Partida Rol por web

Sirvientes de la Oscuridad

Ambientación

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06/12/2021, 13:36
Amo del Calabozo

 

Vasto es el territorio que abarca el Semiplano del Terror, mas nuestra historia se ubica en las tierras de Tepest, en el año 751 de la cronología oficial, más de diez años después de la Gran Conjunción. Como el lector curioso sabrá a estas alturas, Ravenloft alberga muchos horrores, si bien pocos más infames que el celebérrimo, si bien traumatizado, Señor de la Noche, el Conde Stradh von Zarovich.

Ahem.

Quise decir, Stradh von Zarovich.

Mucho mejor.

Con todo, no es el egregio vampiro el único y terrible villano que asola estas tierras. Y, de hecho, no es Su Colmilluda Malignidad el antagonista de esta historia. Hay otros muy dignos malhechores aliados con las fuerzas de la oscuridad y ya sea con el respaldo de ejércitos de individuos sin moral cubriendo su avance o a través de variopintos pactos diabólicos con entidades de moral negociable, asientan sus pavorosos dominios por la diversas regiones de Ravenloft al tiempo que propagan el miedo en los corazones de los aldeanos y otros infelices, anhelando arrebatar a Stradh su poder y su posición en esta tierra maldita y también mágica. Hasta ahora, empero, han fracasado. Pero hasta los reyes más poderosos y tiránicos acaban cayendo, ¿no es así? Tal es la naturaleza del poder... Efímero y escurridizo.

Cabe plantearse qué tipo de héroe abunda en Ravenloft.

La respuesta es sencilla: el desconcertado.

Para empezar, este es un lugar idóneo para sufrir un paro cardíaco durante un paseo diurno por el bosque. Cosa lógica cuando los lobos tienen las proporciones de un potro salvaje y la voracidad de un ogro adolescente. Raro es el habitante de Ravenloft que nace valiente, ardoroso u optimista. Quizás por esto las brumas, esas condenadas madejas vaporosas e impenetrables que cubren todo al caer la noche, atraen invitados involuntarios a esta tierra, gentes de lugares muy lejanos que, en el peor de los casos, perecen sin saber cómo diablos llegaron aquí. No obstante, en algunos casos de verdadera osadía probabilística, esta suerte de intrusos se revelan como auténticos adalides del Bien, un constructo teórico que en el continente consumido por la niebla está algo difuminado.

Una parte considerable de la población de estas tierras -especialmente los que componen el pueblo llano- reúne tres cualidades definitorias: temen lo que no comprenden, desconfían de lo que no conocen y a menudo ignoran su propia naturaleza cobarde y egoísta. La mayoría de los habitantes de Ravenloft son humanos, y en su mayor parte adolecen de atrición. Aúnan un temor reverencial hacia los dioses con una exuberante colección de supersticiones, algunas de todo punto descabelladas para un individuo que haga gala de cierta erudición. Su trato destaca por una ruda y áspera hospitalidad y, en líneas generales, carecen de sentido del humor.

Como excepción aparecen los Vistani, un enigmático pueblo nómada cuyas familias recorren los caminos de Ravenloft sin que quede muy claro cuál es su propósito. ¿Amigos? ¿Enemigos? Quién sabe. Algunos incluso susurran con desconfianza que son agentes del propio Stradh cuando ven pasar sus carromatos, dotados de alguna clase de poder sobrenatural. Y no les falta la razón del todo, pues todas las vistana portan en la sangre el don de la adivinación, siendo algunas excelentes videntes. Sus favores rara vez son desinteresados.

Por otra parte, aunque Ravenloft bien puede ser un lugar lúgubre y aterrador -especialmente de noche-, también tiene un inexplicable encanto imbuido de un halo de misterio y misticismo. Célebre es la frase de Wick La Comadreja cuando dijo aquello de: Vine por las brumas y me quedé por el vino añejo de Vallaki. Creo que compuso una canción sobre el particular, sí.

Desde luego, el aventurero medio tendrá ocasión de poner a prueba su temple en innumerables ocasiones y hacerse con tesoros y objetos mágicos de un poder inconcebible mientras se enfrenta al Mal en su esencia más pura. Que viva lo suficiente para contarlo a sus nietos es una historia muy diferente, claro.

Así pues, adéntrate en las brumas, valiente. Déjate rodear por la niebla de Ravenloft y prepárate para vivir la que a buen seguro será tu última y tu mejor aventura.

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08/12/2021, 12:12
Amo del Calabozo

Antes de comenzar nuestra historia, quizás os interese saber cómo se conocieron este peculiar grupo de aventureros e investigadores de lo arcano. Fue durante el que fue denominado por el Vallaki's HeraldTMEl caso del vino retroactivo.

Música ravenloftiana para entrar en atmósfera...

Todo sucedió en una oscura y lluviosa mañana en la grisácea Vallaki. Allí tenía su oficina el detective Elandor Dortoris, sobrino del legendario Alanik Ray, con licencia profesional y número de colegiado 002 en el Registro Oficial de Investigadores de Ravenloft. Elandor no trabajaba en solitario. Al igual que su tío, Elandor era consciente de los beneficios fiscales que conlleva dar empleo a un séquito de ayudantes más o menos cualificados.

En efecto, Elandor trabajaba con una asesora esotérica que respondía al hombre de Hilda -se presume, diminutivo de Hildegard-, con un tipo aún indefinido al que le gustaba bastante la mermelada de frutas del bosque y al que denominaremos por el momento Jelly Roll Morton y con otro sujeto indescriptible al que bautizaremos de modo provisional como Cincinnatti Kid por su gusto por los juegos de azar. Por supuesto, Elandor contaba también con su fiel si bien ácida secretaria, Izalith.

Pues bien, como decía, era una mañana típica en Vallaki. Llovía a cántaros y nubarrones negros surcaban el cielo. Con semejantes condiciones climáticas, la agencia de detectives recibió al calor del brasero una curiosa petición de un mediano que respondía al nombre de Ebenezer McGollum.

McGollum. Napia no incluida.

McGollum era un mediano peculiar. Se identificó como entrepreneur. Nadie entendió qué diablos significaba este singular vocablo, salvo el políglota de Elandor, ese elfo listillo, que tradujo al resto que el mediano era un empresario y emprendedor. En concreto, McGollum se dedicaba a la explotación de unos viñedos, actividad para nada inusual en la zona, ya que Vallaki era conocida por el excelente vino autóctono. 

McGollum, un tipo cuyos ojos brillaban con un resplandor que solo podía tildarse de envidia, explicó al detective y a sus adláteres que quería investigar la naturaleza de las uvas de la finca de un competidor directo en el negocio enológico que respondía al imposible nombre de Frodosagaz Chotobosque. Casualidades de la narrativa, otro mediano.

Chotobosque. Mirada aparentemente exenta de trastorno psicopático.

Según McGollum, Chotobosque, individuo con el que quedó patente que existía cierta aversión o enemistad, tenía, y no sabía cómo, vino de uva retroactiva Vux dispuesto para la venta. La uva retroactiva Vux era una rarísima variante de uva que se cosechaba el año que viene y permitía al que lo consumía tener fugaces pero precisas premoniciones sobre su futuro inmediato.

McGollum confesó que había accedido de un modo no del todo legal al vino retroactivo de Chotobosque con la intención de averiguar quién le facilitaba tales uvas y, por casualidad, había visto su propia muerte a manos de un asesino de rostro aterrador y ojos heterocromos al catar aquella bebida. McGollum explicó las consecuencias nefastas que la uva retroactiva Vux podría acarrear para la libre competencia en el mercado de Vallaki y pidió a Elandor que atrapara a su futuro verdugo, cuya identidad le era evidentemente desconocida y que, al tiempo, desenmascarase al proveedor de Chotobosque.

Por supuesto, no iba a ser un caso fácil, como cabía suponer teniendo en cuenta que el principal sospechoso parecía contar con una cosecha de vino que, presuntamente, estimulaba sus dotes de adivino, algo que en manos de un villano con cierta puntuación en inteligencia le permitiría averiguar tu identidad y la de tus seres queridos en un pispás.

Chotobosque, haciendo gala de la expresión popular vistani que alude a comenzar una algarabía sin precedentes, montó el taco.

Sabiendo que McGollum había descubierto su cosecha secreta de uva retroactiva Vux y que contrataría los servicios del detective Elandor Dortoris, Chotobosque arrendó los servicios del temible asesino profesional de nivel platino nombre en clave Mr. Teapot, licencia profesional nº 666 y colegiado en el Muy Distinguido Gremio de Asesinos de Ravenloft.

Mr. Teapot sorbiendo una taza de té Jack Black mientras reflexiona sobre la forma idónea de causar a su víctima un agudo dolor en el píloro con una cucharilla de postre no homologada.

Durante su estancia en Vallaki, el inquietante Mr. Teapot liquidó de forma grotesca al menos a dos docenas de PNJs sin importancia, prendió fuego con evidente intención homicida a la agencia de detectives de Elandor con él y sus amigos dentro, si bien pudieron escapar del incendio in extremis; terminó cargándose a McGollum de forma horripilante, consolidando el argumento de que el Destino no puede ser cambiado y, como colofón, generó varias pérdidas de cordura en nuestros sufridos héroes, traumatizándoles en particular con el aroma del té marca Jack Black, fragancia que advertía de la proximidad del siniestro matarife...

Vaya, lo normal en un auténtico villano recalcitrante extraído del manual deweyano.

¡SIN EMBARGO!

Nuestros héroes perseveraron. Armados de Resolución -así se llamaba el whisky favorito de Elandor Dortoris para calmar los nervios- se enfrentaron a Chotobosque en sus viñedos retroactivos para arrancarle una confesión con un agudo -quise decir crítico- interrogatorio retórico -y es que no es fácil interrogar a un sospechoso que se sabe de memoria tus preguntas antes de que las hagas gracias a un vino adivinador-. Chotobosque confesó que su proveedor era el terrorífico Barón Sinistrad, nada más y nada menos que un Señor del Terror de Ravenloft asentado en Keening al que había birlado varias cepas de la uva Vux con mucha habilidad, ocultándose en los dominios del Conde Stradh para evitar las represalias del Barón. En mitad de esta revelación y en un giro tan dramático como apoteósico de los acontecimientos, apareció una vez más Mr. Teapot para liquidarles tras renegociar muy ventajosamente las condiciones de su contrato con el derrotado pero muy taimado Chotobosque. Estos medianos entrepreneurs y sus fondos de reptiles...

Seguramente os estaréis preguntando: ¿Vencieron nuestros nobles aventureros e investigadores al temible Mr. Teapot?

La respuesta es terrorífica, pues para vencer a un gran villano se requieren de terribles sacrificios. Y es que, para superar a este sombrío oponente de ojos heterocromos uno de ellos debió beber vino retroactivo de uva Vux, lo que le advirtió de los próximos movimientos del asesino, pero, con ello, sufrió una funesta e inesperada premonición que será más tarde revelada en modo Solo para el Director...

Fue así, a grandes rasgos y sin resaltar los truculentos detalles de la ristra de cadáveres que quedó regando Vallaki y alrededores, como Elandor Dortoris y sus amigos resolvieron el caso del vino retroactivo, vieron arder su agencia de detectives, entraron en la Inefable Lista de Supervivientes del Gremio de Asesinos, también conocida como El Muro de la Vergüenza, inclusión marcada por su inevitable transitoriedad -¡La reputación del Gremio va en ello!-; fueron también nombrados Hijos Predilectos de Vallaki por el Gremio de Mercaderes Liberales y, más que menos, asentaron las bases de su leyenda en Ravenloft.

Chotobosque fue encarcelado por atentar contra la libre competencia mercantil ravenloftiana, algo que causó una estentórea carcajada al Conde Stradh von Zarovich, que confiscó la uva retroactiva Vux para destilar un vino con el que averiguar cuál sería su sucesor como Señor de la Noche. Y en cuanto a Mr. Teapot, fue enviado a la institución penitenciaria de Witchrock Island, lugar del que ningún preso ha conseguido salir vivo o cuerdo. Hasta que un día...

Notas de juego

Veamos... ¿Quién bebió el vino retroactivo?

;-D

Edit. Un par de reiteraciones eliminadas. No es necesario releer.