Partida Rol por web

Distrito de Tacoma, Seattle.

0140 horas. 

La noche arrancaba con una ligera llovizna, típica de la estación en curso, que no llegaba a calar, pero que recordaba la presencia del fenómeno atmosférico y sus inconvenientes.

La calle Milwaukee se encontraba varias calles mas abajo, siguiendo el curso del río Pullayup, hasta su desembocadura en las aguas oceánicas del canal Puget.

El río arrastraba las excrecencias de las planicies de Pullayup conocidas como las Barrenas, una planicie de lava formada por la erupción del monte Rainer, donde se mezclaban colonias mineras, güetos de desahuciados y turistas por igual. El río atravesaba el distrito de Tacoma, absorviendo los residuos de las distintas plantas de montaje y fábricas que le proporcionaban ese color verduzco característico hasta desembocar finalmente en el Puget.

El embarcadero donde os esperaba vuestro transporte era una nave flotante conectada a tierra mediante una pasarela grande que subía y bajaba acorde al caudal que pasaba debajo de ella. En la fachada podía leerse el nombre de la empresa que lo alquilaba, su pagina en la red, y los horarios de atención al público.

Una cámara, embutida en una burbuja de metacrilato, grababa quien accedía por la pasarela al embarcadero. Un lector de QR conectado a la cerradura de la puerta, daba paso al interior del embarcadero a aquél que tuviera autorización. 

Grimgor había cogido todo el equipo, y ahora se acercaba vigilando todo lo vigilable en la zona.

No le gustaba la idea de ser el primero en asomarse, pero alguien tenía que hacerlo, y a él se le daba bien la vigilancia, así que no quedaba otra...

Puso las lentillas en los dos modos, normal y térmico, esperando encontrar alguna aglomeración de gente esperándolos en el embarcadero. No estaba para nada seguro de que el Jhonson no hubiese contratado a otro equipo para robarles y echarles la culpa de la pérdida del cargamento, nunca podías fiarte de un perro corpo.

Esperó a finalizar su visual antes de llamar a sus compañeros. Quería estar seguro.

Cornelius se bajó de la furgoneta y recogió el material de "trabajo" que tenía dentro. No podría llevarse los cachivaches más grandes, pero sí los pequeños. Activó el sistema de vigilancia del vehículo y se acercó al grupo.

Por lo que parece Grimor se había adelantado para echar un vistazo, así que mientras tanto aprovechó para activar un pequeño dron con la forma y el tamaño de un ojo, que dirigió volando a cierta altura para contemplar con detenimiento lo que ocurría dentro del embarcadero.

La enana se bajó del vehículo y recogió todo lo necesario que pudiese llevar encima, ya recogería el resto cuando les diesen luz verde en el primer vistazo.

Miró con cierta aprensión alrededor, tenía ganas de comenzar (y más aún de acabar) el trabajo, necesitaba el dinero con cierta urgencia. Apreciando su nerviosismo se obligó a respirar profundamente: el trabajo parecía fácil, así que seguramente habrían complicaciones.

El orco se acercó de nuevo a sus compañeros. Había echado un vistazo en los planos normales y no había visto nada, así que probablemente no hubiese demasiados problemas.

- Bueno chicos, parece que el embarcadero está desierto... así que creo que podemos avanzar sin demasiados problemas. -

Ahora sólo quedaba comenzar con el trabajo. Su trabajo no era conducir, así que esta parte iba a ser relajada.

La zona estaba tranquila, demasiado tranquila. Vale que llovía, pero sólo eran unas gotas finas que molestaban más que calar. Con todo, el troll se hubiera sentido más a gusto con algo de actividad en la zona. Guardias de seguridad patrullando, trabajadores del turno de noche atareados,... En su lugar, el sonido apagado de la corriente del Pullayup o las silbantes corrientes de viento al meterse entre los huecos de los edificios dominaban la zona.

Por el momento, Ettin fue a lo seguro. De la parte posterior de la furgoneta sacó la armadura completa y la vistió. Cuando el orco volvió a informar del resultado de su inspección, el troll hurgó entre las cosas que llevaba en las cajas. Sacó un aparatito, al menos lo parecía entre sus manazas, y se lo mostró a Grimbor.

- Detector de movimiento. Si quieres barrer la zona con él para mayor seguridad...

Lo dejó en el suelo de la furgoneta, cerca de la puerta. Abrió un estuche cubierto por lonas, tras apartarlas, y montó, con la pericia del que está acostumbrado a hacerlo, el Barret.

- Nunca viene mal para otear en la distancia. Y hacerle un agujero nuevo a un invitado indeseado mientras se acerca.

Sonrió, aunque no había humor en el gesto. Se echó a la espalda el fusil antes de abrir una caja alargada y sacar un arma pesada y larga. Sopesó la Stoner hasta que pareció acomodar el peso del arma a su gusto. Recogió algunas granadas, una linterna y cargadores; usó los compartimentos y bolsillos de la armadura para alojar aquellos objetos. Por último, de otra caja de cartón sacó cintas de munición, que tintineaban con un leve sonido metálico cuando las movía. Una pasó a alimentar la ametralladora; las otras a adornar el pecho del troll.

- Primer problema. - Indicó con el mentón en dirección a la cámara y la puerta cerrada con panel de seguridad. - Por que no recuerdo que el corporrata nos diera nada para franquear esa puerta.

Esto cada vez más tomaba la forma de un trabajo de "recuperación" y entrega de la mercancia. Mil nuyens por cabeza. Y una mierda.

Cornelius salió un momento de la ensoñación de su vista compartida con el dron para contestar al troll:

—Bueno, nos había dado una tarjeta para acceder, si no recuerdo mal. K debe tenerla guardada en algún bolsillo.

Cuando fijó la vista en Ettin no pudo reprimir una pequeña sonrisa, de medio lado. No iba a negar que se sentía más reconfortado si ese arsenal andante y cornudo estaba en su equipo, antes que con el enemigo.

Después de recoger el equipo llegamos al embarcadero, esta desierto. Solo los ojos metálicos de una cámara miraban.

Al acercarnos observamos el lugar, cada uno a su manera.

Había una puerta con un lector de QR y la tarjeta que nos había dado e Johnson tenía un QR, así que parecía que no habría problemas. -Si, aquí la tengo.- Dije ante las palabras del elfo. Y saqué la tarjeta para acercarla al lector.

La verdad es que parecía todo en orden, pero no convenía bajar la guardia. Así que aproveché para echar un vistazo astral. Por si acaso.

El chasquido de la cerradura os indicó que la puerta se había abierto. La tarjeta que os había proporcionado el Johnson al parecer funcionaba bien, y nada peligroso merodeaba en el espacio astral. Al parecer tampoco había nada peligroso dentro, por lo menos nada con intenciones de haceros daño. 

Tanto las embarcaciones como el edificio donde se encontraban eran de un color gris neutro, típico de cualquier cosa hecha mediante máquinas sin ningún tipo de esfuerzo o intención. Lo único que destacaba en aquél lugar era el color verduzco del agua, un tanto enfermizo, debido a la contaminación, aunque todavía podía verse a la naturaleza luchando por recuperar su río. Un río por el cual nadaban espíritus del agua azul-verdosos que se limitaban a vagar y contemplar.

Al abrir la puerta del embarcadero os asaltó un fuerte olor a algas y combustible. Inmediatamente a la izquierda se encontraba la cabina del responsable de este "parking" acuático, la cual por el horario, estaba vacía. Una plataforma en forma de T ubicaba los distintos lugares de aparcamiento delimitados mediante una valla y diez puertas. Cada puerta tenía un lector de códigos parecido al de la puerta de entrada, por lo que parecía bastante lógico usar de nuevo la tarjeta para acceder a la embarcación designada.

Y en efecto, en el muelle siete, tal como os habían dicho, se encontraba una motora de doble hélice pintada de un color gris muy parecido al de los buques del ejército, que descansaba mecida por el suave oleaje como un fantasma. En su zona trasera se encontraban dos fardos voluminosos, de dos metros de largo por uno de ancho y otro tanto de alto, tapados por una lona gris y atados con eslingas del mismo color a unos anclajes en la cubierta.
La zona de cabina era cerrada, y allí se encontraban los controles de la embarcación, así como un puerto para conectarse y varios sistemas de seguimiento. 

Desde luego fuera quien fuera el que realizaba el envío, no había repercutido en gastos.

Con la zona libre y el acceso asegurado por sus compañeros, Arena descargó el resto de su peculiar equipaje y accedió a la embarcación.

-Si no os importa, me gustaría tener algo de privacidad en la cabina durante una hora, me gustaría llamar a un vigilante que añada un par de sentidos extra a nuestro paseo en barca- dijo, mostrando una amplia sonrisa de oreja a oreja.

En la semi privacidad que ofrece la cabina, Arena se sentaría con las piernas cruzadas, con la mente puesta en los espíritus de agua que había observado chapotear en el agua de aspecto enfermizo musitó el ritual al tiempo que dejaba correr sus dedos por el interior de una pequeña bolsa de cuero sintético que contenía, haciendo honor a su apodo, arena, hábito que había adquirido y le ayudaba a concentrarse.

Esperaba tener tranquilo el primer tramo del viaje, que los problemas no empezasen nada más salir de puerto, ya habría tiempo para que llegasen.

Realizado el ritual, suspiró, satisfecha de su creación: semejante a uno de los espíritus que los rodeaba -Al agua patos, necesito que te adelantes varios metros y seas mis ojos y oídos, regresa rápido si adviertes peligro-

Era, sin duda, una lancha. En el sentido estricto de la palabra. Ahora era comprensible el comentario del johnson al inicio de la reunión. ¿Quién demonios fleta una lancha minúscula como ésa para llevar bienes en un mundo post-goblinización? Por supuesto, sería un vehículo aceptable para una tripulación de enanos. Incluso de medianos, si el sexto, o séptimo o el ordinal que correspondiere, mundo hiciera aparecer algo más pequeño que un enano... Pero en un mundo con trolls y orcos...

- Menuda puta broma del johnson. Porque, sin lugar a dudas, no hay trolls ni orcos recorriendo las sombras. - Por supuesto, la ironía no alcanzaba a ocultar el enfado de Ettin. - Las gilipolleces de los Humanis perdurarán mucho tiempo y vehículos como éstos demuestran que muchos humanos aun tienen metida la cabeza en el culo y no se han dado cuenta de que el mundo ha cambiado.

Y mientras rezongaba y se quejaba, abordó la embarcación. Echó un vistazo al techo de la cabina y desistió; era poco probable que aguantase su peso si se tumbaba encima. El espacio a proa tampoco parecía prometedor y la cabina no era especialmente alta. Si se tumbaba en aquel espacio frente a ésta, era muy probable que obstruyera la visibilidad del piloto.

- Como nos ataquen y tenga que usar la ametralladora en este sitio tan reducido, espero que hayáis traído tapones o tengáis editores o atenuadores de sonido.

Se acomodó como mejor pudo al lado de los cajones y comenzó a apagar todos los dispositivos inalámbricos de su equipo.

- Bien, elfo, te toca sacarle jugo a este cascarón. En el ejército me entrenaron para manejar trastos como éste pero esa cabina limita bastante mi capacidad para ser un timonel efectivo. Y nuestra enana se quedaría sin espacio para sus rituales.

Rió por lo bajo su ocurrencia mientras dedicaba un vistazo alternativo entre Null y la cabina de mando.

—¿Una hora? Será una broma— dijo el elfo con los ojos abiertos como platos. —¿Recuerdas que tenemos que entregar todo este equipo antes del amanecer, verdad?

En fin, parecía que María no tenía ninguna intención de cambiar de parecer, así que Cornelius se dirigió en primer lugar a valorar la posición y el anclaje de la carga y a intentar averiguar el peso y su efecto sobre la navegación. Una vez finalizada la revisión puso su interés en los mandos de la embarcación y, tratando de molestar lo menos posible, se conectó y realizó un chequeo de todos los sistemas.

Tras pasar por la zona llegamos a nuestro embarcadero. La verdad es que no había subido en una embarcación, más que alguna de recreo, pero esperaba que el elfo supiera lo que hacia.

Busqué algún sitio para dejar mis cosas y comprobé que la carga estaba bien atada. Me llamó la atención que la enana quisiera quedarse una hora hablando con los espíritus. -Vale… pero saldremos enseguida. Cuanto antes salgamos antes llegaremos.-

El troll se acomodó un nido para la ametralladora, no era mala idea. Aunque esperaba que no hiciera falta usarlo.

Cogí mis auriculares y mis gafas y me las puse, convenía tener los sentidos alerta. También iría alternando (a lo largo del trayecto) el espacio físico con el astral, para ver cualquier posible problema.

Así que busqué un sitio donde situarme, que fuera cómodo (todo lo cómodo posible) y que tuviera buena visibilidad.

-Hora de salir.- le dije al elfo. -Mira a ver si esta lancha tiene algún sistema de camuflaje. También conviene que nos desconectemos de la Matriz, para pasar más desapercibidos...- Miré mi coms por si tenía algún mensaje de InOut y desconecté mis cosas de la Matriz.

Vio a sus compañeros acomodarse.

Grimgor no tenía ninguna necesidad especial de posición, únicamente no estorbar al piloto.

- Eh, Cornellius. ¿Dónde te molesto menos? -

Su labor, esperaba, sería vigilancia y seguridad. El orco era un combatiente cuerpo a cuerpo, poco iba a hacer desde una lancha... a no ser que los abordasen.

Y, sinceramente, esperaba que no lo hiciesen.

Siguiendo las indicaciones de K, desconectó su comlink de la matrix, y se acopló el micro subvocal por si las moscas.

También se colocó los auriculares. Esperaba que el troll no tuviese que utilizar el nido para nada que no fuese empollar sus ametralladoras...

Cornelius también desconectó sus comunicaciones. Ahora estábamos ya solos. No era una sensación desconocida para alguien que había vivido tanto tiempo en la clandestinidad.

Después de ver que todos los sistemas de la lancha parece que funcionaban correctamente y que todo el mundo estaba ya acomodado, iba tocando arrancar el ordenador de a bordo para ver a dónde les querían enviar y cuál es la supuesta ruta que a seguir.

—Estad listos, que voy a encender esto.