Partida Rol por web

Jimena marchó rumbo al Castillo. A ver si la dejaban entrar, que esa era otra

Cuando llegáste a la puerta del Castillo había un soldado en la puerta. Estaba relajado, pero cuando te acercáste te preguntó-¿Dónde vas Jimena? Están con la celebración del matrimonio y no quieren que pase nadie. Lo siento pero no puedo dejarte pasar.- Era un tono firme pero amigable. El baron trataba bien a su pueblo y por lo tanto sus soldados lo imitaban, pero si les daban una orden la cumplían.

Durante el accidentado casamiento, Diego observó tambaleante toda la escena, echando un ojo por encima de su hombro buscando con la mirada a los “músicos” de cuando en cuando. En el momento en que la señora desfalleció, el alguacil suspiro con los ojos cerrados y las cejas levantadas, resignado.

… ¿No le puede salir nada bien a este señor nuestro?... Pensó algo decaído por el curso de los acontecimientos.

Cuando terminó la pantomima que siguió después de que se fuera la joven en el carromato, Diego volvió con el resto de gente. Paró de beber vino, ya que Telmo y María parecían ocupados y al estar de plantón durante la boda, empezó a darse cuenta de lo perjudicado que iba. Mientras la gente retomaba los quehaceres de la matanza, él se quedó observando a los forasteros, a los cuales siguió cuando todo el mundo se fue a casa, desde lejos, para saber dónde iban a pasar la noche. Quería tenerlos controlados.

Ves que los forasteros hacen amago de irse, pero en vez de eso van a donde están los animals de la taberna. No hay nadie más allí y los ves coger un cordero e intentan coger un par de gallinas. Entónces reparan en que TÚ estás allí. Dejan lo que estában hacienda y te miran con desprecio.- Vaya, vaya. Si es el borracho del alguacil. ¿Que quiere usté una parte de la tajá que saquemos?....o eso o se va con viento fresco si no quiere que lo pasemos a cuchillo.

Al verse delatado, Diego deja que el vino que queda en su organismo lo embargue y exagera activamente su menguante borrachera. Si lo subestiman quizás pueda salvar el pellejo.

- Shhhhhhhhhh - Rechista, tambaleante, mientras pone el dedo índice frente a los labios reclamando silencio.

- No llameis la atención, ostias. Ya me olia yo que no erais trigo limpio - Dice mientras sonrie irónicamente y pone su espalda recta con aparente dificultad.

- No quiero problemas, que hoy es fiesta joder. Me he tomado el día libre. Id con Dios -

Dicho esto empieza a recular tambaleante, deseando que los gorrones pasen de él.

El cabecilla que ya se había echado la mano al cuchillo sonríe con confianza. Te mira, te evalua y dice a sus compinches-shhhhhh, no queremos hacer ruido ¿verdá que no? Marche usté con Dios que nos lo haremos con estos animalejos.-Se carga el borrego sobre los hombros y espera a que sus compañeros cojan las gallinas. Te vuelve a mirar, sonrie y de repente cambia el gesto. -Y chitón, ¿eh? si no .....se pasa teatralmente el dedo por el cuello. Después se marchan entre risas.

No quedaba nadie en la taberna, sólo estábais María, el niño y tú. María te comentó-¿Tu creés que realmente esté embrujada la señora? A mí no me pareció que lo estuviese. Puede que solo fuse un mareo, quien sabe. Iba muy estirada ella, muy digna del brazo del tipo ese. Pero caerse así, en ESE momento no es normal. ¿Verdad que no? En fin, me voy a dormer que ya es hora, mañana sera otro día duro-Te dedicó una sonrisa, te dió un beso y se fué a la cama llevando al niño consigo que ya estaba dormido.

- Hola - Jimena bajó la mirada - Yo ... vi que la muchacha se había desmayado y quería ver si podía hacer algo por ella, igual solo era agotamiento y nervios, pensé que un poco de infusión podía ayudarla a asentar los nerviosa - trató de explicar con voz nerviosa.

- ¿Que tal todo por aquí? - Jimena alzó la vista ligeramente - Telmo ha preparado el cerdo, es una lástima que tengais que estar aquí en vez de disfrutando con el resto - musitó jugueteando con un mechón de su casi blanco cabello - Si queréis puedo pedirle que os guarde algo para luego - Jimena no era idiota, sabía que era mujer y su madre le había dicho que ser mujer era una desgracia aunque a veces, una carta con la que jugar para conseguir ciertos favores.

Quería entrar, quería ver a la muchacha, pero solo lo lograría si conseguía que el soldado le dejara. Así que debía ser amable.

Creo que está su ama con ella, cuidándola. Aunque si te soy sincero a mí me parece un poco bruja y no me extrañaría que fuera la causante del malestar de la doña-te dice en tono confidente.

¿Las cosas? bien, bien...tranquilo. A ver si vienen a relevarme y me uno a la fiesta, jajaja. Es una pena, pero ya me queda poco,jajajaja.-dice contento por la posibilidad de hablar y ser escuchado.-No te preocupes con lo del cerdo, el baron lo ha dado para el pueblo, nosotros picaremos las sobras de la comilona que han montado, pero a fe mia que vamos a comer bien.Ja,jaja.

Diego siente como la sangre le hierve por las venas cuando el jefe lo amenaza, poniéndose rojo y estando a punto de explotar por la impotencia. Cuando se giran entre risas, decide actuar. No quería poner su vida en peligro, pero al ver como cargaban el borrego decidió que Telmo no merecía tal pérdida, y menos ahora con el rotoño.

Así que se avalanza por detrás cogiendo al tipo del borrego por el cuello de la camisa y tira hacia atrás para derribarlo y liberar al animal. Si puede intenta patearle la cabeza para anularlo, sin perder de vista a los otros.

- ¡Al borrego no me lo toques, cabrón! - Dice cuando agarra al gorrón y lo intenta tirar al suelo - ¡Telmo, que te roban! ¡Telmo! -

Y Diego empieza a bramar para intentar que el tabernero salga en su ayuda y hacer que los rufianes decidan que es mejor huir que enfrentarse.

Escuchas voces fuera de la taberna. Parece que es Diego gritando -¡Telmo, que te roban, Telmo!

¡Grandísimo hideputa!-dice el rufián cayendo al suelo y tirando el borrego-¡ayudadme par de baiecas que este nos delata y se nos presenta todo el pueblo!-grita desde el suelo. Sus compinches sueltan lo que llevaban y sacan los cuchillos. El otro intenta ponerse en pie y saca el cuchillo.

Jimena pensó seriamente lo que iba a hacer, ella no era así, pero quería ver como estaba la chica, sentía realmente curiosidad. Así que sonrió - Oh, bueno ... es un día nervioso para cualquier muchacha, mas para ella que tiene esa presión, era realmente hermosa - dijo Jimena buscando la forma de ser "seductora" aunque eso nunca se le daba bien.

Miró al soldado a los ojos, las mujeres del pueblo decían que con una mirada se podía seducir a un hombre.

- Si, la verdad es que me extraño no verte allí pero claro, teniendo un puesto de responsabilidad aquí ... - Jimena hizo una pequeña caida de ojos. - El barón es un hombre tan amable - volvió a clavar sus ojos en los del soldado - Que suerte tenéis - no estaba siendo efectivo, Jimena no sabía hacer estas cosas. Pestañeó un par de veces, se sentía ridicula.

El soldado se fué irguiendo poco a poco, sacando pecho y sonriendo a Jimena. Estaba claro que no le ponían ojitos todos los días. El soldadomiró un momento hacia todos lados, para cerciorarse e que nadie miraba, y cuando estuvo seguro te dijo-Pasa.....pero que nadie te vea. No se cómo pretendes ayudar a la doña, pero tendrás que subir a la torre y allí hay un guardia. Uno de los hombres del marqués. Tiene orden de que no entre nadie allí.

- ¿La nueva mujer de nuestro barón embrujada? No, seguramente se emociono con la boda y le dio un aire. - Le dije intentando que la preocupación que me había provocado sus palabras no se transmitiera en mi voz. Cuando se fue a la cama, aun me quede con un vaso de vino en la mano, cuando oí los gritos de Diego. Corrí a coger mi maza y salí a la calle a ver que sucedía.

Diego hecha un paso para atrás estabilizándose bien en el suelo, si cae o le pillan por la espalda es hombre muerto. Mientras los rufianes intentan ponerse en guardia la suelta un fuerte silbido de cabrero apoyando la lengua contra sus dientes y el labio.

- ¡Corred zopencos! ¡Ya me han oído! ¡Si nos os vais ahora el barón os colgará! ¡Corred! –

El alguacil vocea lo máximo posible cuando articula sus palabras, intentando disuadir a los gorrones de que intenten la locura de atacarle en pleno pueblo. Intentando no perder de vista a ninguno de los rufianes y dirigiéndose al que parece el jefe, manteniendo la calma y ofreciéndole una salida, para esta situación, en la que no acaben todos muertos.

Lograste pasar al guardia y te encontrabas dentro de las murallas del Castillo. No había vigilancia en la puerta. Asomandote un poco al salon común pudiste ver la mesa de los señores y otra con los soldados. Los soldados del baron y este mismo estában contentos, viendo a Mateo, el hijo de la cocinera imitar a distintos animales. El marqués y sus hombres parecía que estában en un funeral, de la novia y su ama no había ni rastro. El músico tocaba una melodía ligera. Las criadas iban y venían y en general nadie se percató de que estábas allí asomada.

Cuando subiste las escaleras vistes a un guardia del marqués tras una puerta.

Apareció Telmo con su mazo de combate en la parte de atrás de la taberna. Allí estában los músicos, todos con los cuchillos desenvainados y Diego diciéndoles que se fuesen ,pero adoptando una actitud defensive por si acaso. Cuando vieron aparecer a Telmo, los rufianes, que no tenían otro nombre se miraron, sopesaron la situación y decidieron intentar salir corriendo.