Partida Rol por web

Una bolsa de drogas, una fiesta veneciana, una lluvia de pintura verde, un encuentro con la muerte, dos desmayadas y cinco a seis horas después ya estoy de vuelta en la vieja calle donde se encuentra mi vieja-nueva casa. Cruzo la calle, guiando a Dick. Al menos esos desquiciados no saben donde vivo, quizá no crean que tengo relación alguna con lo que sea que pasó.

¿O sí?

A mí me arrojaron la bolsa de droga creyendo que era la desmayada número dos, preguntándome directamente si me enviaba aquel Connor. Fue una confusión, pero no sé si me tengan fichada también por eso. Como sea yo quería hacer algo por Dick, en solo unas horas siento como si fuera mi mejor amigo, y quiero ayudarlo. Lo bueno es que mi casa queda a quince minutos caminando de la escuela, tambien por eso se me había ocurrido verla en mitad de la noche, y al final fue mejor idea de lo que pensé que sería.

Por fin llegamos. Me gusta la localización pero hay muchas cosas que quiero cambiar de esa casa, digo, si papá consiguió rebaja fue también porque fácil ya tiene cincuenta años, y eso sin mencionar los tres deshabitada y las generaciones de arañas que tuvimos que fumigar. No me gusta el color salmón-naranja de la casa que compró papá, pero me dijo que así fue como la consiguió a un mejor precio, supongo que ya le había espantado varios clientes a la mujer de bienes raíces. Si solo me dejara pintar la fachada…

 - Bienvenido a mi nuevo hogar, dulce hogar. –Saco las llaves del bolsillo de mi short de mezclilla y abro la puerta que tampoco presenta mucha resistencia aunque hace bastante ruido, si que necesita aceite. – Por cierto, la palabra “nuevo” es sarcasmo…

-Casa de Alma-

Habían terminado en el salón que debían pintar luego de todo lo que había ocurrido, pero Alma no se sentía bien, estaba mareada y con la cabeza aún dándole vueltas por lo que había vivido, además, el no dormir no ayudaba mucho en su condición, de seguir así, comenzaría a tener ataques más seguidos y comenzaría a olvidar las cosas, así que le pidieron permiso a Doug para retirarse antes,total, al día siguiente tendrían que ir de todas formas, por lo menos Alma, no Jenna.

Se fueron caminando, el caminar parecía calmar los nervios de Alma, aunque se fueron en silencio, Alma se veía demasiado distante de su amiga, habían pasado cosas muy poderosas esa noche, incluso le habían disparado, bueno, habían disparado cerca de ella.

Llegaron al fin a la casa de ella, Alma invitó a Jenna a entrar en la casa, igual debían hablar, era necesario ahora que las habían llamado lesbianas, a Alma le daba igual, no lo era, por lo menos, no completamente, pero con Jenna era otro tema, además, hasta ese día no habían hablado del tema, ni del beso, ni de muchas cosas más, el haber estado en el hospital la habían separado un poco de las emociones de esa semana.

- ¿que quieres? -preguntó abriendo la puerta, y dejando las llaves en la mesa que aguardaba a un costado de la puerta. El corredor de recepción daba a una escalera y a un costado estaba la sala de estar, y al otro lado el comedor que conectaba con la cocina. Se notaba que no había nadie en casa, si la casa estaba helada. Alma caminó por el corredor  a una segunda puerta que conectaba con la cocina que estaba más iluminada, con un mesón central y las ollas colgando sobre este.

- hay frutas ahí - le muestra una cesta llena de frutas que estaba en uno de los muebles, ella fue a poner la tetera para hacerse un té - siéntate por favor... - sonríe,las butacas estaba a un lado del mesón central, era tres,

Caminé un rato con Paxie en silencio, tenía curiosidad por ver como sería su casa, con lo loca que se había vuelto con las pinturas esperaba una especie de casa excéntrica pintada del color arcoiris. El viaje no fue muy largo, vivía cerca de clase, y la casa no se parecía nada a lo que me esperaba. Aunque tampoco pintaba mal...
Por el camino me había dedicado a pensar en el imbécil de Connor, no tenía otro nombre... y en la movida que me había metido, mejor dicho, nos había metido. Muchos habían intentado desvincularse del tema, pero era problema de todos, y yo desde luego no me sentía culpable, era una víctima más, o por lo menos así me sentía.
Pero al llegar a la casa intenté olvidar los problemas, ya quedaría con Nicky para hablar de ello, ahora me centraría en Paxie. Y es que todo el cabreo que había sentido por ella se había esfumado, ya daba igual.

-Vaya, así que aquí vives.- Le dije con una leve sonrisa, notaba que estaba algo cansado, mi máscara "social" había bajado un poco la guardia.- No está mal...

Posé mi mano en la parte baja de su espalda y la empujé levemente para que entrara, mientras yo observaba la calle, no parecía que nadie nos observara, ni nos hubiera seguido. Una vez dentro le dije con la voz ligeramente cansada pero a la vez alegre.

-¿Me la enseñas?

- “No está mal” fueron las palabras con las que mi papá intento convencerme de no pintar la fachada… - le respondo sonriendo mientras entramos por la sala que aun está llena de cajas de la mudanza. – Eso no significa que vaya a hacerle caso…

Cruzo la sala directo a la cocina intentando evadir el desastre, gracias a dios que al menos esta última la deje limpia ayer que hoy no tengo animo de alzar. Lo único que se quedo fuera de lugar fue mi licorera con forma de teléfono: antes de salir de noche me había dado un trago de valor pero supongo que en mis nervios la dejé olvidada. La abro rápidamente y doy un trago al vino echando  la cabeza hacia atrás como si bebiera de la botella, después del disparo falta que me hizo.

Cierro la licorera de metal y volteo a ver Dick.

- ¿Gustas? - Sonrío antes de arrojarle la licorera para que la atrape. – Total, ¿que es un poco más de alcohol al cuerpo ?

Por fin estaban en casa.
El camino, en silencio, se había hecho raro por momentos. Al menos estaban en un lugar en teoría seguro. No había podido dejar de temblar por todo el camino.
Todavía recordaba el disparo. Una y otra vez. Y cuando empezaba a relajarse, la imagen le asaltaba de nuevo. Como un relámpago en mitad del cielo nocturno.

Cuando llega a la casa de Alma, se encoge sobre sí misma, escondiendo las manos en los bolsillos, en un arranque de timidez. Se sienta, siguiendo las instrucciones de ella.
Y empezaba a asustarse de esa frialdad entre las dos.

A pesar de que la cuidaste, y la quisiste como a nadie... Tiene que decidir si seguir o no conmigo. Con todo lo que se nos viene encima... Quizás no quiera soportarlo.

El temblor en sus manos se intensifica, pero por suerte, no era difícil ocultarlo. Se queda sentada, y le devuelve tímidamente la sonrisa. Quizás no fuera todo tan malo como ella pensaba.

Jenna estaba tan silenciosa, que Alma deja de pensar en sus problemas para sentarse en ella, en su amada amiga. Deja la tetera en el quemador encendido de la estufa, y va donde ella, para tomar sus manos entre las de ella y llamar su atención, sacarla de las tribulaciones que ensombrecían su rostro.

- ¿que tienes? - le pregunto, Alma ya tenía su cara limpia, y los rastros de sangre de su oído habían desaparecido, sólo aún sentía el zumbido en él, tendría que ir al médico quizás, pero no sabía como le explicaría es -¿estas preocupada por lo que dijeron? - aprieta más sus manos y las levanta para llevarlas a su labios, besándolas - debes saber que te apoyaré siempre Jenna, en todo momento, como tú lo has hecho- sonríe mirándola a los ojos, no sabía a que podrían enfrentarse, pero ya tenía una pequeña idea, y claro, no era buena, pero no podía ser tan desalmada como para darle la espalda, si no se la dio a Lian con las bromas sobre su estado mental, menos lo haría con Jenna y su elección sexual.

Cuando me ofreció la bebida lanzándomela le eché una ligera mirada de reproche

-¿Que que es un poco más?- Le dije sin cambiar mi semblante serio, pero entonces se transformó en una sonrisa burlona.- Yo te diré lo que es, ¡la mejor idea que podías tener!

La casa esta llena de cajas, pero no me importa lo más mínimo, nunca me ha importado, tengo alcohol y una chica preciosa. Doy un trago y la miro de abajo a arriba deteniendome en sus ojos, y entonces sonrío.

-¿Qué quieres hacer?

Me miro una mano de reojo y pienso enseguida, quizás lavármelas... pues aun están llenas de pintura. Pero dejo que ella sea la que hable.

Me reí por su broma, fue bastante cómica esa variación de serio a burlón. Si no fuera porque están bajo llave sacaría las otras dos botellas que papá guarda para sus veladas literarias, aunque considerando la prisa que nos damos en desempacar va a tardar un buen rato.

- Por ahora darme un baño, porque cierta persona arrojó todo un balde de pintura verde justo a mi lado…

Le doy un golpe en el hombro, a modo de reproche pero también exhibiendo una sonrisa burlona. Paso nuevamente por la sala, evadiendo el laberinto de cajas, para llegar a las escaleras.

- Por cierto, si también necesitas un baño...

Cuando le pregunta si estaba preocupada por lo que dijeron, asiente, cabizbaja de por sí.
No se atrevíe a mirarla. Ahora sí que podía notar el temblor de sus manos, pero las toma con cariño infinito, y acaricia sus frágiles dedos, como si fueran lo más delicado y precioso del universo.

- No... No quiero que te molesten por mí. Tú no eres lesbiana. - comienza a decirle. - Y mucho menos estamos juntas. Y yo soy responsable de que crean eso. Pero tengo mucho miedo de que te apartes de mí para evitarlo. Pero a la vez lo entiendo, es... - niega la cabeza, hecha un lío. - Es demasiado complicado todo...

-Yo...- Empecé a explicar, pero me callé.

Prefería no explicar porque había hecho eso. ¿Porque Alma me había mirado mal y pedido que la dejara? ¿Porque Nicky estaba tonteando con la chica que estaba conmigo? ¿Porque hubiera creído ver algo en Paxie y que ella lo hubiese visto en mi pero se hubiera quedado embobada del bueno de Nicky? siempre Nicky... Pero aquello era lo de menos, podía ser una de esas cosas, podían ser todas a la vez. O quizás podía ser lo que todos pensaban, Dick es gilipollas y solo intenta jodernos a todos, ¿Que más daba?, no dije nada más me centré en la otra parte.

Me moví rápidamente hasta alcanzarla en las escaleras y la cogí en brazos.

-Totalmente cierto, necesitamos una ducha.- Dije mirándole a los ojos y empezando a subir las escaleras.

No le pregunté por donde era, solo andaba y la miraba a los ojos, suponía que si me equivocaba de camino me lo diría...

Alma suspira, y va donde ella, soltando sus manos para rodearla con sus brazos entorno a sus hombros y besando su coronilla con mucho cariño, mientras la contiene entre sus brazos- me he hecho la promesa de impedir que me sigan lastimando o que me sigan doliendo las cosas, quiero ser valiente y una forma de hacerlo es quedándome a tu lado, me da igual lo que me diga , me han dicho cosas peores - le sonrie a su amiga y se separa un poco de ella para verla a  sus ojos marrones.

- siempre lo supe de todas formas - se rie - y nunca te he juzgado por eso, no es una sorpresa amiga, ni tampoco me lo he cuestionado, porque soy tu amiga no porque te gusten los chicos o las chicas, o ambos, te quiero y eres mi amiga porque eres tú, Jenna, con todo tu universo que te compone, además, - suspira y suelta el aire - nunca he tomado en cuenta las etiquetas sexuales, encuentro guapos a hombres y a mujeres y creo que no me hace bisexual, - se ríe se ha puesto sonrojada porque nunca había hablado de eso antes, además, antes de Lian y su "sexo" del que recordaba poco, no se había puesto a pensar su le gustaban los chicos o las chicas, le gustaban las personas, como Richard... Deja de pensar en él, se dijo mentalmente cuando la tetera sonó y fue apagarla, sirviendo  un te para cada una.

- ven, vamos a mi habitación, quiero darme un baño y cambiarme de ropa, si quieres, puedes cambiarte también, te presto ropa - le guiña un ojo y toma su mano para guiarla a su habitación.

Pego un grito de sorpresa cuando me levanta, iba a decirle que podía entrar después de mi, pero sentir como me carga hace que me pierda en sus ojos. Es la primera vez que alguien me carga así, y la forma en que me lleva me hace sentir mariposas. Lo abrazo del cuello, riéndome, mientras seguíamos subiendo.

- Esa puerta… - quito un brazo de su cuello y le señalo a la puerta al lado de mi cuarto.

Estoy a punto de pasarme de habitación, pero la señal de Paxie hace que me detenga en seco y de marcha atrás para dirigirme a la puerta que dice.
Otra vez vuelvo a sentir esa sensación de paz y bienestar, de simplemente estar disfrutando del momento y olvidarme del resto. Paxie es como el ojo del huracán, donde reina la paz, y se que en cualquier momento esto se acabará y volveré a dar vueltas sin control, pero en aquel momento, perdido en esos ojos, todo me da igual.
Abro la puerta como puedo sin soltarla y la cierro con el pie, veo el plato de ducha y no dudo un instante en dirigirme hacia él, me da igual cualquier posible protesta de Paxie, solo me divierto, así que me meto en el plato sin quitarme absolutamente nada y abro el grifo.
Y es solo entonces, en ese momento cuando la voy dejando suavemente en el suelo, aunque le impido cualquier paso para que no pueda salir con una sonrisa picara.

De nuevo grito de sorpresa cuando abre el grifo y cae el agua sobre nosotros, si algo me gusta de Dick es que siento que puedo ser como soy con él, no tengo que contener mi locura. No hay señalamientos, no hay críticas, y más que eso, exalta ese lado mío. Mientras terminamos de llegar al baño me recargo más en su cuello, disfrutando más su aroma. Sonrío: nos conocimos hace pocas horas, pero siento como si llevara más tiempo conociéndolo, que en realidad siempre hemos hecho locuras juntos, que esta noche que no acaba es solo la mejor y no la primera.

Me recargo en la pared de la ducha unos momentos, antes de que el agua siga dándome en la cara, y me doy cuenta de que Dick me cerró el paso. Trato de salir, pero realmente me tiene atrapada aquí adentro. Hago ademán de intentar salir, aunque es broma no solo porque no puedo sino porque realmente no quiero. No tardo en fingir que me doy por vencida y con gesto resignado me quito la blusa arrojándola al otro lado del baño por encima de su cabeza.

- ¿Ahora donde voy a dejar mi ropa? – pregunto divertida viendo como el piso comienza a llenarse de verde. Sabía que era pintura en agua…

Mi sonrisa se amplía aun más cuando jugueteo con ella en la ducha, el agua está algo fría, pero no importa, entre unas cosas y otras mi cuerpo está bastante acalorado, y dentro de poco lo estará aun más. Veo como vuela la blusa sobre mi y después escucho su pregunta.

-Creo que ese es un buen lugar.- Digo divertido después de mirar donde ha caído, y después la examino para añadir con burla.- Pero no queremos que se estropee el resto...

Entonces la ayudo a desprenderse de toda la ropa, aprovecho cada movimiento para darle leves caricias. Y algunos besos acompañan mis movimientos, uno en la rodilla, otro bajo el ombligo, y un último en el trasero.

Después me alejo un poco, pero no demasiado, solo para contemplarla unos segundos, en el despacho no había habido demasiado tiempo ni luz para aquello. En mi rostro se dibuja una sonrisa por respuesta.

Ni siquiera en el despacho, ni en mi primera vez había estado completamente desnuda. Me cubro con las manos, insegura de su reacción, evadiendo su mirada hasta que encuentro algo de valor y vuelvo a mirarlo de frente.

Esa primera vez fueron palabras, pero ahora es su sonrisa la que me sentir más segura y volver a sonreír. Aun más que los besos o las caricias en las que refugiaba mi inexperiencia, fue su sonrisa. Relajo mis manos, dejándole ver un poco más, y vuelvo a encontrarme con sus ojos. Entonces caigo en la cuenta de que tampoco lo he visto desnudo y en medio segundo siento que me he puesto roja, tal como la primera vez que me habló, solo que ahora no hay una máscara protegiendo mi cara.

Comienzo a ayudarlo a quitarse su ropa, con los dedos temblando, ahora es una sonrisa nerviosa la que no se quiere ir y también trato de enmascarar en otro beso.

Ya había notado algo de nervios la vez anterior, pero esta vez estamos más expuestos, y me resulta más fácil ver como se sonroja, o como tiembla levemente.

Me ha ayudado con la camiseta, y aunque me parece increíblemente tierna, no quiero que lo pase mal, la acerco a mi, haciendo que nuestros torsos desnudos entren en contacto mientras el agua nos recorre. Es gracioso, porque al tener las manos tan llenas de pintura parezco incapaz de tocar algo sin mancharlo.
Mi mano izquierda está en la parte baja de su espalda, la derecha la coge de la barbilla, y la obligo a mirarme. Mi mirada es segura, pues se que todo va a ir bien, se que lo que tenemos es genial, y que ella lo va a disfrutar, así que no albergo ninguna duda.

-Tranquila...- Es lo único que le digo en un susurro, y después acerco mi boca a la suya, haciendo que nuestros labios entren en contacto.

Es un beso intenso, pero a la vez tierno y casto, pues mi boca no llega a abrirse en ningún momento.