Partida Rol por web

James conducía su Ashton Martin en dirección a lo que esperaba, fuese Devils Pit. Conducía despacio, como si no tuviera prisa. Lo cierto es que no quería llegar allí. No quería descubrir lo que aquel lugar tuviese que mostrarles, pero sabía que debían hacerlo. Fue esa convicción la que guió sus pasos hasta llevarle allí, junto con Harry.

La carretera desierta evidenciaba que aquel lugar no tenía nada que ofrecer al mundo. Al menos, al común de los mortales. Eso explicaba la desidia del tipo de la gasolinera. Lo que no explicaba era porqué tenía abierto un negocio como aquel. Algo hay que hacer en la vida, pensó James.

Luego de un buen rato sin encontrarse siquiera un coche, James vio acercarse un ciclista en sentido contrario. Paró su vehículo y se apeó.

-¡Eh, muchacho!-dijo dirigiéndose al ciclista con una sonrisa-¿Vamos bien para Devil´s Pit?

Satisfecha su pregunta, James siguió conduciendo hasta llegar a una intersección donde, según lo que les pudiese decir el muchacho, tomó en uno u otro sentido.
 

Una vez dejada la gasolinera del “tan simpático lugareño” decidieron dejar el coche de Harry escondido y seguir con el Ashton Martin de James.

La verdad es que nunca se había subido en un coche como aquél y un poco de ilusión le hacía. Se dejo llevar por la suavidad del coche, parecía que les acunaba mientras se movía.

Su compañero paró cuando un chico con una bici se les acercaba. Harry se fijó mientras hablaban en las ruedas de la bicicleta. Llevaba una carta de poker que hacia ruido cada vez que tocaba con los radios.

James volvió a subir y siguieron el camino hasta llegar a un bifurcación. O se metían en el túnel, o seguían rodeando el bosque.

-Pues yo me metería por el túnel amigo, para no dar tanta vuelta... -Pero entonces, se dio cuenta de que se había quedado tan absorto con las ruedas de la bici, que no escuchó que había dicho el chico- ¿Pero que te ha dicho el chaval?

Todo el viaje sucedió sin inconvenientes ni otro encuentro en la ruta con excepción de un niño en bicicleta por el carril opuesto. Aparte de ese único ciclista la vía estaba completamente en desuso. 

-¡Eh, muchacho!-dijo dirigiéndose al ciclista con una sonrisa-¿Vamos bien para Devil´s Pit?

El niño, de tal vez trece años aproximadamente, detuvo su bicicleta en el carril opuesto, sin cruzar el pavimento ni intentar acercarse al vehículo. El joven ciclista solo frenó un par de segundos para responder algo inteligible a James y luego volver a reanudar su macha con notable cansancio.

-...o ..e... ...enga… ...ede… debe…-

Tenía el rostro levemente pálido y su frente sudorosa indicaba que su marcha era larga, al igual que el camino que tenía por delante. James y Harry lo sabían perfectamente porque la estación gasolinera era el puente civilizado hasta el poblado más cercano.

Brahms, el pueblo lindero, se encuentra a trece millas de Silent Hill y Devils Pit. Y si el destino del niño es Brahm, la tarea podría llevarle todo el día.

Incluso sus avejentadas ropas indicaban el malestar económico de los pueblos del interior, con su debacle agrícola por las medidas de Nixon.

Harry no puedo escuchar lo que el niño dijo, pero su compañero si lo hizo.

El joven ciclista solo frenó un par de segundos para responder algo inteligible a James y luego volver a reanudar su macha con notable cansancio.

-No se detenga…no puede…no debe…-

James reemprendió la marcha sin sacar mucho en claro de lo que le había dicho el muchacho.

-Dice que no debemos pararnos y probablemente, sea un buen consejo-comentó James-...y una pista de que vamos por buen camino.

Llegado al cruce y a falta de otra información, James hizo caso a Harry y giró por el túnel.
 

Un buen oído debía tener James para escuchar algo así. El detective apenas escuchó cuatro letras sin sentido.

-¿Qué querrá decir con que no nos paremos? ¿Habrá algún tipo de animal salvaje por aquí? -Dijo Harry casi para si mismo. Como respuesta era de lo más rara.

Pero sin ninguna otra pista, James hizo caso al detective, y tiraron por el túnel, a priori, el camino más corto.

-¿Después de lo que hemos visto, lo peor que se te ocurre es un animal salvaje?-dijo James sorprendido por las palabras de su amigo-Creo que tengo una imaginación más vívida que la tuya. Será mejor estar atentos.

Dudando las palabas del niño, y sus múltiples interpretaciones, el dúo avanzó por el túnel hacia Devils Pit por el sendero más corto.

El túnel antes de ingresar permitía ver el otro extremo con un halo de claridad. Situación que no se cumplió durante el trayecto bajo la montaña, porque durante medio minuto el viaje fue en la más absoluta oscuridad cerca del final, y al salir el clima había cambiado bastante.

Tal vez del otro lado de la cadena de montañas las nubes se agolpaban contra los picos, conformando un paisaje eternamente nublado, con bancos de niebla por el sendero por delante.

Luego de la intersección finalmente se encontraban en la interestatal 73, y según el mapa* pronto verían el lago Toluca junto a la isla donde  se alza la penitenciaria Overlook.

Cuando entraron en el túnel todo cambió. El día se volvió nublado y oscuro. Parecía que hubiesen atravesado un maldito portal dimensional. Siguieron un rato por el camino acompañados por esa niebla eterna, hasta que dieron con un cartel en el que marcaba el lago Toluca. Entonces Harry sacó el plano que habían adquirido antes en la gasolinera.

-A ver...vamos bien James, no estamos muy lejos...

Harry dejó su comentario a medias, cuando vio aparecer de repente entre la niebla a otro ciclista. Iba por el carril contrario y era mayor que el anterior. El detective no le hubiese dado más importancia si no fuera por el ruido de los radios, al golpear contra una carta...

Al pasar por su lado, el detective lo miró con atención, tenía el cabello largo y blanco. Pero había algo en él, que le recordaba al muchacho de antes. Tenía una mirada triste...

-Ha...¿has visto eso? Ese hombre... me recordaba al chico de antes...

Un escalofrío recorrió su cuerpo.

El viejo Ashton Martin zigzagueaba por la sinuosa carretera que debería llevarles a Devils Pit. Con el mapa extendido entre los dos ocupantes delanteros, iban siguiendo las indicaciones. Visto en el mapa, el pueblo de Devil´s Pit parecía más bien pequeño. Pero ello no era motivo para subestimar el mal que allí pudiera residir y que ya se manifestaba en la niebla, densa y omnipresente que hacía creer a los dos pasajeros que estuviesen de regreso en Bar Harbour. Y quizá de algún modo, fuese así. ¿Y si aquel lugar y Bar Harbor fuesen en realidad expresiones de un mismo lugar situado en un lugar distinto y lejano, el paraiso del Xuchilbara, que por medio de aquel nefasto ritual del que habían tenido conocimiento se hubiese trasladado allí?

James conducía callado, perdido en estos pensamientos cuando apareció otro ciclista. No había motivo para pararse a preguntar. Gracias al mapa de carreteras, tenían la certeza de que iban por el camino correcto. Pero algo llamó la atención de James en aquel tipo. Su aspecto, avejentado hasta más de lo que parecía razonable; su pedalear lento y constante y la expresión de tristeza perpétua en su rostro. Sin duda, lo que cabría esperar de una persona que viviese en un sitio como Bar Harbour.  James se hizo a un lado, dejando una separación exagerada entre ellos y el ciclista para rebasarlo.

-Creo que no cabe mucha duda. Devil´s Pit es el sitio que buscábamos.

Un cartel anunciaba el lugar: Bienvenido a Devil´s Pit
La imágen de postal que acompañaba al cartel, con unas montañas con las cumbres nevadas destacando sobre un lago y un pequeño pueblo a sus orillas, parecía un chiste de mal gusto. James siguió conduciendo hasta adentrarse en el pueblo.
 

Harry y James ingresaron al pueblo por la carretera Este que conecta la parte sudeste del pueblo. El resto del pueblo, mayormente la parte principal y antigua del pueblo, se encuentra del otro lado del Lago Toluca junto a las pocas atracciones que ofrece.

Por la parte de la carretera que el Ashton Martin de James cruza, una extraña sensación de coincidencia o familiaridad llega a ellos.

La estación de servicio es idéntica a aquella que los dos hombres desayunaron horas antes, y el pequeño centro comercial con su cafetería al paso también llama la atención de ellos. Los pocos clientes de la cafetería -aquellos que se pueden ver desde el automóvil en movimiento – observan atentos el único automóvil que pasa por allí en dirección a Silent Hill. Incluso algunos de los clientes son extrañamente conocidos para Harry y su compañero. La imaginación les juega una mala pasada al creer por un instante que sus hijas son dos observadoras en ese momento.

Poco mas adelante, y según el mapa, antes de llegar al pueblo existe el desvío hacia el mirador Devils Pit, el cual comienza a operar luego del mediodía cuando la niebla desaparece. Toda la información se encuentra en el reverso del mapa turístico.

Tal vez lo único llamativo es un cartero que desde la banquina de la carretera pide aventon a los recién llegados. El hombre esta ubicado poco después de la estación gasolinera y el centro de compras turístico. 

Harry se queda mirando a la gente de la cafetería. Un escalofrío recorre su espalda cuando le parece ver a alguien.

-Has visto... bueno, da igual. ¿Es que todas las cafeterías son iguales por aquí? Espero que los trabajadores no sean todos igual de simpáticos que el de esta mañana...

Entonces aparece un cartero que les hace señas para que le lleven.

-¿Qué opinas amigo? Podríamos llevarlo, siendo cartero seguro que conoce la zona y puede indicarnos algo, ¿no?

El detective mira a James.

-No, Harry. No me lo creo-dijo James negando con la cabeza cuando Harry la habló de la cafetería-Si algo he aprendido en Silent Hill es que no existen las coincidencias. Algo extraño ha pasado. De algún modo, hemos pasado dos veces por el mismo sitio, pero...ha cambiado.

James siguió conduciendo. Se había fijado en el tipo que hacía "dedo" y estaba dudando precisamente si cogerlo.

-Sí, cojámoslo-dijo parando el coche cuando su compañero preguntó al respecto-Amigo ¿va hacia el pueblo?¿Le llevamos?

Al llegar el vehículo del James y Harry el fatigado cartero seca su frente con un pañuelo que luego guarda en un bolsillo de su pantalón y vuelve a acomodar por enésima vez su sombrero con la reluciente placa del servicio postal de América.

-Al fin, un alma piadosa que tiene compasión por un trabajador estatal. Muy buenos días señores. – saluda el hombre con notable buen humor. Su rostro guarda incontables años de trabajo a cielo abierto, veranos e inviernos por igual. El brillo de su mirada desentona con su edad avanzada, quizás próxima al retiro.

-Exacto y agradezco el viaje. Mis piernas ya no son lo que antes. Tal vez debería invertir en una bicicleta pero el doctor insiste en que debo caminar.- y sin objeciones por parte de los dos forasteros el cartero sube al Ashton Martin.

-¿De visita tal vez? – Pregunta el hombre al disfrutar del mullido asiento trasero del costoso vehículo – No conozco Brahms- agrega, convencido que los extraños son del pueblo vecino – Entiendo que allí la cosa ha mejorado- termina de hablar con su idea al comentar la buena suerte de los vecinos.

-Sin problema, amigo-dice James sonriendo-Aún es un buen trecho para hacerlo a pie ¿Lleva mucho tiempo cubriendo esta zona?

James intenta de esta forma iniciar una conversación con el cartero para que les ponga al tanto de lo que pueden esperar cuando lleguen a Devil´s Pit, pero es la consulta del hombre la que le desconcierta. 

-¿Mejorado?¿A qué se refiere?
 

-Sin problema, amigo-dice James sonriendo-Aún es un buen trecho para hacerlo a pie ¿Lleva mucho tiempo cubriendo esta zona?

 Howard devuelve la mirada a James a través del espejo retrovisor. El cartero de repente tiene el rostro fatigado al momento de responder – Mucho tiempo…un tiempo muy largo. – luego su mirada se pierde en el horizonte del lago Toluca cuando su animosidad regresa para completar las respuestas e inquietudes del empresario. – Es un buen trecho aunque podría subir a Devils Pit y tomar el teleférico que baja hasta el pueblo. Podría pero las alturas me dan algo de pavor. – confiesa Howard mientras suspira al observar hacia el lado opuesto, donde las montañas Saratoga ocultan Devils Pit. – Todo Maine, al igual que los demás estados y territorios del país. Sí señor, los cuarenta. Supongo que la guerra afecta la economía y esas cosas que no llego a comprender. Pero todos dicen lo mismo. -  

Harry saludo con la cabeza y se quedó en silencio mientras James empezaba una charla con él. EL detective no entendía como podía ser que el medico le hubiese prohibido la bicicleta por que necesitaba andar, si con la bicicleta también se hacia ejercicio.

Pero entonces la ultima frase del cartero hizo que Harry abriese mucho los ojos. ¿Cuarenta estados? Aunque intentó disimular su asombro, James y él ya habían pasado por demasiadas cosas “raras”.

-Disculpe caballero, puede que mi pregunta le suene extraña, pero ¿en que año estamos?

¿Los cuarenta?¿La guerra?¿Está hablando de la segunda guerra mundial?¿Pero de qué habla este...?

James estaba desconcertado intentando entender de qué hablaba este hombre, cuando Harry hizo la pregunta clave.

¿Acaso este tipo pensaba que estaban en los años cuarenta? James pensó en los pequeños detalles que le pudiesen ayudar a buscar cierta coherencia a sus palabras. La gasolinera, el uniforme del cartero, los carteles de señalización...¿acaso habían retrocedido en el tiempo? Entonces, el extraño dejavú que habían tenido, cobró sentido. Quizá fuese ahí cuando se produjo el...¿salto? Sí, era una idea absurda, pero haber pasado por lo que habían pasado Harry y James, hacía a la fuerza que se mostraran más abiertos de mente que la mayoría de la gente.

Haciendo memoria, recordaba que su estancia en Bar Harbor había tenido lugar en el año 45. No podía ser una coincidencia. La respuesta del cartero a la pregunta de Harry les sacaría de dudas.
 

Las palabras del cartero generaron inquietudes y sospechas en sus oyentes, al punto de dudar de todo. La niebla, proveniente del lago Toluca trepaba por la pendiente pronunciada hasta consumir el camino por donde el Ashton Martin viajaba, dejando atrás el cruce hacia Devils Pit, la estación gasolinera y la cafetería por igual. Ahora el vehículo entraba a la curva previa al puente que abriría la entrada a la parte suroeste de Silent Hill.

Las observaciones de James subsanaron temporariamente su temor a encontrarse fuera de la época real. Los vehículos aparcados en la estación gasolinera tenían apenas diez años de antigüedad en el peor de los casos. Aunque donde se encontraba todo podría ser. Bar Harbor fue la muestra de ello y aquí no tendría que ser diferente.

Desde luego Howard respondió a Harry sin dudar ni dejar su cordialidad y pasividad de lado. -¿Pregunta extraña? Pues sí que lo es. En todos mis años al servicio del correo me han preguntado tantas cosas pero su pregunta es algo fuera de lo común. – Entonces algo llamó la atención del cartero. Algo situado más allá de la barrera que la niebla permitía vislumbrar. Casi de inmediato advirtió el hombre de color a James. – Creo que debería mirar la carretera con atención. –

Y las palabras de Howard fueron suficientes para que James y Harry descubrieran un tramo importante de la autopista que había sido tragado por el lago. Casi tres metros de pavimento faltante daban la abertura a un pequeño precipicio de cinco metros hasta el agua.

-¿Se refiere a que el pueblo nunca se recuperó de la guerra?¿Cómo es posible?-preguntaba James cuando de pronto se fijó en algo extraño en la carretera-.

Acertó a clavar el frento antes de que el vehículo se precipitara dentro del socavón que había en mitad de ella.

-¡Vaya!-dijo sorprendido-El gobierno no escatima en mantenimiento, desde luego. Bueno Howard, supongo que podríamos dar la vuelta e ir hasta ese teleférico del que nos habló o rodear por el otro lado ¿no? Porque por aquí definitivamente, se acabó el paseo.