Partida Rol por web

- Alguien que fue atacado - corrigió Jean de mal humor a la profesora, solo esperando a que esta terminará su llamada para pedirle prestado el móvil y llamar a alguien que viniera por ella, deseando terminar cuanto antes con el desastre en que se había convertido esa noche. 

– Estoy un poco acojonado, la verdad –susurró Mark, casi más para sí mismo que para sus acompañantes–. No se ve tres en un burro –dijo alzando un poco más la voz, aunque seguía hablando flojito– quizá deberíamos volver a por ayuda o algo.

Aunque no le gustaba demostrar que tenía miedo delante de Natacha, menos le gustaba aún tener que adentrarse en aquella oscuridad donde, hasta donde sabía, podía haber tenido lugar algún tipo de agresión.

– ¿Ayuda? ¿Para qué? –dijo Natacha casi con desprecio–. Pero si no sabemos siquiera si ha pasado algo. Además, la profesora Page iba a llamar a la policía, así que supongo que se nos unirán en breve.

Aquel Mark no solo era un tipo torpe –en muchos sentidos–, sino que, para colmo, muy valiente no parecía. Así que se volvió hacia Savage y añadió:

– ¿Usted qué dice, entrenador? ¿Nos metemos en el bosque o volvemos? Por la oscuridad que no sea, que con los móviles podemos alumbrar perfectamente el camino. Yo voto por entrar.

-Explicalo tu, dulzura-dice Angela pasandole el telefono a Jean

-Vamos a ver que hay al otro lado de las vias... Anda sacad el movil y alumbrad esto, no vaya a ser que el que se lesione al final sea yo...

- Muy bien, como usted diga profesora - respondió Jean con toda la mala leche del mundo, antes de tomar el teléfono y disponerse a terminar con todas esas tonterías:

- ¿Hola? Soy Jean MC Garreth, alumna de la universidad. Fui testigo de como hace menos de una hora un grupo de estudiantes de la academia perseguían a otro compañero fuera de los terrenos de la vieja estación del tren, hasta entrar en el bosque. Después comenzaron a oírse gritos de auxilio y finalmente alaridos de dolor. Temo que ese joven este herido o muerto, en algún punto del bosque. ¡Por favor, tienen que enviar a la policía a buscarlo! Además, la fiesta que los estudiantes organizaron este año en el terreno del campo de futbol de la universidad esta lleno de adolescentes sin control, fumando, drogándose, bebiendo alcohol hasta desmayarse y con solo dos profesores para supervisar a cientos de chicos. ¿Quizá podría enviar algunas unidades o avisar a los padres para que los lleven a casa? - dijo con su mejor tono de chica preocupada y temerosa, antes de colgar e iniciar la llamada a sus colegas.

- Disculpe profesora, solo será un minuto. ¿Hola? ¡Malditos animales! ¡Si, soy yo! ¡Necesito que vengan por mi, YA! ¡Si, los espero frente al terreno de la fiesta! ¡Si no vienen en menos de una hora les juro que los mato! - grito la joven, antes de terminar la llamada y devolver el aparato a la profesora.  

- Gracias - dijo de pasada, andando hacia el camino por donde podían llegar los autos, aunque se cuido de permanecer en un sitio con gente alrededor. 

Mark empezó a lamentar haberse apuntado tan pronto a la peculiar expedición. Aun así, intentó sobreponerse al miedo que sentía y, como se había retrasado –debido a sus dudas– un par de pasos respecto a sus compañeros, aceleró un poco la marcha para ponerse a su altura: Al menos que vayamos todos juntos, pensó. Sacó el móvil, al igual que Natacha, y ambos comenzaron a iluminar lo que tenían delante.

- Lo siento, pero necesitamos evidencias de que algo grave ha pasado, con suposiciones no podemos hacer nada. Tampoco nos encargamos de problemas menores, como gente ebria... ¡Gracias por llamar!.- Y acto seguido se cortó la comunicación.

El teléfono empezó a hacer cosas raras, aunque finalmente pudiste llamar a tus amigos, de forma entrecortada.- Vale, vamos ahora para allá, te damos un toque cuando lleguemos.

Comenzáis a adentraros en el bosque con ayuda de vuestras improvisadas linternas, de tal forma que podéis ver algo más, pero no iluminan lo suficientemente lejos, debido a que la luz del móvil no es tan potente como la de otro tipo de artefactos. 

Un ruido de matorrales moviéndose se escucha a vuestra izquierda, y otro ruido, un alarido a vuestra derecha... aunque no se escucha muy fuerte... sabéis que los sonidos son cercanos, pero no a cuántos metros pueden estar de vosotros.

Finalmente escuchas una voz familiar... ¿Podría ser... el entrenador? Proviene del lado de los ruidos de matorrales... ¿Sería un truco del asesino? ¿Habrían ido a buscarte?

Lo más alto que tenías eran las copas de los árboles, en las que podías intentar subirte, aunque sería difícil, debido a que eran altos y la mayor parte de las ramas estaban en su copa.

En algún momento Frak comenzó a escuchar voces. ¿O acaso sería algo real? ¿Había alguien ahí además del loco? Quizá el cansancio y el temor estaban acabando con sus nervios y su cordura. 

Pero si era real, tal vez podría salir de una vez de ese sitio. Frank dudo durante un rato y finalmente resolvió ir hacia la dirección de donde provenía la voz, pero sin hacer ruido ni responder, sosteniendo el arma en su mano sudada y temblorosa.   

- Idiotas. Suposiciones, claro. Supongo que cada vez que alguien reporta que alguien puede estar en problemas lo descartan con la misma facilidad. Pero da igual, ya vienen por mi - se dijo Jean, cruzándose de brazos mientras recargada en un muro y viendo a los fiesteros esperaba que llegaran por ella.

– ¿Qué ha sido eso? –susurró con rapidez Mark, que estaba cada vez más tenso–. ¿Lo habéis oído?

– Claro que sí, no estamos sordos –respondió Natacha, cuya bordería estaba en esta ocasión causada por la inquietud que comenzaba a adueñarse de ella–. Entrenador, ¿qué hacemos? ¿Vamos a ver quién está gritando? –susurró mirando hacia donde estaba Savage.

El entrenador se aproxima raudo al lugar de donde provienen los alaridos.

– Vamos, atontao –le dijo Natacha a Mark mientras iba rápidamente tras Sauvage.

Mark, cuya tensión seguía subiendo por momentos y que cada vez lamentaba con más fuerza haberse propuesto para acompañar a Sauvage y a Natacha, fue con esta última tras los pasos del entrenador sin oponer la más mínima resistencia. Más vale ir con ellos que quedarme aquí solo, se dijo, a pesar de que no estaba completamente convencido de ello.

Os dirigís al lugar de donde vienen esos gritos, y encontráis el torso de una persona que se arrastra por el suelo. No parece tener piernas, y va dejando un rastro de sangre importante. En ese momento el joven mutilado deja reposar su cabeza en el suelo, y se hace el silencio dentro del bosque. Al mirar hacia el frente, veis una figura que no lográis distinguir muy bien y que porta un cuchillo en su mano, o eso revela la silueta puntiaguda de su mano. Lo lleva en tono amenazador, y parece que os ha visto.