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Silk & Sword

◇ Año nuevo 1868 [Okazaki] ◇

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03/05/2018, 01:20
Yasahiro Nao

Nao no dijo nada mientras el daimyo hablaba. No solo por respeto, sino porque nada había que añadir. Natsumi quería adquirir un compromiso y ahora lo podía hacer. Tampoco le preocupaban las amenazas de Soichiro Honda, pues confiaba plenamente en la nobleza de la muchacha. Podía fallar en alguna misión, pero Nao no creía que fuese capaz de traicionarlos bajo ninguna circunstancia. El único momento en el que se sintió algo incómodo fue cuando su señor hizo referencia a él como el maestro de Natsumi. Sí, le había enseñado a dar los primeros pasos, había intentado educarla en el honor, como hacía su padre... pero ¿había sido realmente un mestro?

El guerrero observó a su daimyo. No había motivos para mirar a la chica. Sabía exactamente las palabras que iba a decir. Tampoco a Kiyoshi. Intuía lo que pensaba y sentía. No había más que hacer salvo esperar órdenes.

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03/05/2018, 19:37
Yoshida Natsumi

El día más importante de su vida no fue el que juró lealtad a Soichiro, era ahora cuando la amenaza de guerra era una realidad imposible de ignorar y cobraba un sentido aún más fuerte si cabe, reafirmando el aprendizaje de la joven como samurai y su voluntad de servicio.

Se humedeció los labios aguantando la tensión que anidaba en su estómago y la rigidez del resto de músculos de su cuerpo. Buscó a su padre antes de responder al daimyo, intimidada en parte por la mirada de éste, determinante aunque no hubiese pronunciado una sola palabra. Buscó aceptación en sus ojos y lo que vió fue totalmente contrario a lo que esperaba. Preocupación por su sangre, su legado, su vida, unos ojos que parpadeaban brillantes debido a la emoción interna que contenían sin éxitos. Pensamientos de un padre que temía por la vida de su hija.

Tragó saliva ante esa imagen volviendo lentamente la vista hacia Soichiro. Inclinó la cabeza permaneciendo unos segundos así hasta que tuvo valor para afrontar sus ojos escrutadores. - Mi decisión es algo natural Honda-sama, como lo es el nacimiento de un niño, y la muerte de cualquier ser humano. Me honra al dirigirse a mi como a un hombre más de su confianza y reitero mi voluntad de servirle como un hombre si quiere verlo así, aunque sea una mujer. Mi padre trató de que siguiese un camino distinto, pero la realidad es que no hay otro camino para mi, nunca lo hubo. - miró a Nao. - Mi maestro lo sabe. Mi padre lo sabe, y usted también. - conocían cual había sido su evolución desde pequeña. No era necesario decir nada más.

- La muerte, la peor deshonra para mi sería no servir para lo que he nacido. Lo que decida que deba de hacer, lo haré.

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03/05/2018, 19:41
T - Yoshida Kiyoshi

Permaneció en silencio meditando como actuar, sus puños se cerraron en torno a sus dedos, apretándolos ligeramente. Cuando la voz de Natsu se detuvo, habló el padre y no el samurai. - ¿Quién cuidará de su esposa Honda-sama? - intervino con un tono de voz aparentemente calmado. - Natsumi se ha convertido en su sombra. Es una mujer. - su tono se endureció. - Aunque el tiempo y su obstinación han demostrado que es apta para serviros como cualquier otro joven, no sería más prudente y útil para su señora que mi hija continuara a su lado? - apelar a la diferencia de sexos era un golpe bajo, pero no veía otra salida para mantener a salvo a su hija. 

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03/05/2018, 19:42
T - Shokunin Misora

Su rostro reflejaba preocupación por dos, no obstante al escuchar la voz de Tadashi la mujer suspiró aliviada. - Es terrible. - dijo mirando a continuación a la joven miko, a la cual apreciaba y esperaba que pudiese ayudarles con alguna oración especial dirigida a los kamis. - No sabemos quien es. - negó con la cabeza conteniendo su emoción. - Escuché al señor Kondo gritar y salí rápidamente, creí que le había pasado algo. - dirigió la mirada a Yûka quien se acercó al joven congelado.

- Hijo mío... quizás. - volvió la vista preocupada hacia Tadashi. - Deberíamos informar al daimyo. Es un samurai pero no pertenece a ninguna familia de vasallos fieles al clan. El señor Kondo no lo ha reconocido como hijo de ningún samurai, sin embargo... - escuchó a la joven preguntándose como había vagado en mitad de la nieve en una noche así donde toda persona debe estar con su familia. Misora también se hacía la misma pregunta, debía de ser un samurai sin señor, familia o demasiado leal a su clan para aventurarse a  caminar hasta Okazaki con este temporal.

- ... Porta un daisho con una marca*. - señaló hacia una mesa donde había colocado sobre un soporte horizontal las espadas. Se detuvo observando a la miko concentrada en el joven. Contuvo la respiración y permaneció en silencio hasta que el muchacho comenzó a abrir los ojos lentamente.

No creía que el milagro se obrase tan pronto pero así fue. Inclinó la cabeza emocionada y tomó las manos de Yûka-chan en señal de agradecimiento. - Está es nuestra casa, el hogar de los Shokunin. - dijo acercándose con tiento al samurai sin nombre. - En Okazaki. Dinos como te llamas y de donde vienes por favor. - le instó Misora con delicadeza pero sin perder el tono firme asociado a alguien que acoge a un desconocido en su hogar, el cual podría ser peligroso.

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03/05/2018, 20:42
Tokio

Notas de juego

Próxima actualización / renovación de turno: Domingo 6.

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05/05/2018, 22:01
Honda Soichiro

Al daimyo no le pasó desapercibido el hecho de que Natsumi hubiera tragado saliva antes de responder. Aquello era buena señal. Significaba que la chica comprendía la magnitud de aquél compromiso, y que no se lo tomaba a la ligera. Había conocido a muchos samuráis que habían jurado su lealtad con decisión, sin el menor titubeo... y después, cuando el mundo les había puesto a prueba, habían demostrado ser unos ingenuos, o aún peor... unos cobardes. Pero dudar no es un signo de cobardía, si no de inteligencia. No hay nada malo en dudar, siempre que las dudas no impidan a uno hacer lo que debe. Y Natsumi estaba dispuesta a hacerlo, a pesar del peligro.

Soichiro no la presionó más, dio por buena la respuesta de la muchacha con un asentimiento.

- Te he oído -dijo-. Y en presencia de tu padre y tu maestro, que serán testigos, te acepto como sierva y guerrera y pongo en ti mi confianza a partir de este día.

Después se volvió hacia Kiyoshi. Conocía a aquél hombre desde hacía mucho tiempo, y en aquél momento volvió a admirarse de su temple. Le faltaba poco para hacer creer a Soichiro que estaba calmado y tranquilo... pero el daimyo lo conocía demasiado bien.

- Su cometido no cambiará -anunció-. Por ahora. Sé que mi esposa está satisfecha con la protección de Natsumi, y no es mi voluntad apartarla de ese deber. Pero las circunstancias me obligan a tener presente que tal vez, a no mucho tardar, deba contar con todas las hojas que tengo a mi servicio, y ahora la de Natsumi es una de ellas. Es crucial para mí estar seguro de que puede acudir a la batalla como todo hombre armado en estas tierras, con el brazo fuerte y el corazón presto. Ahora sé que así será. Pero no la llamaré a menos que sea necesario, y de momento su lugar continuará al lado de Aratani. Retírate, Natsumi.

Le hizo un gesto a la joven, que indicaba tanto la orden de que le dejase a solas con Nao y Kiyoshi, como su aprobación por la breve entrevista. Natsumi había pasado aquella prueba. Pero ahora había otros temas que tratar. Cuando la joven hubo abandonado la estancia, el daimyo hinchó su pecho y exhaló un suspiro prolongado. Rara vez se permitía esos gestos a menos que estuviera solo, pero aquellos dos hombres eran de su plena confianza.

- Os he llamado porque he tenido un... mal presentimiento -dijo-. Hay algo que me turba, aunque no puedo distinguir de qué se trata. De ir todo bien a nuestro alrededor, probablemente lo ignoraría sin más hasta que pasara. Pero están ocurriendo demasiadas cosas preocupantes como para pasarlo por alto. La amenaza de la guerra, cada vez más cercana... Las intrigas de la corte y el resto de daimyos... La actitud de mi heredero, que los dos conocéis... Son demasiados peligros que se ciernen sobre nosotros, y temo que una amenaza invisible esté cerniéndose sobre el clan. Por eso he hecho venir a tu hija, Kiyoshi, junto a su padre y su maestro. Ella está a cargo de la seguridad de mi esposa, y vosotros sois los que mejor la conocéis. Quiero saber si está lista para defender tanto a Aratani como al clan al completo. Y también quiero que compartáis conmigo vuestra opinión sobre los asuntos de los que os he hablado, para saber si os preocupan tanto como a mí, y cuáles son vuestros consejos. Hablad, y sed tan sinceros como siempre.

Se cruzo de brazos y adoptó aquella expresión adusta, tan habitual en los señores de clan de Japón, para esperar las respuestas de sus subordinados.

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06/05/2018, 01:50
Yasahiro Nao

La frente de Nao se arrugó ligeramente ante el comentario de Kiyoshi sobre su hija. Sabía que el guerrero confiaba en el corazón de su hija y este era precisamente el temor que tenía. Por un momento, pensó en hablar, pero sabía que Soichiro no prohibiría a la muchacha ejercer sus funciones sin hablar antes con él.

–Hablaremos luego– le dijo cuando pasó a su lado con un tono que pretendía ser tranquilizador. Sabía que la reacción de su padre le debía haber afectado y, capaz o no, era su maestro; su labor iba más allá de enseñarla a levantar una espada. Cuando la joven salió y el daimyo se liberó de parte de la carga y dudas que llevaba arrastrando toda la noche Nao volvió a sentirse inquieto. Fiel a sí mismo, Soichiro había ido directo al grano, y al menos en dos de aquellos temas, él estaba directamente involucrado. Más de lo que podría estarlo otro samurai. Después de mirar a Koyoshi, para ver si, como mano derecha del daimyo quería decir algo en primer lugar, Nao decidió zanjar el tema de Natsumi.

–Natsumi está entregada en cuerpo y alma a su misión, mi señor y sus capacidades de combate están al nivel de muchos de sus hombres. Mejor que algunos diría yo–. Nao guardó silencio durante unos segundos más, rumiando lo siguiente que iba a decir. Era un detalle nimio, pero era consciente de que era importante. Natsumi había demostrado ser muy capaz en combate singular, especialmente en combates de corta duración, pero sabía que no todos los combates eran iguales y que en una batalla esa balanza cambiaría. No estaba muy seguro de que aquella idea gustase a Natsumi, o incluso a Kiyoshi, pero era de corazón lo que creía.– Sin lugar a dudas puede defender a su esposa con la habilidad de la katana y salir victoriosa. Sin embargo, si en algún momento cambian sus funciones, también debería hacerlo su arma. Quizás una naginata. O incluso a un yari. Son igual de honorables y en una batalla sería letal.

Los otros asuntos, eran más peliagudos, especialmente el tema que concernía al hijo del daimyo. Había visto como maltrataba cortesanas y algunos de sus peculiares gustos. Conocía su interés hacía las culturas invasoras y, sobre todo, no se fiaba de él. Aquella situación era incómoda a más no poder, pues significaba que no se fiaba de aquel al que tenía que servir, aunque no fuese su señor...por el momento. Cada día que pasaba, Nao tenía más claro que, si las cosas no cambiaban radicalmente, era poco probable que sirviese a ese joven. Además, compartía las preocupaciones de su señor. Claro que, desde que asesinaron a su familia, el samurai había dejado de creer en la seguridad. De nuevo, espero a que Kiyoshi hablase antes de continuar.

–Mi señor, los tiempos son inciertos, oscuros. Desde que los gaijin vinieron las cosas están cambiando. Eso no importaría si los cambios fuesen como los de las estaciones. Cambios cíclicos, equilibrados. En cambio, los cambios que nos llegan de esas lejanas tierras serán...–Nao suspiró – permantentes. Es como el pájaro que pone los huevos en nido ajeno y que cuando eclosionan destruyen los huevos de los propietarios originales. El ave que da cobijo a esos huevos, acabará desapareciendo. A nosotros nos pasará igual si permitimos que sus costumbres y su presencia se expanda por estas tierras.

Respecto a su hijo...–Nao pensó en la forma más educada de decir lo que realmente opinaba del joven Honda– Es joven. Se ve seducido por lo exótico y lo novedoso, por lo que parece fácil. También le ocurre a algunos daimyos, pero sin que estos tengan la defensa de la edad. Si es que eso puede ser considerado una defensa.

Por un momento, Nao deseó cortarse la lengua por haber soltado alguna última frase. Aunque estaba claro que de poco servía cortarla una vez hecha la ofensa y era mejor decir todo.

–Por otra parte, no me cabe duda de que otros, como Satsuma, actuarán no en base a ideales como la pureza de nuestra tierra, sino por sus propios intereses privados. Debemos estar atentos al hacer nuestras alianzas, pues quien se mueve por intereses en lugar de ideales puede cambiar de bando. 

Había tantos datos en juego, tantos factores y tantos peligros que el samurai no envidiaba para nada la posición de su señor. Nao no se sentía orgulloso de lo que había dicho. Había hablado y expuesto su opinión, pero no había dado ninguna solución. Como mucho, algo más en lo que pensar. Sabía que no eran respuestas lo que buscaba su señor, pero sentía que sus palabras no eran de ninguna ayuda.
 

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06/05/2018, 03:18
Shokunin Tadashi

Tadashi dejó a Yûka trabajar con el muchacho, confiando en que sabía lo que hacía, y atendió a su madre que estaba visiblemente nerviosa. La escuchaba mientras le sostenía la mano y se sorprendía cada vez más. Si ya era raro que un chico anduviera perdido a esas horas por la nieve, más lo era tratándose de un guerrero. 

- Sí, madre. Cuando termine acompañaré a Yûka-san al castillo y trataré de avisar a Honda-sama - volvió a mirar al muchacho, preguntándose si sería seguro dejar a su madre sola, pero en su estado sólo parecía representar un peligro para sí mismo - Pero tal vez deberíamos esperar un tiempo por si despierta - Cabía la posibilidad de que el joven fuera un familiar lejano de alguien del clan. Aunque era extraño que su madre no lo hubiera visto antes. 

Se acercó entonces al daisho que portaba y lo examinó con curiosidad, apreciando la marca y la artesanía de las sayas. Tomó luego la katana y sacó un palmo de hoja de la vaina, observando la factura del metal y las marcas que pudiera presentar. Su padre le había enseñado como la espada de un hombre podía hablar de él mismo. De su posición, de su meticulosidad, de su experiencia en combate...

Pero salió de su ensimismamiento cuando oyó a su madre dirigirse al muchacho, que parecía haber despertado. Dejó el arma de nuevo en su sitio y se volvió a mirarle, esperando a ver si podía hablar. Tenía muchas preguntas en la cabeza, pero no convenía atosigarlo. 

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06/05/2018, 22:00
T - Yoshida Kiyoshi

Intentó visualizar una Natsumi mayor, no una joven como era con toda una vida por delante, y no fue capaz de hacerlo sin sentir un dolor agudo en el pecho.

Asintió tanto al daimyo como a Natsumi doblegando su instinto de protección de padre ante las necesidades del clan. La propia decisión de la joven había generado un profundo malestar en él, pero la acataba, no tenía otro remedio, cualquier salida divergente al camino establecido sería deshonrosa para él, el daimyo y todos los hombres que le respetaban.

Mantenerla un tiempo más al lado de Aratani quizás no le salvase de acudir a la llamada de su señor, pero en cambio si su esposa se hallaba en peligro las tornas podían cambiar. Esa cuestión le alivió.

Tras las últimas palabras del daimyo, la joven se retiró con respeto mirando a los presentes.

Kiyoshi asintió un tanto disperso al análisis de Nao sobre la mejor arma de combate para su hija y después tomó la palabra, partiendo en dos la preocupación que le había despertado conocer el sentir del daimyo. - Los extranjeros son una enfermedad. Destruyen nuestras tradiciones y pretenden que el pais se segregue. - dijo de acuerdo con Nao. - Su hijo no tiene honor. - pronunció con dureza sabiendo lo que para un gran señor como Soichiro aquello significaba. Dolor, porque los hijos duelen. Después de tantos años guardándose su opinión por fin había dicho lo que pensaba de su hijo.

No lo diría otra vez, igual que dicha conversación no se repetiría de nuevo. - Instruí a Koichi durante un tiempo, poco pero el suficiente para darme cuenta de que no era capaz de sentir orgullo ni admiración por nada que tenga que ver con el clan. Su afán por rodearse de extranjeros es la última señal que necesita para vigilar aún mas de cerca sus pasos. La posición del clan es delicada, pero más delicada será si cae en manos de alguien como él. - se puede ofender con mentiras, pero nunca con la verdad.  - La realidad se presenta clara como el agua. - prosiguió. - El heredero no comulga con los ideales que enorgullecen a este clan, sin embargo abraza sus propios intereses y sonríe a esos hombres extranjeros, demonios desterrados de sus propias tierras. - concluyó parafraseando a Nao.

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06/05/2018, 22:10
Sato Yûka

Mientras repetía en voz baja una y otra vez su oración a los kamis, escuchaba de fondo a Misora y Tadashi hablando sobre las pertenencias del desconocido. Volvió a centrarse. En ése momento su deber se centraba en velar por el samurai que se encontraba delante de ella.

Pareció que el joven finalmente empezaba a reaccionar. Respiró profundamente. Los kamis la habían escuchado y era algo que sin duda debería de agradecer en el ritual de año nuevo «Arigato, Kōjin-sama» rezó interiormente. Siguió arrodillada a su lado con la espalda erguida, sin levantar la mirada de él. Notó las manos de Misora tomando y giró ligeramente la cabeza para mirarla. Le sonrió con dulzura, aunque no estaba segura de que realmente hubiera conseguido arrancar al desconocido de su estado. 

Esperó en silencio mientras Misora le informaba de dónde se encontraba y le rogaba que se identificase. Se giró hacia Tadashi, quien las mirana a ellas y al desconocido. Después le preguntaría por la marca. Miró al joven herrero con cierta confusión y luego se volvió a girar hacia el samurai de la nieve. Sí, reaccionaba, pero no sabía hasta qué punto estaba recuperado.

-Misora-san. Creo que por ahora he podido sacarlo de peligro y más o menos, pero no sé si podrá recuperar la consciencia tan rápidamente...-Kōjin-sama le había ayudado con éso, pero ahora dependía de la fuerza del samurai-Misora-san, ¿tiene té caliente preparado? Quizás le reconforte y ayude a entrar en calor...-se movió hacia la cabeza del samurai para levantársela con sumo cuidado para ayudarle a que el líquido bajara mejor por su garganta sin que se atragantase.

Volvió a mirar a Tadashi.
-¿Reconociste la marca, Tadashi-san?-preguntó breve y concisa.

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06/05/2018, 22:11
T - Shokunin Misora

Asintió más relajada sabiendo que en cuanto pudiesen su hijo y Yûka informarían a Soichiro-sama sobre la presencia del invitado inesperado.

No obstante, el estado de salud del chico era aún delicado y Misora aceptó que se quedase un tiempo más en su casa para que se recuperase. Había abierto los ojos pero era evidente que se encontraba mal y la señora no quería que empeorase.

Los kamis habían atendido la súplica de la joven miko y por nada del mundo quería ofenderles atosigando al samurai. - Si, será mejor que descanse y tome un té caliente. Y vosotros también. Hace mucho frío fuera, habéis venido caminando desde el castillo y no quiero que os enfriéis. - miró a la joven pareja. Yûka-chan era del agrado de Misora y sabía que se llevaba bien con Tadashi.

Nunca había mencionado con su hijo el asunto de encontrar una esposa pero ya no era un niño y algún día tendría que echar sus propias raíces. - Disculpadme. - sonrió con dulzura a los dos. - Regreso enseguida. - la mujer desapareció durante unos minutos y fue a calentar en una tetera el té que les serviría a los tres. 

Apareció de nuevo en la estancia dando pequeños pasitos con cuidado que no se le derramase las tres tazas de te humeante que llevaba en la bandeja. - Aquí tenéis. Voy a ver como está tu padre y si necesita algo. Tadashi, acércale el té a Yûka. - pidió ya que la joven sostenía la cabeza del samurai, después de eso les dejó intimidad.

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06/05/2018, 22:12
Tokio

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10/05/2018, 01:03
Shokunin Tadashi

Mientras su madre abandonaba la habitación en busca del té, Tadashi negó con la cabeza ante la pregunta de Yûka. 

- No, nunca la había visto. Y esas armas no son nuestras - Estaba seguro de ello. Hubiera distinguido un arma de su padre entre un centenar... Tal vez él hubiera reconocido la marca, pero en su estado no convenía molestarlo, a no ser que fuera imprescindible. Volvió a mirar al chico que yacía en la cama, preguntándose como había acabado allí y de donde venía, pero hasta que despertase las respuestas tendrían que esperar. 

Al cabo de unos minutos, su madre volvió a aparecer con una bandeja y Tadashi se aproximó para tomarla, dándole las gracias antes de que se fuera a ver a su padre de nuevo. Luego se sentó junto a la miko, cogiendo una de las tazas:

- Vas a necesitar ayuda para dársela - señaló, acercando la bebida con cuidado a la boca del muchacho y dejando caer un poquito. Tenía miedo de atragantarlo, pero poco a poco pudieron hacérsela beber y vaciaron la taza. Esperaba que le sentase bien. Cuando terminaron, pasó otra taza a Yûka y tomó una para él mismo - Seguro que no es el mejor Shōgatsu que habéis tenido ninguno de los dos, pero al menos podréis probar el té de mi madre. El mejor de Okazaki - dijo con tono de broma, aliviado al ver que la situación del chico ya no parecía tan peligrosa. Había tenido verdadera suerte de que la miko hubiera acompañado a Tadashi a casa ese mismo día. Los kamis debían de estar de su lado - Kanpai, Yûka-san - añadió alzando la suya con media sonrisa. Él también necesitaba una bebida caliente. 

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10/05/2018, 12:40
Honda Soichiro

Soichiro escuchó a sus dos hombres de confianza, y enseguida desechó de sus pensamientos los temas menores, como las armas de Natsumi. No porque no fuera algo importante, si no porque confiaba en Nao para guiarla en ese sentido. Mientras pudiera luchar y estuviera dispuesta a dar su vida haciéndolo, para él era suficiente.

Le preocupaba más el resto de lo que los dos hombres habían expresado. La opinión de Kiyoshi y sus manifestaciones sobre el hijo del daimyo hubieran bastado para que un hombre recibiese al instante la orden de cometer seppuku. Pero no allí y en ese momento. Soichiro sabía que el samurái estaba cumpliendo con su deber y siendo sincero, y lo prefería a una mentira dulce para alegrar el oído de su señor. Un samurái que miente no vale nada. Pero eso tampoco le aliviaba el corazón, pues sabía que sus hombres tenían razón. Por mucho que Nao hubiera buscado una forma de decirlo con tacto, tampoco había faltado a la verdad. Ambos coincidían en que Koichi era una deshonra para su padre y señor.

El daimyo respiró hondo. No tendría más remedio que dejar el clan en manos de su hijo cuando muriese, pero aquello le inquietaba sobremanera. Tal vez aquella era una de las fuentes de su preocupación. Aunque afortunadamente, él mismo aún era fuerte y ese día estaba lejos. Quizá algo cambiase para entonces...

- Debemos estar alerta -les dijo a Nao y Kiyoshi-. Temo las influencias que pueda estar recibiendo Koichi, pero con cada día que pasa me doy cuenta de que es cada vez más difícil evitarlas. No sólo en mi hijo, si no en el resto del clan. Nos preparamos para la guerra, como siempre han hecho nuestros ancestros. Pero, ¿estaremos preparados si intentan destruirnos desde dentro?

Reflexionó un instante.

- He pensado en redoblar nuestros esfuerzos para controlar las cosas dentro del clan. Reclutar más hombres diestros a la hora de conseguir información y neutralizar a espías. Y Koichi y sus amistades no quedarían excluidos de esta vigilancia... Pero es difícil tomar esas medidas con el sigilo necesario, y nuestros enemigos podrían tomarlo como un movimiento agresivo. Quizá acabaría precipitando las cosas... ¿qué pensáis vosotros?

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10/05/2018, 21:01
Yasahiro Nao

Y Koichi y sus amistades no quedarían excluidos de esta vigilancia... 

Era evidente lo que aquello significaba y, aunque no le gustaba, lo haría sin dudar en cuanto Soichiro lo indicase. Que desgracia que el daimyo tan solo hubiese tenido un hijo. Nao sabía lo que tenía que doler al señor tener un hijo así, y sin embargo, nunca dejaba que el gran público que eran sus siervos lo notasen, igual que no dejaba entrever si el origen de su mujer le afectaba a la hora de tomar una decisión.

–Efectivamente, puede que ya estén entre nosotros, o que se preparen para llegar. O ambas. Puede que venga en forma de tratado o de pacto, o de una simple visita entre señores, puede llegar de comerciante que tenga un accidente en la nieve, o en forma de un monje errante. – Nao guardó silencio unos segundos para poner en orden sus ideas. – En primer lugar, debemos ser precavidos con todo lo que venga de fuera, especialmente si parece bueno. Y no me refiero exclusivamente a los gaijin. Por supuesto, ser precavidos no significa ser paranoicos y cortar las relaciones. Respecto a la vigilancia de su hijo y sus amistades le advierto que no será sencillo. Cuando me ha encargado escoltarlo he podido comprobar que su hijo es astuto. Lo suficiente para darse cuenta de las cosas... y para no pedirle explicaciones. Reclutar espías es una buena opción, pero no carente de riesgos. Al fin y al cabo, pueden estar trabajando ya para otros... Los espías deben tener el corazón con su señor, y eso es algo que no se gana en unos días y que el dinero no compra. Por último, ha de escoger un bando, ha de tomar una decisión. No le digo que se precipite, pero no puede esperar demasiado u otros decidirán por usted.

Nao se dio cuenta de que había proporcionado muchos contras pero nada positivo. Tras meditarlo un instante se dio cuenta de que no había nada demasiado positivo en aquel ambiente. Tampoco había proporcionado ideas para ayudar a su señor en la decisión o para proteger el clan...pero había puesto la piedra sobre la mesa. Le había hecho ver que debía tomar ya una decisión si quería proteger al clan.

– Si las cosas se precipitan, estaremos preparados. Su mujer...su familia estará protegida. Nuestro clan tiene guerreros fuertes y leales y, al menos, veremos al enemigo con claridad. 

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10/05/2018, 21:35
Sato Yûka

Lamentaba que Misora-san se encontrase en ése apuro, puesto que ya debía cuidar de su esposo. La aparición del joven sólo había aumentado la ansiedad en la pobre señora, que no era sino una muejr de buen corazón. Incluso a pesar de los reparos y de que no conocía en absoluto a aquel hombre armado, lo había alojado, arropado e intentado cuidar.

Sonrió levemente para sí. Tadashi tenía una enorme suerte de tener una madre tan afectiva y bondadosa. Cuando les indicó a los dos jóvenes que ellos también debían beber algo, ella sonrió y asintió con la cabeza suavemente-Arigatô, Misora-san-lo cierto es que hacía frío y, aunque el hogar de los Shokunin era cálido y acogedor, se dio cuenta entonces que tenía la punta de los pies congeladas. Se quedó pensativa por unos instantes. 

¿Había sido la aparición del joven samurái alguna señal de los kamis? Como un augurio en medio de la noche. Le preocupaba no sólo su estado, o la falta de información sobre él. ¿Cómo se lo tomaría Soichiro-sama? Quizás pecaba de ingenua, pero le preocupaba el recién llegado.

Cuando escuchó a Misora volver, levantó la mirada hacia ella y le agradeció con la cabeza. Vio como Tadashi se sentaba a su lado ofreciéndose a ayudarla. Le sonrió con amabilidad mientras asentía. Entre ambos atendieron con cuidado al desconocido.
-Así, muy bien...-le indicó con tacto. Luego volvió a dejarlo reposar con cuidado, no quería agobiarlo. Se retiró con lentitud y respiró con profundidad. Ahora sólo quedaba esperar. La voz de Tadashi hizo que lo mirase, quizás necesitaba algo. Pero le estaba tendiendo una taza humeante para ella. Relajó todo el cuerpo y sonrió reconfortada.
-Créeme, soy muy feliz de poder celebrar el Shōgatsu con todos vosotros, Tadashi-san. Lo importante es que el año que viene tu padre pueda unirse sin problemas-le habló con soltura más informal. Miró el té y sopló con cuidado y con mucha ilusión, soltando una leve risa por su broma-Sin duda, es el mejor de la región. La próxima vez que venga a visitaros, procuraré asegurarme de que se encuentra tu madre para poder volver a disfrutar de su té-dijo siguiéndole el rollo-Kanpai-le contestó alzando la suya con ambas manos. Tomó un sorbo más y sintió como la reconfortaba por dentro. Desde luego, estaba delicioso. Y preparado con todo el amor de una madre.

-¿Estás bien? Me pareció que Tadashi-san estaba algo nervioso en la cena. Soichiro-sama resulta intimidante a veces, pero le agradaste-le comentó para reconfortarle y no se preocupase demasiado por el estado de su padre o el asunto del desconocido. Debían esperar a que se recuperase, y esperaba que lo hiciera antes de las campanadas.

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12/05/2018, 17:37
Shokunin Tadashi

¿Tú crees? - preguntó a Yûka arqueando las cejas. Él no tenía tan claro que hubiera agradado a Honda-sama. Estaba seguro de que toda la sala debía haber notado su nerviosismo, y no sabía si la miko lo pensaba de verdad o sólo quería ser amable - No, debo de haber parecido un idiota. Estaba temblando de arriba abajo. - añadió con media sonrisa, un poco avergonzado - Los discursos no son lo mío, pero quería dejar en buen lugar a mi padre. - No estaba tan seguro de haberlo conseguido, pero ya no podía hacer otra cosa que intentar demostrar al Daimyo que sus palabras eran sinceras realizando un buen trabajo.

Apartó la mirada y tomó un sorbo de té, que probablemente no era el mejor de Okazaki, pero después del paseo bajo la nieve y el día que llevaba le supo como si de verdad lo fuera, y se dio cuenta de que esa noche era la primera vez que estaba tanto tiempo a solas con Yûka. Había hablado con ella muchas veces antes, aunque normalmente estaban Natsumi u otras personas presentes o había sido durante unos instantes; ahora sólo estaba el desconocido, que no parecía muy capaz de escuchar o participar en la conversación. Se sintió algo cohibido al pensarlo, pero se sorprendió cuando volvió a hablar y sus palabras salieron con más naturalidad de la que hubiera esperado. 

Cuando llegué esta noche al castillo estaba triste, pero me he dado cuenta de que soy afortunado al ver todo el cariño que siente el clan por mi padre. Y tengo unos amigos magníficos. - volvió a mirar a la chica y sonrió ligeramente. A Tadashi le había resultado difícil trabar amistad con los otros chicos de su edad, dado su carácter inseguro y su resistencia a abrirse a los demás, pero no podía estar más orgulloso de los que había encontrado - Gracias de nuevo por acompañarme. No sé que hubiera hecho con esto sin ti. - señaló con la cabeza al muchacho inconsciente al decir "esto" y tomó otro sorbo de té antes de continuar. Recordaba la conversación que habían tenido en el camino a su casa, y la respuesta que la miko le había dado no lo había dejado tranquilo. Seguía pensando que tal vez algo afligía a ella también, pero no quería presionarla con preguntas, por lo que simplemente optó por hacerle un ofrecimiento tranquilizador - Si alguna vez necesitas ayuda, o hablar, puedes contar conmigo, ¿vale?

Puede que Nao-san tuviera razón cuando le decía que no podía proteger a todos todo el tiempo. Pero él no se sentiría tranquilo si no lo intentara. 

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13/05/2018, 20:28
T - Yoshida Kiyoshi

Realmente debían de cuidar sus espaldas. Y la del daimyo más que ninguna. Kiyoshi no habría osado hablar con tanta contundencia sobre Koichi de no estar seguro de su deshonor. Las conversaciones que había mantenido con Nao sobre sus relaciones con los gaijin y los planes cercanos de negocios con el emperador y su corte de aliados, eran determinantes. Pero es que además, Kiyoshi tenía algo en mente que le hacía sospechar.

El shogunato era un lastre para los extranjeros. Las conexiones de traidores se ampliaban sin importar la nacionalidad, así pues no quedaba mucho margen de maniobra, no cuando otros señores respondían ya ante la nueva situación política que vivía el país.

- Cualquier espada en estos momentos críticos sería de ayuda, pero como la espada su doble filo, un espía no es de fiar. Las ratas buscan el mejor camino con tal de no ahogarse en el agua. Mantendremos los ojos abiertos ante cualquier movimiento extraño o llegada de un desconocido a estas tierras. Siempre puede jugar la baza de que confía cuando no es así y mandar a otros hombres que viligen de cerca a quien os sirva, en caso de que refuerce nuestras filas con más hombres. El juego va más allá y lo sabe. - es imposible ver el final del túnel, saber hasta donde se extiende la red de contactos de un mercenario.

Kiyoshi no tenía mucho más que añadir. La situación era delicada, muy delicada. - Debemos de encontrar las fisuras que amenazan agrietar nuestro clan. Ordene que vigile a alguien con más ahinco y así lo haré. - de momento no tenían un nombre más sonado que Koichi, de lo contrario Honda-sama así lo habría expresado. - Humildemente le aconsejo, ya que ha tomado la decisión de llegar al fondo de este asunto, no escatime medios para averiguar lo que trama su hijo. No sé como, quizás ayudándonos de una mujer que lo seduzca, cualquier otra vía poco honorable que considere justa en el cumplimento de este objetivo será bueno y adecuado para el clan.

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14/05/2018, 13:39
Tokio

Notas de juego

Próxima actualización / renovación de turno: Jueves 17.

Actualización fija: Jueves y Domingo.

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16/05/2018, 10:44
Honda Soichiro

Soichiro escuchó el consejo de sus dos servidores y asintió, sin descruzar los brazos. Realmente había hecho bien en llamarlos, pues en ningún momento había estado completamente seguro de qué pasos tomar. La opinión de Nao y Kiyoshi había sido de peso.

- Muy bien -anunció-. Mantendremos vigilado a Koichi. El dolor por que sea mi propio hijo el mayor sospechoso de ir a traer la ruina sobre el clan no tiene medida... pero no sería honroso ni prudente negarlo. Lo comparto con vosotros, y por eso os encomiendo la tarea de velar por que las ideas de mi hijo no nos traigan ninguna desgracia. Yo soy su padre, y aunque mi devoción a nuestro clan es absoluta, temo que llegado el momento no pudiera actuar con la frialdad necesaria...

Después fijó sus ojos en Nao, y una leve sonrisa asomó a sus labios.

- En cuanto a tu joven discípula, Nao -dijo-. No olvides seguir entrenándola a conciencia. Quiero que mi esposa cuente con la mejor protección en los días oscuros que vienen. Y seguro que Kiyoshi también te lo agradecerá, aunque no lo exprese.

Hizo un gesto, para dar por terminada la reunión.

- Eso es todo -dijo simplemente, recuperando su expresión severa y con un asentimiento para dar a entender que les estaba agradecido por sus consejos.