Partida Rol por web

Harry se fue acercando poco a poco. Cuando uno de los presentes de esa regional de locos dementes dijo que las armas no podían hacerles nada, bajo la Tommy para parecer menos amenazador, pero no la guardó.

Por si acaso, no tengo yo tan claro que una ráfaga de Tommy no te reviente como a cualquier otro...

Entonces, el resto del grupo empezó a actuar por su cuenta, como siempre había pasado. Eran una serie de personas muy poco cohesionadas entre ellas.

Mientras James le daba a su padre con al antorcha ¡bien hecho! Y el coronel se ponía a liberar a las mujeres, Harry se acercó hacia su mujer. Aprovechando el caos que se estaba montando, deslizó una de sus manos dentro de la gabardina, y saco un vial con un líquido...

En medio de aquel horror, el sacrificio, el olor a sangre y el el caos reinante, Johan percibe con un golpe de viento un perfume conocido, demasiado conocido. No importa la marca de colonia que se use, nuestra piel deja una impronta especial en el aroma que destila. Conocía bien la suave piel de la que procedía ese aroma. Hellen.
Bordeando una columna a su derecha apareció sonriente, con ese brillo en su mirada que siempre le borraba heridas, sufrimientos y anhelos. Levando la misma camiseta de algodón sencilla que llevaba el día en que se conocieron. No había rabia ni reproche en su rostro, solo una promesa de serena paz.
- Ven a mí Johan, soy real.- Y apagó de un soplido varías velas del ofrendario.- Acaba con esa rubia cuyo cuerpo destila pecado y desesperación y ven conmigo. Solo hay futuro aquí. Ella siempre elegirá a sus hijos antes que a ti. Pero yo no, mi amor, yo siempre estaré a tu lado.-

El infierno es la repetición

Como una serpiente que muerde su propia cola nuevamente la ceremonia es interrumpida por una fuerza externa, un agente invasor que frustra por el momento el avance del ritual pagano. Y como suele suceder la violencia toma el control ante las palabras necias de los fanáticos. La última vez todo quedo a medio camino, dejando el fruto del purgatorio en la tierra, en Bar Harbor. Ahora es posible que el resultado no tenga precedentes…

El ataque sorpresivo de James hacia su padre provoca que el aceite de la antorcha impregne las ropas de Joseph y las llamas invadan su rostro y hombros.

- ¡Arrrrrrgggghhhh….! – grita el difunto empresario mientras corre a ciegas hacia el centro del circulo. Sus manos cubren su rostro pero las lenguas de fuego ganan fuerza.

Casi al mismo tiempo Harry va por Sara y Aaron algunos segundos antes libera a las dos mujeres con su sable. La madre de James también es rescatada por su hijo y todo ello enoja a los líderes ocultistas.

También en ese instante las dos muchachas de compañía de Martinson sufren un ataque de pánico ante las firmes palabras de Johan. Ellas comienzan a llorar, caen de rodillas y gimotean fuera de control. Todo en ella es desencadenado por años y años de sumisión y esclavitud aparte de algún maleficio inexplicable.

El alcalde echa espuma por la boca ante la débil voluntad de sus esclavas. Patea a una de las jóvenes y avanza hacia la pira funeraria con la vista clavada en los bebes.

- ¡Estúpidas, inútiles!¡Tengo que hacerlo todo yo! – maldice a Brandy y a Angela por su calamitoso estado.

El reverendo esquelético agita sus brazos en el aire exclamando el descontrol de la situación y comienza a lanzar órdenes a diestra y siniestra para luego comenzar a leer su libro demoniaco. - ¡A por ellos! ¡Mátenlos a todos! – entonces el anciano se refugia detrás de los demás, entre el altar para recitar unas palabras incomprensibles e incitar a la muchedumbre al linchamiento de los Pecadores.

'O Kakos Theos

'O Kakos ia ia ia

'O Kakabb Daimon

PNEUMA TOU OURANOU THUMETHERE!

Finalmente el doctor Vannacutt apoya la orden del reverendo y envía a su personal al ataque. - ¡Eso! ¡Acaben con ellos! – y la decrepita jefa de enfermeras y un par de doctores avanzan sobre los Pecadores.

Los mismos salieron de entre el público presente.

El pandemonio se desato sobre la iglesia, especialmente donde la ceremonia se realiza. Pero otras cosas al mismo tiempo ocurren a espaldas de los Pecadores y demás.

Fueron dos explosiones sordas, como globos reventando sin mayores sonidos. Luego una lluvia de sangre sorprende a los espectadores de las filas traseras y a los Pecadores que aun no habían avanzado hacia el círculo funesto y la pira funeraria.

Uno de los pueblerinos literalmente exploto rociando de sangre y vísceras a todos los cercanos; y otro sentado al lado de este fue catapultado por el aire con sus miembros cercenados. Todo el espectáculo sorprendió a una parte de los fieles, los cuales comenzaron a correr en todas direcciones bajo el abrazo del horror.

De nuevo al pasado... en una eterna repetición que me encadena a ti... - musito en silencio al encontrarme de nuevo con mi propia realidad, una de la cual es difícil escapar por más que lo intente muchas veces. Conocía mi pasado, como así también mis debilidades, reconociendo que toda persona al enfrentar las peores situaciones lleva consigo la fortaleza de haber perdido todo, por resistirse a la tempestad de permanecer en pie. 

No había nada nuevo bajo el sol, Jan permanecía en mi corazón cobijado gracias al amor que sentí por él y era muy consciente de que ya no estaba, por más que intente dar la vida por él, nada quedaba, sólo el triste recuerdo y el tormento de una memoria tan hostil como vengativa. 

-Era un paso de la repetición... aquel ciclo que nunca se cerró. -  afirmo al percibir su presencia, descubriendo que aún seguía vivo en mi, en aquella imaginación tan fidedigna y severamente perjudicial para mi mente. - Estás en mi, por siempre Jan. Te mereces la paz y no toda esta mierda. -  expreso a la nada o a esa fuerza que pulula detrás de mi, como si se tratase de mi talón de Aquiles, tan maldito como mi propia existencia. 

- Lo sé... no lo hice y no lo haré... Causa y efecto, realidad y consecuencia. Ya estoy muerta... ¿Por qué revivir en la mortalidad? No deseo ser eterna, no lo necesito... Jan se ha llevado lo mejor de mi y mi hermana dejó un vació duro de procesar, pero me mantengo en pie. -  respondo al susurro mientras contemplo a Jan por última vez, aunque quisiera imaginarlo con su traje de la SS y aquel porte riguroso, malvado pero perfecto. 

Tenía las cosas en claro por haber tomado una decisión, pero jamás pensé encontrarme con mi propia cruz. Aquel sacerdote que abusó de mi tantas veces como años de vida, siendo mi primer hombre y él único que fue capaz de convertirme en esto. Una mujer que ofrece su cuerpo por placer, para obtener beneficios e incluso para matar a quien sea. Justamente ese mismo hombre, tan perverso, fue el que arruinó mi infancia y me convirtió en un ser horrendo. Contaminando mi alma al congelar mi corazón. - Esto parece el final de todo, regresas luego de tantas vueltas que he dado en mi miserable vida y juegas a hostigarme, a querer forzarme en una toma de decisión injusta. Lo sé... amas la crueldad y el tener poder sobre mi, tanto como cuando me follabas a escondidas y luego le profesabas a tu Dios un amor falso. Rompiste con el dogma y eres la bestia aquí... No me sorprende, te conozco... ¿Tú me conoces a mi? -  Afirmo y pregunta tras sonreír de lado. 

- He perdido a ese hombre que tú mismo has condenado al infierno, lo amaba si y sé que hubiera dado todo por mi. - señalo a Jan mientras continúo hablando. - Lo fuerzas a sostener una esperanza que no existe, eres el rey de las ilusiones y por ello corrompiste mi alma, abusando de mi. Da igual... Jan ha cometido muchos errores pero yo no lo he encadenado a esta situación, ni soy la culpable. Tu has decidido hostigarme con él y cae sobre ti una culpa que te pertenece. - sentencio al dar un suspiro y prosigo. 

- Luego intentas hostigarme con mi hermana, aquella mujer con la que he tenido sexo y he amado a mi manera. Mi otra mitad y la dueña de tu muerte, bueno... una de las tantas que has sufrido. Déjala como está, no me asustas al futigarla, he visto cosas peores y eras cuando te metías en mi cama. Así que descarta aquello, no te tengo miedo... jamás lo tuve. -termino por decir tras tomarme unos minutos y analizar la situación, mientras el "Sacerdote" me enseña su poder. Dándome a entender de que puede hacer lo que desee y no le importarán las consecuencias, era consciente de ello y seguía sin temerle. 

Ahora tras dedicar una mirada a Johan, a mis hijos y al resto de los presentes, busco dentro de mi ser un poco de luz. Sabía que era difícil entre tanta oscuridad y al fin de cuentas se terminaba perdiendo todo. No podía vivir con mis hijos y tener una vida normal, llevando conmigo el recuerdo de haber asesinado a Johan. Cómo así también, no podría ser feliz junto a él, recordando como me deshice de mis hijos. Ambos casos eran igual de letales para mi y estaba muy cansada de asesinar gente, demasiado. 

- Conozco tu poder, también tu ponzoña. Adoras meterte en asuntos que no son de tu incumbencia y prefieres imponerte para obtener lo que deseas. - niego con mi cabeza y sonrío con malicia. - No se puede negociar contigo, ganas de todas formas y yo pierdo... ¿Acaso no te cansas de hostigar? Imagino que es aburrida la vida en aquel lugar donde estás, debido a que necesitas de los humanos para divertirte un rato. Es vergonzoso. -  respondo cargada de ironía mientras avanzo a paso firme, beso a mis bebés en la frente y saco el cuchillo que al pasar robé para cumplir con lo requerido. 

- Nos vemos en el infierno, un lugar que adoras y que pronto será mío. No habrá más muertes con mis propias manos, aunque si tengo derecho a robar mi vida y hacer lo que quiera con ella. Púdrete imbécil... -   expreso al pasar la hoja del cuchillo por mi cuello con firmeza mientras la sangre baña mi cuerpo. Nada tenía que perder y había decidido por mi, no por nadie más. 

Me encontraba de pie y conversaba con alguien que a simple vista no podía verse, mi rostro reflejaba seriedad y determinación. Nada de lo que sucedía a mi alrededor captaba mi atención y firme a lo que acontecía en mi pequeño mundo continúo dialogando. 

De repente, tras la explosión de esas dos personas, avanzo a paso firme y tomo un cuchillo de sacrificios, muy decidida a realizar algo importante. Le dedico una mirada a Johan, cargada de muchos sentimientos y en especial un amor que jamás podré entregarle como es debido, mi destino estaba podrido y yo maldita. 

Una vez que me acerco hacia donde se encontraban mis hijos, beso su frente con dulzura y tras girar, expreso algo entre susurros que es imposible descifrar. Luego sin miramientos o arrepentimiento, alzo mi mano y corto mi cuello con el cuchillo, al deslizar rápidamente el filo sobre mi piel, bañándome por consecuencia en sangre. Elegía mi muerte antes que convertirme de nuevo en una asesina. 

Cómo era de esperar, caigo al suelo y tras fijar la mirada en Johan me permito morir en paz. Sin pena ni gloria, ahogada en mi propia sangre, un veneno que funesto ha sido el causante de tanta hipocresía en mi vida. No más hostigamiento, no más vender mi cuerpo, no más mentiras, ni engaños. Ahora finalmente me despejaba de todo y deseaba cerrar mis ojos por siempre. 

- Adiós Johan...Fue un placer conocerte y hubiera deseado amarte como en mis pensamientos. - musito ya entrando en la inconsciencia.  -Jan... allí estaré... Búscame y me encontrarás... - expreso al cerrar mis ojos para no despertar jamás. - Yulia, hermana querida... Ya no debo esconderme de nadie y soy feliz al saber que puedo pronunciar mi verdadero nombre sin miedo, si... Mischa, ese es... Hasta siempre. - termino por decir ya perdida en la agonía de una muerte anunciada. 

Y como alma que es llevada por el viento, abandono esta existencia funesta como un mero sacrificio o una simple renuncia. Cerrando el ciclo... para siempre. 

James abrazó a su madre de nuevo mientras ofrecía su antorcha a la multitud intentando mantenerlos a raya. Solo eran un montón de pueblerinos supersticiosos, pero eran muchos y no podría hacerlo. Tenía dos opciones; o intentar convencerlos o salir corriendo. Durante su vida, sus palabras llenas de ponzoña habían convencido a naciones enteras para que hiciesen su voluntad, pero eso no era nada en comparación con lo que supone intentar convencer a un montón de pueblerinos fanáticos. Pero su madre, no sería capaz de seguirle el ritmo en una huida y nunca había sido bueno peleando, de modo que intentó subirse a un lugar elevado desde el cual todos pudieran verle. Desde allí se dirigió a la multitud y habló.

-¡Escuchadme, antes de hacer algo que lamentéis!-dijo levantando un brazo-Soy James Bartlevy, hijo de Joseph Aaron Bartlevy quien ahora arde en llamas por sus actos herejes. Él, Martinon, Vannicut y ese sacerdote...todos ellos os han engañado todo este tiempo. Yo fui elegido para ser el portador del sello del Metatron. A mí me fue encomendado buscar y traer a Dhalia hasta este santo lugar y custodiar el sello hasta el momento que le debía ser entregado, cosa que ya he hecho. Dhalia, santificada por la Virgen, quien nos fue revelada como aquella que acabará con la oscuridad. Ella nos ha advertido contra lo que iba a pasar aquí. Dijo que debíamos evitarlo. Juntos podremos revertir esta situación, pero quemar inocentes no os ayudará. No lo hizo en el pasado y no lo hará ahora. Solo la redención de vuestros pecados lo hará.

Aaron no cambia el gesto cuando los fanáticos hacen lo que los fanáticos suelen hacer. Lanzarse sin apreciar un ápice su vida. Con rapidez el coronel ayuda a la chica a que coja los bebés, mientras observa que se le acerca gente.

-Rápido, hacia allí- Dice el coronel señalando una esquina donde no hay gente. -Yo haré de escudo.- y retrocede, de espaldas, para evitar que las apuñalen por la espalda, primero deberán pasar por encima de él.

Aaron después de pasar por una guerra de millones de muertos le hubiese gustado dejar de matar, ya estaba cansado de ello, toda una vida dedicada a salvar a su Patria por medio de acabar con la vida de los enemigos de USA... hasta un patriota como él acaba cansado. Pero aquí está de nuevo, la urgencia de matar o morir, de salvar inocentes por medio de matar a los que, por elección, quieren derramar sangre.

Así que no duda en levantar el arma, con los ojos fríos y con resolución para hacer lo que sea necesario por salvar a quien no puede hacerlo por si mismo. Pero Aaron no es tonto, sabe que no debiera hacer falta matar a todos, solo aquellos que controlan al resto, solo los cabecillas, solo los oficiales.

El coronel apunta al alcalde, a la cabeza, y sin dudar aprieta el gatillo.

-!!Acabad con el cura y el doctor, ellos controlan al resto!!- Ruge a sus compañeros, no está seguro de si alguno querrá o no actuar, pero que luego no digan que no sabían que hacer...

Harry observó la situación, finalmente decidió guardar el vial de momento.

Demasiadas variables, demasiada gente...mejor guardarlo para cuando sea el momento. Solo tendré una oportunidad.

Así que el detective levanto el cañón de la Tommy, que estaba deseando morder a alguien.

-Así que esto no sirve de nada eh? Vamos a comprobarlo...

Las balas volaron, su objetivo, el reverendo.

Mientras eso sucedió, Harry observo como la gemela que quedaba viva, se cortaba el cuello. El detective no entendía por qué lo hacia ni que pasaba.

Solo espero que estés en paz contigo misma, amiga.

El principio del fin.

La muerte acude en busca de almas que cosechar, y los Pecadores no tardan en ofrendar mediante sus armas de fuego. La carne es desgarrada por el plomo y la sangre chorrea por borbotones.

El público enloquece ante el estampido de la Thompson, la Colt y la caída de Martinson y Kane. Simplemente huyen en estampida en todas las direcciones posibles, chocando entre sí, pisando los unos a los otros hasta morir, para finalmente formar un cuello de botella frente a las enormes puertas principales; las cuales se encuentran cerradas por gruesas cadenas y barrotes. Allí el populacho se comprime hasta formar una masa uniforme de gente aterrorizada. El paraíso de ellos se desvanece ante la imagen viva de la muerte.

Quizás las palabras de James tan solo iniciaron algo que ahora ya no tiene control. Fueron muchos años de control y sumisión. Al menos su discurso dio un efecto no tan deseado pero efectivo a fin de cuentas.

En ese infierno y descontrol Sara y la madre de James cogen un bebe cada una antes que Joseph y los demás intentasen incendiar la pira. Luego cada mujer queda bajo custodia de sus guardianes personales. Lamentablemente la madre de los pequeños niños termina con su vida para no caer bajo los influjos de aquello que la había atormentado desde su llegada a la isla.

Y un sacrificio era lo único que necesita Dios para consagrar la medianoche de la Inmaculada Concepción, solo que de una forma apócrifa e inimaginable. La muerte de Jules da inicio al “Paraíso” sobre la tierra.

Su sangre corrió sobre el símbolo del suelo, formando el símbolo antes visto. Entonces un malherido Joseph tropieza con la sangre y el cuerpo de Jules para caer de bruces sobre la pira funeraria. Y las llamas hacen el resto…

El fuego lame el techo abovedado de la iglesia y del padre de James no queda ni rastro. La madera seca y embardunada de aceite sagrado facilita la cremación junto al cuerpo de la gemela.

Entonces las llamas se consumen tan rápidamente como iniciaron, dejando un amplio círculo de ceniza incandescente y una luz cegadora que flota en el centro donde antes estaba la pira.

Una figura humana emanando luz…

Revelación 1:1

 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, habiéndome vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros a alguien semejante a una hija de hombre, vestida de una prenda de vestir que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con un cinturón dorado. Además, su cabeza y su cabello eran como el sol, como lana blanca, como nieve, y sus ojos como una llama de fuego. Su luz encandilaba a los pecadores...

Tantos años de planeamiento, devoción y plegarias para no ser testigos del advenimiento del verdadero Dios. Ni Joseph, ni Kane, ni Martinson llegaron con vida para presenciar el milagro que tanto trabajo les costo en vida. Ahora sus cuerpos simbolizan las ofrendas ante la llegada de su Dios.

Sobre Vannacutt nada se supo. Tal vez fue aplastado por la estampida de fieles aterrorizados, al igual que sus ayudantes. O simplemente desapareció en el caos del lugar.

Como sea, la situación empeoró.

Toda la luz fue tragada por la figura divina que acaparó toda la atención. La oscuridad lo envolvió todo y a falta de otra fuente de luz, solo el Dios irradiaba sobre los allegados y el espacio circundante. El Dios bajo la apariencia de Jules ahora flota a un metro de altura y su aura incandescente mantiene a raya a todos aquellos que intenten acercarse como para tocarlo. Sendos arcos de luz son disparados hacia arriba, impactando el techo y las paredes con chisporroteos de electricidad y olor a azufre. 

En el fondo, sobre la entrada, un millar de gritos de dolor aturdió a todos los Pecadores. Algo horrible sucedió en la oscuridad.

El Paraíso finalmente abrió sus puertas…

- Adiós Johan...Fue un placer conocerte y hubiera deseado amarte como en mis pensamientos. - musito ya entrando en la inconsciencia.  -Jan... allí estaré... Búscame y me encontrarás... - expreso al cerrar mis ojos para no despertar jamás. - Yulia, hermana querida... Ya no debo esconderme de nadie y soy feliz al saber que puedo pronunciar mi verdadero nombre sin miedo, si... Mischa, ese es... Hasta siempre. - termino por decir ya perdida en la agonía de una muerte anunciada. 

Y como alma que es llevada por el viento, abandono esta existencia funesta como un mero sacrificio o una simple renuncia. Cerrando el ciclo... para siempre. 

Mientras la vida se te escapa y el frio de la muerte se va adueñando de tu cuerpo, ves como el odiado sacerdote se acerca a donde estás con paso firme y decidido. Con tu vista nublándose por momentos, no eres capaz de ver su rostro, quedando por tanto su expresión oculta para ti.

¿Estará furioso por lo que has hecho? ¿Por ver frustrados sus planes, por haber preferido sacrificarte tú misma antes que matar a Johan o a tus hijos y condenarte con ello? Llevarte como última imagen su rostro derrotado sería definitivamente tu victoria.

Parece que has aprendido a hablar y a pensar- te dijo mientras se acercaba, con un tono duro y frio -Parece que has aprendido mucho desde la última vez…- te dice al llegar junto a ti, agachándose para acercar tu rostro al tuyo y que así puedas verle -Pero has olvidado lo más importante... yo siempre consigo lo que quiero. Os conseguí a ti y a tu hermana… y ahora, he vuelto a conseguir lo que quería- te dice, con una retorcida sonrisa en su rostro y una mirada de triunfo -¿Pensabas que con tu sacrificio lograrías salvarlos, que detendrías lo que debe suceder?- te preguntó casi como si se riese -No, tu nunca pudiste hacer nada porque no eres nada, tan solo una existencia que incita al pecado… pero ahora, por primera vez en tu miserable vida, has hecho algo bien- te dijo mientras tu respiración iba desapareciendo -Solo necesitaba una muerte, un sacrificio para que fuese el recipiente de Dios… y tú me lo has dado- te explicó ensanchando su sonrisa, siendo esto lo último que viste antes de que la oscuridad te engullese… aunque antes de exhalar tu último aliento, aun escuchas unas últimas palabras que se burlan de la decisión que tomaste, de tu sacrificio.

Tus manos seguirán provocando muertes… gracias a ti.

Desde su improvisado púlpito, James se encogió y cubriéndose la cara con las manos para evitar ser cegado por aquella luz abrumadora. Aferró a su madre de nuevo e intentó alejarse de la luz, pues aquel paraíso a decir verdad, no le parecía demasiado halagüeño. Pero al girar la vista hacia el lado opuesto, vio que algo extraño estaba sucediendo, cuando un millar de gritos comenzaron a sonar formando una aterradora melodía que le encogía el corazón.

En medio de aquel caos, James buscó a Dhalia. Probablemente fuese la única persona de entre los presentes que sabía qué era lo que estaba sucediendo y qué debían hacer.

El coronel observa la pira. ¿Jules? ¿En qué momento...? El coronel ha estado tan ocupado que no se ha enterado de que se ha suicidado, y todo lo que pasa después le deja sin habla. ¿Qué clase de Dios aparece con un sacrificio humano? Piensa con desagrado.

El coronel sin embargo no sabe que hacer, contra demonios parecía que se podía luchar o huir, contra un dios, y encima a trapados... la cosa no pintaba nada bien.

El coronel observa por todos los lados buscando el libro negro que portaban los fanáticos, quizás ahí venga como desterrar al demonio...

Y como no podía ser de otra forma, tal y como había pasado desde que despertaron en aquella maldita isla, el caos empeoró. Delante de ellos, entre muertos y sangre emergió el “dios” que aquellos locos sectarios esperaban. La gente corría, los gritos formaban la banda sonora de la escena.

Harry saco el vial que guardaba en su bolsillo. Un vial con Aglaophotis.

Seas lo que seas, no puedes ser nada bueno si surges de la sangre, el sacrificio y la muerte. De esas entrañas solo puede surgir un dios del caos y la destrucción.

Harry volvió la cabeza para ver que su mujer estaba a salvo agarrando a uno de los bebés. Luego se acerco hacia esa aberración surgida del odio, y abriendo el vial, la roció con el líquido rojo.

Todo... habia pasado a su alrededor, como una pelicula a traves de los ojos de un espectador. No tuvo fuerzas para intervenir, para hablar o luchar. Simplemente estaba de pie, en medio del camino de entrada, contemplando impotente la pira, los cuadros. Todo cobraba poco a poco sentido, como si cada hilo capturado fuera tejiendose a si mismo hasta formar la verdad que jamas quiso entender. Culpo a George, culpo al lugar, culpo a su mente. Pero todo aquello no era culpa de nadie mas que de los errores, de la naturaleza del ser humano. 
Hubieron momentos en los que deseo intervenir, pero su cuerpo simplemente, no le respondio. El llanto de aquellos bebés en la cesta la dejaron petrificada, recordando tiempos hermosos con su pequeña en brazos. Noches enteras acunandola en la mecedora mientras contemplaban la noche a traves de la ventana, esas risas y esos primeros pasos, dados para ir a los brazos de su madre. Todo aquello que ella misma habia destruido de la forma mas cruel y dolorosa que podia haber.

La muerte, la sangre, el caos. Todo giró a su alrededor mientras que las lagrimas caian por sus mejillas. Inclusive la sangre de algunos puritanos que estaban ahi la salpicó, resblando por su rostro y su cuello, juntandose con el agua salada. Sintio empujones, golpes, de todos aquellos que trataban de huir y buscar una salida, aunque por suerte o desgracia, estaba lejos de la linea de fuego. 

Sus ojos quedaron sobre la gemela, que decidio sacrificarse por sus hijos, algo que Evelyn jamas fue capaz de hacer. No tenia derecho a reclamar que su hija volviera, a vivir tiempos felices. La mujer sabia que se merecia lo peor, no la redencion. No era capaz de perdonarse a si misma, ni de liberarse del pecado, por ello, estaba dispuesta a sufrir el peor tormento, o al menos, una parte de ella. Dentro de Evelyn seguia encerrado aquel monstruo que habia tomado control de su cuerpo para hacerle eso a su hija, la misma voz que le gritaba que ella no tenia culpa, sino que fue la zorra de la pequeña la que trató de arrebatarle todo. La misma voz que gritaba que ella solo merecia descansar, alejarse de todos los que la habian herido y poder tener una nueva vida, sin mas dolor. ¿Cual de las dos tenia razon? 
Avanzó con torpeza hacia la figura, que tenia esa forma tan pura, tan angelical y se dejo caer de rodillas.

Jamas habia creido en Dios, ninguna de sus oraciones habia salido del sentimiento, pues solamente creia en lo que podia tocar y ver. Pero ahora lo podia hacer. No hubieron palabras, solo un ruego silencioso de que, fuera paz, o eterna tortura, le dieran lo que merecia para salir de aquel limbo, o purgatorio.

Johan quedó pasmado ante la velocidad de los acontecimientos mientras sufría de nuevo las apariciones de Helen. ¿Iba a seguir atormentándolo para el resto de su existencia? Era muy posible, pero esa su penitencia, su pena por haber jugado con ella, aunque fuera sin mala intención.

Fue entonces cuando se desató el infierno. Las balas empezaron a volar y Johan se agachó tapándose los oídos sin poder evitar que Jules avanzara hacia el altar. No tenía claro que iba a suceder hasta que la vio acercarse a sus hijos, por un segundo, se había esperanzado en que tan solo iba a cogerlos y traerlos de vuelta, pero inesperadamente, la gemela cogió un cuchillo y decidió quitarse la vida. Aquel momento se quedó grabado en la retina del joven. Jules, tirada en el suelo, con los ojos abiertos mirándolo mientras su vida desaparecía. 

Los sucesos siguientes casi le parecieron insignificantes, puede que su mente pendiera de un hilo o la cordura ya no significara nada para el. En su corazón solo había desesperación, soledad y un vació mas oscuro que la noche. 

La divinidad que se manifestó ante ellos había provocado diferentes reacciones ante sus compañeros de viaje. Unos querían combatirlos, otros como Evelyn tan solo la adoraban como lo que los cultistas hubieran esperado. Para Johan, no era mas que una oportunidad de acabar con todo o de obtener algun tipo de respuesta, camino o guía. Sin miedo, se acercó a la misma altura que Evelyn pero no manifestó la misma fé ni miedo. ¿Morir? ¿Desaparecer? Era tan solo destinos que le aliviarían del peso de haber sido testigo de la muerte de la única persona que le hizo sentirse a salvo siendo humano y que había amado amén de la otra que había visto en el algo mas que una oscura coraza.  Con lagrimas en los ojos, miró a aquella figura radiante, convencido y sin temor alguno. 

Sin tener claro si el aspecto de Jules debía suponer un cambio o no. Johan se sinceró como pudo, no sonaba coherente pero hablaba desde lo que le quedaba de su mentirosa, engreida, cobarde y arrepentida alma.

-Jules... No se si queda algo de ti ahí dentro o si en cambio eres otra cosa. Pero debo asegurarme de que el legado de Jules permanezca a salvo... Ella murió por ellos, rompió su promesa por sus hijos. Si son tan importantes, debo dejarlos en las manos de mis compañeros antes de que me juzgues. Por favor, solo déjame hacer esta última acción y entonces, aceptaré cualquier destino que me depare por mis pecados.

Toda esa locura que sucedía a su alrededor enervaba a Harry.

Si por él fuera, se habría liado a tiros contra los sectarios antes de que terminasen de hablar siquiera y hubiera cogido esos bebés, antes de saber que pertenecían a una de las gemelas.

Pero sabía que debía contenerse. Que la Ira jugaría en su contra. Debía volver a ser capaz de controlarse... Apretaba sus puños con fuerza hasta que todo explotó a su alrededor. Disparos, muertos, fuego...

Bien... al menos no he sido yo esta vez -Pensó para sí mismo.

Entonces sucedió. Aquella sangre dio a luz a una criatura de fulgor divino, pero había motivos de sobra para sospechar.

Y para liarse a disparar.

El teniente cogió aire y cerró los ojos. Tenía la mano sobre la pistola, que aún colgaba de su cinturón. Se encontraba perdido, pero recordó que antes, mucho antes de que la guerra le extraviase los valores morales, recurría al Señor cuando eso sucedía. Hacía tiempo que no practicaba su fe como antes, pero... Se supone que Dios acoge a los perdidos. ¿No?

Para sorpresa de todos, comenzó a rezar.

Padre nuestro, que estás en el cielo;
Santificado sea tu Nombre;
Venga a nosotros tu Reino; Nunca hizo tanta falta
Hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo. Y dondequiera que esté este lugar
Danos hoy Nuestro pan de cada día;
Y perdona nuestras ofensas, Que han sido graves y muchas
Así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden; Haré tanto como pueda, de ahora en adelante
No nos dejes caer en la tentación, Quiero volver al rebaño, Señor, no mas Furia, no mas demonios dentro de mi.
Y líbranos del mal.
Algo sintió dentro de él, como el potente latido de un corazón apagado que volvía a reactivarse. Abrió los ojos y miró a la criatura de luz.
 

Amén

Tomó aire y cogió la pistola con una mano, santiguándose con la otra. Tal vez no sirviera de nada contra esa criatura, pero si su poder era tanto como el que se temía... No tendrían demasiadas oportunidades.

¡Márchate, demonio! Gritó convencido. Era algo que no podía explicar. No sabría decir cómo, pero estaba convencido, más allá de la sangre 'invocadora', de que aquello era justo lo contrario de lo que parecía. ¡Deja en paz a esta gente y no los engañes más! ¡Vuelve al infierno!

Apuntó a la luz. Si hacía algún gesto amenazante contra algún ser humano, dispararía.

A diferencia de antes, que primero habría vaciado el cargador, y luego hubiera preguntado a los muertos.

Revelación 4:1

Después de estas cosas vi, y, ¡miren!, una puerta abierta en el cielo, y la primera voz que oí era como de una trompeta, que hablaba conmigo, y decía: - Sube acá, y te mostraré las cosas que tienen que suceder -. Después de estas cosas, inmediatamente llegué: y, ¡miren!, un trono estaba en su posición en el cielo, y hay uno sentado sobre el trono. Y el que está sentado es, en apariencia, semejante a una piedra de jaspe y a una piedra preciosa de color rojo, y alrededor del trono [hay] un arco iris de apariencia semejante a una esmeralda, y sus alas elevan la promesa eterna.

James buscó en la penumbra a la niña que habían encontrado en el extraño pasillo de NingunaParte. Algo vio en las sombras, algo que lo hizo ir en esa dirección con su madre a rastras, la cual tenía uno de los bebes en brazos. Los dos tomaron distancia de la cegadora luz y del horrendo evento de la entrada.

En el mismo momento Aaron encuentra al reverendo Kane y a su libro negro. El maligno sacerdote había caído boca abajo sobre su libro, manchando de sangre su cubierta de cuero añejo. El cadáver del reverendo se encontraba en un avanzado estado de descomposición, como si hubiese muerto hace mucho tiempo.

Johan por completo desesperado acude ante la imagen que adoptó el Dios. Ahora bajo la apariencia de Jules la criatura divina flota a escasos metros del muchacho.  La petición de Johan en cierta forma surge efecto porque el Dios nada hace para evitar que los bebes tomen distancias de él, aunque sus relámpagos continúan destruyendo la iglesia.  

El muchacho no logra distinguir las reacciones del Dios con apariencia de Jules, porque su aura luminosa hierre sus ojos a tan corta distancia. Tan solo puede estimar que sus palabras han calado en la divinidad.

Luego de la invocación del Dios, Harry comenzó a dudar de su origen ante el caos desatado y la muerte reinante.  Entonces él por medio de su valor se aproxima al ser divino y arroja el contenido del pequeño vial. Tan solo un par de diminutas gotas alcanzan el cuerpo resplandeciente de la Mujer-Dios, y con ello es suficiente.

La criatura – lejos de representar un Dios benigno – comienza a rugir y arder hasta caer vencido por las llamas doradas.

A partir de ese momento la luz que emitía el Dios cesa, dejando todo en la más absoluta oscuridad por algunos instantes. Incluso los gritos del gentío enmudece por completo, dejando un incomodo silencio…

Y la repetición es el infierno en la tierra, en donde una y otra vez los creyentes intentaran traer el Paraíso a la tierra. Exactamente eso es lo que sucede al completarse el círculo de vida-muerte.

Un halo luminoso, rojo como un brasa viva, se eleva del suelo. Precisamente de donde yace el cuerpo calcinado de la Mujer-Dios. La luz toma cuerpo y forma, desde un cordón bermellón que sale de la boca del cadáver…

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Una criatura con grandes alas de murciélago, con un cuerpo mutilado, incompleto, con atributos masculinos y femeninos, con la zona abdominal notablemente descompuesta – de la cual caen constantemente gusanos - , dejando visible la columna vertebral. El Dios-Demonio posee cabeza de macho cabrío, garras en lugar de dedos humanos y pezuñas en lugar de pies.

Un aro de llamas carmesí rodea a la deidad, iluminando con su tono sangre la iglesia en su magnitud.

Desde su posición en el aire el Dios bate sus alas manteniendo la altura suficiente para continuar con la destrucción y muerte suspendida por su transformación a causa del Aglaophotis. Rayos purpuras surgen de su corona ígnea en todas direcciones tratando de impactar a todos los presentes.

Evelyn, que momentos antes se sintió atraída hacia la figura luminosa previa, se había arrodillado para rendir pleitesía ante la divinidad.  Su luz le había traído paz, algo que no había sentido en mucho tiempo hasta que el Aglaophotis destruyó la falsa imagen celestial.

Ante la escena horrenda la otrora bella mujer de cabellos negro queda paralizada pero cuando logra reaccionar ya es muy tarde. Un rayo -rojo como un brasa- impacta en la mujer fulminándola en el acto. Evelyn se desploma en su lugar, contrayendo su cuerpo hasta adoptar posición fetal. Sus lamentaciones, culpas y demás se desvanecen para siempre junto a su último suspiro y mirada perdida en la oscuridad…

Johan tampoco se ve eximido de los ataques divinos. Otro rayo golpea al muchacho, lanzándolo lejos contra las filas de bancos de madera. Al caer entre las filas, la oscuridad lo abraza, perdiendo la conciencia.

Finalmente Harry Wood – que había salido de su ensimismamiento- atacó al Dios con su pistola tras rezar e increpar al ser volador. Sus disparos, contra todo pronóstico, hieren al Dios-Demonio y su sangre llameante gotea sobre el suelo provocando pequeños incendios.

El Paraíso sobre la tierra comienza con fuego y muerte…

Algo vio en las sombras, algo que lo hizo ir en esa dirección con su madre a rastras, la cual tenía uno de los bebes en brazos. Los dos tomaron distancia de la cegadora luz y del horrendo evento de la entrada.

La niña, que siempre había estado allí desde la protección de las sombras y una columna de piedra, llama a James con su mano y este acude justo a tiempo para evitar la andada de rayos mortales. Él va acompañado de su enmudecida madre y de uno de los bebes que ella carga.

- Deben huir. El legado tiene que continuar. Toma esto y sal por la puerta del fondo. – Entonces la hijastra de Martinson le da una llave a James.

Es una llave pequeña con un aro que sujeta un llavero. En el llavero James puede leer una pequeña inscripción que dice: “The Spray”.