Mientras me afano en impedir que los pobres enanos que hemos rescatado terminen muriendo igualmente, soporto con estoicismo la nerviosa pataleta que tiene lugar a mi alrededor. Yo sé bien que ni Tassae, ni Ajo hablan en serio cuando me invitan a abandonarles a su suerte o incluso amenazan con acaban con sus vidas; es el cansancio y miedo quien habla por ellos.
—Ya está, no ha sido para tanto, ¿a que no? —les digo a los enanos antes de dirigirme con una sonrisa a mis enfurruñados compañeros—. Y ahora vamos a buscarles un sitio resguardado donde dejar a estos pobrecillos mientras se recuperan, como decíais.
Motivo: Prueba de "percepción" para buscar un sitio discreto fuero de la vista de los gigantes
Tirada: 1d20
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Encontráis un pequeño recodo debajo de las raíces de un gran árbol. Difícilmente los van a ver si se mantienen ocultos en aquel lugar.
¿Qué plan tenéis ahora?
—Este es un buen sitio donde echar una cabezacita, ¿no os parece? —propongo inocentemente—. Cuanto más seamos para montar guardias, mejor. Yo me ofrezco a hacer la primera si queréis, que a todos nos hace falta un prolongado descanso.
»A propósito, vosotros que sabéis mucho de piedras —les comento a los enanos—. No sabréis por casualidad cómo hacer que una persona que se ha convertido en estatua por un maleficio vuelva a ser de carne y hueso, ¿verdad?
Después de esperar a la respuesta de los enanos, pues nunca se sabía, Tassae movió la cabeza. No tenía pensado descansar para nada. Tenían que volver a la vida o a la carne o lo que fuese a su compañero.
–Tenemos que traer a Izztyl ya. Cuanto más esperemos, peor. Ha sido un placer, señores. – Tassae se despidió sonriendo nerviosa e hizo un gesto para que la acompañasen junto a la estatua. Una vez allí sacó el amuleto y lo miró. Era una pequeña ramita. En teoría solo había que romperla. Seguro que tío Aurelius sabría que hacer con su amigo. Además tenía ganas de verlo y ver si estaba ya recuperado del todo. Sin pensarlo mucho más, rompió la ramita y mientras esperaba comentó – Mmmm... Bueno, al menos al final perdonó a Izztyl por querer matarlo. Hasta le dio unas escamas y algo de hierba. Al final se llevará bien con él, ya lo veréis
La ramita se rompió haciendo el sonido característico de un trozo de madera pequeño: «clac».
Esperasteis unos segundos que se hicieron largos, no sabíais si esperar una explosión mágica en el suelo o mirar en el aire a ver si aparecía un enorme dragón... pero no apareció nada. Nadie negaría si le preguntasen en ese momento la poca confianza que tenían en Aurelius.
Pasó un minuto y seguía sin suceder nada.
–Bueno, mientras llega si que podemos descansar un poco.
La gnoma si confiaba en su tío. Como confiaba en el drow o como confiaba en que el nigromante con el que no habían luchado no hiciese nada malo
Un leve pero audible ronquido os hizo girar la cabeza a todos hacia un árbol que teníais a unos metros a vuestra espalda. Ahí estaba completamente dormido Aurelius en su forma de gnomo.
- Hacedles caso, que ellos saben lo que se hacen – dijo Ajo sin ganas de tener que seguir cuidándolos cuando ellos mismos estaban tan hechos polvo.
Siguió a sus amigos refunfuñando un poco más.
- Yo sí que voy a descansar un poquito. – anunció a Tassae que tenía la energía por las nubes como siempre. Se limitó a encogerse de hombros al ver que no aparecía Aurelius.
Giró la cabeza al oír el ronquido. Volvió a mirar a Tassae.
- Es tu tío. – dijo llanamente declarando su intención de no moverse hasta haberse recuperado.
–Anda– la gnoma sonrió al ver a su tío. Estaba segura de que no estaba estaba dormido, ¿O quizás seguía reposando en forma de gnomo y no se había dado cuenta del teletransporte? Pues casi que mejor no haberlo traído en pleno combate. Tassae se acercó corriendo a saludarlo, aunque tras dar un vistazo a Ajo controló el tono de voz y le agitó levemente antes de preguntar no sin cierta sorna– Hola tío Aurelius ¿Como tú por aquí?
Abrió los ojos poco a poco y pegó un gran bostezo mientras estiraba los músculos.
— ¿Huh? Tassae niña, ¿Qué haces aquí en Luskan? Justo iba a tomarme unos pastelitos de carne en la Siete Velas, ¿vienes?
Luego miró a su alrededor algo confundido, con las mangas de su túnica se frotó los ojos y afinó la vista. Volvió a bostezar y se giró para seguir durmiendo.
— Un momento, esto no es Luskan... ¿dónde carajos estoy?
- Cerca de Orlbar, en el pico de nosequé, cerca de la fortaleza de unos gigantes de piedra. - replicó Ajo tumbado junto a otro arbol.
Se llevó las manos a la cabeza y suspiró. Miró a su alrededor y se fijo en el amuleto roto a los pies de su sobrina, sus ojos se abrieron de par en par.
— ¡Ay mi madre! Señorita Destripatuercas se puede saber que has hecho?? ¡Has usado el amuleto que te di!
Luego miró alrededor de sopetón y con una pose de guardia ridícula como si esperase encontrar algún enemigo.
— ¡Era de vida o muerte! Sabes lo que me costó encontrar este amuleto???
Luego pareció calmarse de repente.
— Ah, hola señor Ajo y compañero Thöras. Veo que os habéis desprendido del elfo oscuro ¿es qué cumplió ya su misión de los Zhents? Me alegro que no os haya matado.
Sacó su pipa y se puso a fumar.
Tassae señaló a Ajo mientras asentía confirmando sus palabras. La muchacha le enseño el amuleto roto.
–¿Recuerdas que me dijiste que si tenía problemas te llamase y que sólo había una oportunidad y que la reservase para una muy muy grave? Pues... Ha pasado. Necesitamos tu ayuda.
Los dos gnomos hablaron casi a la vez, pararon y volvieron a hablar. Finalmente Tassae dejó que terminase y sonrió
-Buueeeeno... Precisamente ese es el problema. Han petrificado al pobre Izztyl y necesitamos que nos lleves donde alguien que pueda ayudarlo
- Antes de que le eches la bronca a tu sobrina, te diré que estoy contigo, que ya les he dicho que era una idea muy mala llamarte para despetrificar al drow, que podríamos haber terminado primero nuestra misión aquí y luego llevarnoslo a despetrificarlo, pero no hay quien les meta algo de razón en la cabeza a estos dos - añadió Ajo.
- Yo también habría guardado tu amuleto para algo de vida o muerte, pero se lo diste a ella - se encogió de hombros como si eso lo explicara todo.
–Es de vida o muerte. Para él al menos. Si lo dejamos ahí lo romperán.
- Es una suposicion muy atrevida. Son gente que le gustan las puedras y las esculturas. Seguramente lo exhibirian en algun sitio.
Se quedó pensativo.
— ¿Se puede saber como ha terminado así vuestro amigo? ¿Qué malvada criatura le ha hecho esto?
Luego miró a su alrededor como intentando reconocer el paisaje. Se quedó mirando a una de las montañas y asentía como reconociendo el lugar. Sin duda era todo mucho mas fácil desde el cielo.
— La última vez que quise llevar una estatua a mi guarida me la cargué... me quise rascar a mitad de vuelo y de un mal reflejo apreté demasiado con las garras... si.. eso fue una mala idea. Por suerte era una estatua sin nadie adentro.
Miró hacia la otra dirección.
— Bien, os puedo llevar a un lugar seguro, donde queráis. Yo ahora mismo no soy capaz de revertir esa condición, necesitáis acudir a algún sacerdote poderoso. ¿Habéis probado Loudwater, no está muy lejos? Os puedo señalar la dirección.
Señaló hacia Loudwater.
- Gracias, sabemos en que dirección está. De allí vinimos. – contestó Ajo con poco humor para las bromas de Aurelius – Necesitaríamos que nos acerques y si luego nos puedes traer de vuelta, mejor que mejor. Podríamos ir y volver andando, pero serían más de dos semanas entre unas cosas y otras, quizás tres semanas, y no están las cosas con los gigantes como para perder tanto tiempo. Ya sabes, por aquello de que estamos intentando salvar la zona y tal. – comento como si en el fondo le trajese sin cuidado si salvaban estas ciudades o no.
- Por mi si rompes la estatua porque aprietas mucho o se te cae no te lo voy a echar en cara, ¿eh? Hasta brindaría a tu salud – añadió con una leve sonrisa cansada.
Seguía pensativo fumando de su pipa.
— Os puedo llevar a Loudwater sin problema, pero para volver a traer no es tan fácil, tendríamos que esperar un día entero para que pueda volver a llevar. O bueno.. podemos intentar algo parecido a lo de la última vez.
Se acercó a la estatua y os instó para que os acercarais.
— A ese par que está escondido también los queréis llevar? Podemos ir todos.
- Si no te es inconveniente, sería bueno llevárnoslos también. Dicen que venían a recuperar sus cosas cuando les cazó un gigante. Bien nos costó rescatarlos, así que si terminamos lo que empezamos, mejor. Además, ¿si rescatamos a un drow no vamos a rescatar a un par de enanos? – se encogió de hombros.
Se acercó a donde le decía Aurelius.
- Esperar un día no parece tan mala cosa. Andando tardaríamos varios días y necesito encontrar a quien me cambie el hacha por una guja mágica. Algunos de estos gigantes tienen la piel resistente a las armas que normales, ¿sabes? – explicó Ajo – Y nuestras heridas, necesitamos descansar y recuperarnos antes de volver a la carga, que, por cierto, si te animas a la fiestecilla, tú ayuda sería muy bien recibida. Pretendemos acabar con una emperatriz de los gigantes de piedra.