Partida Rol por web

La cosa se estaba poniendo calentita por momentos en aquella casa -Y si no que se lo dijeran al juguetillo de Alex-. Entre disparos por un lado más los que se oían por las escaleras, el humo y todo eso, resultaba que les habían pillado por todos lados.

¿Y para qué tanta tecnología si luego nos sorprenden igual?

Escuchó a la orka gritar, y luego se fijó en la llamarada. Tumbada en el suelo como estaba con las balas repiqueteando alrededor, no le apetecía mucho moverse, pero tenía un as en la manga para intentar joder a unos cuantos de golpe. Lo malo es que Alex estaba justo en el sitio donde iba a colocar su conjuro. Tomó aire y a pleno pulmón gritó:

¡¡ALEX!! ¡¡SAL DEL COMEDOR PERO YA!!!

Los matices en la entonación dejaban claro que no estaba simplemente preocupándose de que los drones enemigos no la hiriesen... se adivinaba que la advertencia era sobre un peligro mucho más cierto. Si la miraba, podía ver que sus manos empezaban a acumular chispas mientras miraba hacia ella.

De nuevo en mi cuerpo, pude comprobar que la situación no era tan mala como esperaba… era aún peor, con drones enemigos, un mago y varios tipos más atacando por todas partes. Y por si fuera poco, el grito de Ryuka indicaba que más valía que me moviese si no quería ver como las cosas se ponían peor, al menos para mí, por lo que sin pensarlo demasiad, gateé como pude hasta llegar a buscar algo de cobertura detrás de Zap, el cual estaba en llamas por culpa del mago orco ese.

¡¿Cómo se atreve?!- pensé al tiempo que llevaba la mano a donde tenía enfundada la pistola

¡Nadie toca a mis niños!- le grité, desenfundando y disparando en un único movimiento. El maldito humo era un estorbo, pero por suerte, las correcciones automáticas del smartlink prácticamente me permitieron ignorarlo.

Ryuka vio como Alex se apartaba de allí gateando mientras acumulaba más y más electricidad en sus manos. Le tocaba las narices que la estática le dejara las rastas hechas unos zorros cada vez que hacía uso del conjuro, y encima tenía que esperar a que Alex estuviera lo bastante lejos.

La colega tardó un poco más de la cuenta, así que para cuando la pudo lanzar, tenía una bola considerable de chispas y arcos eléctricos entre las manos.

Jijijijijijijiji...

Ryuka mostraba una radiante sonrisa que estaba diciendo 'Os vais a cagar' cuando Alex se alejó lo suficiente y pudo finalizar el conjuro. Tanta energía había acumulado, que ni siquiera había podido darle uso y una pequeña parte se escapó en direcciones aleatorias. 

El resto flotó como un relámpago hasta estallar en mitad del comedor, saltando a todo lo que pilló por medio. Drones y bruja incluidos.

¡¡BUEN PROVECHO!!

Escondida al fondo de la cocina, Byte desenfundó su subfusil, sabiendo que no era su mejor arma, pero sintiéndose algo más segura con él en la mano. Observaba a la gente que entraba al apartamento: dos tipos que parecían adeptos y un chamán... Justo el tipo de gente que no acostumbraba a llevar implantes que poder inutilizar desde la matriz. Pero los drones que volaban junto a Zap eran otra cosa.

Casi de forma instintiva, se conectó a la matriz y pasó a VR. Mientras lo hacía, reconfiguró rápidamente los programas de su cyberdeck, desactivando el Baby-Monitor que había conectado para su agente, intercambiándolo por un Fork y aprovechando para cargar un Exploit en la ranura vacía de su consola.

El movimiento molecular acelerado comienza a hacer que Zap arda. Alex, deseando tomarse venganza, desenfunda y dispara a la shaman orko mientras retrocede. Pero la orko está alerta y se agacha evitando el disparo.

Por su parte Dox recibe la patada voladora del adepto físico en la cara, pero al aterrizar con movimientos propios de un gato el humano comprueba que sólo ha conseguido plantar una sonrisa en el rostro del troll.

Entonces Ryuka libera la energía que ha ido acumulando y un estallido de electricidad satura el interior de la vivienda, con efectos devastadores: el drone que mantenía el fuego de supresión se apaga instantáneamente, estrellándose contra el pavimento 3 metros más abajo. El otro drone queda seriamente tocado, mientras pequeños relámpagos bailan por su superficie. Hasta la líder enemiga tiene que recurrir a todo su poder para resistir la oleada mágica y emerger sólo con ciertas quemaduras superficiales por la electricidad.

Ajena a todo ello, Byte se pierde en su terreno más familiar, la matriz...

-¡Webb, deja de hacer posturitas y vamos a lo nuestro! le grita la samurai a su compañero antes de esprintar evitando a Dox y dirigirse hacia el interior de la cocina. Ryuka ve llegar a una maníaca armada con una katana que entra a toda carrera y cuyos ojos se fijan en el cilindro depositado en el fregadero. Objetivo localizado. Procedo con la recuperación. Resistencia esperada mínima.

El dron enemigo que queda, aunque tocado, dispara una ráfaga contra Watchmaker, que la joven consigue evitar ocultándose tras el sofá de Silver. Zap, mientras tanto, comienza a sufrir las consecuencias de estar envuelto en llamas...

Rae vió a la mujer de rojo pasar a su lado como un rayo rojo. Eso le hizo fruncir el ceño. Deberia haberlo esperado, ya que ella tambien hacia eso lo suficientemente a menudo como para que no le fuera extraño. 

Viendo que Dox era más que capaz de lidiar con el saltarín impertinente, siguió a la asiática hacia el interior de la vivienda. Junto con la chaman parecian mucho más peligrosa que su compañero. Con el taser preparado apuntó a la mujer que se dirigia al fregadero...

-Yo que tú no me levantaría, orejas puntiagudas.

Pasando al lado de Ryuka y rápida como un rayo, la samurai vestida de rojo saca una bolsa recubierta del mismo material que la mochila de Silver. En décimas de segundo rodea con ella el cilindro tóxico, saliendo a toda velocidad de la cocina... Objetivo asegurado. Vámonos.

Rae no perdió el tiempo hablando, sino que siguió a la mujer de rojo como una exhalación. Se colocó en una posición para tener buen ángulo mientras esta se centraba en el fregadero, y, mientras se daba la vuelta, aguantó levemente la respiración y le disparó un taserazo con su Yamaha Pulsar. 

Byte se conecta a su Renraku Tsurugi y de inmediato el horizonte infinito de la Matriz, conectándose a la red pública sin problemas.

Lo primero que divisa la forma virtual de Byte es el Host de un Stuffer Shack cercano, con el logo de la franquicia. Comprueba con decepción que sólo hay un par de Meta Links, el tipo más barato de commlink, visibles en las cercanías. No hay nada más a la vista en el equivalente virtual a las 3 o 4 manzanas que rodean el piso de Silver.

Rae apunta y dispara uno de los dardos de su táser a la mujer de rojo, pero demostrando ser ágil como un gato la mujer esquiva el disparo, que le pasa rozando sin clavarse en su piel y se hace añicos contra la pared del fondo...

Observó la realidad virtual, maldiciendo. El drone está allí delante, lo que implica que también hay un control rig en las proximidades. Además, la velocidad de la mujer de rojo deja muy claro que, o bien es una adepta o, más probablemente, tiene unos wired reflexes que deberían exponer un interfaz perfectamente visible. Eso por no hablar de los commlinks. "¿¡No hay ni una puta cafetera en el edificio!?", pensó cabreada.

Se cagó en Maxwell y todos los físicos que estudiaron las bases de la electrónica mientras desperdiciaba su valioso tiempo desvelando los objetos a su alrededor. Ni siquiera iba a poder ocultarse en la matriz para pasar desapercibida, aunque hasta el momento parecía que no tenía la necesidad de hacerlo.

Rae ensaya una sonrisa torcida, mostrando un colmillo. Esto va a ser una pelea seria pues. Venga minina, ven aquí. 

A pesar de que Álex se había preocupado de mejorar al máximo las capacidades de sus drones y mantenerlos siempre en prefecto estado, ni siquiera eso bastó para evitar el ataque del mago aquel, y aunque la armadura había resistido gran parte del daño, aun se podían ver unas cuantas llamas envolviéndolo… lo cual, claro está, no le impidió seguir haciendo lo que mejor se le daba, aquello para lo que había sido programado: proteger a Álex.

Por ese motivo, en cuanto sus sensores captaron movimiento a su espalda, y peligrosamente cerca, giró sobre sí mismo en un rápido movimiento, fijó el objetivo mediante sus sensores al mismo tiempo que calculaba las posibles correcciones necesarias para la trayectoria de disparo en función de los movimientos del objetivo, y disparó una ráfaga sobre la mujer de rojo.

Por otro lado, fuera del edificio, Zip y Sting se apresuraban a regresar con su dueña y a encargarse de los que la amenazaban, elevándose sobre el suelo y avanzando hasta quedar suspendidos frente a una de las ventanas del piso de Silver, desde donde analizaron rápidamente la situación gracia a la información compartida con Zap y la propia Álex. Eran 2 los enemigos que ponían en peligro la seguridad de esta, y en cuestión de microsegundos, decidieron quien era el que suponía un mayor riesgo. Sting hizo que su ametralladora hiciera llover una lluvia de plomo sobre la chamán orca, mientras que Zip intentaba fijarla en sus sensores antes de dispararle una ráfaga de balas.