Partida Rol por web

La puerta del vagón se abre con un ligero sonido de presurización.

Afortunadamente, el panel no tiene código y Liz lo abre, interponiendo su figura en el umbral de la puerta mientras detras, muy cerca de ella se esconde Jake, por si ocurriera algo. Y aunque, el plan es regresarle a 3º y llamando a un guardia es la mas acial, no sería la menos dolorosa por encontrarlo fuera de su lugar.

Liz avanza por el pasillo y la estancia de los guardas. Un lugar lo mas parecido a un almacén que a una estancia de vivienda. A un lado se disponen las camas de los guardas, dispuestas en literas embutidas en la pared, mientras en un lado hay una mesa con sillas. Posiblemente para que los guardas jueguen al poker o incluso coman. El resto de paredes están llenas de taquillas y armarios, donde están los enseres personales de los guardas, así como mantas.

En el lado opuesto, hay una armería con 3 rifles descansando en su stand y otros tantos vacíos.

Y a continuación, un gran ventanal.

Para Liz es algo habitual. Tanto que para ella el paisaje que hay al otro lado es algo común, y sin ninguna duda frio, estéril y carente de amor. Todo lo contrario de lo que sentía ahora mismo estando cerca de Jake.

Para Jake, es una visión del día, algo mas que desconcertante. La luz del vagón de tercera proviene de la luz artificial y saben la diferencia por los pequeños tragaluces por los que se cuelan algunas veces los rayos del sol. Así que cuando frente a él se abre el cristal, puede ver como a su alrededor está todo congelado.

Al fondo del vagón, en una de las camas-litera, esta sentado Henry, el guardia, con aire abatido. A penas se ha dado cuenta de que la puerta se ha abierto. Balbucea cosas ininteligibles y por sus gestos, esta llorando, o al menos muy apesadumbrado.

Me sabía el discurso que iba a dar de memoria.

Lo había escuchado cientos de veces entre los pijos de primera, vejaciones hacia el mal trabajo o la inadecuada disposición que el resto de vagones tenían con ellos, meras excusas para llenar los huecos vacíos de su patética existencia a base de pisotear a otros. Ahora me veía en la situación que debía imitar el comportamiento que condenaba por un bien mayor, la seguridad del hombre que me había devuelto a la vida, aunque cada palabra salida de mis labios fuera un puñal directo.

Esperaba que el guardia pagara con ella el desprecio que iba a actuar hacia Jake, colmándolo de camaradería o un poco de consuelo mientras le llevaba a su hogar, con los suyos, sino mi rabia no sería tan actuada como pensaba.

Mientras elucubraba los enrevesados hilos de la posible escena fui abriéndome paso por el pasillo sin mirar a Jake, mi hombre, alzando el mentón cuando llegamos a la zona de los guardias. No me fijé en el mobiliario, ni en el ventanal que asomaba a un lateral al estar acostumbrada a pasar tardes contemplando el blanco paisaje.

- ¿¡Quién es el responsable aquí!? – Alcé la voz al ver los rifles, notando que el frío exterior se había calado momentáneamente en mis huesos.- ¿Se puede saber quién ha traído a este…- Me giré para mirar a Jake. Mal, muy mal, porque mi fortaleza se derritió ante su penetrante mirada, recordando el momento que habíamos vivido hace unos minutos en la enfermería.- …hombre?

Carraspeé la garganta al notarla seca mientras me cruzaba de brazos al sentirme desnuda frente suya. Durante esos segundos parecíamos unos adolescentes en un juego que sólo nosotros entendíamos, pero que ninguno quería terminar.

- Haz el favor de llevártelo.- Antes de que me lo lleve yo. Una sonrisa bobalicona dibujó mi rostro, destruyendo por completo la fachada ruda que había intentado desde el principio. Sin embargo la alegría duró lo que tardé en escuchar el balbuceo.

Creía que había sido demasiado “dura” y mis palabras habían podido dolerle de alguna u otra forma. A pesar de que era lo que planeaba, no pensé que fuera a lograrlo y, mucho menos, estaba satisfecha con el resultado.

- Lo siento, no quería…- Miré a Jake sin entender muy bien qué hacer ahora, si consolarle o quedarme quieta por si malinterpretaba mis actos.- ¿Estás bien?

Caminaba detrás de Liz admirando sus curvas, su cuerpo perfecto, el movimiento de caderas medido y rítmico se convertía en una imagen casi mágica para mí. Su perfume aún patente en el cabello húmedo dejaba una suave estela que me permitía olerlo al estar tan cerca de ella, un nuevo instinto de protección había crecido en mí desde que había conocido a esa mujer y todo había sido reducido a un segundo plano.

Era consciente de que ahora estábamos ambos en peligro, si alguien se enteraba de lo que ocurría entre nosotros, seríamos castigados, en el mejor de los casos y si a Liz le ocurría algo, no me lo perdonaría en lo que me restase de vida. Unos pasos más adelante se encontraba el puesto de guardia, pretendía mantener un semblante serio y sombrío como era habitual en mí cuando estubiese ante ellos, pero lo que ví por el enorme ventanal me dejó perplejo, abrí la boca desconcertado, preguntándome por un instante si lo que estaba viendo era real.

Se desplazaban ante mí a velocidad de vértigo edificios totalmente congelados, abandonados, derruidos, un paisaje perpétuamente helado. Jamás había visto luz natural de forma tan apabullante, las luces fluorescentes del tren era practicamente lo que conocíamos y muy pocos recordaban lo que era esa luz proveniente del astro rey, ahora entendía el significado cuando Gillian nos lo explicó. El Sol se replejaba sobre la pátina de hielo que a su vez chocó contra mis retinas de forma repentina lo que me provocó que parpadease varias veces para adaptarme al reflejo, en ese momento me recompuse como pude al escuchar la voz de Liz.

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Al mirarme su semblante de aparente frialdad y crueldad se venía abajo, como el mío, desagradable y asqueado, así que aparté mis ojos para romper el contacto visual, había que mantener la pantomima, debía ser creíble-Vamos Liz, tú puedes-pensé para mís adentros mirando de nuevo por un instante hacia el ventanal.

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Al espetar esas palabras con tono desagradable hacia el guardia, hacia mí, torcí el gesto y aunque me resultó una labor casi titánica pude mantenerla de forma convincente, al menos eso esperaba. Todo dependía totalmente de nosotros dos.

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Al escucharla con ese tono de preocupación, una señal de alerta apareció en mi cerebro como una alarma de colisión inminente, no debía de mostrarse tan empática conmigo, yo era basura de Tercera.-Si, estoy bien-espeté seco y frío. Me dolió en el alma soltarle una respuesta así, pero era primordial pasar por ese puesto de guardia sin levantar sospechas, ya habría ocasión de disculpas y perdones en otro momento. No conocía a esa preciosidad de mujer que me había robado el corazón y rezaba porque no se tomase a mal mi respuesta.

Miré a los guardias y a continuación de reojo a Liz-Gracias-dije suavizando el tono ligeramente, tampoco debía parecer desagradecido, pues podía repercutirme físicamente, depende de cómo se encontrasen ese día los guardias, o no te hacían ni caso o se cebaban contigo. Lo único que queria en ese instante era salir de allí y estar con Liz a solas de nuevo.

Estaba perdido en mis pensamientos con la mirada en el infinito, totalmente afligido por lo que había sucedido. ¿Por qué la vida me castigaba de esa manera? Yo siempre traté de ayudar, traté de mejorar las cosas, de lo que estaba seguro es que siempre traté pero no lo logré, lo único que logré fue causar dolor y muerte, me convertí en un asesino, en todo lo que critiqué, en todo lo que odié. ¿Por qué no me di cuenta? ¡Maldito seas Henry! ¡Maldito seas tú y tu gran confianza! Debí sospechar que todo era un trampa, pero fui demasiado ingenuo y ahora todos creen que fue mi culpa y lo peor es que tienen razón... fue mi culpa. -Soy un asesino, soy un monstruo. Un pensamiento se escapó a forma de susurro, pues en mi interior la culpa me carcomía

De repente un ruido o mejor dicho una voz me sacó de mis pensamientos y me hizo caer en cuenta de que ya no estaba solo. Me limpié rápidamente las lágrimas que habían caído por mis mejillas tratando de guardar la poca dignidad que me quedaba y me levanté para descubrir a Lyz y Jake caminando en un lugar en el que evidentemente no debían estar. Me acerqué hacia ellos con pasos pesados y la mirada algo perdida, en mis ojos se podía evidenciar una falta de brillo que hacía parecer que la vida hubiera ecapado de ellos. -¿Qué hacen aquí? Mi ronca voz se dejó escuchar por aquella estancia. 

Cuando nos presentamos ante el guardia ya me había percatado en la distancia de que era Henry, pero algo había pasado, le veía hundido, afectado por algo, cuando nos aproximábamos se pasó la manga de la chaqueta con rapidez por su rostro, yo diría que para secarse unas lágrimas ¿pero a caso Henry podía llorar? realmente lo dudaba, pero cuando me planté ante él tenía los ojos enrojecidos-"¿Qué habrá pasado en Tercera?"-me pregunté en silencio, el estado de Henry me puso en alerta y tensé la mandíbula involuntariamente.

Quizás en otra situación, me habría acercado a él y le preguntaría qué coño ha pasado, que qué había hecho, pero ahora iba tras Liz, la mujer que me había robado el corazón, sólo podía encarnar el papel de último mono del tren, así que agaché la cabeza mirando por un instante más a Henry y esperé a que Liz hablase, yo no podía hacer nada más que observar cómo se desarrollaban los acontecimientos.

Ante la gélida respuesta volví a sentir el frío del agua en mi cuerpo y la muerte en vida que mostraba con la mirada. Sabía lo que era, hasta hace unos minutos posiblemente el guardia sería un reflejo greñudo de mi estado interno aunque, ahora, estuviera protegido por los brazos del verdadero amor.

Me tapé como pude con la bata el camisón que llevaba, a pesar de haber andado todo el camino con él y saber que poco importaba que me abrigase con su fina tela, después de que cruzara esa puerta volvería el desolado invierno en primera.

- Vengo a devolverle a uno de los vuestros.- Señalé con un golpe de cabeza a Jake aunque sin mirarle, mientras me humedecía los secos labios.- Éste no es su sitio.- Lo último era un pensamiento sincero, Jake no pintaba nada con la población de primera. Aquí todo era muy frívolo, superficial, preocupados nada más en la mierda que tienen en su propio ombligo y con la única diversión de humillar al resto. Él era mejor que todos los pasajeros juntos.- Llévatelo de mi vista.- Con sumo cuidado puse la mano en la espalda de mi hombre para empujarlo levemente hacia el frente, con el guardia, esperando así que hiciera caso a mi petición y marchara a su lugar.

La peitición de Elizabeth llegó en muy mal momento, el llevar a Jake a tercera implicaba volver a ver los rostros de decepción de todas las personas a las que decepcioné, a las personas que les fallé, las personas que ahora me consideraban un asesino. Pero pese a todo lo que pasaba debía hacerlo, debía seguir cumpliendo con mis obligaciones porque de lo contrario terminaría permanentemente encerrado en el último vagón rodeado de todos los que quieren verme muerto. 

-No se preocupé señorita. Me acerqué a Jake y puse la mano en su hombro, luego le señalé el camino para comenzara a andar. -En marcha Jake, mientras más rápido te deje ahí mejor. Tenía planeado entrar y salir lo más pronto posible, era muy pronto para tratar de explicar las cosas y no quería tener que permanecer allí mucho tiempo. 

De repente la voz de John se escuchó en el intercomunicador, al parecer la única persona en todo el tren que se había mostrado leal a mi me necesitaba, así que no dude en responder a su llamada. -¿Que sucede John? Estoy por llevar a Jake al último vagón. 

Le hice una señal a Jake para que aguerdaba mientras esperaba la respuesta de mi amigo. 

Intercomunicador.

-¿Que sucede John? Estoy por llevar a Jake al último vagón. 

-Necesito ir al vagon donde duermo...dormia... para recoger mis cosas y me gustaria hablar contigo si tienes un momento.- respondio John sin querer decir mucho más, ya que no sabía quien estaba escuchando.

Este era el adiós.

No sabía cuánto tiempo tardaría en volver a verle y, aunque le tuviera delante ya contaba los segundos para nuestro siguiente encuentro.- Si hace falta que estropee maquinaria del tren para reencontrarnos, lo haré.- Me veía capaz de ir dando taconazos a las piezas de ingeniería importantes, aquellas que más rápido necesita reparación aunque mi castigo por descubrir aquél acto de rebeldía fuera aún más duro que el de Briss.

Vocalicé un “Te quiero” mientras el guarda hablaba por el intercomunicador, sin estar demasiado pendiente de qué decían, imaginándome que sería un permiso para entrar de una zona u otra.

- Gracias, guarda. Tened cuidado.- Sonreí mientras me giraba sobre mis talones con el corazón encogido y recorría el camino que anteriormente había hecho acompañada para solventar los problemas que quedaban.

No se preocupe señorita. Le recomiendo lo mismo. Respondí a la despedida de Lyz, lo irónico es que si bien su llegada y su petición no habían llegado en momentos oportunos su despedida si lo hizo. Esperé a que saliera y me acerqué a Jake. -Confío en que puedas regresar solo. Le dije poniéndole la mano en el hombro como gesto de confianza. -No eres un prisionero o mucho menos alguien peligroso a quien tengan que escoltar. Añadí con un tono tranquilo y algo desgastado en mi voz. Todo lo que había sucedido me tenía cansado tanto emocional como fisicamente. Estaba por responderle a John cuando recordé los códigos que Jake tendría que ingresar y que no sabia, no quedándome otra opción que acompañarlo. -Ash, los códigos. A la final me tocará acompañarte. En marcha pues. 

Mientras espraba que Jake se pusiera a caminar le respondí a John. -Para ti siempre tengo tiempo. Como no tenerlo para la única persona que me había demostrado una amistad leal. -Voy a dejar a Jake y podemos encontrarnos allí. 

Nuestras miradas se cruzaron una última vez, esos ojos azules que me habían herizado el vello de la nuca, ese rostro angelical y perfecto, desaparecería ante mí en breves segundos y desconocía cuándo sería la próxima vez que la vería. Sólo de pensarlo se me partía el corazón en dos, fruncí el ceño por la tristeza e intenté mantener el tipo, aunque me costó lo indecible.

Mientras Henry hablaba por el intercomunicador, miré a Liz, leí en sus labios claramente, a lo que yo respondí en silencio "Te quiero" mis ojos suplicaban por arañar un segundo más y así estar con ella, pero sólo pude más que cerrar mis puños de frustración y dolor.

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La miré con ojos apagados una última vez y entonces me dió la espalda para alejarse, atesoré en mi memoria cada movimiento y gesto de su cuerpo, hasta que desapareció de mi vista, cerré los ojos por un instante y los abrí de nuevo cuando Henry habló.

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-Eh, por mí no te preocupes, si quieres darme los códigos, puedo ponerlos yo mismo-le dije con media sonrisa, sabía que eso era imposible, pero dada la situación de ambos de tristeza y amargura, un ligero toque de humor, quizás nos hiciera bien-Anda venga, que te necesitan-dije finalmente empezando a caminar por el vagón.

Intercomunicador

Mientras esperaba que Jake se pusiera a caminar le respondí a John. -Para ti siempre tengo tiempo. Como no tenerlo para la única persona que me había demostrado una amistad leal. -Voy a dejar a Jake y podemos encontrarnos allí. 

Ellos tenían razón, yo podía ser más útil mientras no se descubriera que los estaba ayudando, pero para eso debíamos hacer creible que ellos no llegaban a la zona de guardas por mi ayuda. -John golpéame. Deben creer que me atacaron, no puedo salir de aquí sin ningún rasguño. Es más, luego de golpearme debes esposarme , así podré seguir del otro lado sin que lo sospechen. Puse mi mano en el hombro de mi amigo para trasmitirle mi confianza.  -No te preocupes, no creo que haya nadie y si lo hay no nos escuchará, la puerta es lo suficientemente gruesa. 

-¿No te puedes dejar caer por algún lado y hacerte el incosciente?.- pregunto John con reticencias a golpear a su amigo. Henry no era como el pequeño aprendiz de soplapollas, le caia bien y aunque entendia que alguna marca de guerra tendria que presentar por si acaso, no le gustaba nada la idea de hacerle daño.

-Esta bien, ¿un directo a la mandibula te vale?.-pregunto intentando llegar a un acuerdo. Cuando logro el consenso se preparo y solto un buen golpe a su amigo, pero sin las mismas ganas que el anterior.

Despues miro a Olya.-Venga, este es el plan. Voy por mi bolsa y saco la ropa...salvo...ya sabes.... y metemos dentro todas las armas que podamos, despues pondre algo de ropa encima por si al volver alguien quiere revisar el contenido....No te preocupes, pondre encima lo mas guarro que tenga para repeler la necesidad de meter la mano dentro ¿De acuerdo?.- comento a la pierde niños.

Entrecierro los ojos con dolor ajeno cuando observo el derechazo que le mete John a Henry. Auch. Eso debe de doler. Sólo por cómo ha dejado a Roland me hago una idea de la fuerza que maneja el guardia, y es ahora cuando, sinceramente, me alegro de que esté de nuestro lado. Los dos.

.No te preocupes, pondre encima lo mas guarro que tenga para repeler la necesidad de meter la mano dentro ¿De acuerdo?

Asiento con la cabeza.

-Me parece bien. Pero... -miro hacia mi espalda, inquieta- Henry tiene la coartada de la hostia que le acabas de dar, y tú que vienes a por tu ropa. Pero... ¿y yo? ¿Cuál es la excusa para que os acompañe? Quizás debiera ponerme un uniforme de guardia también. -Carraspeo, incómoda- Vamos entrando, de todos modos. Lo hablamos conforme nos apropiemos de armas. Creo que me sentiré más elocuente con una pistola en la mano.

John iba a hacer una broma sobre lo de dejarle una pistola en la mano pero se mordio la lengua, iba a ser algo demasiado grosero...

- Puede decir que es mi churri y a venido a ayudarme...  Roger es el nuevo guardia que va a sustituirme y a vigilar que solo me lleve lo mio.-dijo John dedicandole un giño de ojo a Olya.-Pero no se tome su papel demasiado en serio, que aun no me he cambiado la ropa interior y se me mete mano igual se queda pegada.-Bromeó intentando relajar el ambiente.

-No se preocupe, si dice que esta conmigo nadie se atrevera ni a respirar cerca de usted.