Partida Rol por web

Y en medio de la oscuridad escuché la voz de Jules. Pero me quedé helada cuando me llamó por mi nombre. Por mi verdadero nombre. 

!!!jules!!! Dije sería. No podíamos usarlos. Aunque bueno en esta situación ya daba un poco igual. 

Pero entonces empezó a hablar de cosas sin sentido y de oscuridad. La agarre por la muñeca. 

¿ qué dices? Como que está en lugar seguro y confortable. No entendía nada. Aunque esa voz salía del cuerpo de mi hermana pero no era como la de mi hermana. Qui...qui... El ¿quién eres? Dije en un susurro. 

Negué con la cabeza. 

Como si hay que matar a todos y bailar sobre sus cadaveres. Pero antes quiero hablar con mi hermana. 

Pese a que me hablabas en un tono serio, mi otro yo se ríe con malicia y responde. - Primero necesito una ofrenda, son muy pecaminosas uds y que mejor consagrarme con un poco de ello. Liberaré a tu hermana si logras encontrar una víctima para que se pierda en el deseo y obtengas una muestra de sangre, sólo un poco. Un simple juego, ambas lo disfrutarán como tantas veces lo hicieron. - expresa en ese tono neutral pero tan diferente al verdadero de Jules. 

Luego de aquellas palabras, unos estruendosos pasos se escuchan a lo lejos. Alguien se acercaba y alzo la mirada para caer en la cuenta de quien era. - Ahí lo tienes, trabaja con tu hermana y dame lo que quiero sino viviré en ella. - dice manifestando severidad, era una amenaza hecha y derecha. 

Tras unos minutos de silencio recupero mi yo, sin embargo sabía que eso permanecía dentro mío. Sujeto a mi hermana preocupada y susurro. - Tenemos que agarrarlo Julie, no creo tener oportunidad de volver si no logramos seducir al que se acerca... Creo que es el Coronel por lo poco sigiloso, nos ha mirado mucho. Ya sabes lo que tenemos que hacer. - afirmo en un tono desesperante, perder la voluntad de decidir era lo peor que me había pasado. 

Era ahora o nunca... 

Escuche su pacto. Todo en esta vida eran pactos. Desde que éramos pequeñas. Los oficiales sovieticos pactos, los instructores pactos, nuestro trabajos pactos de una u otra forma. 

Está bien. Dije sería.  No me importaba encontrar una víctima y matarla , follarla o lo que hiciese falta para recuperar a Jules.

Te aviso si después de esto no la liberad completamente . Despídete. Si mi hermana no es dueña de su cuerpo no lo será nadie más. Conocia lo suficiente a Jules como para saber que apoyaría esa resolución y ella me conocía lo suficiente como para saber que no bromeaba ni me marcaba un farol. Yo eligiera lo mismo si un "ser" estuviera dentro de mí y me quitara mi voluntad. 

Se acercaba el Coronel. Era un cerdo gordo y grasiento. Pero en peores plazas habíamos toreado. 

Nos ocuparemos de el. Dije con una fría resolución. 

Cuando Jules volvió la abrace con fuerza. 

Te juro que caerá. No dejaré que esa cosa te controle. 

¿ pero qué es esa cosa? Me pregunté preocupada. 

Aunque Aaron es muy reticente a irse a la aventura, quedarse aquí le gusta aún menos, así que con un suspiro emprende la marcha tras las dos hermanas... con comida en mi mano izquierda y mi pistola en la derecha.

La oscuridad engulle al coronel de la misma forma que él mastica un emparedado de jamón y queso. Con su pistola lista para disparar avanza a tientas por el hospital solo guiado por la extraña voz de una de las gemelas.

Aquella mujer actuaba extraño y sobre eso Aaron no tenia la menor duda. ¿O tal vez el mismo purgatorio cambiaba a la gente?

Mientras caminaba por el pasillo a oscuras y siguiendo el borde de la pared, el coronel rememoro las palabras en latín y fue fácil para el traducirlas.

“Al principio, la gente no tenía nada.
Sus cuerpos les dolían, y sus
corazones sólo contenían odio.
Lucharon incesantemente,
pero la muerte nunca llegó.
Se desesperaron, paralizados
en el atolladero eterno”

Aaron había leído una vez los textos sagrados y no recordaba esas palabras. ¿Podría ser algún texto apócrifo? En esta ocasión el coronel deseaba tener algún experto cerca pero al tropezar con algo en el suelo lo hace volver a la realidad.

Era algo pequeño, ni muy grande tampoco que tras buscar por el suelo una de sus manos llega a palparlo. Es metálico, frio y de forma tubular.

Aaron intuyendo que es acciona una especie de botón ubicado en la mitad del objeto y voila!, se hace la luz.

Al final el coronel tropezó con una linterna...

Jules avanza por la oscuridad con absoluta naturalidad y su hermana la sigue muy de cerca sin saber por donde caminan las dos. Es peor que bucear a ciegas en las profundidades de mar, tan simple porque en el fondo del mar la muerte llega al instante en que el aire falta. Aquí, en cambio la atmósfera opresiva anula la sensación de movimiento y compromete la respiración al punto del ahogo.

Tan solo es la oscuridad del Otromundo mellando la voluntad de vivir...

Jules se detiene frente a una puerta en apariencias, o al menos según el tacto de Julie pero un haz de luz esclarece todo.

Aaron llega por detrás empuñando una linterna y un arma. Avanza hacia las gemelas lentamente, como temiendo pisar algo horrible y viscoso.

Ahora todos pueden ver que se encuentran al final de un pasillo, específicamente al lado de un ascensor.

Jules entonces presiona un botón situado en la pared y llama al elevador que lentamente comienza a trepar desde los niveles inferiores. El traqueteo de los cables anuncian su pronta llegada...

En ese momento la puerta de una habitación no muy lejana literalmente se parte en dos y cae hacia el pasillo dejando salir una figura imponente... Aaron con el pulso tembloroso apunta la linterna en dirección a la sombra...

Un hombre alto y fornido se aproxima hacia ustedes a paso lento. Con uno de sus gruesos brazos arrastra un cuerpo ensangrentado completamente mutilado y con su mano libre carga una espada de tamaño imposible sobre sus hombros, su cabeza lleva un enorme casco de metal de forma piramidal que parece ser un trozo de metal oxidado hecho de una sola pieza. Sus manos están cubiertas por largos guantes negros, viste una bata larga muy sucia y llena de manchas sanginolentas. El extraño hombre mide poco mas de dos metros sin contar el casco y su fuerza parece no tener limites porque la punta de la enorme espada rompe la pared lindera al mero roce en su avance hacia ustedes...

Tan solo algunos metros separan al verdugo de ustedes pero el ascensor acaba de llegar aunque todavía no abrió sus puertas...

Las gemelas y el coronel desaparecen por el pasillo sin forma... la oscuridad los engulle mientras los demás continúan en la habitación 346. Pese a que el carro con ruedas cayó por una patada de Jules algunas botellas de whisky sobrevivieron.

Johan que en ese momento se hallaba titubeante en la entrada alcanza a ver figuras que se aproximan desde ambos lados del extraño pasillo...

Él pensaba ir detrás de aquellos tres pero al final decidió permanecer allí casi un minuto con la esperanza que regresaran, pero todo fue en vano...

Con la pobre iluminación de la antorcha de Harry el joven muchacho descubrió el horror, y pronto los demás también lo harían...

Por un momento creyó ver pacientes o personal del hospital que vagaban en búsqueda de refugio igual que él y sus compañeros aunque de inmediato cambio de parecer...

Dos formas humanas avanzan lentamente hacia la habitación 346, una desde cada lado del pasillo. 

Poseen una apariencia esbelta, sin ojos, brazos ni boca y al parecer portan una camisa de fuerza encarnada a la piel que los asemeja a un paciente de manicomio, es de color café claro con tonos oscuros en sus pies y cabeza. Su andar es torpe y lento, casi como si sufrieran al hacerlo.

Las criaturas, que son una distorsión visible del aspecto humano, se tambalean al andar con los pies torcidos y una extraña fetidez inunda el pasillo con la llegada de ellos...

Evelyn estaba muy frustrada, no encontraba la jodida capilla, el lugar donde debia descansar y alejarse de todo aquel cambio, estaba perdida en la oscuridad, en la nada. Era demasiado agonico. Aquel hombre aun le perseguia, era pura suerte que todavia no la hubiera encontrado, o que se hubiera rendido a medio camino. Pero fuera como fuera, necesitaba salir de ahi. Observó el largo pasillo, necesitando correr hacia ahi, aunque la luz iluminaba el camino, iluminaba la sangre. Iluminaba la muerte por la que ella tarde o temprano tenia que cruzar. 
Cerró los ojos, sin querer mirar atrás y pasó corriendo tan pronto como pudo, intentando pasar de largo aquella luz, intentando dejar detras de si aquella voz asustada, que le rogaba. Una vez la habia dejado morir por su egoismo, la habia torturado. Y lo habia vuelto a hacer. Nada era mas importante que su propia vida, la de nadie. Ella era lo unico que sabia hacer, protegerse a si misma. 

Sus pies descalzos golpearon la calida sangre, casi amenazandola con resbalarse. Sus ojos se negaron a ver esa luz. Iba directa a las puertas que le faltaban por abrir, rogando que su unico destino no fuera aquella puerta que escondia el horror. 

Atenta a las palabras de mi hermana camino a paso firme como si hubiera andado toda mi vida en la oscuridad, hasta que una luz nos sigue de cerca y finalmente nos dimos cuenta de quien era... El Coronel. Como era de esperar, intercambio unas miradas con Julie de forma muy cómplice, a simple vista parecía que hablábamos con las expresiones de nuestro rostro y al finalizar una sonrisa se dibujó en mis labios. 

Luego de tantear las paredes en una ubicación exacta, doy con el ascensor y pulso el botón mientras me dirijo a Aaron. - He encontrado una salida. ¿Nos acompañas? Vamos a explorar y si es seguro venimos a buscar al resto. - voy diciéndole en un tono muy dulce, distaba totalmente de lo que había visto en aquella habitación hace un rato. Parecía que durante ese transcurso a solas con mi hermana estaba mucho más consciente. 

Pero el sonido trepidante de unas pisadas detienen mis palabras y al ver aquella imagen de un hombre muy alto, con ese casco extraño, el cuerpo putrefacto arrastrando y esa espada imposible de levantar, sólo genera horror en mi porque una mano que nos metía y nos veríamos tomando unos tragos en el averno como mínimo. 

- Julie, ni se te ocurra enfrentarlo. Es demasiado fuerte. - advierto a mi hermana y luego al Coronel. - Aaron no dispares por favor. Ya tiene que llegar el ascensor... Vamos.. Vamos. - comento sin dejar de apretar el botón que nos garantizaría la salvación. Finalmente el ascensor llega pero la puerta no abre. - ¡Mierda! ¡Ayuda! ¡No abre!- expreso ya nerviosa, no podíamos contra esa cosa. 

Era escapar o morir. 

Termino la comida algo apenado, no era gran cosa pero quitaba el hambre... además estaba dividido, por un lado quería un copazo... pero sus instintos de supervivencia de soldado eran más fuertes, ponerse a beber en estos momentos era estúpido.

En un golpe de suerte encuentro la linterna, y más tarde a las hermanas, una parece que se está divirtiendo... loca o puta... o ambas... peligrosa y poderosa combinación con su belleza...

Las tonterías se acaban en el mismo momento en que escuchamos un ruido y al apuntar con mi linterna vemos un gigante asesino... Mis manos temblando... lo que me faltaba.

Aaron no era solo un oficial, tenía la mejor puntuación de tiro apuntado e instintivo de todos los hombres que había en las escuadra de navíos que comandaba. Nada más levantar el arma esta ya apuntaba a su corazón. Una de las hermanas le dice que no dispare... ¿Por qué? ¿Quizás sea otra alucinación?

Aunque no iba a dudar en disparar antes de ponerse al alcance de ese espadón, bajo el arma y me pongo la linterna entre los dientes, mientras empujo con mis manos las puertas del ascensor, que parecen estropeadas. Sin embargo no ceden, pero Aaron tampoco deja, ahora al impulso de sus brazos se inclina, aumentando sus casi 100 kilos de grasa de su cuerpo a los de sus músculos en tensión. !!!!!!Abrete hija de puta!!!!!!!!

Fui siguiendo a mi hermana por esta oscuridad que  podía cortarse con un cuchillo. Hasta que encontramos una puerta.

Un ascensor. Genial. 

Entonces me gire cuando vi una luz. Era el General . El cual parecía haber llegado al lugar habiendo encontrado una linterna y una pistola.

Me lleve la mano a la sien haciendo el saludo militar mientras le guiñaba un ojo.

Ven con nosotras. Será mas divertido que ir con el resto a explorar. Ademas así nosotras estaremos mas seguras.

Me gire al escuchar unas pisadas. Y vi a esa inmensa criatura.

No me jodas…susurre al verla. Caminaba a un paso lento pero firme. 

Escuche la recomendación de mi hermana y llegue a su misma conclusión. Con ese tamaño y sin armas era estupido. Pero por fortuna el General si estaba armado.

Pero no disparaba. Se afanaba en abrir la puerta. 

¡¡¡Eso da igual!!! ¡¡¡Primero tiene que llegar es ascensor!!! ¡¡¡Dispara!!!

Y me pegue con Jules a la pared mirando al ascensor y a la criatura esperando que llegara antes nuestra salvación que esa bestia.

Harry llego hasta la mesa que había en el centro, esquivando los cadáveres colgando. Definitivamente no eran una imagen ni de lejos agradable, pero Harry, como teniente de homicidios, había estado ya en demasiadas y horrendas escenas de crímenes parecidos. Después de todo lo que había pasado hasta ahora, prácticamente ni se inmuto ante la dantesca decoración. Además, su imagen estaba centrada en la mesa...en ella, reposaban diversos artículos.

Un diario, una pistola! Unas...botellas. Su mirada se centro en en esas tres botellas. Harry era un experto, no le hacia falta abrirlas para saber lo que contenían. Su forma, su color, hasta el olor casi imperceptible que los demás no notaban, le notificaban que eso era alcohol, si. Y ahí se hubiera quedado atrapado, mirando las botellas si no fuera porqué se percato de la matricula. Que numero pone...

Alargo la mano para cogerla, pero una de las gemelas psicópatas le dio una patada a la mesa, tirando por el suelo su contenido.

-Pero que coño haces!!!!!!- Grito apretando con fuerza la luger que portaba. Rápidamente se tiro al suelo y empezó a buscar entre los restos, alguna de las botellas se había roto, empezó a restregar las manos por el suelo, tenia que encontrar aquella matricula...sus manos se untaron de alcohol...era Whisky, ahora estaba claro ese olor tan fuerte, y a la vez tan agradable.... Ah! Allí esta la matricula... Harry alargo la mano, sin darse cuenta de que segundos antes, inconscientemente, una de sus manos había cogido una botella de whisky y se la había metido en un bolsillo, en secreto, sin que la parte consciente de Harry se percatase.... Cogió la matricula y se levanto.

-Que coño dices de asesinos de niños y traidores!- Pero las chicas habían marchado. Harry estaba nervioso, miro al resto.

-Esta...matricula...es de alguno de vosotros...- Dijo poco a poco, muy seriamente, mirando fijamente a todos los que tenia alrededor.

Pero no tuvo demasiado tiempo para esperar una respuesta, un par de “personas” venían por cada lado del túnel.

Entonces se volvió a fijar en la puerta de al lado, y en ese numero...347.

-Por aquí!- Grito mientras daba una patada a la puerta 347.

 Parecía un reloj...sí, un reloj. De oro, sin duda alguna. Los grabados de su carcasa evidenciaban que se trataba de una pieza única. Unos grabados que le recordaban a algo que ya había visto antes. Sintió su peso, su tacto y el leve tic-tac que procedía de él y que hasta entonces no había percibido. Abrió la tapa que cubría la esfera y lo observó. Sobre la parte interior de la tapa había una cita "Tempus Fugit" y un nombre; J.W.Bartlevy.

Algo había escapado a la primera revisión de James sobre el reloj de su padre. Pese al extraño funcionamiento del reloj, porque sus manecillas en lugar de avanzar retrocedían, ahora algo completamente nuevo mostraba sin dudas lo que sucedía en el hospital.

El reloj había retrocedido hasta la medianoche dando lugar a una nueva franja horaria, un nuevo marcador se abrió paso entre el número Doce y el numero Uno. La Decimotercera hora  se había apoderado del tiempo al reflejarse en el reloj de James.

Dentro de la hora fatídica el tiempo se movía con normalidad y las manecillas avanzaban como era debido porque al momento del encuentro con las horribles figuras el reloj marcaba el minuto cuarenta y uno de la Decimotercera hora…

Las opciones se acababan para Evelyn, las puertas estaban bloqueadas desde su interior y tan solo una de ellas mostraba su interior pero la mujer era incapaz de mirar el contenido de la sanguinolenta habitación. De un vigoroso salto llegó hasta la puerta doble con los pies humedecidos con el terrible líquido escarlata.

Ella intentó abrir las pesadas puertas sin éxito aparente, entonces la desesperanza ganó su corazón hasta que una sombra comenzó a cubrir la poca luz que salía de la habitación contigua. La sombra no tenía nada de humano, tanto por su forma como por sus movimientos.

Lo que sea que estaba pronto por llegar al pasillo sin lugar a dudas no era humano y de un momento a otro Eve podría verlo.

El pánico se apoderó de ella y de inmediato volvió a insistir con la puerta que en esta ocasión cedió dando paso a la horrorizada mujer.

Al principio Evelyn se sintió afortunada pero las dudas no le auguraban seguridad…

Se encontraba ante un largo pasillo pobremente iluminado desde el fondo, muchas puertas estaban desparramadas por el trayecto y personas aguardaban junto a los pórticos.

Eve avanzo algunos pasos por el fantasmagórico pasillo y lo que descubrió le erizo la piel.

Las personas, posiblemente pacientes o algo por el estilo, portaban camisas de fuerza y capuchas con una abertura en la zona de la nariz. Todos estaban de pie contra la pared y no dejaban de temblar o sacudirse esporádicamente. ¿Tal vez se encontrasen bajo el efecto de una droga?...

Aaron empujaba con todas sus fuerzas para entrar al ascensor pero las puertas continuaban negando el paso y la muerte roja saboreaba su momento.

El verdugo enarbolo su gigantesca espada en dirección al desesperado trío, la hoja perforo el techo y quebró el suelo al caer entre el coronel y Julie. Entonces sin más remedio el militar abrió fuego contra el monstruo piramidal.

Dos disparos desgarraron la carne del monstruo obligándolo a retroceder un par de pasos y un tercer impacto en su casco metálico hizo que pasara a la defensiva por un instante.

En ese momento la puerta del ascensor se abre permitiendo la entrada a los Despertados. Sin perder un segundo los tres entran con intenciones de abandonar ese nivel de inmediato. Jules acciona el botón que lleva al primer nivel y con suerte a la Capilla…

 Las puertas apenas cerraron fueron perforadas por el espadón del verdugo y la hoja surcó la pequeña estancia del elevador en búsqueda de cuerpos que cercenar, aunque fallo de nuevo por centímetros.

Luego la salvación llego cuando el ascensor comenzó su descenso… ahora estaban a salvo.

En la escena del elevador ustedes tres más el pj compartido por las gemelas. ;)

-La decimotercera hora...es de lo que hablaba el doctor-dijo James sin dejar de mirar el reloj-19 minutos...faltan 19 mintuos ¿Y luego qué?¿Volverá el mundo a la normalidad o...sucederá algo más? Será...será mejor que nos larguemos de aquí.

A la pregunta de Harry, comprobó la matrícula que decía y contestó negativamente. No era la suya.

Era evidente que alguien se había tomado molestias en dejar una serie de referentes a cada uno de los presentes. Cogió el periódico y lo miró. Fue entonces cuando se percató de aquellos engendros que venían hacia ellos. Pero un brillo cercano distrajo su atención: el diamante...aquel diamante debía valer una fortuna. Cogió el tarro y lo tiró contra el suelo haciéndolo añicos. Las monedas se esparcieron por doquier. Pero él solo quería el diamante. Cuando lo tuvo entre sus manos, siguió a Harry hacia la habitación contigua.

El teniente se acercó, alerta y vigilante al mismo carrito que los demás cuando el coronel encendió la luz. No parecía tener lógica que en ese estado del hospital, las luces funcionaran, pero vaya, como tampoco nada tenía lógica, la lógica dictaba que podía intentarse y funcionar, como así fue.

Echó un vistazo cuando todo estaba aparentemente tranquilo, y rápidamente echó mano de la Colt. Una sola bala, vio que tenía.

Vaya, vaya... Una Colt reglamentaria como las del ejército. Dijo Una bala. Tendrá que bastar Con suerte, algún nazi de esos se deja caer por aquí y le puedo meter un tiro para quedarme con su MP40. 

Entonces, una de las gemelas vino a tirarlo todo y hablar en un idioma raro. Harry se puso alerta y la apuntó mientras vociferaba. El teniente frunció el ceño, evaluando la amenaza. No parecía que fuera a atacarle, así que se mantuvo simplemente atento a la gemela.

Entonces mencionó varios pecados, y a Wood primero se le abrieron los ojos y tragó saliva. Luego afiló la mirada, y mirando a los ojos a aquella lunática, valoró la posibilidad de usar la bala que tenía... Podría saber otras cosas, y podría desparramarlas por ahí...

Pero Wood estaba decidido a cambiar, aunque no iba a ser fácil. Apretó los dientes y se contuvo. Entonces, la loca, su hermana y el traidor salieron de allí. La mirada que lanzó al Coronel cuando se iba dijo muchísimo. ¿Traidor? Había acertado con Harry, ¿Porqué no con el Coronel? ¿Qué clase de traición? ¿Información al enemigo? Aquello siempre resultaba en muchos soldados como él, hermanos de armas, muertos.

Ya ajustaría cuentas más tarde...