Partida Rol por web

Silk & Sword

◇ Año nuevo 1868 [Okazaki] ◇

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16/05/2018, 12:54
Yasahiro Nao

Nao inclinó la cabeza a modo de respuesta cortes y despedida. A pesar de todo, no parecía que el daimyo hubiese tomado una decisión. Quizás simplemente no se la había comunicado. Con todo, no era buena señal...aunque también era verdad que tenía que meditar al respecto. El samurai solo esperaba que fuese la que fuese, la decisión la acabase tomando él, y no el tiempo. Supongo que aunque muchos lo quieran creer, incluido Koichi, no es de piedra. Esto tiene que estar matándolo. se dijo mientras se retiraba junto con Kiyoshi.

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17/05/2018, 15:03
Sato Yûka

Ante su expresión, de cejas levantadas, ella asintió con la sonrisa en los labios.
-Lo creo sinceramente. Ahora que vivo bajo su techo, estoy más segura de mis palabras-se explicó con educación. Le miró con una infinita ternura por lo que explicaba-No pareciste ningún idiota. Demostraste ser un joven a las puertas de la vida adulta, comprometido con su trabajo, el clan y el Daimyo. No seas tan duro contigo mismo, Tadashi-san. Lo hiciste muy bien y tus padres deben estar orgullosos-ella conocía bien lo mucho que imponía Soichiro-sama, de modo que reconocía en el joven herrero su valentía.

Se permitió quedarse unos segundos en silencio, acariciando la taza con la yema de los dedos. No sabía muy bien cómo proceder, pero no debían retrasarse mucho más. Pronto serían las campanadas y debían regresar. La voz de Tadashi-san la llamó.

Cuando le escuchó hablar de su suerte por el cariño del clan y sus amigos, pareció que la calidez del té se contagiaba al cuerpo. Quizás era la primera vez que Tadashi-san le hablaba con aquella sinceridad y cercanía, que desde luego fue reconfortante. puesto que parecía que siempre era Natsumi el vínculo sin el cual no podían cumplir la promesa de su amistad. Ella negó con la cabeza suavemente-Tadashi-san, no debes agradecerme nada. Era mi deber pero también mi deseo. Es tu padre, al fin y al cabo. Si él está bien, tú estarás bien. Y respecto al desconocido... Seguro que habrías encontrado el modo de resolver la situación- le explicó con aparente sencillez. 

Ella se sentía afortunada por demasiadas cosas y desdichada por muchas otras. No sabía si ella podría llegar a sincerarse de una manera tan amable como Tadashi-san, y de hacerlo, si podría sobrellevar las consecuencias. Como si se tratara de un kami que respondía a sus pensamientos, el joven añadió su ofrecimiento. La expresión de la miko fue transparente, lejos de la serenidad de su protocolo constante. Se veía visiblemente sorprendida mirando con los ojos abiertos a su interlocutor. Tragó saliva y se reflejó en su rostro cómo parecía guardar dentro de ella onis peores de los que exorcizaba y a la vez un alivio visible. Sintió que se le humedecían los ojos y se los secó algo torpe con las mangas del traje. 

-Gracias de todo corazón, Tadashi-san...lo mismo digo, lo mismo digo-dijo mientras se aclaraba la voz, consciente del espectáculo que estaba dando. Recobró la compostura y respiró profundamente. Miró al desconocido, al que tomó la temperatura de su frente con la mano.

Estable, pero aún inconsciente.

-Etto...Debemos regresar. Nos esperan las campanas, y nuestro señor querrá saber la llegada de este desconocido. Quizás pueda identificarlo...-miró a su amigo-¿Me acompañarás, Tadashi-san? Enviaremos a dos sirvientes con una camilla para que lo traigan al castillo y así tu madre no deberá de estar a solas con él. Creo que es lo mejor que podemos hacer-explicó levantándose. Miró al desconocido por última vez-Las campanas nos esperan. Debemos purificar nuestros espíritus y, con suerte, todo irá mejor-le explicó con una sonrisa.

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17/05/2018, 15:04
Tokio

岡崎  –  O k a z a k i  -  T o k i o

Celebración de año nuevo - Primavera de 1868

 

Santuario de Tatsuki

Medianoche

 

Distintas charlas concluyeron en distintos enclaves. Honda-sama había reunido a sus dos hombres de confianza con el fin de expresar sus inquietudes acerca del futuro del clan. Por otra parte, en la casa de los Shokunin los jóvenes Tadashi y Yûka, se despedían de Misora y Fudo, dejando a cargo de la primera al samurai desconocido cuyo nombre y procedencia todavía no habían identificado, resultando todo un misterio para ellos en una noche como ésta.

Hatsumōde, la primera visita al templo era una cita obligada. La medianoche estaba a punto de cumplirse y era momento de visitar el santuario cercano a las inmediaciones del castillo. El sonido relajante de las 108 campanadas simbolizaba los pecados terrenales y humanos de la tradición budista. Un ritual que cada año se llevaba a cabo con maravillosa destreza y disciplina por parte de los sacerdotes del santuario. Una purificación espiritual necesaria para los habitantes de Okazaki, supersticiosos, respetuosos y temerosos de los dioses.

Dar paso a un nuevo ciclo, dejando atrás el sufrimiento, lo viejo, las energías negativas, era más que una obligación, algo vital para todos.

 

 

El rito de limpieza al entrar al santuario sagrado era tan importante como el o-shōji limpiar a fondo la casa de toda suciedad. Antes de penetrar en dicho lugar, todos se lavaron las manos y la boca en las fuentes de agua fresca del santuario. Había dejado de nevar pero el agua fluía muy helada por las manos de los hombres, mujeres y niños que allí se habían congregado. Quizás la dificultad de lavarse las manos con tanto frío significase algo negativo como mala fortuna, malos tiempos para el clan Honda, o todo lo contrario, unión en la adversidad, evolución y crecimiento ante los problemas.

Los hombres fieles al daimyo y sus familias esperaban allí a su señor. Formaron un círculo alrededor del santuario, velando por la seguridad de todos. Los campesinos y artesanos de sus tierras eran bienvenidos también.

Soichiro aguardó cerca de los monjes, expectante ante la ceremonia. Acompañado de Aratani y Koichi, a su lado la miko también observaba con ojos curiosos y emocionada el despliegue solemne y riguroso del ritual religioso. Nao, Kiyoshi, Natsumi y el joven Tadashi permanecían cerca de la familia Honda.

El silencio y la meditación tomaron un protagonismo absoluto. Las preocupaciones de cada uno flotaban en el aire y era momento de dejarlas ir. Nuevas preocupaciones vendrían, sin duda, pero las viejas eran una carga pesada, dejarlas atrás era un paso valiente y sacrificado para purificar el espíritu y no cargar con más dolor del necesario. El sonido relajante y profundo de las campanadas del santuario les ayudaría.

Tras unos minutos de silencio, el primer tañido de la campana del santuario sonó envolviéndolos en mitad de la noche, provocando que algunos cerrasen los ojos y se sumergiesen en un trance único de espiritualidad para las almas adolecidas.

 

*108 campanadas*

 

Notas de juego

Próxima actualización / renovación de turno: Domingo 20.

Actualización fija: Jueves y Domingo.

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20/05/2018, 04:27
Shokunin Tadashi

Para cuando salieron de su casa había dejado de nevar, y debieron apresurarse para llegar al hatsumōde en el santuario de Tatsuki. Yûka y él habían resuelto avisar al Daimyo de la presencia del desconocido, dado que no habían conseguido identificarlo. Le preocupaba un poco dejar a su madre a solas con él aunque fuera por un rato, pero en su estado actual no parecía un peligro inminente. 

Al llegar a las afueras del santuario, se acercó a las fuentes y purificó sus manos y boca en el agua, dando un primer respingo por el frío y continuando con una mueca. Se inclinó respetuosamente antes de atravesar el torii que daba entrada al recinto, se separó de la miko, que debía estar con la familia Honda durante el ritual, y buscó entre los asistentes a Nao y Natsumi, a los que encontró no muy lejos del señor. Su primer impulso era contarles lo que había pasado, pero se detuvo pensando que el primero en saberlo debía ser Honda-sama. Sin embargo, el ritual estaba cerca de empezar y le pareció muy descortés abordarlo en ese momento, y más teniendo en cuenta que sus sospechas no estaban claras, por lo que se limitó a saludar a su antiguo maestro y a su amiga con un movimiento de cabeza y un gesto de su mano, y se quedó a su lado esperando a que la ceremonia terminase. 

Tal vez otras personas estuvieran allí por respeto al Daimyo, o buscando complacer a los kamis, pero Tadashi realmente disfrutaba de ella desde que sus padres lo habían traído por primera vez. Mucho más de lo que había disfrutado la cena en el salón de los Honda, eso seguro. El abrumador silencio que se producía, sólo roto por las campanadas que daban la bienvenida al nuevo año y algún sonido ocasional de un ave nocturna, de alguna manera le tranquilizaba y le hacía olvidar las preocupaciones que había arrastrado hasta allí durante todo ese tiempo. Se mantuvo con los ojos cerrados y con la mente en blanco durante todas las campanadas, y cuando sonó la última y comenzó a levantarse de nuevo un ligero murmullo entre la multitud, los abrió de nuevo. Había sido un año duro y le hubiera gustado que al abrirlos sus padres estuvieran como de costumbre, pero en esta ocasión a su lado estaban Nao y Natsumi. Al menos podía contar con que ella no le fallaría. Habían hecho una promesa, y sabía que la honraría. Y lo mismo podía decir de Nao, que aunque no estuviera incluído en sus pactos infantiles, había dejado de ser su maestro y se había convertido en el amigo más sabio y honesto que pudiera esperar. Felicitó brevemente a ambos y comenzó a caminar mientras seguía hablando.

- Deberíais oír esto - les dijo, invitándoles a seguirlo mientras se aproximaba al Daimyo y su familia. Esperó a que algunos hombres fieles del señor le transmitieran sus buenos deseos para el año entrante, y cuando hubo espacio se aproximó mirándole con cierta cautela. A pesar de lo que Yûka le había dicho, Tadashi seguía inseguro y sin tener claro que le hubiera causado una buena impresión, pero tenía que contarle esto -  Honda-sama, disculpe que le moleste en este momento. Pero ha sucedido algo que debería saber. - comenzó, inclinándose como correspondía antes de levantar de nuevo la mirada y seguir hablando - Kondo-san ha venido esta noche a visitar a mi padre, y en el camino ha encontrado a un chico perdido en la nieve. Ni él ni mi madre lo reconocen. Ahora está inconsciente, hemos intentado hablar con él pero no reacciona. - A medida que las palabras salían de su boca le parecían cada vez más nimias. El señor Kondo estaba muy mayor, y su madre estaba tan preocupada por su padre que probablemente no podía pensar con claridad. Era absurdo que alguien ajeno hubiera recorrido el camino hasta Okazaki en medio de la nevada una noche como aquella... Pero estaba aquel detalle - Y es un guerrero, señor. Tiene armas, pero no son nuestras. Grabadas con una marca que no reconozco.

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20/05/2018, 21:45
Yasahiro Nao

Nao dejó vagar sus pensamientos, tratando de no centrarse en ninguno en particular. Pese a no tener muchas, las celebraciones no le gustaban demasiado. Mucha ente, mucas bocas y muchos oídos. Además, aunque respetaba y seguía las tradiciones, le parecía que, con el pasar de los años, estaban perdiendo significado para los más jóvenes. La forma permanecía, pero no ocurría lo mismo con el fondo. Aquellos pensamientos le hacían sentir mayor de lo que realmente era.

Cuando las campanadas terminaron y vio que no se necesitaban sus servicios en aquel momento, Nao se ausentó unos minutos para colar una tablilla de madera Ema con sus plegarias para aquel año. Por primera vez, desde hacía una década, había colgado un deseo diferente. Por primera vez, no había pedido nada relacionado con su familia, sino con el futuro del clan. Le dolía, pero en una década los dioses no habían eco nada por impartir justicia o por ayudarlo. Con todo, seguía confiando en los dioses. Pero escribir aquel deseo... ¿Acaso significaba que dudaba de su capacidad y de la del resto de samurais? ¿De su lealtad? 

Cuando volvió a su sitio, vio al joven artesano acudir a hablar con el daimyo. Parecía nervioso y precupado. Aquello era sorprendente, ya que Tadashi normalmente era un joven tranquilo.

-Mirad. Ocurre algo- susurró a Natsumiy Kiyoshi- Tadashi-san parece preocupado.

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24/05/2018, 10:40
Honda Soichiro

El sonido grave de las campanadas siempre trasladaba a Soichiro a otro plano. Eran relajantes y le recordaban a su infancia, pues aquél ritual llevaba completándose año tras año desde que sus antepasados estaban vivos. Él nunca había faltado a la ceremonia y ese año no era una excepción. Sin embargo, por primera vez, las campanadas no lograron serenarle del todo...

Estaba pensando en aquello cuando vio que el joven Tadashi se acercaba con una expresión preocupada en el rostro. Intuyó al momento que ocurría algo extraño, y se puso en alerta. Cuando el joven le contó aquello, frunció el ceño al saber que había un extraño en sus dominios. Y mucho más, al enterarse de que era un guerrero.

- Has hecho bien al venir a avisarme enseguida -le dijo a Tadashi, poniendo una mano en su hombro. Un honor que rara vez concedía. Luego le hizo un gesto a Kiyoshi-. Ve con Tadashi y algunos de tus hombres, y traed a ese guerrero. Cuando despierte, lo interrogaremos. Consideradlo un prisionero hasta que sepamos quién es y qué hace aquí.

Tras eso, se volvió y buscó con la mirada a Natsumi y Nao. Cuando los encontró, fue enseguida a hablar con ellos.

- Natsumi, no te separes de Aratani ni un momento -ordenó-. Nao... tú protege a Koichi.

Se cuidó mucho de que nadie captara que aunque la palabra que salió de sus labios fue "protege", la mirada que lanzó a Nao dejaba muy claro que en realidad quería decir "vigila". Después de dar aquellas órdenes, respiró hondo y trató de seguir concentrado en la ceremonia. Pero aquél mal presentimiento seguía turbándole y parecía estar cobrando forma a cada hora que pasaba.

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27/05/2018, 17:06
Yasahiro Nao

Nao hizo un gesto a Natsumi para que le acompañase, ya que Koichi estaba junto a su madre. Mientras se acercaban, aprovechó para dirigirse a su pupila.

No creo que pase nada, pero ante todo, abre los ojos, mantén la calma y confía en tí. Yo lo hago– el samurai deslizó a la mano de Natsumi una pequeña grulla perfectamente doblada con un haiku dentro para que lo leyese cuando tuviese oportunidad. Aquel era un día importante para Natsumi, ya que Soichiro finalmente la había reconocido como guerrera del clan, y esa era la forma de Nao de felicitarla. –Nuestro daimyo también lo hace. Nos ha puesto al cargo de lo que más ama, de modo que procuremos proteger su mente igual que protegemos su cuerpo y evitemos preocuparlos mostrando inquietud.

Notas de juego

Lluvia en verano
sorprendente y admirable
tu hoja en la guerra

 

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27/05/2018, 18:53
Yoshida Natsumi

Permaneció un rato afuera esperando a los hombres importantes que formaban parte de su vida, el daimyo, su padre y su maestro. No le dolía que la mantuviesen al margen de los asuntos delicados del clan, pues entendía que su cometido era encargarse de proteger a Aratani y por extensión a Yûka, cometido a su modo de ver igual de honorable. No eran pocas las ocasiones que las tres estaban juntas paseando por el jardín, santuario o simplemente guardando su seguridad en escenarios más íntimos del castillo. Donde iba la señora iba también su ahijada.

Natsu sonrió a su amiga al finalizar las campanadas. Su espíritu era puro y su presencia le traía paz. La miró y notó la energía que abrazaba a las dos por medio del proceso de purificación en que fluían sus pensamientos ahora. La joven samurai intentó dejar su mente en blanco y verter todo lo negativo fuera de ella, que no era poco.

Tradicionalmente eran las miko, las sacerdotisas del santuario, las que hacían los omamori a mano. Este era el segundo año que Yûka acompañaba a la familia Honda y Natsu esperaba con ilusión un presente de parte de su amiga que le brindase buena suerte el resto de días, como si de una simbiosis espiritual se tratase.

Sin embargo, la paz momentánea que vivió no duró demasiado. Había observado el gesto preocupado de su amigo a raíz del comentario de Nao pero evitó ser indiscreta. Las revelaciones del joven dejaron claro lo que ocurría. Frunció el ceño cuando escuchó que un samurai desconocido había llegado a sus tierras en plena noche.

Se preocupó y buscó con la mirada a su padre y a Nao, seguidamente prestó atención a Honda-sama. Asintió con humildad al deber que le había encomendado. - Tendré todo el cuidado posible.

En ese instante su maestro le llamó y Natsu se separó de su padre. Con él podía sincerarse. - Tengo miedo a fallar. - confesó. Nao le extendió una grulla sobre la palma de su mano. La miró por unos segundos observando la figura perfecta que sus manos habían trabajado meticulosamente. Sonrió y guardó el detalle agradecida.

- Siento miedo, mi compromiso con esta familia es muy fuerte. Si algo malo sucede... - No sabré que hacer, Nao-san. - quiso expresarle. Sabía que su señor confiaba plenamente en ella para proteger a Aratani, para el daimyo era una espada más, sin embargo, ahora más que nunca temía no ser suficiente defensa para su esposa.

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31/05/2018, 20:54
Sato Yûka

Se despidió en el torii de Tadashi con una sonrisa antes de encaminar sus pasos hacia la familia Honda. Los saludó respetuosamente, dedicándole una sonrisa a su Daimyo y a Aratani-basan. La alargó al ver que Koichi estaba también presente pero sólo para guardar un poco más la apariencia ante Aratani. No, no estaba dispuesta a presenciar aquél evento tan importante del Shinto al lado de él. Y estaba segura que él lo sabía y se regodeaba en su mente.

Estaba llegando el clímax de la noche. Debía guardar en sus pensamientos lo ocurrido en el hogar de los Shokunin, avisarían a Soichiro-sama después del ritual. Debía centrarse, debía entregarse nuevamente a los Kamis. El agua estaba fría, pero para ella era el detonante de un estado de concentración único. Semanalmente se sometía a duchas de agua helada, fuera la estación que fuera. Cuanto más apretaba el quemazón de las bajas temperaturas, más concentración, meditación y purificación se requería.

Asistió a todo el ritual en paz consigo misma y con un hilo de emoción. Algún día esperaba oficiarlo ella. Cerró los ojos a la primera campanada y juntó las palmas de sus manos con los pulgares a la altura del corazón. No fue hasta la última campanada que no volvió a abrir los ojos, después obviamente de uno segundos más de oración.

Al levantar la mirada buscó la de sus señores, Soichiro y Aratani, pero también encontró la de Natsumi. La buscó de forma natural. Y sonrieron. Fue como si con aquella sonrisa ambas, en la distancia, se encontraran en sintonía de calidez, transparente y dulce. Asintió con la cabeza ligeramente muy lentamente, casi como una reverencia, cuando volvió a abrir los ojos. Seguro que había meditado. Tenía suerte de tener una amiga tan dedicada. 

El movimiento de Tadashi la sacó de su ensimismamiento. Se acercó para situarse a su lado y así brindarle su apoyo. 
-Es cierto, mi señor. Yo misma he atendido al desconocido. He logrado estabilizarlo, pero no volvió en sí para que pudiera identificarse. Ahora mismo está con Misora-san...-lo miró con preocupación. No esperaba que el desconocido fuera a retomar fuerza suficiente para ser un peligro, pero no era tranquilizador saber que estaba a solas con la madre de Tadashi y el padre enfermo.

Al ver como le ponía la mano en el hombro al joven guerrero sintió una pequeña alegría por él. Rápidamente el Daimyo tomó el control del asunto, pero a ella no la nombró. No lo reflejó en su rostro. Se retiró unos pasos, puesto que no había requerimiento de ella. Natsumi era una guerrera, pero ella era una humilde miko sin lugar en asuntos serios. Volvió con la cabeza agachada en gesto sereno hacia Aratani-basan, a quien tomó de la mano de forma discreta y habló con ella en voz baja.

Nao y Natsumi se acercaban. Saludó con una reverencia a Nao-san con mucho respeto y afecto. Podía leer la inquietud en los ojos de Natsu -Todo irá bien-le aseguró con bondad y miró a su sensei como si supiera que él la apoyaría.

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31/05/2018, 21:21
Sato Yûka
Sólo para el director

-Obasan...¿Y si es alguien peligroso? Lo salvé de morir gracias a los kamis, que vinieron a socorrerme...Pero si ocurre algo porque me equivoqué, no me lo perdonaría...-le explicó con preocupación. 

Si los kamis habían acudido para salvarlo, es que no podía ser mala persona... o un peligro... ¿no?