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Silk & Sword

◇ Año nuevo 1868 [Kioto] ◇

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14/04/2018, 23:22
Kioto

京 都 市  K i o t o -  祇 園  G i o n  -  

Celebración de año nuevo - Primavera de 1868

 

 

初夢や秘めて語らず一人笑む

 

primer sueño...
lo mantengo en secreto
y me sonrío a mi mismo

—Shōu

 

 

Este año el invierno se ha alargado un poco más de lo debido. Ya es primavera y los cerezos están dormidos, aún no han despertado sus preciosas flores.

 

La temperatura es muy baja, el frío se cuela por las rendidas de las casas y por los huesos de los transeúntes que caminan por las estrechas calles de Gion, el Hanamachi. Hoy Kioto regala a sus gentes un paisaje despejado, el sol se iba ocultando; la nieve esperará unas horas antes de bañar la ciudad, para no pintar de blanco a sus misteriosas artistas, que esta noche abordarían sus calles envueltas en lindas sedas.

 

~

Hoy es un día de celebración. ¡Hoy se celebra el Shōgatsu! La fiesta mas importante del año de todo el país, coincidiendo con el inicio de la primavera. Un año se va, y da la bienvenida a otro en una noche especial, donde unos pocos se arreglan para salir o preparar sus casas para reunir a los mas allegados y estrechar lazos. Otros terminan su ritual de limpieza de año nuevo, donde la pulcritud del hogar es el recibimiento de una nueva etapa, y la limpieza del alma una liberación.

Pero Japón no solo se preparaba para la entrada de un nuevo año, si no para un cambio mas significativo. El fin de una era, dará paso a otra, una donde caerá el Shōgun, y todos las tradiciones feudales irán con él, así como la desaparición de los señores feudales, entrará la era Meiji

La política envolvía las calles, se hablaba de ello en cualquier lugar frecuentado, generalmente entre hombres. Los temas políticos eran conversaciones que sucedían en establecimientos muy concretos, pues Kioto era la gran ciudad, la capital del país del sol naciente. Daba origen a los adelantos, el comercio y sus demandas, la cultura nipona estaba a la orden del día. La gente que vivía en hanamachis como Gion, estaban acostumbrados a la rapidez, a no parar ni un segundo, no podían perderse nada. No cesaban ni las compras, ni los encuentros, ni las negociaciones entre empresas. Kioto es avance, es adelanto. El periodo Meiji asomaba su inicio, pero lo hacia como la primavera, tardía. Como el florecimiento de una flor de sakura. Lenta pero inminente.

~

La noche había caído sobre Gion. Eran las 20:00h y se celebraría la última noche del año 1867. Apenas quedaban unas horas para recibir el año nuevo, que además sería el año del dragón. Fuerza, salud, armonía y buena suerte, traía consigo su simbología, su imagen sería representada en un sin fin de representaciones, en imaginería, amuletos y bordados.

 

 

~

Las ochayas y demás centros de ocio estaban preparadas, empezaban a recibir a sus primeros invitados, que por supuesto eran los hombres mas adinerados, además de pequeños y grandes grupos de empresarios. Accedían a los salones de te y comenzaban a llenar los establecimiento con conversaciones llenas de sake y humo de tabaco, además de los mejores puros importados de otros países extranjeros, donde la calidad era su garantía.

Las geishas iban de un lado a otro, trasladándose desde las okiyas hasta las ochayas acompañadas de sus hermanas menores, las maikos. Han pasado todo el día arreglándose, y no solo el pintarse la cara de blanco y los labios de rojo, si no en encontrar el kimono perfecto para una noche tan especial, lo que les ha llevado a sus respectivas onee-san y okasan, días o mas bien, semanas de preparativos. Mas, estas artistas aún no habían llegado a sus lugares de encuentro, ya que era temprano para aparecer, solo las mujeres y dueños de los locales podían verse ir de un lado a otro de los establecimientos.

La ochaya 'Ichiriki' era la casa de té mas prestigiosa de todo Kioto. Recibía a abundantes nobles y empresarios todos los días del año, y esta noche auguraba una llena de festejos. 

 

Por supuesto, la 'Ichiriki' no aceptaba a cualquier invitado, debía ser gracias a una invitación, lo que la hacía ser una casa de té aún mas exclusiva, subiendo su prestigio y por consiguiente, su fama.

Entre sus invitados, se encontraba por supuesto el Chōnin, Shun y su hija Akiko, la cual apenas se separaba en contadas ocasiones. El gran empresario era uno de los primeros en llegar, y de su brazo iba sujeta su querida hija, una dulce joven que ya había pasado la niñez, y mostraba al mundo sus encantos, además de su belleza y su don de gente. Al bajar del carro que tiraba un humilde trabajador, hacían su aparición la peculiar pareja, que robaban miradas y comentarios de los transeúntes que, arreglados, acudían a sus fiestas caminando y no podían evitar echar un vistazo a la prestigiosa ochaya. Y a sus invitados. Ambos captaban las miradas mas curiosas.

Otro de los grandes invitados eran el médico Nakamura Tetsu y su hijo Daiki, que recién empezaba a ejercer como tal, pronto sustituiría a su padre.

Además de las geishas de siempre, como Megumi o Hikaru, entre este grupo distinguido se encontraba un extranjero. Leviticus, que era un comerciante americano. Algo arriesgado, quizá, pero esta noche no era una noche para el odio, si no para todo lo contrario. Aceptación y celebración era lo único que en estos momentos le interesaba a la ciudad de Kioto.

El resto de invitados accederían como siempre. Las geishas, que aún no habían llegado, mas el resto de personas que tuvieran invitación

En la entrada de la casa de té, los esperaba unas amables señoritas que le daban la bienvenida a los invitados ataviadas con bonitos kimonos, con una agradable sonrisa y una reverencia perfecta. Les pedía su invitación y luego una de ellas lo llevaría hacia el interior.

El interior del establecimiento lo embellecía un precioso jardín, envuelto el largos pasillos que daba paso a las diferentes habitaciones donde los grupos de personas se sentarían a beber y cenar, además de ver a las geishas bailar y tocar el banjo, además de entretener, como siempre.

 

Algunas salas eran mas lujosas y grandes que otras, pero en general todas tenían el mismo tamaño. Para empezar, los invitados se reunirían en el jardín, si eran pocos, que a pesar del frío, debían esperar a reunirse con el resto de conocidos. Si querían, ya que no había problema si decidían entrar y tomar asiento, pero no era lo acostumbrado. Todo dependía de la demora del resto de personas.

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18/04/2018, 06:24
Kosaka Jinnai

Hanamachi. Por fin habia llegado, y aunque la entrada en la primavera era sin duda tardia este año, no podia sino disfrutar del suave frescor de la brisa nocturna, que se trasladaba entre los callejones y las zonas mas cercanas a mi pequeño lugar de vigia. Kioto se preparaba para la inminente llegada de esa estacion que amanecia con la apertura lenta pero unica de las sakuras, esas pequeñas diosas rosas que colgaban de los cerezos de toda la ciudad. Habian momentos unicos de eso no habia duda, pero ser capaz de contemplar a una sakura amaneciendo al mundo mientras este estaba pintado de blanco es algo que se recordaria por una buena temporada. La simbologia de momentos asi tenia su importancia, sobretodo ahora que el shogunato habia caido y los restauracionistas se movian como peces en sus nuevos estanques, dispuestos a cambiarlo todo en la menor cantidad de tiempo posible, para asi asegurar su propio poder. Habian cosas que no cambiarian como diria madre, sin importar el escudo que porte la bandera o como decidan llamarlo.

Aun asi para mi nada de eso tenia importancia. Los señores iban y venian, se llamasen shoguns o de otra forma, nada de eso tenia verdadera importancia, solo sus movimientos politicos ya fueran a plena luz del dia o al amparo de la noche, solo eso era importante... y por eso estaba yo aqui esta noche. Bueno, para ser sincero no era solo ese el motivo. Las fiestas exclusivas tenian su encanto, sobretodo si el lugar era uno tan especial como "Ichiriki", ya no solo por la fama del mismo, sino por la adrenalina de colarse en un sitio con una seguridad mas elevada de lo habitual. Ademas estaba seguro de que madre ya se habria encargado de tener a alguien alli dentro, para encargarse de conseguir la informacion necesaria, sin contar con que mi "hermana" estaria alli dentro tambien... asi que realmente esto era mas como un divertimento para mi que algo para el Clan, pero de nuevo seria una forma de poner mis habilidades al limite de nuevo y eso, era lo unico importante.

Lo primero aun asi era conseguir una forma de entrar. Una distraccion podria servir pero seguramente no duraria y eso provocaria mas problemas a la larga. Asi que necesitaba conseguir una entrada, robarsela a alguien de la forma que fuera necesaria, pero sin llamar demasiado la atencion por lo que la primera hora de la entrada, no era lo mas aconsejable. Debia esperar al momento oportuno y eso implicaba que hubiera la suficiente gente en la calle. No pude evitar pasar mis brazos por dentro de mis mangas, para frotar levemente por el fresco que aun hacia y por el hecho de no estar en un lugar donde la muchedumbre hubiera alejado el frio con su presencia. Al fin y al cabo pertenencia a las sombras y estas siempre acababan por llamarme.

El tiempo fue pasando hasta que contemple el objetivo perfecto. Por la calidad de sus ropajes no era alguien de alto nivel, sino mas bien alguien de un nviel medio de poder dentro de la ciudad a lo sumo y por la forma pomposa con la que se movia por la calle sin ninguna duda se sentia henchido porque por algun motivo habia recibido una invitacion, probablemente por algun futuro emparejamiento o quizas porque aun siendo una casa con poca tradicion habia cosneguido cerrar algun tipo de negocio lucrativo y el dinero, siempre llama el dinero, sin importar quien lo porte. Ichiriki, no solo vendria a llamar a la puerta de la primavera hoy, sino que se encargaria de que numerosos tratos de muchas indoles se cerrasen en la mesa y por debajo de esta... y aunque quizas alguien echase de menos la rpesencia de este hombre, lo haria poca gente y por ende, era como ya habia supuesto un objetivo idoneo. El hecho de que en sus prisas por demostrar a donde iba, la entrada fuera obvia donde estaba, porque no dejaba de tocarla en cierta medida, por el hecho de que era su entrada en el juego para el que no estaba preparado.

Sonrei para mi mismo. Una oveja entre lobos. Una gran forma de verlo. Balancee levemente la botella de sake, uno especial, con mas olor del habitual, uno que me ayudaria a conseguir que aunque el hombre despertase alguna simpatia pronto haria que los guardias lo apartasen de su camino. Una sonrisa se perfilo en mis labios, una ligeramente ironica y al mismo tiempo melancolica... porque otro Hanamachi vino a mi memoria, uno que habia pasado hacia no mucho.

Me movi entre las sombras, busque el callejon idoneo porque habia cosas que necesitaban maña y otras fuerza... yo preferia lo primero, de todas, todas. El tintineo de una botella de sake, una sombra en el rabillo del ojo, un choque casual. Ambos cuerpos contra la madera mientras el frio levantaba parte de nuestros ropajes, el suave calor de la madera de la casa, por el fuego que ardia en su interior. Una mano rauda, colandose mas alla de unos ropajes, avida de encontrar algo a lo que echarle el guante. Un giro, un gesto confuso y el olor del sake vertiendose en el suelo y en parte de los ropajes, sobretodo en la manga contraria a donde estaba la entrada. Un golpe sutil suave, casual, al golpearnos ambos, que le quitaria la respiracion por unos instantes valiosos. Una zancadilla que no lo aprecia, para que cayera al suelo, mojandose por la nieve y el aguanieve del deshielo, que ocultaria la humedad del sake, pero no su olor. Me aleje de alli, mientras los improperios llegaban, mientras una botella de sake caia al suelo creando mas estruendo y mi figura simplemente desaparecia por donde habia venido... colandose por unos callejones que eran mi vida.

Las confrontaciones de este tipo no se basaban en el miedo, sino en la velocidad y en asegurarte de propiciar los detalles justos para que tu enemigo nunca mire a tu cara, porque el cerebro es un extraño, que siempre busca los ruidos mas escandalosos en lugar de la logica, la reaccion instintiva de un animal... porque al fin y al cabo es lo que somos. Animales.

Las sombras me envolvian mientras yo ya me alejaba por las arterias oscuras de esta ciudad, alli donde ocurrian mas cosas de las que se veian en las zonas donde la luz golpeaba con toda su fuerza, porque era posible que el shogunato hubiera caido, pero los Clanes siempre estarian ahi... sin importar a quien le gustase o no. Ahora tenia a lo sumo unos minutos, antes de cambiarme lo que cubria mi ropa, cambiar el color mas bien con una muda oculta, y un poco el peinado, asi como limpiarme la cara, lo suficiente para que este leve color desapareciese y cualquier posible detalle con el que se hubiera quedado mi buen amigo, no sirviera de nada.

No tarde mucho en salir, vestido con unas ropas mas dignas de la celebracion que se iba a llevar a cabo. Un peinado mas acorde y sobretodo, el porte, porque el lenguaje corporal lo es todo en esta vida... porque es lo que entra por los ojos. Me acerque sin dudar, como si estar alli fuera parte de mi, no habia sido invitado, sino que venia porque es lo que debia ser. La gente es demasiado facil de engañar, les muestras lo que quieren ver y apenas se fijan en los verdaderos detalles, a excepcion claro de que no lleves cierto papelito donde ponga que puedes pasar... pero una vez tienes algo asi, el porte y la forma de mirar a tu alrededor hacen el resto. Provocando que apenas necesites decir nada, para que un guardia te deje pasar... incluso a la mismisima "Ichiriki"

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18/04/2018, 19:14
Nakamura Daiki

Daiki se notaba entristecido por la tardía aparición de las hermosas flores de los cerezos, cuya belleza adoraba apreciar cuando llegaba la primavera. Aquellos tonos rosados conseguían alegrarle y, aún así, a pesar de las frías amenazas del invierno de prolongarse más de lo debido, consiguió mantener un excelente buen humor. Aquel era un día importante y pasó un largo tiempo peinando su lacia cabellera, dándole aún más cuidados de los habituales, procurando un aspecto casi perfecto. Para él era sumamente importante la estética, quizá por los círculos en los que había crecido, rodeado de geishas preciosas con un talento innato para el maquillaje y los cuidados. Él conocía el poder de las apariencias, buscando alcanzar el nivel de su entorno y sentirse completo en aquella armonía tan pacífica que siempre admiró. 

No pudo evitar fijarse en las geishas que caminaban por las calles, y aunque eran algo normal para él, siempre contemplaba con asombro su maquillaje y sus prendas, buscando el encanto único que cada una poseía. Era inevitable para él, habiéndose educado a apreciar a dichas damas, quienes ofrecían unos servicios que siempre consideró complejos y algo peligrosos. Él nunca sería -o eso pensaba- de trabajar de algo así, muy posiblemente porque el rumbo de su vida personal se distanciaba de empleos similares, y ello hacía que reconociese sus labores. Notó cómo varias le dedicaban alguna que otra sonrisa, igual que varios transeúntes, pues a parte de llevar las mejores prendas que poseía -y acorde a la importancia del día-, ser hijo de quien era traía ciertos problemas. Recibió numerosos saludos de conocidos o pacientes de su padre, diciéndole que lo saludase de su parte. Él, con una hermosa y agradable sonrisa iba respondiendo a cada persona que interrumpía su tranquilo paso. Algunas de las breves conversaciones que fue manteniendo le recordaban a su afán de verse a sí mismo como un hombre de ciencia e información pero, a pesar de procurar serlo, las tradiciones que nacían en aquella tierra repleta de misticismo habían echado raíces en su corazón y difícilmente podría arrancarlas. Además, tenía una cita importante en una casa de té bien conocida por todos; Ichiriki. Había sido invitado junto a su padre.

No podía evitar sentirse algo incómodo yendo a aquel lugar, aunque no era por algo palpable más allá de sus emociones y querencias. Sentía que no era más que una demostración de poder y dinero en la cual el talento no es relevante, simplemente lo que hayas recogido. ¿No es, acaso, igual de relevante la plantación y la forma en la que se hizo que el producto obtenido? Era bien conocedor de los beneficios de asistir a una fiesta similar, sobretodo a nivel de contactos. Las conversaciones que surgirían allí, muchas nacidas del respeto y la educación. acabarían por formar vínculos comerciales y, en algunos casos, algo más. En lo más profundo deseaba que allí acudiese alguien más interesante que un simple adinerado, anhelando algo trascendental en su vida. Pudiendo ser cierto o no, él se sentía vacío, creyendo de una forma ciega que su historia se estaba viendo manchada por la hipocresía y la falta de profundidad. En parte era por la máscara que se ponía delante de su padre y en eventos similares, queriendo asemejar una falsa bondad que había asimilado que no poseía. Su sonrisa, la cuál procuró mantener en sus andares, se fue borrando poco a poco hasta regresar a su neutral seriedad. No fue un cambio externo únicamente, internamente se llenó de una falsa sensación de estabilidad que él mismo creaba para mantener a los presos de su mente a raya y no sentirse peor de lo que debiera.

Y, así, con aquellos pensamientos yendo y viniendo, se encontró con su padre a mitad de camino, tal y como acordaron. Poca palabra fue intercambiada más allá de un saludo y sus pasos regresaron. Quizá la calma se apoderó de ellos, o un deseo de apreciar la realidad que los rodeaba, pero no apresuraron. Al menos por la parte de Daiki era debido a que no veía necesario llegar demasiado pronto, pues no pensaba que nadie los esperase -no específicamente-. El joven respiraba el frío aire con placer, como si fuese a ser encerrado en un calabozo dentro de poco. Le agobiaba tener que ser quien no creía ser una vez más, aunque quizá si fuese aquella persona de la que se sentía distanciado. Su cabeza iba hilando nudos hasta enredarse, hecho que no mostró en ningún gesto u expresión. Procuraba encerrar sus emociones, catalogándolas neciamente como inútiles o insensatas. Con el paso de los últimos meses y, sobretodo con el frío del invierno, su visión personal se había distorsionado. Podía ser un estado pasajero, o quizá entraba en un bucle del que no podía salir. Y, a pesar de sus ganas de huir, finalmente llegó a su objetivo.

Notas de juego

Perdí todo lo escrito y lo acabo de reescribir. Estoy llorando. El anterior era más largo pero me siento extenuada y quería dejarlo hecho porque mañana estoy ocupada :(

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19/04/2018, 14:37
Leviticus Percival McKinley III

Leviticus no llevaba demasiado tiempo en Japón, y por lo tanto, aquel reino distante a su propio hogar seguía pareciéndole un mundo de fantasía sacado de los más asombrosos tomos de literatura de ficción, sumergido en costumbres inusuales que aún no memorizaba ni comprendía, bañado en colores que jamás había imaginado y envuelto en un ritmo pausado y cuidadoso que en nada se parecía al ajetreo norteamericano. Allí todo era suave como la seda que vestían. Los movimientos de las mujeres eran gráciles, medidos, absurdamente irrealistas, y por lo mismo perfectamente alucinantes. Vivir en Japón se sentía como estar atrapado en una obra de arte, donde cada habitante dibuja las pinceladas con sus movimientos y la pintura nace de la naturaleza que les rodea. Y en medio de aquel tesoro de la humanidad en que la importancia de la estética y los detalles se respiraba con aún más frecuencia que el oxígeno que les permitía vivir, era imposible pensar siquiera por un momento que su viaje en búsqueda de telas y nuevos diseños pudiese resultar infructuoso. Prueba fehaciente de aquello era la libreta que guardaba siempre en el interior de sus ropajes, llena de trazos y colores que mezclaban las influencias asiáticas con moda occidental gracias a la inspiración que el lugar le aportaba. 

Aquella noche se había hecho un lío con qué vestir al evento. Por una parte sentía que usar un traje formal de su propia cultura sería indeciblemente avasallador, pero usar el vestuario que correspondía a la de ellos podía ser invasivo. Tuvo que pasarse un buen rato contemplando las opciones antes de decidirse por una, pero cuando se encontró vestido de telas ajenas a su hogar no pudo sino admirar la diferencia en comodidad de ambas, y se decidió por la que usaría los nativos. Por supuesto no siguió las costumbres al pie de la letra, porque jamás en su vida usaría un fundoshi, pero al menos exteriormente pretendió verse lo más similar a lo que se esperaría a un hombre acomodado en aquella cultura. 

Mientras caminaba, se felicitó a sí mismo con una sonrisa por haber acertado en sus regalos. Aquello le había ganado una invitación a un centro recreativo famoso, y aunque un salón de té no era su idea de diversión, pensó que si tenía tan buena reputación especialmente para aquellas fechas tendría que dar buenas fiestas. O lo que fuera que hicieran similar a fiestas. En el peor de los casos, tomaría té de excelente calidad y hablaría de negocios, y eso para un comerciante descendiente de británicos sonaba a un maravilloso plan.

Estaba apenas a unos minutos de distancia de la puerta cuando a lo lejos vio llegar al Chōnin y a su hija, Akiko, colgada de su brazo. La cercanía entre ambos continuaba impresionándole en un país donde el contacto físico apenas podía llamarse tal, pero aquello no llegaba ni a los talones del impacto que le causaba la belleza radiante de esa muchacha, que parecía iluminar las calles incluso en medio de la oscuridad de la noche. Suponía que aquello ya no debería afectarle tanto, pues además de haberla visto en algunas ocasiones también había sido testigo de la asombrosa belleza de otras mujeres, como Hikaru, quien a pesar de tener una imagen muy distinta no se quedaba atrás, pero para Leviticus seguían siendo exóticas en comparación a lo que acostumbraba y aquello de por sí le deslumbraba. 

Al llegar a la entrada saludó a las mujeres que lo recibía con una reverencia idéntica a la de ellas, esforzándose en seguir las costumbres en la medida de lo posible según las veía (aunque aquello más de alguna vez le había significado una vergüenza al imitar a la persona incorrecta), y siguió a una de ellas al interior del salón de té. Para su sorpresa, se encontró con un precioso jardín en el centro de este, con un pequeño estanque interior rodeado de vegetación perfectamente cuidada, contrastando lo verde de los árboles y otras plantas con la madera trabajada del edificio. 

Sin estar muy seguro de la manera correcta de proceder en un evento así, se mantuvo un poco al margen esperando a ver que hacía el resto, aprovechando de examinar con la mirada sus alrededores y a la gente que iba llegando para disfrutar al máximo de aquella fascinante y nueva experiencia.

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19/04/2018, 21:11
Umi

El particular olor del maquillaje inundó mi nariz tan pronto como destapé el tarro del mismo. No pude evitar acercarlo a mi rostro para apreciar mejor su dulce aroma, distinguía su neutralidad; hasta ahora siempre había acostumbrado a oler el maquillaje de otras geishas y maikos, que por lo general guardaban impregnados el perfume de la mujer que daba su uso. Y este también era única y exclusivamente para mí. Era por eso que cerré los ojos al sentirlo, con una emoción contenida. Habían sido arduos meses de trabajo y estudio, ya que no he tenido el privilegio de ser una shikomi desde niña, mi única labor fue el de ser una sirvienta para la okiya, hasta que Megumi me encontró. Poder apreciar el aroma de algo como el maquillaje de polvo de arroz era un momento especial.

Lo primero que Megumi oneesan me enseñó, fue que lo primero que debía hacer para prepararme, era maquillarme. Y tras sus enseñanzas, esta sería mi primera vez. Me encontraba sola en la habitación, con la única compañía de mi reflejo que me devolvía el espejo. Busqué el pincel y comencé a maquillarme con sumo cuidado, expandiendo la blanca pasta por toda mi piel, sin que ninguna zona que debía maquillar quedara sin cubrirse. Delinee la zona del cabello, dejando ver el verdadero color de mi piel por los bordes, pasando por las sienes, las orejas hasta que tuve que cambiarme de lado para maquillarme el cuello, realizando ese dibujo especial, el primer símbolo de que aún era una aprendiz de geisha.

Luego pasé a pintar mis labios, de un color rojo carmín intenso. El pigmento se deslizaba por la zona y en seguida supe que debía acostumbrarme a su textura. Y para terminar, delinee el rabillo de los ojos y la forma de las cejas de color negro. Cuando terminé, solo revisaba el resultado de forma técnica frente al espejo, aún no debía apreciar mi aspecto en general, ya que el maquillaje, aunque llamativo, era la primera parte de la transformación.

 

 

Lo siguiente era la ropa. Tras colocarme el juban, con el cuello de color rojo carmesí con dibujos bordados en blanco, esperé al señor Goro que era el encargado de colocarnos el obi a todas las geishas de la okiya. Me ayudó a colocarme el kimono y luego comenzó la complicada tarea de colocación del obi. Dos metros de preciosa y fina seda que envolvía mi cintura a la perfección. El lazo que hizo en la parte trasera era con la caída del final del obi larga hasta abajo, esa era una característica que indicaba entre otras cosas, que era una sencilla aprendiz. Las mangas largas de mi kimono también indicaban que era una maiko. Ya que era fin de año y además, era la entrada a la primavera, Megumi sugirió que usara un kimono de color amarillo dorado, que representaba el aprendizaje y la vida, además del obi de colores igual de vivos en un tono verde pistacho, el obiage de color rojo, y el obi de color verde.

El peinado apenas llevó un corto periodo de retoque, puesto que esta mañana ya había ido a la señora Tetsuya para que embadurnase mi cabello en grasiento aceite. Llevaba en el típico moño de maiko, y en él colocaron una pequeña peineta; como punto llamativo, un kanzashi de flor de sakura. Perfecto para la entrada de la primavera, con estas flores de cerezo tardías. Megumi decía que yo era la primera flor de sakura en florecer este año, y que atraería todas las miradas.

A diferencia de Megumi, mi aspecto era en general, mas llamativo y mas ostentoso. Al contrario que mi oneesan, yo necesitaba llamar la atención. Y tras todo aquel tiempo de preparación, estábamos listas para salir. Megumi llevaba puesto un precioso kimono de color azul cielo, con un obi dorado, en contraste pero a juego conmigo.

Hoy dejábamos a Hikaru marcharse sola con su maiko, ya que era la misión de mi oneesan, llevarme a mi primero para ensayar con el shamisen si tenía tiempo. Ya que no era solo la celebración del fin de año, si no mi debut como maiko. Pero Mai, la okaasan ya nos reñía porque íbamos tarde, así que nos apresuramos en salir cuanto antes, recogiendo el wagasa -paragüa- por si acaso nos caía un aguacero o una nevada de camino a la Ichiriki.

Antes de marcharme, me miré por última vez al espejo y observé mi imagen. Vi mis ojos de color azul grisáceo y temí por los comentarios que pudieran suceder acerca de ellos en la ochaya. Solo desee que esta vez no fuera lo que mas llamase la atención. 

Sentí un pequeño escalofrío, no me reconocía y eso me asombraba, tanto para bien como para mal. Ya no era una simple shikomi, ahora por fin debutaría como maiko con el fin de convertirme algún día en una verdadera geisha. Me convertiría en toda una mujer.

Notas de juego

Turno renovado

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20/04/2018, 22:23
Kioto

Los primeros en atravesar las puertas de la Ichiriki fueron Shun y su hija Akiko, por lo que al pasar al interior, tras haberlos acompañado una de las asistentes, en el jardín no había nadie, así que ambos podían apreciar la pequeña vegetación que se integraba con los elementos arquitectónicos con su justa medida. Shun sonrió muy suavemente observando las luces del lugar, reparando rápidamente en su hija - La Ichiriki está preciosa. Es increíble como algo así puede ser igual de bonito cada año, y aún así no dejar de sorprenderme - La miró con ese cariño que suele mirarla siempre, dedicándole esa última frase más a su hija, que a la ochaya. El chonin llevaba puesto un kimono típico japonés para la celebración, era una de las pocas veces que podía verse con dichas galas, ya que a pesar de vestir siempre con elegancia, el porte que poseía hoy Shun, era especialmente soberbio.

En la entrada de la ochaya cada vez que una de las asistentas se quedaba sola por llevar a los invitados hasta el jardín, acto seguido aparecía otra que le hacía el relevo a la anterior, de forma perfectamente ordenada y sincronizada, casi parecían clones unas de otras, de esta manera el acceso al lugar nunca se quedaría a solas, y siempre había una mujer en la entrada para recibir a los invitados. Fue así cuando Jinnai entró en la casa de te, justo en ese pequeño cambio de posiciones donde una de las mujeres acompañaba a Shun y su hija, cuando recibieron al muchacho. Sin pensar en lo más mínimo, las mujeres le ofrecieron su sonrisa y su bienvenida, dándole paso al jardín, ya eran tres invitados los que estaban allí.

Pero pronto empezaron a acceder más personas, en pareja generalmente, o en pequeños grupos de tres, por lo que Shun, Akiko y Jinnai apenas estuvieron a solas unos minutos, pudieron intercambiar alguna mirada o saludo a distancia.

En el camino antes de entrar en la ochaya, el doctor Nakamura Tetsu, esperaba a su hijo tal y como ambos habían acordado. Encontrarse en un punto medio, pero entrar juntos. Tetsu era una eminencia en Kioto, así que al igual que su hijo Daiki, fue abordado por el camino por diferentes pacientes y conocidos que lo saludaban, a lo que él respondía con pequeñas sonrisas y reverencias. Pero acontecer el acto de esta noche con su querido hijo, era lo que de verdad le hacía feliz a Tetsu esa noche tan especial. Por eso le dedicó una sonrisa algo mas sincera al verle, tan elegante... aunque no fuera risueño precisamente. Por el camino, padre e hijo intercambiaron algunas palabras banales, las clásicas de siempre, hasta que el doctor inquirió antes de entrar en la ochaya, deteniéndose un instante para mirarle. - Esta noche es para disfrutar - Y con eso, accedió al recinto, extendiendo su entrada a la mujer que los recibía. Así era Tetsu, directo, conciso e incluso algo frío, pero no dejaba de ser sincero en cada palabra pronunciada.

Leviticus llegó a la ochaya, no sin antes atraer muchas mirada curiosas, pues era muy llamativo en aquella zona. Un hombre alto, mas de lo normal para la estatura media japonesa, de cabello rubio y ojos claros, era imposible no detenerse a mirarlo, aunque la sociedad japonesa era discreta, y la educación ante todo, más el respeto en un día como hoy era primordial, también había hueco para algún murmullo o cotilleo a escondidas, ya que no hay que olvidar el rechazo que existe hacia los extranjeros. Sin embargo, era Kioto quien recibía a Leviticus como uno más. Las mujeres de la Ichiriki, lo recibieron de la misma manera que al resto. Y así fue porque estaban informadas previamente de que un extranjero asistiría en el evento de hoy y debía sentirse cómodo. Esa era el principal objetivo de esta noche, hacer que todos olviden por unas horas sus problemas o diferencias, y entren renovados en el año del dragón.

Notas de juego

He hecho un pequeño resumen donde muevo a diferentes PNJs, porque individualmente no tenía mucho que aportar, y de esta manera lo recojo todo ^^

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21/04/2018, 23:39
Kosaka Jinnai

Sabia como debia estar distribuido el lugar, o al menos de una forma basica puesto que la Ichiriki era no solo famosa, sino en cierta forma el culmen de las ochayas en Kioto y por lo tanto, todas las demas se arremolinaban a su alrededor como las luciernagas a la luz que mas brilla, intentando acaparar aunque solo fuera por un instante el brillo de esa pequeña estrella que brillaba por si misma. Conocia las formas, los protocolos y las costumbres, como se moverian, cuales eran las rutinas al menos, las mas basicas, por eso no me sorprendio cuando al personarme alli, ver como una de las asistentas se llevaba a una pareja al interior del lugar.

La forma en que las asistentas se movian, se sincronizaban entre ellas era algo digno de verse. Era como uno de esos bailes sincronizados donde hasta el mas minimo detalle era precioso, como la apertura de una sakura en cierta forma, co la combinacion de todas ellas al unisono, en un extraño baile de inicio de la primavera.

Las dos mujeres saludaron y yo no dude en ahcer lo mismo, añadiendo la indicacion necesaria de acuerdo al rango del hombre que ahora debia yacer atontado en un callejon... porque solo si me comportaba como quien no era, los demas creerian que lo era. Era un juego de mascaras la mar de divertido, sobretodo en un lugar como este. Unas bonitas sonrisas, mientras una de las mujeres me abria paso al interior de este lugar que estaba decorado de forma magnifica.

No pude evitar escuchar parte de la conversacion del padre a su hija, y si él estaba alucinado en cierta forma por las formas y la decoracion, en mi caso era algo magnifico. No lo demostre, apenas una apertura de ojos mas elevada de lo normal, lo mismo que de la boca por unos instantes, como un signo de que quien habia hecho dicho trabajo, merecia un reconocimiento y fin. Nada mas debia mostrarse, no al menos en este momento, pues la sorpresa, el verdadero momento de mostrarse sorprendido mas alla de toda medida, seria cuando llegaran ellas.

No tardo mucho en llegar otra pareja, y luego mas, o incluso en grupos de tres siendo los mas escasos, aquellos que como yo habian venido solos. Aunque si algo llamo mi atencion, sin ninguna duda fue la aparicion de un gaijin. Eso si me obligo a girarme para mirarle detenidamente porque no era normal, y aun habia mucha discrepancia sobre si debian ser admitidos o no en algunos lugares, por lo que el hecho de que lo dejaran entrar, era un gesto no solo de confianza, sino de que algunas barreras se estaban rompiendo lentamente, como ocurria con la caida del shogunato y la aparicion de la restuaraiocn Meiji, ahora solo el tiempo diria si era bueno, o malo... el permitir que los gaijin entraran en esta tierra sagrada.

No me acerque a nadie en especial, disfrute de la decoracion, del bonito jardin y de las luces, mientras buscaba un lugar desde donde observarlo todo con tranquilidad, fundiendome con la gente y el entorno, puesto que sin duda era algo magnifico de ver y siendo mi primera vez, queria quedarme con todos los detalles posibles. Aun asi no me aleje tanto como apra que las conversaciones se volvieran inteligibles, sino todo lo contrario, justo en la periferaia de todas ellas, al borde del rabillo del ojo antes de simplemente moverme a otro lugar.

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22/04/2018, 01:07
Nakamura Daiki

Sabía a ciencia cierta que su padre había notado la seriedad que cargaba, algo diferente de la habitual. Si bien pocas veces se mostraba con la alegría de un infante, su neutralidad se veía perturbada por la escasez de brillo en sus ojos, consecuencia de los hilos que su mente había enredado de forma tan cruel. Una y otra vez era abordado por ideas que aumentaban su confusión hasta que escuchó las palabras de su progenitor, lejanas de la conversación que estaban teniendo. - Disfrutar... - Pensó para sí, anhelando poder sentir en carne propia aquello que ahora resonaba en el eco de su mente. Por un momento esbozó una ligera sonrisa, esperanzado de que aquella noche sería distinto. - Por supuesto, padre. Así será. - Respondió él, educado como siempre, rompiendo su distancia con una calidez impropia, buscando quebrar la norma con la que vivía desde hace tiempo.

Finalmente entraron, siendo atendidos tal y como correspondía. Un par de sonrisas, palabras cargadas de dulzura y una máscara que cada uno portaba como mismo protocolo, ansiando protegerse de pensamientos indebidos. El joven médico llegó a pensar más de una vez en el temor que le produciría sentir la lascivia de los hombres sobre sus carnes si fuera una de aquellas damas que tan alegremente procuraban su bienestar, que únicamente hacían su trabajo. Quizá eran aquellos miedos lo que llevaban a ser excesivamente amable con ellas, una empatía y un vínculo que pocos podrían llegar a comprender. Si bien era extraño, sería lo más real que existía en su propia vida. 

Una vez allí su mirada reposó en un hombre*, al menos al principio. Parecía rico y sus rasgos le eran suaves, aunque quizá fuese una percepción errónea. El instinto lo llamó y por varios segundos trató de reconocerle, aunque fue infructuoso. No sabía quién era, pero era esperable que hubiese algún extraño. De todas formas no podía cesar aquella sensación que tanto ruido hacía en su cabeza, pero tras negar lentamente consiguió redirigir su concentración hacia el resto de personas que había presentes hasta llegar a un gaijin, y, de nuevo, posó su mirada. Esta vez en un tono inquisitivo, desconfiado. No le agradaban los de su tipo, pero debía de admitir la elegancia exótica que portaba en sus ojos, y en sus prendas. Le fue imposible de evitar, llegando a rozar lo incómodo. Más de una vez creyó que eran seres enviados para romper su cultura, profanar lo sagrado y ofender. Es posible que fuera así en varias ocasiones, sobretodo en su experiencia personal. Había entablado conversación -o intentado, más bien- con varios hombres de fuera y lo único que recibió fue una dosis de prepotencia y condescendencia insultantes, provocando aquella mala idea general.

Este lugar siempre me sorprende. - Le dijo a su padre, recuperando la expresión neutra e incluso algo alegre. Si tuviese que definir el jardín sería meramente con adjetivos positivos, relacionados con la belleza y la paz. Era un espacio relajado que siempre consideró de sus favoritos. Claramente conocía su existencia y, por supuesto, había estado allí otras veces. No era un hecho del que enorgullecerse, teniendo en cuenta la forma en la que aborrecía el juego de fama y poder al que se veía obligado a jugar una y otra vez, siendo los edificios como aquel un simple tablero bien decorado. 

Y la confusión volvió, siendo curiosamente dolorosa. Acarició su cabeza, llamando la atención de alguna que otra mujer -e incluso de hombres curiosos- con sus gestos. Ellas se preocupaban por si se encontraba mal mientras ellos meramente ansiaban saciar su curiosidad egoísta. La visión de Daiki sobre los que habituaban la Ichiriki era cínica, bailando en un límite del que no debía cruzar. Quizá él no pertenecía a aquel mundo de belleza y adornos. Ansiaba algo natural, raíces puras y sucias, no una limpieza que traspasaba aquello en lo que creía... Pero jamás sería capaz de romper con lo que vivía, manteniendo su máscara, su miedo. 

Notas de juego

*Kosaka Jinnai.

Me hubiera gustado postear ayer, pero me fui a dormir antes de que la master pusiese nada. :( De todas formas, preferí dejarlo hecho hoy (acabo de tener ahora un ratito libre). 

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22/04/2018, 23:28
Kioto

Notas de juego

Turno renovado

Debido a visita en casa no he podido postear con PNJ, pero el turno se renueva igualmente. Haré lo posible para escribir mañana.

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23/04/2018, 01:25
K - Toyama Ryûnosuke

Si alguien no podía faltar a la cita en el Ichiriki era otro de los comerciantes más influyentes de Kioto, Toyama Ryu. Lo que se conocía de él de puertas para fuera era que era el único heredero de los negocios de la familia Toyama. Negocios a priori legales.

Esta familia controlaba la zona del lago de Biwa en Otsu, comerciaban con familias y clanes de muy diversa índole, y también extranjeros. El cuero se cotizaba muy bien en el mercado negro y era necesario, especialmente para las armaduras de los samurais. Nadie se quería manchar las manos matando terneros. Pero era necesario.

De puertas para dentro era el nuevo líder de una peligrosa organización shinobi. Negocios era la excusa visible y perfecta para dejarse caer por allí, además de Akiko, una jovencita cuyo rostro no había olvidado y pronto pasaría a ser algo más que una visión intocable. A personas como a él o Wakahisa Shun, se les invitaba esperando que acudiesen con el fin de promover más fiestas y reuniones.

La ochaya de mayor influencia y popularidad en la ciudad sabía como mover sus hilos, enredando en la madeja más empresarios poderosos, mercenarios y víctimas. El dinero llama al dinero y es rey soberano en el reino de los negocios turbios.

Ryu se dirigía hacia allí cuando fue interceptado por un joven mensajero que corría por el hanamachi sin apenas poder respirar, buscándole desesperado. Le dedicó una mirada descortés y molesta, pues no esperaba recibir ningún mensaje urgente. El hecho de hacerlo en fin de año debía suponer que era algo realmente importante e inesperado.

El contenido que leyó en aquel mensaje le hizo dar media vuelta, declinando la invitación del Ichiriki. Guardó el sobre dentro de la parte interior de su kimono, a buen recaudo. Shun-san y Akiko-chan no le verían esa noche, tenía asuntos más importantes que atender.

Notas de juego

PNJ presentado por Tokio.

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23/04/2018, 22:38
Kioto

Poco a poco la ochaya fue llenándose de todos aquellos invitados que iban pasando por sus puertas. Era fácil ver desde dentro, los primeros invitados, como la gente accedía tras presentar su invitación. Y no solo hombres de negocios, si no también algunas mujeres vestidas con elegantes kimonos de color negro y bufandas de piel de algún animal exótico traído del extranjero, abrigaban sus cuellos con glamour y esplendor. Las geishas hoy serían quienes llamarían la atención, así que de algún modo ellas, a su edad, también lo hacían. Sin embargo el número era muy escaso, además entre ese pequeño grupo solo Akiko era la mas joven de todas, y la que no llevaba un kimono de color negro, pues era el color del matrimonio.

En pocos minutos el jardín estaba repleto de personas que empezaron a conversar. Se oían algunas risas, todo en un tono melódico y calmado, animado, donde las geishas se movían aquí y allá. Ese era el ambiente del doctor Nakamura, y eso era lo que él quería para su hijo, que disfrutara del evento, y que lo hiciera a su lado.

Sin que ninguno de los asistentes lo esperara, las puertas de la ochaya se cerraron, y cuando comenzaron a preguntarse qué sería de la bebida y la comida -algún que otro empresario lo preguntó en voz alta, a lo que le respondieron algunas risas, incluidas las del chonin Shun- por una de las zonas altas de aquel bonito jardín, apareció una mujer acompañada de las tres chicas que recibían en la puerta de la ochava. Sonrió de forma correcta y cordial, apenas moviendo los músculos del rostro. Esperó hasta que todo el mundo guardó silencio, pues esa mujer no era otra que Sai, la propietaria de aquel local. Aguardó en silencio el momento propicio para hablar.

La mujer portaba un kimono totalmente blanco, que generalmente es el color que representa la muerte. Bien podría estar de luto, o bien podría ser un color usado como uniforme. El motivo era todo un misterio.

- Buenas noches a todos y bienvenidos. Yo soy Sai, dueña de esta ochaya. Tengo el gusto en esta noche, de presentaros la cena. Pero antes, debo dar las gracias por acudir esta noche a la ochava Ichiriki, es un gusto recibirles hoy aquí. La primavera ha comenzado, aunque nuestros cerezos están perezosos esta estación - Sonrió de la misma forma en la que saludó, discreta, casi imperceptible, ante el pequeño gesto bromista hacia los cerezos del jardín, que tenían mala pinta, debido a su color oscuro, que por las nieves no arrancaban a florecer sus flores de sakura. - No os haré esperar más, por favor, vayan pasando a su interior, y daremos paso a los aperitivos mientras esperamos a nuestras nobles geishas. Hoy tenemos el orgullo de presentar el debut de una de ellas, ruego que no sean malos con ella - Ahora sí, mostró sus dientes con un brillo en sus ojos que bien podrían interpretarse como algo de maldad, pero apenas dejó que durase un segundo en ellos.

Rápidamente se hizo a un lado y mostró una pequeña reverencia a los primeros que se atrevieron a pasar dentro. Se reverenciaba muy sutilmente, con un movimiento de cabeza elegante, y un cerrar de ojos, que mas bien era un pestañeo pesado, pero sin borrar esa sonrisa perenne.

Justo al terminar de hablar, comenzó a caer unos ligeros y pequeños copos de nieve. Empezaba a nevar, y había que darse prisa para que los invitados no se congelaran ahí fuera.

En cuanto pasó el señor Nakamura con su hijo Daiki, su reverencia se hizo mas notable. - Yōkoso. Es un placer y un honor tenerlos hoy aquí, espero que disfruten de la noche, nos veremos dentro. - Al final añadió una sonrisa algo mas dedicada a Daiki, pero como siempre, sin invertir demasiado tiempo en un gesto como tal.

Shun y Akiko accedieron después, y cuando el chonin se presentó frente a Sai, esta mas que reverenciarse, elevó su rostro hacia arriba, con su sonrisa - Wakahisa, como siempre es un placer tenerle esta noche con nosotros. Hikaru está de camino - Añadió un instante antes de dedicarle una mirada fija a la joven Akiko - Aunque usted viene hoy bien acompañado, como siempre, de una joven y dulce flor. Espero que disfruten - Concluyó, pues no podía demorarse demasiado en los saludos. El chonin feliz por ese saludo, solo respondió con un gesto de felicidad y una amplia sonrisa - Para nosotros si es un placer asistir esta noche a Ichiriki. Gracias por la bienvenida.

Y tras eso, la pareja desapareció en el interior.

Sai se mantuvo firme y saludando de esa manera a todos y cada uno de los presentes. Cuando pasó Leviticus, el chico extranjero, sus ojos se estrecharon mientras sonreía y se reverenciaba con la cabeza, mostrando un gesto algo distinto… que solo podía fijarse aquel que no quitase ojo a aquella misteriosa y elegante mujer de porte serio.

En cuanto a Kosaka Jinnai, su sonrisa se borró y parpadeo seguidamente. Era evidente que su rostro le era conocido, pero no dijo nada. Lo miró de esa manera y esperó a que entrase, dándole al final una bienvenida como a todos.

Cuando todos entraron, Sai indicó a las asistentas que estuvieran pendientes de la llegada de Hikaru y Megumi, para prepararlo todo lo mas pronto posible.

Dentro de la ochaya, las mesas estaban dispuestas, y las mujeres que se dedicarían a ayudar a sentarse a los asistentes se situaban junto a ellas. Eran otras distintas a las de la puerta, pero esta apenas estarían ahí hasta que todos estuvieran acomodados. Akiko se sentó junto a su padre, Shun, y frente a ellos el doctor Tetsu, esperando que su Daiki tomara asiento junto a él, si no decidía sentarse en otro lugar. Sin embargo, mas le valía al joven médico hacerle caso a su padre. Shun, miró a Daiki a esperas de que aceptara la invitación de sentarse frente a ellos, a lo que al final añadiría una dulce sonrisa.

Una de las mujeres acompañó a Leviticus a sentarse junto a Akiko. Y junto a Leviticus, sentaron a Jinnai, todos cerca de Daiki. Había gente mayor, además del doctor Nakamura, sin embargo el grupo estaba representado por los jóvenes. Sai pensó que el extranjero debía tomar asiento junto a personas con una edad mas cercana a la suya, además de que fuera el chonin y el doctor quienes custodiaran la peculiar situación.

Notas de juego

Os dejo este post resumen para que podáis situaros. Si no os podéis situar o os sentís perdidos, por favor hacedmelo saber. Mañana postearé con Umi que seguramente se chocará con Ryûnosuke.

Y poco más que añadir. Siento no haber podido poner este post ayer.

La disposición de los asiento es la siguiente:

 Daiki - Tetsu

Jinnai - Leviticus - Akiko - Shun

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25/04/2018, 10:32
Kosaka Jinnai

El lugar se fue llenando, desde mi posicion pude observar a los ricos y afmaados de la ciudad. Observe a aquellos cuyas preocupaciones nunca serian llevarse un pedazo de comida a la boca, los que manejaban los hilos y cuyas acciones podian repercutir en el devenir de mucha gente, o destruir sus sueños con facilidad, sin ni siquiera ser conscientes de que lo hacian. Aqui estaban, moviendose entre los de su nivel o similar, alimentandose a su manera con las relaciones y puñales ocultos en las sonrisas... aunque todo eso quedaba rebajado por la importancia del momento.

Las puertas se cerraron, algo nuevo, algo diferente, me fije automaticamente en las demas posibles rutas de escape y no es que hubiera muchas, pero a diferencia de estos hombres, mis intereses estaban puestos en otro lugar. O lo estaban hasta que entre las palabras y las risas, una mujer vestida de blanco asomo acompañada de las tres mujeres que recibian a los invitados en la entrada. Mis ojos quedaron fijos de la que iba vestida de blanco, mientras yo mismo me quedaba mas tieso de lo normal, obligandome a parpadear repetidas veces para creerme lo que estaba viendo.

Esto habia sido un tremendo error. Si, uno enorme. Uno colosal. De esta ni el kami mas generoso iba a salvarme, no ante su ira. Note la suave patina de sudor en las palmas de mis manos, mientras la mujer hablaba y hablaba, y para ser sinceros aunque la veia sonreir y moverse con es gracia natural que tambien conocia, el miedo seguia patente en lo mas profundo de mi ser. Ella. De todo el maldito mundo, tenia que ser ella quien hiciera las presentaciones. Estaba muerto. Si, seguro que lo estaba... o iba a desearlo.

Cuando dijo lo de que nos esperaban mas alla, casi estuve a punto de respirar de pura felicidad, como si sacara todo lo que tenia dentro de una sola sacudida... hasta que vi como se detenia, e iba a saludar uno por uno a todos los invitados, antes de que estos entraran. Huir no era posible, habian cerrado las puertas. Estaba muerto. MUY muerto.

Espere en mi lugar, de acuerdo a los honores y rangos fui esperando a que la mayoria de la gente pasara delante mia, quizas si habia la suficiente gente importante, quizas... eso menguara el impacto de lo que estaba a punto de ocurrir. Por fin llego el momento, avance con tranquilidad, ocultando lo que ella podria leer como un libro abierto. Me coloque delante de ella y cuando nuestros ojos se cruzaron su sonrisa se borro y como yo hacia unos momentos, parpadeo repetidas veces en un claro gesto de sorpresa. Trague con dificultad mientras sonreia muy levemente, como debia ser y saludaba como se esperaba de un noble de la categoria que era. Le costo rehacerse y aunque no hubo mas que eso, y su saludo fue el habitual... sabia que las puertas del infierno estaban por abrirse cuando volvieramos a vernos. Ahora solo quedaba disfrutar de la noche, hacerlo a lo grande, porque lo que vendria despues... era mejor no pensarlo mucho. Sake, si el sake ayudaria.

De nuevo unas mujeres viniveron para enseñarnos donde sentarnos mientras yo admiraba un lugar que estaba reservado a lo mejor de la ciudad, en una de las fiestas mas importantes, por mas que los cerezos este año estuvieran somnolientos por culpa de la nivea capa que se empecinaba en cubrir la ciudad. Fui colocado al lado del gaijin, cerca del doctor y su hijo y del chonin y de su hija. Casi era mejor asi, con el gaijin en medio la gente se fijaria mas en él que en mi y aun asi, la curiosidad como siempre acababa por obligarme a mirar al hombre de rubia melena. - Buenas noches. - Espere alguna reaccion por su parte. Suponer que concoeria el japones, era lo minimo aun asi espere a ver que ocurria. - ¿Es su primer Hanamani en Kioto? - Era obvio que para que le hubieran invitado debia ser conocido o similar, sobretodo a esta ochaya... ademas de que sin duda debia como minimo comprender el idioma.

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25/04/2018, 20:53
Umi

Cuando terminé de vestirme, me detuve un instante para ver mi reflejo en el espejo. Y lo que vi me dejó estupefacta. La mujer que había reflejada no era yo, era otra persona distinta, que se movía con los mismos gestos que yo daba. No pude evitar quedarme perpleja observando mi rostro, la piel blanquecina y los labios rojos, los cuales eran los protagonistas, y no mis ojos azules.

 

Mi mirada descendió para observarme con el kimono puesto. No podía creerlo, me había convertido en geisha... Okaasan Mai me apuró para que me diera prisa y asentí, saliendo hasta la entrada de la okiya, para colocarme los okobo. 

Ya había practicado con Megumi caminar con ellos, al igual que el resto de artes de ser geisha. A decir verdad, lo había hecho cientos de veces, y esperaba que hoy no me fallaran los pies por los nervios. En cuanto salimos y puse el primer pie en el exterior, mis nervios afloraron de nuevo, pues la nieve no es precisamente la mejor aliada. Megumi me metió rápidamente bajo el carro que nos esperaba fuera y nos pusimos camino hacia la Ichiriki.

El camino fue algo largo, eso era cierto, y a pesar del frío, comencé a sentir como me sudaba la frente y las palmas de las manos. Megumi agarró una de ellas y me hizo mirarla. Me dedicó una amable sonrisa mientras yo la miraba aterrada - Todo saldrá bien, has practicado mucho, confía en tu instinto. Y no piensas más, porque vas a estropear el maquillaje - La última frase me la dijo en un tono mas severo, acentuándolo con un alzar de cejas y mirando al frente, pero sin abandonar la sonrisa.

 

Saqué el abanico del kimono y refresqué mi rostro tratando de no tocarlo para secar mi piel y el maquillaje. Intenté centrarme porque a medida que nos acercábamos me sentía mas nerviosa.

El carro paró, y Megumi bajó primero para luego ayudarme a bajar a mi. En cuanto puse los pies en el suelo, sujetando la mano de mi querida oneesan, elevé la vista y un hombre cruzó a mi lado. Le seguí con la mirada hasta que no pude girar más el cuello. En la dirección de mi mirada se encontraba Megumi la cual se quedó con gesto pensativo. No quise interrumpirla así que simplemente esperé a que reaccionase. Cuando lo hizo lo pagó conmigo tirando suavemente de mi - ¡Vamos! 

La miré frunciendo suavemente el ceño, me exigía y yo tenía los nervios a flor de piel. Llegamos a las puertas de la ochaya y tras llamar, unas mujeres abrieron las puertas recibiéndonos con una reverencia, a lo que nosotras correspondimos. Tras quitarnos los abrigos, y acicalar los atuendos sacudiendo los copos de nieve, Megumi asomó la mirada hacia el salón, tras las puertas correderas que nos ocultaba. Me acerqué suavemente, sentía que el corazón se me salía de pecho. Se giró y me observó de nuevo son sorpresa - Oh vamos, no estés nerviosa, no lo pienses o será peor.

Suspiré pesadamente, hoy iba a ser el centro de todas las miradas, y estaba segura que todas las culpas caerían sobre mí. No importaba lo que hiciera o lo que no, debía asumir que a partir de hoy dejaba de vivir en las sombras, para ser iluminada por la luz de los focos.

Las mujeres que atendían las mesas, ya habían comenzado a servir la primera ronda de té y sake, apenas habían pasado unos 15 minutos desde que todos los asistentes se sentaron, así que algunos ya comenzaban a entrar en calor gracias a la bebida. Dichas mujeres, hicieron una llamada de atención para que todos los invitados mirasen hacia ellas, y entonces nos presentó.

- Damas y caballeros, pongan aquí su atención. Las primeras geishas ya han llegado. Demos la bienvenida a Megumi y su joven maiko, Umi.

Aplaudieron y se hicieron a un lado. Llegó el momento, no había vuelta atrás.

Megumi salió y tras ella, dando pequeños pasos salí yo. Ahora ya estábamos sobre el suelo del tatami, el riesgo por resvalar ya había pasado. Ambas nos reverenciamos y caminamos hacia las mesas para comenzar a atender en seguida. Mi oneesan se paró en la primera fila para saludar, aún sin sentarnos. 

Tenía miedo por todo, pero lo que mas temía era el rechazo por mi peculiar color de ojos, que tan mal recibido es entre los japoneses. El color azul estaba íntimamente relacionado con el extranjero, era un color antinatural entre los nipones, de mal auguro. Solo esperaba que lo encontraran raro, exótico, o que no se fijasen en ellos.

Aún sentía el corazón latiendo muy aprisa pero ya estaba en el ojo del huracán, ahora solo debía hacerlo lo mejor posible.

Notas de juego

Turno renovado

Próxima actualización del turno: Sábado 28 de Abril.

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25/04/2018, 21:29
Wakahisa, Akiko

Aquel dia era especial para mi, pues ocurrían dos cosas que me encantaban, el poder salir con mi padre y las celebraciones. Quería estar perfecta para la ocasión, ademas sabia que estaríamos rodeados de preciosas mujeres y Geishas y aquello siempre me hacia sentir minúscula al lado de ellas, por lo cual quería estar a la altura.

Mis ropas eran blancas dando así la impresión de pureza que esperaba se viera en mi, todo el kimono era de ese color, com pequeños bordados en los bordes y suaves uniones en gasa en la parte de la falda, una tela que me fascinaba, la forma suave de sus movimientos y la leve transparencia que dejaba ver la tela debajo de ella. El blanco se rompía en mi cintura donde el Obi era de un color rosa con suaves tonos morados, llevaba un broche engarzado en el medio y en el obidome.

 

Para mi cabello decidi hacerme un semi recogido, que se unía en la parte alta trasera de mi cabeza uniendo así a mi larga melena cayendo por mi espalda, deje tres mechones en mi rostro, uno que caía por mi frente circularmente y dos a ambos lados.

Las joyas escogidas y adornos eran del mismo blanco que mis ropas, usando la belleza y simplicidad de las perlas en los pendientes y kanzashi del cabello. Un suave toque de polvos claros en mi piel y un pequeño toque de rosa en mis labios como el de mi obi, finalizando en una fina linea oscura en mis ojos.

 

Al llegar la sonrisa parecía grabada en mis labios, copia el brazo de mi padre con fuerza por la emoción y los nervios que sentía, mis ojos curiosos lo observaban todo maravillándose con la belleza de lo que veía mientras algunas caras conocidas iban apareciendo y los saludaba con miradas cómplices asentimientos sutiles de cabeza.

Sabia que aquella noche veríamos a Hikaru y aquello seguía causándome sentimientos encontrados, por una parte me agradaba la mujer y parecía hacer feliz a mi padre con su compañía, lo cual para mi era de lo mas importante, quería mas que a nadie a mi padre y su felicidad era muy importante. Pero por otro... seguía haciéndoseme extraño ver a mi padre prestando atención real a otra mujer que no fuéramos mi madre y yo, seguramente nunca me acostumbraría a eso, pero sabia que debía hacerlo pues el tiempo seguía pasando y el merecía ser feliz aun habiendo perdido a su esposa.

Hay cosas que apesar del tiempo o conocerlas a la perfección nunca dejan de ser bellas - conteste a mi padre con una gran sonrisa sincera.

En cuento comenzaron a recibirnos y guiarnos yo seguía sin poder dejar que la felicidad se mostrara en mi rostro. tome asiento donde me guiaron y al hacerlo mi sonrisa se amplio un por mas mirando con complicidad a Daiki, pero al ver que a mi lado sentaban a un hombre extranjero no pude evitar mirarlo con cierta fascinación. No quería resultar maleducada así que intente ser sutil pero aun así mis ojos no podían evitar encontrar una curiosidad enorme por el, su cabello, la forma de su rostro, su aura y tamaño corporal y sobretodo aquellos grandes ojos azules, de un azul tan claro como el cielo en un día despejado.

Buenas noches - Salude en general a todos los presentes en un tono suave, mirando después a mi padre con cariño.

Fue entonces cuando el espectáculo comenzó y mis ojos fueron prendados a contemplarlo esperando no perderme detalle de nada.

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25/04/2018, 21:32
Nakamura Daiki

Procedió de la forma más natural y limpia posible; sin ningún gesto complejo ni extraño, sin llamar la atención, simplemente actuando como el hijo de un afamado doctor. Educación, una fingida alegría y un sentimiento de felicidad por haber sido invitado. Era un buen actor, todo había que decirse, incluso alterando su forma de mirar. Aquello último era complicado de lograr o, más bien, de conseguir un buen efecto. Siempre sintió un gran control de sus expresiones, reprimiendo la gran mayoría y provocando otras falsas para actuar tal y como se esperaba de él. 

Sus ojos se desviaron cuando escuchó la voz de una de las mujeres, quien los invitó a pasar al interior al fin. Quizá algo agobiado por las formalidades, o por haber sido el centro de atención por varios segundos. Sea como fuere, enmascaró aquella emoción con una bonita sonrisa, mostrando muy levemente sus dientes y haciendo sus ojos más pequeños. Fue rotando su mirada por los presentes, sobretodo hacia aquellos que no podían evitar observarle directamente, manteniendo un contacto visual prolongado y constante. En algún lapso corto sintió que era una guerra de intensidad y, a pesar de lo poco que duraban, para él eran eternos. La incomodidad, la ansiedad, la desidia... Aún así logró caminar con orgullo y firmeza hasta que los invitaron a sentarse. - Sí, por supuesto. - Su tono, agradable, se deslizaba por el aire con suma elegancia y con el suave frescor de su joven mente, regalando educación con su fina voz.

Poco tardaron en hacer una presentación, se llamaba Umi. A Daiki le inspiró de una forma curiosa; le producía una sensación de misterio y temor. Era la forma en la que miraba, profunda y penetrante. No era consciente de lo que aquellos ojos azules le estaban haciendo con cada tímida mirada que pudiese posarse brevemente por parte de la geisha. Era curioso, y aunque a cualquier otro hombre le hubiese atormentado o producido rechazo a él le encantaba. Esa inseguridad, esa diferencia... Había algo que la marcaba como diferente y para el médico era importante en una mujer como ella. 

No pudo evitar mirar hacia Akiko poco después, queriendo rehuir de sus ojos que todo lo veían, lo cual no era más que una exageración de su subconsciente hacia el hecho de que ella lo conocía lo suficientemente bien como para distinguir su malestar -o incomodidad- en su mirada. A pesar de ser un mentiroso casi perfecto, con ella cambiaba la cosa. De todas formas fue algo más lo que captó su atención; el rubio. ¿Por qué estaba con ellos? Varias preguntas, aunque similares, rondaron su mente hasta que otro hombre decidió lanzar la primera de forma abierta. En otra ocasión le habría parecido indiscreto, incluso desagradable, pero debido a su necesidad y curiosidad, lo agradeció. De hecho, incluso de forma más indiscreta todavía, se quedó mirándole fijamente, expectante. Quería una respuesta.

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26/04/2018, 14:43
Kosaka Jinnai
Sólo para el director

El sitio estaba realmente genial, la compañia tenia ciertos visos de famosa, tanto por la hija del chonin, como por parte del hijo del doctor y como no, estaba el gaijin que le daba a todo un aspecto casi irreal. Mas si pensaba que eso iba a ser lo mejor de la noche, sin duda me equivocaba, con el primer sorbo de sake pude notar el calor de esa bebida recorriendome levemente, puesto que estaba acostumbrado a ella, como parte de mi entrenamiento, pero para lo que no estaba preparado era para la maiko que mi madre habia dicho que vendria la primera.

Me quede ahi, atontado por un instante, recuperando la compostura como buenamente pude mientras observaba la posiblemente unica flor de sakura, que sin duda habia abierto sus petalos en esta tardia primavera, en medio de un espectaculo de nieve y luces apagadas. Habia visto antes otras maikos y geishas pero la mujer que tenia delante era algo... excepcional para mi. No pude mas que observar con disimulo la belleza que poseia, amplificada sin duda por una habilidad natural para el maquillaje. Decir que lo primero que me llamo la atencion fueron sus ojos seria una mentira ante los ojos de los DIoses, porque estos mas bien eran como la ultima pasada de azucar que se pone al final a un buen melonpan de la mejor pasteleria de Kioto. Era dulce en extremo, al mismo tiempo que fragil y aunque el sabor unicamente durase un segundo, valia la pena... por ese unico instante de esplendoroso placer.

Me perdi en mis pensamientos mientras observaba cada detalle de semejante mujer, porque me habia dejado por completo fuera de mi sitio y eso que debia mantener la compostura como buenamente pudiera, mientras esperaba la respuesta del gaijin. Un kimono dorado pero con un tono ligeramente apagado, como mate, para que no brillase en exceso, con motivos florales, acompañado de un obi tambien dorado pero con una flor de sakura delante y unos tonos rojizos por encima del mismo. La combinacion era perfecta, sobretodo si teniamos en cuenta la flor que lo observaba todo desde lo mas alto de su discreto peinado. Era una mujer preciosa. Sin duda sus ojos, esos ojos de color azul llamarian la atencion y aunque sin duda solian provocar malas miradas o sin duda, al menos comentarios fuera de lugar, a mi me aprecian lo mas bonito que habia visto nunca. Como dos joyas engarzadas en una preciosa obra de orfebreria que se permitia el lujo, de por primera vez brillar fuera del taller de uno de esos artesanos cuyos nombres perduran a lo largo de los siglos.

No pude evitar quedarme mirando esos ojos, por un tiempo superior al que la educacion admitia, pero es que... ¿Que mas podia hacer? Invitarla... invitarla a sentarse con nosotros. Madre me iba a matar, pero bueno... siendo claros ya estaba muerto, asi que ¿Que mas podia hacerme?

Notas de juego

Solo director. Luego pongo uno mas tranquilo para los demas.

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28/04/2018, 00:46
Leviticus Percival McKinley III

Se alegraba de haber elegido apropiadamente su vestimenta. O al menos, creía que lo había hecho, pues el chonin llevaba algo similar a lo de él aunque sin duda de un corte mucho más tradicional y de impresionante calidad. Aún así el código de vestuario que había elegido parecía dejarlo en bastante buena posición, así que se felicitó mentalmente mientras recorría el espacio con la mirada. 

Al parecer había llamado la atención de más de alguna persona, y aunque se lo esperaba pues la diferencia física entre él y los hombres de aquel lugar era sin duda alguna considerable, la atención le ponía algo nervioso. Sonriendo con la comisura de los labios agachó la cabeza, inseguro sobre el correcto procedimiento al cuchicheo en esas tierras y preguntándose si las miradas serían buen o mal indicio. En el corto período que había pasado en Asia había notado que no a todo el mundo le hacía muy feliz la presencia de un extranjero, pero había aprendido a no tomárselo personal. Quizás en América todos eran inmigrantes y por ello no se veía tal discriminación con la mayoría de los foráneos, pero sí se veía con los nativos o los negros. En Inglaterra a ello se sumaba el rechazo a inmigrantes por prejuicios y suposiciones erradas, como creía era el caso aquí, así que antes de ofenderse lo veía como una reacción absolutamente natural. 

Al volver a levantar la cabeza le pareció notar que un hombre de similar altura a la propia, lo que era inusualmente alto para el promedio de la población, lo estaba mirando, sin embargo al girar su rostro hacia él se encontró con que el hombre conversaba con otro mayor a su lado. Entonces se cerraron las puertas del local. Se sorprendió al escuchar voces más animadas y ruidosas de lo que se había encontrado hasta ahora en la seriedad del ajetreo mundano y las reuniones de negocios, y su sonrisa se acrecentó al escucharlos pedir bebida, no uniéndose de inmediato a sus exigencias por pecar de prudente.

Los ojos de Leviticus fueron enseguida a la mujer de blanco cuando esta apareció. Gracias a ella era que estaba ahí esa noche, y poco acostumbrado a sus sonrisas verla bromear así se le hizo sin duda entrañable. Encantado la saludó cuando esta le dio la bienvenida, imitando su movimiento de reverencia, para luego pasar por donde lo hacía el resto ingresando a la sala. 

Cuando una mujer lo guió al lugar que le correspondía, se sintió curiosamente favorecido. Frente a él estaba el hombre alto en que se había fijado anteriormente, a su izquierda otro joven con apariencia cuidada y buen porte, y a su derecha la belleza que había admirado en la entrada de aquel local. Por supuesto al otro lado de la muchacha estaba su padre, por lo que tan solo le dedicó una sonrisa medida y amable como a todo el resto, así como a todos había saludado con la inclinación de cabeza que creía apropiada para la circunstancia a medida que tomaban asiento. 

Buenas noches - sonrió ampliamente saludando a todos, encantado por ver que alguien iniciaba una conversación antes de entrar en el loop de ansiedad y pánico que significaba adivinar si insultaría a alguien por hacer o decir algo que no debía. Fue precisamente ese segundo de ansiedad el que le arrebató la posibilidad de notar con mayor detenimiento las miradas de la mujer a su lado, mas fue consciente de ellas. Aún así, determinó que sería mejor no avergonzar a la joven y hacer mención alguna de ello. 

¿Mi primer qué, perdón? Aún no me manejo perfectamente con el idioma, lo siento. - sonrió algo avergonzado por su fallo -  Pero es mi primer evento como este, sí. - supuso que a ello se refería, arriesgándose un poco - Espero no ser una molestia. Realmente estoy muy agradecido por la invitación - añadió luego, sonriendo un poco más de forma sincera. Tras recibir sake de manos de las mujeres que atendían y agradeciéndolo con un gesto amable, bebió un poco de este, para encontrarse con la sorpresa de su temperatura inusual y su sabor fuerte al tiempo que presentaban a unas mujeres preciosamente decoradas. Geishas. Nunca había conocido una personalmente, pero le habían advertido ya que pensar en ellas como prostitutas era apuntar directo al fracaso. De todas formas, no le extrañaba la apariencia exótica de las mujeres que ahora presentaban. Con el cuidado que le ponía la gente común a los más ridículos detalles, una mujer capaz de llamar la atención de los más importantes y poderosos debía ser una obra de arte viviente. 

Mi nombre es Leviticus Percival McKinley III. Un placer. - por un segundo consideró extender la mano hacia ellos, pero inmediatamente se corrigió y frunciendo el ceño por una fracción de segundo, agachó la cabeza a modo de presentación respetuosa. 

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28/04/2018, 17:22
Kosaka Jinnai

El gaijin no sabia a lo que me referia, lo cual era bastante extraño, uno supondria que despues de haber sido invitado por lo menos habria intentado adivinar de que iba la celebracion, o quizas ¿yo lo habia pronunciado demasiado cerrado para él? Sin duda era una posibilidad. - El Hanamachi es la fiesta que celebra la entrada en la primavera. Aqui en Japon eso suele suceder cuando las sakuras, las flores de los cerezos. - Señale hacia afuera. - Se abren por primera vez. Es una fiesta importante... y supongo pues que es su primera vez. - Sonrei amablemente al hombre, dandome cuenta de que dentro de lo posible, no era demasiado torpe con el idioma. - No debeis disculparos, lo manejais mas que decentemente. - Negue con la cabeza ante sus palabras sobre ser una molestia. - Ni mucho menos, siempre es bueno ver caras nuevas en estos eventos... y nuestra anfitriona no os habria invitado de ser asi. Asi que no os sintais fuera de lugar, sino al contrario. - Tome un poco de sake e hice un leve gesto de brindis con él, algo conocia de su cultura, aunque no fuera justamente mucho. Observar tenia su punto.

La aparicion de la maiko fue algo espectacular y no pude mas que fijarme en los numerosos detalles que la acompañaban. Tanto la flor de sakura roja de su obi dorado, como el kimono en si con la decoracion floral. Sin duda era la primera ens er presentada y como habia dicho la anfitriona no debiamos ser malos porque era su primera vez. la estudie detenidamente, pero sin ser descarado, olvidandome en algun momento de rellenar mi tazon, porque sin duda la habian vestido de forma exquisita, mas lo que llamo mi atencion aparte de la flor de sakura, fueron sus ojos... similares a los del gaijin y al mismo tiempo diferentes. Exoticos, de eso no habia duda y a diferencia de la mayoria, no me dejaba guiar por sus estupideces. Era una preciosidad, se mirase.

Si el gaijin bebio de su tazon de sake, no dude en rellenarselo, al mismo tiempo que rellenaba el mio. Quizas no fuera lo comun, pero ahora mismo, lo comun ya habia dejado de tener sentido. Mire de nuevo al gaijin esperando mas conversacion de un individuo que sin duda tendria muchas cosas que contar de un mundo que desconocia. Deje la botella de sake, sin fijarme en exceso en ella, porque mi atencion se dividia entre la primera y unica flor de sakura que se habia despertado en esta tardia primavera y la extraña melena de dorados cabellos, que poseia el otro poseedor de ojos como cristalinas piedras preciosas. Note un balanceo en el rabillo del ojo, solo eso.

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28/04/2018, 19:32
Umi

Notaba todas y cada una de las miradas, era la primera vez que las sentía. No había una que no estuviera sobre mi persona. El corazón volvía a latirme muy aprisa, y sentía deseos de mirar a cada uno de los asistentes, devolverles la mirada, hacerles saber que se que están parados mirándome. Pero ya me lo advirtió mi oneesan, que esto iba a ser lo mas normal que me pasaría en cada casa de te a la que asistiríamos, y que debía ser mas fuerte que mis sentimientos. Es por eso que mantuve la mirada perdida hacia los muebles, fija, hasta el siguiente movimiento.

Era cierto que la presencia de Megumi ayudaba a controlarme, sin embargo había una mesa que había llamado mi indudable atención. Una mesa que era presidida por el hombre mas importante en toda la ochaya, junto al doctor Nakamura, que todos conocíamos, aunque no a su hijo, yo al menos no. Sin embargo justo en medio había una muchacha, y mis ojos se dirigieron hacia Akiko un instante ya que había robado mi curiosidad. Necesitaba saber como era ella. Mi mirada tardó un segundo, acto seguido se posó sobre Daiki que me miraba con curiosidad, y yo sonreí por la comisura de los labios de forma temblorosa. Pero de nuevo algo llamó mi atención… un hombre… de cabello rubio… Tomé aire profundamente mientras caminaba o mas bien, flotaba sobre el tatami y lo miraba con cautela y de reojo, hasta que finalmente mis ojos cambiaron a Jinnai, percibiendo su mirada intensa y fija en mí. El corazón se me paró por un instante y luego retomó su latido mas apresurado incluso. Megumi se dio cuenta de que mi mirada seguía en aquella mesa cuando llegamos a la primera, y presionó mi brazo cuando me presentó. Tragué saliva y en seguida sonreí haciendo una reverencia a los asistentes de aquella mesa, olvidándome de la que estaba próxima, tan dispar y tan curiosa para mí. Ansiaba formar parte de aquel grupo, y no estar al otro lado del guión.

Sai controlaba la situación, la veía moverse con perfecta paciencia, como si fuera un copo de nieve más en la nevada de esta noche. Fría, y silenciosa, controlaba la situación sin que nadie se percatase de su presencia. Tanto así que fue a sentarse junto al médico y tras dedicar una mirada a Megumi, nosotras fuimos hacia la mesa donde ella estaba, donde se encontraban los causantes de que mis nervios se disparasen.

Caminamos hasta ellos y Megumi hizo la presentación.

- Konbanwa, sentimos interrumpir la conversación, pasábamos a saludar y mencionar que estaremos a su disposición para amenizarles la noche todo el tiempo que deseen. Esta es mi hermana menor Umi, una joven maiko, cuando terminemos la cena nos deleitará con uno de sus bailes que con tanto esmero y dedicación ha ensayado.

Megumi sonrió y yo la miré un instante, sonriendo algo mas tarde que ella. Era evidente que los nervios me estaban jugando una mala pasada. Por una parte sentía deseos enormes de sentarme con ellos y averiguar qué les había traído hasta aquí y por qué están juntos. Desde la joven acompañada de su padre, pasando por el joven médico, hasta el extranjero y su acompañante.

Antes de que pudiéramos girarnos para marcharnos a la siguiente mesa, miré la de ellos y como Jinnai servía a Leviticus más sake. Pensé que ese sería nuestro trabajo toda la noche. Toda la noche sirviendo sake, cuando nosotras ni siquiera beberíamos, ni pensarlo. Antes de girarme por completo, le dediqué una mirada inocente a Jinnai, una mirada que quizá bajo estos ojos del color del mar y este maquillaje de arroz y labios carmesíes, no era inocente la palabra mas adecuada.

Nuestras miradas se encontraron una décima de segundo, tras eso pude ver de soslayo como la botella de sake se balanceaba en su mano antes de ser depositada en al mesa, o mas bien, desparramada. Cogí aire asustada y reaccioné. Incliné mi cuerpo doblando las rodillas y con una mano agarré la parte baja de mi kimono para que nada se moviese, ni enseñase ni un ápice de piel; la otra la extendí hacia la botella, impidiendo que se cayera sobre la mesa y derramase el sake sobre la madera. Fue entonces cuando mi mano entró en contacto con la mano del muchacho que también tuvo reflejos y sujetó la botella antes de que se cayese, solo que lo hizo antes que yo. Yo sujetaba con firmeza la botella, agarrando con fuerza su mano a su vez, apenas con tres de mis dedos, y mi rostro inclinado hacia él. Y entonces el tiempo se detuvo.

Notas de juego

Turno renovado

Próxima actualización del turno: Miércoles 2 de Mayo.

La disposición de los PJs/PNJs es la siguiente:

Megumi (de pie, detrás de Umi)                       

Umi (de pie) - Daiki - Tetsu - Sai (sentada)

Jinnai - Leviticus - Akiko - Shun

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28/04/2018, 19:44
K - Sai

La noche estaba siendo perfecta, ni un solo incidente. Incluso la entrada de la nieve parecía un acto perfectamente orquestado, un acto dirigido por mi. Yo saldría al jardín a dar la presentación y la nieve cerraría mis palabras, invitándolos ella misma a entrar. Todo era completo y absolutamente perfecto. A excepción de ese muchacho… ese muchacho que era capaz de crispar mis nervios en la simpleza de la monotona rutina. Sin embargo soy lo suficientemente profesional como para seguir con mi trabajo sin que lo personal se viera involucrado dentro, y mucho más por ser mujer. Debo de ser la anfitriona perfecta, y así lo estaba siendo.

Cuando todos accedieron me dispuse a hacer mi trabajo, ver que todos tomaban asiento dentro de la sala de forma ordenada, y que en seguida tendrían algo con lo que beber. Sin nada que comer, para embriagarlos y empezar bien la fiesta. Lo tenía todo perfectamente organizado, sin embargo ese muchacho… Una pequeña grieta en la perfecta pared que debía controlar. Así pues, decidí dejar al mando a las muchachas para servir la comida en cuanto Megumi y Umi apareciesen. No importaba la tardanza del resto, Umi ya tendría la atención de todos los asistentes antes de que otra de las geishas la deslumbrase con alguna de sus cualidades destacadas. Como Hikaru, suerte que aún no había llegado.

En silencio camine por el tatami y tomé la decisión de sentarme junto al doctor, acompañado por su hijo. Le sonreí a los presentes con dulzura - Espero que no les importe que les acompañe. Prometo que solo será un rato - Una de las mejores formas de tomar control de la situación era presencial el acto desde primera fila.

Veía como el doctor estaba contento por mi compañía, le serviría sake mientras las geishas lo permitieran. Cuando llené la copa de Tetsu, subí la mirada hacia Megumi y le indique que se acercaran y dieran su presentación.

Tras escucharlas, decidí devolver mi atención al médico, sin embargo fue Jinnai quien me arrebató ese momento y mis ojos se abrieron absolutamente sorprendidos al ver la reacción de la maiko. Era una de las primeras veces que no sabía como reaccionar. Miré a todos con cuidado, y finalmente a Megumi, pues ella debía poner fin a una situación descabellada si su maiko metía la pata justo al pisar el tatami. Tomé aire profundamente, mi noche perfecta comenzaba a tener cabos sueltos. Debía contenerme.