Partida Rol por web

El soldado se quedó sentado en la capilla, al lado de la mujer, mirando el crucifijo, y acariciándose de vez en cuando la herida, paladeando la sangre que volvía a salir. Tanto estrés le había subido la presión, seguramente, y la herida se había reabierto.

Cerró los ojos y suspiró resignado, pero más tranquilo. Quedó así unos segundos, tratando de no pensar en nada para calmarse, cuando sintió la presencia de aquella chica, Sara, junto a él. Parpadeó y la miró. La expresión del soldado era amargada, pero hizo lo que pudo por dedicarle una sonrisa.

Le cogió la mano con caballerosidad.

¿De qué nos conocemos, señorita...?

Sara... Ese es un nombre judío... Harry intentó recordar siguiendo ese hilo, tal vez alguna joven liberada de un campo de concentración... o alguna prisión...

Miro el coche y luego a nosotros, efectivamente el viaje iba a ser incómodo, orque la propuesta de James no me convence nada.

-No, no sabemos que puede pasar en estas calles en 20 minutos, y dudo que vaya a dejar el arma aquí, así que nuestras mejores posibilidades siguen siendo llegar allí en el menor tiempo posible, esto no es un viaje de placer. Yo soy el más gordo, es evidente, yo debiera ir delante, de copiloto, eso dejará más espacio atrás, a no ser que alguien quiera que me siente encima suyo... Las gemelas van juntas, así que no queda tanto para caber.- 

Mis motivos estaban más que justificados, no voy a perder de vista al matón y si a las gemelas, además soy el más voluminoso así que no creo que haya demasiada discusión a que vaya delante solo.

Algunos aprovechan para entrar rápido en el coche mientras que otros no lo tienen tan claro.

-No veo mal la propuesta de James. De ser así me esperaría con él sin problemas. En caso contrario...- El detective se gira hacia Evelyn- Si quiere puede ir encima mío, hace poco perdí a mi mujer...-Dice en tono apesadumbrado -Así que no se preocupe, conmigo puede estar tranquila.- Dice intentando que no se sienta incomoda.

A Evelyn tampoco le parecia correcta la forma de hacer las cosas de aquel señor, y siendo realistas, tampoco es que se muriera de ganas de abandonar el hospital para quizas meterse en algo todavia peor. Cerró los ojos, pensativa, mientras que todos hablaban. Ella seria uno de los problemas, ya que como mujer, era mas facil que fuera sobre otro hombre a que fueran dos hombres.
- A mi me molesta tambien un poco esto, no es que me desagrade permanecer en el hospital. Si de veras le interesaramos, no deberia ser tan hosco y maleducado.- Miró al chofer, con clara molestia, aunque despues sonrió a Harry, agradeciendoselo.
- Creo que esperaré como el señor...- inclino la cabeza de forma educada. 

Krebs gruñe tras escuchar las retoricas del grupo. De inmediato extrae de la guantera del Vauxhall una reconocida lata de tabaco para mascar, la extiende a los que ya se encuentran a bordo de la antigua limusina - ¿Los estúpidos pueblerinos no entienden muchas cosas y repudian otras tantas. Mi tabaco es una de ellas pero ustedes son la primicia. - luego el extraño mayordomo pistolero lleva a su boca un puñado de tabaco y comienza a masticarlo con ansias. La acción parece calmar su nerviosismo y malhumor hacia los Despertados, pero no su premura por partir.

Un hilo negro de saliva escapa por la comisura de la boca de Krebs al masticar el tabaco. Tal vez la repugnante imagen del chófer sea igual a un moribundo, cuya sangre escapa de la boca. O simplemente algo mucho peor...

- ¡Me cago en la put...! Muy bien, tú,tú y la damisela esperarán aquí. El resto viene conmigo. No tengo tiempo para sus histerias. - Entonces Krebs enciende el motor con la mitad del grupo abordo y el resto en la calle, a la espera de su regreso.

El mayordomo espera un momento por las palabras finales de quienes decidieron esperar y antes de partir les da un presente a uno de ellos. Una hacha de mano que sacó del fondo de su asiento...

Observo detenidamente el rostro de Harry, recordando aquellos años maravillosos en los cuales fui su esposa y todo en verdad era perfecto. Incluso en mis mejillas un intenso rubor emergió de ellas al sentir el contacto de sus manos con las mías, he añorado tanto aquello al punto de escaparse un suspiro de mis labios. 

- Harry... Cuánto te he echado de menos, hemos compartido tanto y luego del naufragio he estado buscándote como loca. Sin ti no soy nada. - expresa en un tono dolido, en sí, angustiada por lo desafortunado que fue aquella segunda luna de miel, luego del incidente en la ruta en donde casi pierdo la vida de una forma tan trágica. Todo por un borracho al volante que ni siquiera tuvo una mínima intención de rescatarme cuando caí al mar luego de que el auto se desviara de la ruta. 

-Ahora que te he encontrado nada nos separará, ya verás. - susurro apoyando mi cabeza sobre el hombro de Harry buscando contención, era feliz al saber que mi esposo estaba a mi lado. 

Luego de la extraña confesión de la mujer una de las enfermeras de Vannacutt entra a la capilla con su carro de curas. La desgarbada mujer se acerca a la pareja y asiste las heridas de Harry no sin antes dar alguna que otra explicación. – Me envía el doctor para atender sus heridas  - habla en tono entrecortado y áspero.

Entonces sus frías manos pero delicado tacto mejoran la salud del teniente.

Harry se tensa un poco al sentir el contacto de Sara.

No recordaba el nombre de la última mujer con la que estuvo... una prostituta asiática, al acabar la guerra, en una de las celebraciones que se hicieron en los islotes del Pacífico, donde le habían destinado a la retaguardia.

Pero desde luego que no recordaba a esa mujer.

Creo... que se confunde, señorita. Yo... recordaría a una criatura tan bella... No creo que nos hayamos visto antes.

Dentro de lo agotado que se sentía, intentó ofrecerle la mejor de sus sonrisas.

Pero sea como sea, no dejaré que le pase nada.

Entonces llegó la enfermera. Con la mirada algo baja, avergonzado por su reacción de la noche anterior, Harry asintió, y murmuró unas disculpas mientras la mujer le trataba las heridas.

Muchísimas gracias, enfermera.

 Tomó aire. ¿Hay algo que pueda hacer por ustedes...?

Desde luego el exterior del hospital no era lo que me hubiera esperado. Pero claro viendo el interior era lógico que el exterior fuera así de cochambroso.

Lo que si que me sorprendió bastante fue la basura pero sobretodo la pila de cadaveres amontonados. Los cuales olían fatal por lo que debían de llevar ahí bastante tiempo. Eso me hizo tener un escalofrío. Tanto mi hermana como yo bien podíamos haber terminado en una de esas pilas. Teníamos que tener mucho cuidado.

Todo estaba cubierto por la niebla.

El Chofer parecía conocer al Coronel.

Perfecto.

Me monte silenciosa en el coche con los demás. Tampoco es que la Thomson que llevaba nos diera muchas opciones. Aunque el Chofer ya de por si era siniestro. Parecía sacado de una película de terror.

Jules enseguida dijo de ir una encima de la otra. A lo que asentí. Me encontraba mal. Me dolía bastante la cabeza.  Por lo que me mantuve callada. Esperando que aquel penetrante dolor pasara cuanto antes.

La baba negra del Chofer casi me hizo vomitar. Y eso que había visto cosas muy asquerosas. Pero esa se llevaba la palma.

Joder que asco…

A mi la idea de quedarme aquí esperando en medio de estas calles me resultaba cuanto menos inquietante. Por eso cuando dijo que quienes iríamos hable rápido.

Mi hermana y yo iremos en el primer viaje. El resto podía ir en el segundo un tercero o irse a tomar por el culo. Pero desde luego que no me iba a quedar aquí en este sitio. A pesar de que la imagen del Chofer me resultara mas asquerosa que bañarme en mierda.

Cuando saco el hacha me adelante rápidamente para cogerla. Al menos era un arma.

-No se preocupe. Mi abuelo lo mascaba a todas horas. Estoy acostumbrado.

James permanece impasible, con su sonrisa amable, hablando distendidamente. Ni siquiera el ver el hilillo de baba negra mezclada con tabaco parece afectarle. Asintió satisfecho cuando el malhumorado Krebs accedió a su petición, pero decidió apretarlo un poco más. 

-Gracias. Me consta que está haciendo usted un esfuerzo y por ello le estoy doblemente agradecido, pero que no le parezca mal si yo al menos, le espero en el hospital. Aquí fuera hace frío y si nos ofrece un hacha, será porque no es un lugar seguro. Tampoco sabría qué hacer con ella, si le digo la verdad. 

Johan se quedó mirando a la cantidad de gente que se estaba quedando en el hospital. ¿Sería que no habrían visto los horrores de este? Un lugar nuevo y un hombre que tiene un guardaespaldas de este calibre, no parecía de confíar. Pero sabiendo lo malo, era mejor intentar salir de ese asqueroso sitio.

-Yo iré delante, necesito saber que es este lugar y ese hombre posiblemente, tenga muchas respuestas. Les esperamos allí, tengan cuidado.

Se acercó al coche e intentó sentarse en una ventanilla con sumo cuidado de no apoyar la espalda precipitadamente ya que aún le dolía horrores y la tenía herida, procurando no mirar a las gemelas por las malas pulgas que se gastaban, aunque tenía unas ganas horribles de preguntar a la iluminada sobre lo que dijo en el hospital sobre todos ellos, y lo mas importante, sobre "ella". 

Una de las gemelas agarra el hacha que el chófer les pasaba. Genial, ahora una de las perturbadas tiene un hacha. Bueno, al menos conservaba la pistola.

-Señorita, ustedes van a un lugar más “seguro”. Yo voy servido pero si uno de mis dos acompañantes se sienten más seguros con el hacha, le rogaría que se la diera.

El detective escucha como James la rechaza, espera a ver la reacción de Evelyn.

Evelyn entrecierra los ojos al ver el comportamiento de aquellas gemelas. Realmente no les gustaba nada, sabia que en cuanto pudieran, le clavarian el hacha en la espalda para quitarla de en medio, no eran de fiar. Miro de reojo al que rechazaba el hacha y ahi si que no estuvo de acuerdo. No queria volver a pasar por aquella pila de cadaveres, no queria ver otra vez los corredores. El unico sitio donde se sentiria segura era en la capilla, y esperarles ahi no era lo mas sensato, no parecia que el hombre fuera a entrar para buscarles de nuevo. Se abrazó un poco el cuerpo con las manos, aparentando inseguridad y observó a James, como si le diera miedo el que no aceptara el hacha.
- Creo que deberias aceptarla para que no la tuvieran ellas... Son peligrosas.- lo susurró en bajo, acercandose un poco a el, volviendo a mirar al coche. Retrocedio un paso, para quedar por detrás de James, como si buscara un poco su proteccion. Y lo cierto es que tampoco estaba demasiado bien, la sangre todavia manchaba su ropa pese a los vendajes. 

-Gracias. Me consta que está haciendo usted un esfuerzo y por ello le estoy doblemente agradecido, pero que no le parezca mal si yo al menos, le espero en el hospital. Aquí fuera hace frío y si nos ofrece un hacha, será porque no es un lugar seguro. Tampoco sabría qué hacer con ella, si le digo la verdad. 

Krebs escupió algo de tabaco masticado a la acera, justo delante de sus interlocutores que esperarían por su regreso. En tono cortante respondió y su rostro demostró mala predisposición – Como quieran. Si mueren mientras regreso no será mi culpa. Cuando regrese tocaré la bocina tres veces, si no aparecen me iré dándolos por muertos. – pero antes de meter la primera marcha el oficial Slaugther habló…

-Señorita, ustedes van a un lugar más “seguro”. Yo voy servido pero si uno de mis dos acompañantes se sienten más seguros con el hacha, le rogaría que se la diera.

- No pidas peras al olmo muchacho. Toma, cuando regrese me la devuelves o te mataré – Responde Krebs en lugar de las gemelas para luego arrojar la ametralladora a las manos del oficial. Este la recibió dando un pequeño traspié hacia atrás por el gran peso del arma. Evelyn agregó algo pero el horrible mayordomo ya había echado a andar la vieja limosina. A los pocos metros el vehículo desaparecía entre la niebla.

Ahora debían esperar por su regreso…

A los pocos metros el vehículo desaparecía entre la niebla.

Ahora debían esperar por su regreso…

El Vauxhall fue tragado por la niebla mientras zigzagueaba entre la calle. Ahora al resto le toca esperar por su regreso. ¿Qué harán mientras tanto los Despertados que esperan en las puertas del hospital de Bar Harbor? Sus entrañas reclaman alimento… y la niebla cobra vida por momentos con sus movimientos ondulantes...  

-Será mejor que volvamos al hospital-dice James encogiéndose de hombros-Este lugar no parece muy seguro y si Krebs nos ofrecía un hacha, no creo que fuese para cortar leña. Menudo tipo ese Krebs ¿de dónde lo habrán sacado?

En el camino de vuelta, James se acerca a Evelyn.

-Disculpe mi atrevimiento, pero tengo curiosidad. Usted fue la primera en salir de la habitación, si mal no recuerdo y por lo que se ve, se las arregló sola para llegar hasta la capilla ¿Cómo lo hizo?
 

Entrar al hospital era arriesgado, unicamente se movio hasta la puerta de este y luego le sonrio de forma cordial.
- Creo que iba absolutamente en serio con lo de tocar el claxon y marcharse si no estabamos. Opto por quedarnos cerca de la puerta y entrar en caso de que veamos algo extraño, no me gustaria que nos dejara tirados por no oirle o ver el coche.- Se alisó la falda con las manos, mientras escuchaba su pregunta. Por su mente pasaron la serie de horribles imagenes que llegaron tras sus palabras, pero su rostro no lo reveló, seguia mostrando una coqueta sonrisa, algo recatada.
- Ojala lo supiera, vague en la oscuridad despues de salir de la lavanderia hasta que mis heridas no me permitieron continuar, y al despertar, lo hice junto a ustedes.- Omitio todo, todas sus debilidades, todos sus miedos. Bajo la vista al suelo, acariciandose un poco el brazo y luego volvio la vista a la niebla.
- Usted es el unico con cabeza de aqui, el resto no se de donde han salido. ¿Seria mucho pedirle no separarnos? Las gemelas tienen algo contra mi, y no dudo en que sean peligrosas. Podriamos ayudarnos mutuamente.- intentó negociar con él. Primero preferia hablar, y si se negaba... Bueno, siempre podria embaucarle. Todos los hombres terminaban cediendo. 

Cuando la señorita de rojo pidió el hacha, el detective iba a ponerse serio con las gemelas. Pero entonces el chófer que parecía salido de la mafia italiana le lanzo...la Thompson! Tenia entre sus manos una jodida Thompson! En su vida la había tenido un par de veces, pero daba una seguridad y una...potencia por decir algo, te hacia parecer el hombre más peligroso del mundo. Volvieron hacia el hospital, él seguía en silencio observando ese portento de arma mientras sus compañeros empezaban una charla.

-Cerca de la puerta sí, pero mejor dentro, este lugar es muy extraño...- Añadió mientras miraba alrededor, entonces escuchó a la mujer.

-Eh! Que sigo aquí eh? Vamos que creo que yo también soy alguien con cabeza, soy detective de homicidios, en mi pueden confiar. De momento lo único que he hecho es intentar mantenerlos a salvo. No creo que haya dado pie a pensar que estoy loco...no al menos como las gemelas. Coincido con usted, las gemelas no me gustan un pelo, son peligrosas y si fuera por mi las encerraría en una celda. Pero tampoco me gustan los dos militares, sobretodo el más enorme. El chico parece majo aunque habla poco, pero creo que también es de fiar. Así que ustedes son los más sensatos de lo que he visto hasta ahora, pero con usted hemos compartido poco aún, de momento en quien más confío es en James también.

-Con mucho gusto-dice James respondiendo a los complidos condescendientes de Evelyn con una sonrisa y un escéptico arqueo de su ceja izquierda-Aunque hay que reconocer, a modo de autocrítica, que quedarnos aquí esperando no ha sido lo más sensato. He de reconocer que me ha podido el orgullo, pero ¡qué demonios!¡no somos ganado!.

Luego vino la obvia réplica de Harry. Lo cierto es que Evelyn había sido un tanto cruel con el policía. Se preguntaba si lo hacía a drede o si es que las habilidades sociales no eran el fuerte de la mujer, cosa que parecía extraño, dado su aspecto radiante y su hermosa sonrisa. 

-Vamos, vamos-dijo James intentando templar los ánimos-no se vayan a pelear entre ustedes que era lo que nos faltaba. Yo no creo en las casualidades. Creo que aquí todos estamos por algún motivo que se sabrá a su debido momento. Incluso esas extrañas y desconcertantes gemelas, que estoy de acuerdo, parecen peligrosas. Buscar el enfrentamiento no creo que sea la mejor forma de tratar con ellas. Será mejor limar asperezas e intentar colaborar. Y ya que ambos confían en mi buen juicio, sepan que por mi parte, también confío en ustedes dos. Así que les propongo que evitemos los prejuicios fáciles y unamos esfuerzos para tratar esta situación de la forma más razonable posible.

James suspira esperando que su charla contribuyese en algún modo a apaciguar al policía y a conseguir que la mujer moderase su rechazo hacia él.

-Bueno, si estamos de acuerdo, deberíamos empezar por decidir qué hacemos. Yo de ese mastuerzo mascatabaco me esperaría cualquier cosa, pero hasta donde sabemos es él, o al menos su jefe, el que quiere algo de nosotros, así que se cuidará mucho de que lleguemos todos a la cita. El hospital parece ser seguro al menos, hasta la llegada de la hora 13.

El hombre saca de su bolsillo el reloj y comprueba la hora.