Partida Rol por web

Despues de asegurarme que Hugon ademas de estar bien y no se había hecho daño con la caida me incorpore y le ayude a volver a tapar el cristo con las sabana.

- Continuemos avanzando, ¿veis algo extraño?- dice Louis al tiempo que enrolla el mapa y lo guarda en uno de sus bolsillos.

Louis empieza a caminar hacia la puerta de debajo del cristo, sin dejar de mirar la manta y con el martillo bien agarrado.

- Bueno, voy a abrir...- Louis espera a que sus compañeros estén preparados y lentamente gira el picaporte y empuja la puerta.

¿Algo estraño? Aqui todo es estraño, el dia entero esta siendo extraño. No hay nada normal en este dia aciago. Pero tienes razon debemos seguir adelante y encontrar...

Las palabras de Marquand se cortaron de golpe. No sabia que estaba haciendo. No sabia si estaba buscando a alguien que quedara vivo o al causante de todo esto. Solo tenia dos cosas claras:porteger a sus compañeros y seguir adelante. Dios les guiaría.

Miro inquietada aquella puerta que ha aparecido ante nuestros ojos debajo de esa escalofriante imagen de madera que es ahora mismo Jesucristo en la cruz.
Mis vecinos se adelantan, Louis muy valientemente se presta a abrir la puerta y los 3 pares de ojos curiosos tras él nos quedamos esperando a ver qué hay dentro.
No más monstruos, no más horribles imágenes... pienso mientras la puerta chirría al abrirse.

Cuando Louis abre la puerta otro destello verde os ciega durante unos segundos, más que antes. Sin la vista como ayudante, escuchaís un golpe de algo callendo al suelo y alguien hablando que queda silenciado inmediatamente por algo, alcanzaís a oir:

-Son...

Entonces escuchaís descender unos pasos y algo se desliza por el suelo, terminando con otro sonido de algo callendo al suelo. Cuando recuperaís la vista, el aire que entra por la puerta del otro lado de la sala os golpea los ojos y corta vuestros labios, la ventisca que ha empeorado se cuela en la cálida y verdiza biblioteca por la puerta abierta.

Al mirar mas detenidamente a vuestro alrededor encontraís una habitación llena de mesas, taburetes y bancos, velas apagadas, tinta desparramada y pergaminos y manuscritos tirados por todas partes. Pero, además de todo ese caos, el suelo esta lleno de tierra húmeda, amontonada en las esquinas y en montones por toda la habitación, también veis palas y picos tirados por el suelo, con tierra pegada a ellos. Detrás de unos de esos montones veis como sobresalen los pies de alguien, gotean agua... y sangre. No podeís ver el cuerpo entero detrás del monton.

La habitación, huele a tierra mojada, a humedad y a cementerio...

¿Será verdad que alguien ha estado desenterrando cadáveres? - pienso alteradísima al observar la nueva habitación que se abre ante nuestros asustados ojos. Me va a dar algo de un momento a otro, casi puedo oír a la perfección los rápidos latidos de mi corazón a punto de salírseme del pecho.

Agarro de la manga de la camisa a Louis con fuerza, creo que incluso puedo estar haciéndole daño pero no lo puedo evitar; cuando me mira, con los ojos llorosos le digo en un susurro aunque en voz alta, tanto a él como a los otros dos hombres:
- Por favor, por favor... tened cuidado. Yo no quiero saber qué es lo que está ahí tirado... No puedo más, esto es una horrible pesadilla, solo quiero que termine, por favor... Ay Señor...

Tranquila, quedate junto a la pared.-dice con voz suave y calmada.
Mira a Hugon y asiente con la cabeza. Tienen que saber quien esta alli enterrado, sea quien sea. Podria ser gente del pueblo o quizas los monjes de la abadia. Marquand poco a poco se va acercando hacia los pies que sobresalen sosteniendo su espada, intentando mantener la calma... 

Hugon se llenó de pavor ante aquellos segundos sin vista, tenía la sensación de estar ante la misma Muerte en esos instantes. Pero al poco, recuperó la vista y se vió una sola pieza en la puerta de la nueva habitación. Un cuarto lleno de arena y picos. Dios Santo... dame fuerzas en este día haziago... yo todavía creo que tu voluntad se puede hacer sobre la Tierra... escucha mis plegarias y auxílianos... Marquand lanzó una mirada a Hugon, que éste interpretó entre el valor y el miedo. Si es que ese punto medio existe.

Hugon respiró profundamente, dejando a un lado todos los miedos con una nueva plegaria susurrada. Después, se volvió a Marquand y le dijo: Está bien... veamos quién yace tras esos pies.

Louis se suelta de Laurille y andando con toda la precaución que le es posible, coge uno de los picos y avanza un par de pasos más hacia el montón, pero se detiene un momento, mira hacia atrás y asiente.

- Puede que sea otro demonio...

Sin más, espera a que sus vecinos se le acerquen un poco más antes de terminar de avanzar hacia los pies.

¿Quedarme junto a la pared? me pregunto en silencio. No, creo que mejor seguiré a los demás, no quiero quedarme sola, algo terrible podría pasar y no tendría tanto tiempo de que ellos vinieran a socorrerme, quién sabe de dónde pueden salir más demonios...

- Iré tras vosotros, no quiero quedarme sola ni siquiera a unos metros atrás, por si acaso. - digo en voz alta mirando a Marquand.

Veo como el herrero se hace con uno de los picos que hay por el suelo y agarro con fuerza con la mano derecha la empuñadura de la espada que llevo.

Conforme os hacercaís al monton de tierra que esconde el cuerpo entero, el olor a pobredumbre y muerte es cada vez mas fuerte. Descubrís un cadaver descompuesto, de una mujer. No parece moverse, de su cuello cuelga una cruz que ha sido pintada de verde, el mismo verde de la luz que inunda las habitaciones que habeís encontrado en la biblioteca. Está tumbada encima de una gran piedra incrustada en la madera del suelo, tiene algo escrito en latín, pero el cuerpo tapa el mensaje completo.

Al haberos acercado a la puerta veís que hay unas huellas en la nieve y la tierra que casi no han sido cubiertas por la nueva nieve que cae y entra por la puerta abierta... Fuera hay marcas de algo que ha sido arrastrado, y ha dejado un rastro de sangre hasta el cuerpo que teneis, un rastro nuevo porque destaca sobre la ya tintada de rojo nieve que había fuera.

Hugon se apartó de golpe al ver el cadáver de la mujer, teniéndose que apoyar en la pared. ¡Dios Santo! Una cosa es ver a alguien que acaba de morir... y otra muy diferente es ver un cadáver medio comido por gusanos. Hugon cerró los ojos y se contuvo las ganas de vomitar, rezando a Jesús contando las cuentas del rosario. ¿Por qué tanta desgracia? ¿Por qué? Pasado un tiempo y algo más calmado, abrió los párpados de nuevo. Y entonces fue cuando se fijó en el extraño rastro de la puerta.

Esa sangre es más reciente... de un cuerpo que acaba de ser arrastrado. Y esas huellas que están en la nieve también. Hugon señaló el umbral de la puerta a sus vecinos, indicándoles lo que había descubierto. No es normal que un muerto sangre. No es normal...

Unas extrañas ideas se pasaron por la cabeza de Hugon: o ese cuerpo había sido traído a rastas y se había manchado al pasar por encima de otra sangre... o el cuerpo de la mujer era en verdad otra bestia como la que les había atacado. O el hombre o el demonio han hecho esto... y de ambos hay que desconfiar en días aciagos.

El anciano agarró la cruz que llevaba portando todo el rato con ambas y, acercándose al cuerpo descompuesto con una mirada completamente diferente, descargó un durísimo golpe sobre la cabeza de la mujer. Que Dios libere tu alma... yo lo hago de tu cuerpo.

Al escuchar las palabras de horror de Hugon me doy cuenta de que sea lo que sea lo que le ha hecho gritar prefiero no verlo.
Luego escucho algo sobre un rastro de sangre y un escalofrío me recorre desde la nuca a los pies pasando por la espalda, lo noto en cada milímetro de mi pálida piel. Me pongo de costado respecto a Hugon y el resto de hombres para no mirar a lo que sea que han visto. Y desde mi posición rezo en silencio para que todo termine, implorando a Dios, oh, misericordioso, para que nos ayude a salir de esta pesadilla.
Al fin y al cabo estamos en la Casa de Dios, tiene que escuchar mis plegarias.

Sorprendido por la reacción de Hugon Marquand recapacita unos instantes y se da cuenmta que era lo correcto.

Podría ser una de esas cosas-musita, intentando convencerse a si mismo.

No entiendo nada-dice al resto-que es esta..."pintura" verde? estaba en la sala de antes verdad? Dios...debemos seguir esas huellas, alguien estaba aqui hace poco y si nos damos prisa podremos alcanzarlo...-calla sin estar seguro de si eso es lo que quiere...

Louis escucha las palabras de Hugon y asiente. Pasa el pesado pico a su mano izquierda y con la mano derecha coge su martillo, lo levanta en el aire y...

... sin más dilación, lo descarga sobre el craneo de la mujer que está descomponiéndose.

- Por si acaso...- susurra Louis.

Luego, vuelve a colgar el martillo de su cinturón y arranca la cruz que lleva la mujer y se la pasa a Hugon.

- Avancemos

Hugon tomó la cruz verdosa que le dió el herrero y, sin preocupación, se la guardó en uno de los bolsillos. Es una cruz... el Señor está en ella. No hay de qué preocuparse. Después, asintió ante la idea de salir de aquel sitio, no soportaba el olor del cadáver.

- Salgamos de aquí. Debemos encontrar a alguien con vida... seguro que hay alguien más aparte de nosotros. - Clavó la mirada en Louis y sonriendo, repitió aquellas palabras. - Seguro que hay alguien más con vida. - Pobre hombre... toda su familia ha desaparecido... por suerte o por desgracia Marquand y yo no teníamos a nadie... Y Lauriel por lo menos ha "visto" a su marido...

- Vamos, sigamos las huellas y terminemos de registrar la abadía. Si no encontramos a nada o a nadie... creo que lo mejor será dirigirse a Carcassonne. - Así, Hugon salió por la puerta abierta al exterior, siguiendo a Louis.