla. La segunda es que la carabela Victoria (Melissa y Oga), no está cerca.

-¿Llegar antes?- el capitán alzó la vista a aquella mujer extraña que ocupaba ahora un medio de su camarote -Sí, podemos acelerar la nave si es lo que deseáis- comentó con ese aire melancólico que le caracterizaba.

Pocas horas después, en la noche, una extraña niebla rodeó el navío. No se veían las estrellas y los sistemas de medición comenzaron a fallar. Sin embargo, el capitán no pareció alterarse.

Al día siguiente, dejabais la niebla junto al resto de las embarcaciones atrás.

Durante la noche, una densa niebla rodeó la carabela y todo quedó sumido en una calma tensa, velada por los miedos de los marineros y sus murmullos en noches como esta.

A la mañana siguiente, la campanada anunció el cambio de guardia. La niebla quedaba atrás y un espléndido día comenzaba. Sin embargo, no había ni rastro del resto de navíos que os acompañaba en la travesía.

Con el amanecer Clarissa se levantó en calma, sabedora de que el Capitán era alguien que no le causaría ningún perjuicio. En cuanto pudo se preparo y comió algo antes de salir a la cubierta. Dio un paseo por la Niebla, y antes de asegurarse de que su séquito se encontraba en buen estado, recomendó al capitán hacer tanto ruido como les fuera posible. Una cacerolada en la cubierta exterior por ejemplo, si la Victoria estaba cerca podrían escucharse y evitar colisiones innecesarias, aunque también alertaría a otros barcos de su presencia.

Dejaría en manos del Capitán tomar la decisión conveniente, al fin y al cabo su labor es la de aconsejar no dictar las decisiones de otros. Se encaminó al camarote de Laenor.

Los nudillos llamaron a la puerta tímidamente.

- ¿Lord Laenor, está visible?- Preguntó tímidamente la muchacha.- No quiero importunarle a vos o su... compañía. El día está cerrado por la bruma y hay ciertos asuntos que me gustaría tratar con vos, si fuera posible.

Había pasado horas planificando varias posibilidades y barajeando diversos movimientos, tanto estaba yo sumido en mis cabulaciones que el alba llegó sin darme cuenta hasta que sonaba la campana anunciando el cambio de guarda y, poco después, el sonido de una pequeña mano llamando la puerta. Abrí la puerta lentamente, la gran cantidad de papeles, bosquejos, mapas e instrumentos sobre la cama delataban que aquella noche no había cumplido exactamente con su propósito, a mi lado, pero a una distancia prudente, se encontraba Ariadne, sentada vistiendo aún su armadura y con su rostro cubierto por el yelmo, sabía bien que había dormido tan poco como yo, y que continuaría así un rato más -No importuna lady Oragon- respondí conteniendo un bostezo mientras abría la puerta y le invitaba con un ademan a pasar al interior -¿Cuales son los asuntos que os apremian a visitar mis aposentos a tan temprana hora del día?- pregunté más bien confuso que curioso, yo mismo planeaba consultarla más tarde.

El aire estaba saturado, pero no por el olor del sexo como esperaba. La Oragón suspiró decepcionada. Igual resultaba que el señor Acebedo tenía en menor gusto a las mujeres de lo que le gustaba aparentar. No es que a la erudita le importara, el placer sólo era la respuesta del cuerpo a la estimulación de los nervios, el resto eran filias y gustos. 

- Esperaba otra estampa, también creía que era un señor más considerado con sus vasallos. ¡Meredith, Stella!- llamó la muchacha alzando la voz a las dos criadas que su amiga Lavoille le había prestado para viajar .- Sacad los aceites corporales y atended a Lady Ariadne. -Se dirigió a ella, ignorando al Lord.-Pasar demasiadas horas dentro de la armadura causa heridas y rozaduras, y en el caso de las mujeres, nos predispone a la cistitis. Debéis asearos y quitaros ese ataúd metálico, en el mar sólo es un ancla en caso de emergencia. -Aconsejó. Quería intimidad para hablar con Lord Laenor, pero también le preocupaba la salud de la mujer. 

Entró en el cuarto, dejando el umbral disponible a la mujer para salir. 

- Estoy interesada en saber cuales son sus motivaciones para realizar esta misión, y sus objetivos personales a conseguir en la misma. Ver si nos podemos ayudar mutuamente.

Enarqué una de mis cejas cuado Lady Clarissa ordenó a sus mucamas asear y atender a Ariadne, ese era un trato que jamás aceptaría por mi parte, esa mujer siempre parecía petrea, y sin embargo, ahora parecía tan dócil como un cordero, quizá fuese la falta de sueño, quizá le tomó por sorpresa tanto o más que a mi, quizá fuese cosa de mujeres, ya le preguntaría después, cunado hubiese descansado.

Una vez pasada la sorpresa inicial las preguntas de Clarissa me devolvieron a la realidad cual si de una bofetada se tratase, realmente aquella mujer era directa ¿Como es que seguía viva? en fin, me parecía un fascinante objeto de estudio a la vez tan transparente como enigmático -Mis motivos tengo, entenderá que hay ciertos temas que preferiría mantener personales, mis objetivos, bueno, no es secreto que he dedicado algunos años de mi existencia a formar una reputación dentro de mi familia, bastará con saber que me preocupo tanto por el reino como el mismísimo rey...- segundas... terceras... hasta quintas intenciones podía haber implicadas en una sola frase, la vida en la corte era así... pero ya no estábamos en la corte -y ahora que he respondido al menos una parte de su curiosidad, podría corresponder de la misma manera, estoy igualmente interesado de sus motivos, alguien tan directa como usted... realmente no le veo claro cual es su intención en esta expedición-

Divertida por la reacción de ambos me permito una breve risa.

- No se preocupe, mi señor. Mi autoridad sobre vasallos ajenos solo existe cuando hay un tema de salud de por medio. Pero coincidirá conmigo que una armadura completa es una mala elección para la supervivencia en alta mar. 

Escucho a este animal social que había decidido dejar atrás el escenario en el que mejor se desenvolvía para hacerse explorador.

- Una buena forma de usar muchas palabras para no decir nada, o mejor dicho, para dejar su significado en manos del oyente. Podría estar diciendo que quiere ganarse prestigio en la corte o que quiere dar un golpe de estado. Para ser sincera en ambos casos me importa poco, no es el único de esta compañía con esas ambiciones. El estado siempre va a estar controlado por el dinero o la fuerza. Mientras se nos asegure nuestra continuidad, los Oragón nos mantendremos al margen del conflicto. El conocimiento alimenta la mente, pero no el cuerpo.

Medito un instante mi respuesta.

- Tengo varios intereses, entre ellos descubrir si, tal y como asegura uno de mis antepasados en sus libros, existe un método o formula para convertir el intelecto en fuerza bruta. Lo que vulgarmente se conoce como magia. Nos han llegado informes de la existencia de quimeras hasta ahora inimaginables, así que, cualquier cosa es posible. Obviamente catalogar y ver que utilidad pueden tener el mundo natural de la región a la que llegamos me daría prestigio dentro de mi propia familia, y en la medida de lo posible, quiero establecer un asentamiento útil para colonos. Ahora que tiene mi respuesta, espero algo más conciso de usted.

-Asentamiento útil para colonos, ya hablamos el mismo idioma- después de aquello me dirigí hacia la cama, cogí algunos de los papeles allí dispuestos y los extendí frente a mi interlocutora -Ciertamente habrá escuchado las tareas que se nos han asignado, y, aunque muchas de las cosas que requiere la fortaleza deshabitada no podremos preveerlas antes de darle un buen vistazo, un asentamiento fronterizo siempre atrae gente, colonos, comerciantes, artesanos, personas que buscan una vida mejor, así que al menos, he querido comenzar a planificar los proyectos de planeación urbana, y de hecho, quería pedirle consejo, ya hace tiempo, uno de los consejeros de mi difunto padre, un sacerdote de nombre Bartolomeo, mencionó que tenía la teoría de que varios de los males de una ciudad se debían a la falta de higiene, lamentablemente, mi padre era corto de miras y obtuso en el decaimiento de sus tradicionales maneras de caer siempre en los mismos errores, por lo que mandó ejecutar inmediatamente al sacerdote, aunque mencionó algo de su idea, no estoy seguro de como implementarla... entre muchas otras... además, una biblioteca, un observatorio, una clínica, varias boticas, acueductos, si los vasallos o la misma Lady Oragon pueden planificar y diseñar eso, yo financiaré personalmente su construcción-