Partida Rol por web

-Casa de Erica-

Abrió sus ojos. Pero no era que recién se hubiese despertado, llevaba despierta varias horas, solo que intentaba volver a dormir, dormir y no despertar nunca. Pero sus intentos fracasaron y Erica tuvo que darse por rendida. Le deparaba un nuevo día de su nueva vida como gangster mediocre.

Ya pasó una semana desde el incidente que tuvieron aquella mañana del sábado del castigo, aquel punto culminante de la fiesta clandestina. Aquel día en donde se enteró que su padrastro estaba en uno de los puestos importantes de una pandilla de gangsters de Bristol. 

Pero lo peor no acababa allí, tenían secuestrado a Connor Wright, quien debía una importante suma de dinero a la pandilla en la que su padrastro trabajaba. Y la responsabilidad de pagar el dinero recaía en todos los que habían estado aquel sábado en el salón de clases. Dick explicó de mala gana que debían pagarlo a fin de mes, o se los cargarían a todos.

Aquello ya era demasiado para Erica. Su padrastro amenazaba a sus amigos con entregar el dinero o terminarían en una fosa, inclusive Alma, Kyllian y Jenna. No sabía si ella también estaba involucrada, no se atrevió a preguntárselo a Jay. 

Recordó aquel sábado, cuando volvió a casa. Allí estaba él echado en el sofá, su madre estaba ausente haciendo las compras. Jay le dedicó una fría mirada y se levantó de sofá, la agarró de la muñeca y empezó a explicarle rápidamente lo que pasaría a partir de ese día:

-Escúchame, Erica. Nadie debe enterarse de lo que pasó ¿Entendido? Tus amiguitos se metieron en un gordo problema y tu vas a tener que colaborar. No para ellos, si no para mí. A partir de hoy harás todo lo que yo te ordene, no busques ayuda de tu madre, los dos sabemos de que lado está. 

Aquellas palabras frías y calculadas parecieron perforar el cerebro de Erica durante un buen tiempo. A partir de ese día Erica empezó a trabajar para él, uno de sus encargos era dejar cartas amenazadoras en los casilleros de todos sus amigos para que paguen la deuda, especificando que seguía pendiente y que iban en serio.

Durante la semana todos estuvieron algo atemorizados, Doug había escuchado el disparo y salió luego de que su padrastro se haya escapado, pero ninguno le dijo nada de lo que había ocurrido, nadie estaba al tanto, era como un secreto grupal. Pero el de Erica era mucho mayor.

Volvió a la realidad luego de recordar todos los sucesos que habían ocurrido durante la semana, examinó su cuarto con detenimiento. El armario estaba bloqueando la puerta, lo seguía haciendo. A pesar de que ahora Jay la tenía amenazada, estaba claro que su deseo continuaba. Las miradas lascivas, los comentarios, sus gestos. Toda la mierda de Erica seguía, solo que esta vez era mayor.

Se levantó y se cambió. Era sábado y todos tenían planes de juntarse en un bar, pero Erica no tenía muchas ganas. Mejor dicho, tenía trabajo que hacer. Corrió el armario intentando no hacer mucho ruido, sacó el pestillo de la puerta y bajó por las escaleras.

Allí estaba Jay, sentado en el sofá mientras hablaba por celular, a su lado había un paquete envuelto en un papel marrón y atado por unos hilos.

El hombre observó a Erica mientras continuaba hablando por su celular, le hizo una seña a Erica para que se acercara a él. La chica sentía que sus pies estaban pegados al suelo, pero con una fuerza inhumana logró dar unos pasos, acercándose a su padrastro.

-No me importa lo que el hijo de puta diga... ¿Qué? No, no, escúchame, tu le llevas la pasta y... ¿Carlos? ¡QUE ME ESCUCHES JODER!... Ya, le llevas la pasta o si no... ah, ya veo - Jay parecía concentrado hablando por su celular, pero mantenía la mirada fija en las piernas de Erica, ella conocía esa mirada lasciva de su padrastro, pero se quedó en silencio - De acuerdo, está bien. Te mandaré el paquete con ella, sí. Que sí joder, ya están avisados. Como sea, adiós.

Jay cortó el teléfono y se pasó el dedo índice y pulgar de una mano por la frente, algo cansado. Luego se levantó del sofá, tomó un papel y un bolígrafo, arrancó un trozo de papel y escribió algo en él. Luego tomó el paquete que estaba sobre el sofá y se lo entregó a Erica, junto el papel. Erica lo miró de reojo, era una dirección.

-Lleva el paquete ahi, más vale que no lo pierdas ¿Entendido? No hables con nadie que no sea Mark ¿Si? Ahora lárgate.

-Cafe Kino-

Había sido idea de Nick, el discutir de donde sacarían la pasta para pagarles a los gángsters que los habían amenazado en la escuela. En un principio parecía que la cosa no iba en serio, o al menos, que los dejarían en paz. Sin embargo, a mediados de la semana misteriosamente aparecieron cartas amenazadoras en los casilleros de todos. 

Justo cuando Kyllian y Jenna pensaban que no iban estar involucrados en aquella locura, la carta también llegó para ellos. Nick, como de costumbre, decidió hacerse cargo del asunto ya que Dick no parecía importarle demasiado, prefirió estar junto a Pax en toda la semana, y eso era algo que todos podían notar. La actitud de él había cambiado un poco, al menos no se metía tanto con el resto.

Era un sábado por la mañana y unas nubes grises amenazaban con largar una fuerte lluvia de un momento a otro. Los primeros en llegar al bar eran, efectivamente, Nick y Andy. Nick estuvo pensando en la posibilidad de usar su dinero, pero la mesada que sus padres le habían entregado había sido gastada toda en la fiesta clandestina que realizaron en la escuela. Por lo que se encontraba en igual condiciones que el resto de sus compañeros. 

Luego llegó Alexia, quien frunció su ceño al comprobar que Erica no estaba allí. Erica había estado algo distante de todos estas últimas semanas, como si ocultara algo. En realidad, Erica ocultaba algo, muchas cosas. Aquella vez en donde intentó atacar a Alma con el vidrio les hizo ver una nueva visión de lo que Erica era, una chica sufrida, una chica con problemas, alguien que realmente necesitaba ayuda pero nunca la pedía, alguien que llevaba consigo un trozo de vidrio.

Alexia se sentó junto a Nick y Andy, a los pocos minutos Jenna y Kyllian llegaron. Ambos estaban recelosos de estar allí, junto a aquellos que solían hacerles la vida imposible. Aunque no se encontraba Dick, quien era el que más marcaba la diferencia entre los grupos, podría decirse que Alexia era su sucesora. 

Los minutos pasaron, y parecía que nadie más iba a ir. Erica no contestaba los mensajes de Alexia, tampoco lo hacían Pax y Alma. Dick le avisó a Nick que no iba a poder ir por un mensaje.

     No pude pegar un ojo en la noche. Ya hacía varias que dormir era toda una proeza. Ahora, sumado a todos mis otros problemas, estaba el ser parte de una mafia. Pero me tenía que levantar, así que lo hice. Las piernas me pesaban como diciéndole al resto de mi cuerpo que era mejor permanecer dormida. "Mierda que lo es pero no hay nada que yo pueda hacer." Es que ahora trabajaba para Jay que me tenía amenazada. No como antes, ahora tenía poder y le gustaba disfrutarlo. Me había hecho poner mensajes de amenaza en todos los casilleros de mis amigos, intimándoles a pagar la deuda. Lo peor es que yo no podía decirles de quién eran los sobres, o mejor dicho que era su amiga la que los estaba poniendo por encargo. Y sino estaba la posibilidad de que Connor terminara en una cosa. "Fuck... fuck... fuck... es un infierno, una pesadilla sin fin."

     Pero hice lo que él me decía. No vislumbraba otra posibilidad, no ahora. Era tener un secreto mucho peor que el de los cortes, algo que te hundía en el piso, que te quitaba el aire. Y ahora me había llamado de nuevo. Estaba hablando por teléfono, el muy hijo de perra, con esa voz socarrona y esos aires de matón. Sus ojos me repasaban y yo sentía como si el hielo se tornara en sangre, como si por mis venas circulase el frío. Entonces me llamó, con sus manos y su voz. Otra vez las piernas pesadas pero di un paso, seguido de otro.

    -Bien... llevaré el paquete. -Esas eran las órdenes. Entregar esto que me daba. No hablar con nadie excepto Mark y que ni por puta se me perdiera. -No lo perderé.

     Me dijo que me largara y no dejé que lo tuviera que repetir una segunda vez. Empecé a salir y no miré atrás. Mi corazón me estrujaba el pecho con fuerza, como empujándome más y más hacia abajo. "Tengo que encontrar una salida a ésto... piensa Érica...piensa.."

-Casa de Alma-

La situación le hacía acordar a aquel Lunes en donde Dick había ido a la casa de Alma a pedirle las llaves del colegio. Sin embargo, esta vez todo era distinto, inclusive Dick era distinto. Esta vez Dick no iba a pedirle algo a cambio. Iba a pedirle algo, al contrario. Esta vez Richard Drake iba a hablar con Alma para ver como estaba.

Era un sábado por la mañana, el tiempo estaba algo tormentoso, iba a empezar a llover en cualquier momento. Dick llegó a la casa de Alma y titubeó unos segundos delante del portón de rejas. Recordó aquel sábado donde ambos habían sido amenazados por aquellos gángsters, recordó el disparo, el temor de que Alma o Pax hayan sido lastimadas. La huida de los sujetos.

En aquel momento pensó que todo iba a estar bien, empezó la semana de clases junto a Pax, quien estaba en la misma clase que ellos. Él sentía que ella lo sacaba de la mierda cotidiana, pero sin embargo unas cartas amenazadoras aparecieron en los casilleros de todos, diciendo que la deuda seguía en pie. En ese momento temió por todos, por Alma, quien había vivido junto a él aquella situación. Quien había sentido el frío del cañon en su rostro, a quien los mafiosos tenían marcada.

Abrió el portón de rejas y caminó hacia la puerta, en donde sin pensarlo dos veces tocó el timbre.

Arriba, en su cuarto, Alma llevaba tiempo levantada. Estaba practicando una nueva melodía en su piano, pero estaba algo distraída, podría decirse que en aquel momento compartía sus pensamientos con Dick. Estaba absorta cuando el timbre de su casa le hizo dar un respingo y volver a la realidad.

Escuchó la voz de su padre diciendo que atendería la puerta. Sin embargo, Alma se asomó por la ventana de todas formas. Y no podía creer lo que sus ojos estaban viendo.

Thomas bajó por las escaleras y se dirigió a abrir la puerta. Miró con desconfianza a aquel chico que estaba frente a él, le parecía familiar, muy familiar. Luego de darse cuenta quien era el hombre se quedó perplejo. 

-Richard... - Dijo Thomas algo sorprendido de ver al mejor amigo de Alma en su infancia, él no sabía que había pasado entre ellos dos, puesto a que Alma no solía hablar mucho sobre la escuela en casa. -Vaya ¡Si que ha pasado tiempo! ¿La buscas a Alma? Ven, pasa adentro antes de que te mojes - Dijo Thomas al percatarse de que fuera empezaba a lloviznar. Dick caminó después de Thomas, quien luego cerró la puerta. 

El interior de la casa estaba perfectamente decorado, con un orden y una pulcritud ajenas a la casa en la que Dick vivía.

-Sube, sube, Alma está en su habitación. Supongo que recuerdas cual es ¿No?

-Casa de Pax-

Una semana había pasado después de toda aquella locura. Después de aquel sábado que la llegó a marcar para siempre, un episodio que no olvidaría. El conocerlos a todos, Dick, los gángsters, Dick...

Había empezado la semana de clases de una manera extraña, afortunadamente estaba en la misma clase que todos ellos, pero pasaba más tiempo con Dick. Parecía que las cosas se habían calmado cuando unas cartas amenazadoras llegaron a los casilleros de todos, diciendo que la deuda seguía en pie, cortesía de los mafiosos. A Pax sorpresivamente también le había tocado. 

Se levantó de su cama y las acarició suavemente, recordando cuando durmió junto a Dick. En pocos días, él había pasado a convertirse algo importante para ella. Sin embargo, Pax no estaba segura si lo que sentía por él era amor. Y sentía que nunca lo estaría.

Un ruido le hizo dar un respingo. Era su teléfono, y no precisamente el que contenía alcohol. A Pax todavía se le hacía algo extraño recibir mensajes de texto, digamos que no era precisamente una chica sociable en la anterior escuela. Estiró su brazo para alcanzar el teléfono y leer el mensaje que venía de Andy:

Ey, estamos en Cafe Kino ¿Vas a venir? 

Entonces fue cuando Pax recordó que esa mañana el "grupo" se juntaba para debatir de donde sacarían el dinero para pagarles a los gángsters, ya que todos tenían asumido que iban en serio.

No me había esperado para nada que fuera el señor Blanchett quien me abriera, la verdad es que casi había olvidado su cara pero cuando me abrió la puerta fue como si también se abriera mi mente, y los recuerdos fluyeron.

Un día de picnic con la familia de Almy.

Una barbacoa de ambas familias.

Otro día en los columpios, aquel día lo tenía especialmente grabado, Alma se hizo daño al caer de los columpios, enseguida me preocupe al ver algo de sangre, eramos super pequeños, pero su padre corrió hasta nosotros y su sonrisa fue suficiente para que estuviera tranquilo, Alma estaba bien.
Y ahora... ahora había conseguido que unos narcos quisieran matarla, bien Dick, brillante...

Preferí evitar su mirada y ser rápido. Cuando me permitió subir a mi solo sin decir mucho más lo agradecí de corazón, no podía mirar a ese hombre mientras su hija estuviera en peligro por mi culpa.

-Claro señor Blanchett, lo recuerdo perfectamente.- Dije algo nervioso dándome un par de golpes en la sien.

Empecé a subir las escaleras me fije en que la casa estaba igual, o sino igual, prácticamente, pero hacía demasiados años que no entraba.
Una vez más me pregunté que hacía allí, quería ver como estaba pero... ¿querría verme? ¿estaba haciendo esto por ella o era algo egoísta?, no estaba seguro, pero ya daba igual, ahora no podía largarme sin más. Así que reuní todo mi valor y seguí subiendo.

Hasta que finalmente llegué a la puerta, recordé como solía entrar en ella, irrumpiendo como un caballo desbocado, llamando a Almy a gritos para enseñarle algo... Almy... ¿cuanto hacía que no la llamaba así?
En fin, nunca he sido el típico tío paciente que se espera a que le abran, no tengo problema en abrir una puerta se me quiera dentro o no, pero hoy no, hoy no puedo ser un gilipollas.

Toc toc toc

-¿Alma? ¿Se... se puede...?

Estaba en su habitación, tocando música, sus dedos se deslizaban por las teclas y era lo único que en verdad la calmaba durante esos días en  se sentía observada por todas partes, acechada, y cuando recibió la nota amenazante, estuvo a un paso de contarle todo a su padre, aunque eso significara poner en evidencia a todos los demás, a todo ese grupo, pero sólo la idea de que Richard tuviera problemas con la ley la hizo abstenerse de hacer eso. Sólo por Richard, se dijo.

Ahora tocaba el piano, pero el sonido del timbre la hizo levantarse para ver por la ventana, no era la novia de su padre, ella tenía llaves y no erala pizza, su padre se lo hubiera dicho, además, hace años que no comían pizza mientras veían una película. Que tiempos aquellos, los extrañaba. Alma deslizó sus dedos por la cortina y lo vio, no podía creerlo, era Richard en su puerta, ahí, tocando... ¿que había ido a hacer?.

Alma corrió al espejo par verse, tenía el cabello atado con una liga, y lo soltó para ordenarlo con los dedos, y se sacó el chaleco grande que estaba usando, quedando sólo con una remera y sus jeans pitillos, Tamara le había dicho que estaba muy delgada, pero ella sólo podía ver sus pechos más grades, se los tocó, se veían mal, pero bien al mismo tiempo. La joven movió la cabeza de lado a lado  y escuchó los pasos en la escalera, y decidió que hacer,como recoger la ropa del suelo y meterla rápidamente en el armario... y ahí toco.

- espera -gritó y cerró la puerta del armario para ir a  entrada y abrirla, ahí estaba Richard, con un gesto algo extraño, como tímido - ¿qué haces acá? - preguntó dando unos pasos hacia atrás,  para dejarlo pasar - ¿sucedió algo? - preguntó cruzándose de brazos mientras lo deja entrar.

La habitación de ella había cambiado por completo, ahora era blanca, con una repisa frente a la cama llena de libros, dos sitiales cuadrados donde sentarse, dos guitarras colgando de las paredes, y frente a la puerta, un piano, asi como un computador al cual estaba conectado el piano. En las paredes habían cuadros de las fotografías que seguramente ella sacaba y otras de diseños de vestidos.

Alma finalmente abrió la puerta y me dejó pasar, preguntaba que hacía allí, pero la verdad es que no tenía una explicación clara. Contemplé la habitación, a diferencia de la entrada y las escaleras, esta si que había cambiado, suponía que era normal, Alma ya no era una niña.
Finalmente logré reaccionar a su otra pregunta, mientras no dejaba de mirar acá y allá, guitarras, un piano, muchas fotos. ¿Pero que buscaba? ¿un rastro de su yo del pasado? ¿un rastro mío?

-Eh... no ¡no!- Casi grité al darme cuenta de que hubiera pasado algo peor con alguien.- No ha pasado nada, venía a .... bueno, a ver como estabas... somos amigos ¿no?- Pregunte con una leve sonrisa.

La verdad es que la pregunta iba con segundas, porque no sabía que me consideraba ella, seguramente un compañero de colegio imbécil, pero bueno... No perdía nada por decirlo...

Dick se veía demasiado ansioso, asustado, y no era para menos, pero pensó que iría a pedirle dinero o algo, sin embargo lo que escapó de la boca de Dick la sorprendió, iba a verla a ella, iba a saber si estaba bien, porque eran amigos.. Alma se mordió el labio inferior con rabia  y cerró la puerta de su habitación, apoyándose en esta mirándolo en un gran silencio, que se hacia a cada segundo más y más pesado...

Richard buscaba rastros de él y de su vida, de su inocencia perdida entre tantas píldoras y tantos coños, buscar algo de loq que fue cuando fue feliz y lo pudo ver, en el espejo en la puerta del armario, ahí, sobre la foto de Alma, Jenna y Lian, estaba la de ellos dos, abrazados, cuando eran niños, y eran felices. Una foto que era el recuerdo de su primer beso, bajo el sauce que estaba al fondo del patio de Alma, en donde se prometieron estar siempre juntos, en donde conocieron lo que significaba el amor.

Pero al sonrisa de Alma que estaba en esa fotografía, no estaba ahora en su rostro, que lo miraba seria con sus labios rojos apretados, muy tensos. Lo miró fijamente y caminó hacia él, cruzando la habitación y pasando por el lado de él, sin mirarlo hasta sentarse ante el piano y tocar algunas notas, así poder relajarse.

- ¿amigos? - preguntó como si no esperara respuesta - amigos...- sonrio, soltando el sarcasmo en ese gesto, miró en eso su celular, estaba descargado, pero no tuvo la molesta de conectarlo a la electricidad, en ese momento se basaba con sigo misma y Richard.- es curioso, eso mismo quería saber en esa fiesta, pero no pude, no me buscaste como dijiste y cuando te vi, estabas con una linda rubia en medio de un ataque de ira, y no te preocupes, ya me dijeron que es tu nuevo juguete - sonrie de medio lado, para seguir tocando una melodía que reconocería Richard, la tocaba la madre de Alma - pero... bueno...- apretó con fuerza las teclas errando en las notas - ¿consiguieron el dinero? mi bienestar y el tuyo depende de eso, Richard... - se gira para mirarlo, había suavizado su gesto, parecía incluso no estar molesta.

Sus palabras dolían como dejar una mano sobre el fuego, pero yo las aguantaba sin moverme, al fin y al cabo no es que no tuviera razón en la mayoría de las cosas, y suponía que precisamente por eso dolían más.
Podía haberme esforzado mucho más en buscar a Alma y lo sabía, se lo había prometido, y de verdad quería mantener esa promesa, pero todo había sido complicado, había conocido a Paxie y me había entretenido demasiado con ella, me había olvidado de todo y simplemente me dejé llevar, y para cuando encontré a Alma Nicky se me adelantó. Y en ese momento es en el que me di cuenta de que quería estar con ella, ¿me gustaba de verdad o solo quería que no estuviera con otro? ¿podía ser tan egoísta de solo desearla cuando la viera en brazo de otros?
Suponía que si, era un autentico imbécil, es lo típico que Dick haría, pero había otra voz dentro de mi cabeza, una que me decía que quería estar con ella, que no fuera estúpido. Pocas veces estaba tan confuso, pero solo sabía con seguridad que no quería que Alma sufriera por mi culpa.

Alma cambió de tema, así que pude evitar su pregunta, aunque el nuevo tema tampoco me gustaba. Aunque hubo algo más, algo antes del cambio de tema, una melodía, la recordaba, su madre, la había escuchado tantas veces. Me acerqué a Alma por su espalda, mis manos se acercaron a sus hombros, pero no llegué a tocarlos. No había estado a su lado cuando más me había necesitado, era verdad que por aquel entonces fue cuando todo se jodió, pero eso no era escusa, yo debería haber sido más fuerte... más fuerte por ella. No era justo que ahora fuera a consolarla, años después, así que tal como me acerqué me volví a alejar...

-Nicky ha quedado con los chicos para hablar de ello, algo se les ocurrirá tranquila, no voy a dejar que te pase nada...- Dije volviendo a mirar la foto en la que salíamos ambos, entonces la señale y sonreí a Alma, era una sonrisa cansada, casi melancólica.- Me acuerdo de esto...

Los demás lo resolverían, ella sonrió de medio lado, y se puso de pie, Richad había visto la foto de cuando eran niños sujetada en el marco del espejo, Alma sonrió y se puso de pie, en verdad había ido a ahí a ver como estaba y le gustaba, así podría dejar un poco de pensar en él, porque era lo único en lo que casi podía pensar durante esos días. Alma se puso a su lado, viendo la foto y sacándola para verla de más de cerca.

- sí también lo recuerdo mucho...- suspiró, pensando en ese tierno beso, sus mejillas se sonrojaron - luego de dos meses de esta foto mamá enfermó... y te dejé de ver- bajó la mirada y volvió a dejar la foto en el espejo, quedando delante de Richard, levantando su mano para acariciar sus cabellos, moviendo un poco ese montón de cabello que usaba como copete, se veía bien, no era de extrañar que tuviera tantas novias, que rompiera tantos corazones. Con Dick no puedes esperar nada, sol un polvo y ya, escuchó decir a una chica en el baño Sí, es un limpia vaginas. dijo la otra como réplica. Alma bajó su mirada, no podía ser tan torpe como para caer en algo así, y su gesto se endureció.

- ¿cómo llegaron a eso? a tratar con narcos... oh Richard, ese día estabas duro con todo lo que te metiste,fue mucho - se alejó de él hablando muy rápido, y se fue a sentar en la cama - ¿en qué estas metido? - pregunta subiendo sus piernas ne la cama para sentarse en flor de loto - mas encima esos sujetos saben quién soy yo... deben conocer a mi papá... Dick.. mi papá es fiscal, pueden matarme... y tú... tú se lo dijiste a ese sujeto.. digo, me di cuenta que era  despistarlo, pero ¿que hubieras hecho si me hubiera llevado como al otro chico? - se abraza así misma, - no he podido dormir... tengo miedo de salir de casa - 

Pestañeo antes de volver a leer mensaje, revolviéndome entre las sábanas.

- Estoy muerta… - me digo, viendo de nuevo el mensaje. Pienso mis propias palabras, cayendo en la cuenta de algo - ¡Estoy muerta!

Me levanto de un salto, agarrando el montón de ropa más próximo y poniéndomelo encima. Ni siquiera tiendo la cama y por poco tropiezo con el banco de madera en el que me siento a pintar. Lanzo un juramento y como puedo me pongo las únicas botas de cierre que tengo antes de tomar mi morral tejido con estampado de The Who, demasiado grande para un celular y una licorera pero no tengo tiempo para encontrar mi bolsa. En menos de un minuto termino de vestirme y ya estoy pasando por largo el desastre de baño que por fortuna papá creyó se cayó de viejo, brincando de tres en tres los escalones antes de cruzar corriendo el umbral de la puerta.

Cruzo corriendo la calle, marcando de vuelta a Andy para asegurar que ya estaba en camino cuando tropiezo con una señora y el celular vuela en el aire y por atraparlo casi caemos los dos.

¡Mierda!

Apenas alcanzo a sostenerlo. Me detengo, desacelerando la carrera.

Vuelvo a abrir el mensaje de Andy y comienzo a mover los dedos encima de los números, formando letras y mandando una respuesta.

Ey, estamos en Cafe Kino ¿Vas a venir? 

En camino, ¿Quiénes están ya contigo?

Reanudo mi camino hacia el café, sacando la licorera del morral donde ha estado bailando junto a mi celular, dando un trago al mismo tiempo que sigo mi rumbo y espero respuesta.

Durante unos momentos Alma dejo de ser una estirada para ser otra vez mi Almy, me revolvió el pelo como hacía años atrás después de que hiciera alguna trastada o me hiciese daño. Pero las palabras no eran tan bonitas.
No pensaba que lo hiciera con esa intención, pero sentía que cada palabra de Alma tenía una reprimenda oculta, que hiciera lo que hiciese algo de mi le sentaría mal. Incluso aquel recuerdo, probablemente el más bonito que tenía, lo había transformado en algo triste. Sus palabras parecían decir que lo bonito que era el recuerdo del beso para mi, para ella era solo un recuerdo de mi abandono, aquello me dolió más que cualquier golpe.

Entonces se sentó en la cama y me sacó el tema de los narcos, más reprimendas, una vez más ella es perfecta, yo lo hago todo mal. Me quedé en pie, cruzado de brazos y apoyado contra la pared con la mirada gacha. Suspiré.

-¡Era una fiesta!, no estoy metido en nada, tuvimos que comprar para todos, y contactamos con el chico de siempre, él nos ha metido en esta movida.- Dije algo enfadado de cargar con todas las culpas de todo el mundo.- El chaval al que secuestraron... Y si te hubieran cogido... ¿Que crees que habría hecho?, solo intentaba sacarte de aquello, no deberías haber venido detrás mía, tendrías que haberte quedado con Nicky, él es el que siempre lo arregla todo...

Aquello me hacía casi gracia, si no fuera por ella me habría liado a golpes con los narcos de las narices, y si la hubieran cogido... si la hubieran cogido los habría matado... No iba a permitir que estuviera en peligro, ella no y menos por mi culpa...

Bufó molesta por su respuesta pendeja, no había mas que excusas pendejadas, una tras otra, una tras otra ¿acaso tenían que tener drogas para todos? ¿era necesario? ¿era necesaria esa puta fiesta? No y no y No, sólo eran escusas que la molestan más y más, pero lo volvió a ver con mayor detención, intentando ver más, y lo vio asustado, más que ella incluso, estaba más asustado que ella. Lo miró con pena, pero no con tanta como para que fuese lástima y fue hasta él, poniendo sus manos cálidas sobre los hombros de él, y deslizándolos por sus brazos.

-No me quedé con Nick, porque él no me interesa, incluso dejé a Lian en esa sala para ir por ti... fui por ti porque me preocupas, porque aún me preocupas, y ahora estoy preocupada por ti, tengo miedo de que te hagan algo esos sujetos, júrame que pagarás y luego nunca más te arriesgarás así, que dejarás las drogas... júramelo Richard... por favor - los ojos de Alma se humedecieron mientras le hablaba desde el corazón, y las lágrimas caían por sus ojos verdosos, mojando sus sonrojadas mejillas.

El contacto con las manos de Alma fue tan dulce, algo se me encendió dentro, no sabía bien que era, pero hacía tiempo que no sentía algo así, una sensación en el estomago. No era normal en mi. Sentía el impulso de abrazarla, correr a sus brazos, pero sabía que si la abrazaba no podría parar de llorar. Si la abrazaba no sabía que iba a pasar...
Entonces habló de Nicky y del colgado, los había dejado, los había dejado por mí, le preocupaba de verdad. Me costó un mundo no abrazarla, ya me tenía había caído en sus redes, y en mi mente solo había un pensamiento, rendirme a ella, quería abrazarla más que nada.

Pero entonces salió otra vez ese rasgo suyo, ese que parecía haberse agudizado con los años, ese que parecía decir que todo lo que hiciese estaba mal. No era ya que yo pudiera o no dejar las drogas, no meterme en esas movidas, aquel no era el tema. Es que rechazaba una parte de mi, no me quería a mi, quería otra cosa, y aquello me cabreaba.

Mis sentimientos se encontraron, una parte de mi me suplicaba que la abrazara, que la consolara, me gritaba que era un pecado dejar que aquella chica lo pasara mal... Pero había otra parte de mi, y esta me decía que solo queríoa cambiarme, que ni si quiera intentaba comprenderme, que para ella todo lo que hiciera estaba mal. Y que como para todo el mundo Dick siempre tenía la culpa de todo, porque era estúpido.

Acerqué la mano a su mejilla con la intención e secarle las lagrimas, pero acabe por apretar el puño, tan fuerte que me dolía, me costó mucho, pero conseguí no golpear nada, aunque ganas no me faltaban.

-¡Joder Alma!- Dije visiblemente cabreado mientras me daba la vuelta, en parte por no verla llorar, porque iba a acabar llorando yo.- ¿porque? ¿porque no puedes aceptarme como soy?