Partida Rol por web

Joder. Joder. Joder.

Saco mi cabeza de ahí y vuelvo a cerrar la puerta con pánico. Van a asaltarnos ya, en cuanto ese puto negociador de la orden. El miedo recorre todo mi cuerpo ante la sensación de falta de tiempo y con un final nada bueno ni para mí ni para el resto. Hace tan solo unos instantes pensaba que algo así sería bueno, pero no ahora, no después de verle los dientes al lobo tan de cerca… ¿Y si estos pendejos son realmente capaces de encontrar la trampa de este turbio juicio? ¿Y si la periodista puede lavar algo nuestra imagen pública? Mierda, tengo que darles más tiempo, aunque no quiera colaborar con ellos. Rápidamente me alejo de la puerta y me acerco al grupo.

—Hay una jodida unidad ahí dentro, en la sala del jurado —digo casi en un susurro—. Tenéis que atrancar esa puerta.

Busco un lugar a mi alrededor desde donde poder observar lo que ocurre. Me siento perdido entre tanto tiroteo, y no creo que sea muy buena idea devolver disparos a la peña sin tener un sitio desde donde poder cubrirme de todo el jaleo que hay alrededor y las mortíferas balas que vuelan perdidas en la noche.

- Joder, vaya marrón, no debería haberme puesto tan ciego, no me entero de nada... - hablo conmigo mismo en voz alta. Los disparos me ciegan y ensordecen, y no estoy en las mejores condiciones para salir a cuerpo descubierto a pegar disparos.

Por el momento, me mantengo lo más escondido que puedo en la tienda, e ignorando a la parejita, me meto tras el mostrador por si alguna bala perdida entra en la tienda. Pero se que tarde o temprano entrarán en esa tienda a liquidarme, así que cojo al tendero como rehén con un movimiento rápido aprovechando la sorpresa y el hecho de tener una pipa en la mano, y lo utilizo como escudo humano.

- Intenta hacer algo y te acribillo, ¿entendido? - le digo al tendero mientras intento localizar a mi colega "Sneak" entre la multitud.

Medio ajeno a lo que ocurre en el exterior de mi pequeño mundo de papeles y pensamientos, prosigo pasando páginas y páginas. Reviso documentos, declaraciones. A veces parece que hablo conmigo mismo, y golpeo la mesa. En otro momento me llevo la mano a los ojos, doy un suspiro y prosigo con el trabajo. 

No se si podré encontrar algo, todo indica a que no es un montaje. No encuentro nada, y empiezo a dudar si estos tíos realmente han sido culpables o no. Agito la cabeza, y busco el vaso de agua que siempre tengo en la mesa... pero no está. Cierro los ojos, tengo que mantener la calma. No importa si son culpables o no. Eres su abogado y tienes que intentar defenderlos, además... salvando Moreno lo más probable es que todos terminen en prisión por una causa o por otra.

Giro el rostro mirando un segundo a todos y cada uno, aprieto con fuerza la pluma que sostengo entre mis dedos y vuelvo a enfrascarme en los papeles.

Se giró a David, tras el comentario de carapicada. No le faltaba razón. Luego tomó la radio y habló.

-Max, cancele lo del periodista. Tenemos uno aquí. Solo necesitamos el portátil con conexión a internet, y algo de comer. Soltaremos a 2 rehenes más por este pequeño "favor". También les pedimos que no intenten ninguna estupidez. Cuando terminemos con lo que hemos pensado, nos entregaremos nosotros mismos. De usted depende que esto se haga sin incidentes... y por supuesto, sin muertos.

Quitó el dedo de la radio, y miró a Carapicada.

-Cuando traigan las cosas, tu mismo bloquearás la puerta. Y tranquilo, nadie te va a pegar un tiro. A menos que te pases de listo.

Luego miró a Rachel y le habló al oído.

-Quiero que estés tranquila. Tienes mi palabra de que nadie te va a tocar un pelo. Cuando termines con tu papel de jueza y relatora, podrás marcharte libremente.

Luego miró la hora en su reloj de pulsera cutre de la cárcel.

- De acuerdo. - afirma tras activar de nuevo el micrófono por el que se comunicaba con los secuestradores - En unos pocos minutos os llevaremos lo que pedís, tened un poco de paciencia. - dice con su sempiterno tono amable.

- Putos cerdos polis... - murmura caminando hacia la puerta de la sala de deliberación - ¡No se os ocurra dar ni un puto paso cabrones! - grita lanzando el telefóno movil de una rehén que había recogido segundos antes - ¡Os partiré la puta cara como se os ocurra entrar hijosputa! - vuelve a gritar ya en la puerta dando porrazos a la misma mientras señala a Pablo uno de los bancos y le hace un gesto para que lo arrastre hacia allí.

Se encoge de hombros algo asustada ante la explosión emocional de David pero asiente una vez más a Big Fat, aquel enorme negro resultaba intimidador, pero el tono de voz que usaba con ella era cálido y amable, quizá porque intentaba que les ayudase, pero joder, esto podía darle el pullitzer, así que les ayudaría aunque la insultasen como a aquellos polis. Aunque por supuesto no se lo diría, prefería la amabilidad.

Corres medio agazapado por los pasillos de la tienda hasta llegar al mostrador, el dueño te grita algo en su puto idioma de amarillo que no entiendes, cuando intentas usarlo de escudo él se resiste. Estás demasiado colocado como para luchar con él y se libera empujándote hacia el pasillo que hay en la trastienda, caes al suelo de bruces y ves como el jodido Jackie Chan echa la mano bajo el mostrador, sacando un revolver que parece un puto cañón naval.

Cierras los ojos levantando las manos y poniéndolas frente a tu cara, como si aquello fuese a parar la bala de aquel arma cuando escuchas una lluvia de detonaciones, abres los ojos y ves al puto chino estrellado contra las estanterías que había tras él, con unos diez agujeros de bala, la sangre inunda el suelo bajo sus pies, pero no puedes pararte, los asesinos de Jackie se acercan tirando los estantes que se encuentran a su paso.

Sobre tu cabeza ves un falso suelo, con una escalerilla apenas a dos metros de ti, quizá sea el único modo de sobrevivir, subir allí arriba y ocultar el huevo. Por ahora.

Me tiro medio agazapado hacia las escaleras, y llego resbalando a ellas. Me pongo en pie y subo con el mayor silencio posible por las escaleras, al llegar arriba me tiro dentro a toda velocidad, y resbalo unos metros hacia delante. Me doy la vuelta y saco el revolver y me quedo apuntando a las escaleras, dispuesto a reventarle la cabeza a lo primero que aparezca.

Ignoro descaradamente la petición de David mientras me alejo un poco más de él y de esa puerta. No soy uno de ellos y tampoco quiero que la periodista me vea ayudándoles más de la cuenta. Además, aunque quisiera, no sería capaz de mover ese banco esposado como estoy sin joderme las muñecas o algo.

De manera un tanto nerviosa espero observando de cerca al abogado, confiando en que encontrará la trampa de todo este proceso turbio.

Me acerco a Pablo y fijo mí rostro frente al suyo.

—¿Que os has creído hijo de puta? —digo indignado mientras monto en cólera—. Parece que te has creído mejor que yo...tengo una idea, vamos a jugar, yo os partiré el puto parietal a golpes mientras tratas de defenderte y me atacas, así podre disfrutar por doble —mientras esbozo una sonrisa de oreja a oreja y paso mi lengua a lo largo de mi labio inferior.

—Ó... —agrego unos segundos después—. ¡Podrías mover ese jodido banco! —exclamo a gritos mientras apunto con el dedo indice al objeto, como si lo utilizara a forma de batuta en una hermosa sinfonía de violencia desmedida.

Subes con rapidez felina por la escalerilla que se cae con tu impulso y te ocultas en el falso techo con tu arma delante tuyo, apuntando hacia abajo, listo para pegarle un puto tiro a aquel que se asomase, sin mediar puta palabra... Escuchas pisadas sobre los cristales rotos de los productos que estaban tras el mostrador, se acercan cada vez más, alguien patea una lata de conservas que pasa rodando por delante tuyo hacia la puerta trasera de la tienda que está cerrada con pestillo a unos cinco metros.

Es entonces cuando ves aparecer bajo tus pies a los dos chicanos, ambos van armados con pistolas automáticas, putas pipas ametralladoras, que vacian sus cargadores con solo apretar el gatillo una vez. Ambos se paran en medio del pasillo y uno mira hacia el suelo, la escalera, tratando de entender para que podía servir allí.

La periodista se acerca al banco que David señaló y lo empuja con ciertao difícultad, sino lo habíais hecho ya, os percatáis de que tiene una cojera bastante pronunciada, pero no es algo que le impida hacer vida normal por lo que parece, al cabo de poco más de un minuto - y con la ayuda de dos rehenes que parecen querer ser unos buenos samaritanos - el banco está puesto sobre las puertas de la sala de resolución, impidiendo el acceso con facilidad.

Por un momento me achanto dando un par de pasos atrás ante el encaramiento de David y su mirada de puto psicópata, pero rápidamente me controlo y recuerdo donde estoy y con quien.

—¿Cómo quieres que mueva el banco con estas jodidas esposas? —digo todo lo brusco que puedo, que no es mucho, mientras se las muestro—. No la tomes conmigo pendejo, que estoy igual o más jodido que tú con todo esto. Además, ya están moviendo el banco, ¿no ves? Calma joder. No la liemos ahora que tu colega esta consiguiendo negociar con el cabronazo ese.

Si me cago delante suya estoy perdido, tengo que mantenerme entero. No quiero ser muñeco de sus próximas locuras porque vea en mí un objetivo débil y divertido.

—¡Venga abogado! —digo algo alterado, intentando evitar más confrontación con el pandillero blanco— ¿Encuentra algo en  esos papeles suyos?

- ¿Benjamin? - dice volviendo a abrir la comunicación del teléfono - La comida ha llegado, teneis en la puerta comida para todos, incluidos los rehenes y el ordenador que pediste... - explica con su ya común tono de amabilidad

Arrebato el teléfono a Benjamín y le respondo:
— ¡Más te vale que no os andéis con estupideces o me pondré a jugar con los rehenes cabrón! —grite.
Después de esto pase el teléfono a Big Boss y me dirigí a los rehenes:

— ¡Hey! Ustedes dos —señalando a los que ayudaron a Rachel— ¡Rápido, los quiero frente a la puerta principal!
 

Después me dirigí hacia donde Rachel.
—Revisa donde están los extintores y pide ayuda para traerlos.

Fui nuevamente a donde los demás rehenes.
— ¡Quítense sacos, camisas, playeras, lo quiero todo aquí al frente a la de ya!, el que no obedezca lo único que le dejare de cara…esperen, no, no dejare nada de su cara más que una masa de huesos, cartílago y músculos molidos a palos —dije mientras esbozaba una mueca de diversión y burla.

Parezco un tanto preocupado revisando los papeles, los muevo de un lado para otro y los amontono después en diferentes bloques. Algún que otro suspiro y negaciones con la cabeza para dejar otro expediente y vuelta a por el siguiente.

- De momento no demasiado... me temo, pero no desesperes. Algo tiene que aparecer.

Entonces parece que ya ha llegado la comida y a Dave le da algún tipo de locura. Debería decirle algo, pero; lo cierto es que no me atrevo a lo que pueda ocurrir. Viendo los papeles no se si ni siquiera merece que le ayude.

- Seguiré con los papeles... in, intenta que no ocurra ninguna locura si puedes porfavor. Le digo finalmente a Pablo.

Al fin traían lo que había pedido. Las cosas parecían salir bien. Eso si la policía no tenía otros planes, que los tendría.

-Letrado, ten la bondad de ir a buscar los que nos han dejado fuera. Speed, vamos a cubrir la puerta. Me huelo que van a intentar alguna gilipollez, porque han estado muy quietos. Señorita Owen, comenzaremos el juicio cuando tengamos aquí el portátil.

Sacó el revólver y se acercó a la puerta, aunque poniéndose a cubierto. Esperaba que no hubiera contratiempos.