Partida Rol por web

Cuando los Cazadores son conducidos al furgón policial pueden ver a un tipo con un chándal de colores chillones que está hablando con el oficial al mando de la operación mientras señala a Énone.

Para Cuddy esperan a una ambulancia paramédica que la saca esposada a una camilla camino del hospital, no sin antes ser cuidadosamente cacheada y desarmada por una oficial de policía que la acompaña en la ambulancia.

La situación ha dado un mal giro para los Cazadores. Suzie y Aiden están detenidos como sospechosos del asesinato de Alex Kent. La Daga de Miguel desapareció en algún momento de la misma forma misteriosa que apareció, por lo que la policía sólo tiene pruebas circunstanciales. El Cielo no podía permitir que una reliquia tan sagrada cayera en manos humanas. En cambio, el bate de la chica sí que es confiscado y guardado por la policía.

Énone lo tiene más difícil: se enfrenta a los cargos de posesión de arma blanca sin permiso y tráfico de drogas. Como no podía ser de otra manera algunos policías comentan algo de "yihadismo" y "mafia de narcotráfico", aunque nadie llega a decírselo a la cara.

Aiden y Énone son encerrados en la celda contigua a la de Suzie y allí pasan el resto de la noche. Por la mañana se les informa de que el inspector Foster hablará con ellos más tarde pero que tienen una visita.

Se trata de una mujer rubia con una acreditación de prensa colgando de la solapa de su traje-chaqueta en el que puede leerse el nombre de Laura Benham. Tirando de encanto y labia consigue que el policía que la acompaña le traiga una silla y la deje a solas con los detenidos. Se sienta observando a los tres que están al otro lado de los barrotes.

Por el amor de Dios, si eres un crío - dice mirando a Énone.

En cambio yo ya estoy crecidito, preciosa - se insinúa Aiden - ¿Quieres una exclusiva?

La mujer suspira y menea la cabeza - Lo siento guapito, pero juego para el otro equipo.

La mía es una liga totalmente distinta - insiste el íncubo. Sus iris emiten un fulgor rojizo sobrenatural que resquebraja la firmeza de la periodista y, lo que es peor, le hace olvidar a qué ha venido - Además, puedes traerte a tu novia si quieres...

Estaba bastante sucia y sufría un shock leve - dice una voz al otro lado de la cortinilla - Ya debería encontrarse mejor, aunque puede que todavía esté un poco mareada.

¿Le han hecho pruebas de tóxicos? - pregunta otra voz.

Negativo para todos los que podemos testar - replica la primera voz.

Gracias doctora. Una última pregunta ¿Han comprobado si se trata de una mujer?

Las auxiliares tuvieron que desvestirla para lavarla y puedo asegurarle que se trata de una mujer biológica ¿A qué viene esa pregunta?

Circunstancias del caso ¿Algo más que le parezca relevante?

No sé qué clase de vida lleva esa chica, pero tiene múltiples cicatrices de heridas defensivas en ambos brazos y por todo el cuerpo ¿Quién es?

Es lo que intento averiguar. Gracias, doctora.

Cuddy se incorpora en la camilla. Su mano izquierda está esposada a la barandilla de seguridad. En su brazo derecho hay insertado un catéter por el que le está entrando suero intravenoso.

La cortinilla de su cubículo y entra un hombre de aspecto cansado. Del interior de su chaqueta saca una placa de detective de la policía de Nueva York y se la muestra a Cuddy.

Buenos días, señorita. Soy el detective Robert Foster de la Policía de Nueva York - pone la silla de acompañante junto a la cabecera de la camilla antes de sentarse - Está detenida con cargos de intento de retención ilegal y agresión sexual en grado de tentativa contra la señorita Tamara Rogers. Sin embargo, dado que la señorita Rogers ha dado positivo en alcohol y alucinógenos lo suyo podría haberse quedado en una simple falta de alteración del orden público. Sin embargo se da la circunstancia de que según el portero de la discoteca Súcubo usted entró en compañía de Suzie Pierce y Aiden Tyson, ambos sospechosos del asesinato de Alexander Kent con la agravante de ocultación del cuerpo y del arma homicida, y de Énone Sohceht, detenido por posesión de arma blanca sin permiso y tráfico de drogas. La encontramos semi-inconsciente en los lavabos a causa de una descarga del táser de autodefensa de la señorita Rogers, quien estaba siendo retenida por la fuerza por la señorita Pierce.

Un auxiliar de enfermería trae un café para el inspector. El hombre hace rodar el vaso de cartón entre las manos para hacerlas entrar en calor - Aclarado esto ¿Puede decirme qué pasó allí anoche?...

Todo a mí. Todo me pasa a mí. No me podían meter en la comisaría como todo el mundo. Como soy del campamento, me discriminan, y aprovechan para hacer la de separarnos, porque a Suzie y a Énone también los discriminan. No nos cae bien la policía en el campamento, es instintivo. Ya se nos pasará cuando venga un policía a vivir, supongo.

Me cago en el cateter, en el suero intravenoso, en la ambulancia, en las leyes, y en todo, pero en silencio, con la mirada. Me enfada absolutamente todo lo que ha pasado, y me da todavía más tristeza, como que la tristeza está ahí aguantando por debajo de las costillas, como un apoyo de hielo para que el corazón pueda seguir botando con gran patetismo, hasta que un día se rompe y todo son disgustos.

Vinny, Cookie...

¡Y un churro! Me intenté levantar y me dolió un montón. Vino ella y me intentó violar a mi, y no soy la primera a la que se lo hace, pregunte por ahí si quiere, la chavala esta es re-in-ci-den-te. PopCorn me había dicho que si hablas así, es el mismo efecto que gritar, solo que no te pueden decir que no grites. Me quedé en silencio unos segundos, mirándolo con tristeza y rabia. Pero entonces comprendí que de hecho, él me acababa de dar más información de la que yo tenía, así que quizá había que ir de buenas... Va al revés, chato: ¿qué sabes tú? Porque yo estaba inconsciente. Entonces, a base de moverme con dolor, ya había calado un poco cuanto podía moverme, así que pude hacer la de acercarme lentamente para sonar seria. Todo lo que la camilla y el suero y las esposas y mierdens me permitía: ¿Qué estáis investigando? Tú lo sabes, ¿no, señor detective? Bueno, quizá no me salió tan bien lo de ir de buenas, así que de perdidos al río: suéltame y suelta a mis amigos o mis vecinos te queman la casa mientras yo soy la detenida más porculera de toda tu estirpe, te lo digo, te lo aviso, te lo cuento.

Nunca había pensado en como sería la casa de un detective. Quizá era algo que no podíamos quemar. Pero bueno, lo hecho, hecho está. Me hice la que no podía hablar porque me pillaba carraspera. Un... vas... d'agua... Y si me lo traían, también iba a pedir comida. Y si no, también. Comida....

Tienes derecho a hacer las dos cosas cuando te detienen. No sé si es ninguna ley. Es que con algunos maderos cuela, y algunos hasta te traen cosas sin pedir. café...

Y culminé intentando arrancarme el cateter. Solo por joder, eh, no por instinto de auto-lesión.

Énone se encontraba sentado junto a la pared, mirando alternativamente a Suzie y al suelo, sentía que la ansiedad se lo iba comiendo por dentro. El recuerdo de Maurice, el camello, con su ridículo chandal colorido, hablando y apuntándoles, se le repetía una y otra vez. Parecía que a todas luces este los había delatado o al menos les había jugado en contra. Y ahora había perdido la cimitarra sagrada. ¿Qué diría la orden cuando se enterase? Lo habían preparado para defenderse de las amenazas de la oscuridad... Pero nunca le habían hablado de los temas legales. Entonces Laura entró en escena.

Iba a contestarle cuando Aiden se adelantó. Énone miró preocupado a Suzie en busca de su guía, ¿Debían permitir que Aiden siguiera adelante? ¿Tendría un plan el incubo, o solo estaba sucumbiendo a su propia naturaleza?

- Mira, jovencita, a quien hace las preguntas soy yo y no me gustan las chulerías. He venido por las buenas, dándote el beneficio de la duda y la opción a explicarte, ya no solo porqué estabas allí tendida, sino porque podrías haber sido una testigo casual.

» A los cargos de intento de agresión sexual y privación de libertad en grado de tentativa contra la señorita Tamara Rogers, ahora debo sumarle la amenaza de un agente de la ley, junto con obstrucción a la justicia. Además de tenencia ilícita de armas entre su ropa. Señorita, no se haga la tonta, no es legal en este país ir con un puño americano ni con cuchillos encima. - Te miró en silencio como te hacías la víctima de golpe y negó con la cabeza, hasta que vio como comenzabas a arrancarte el catéter.

- ¡Enfermera! ¡Enfermera! - Gritó asomándose al pasillo. - ¡Se está arrancando la vía y autolesionándose! ¡Qué venga un médico! ¡La necesito atada a la cama antes de que se haga más daño!

Una enfermera entró y detrás suyo un doctor que pasaba por allí. No llevaba bata blanca, solo un bastón y quizás no hubiese sido buena idea cruzarte con ese hombre. - Cinco milagramos de midazolam intranasal. - Dijo el médico tendiendo su mano. La enfermera cargó la jeringuilla y el muy bruto te sujetó la cabeza para vaciarte el tranquilizante en la fosa nasal. - Ahora dejará de dar tanto por el culo y estará despierta para responder. - Le dijo al policía. - Átela a la cama y póngale una vía. No quisiera que acabase en mi planta. Y mande a un psiquiatra, le va a hacer falta.

- Gracias doctor... - Dijo el policía tendiéndole la mano.

- No importa. - Respondió seco. - Lo que sí importa, es que ustedes siempre vienen de dos en dos... - El médico sonrió con malicia. - Creo que ya sé donde se dejó a su compañero. - Y con esas palabras y contigo casi sin poder moverte por los calmantes, no te quedó más remedio que ver como te ataban a la cama y te volvían a poner la vía. El médico asomó la cabeza por la puerta de nuevo. - Enfermera, ya que no va a poder levantarse para ir al baño, creo que será mejor que la sonden. - Te miró a los ojos. - No veas lo que vas a disfrutar con eso. - Y os dejó a solas, al policía y a ti. - Y yo con mi cita... - Se sonrió y no pudiste creerte con quien había quedado: la borracha que estaba junto a la discoteca Súcubo. Aquella otra cazadora.

Mientras el policía hacía una llamada. - Sí, quiero aquí al CSI ahora mismo, antes de que contaminen más todo. Han lavado a la detenida y la mitad de las pruebas estarán en el sumidero. Las otras las tiene en su ropa y en su cuerpo, eso si no les ha dado por poner la lavadora también... y los quiero aquí ya.

Colgó y miró a Cuddy. - ¿Y bien? Creo que tienes algo que contarme.

- Tranquilo, Ènone. De una forma o de otra saldremos de esta. Seguro que Cuddy está bien, es una superviviente nata.- Le espeté a nuestro joven compañero, consciente de que no era una mentira per se, peor que era como una primera rueda dentada en torno a la que había que girar para encontrar una posible salida. Seguía sin saber qué había pasado en el retrete de mujeres, peor aquel no era el puñetero lugar para discutirlo, había vigilantes y cámaras por doquier, así que tocaba esperar. al menos hasta que mi desesperación me impidiese seguir siendo cauta.

 En aquel momento poco más era que una cáscara en cuyo interior se debatían la consciencia de Suzie y una Liel tan estoica como enervante. Una quería salir de allí cuanto antes, arrastrando con ella a sus compañeros, arrastrándolos al hospital para ver a Cuddy, la otra se preocupaba por una daga celestial desaparecida y la interrupción de su labor divina.

Cuando la periodista irrumpió en escena, no estaba para numeritos ni confesiones, miré al elegido dándole a entender que era mejor no hablar con ella mientras nuestro compañero infernal comenzaba a levantar el telón de su circo de seducción y lujuria. Sabía que Liel se derretía por él en algunos momentos, pero viéndolo actuar, ahora me hacía pensar que a fin de cuentas solo estaba un nivel por debajo de la zafiedad del tipo al que nos habíamos cargado. O puede que ni eso, peor que nunca le hubiese visto los cuernos.

Mi espíritu me pedía dejarle hacer, por mucho que no terminasen de gustarme sus métodos ¿A quién le gusta ser engañado y abierto de piernas a traición? Tuve que recordarle a Liel que no, que aquella no era una invitación para que nos imaginase en la cama con la reportera.
 

Aiden sonríe al ver la mirada embotada de la mujer y aún más al darse cuenta de que sus compañeros no van a "cortarle el rollo".

Bien, encanto - dice el íncubo - Quiero que contestes a todas mis preguntas con la verdad ¿Quién eres?

Soy Laura Benham, periodista de investigación freelance. - Su voz suena algo arrastrada, como si estuviera medio borracha.

¿Cómo sabes de nosotros?

Vengo desde California siguiendo a Scarlett Van Helsing. Os vi ojear la entrada de la Súcubo con ella y supuse que os dedicáis a lo mismo que ella. Cuando se marchó pensé que os había dejado a vosotros el campo libre.

¿Y a qué crees que se dedica ella?

A cazar demonios.

¿Qué quieres de nosotros?

Quiero ayudaros. Puedo conseguiros a una buena abogada que os saque de aquí mañana para que sigáis la investigación. A cambio quiero saber qué ocurrió de verdad en la Súcubo.

Aiden mira de reojo a Liel y a Énone por si ellos quieren añadir alguna pregunta.

¿De verdad eres bollera? - la mujer arruga el ceño al escuchar la pregunta.

Esa palabra me repugna pero sí, soy lesbiana. Mi mujer es profesora en Thirteen Pines.

Pero ¿sois bolleras bolleras o bisexuales?

Ambas somos lesbianas.

Qué interesante...

Llegados a este punto está más que claro que Aiden se está dejando llevar por su parte infernal. De no ser porque tiene que mantener el contacto visual con la mujer se la estaría comiendo con la mirada...

—¿Qué sabes de nuestra amiga, la que venía con nosotros? —Énone soltó sin poder aguantarse más. Miró a Suzie cómo pidiéndole perdón por no mantener la compostura ante la adversidad. Ni siquiera sabía si le iba a responder, pero ya que ya estaba respondiendo todo bien podía intentarlo y por lo visto Aiden estaba yéndose por otro lado. 

Noté la incomodidad en la mirada de Ènone pero la verdad es que poco más podíamos hacer ahora mismo, el plan de la rubia no sonaba tan mal, a fin de cuentas no teníamos a nadie con medios como para mandarnos a un abogado o pagar nuestras fianzas, bienvenidos a nuestro lado de la acera.

Miré de reojo a Aiden cuando continuó su descenso por su lubricado tobogán de lubricidad de publicación porno, volviendo a preguntarme qué coño podía ver la cauta Liel en aquel elemento. 

Aun así había un zumbido de fondo, lo que Benham nos ofrecía era demasiado bueno como para no venir con una contrapartida, a ver si con su respuesta sobre la van Helsing podíamos ver qué trataba de conseguir ella. Por lo pronto seguro que lo que nos pedía no iba a hacer que aquella otra cazadora nos tuviese en más estima.

- ¿Qué ocurrió de verdad en la Súcubo? Esa es buena, y nos encantará descubrirlo para ti, sin duda, solo espero que tu amiga morena no nos odie por comulgar contigo. Nada, como si la conociéramos tanto... Sácanos de aquí y seguiremos todos currando del mismo lado, word.

A eso de que no le gustaban las chulerías y que él hacía las preguntas le respondí ¿Ah, sí? Con toda la cara de chula que pude. Lo de tenencia ilícita de armas... Son mis cosas de chica, porque me intentan violar y a la policía le da igual,¡ilícito es que las tengas tú, pervertido! El midazolam me asustaba un poco, porque como no es algo que tome o haya mencionado PopCorn, no sé qué es. Pero lo descubriré rápidamente: sedante. brutos de mierda... igualmente me cayó bien el cojo, quizá porque era muy guapo, quizá porque me daba drogas gratis. pásalo bien...

JO-DER. Qué bien me sentía. Fue como si nunca en mi vida hubiera tenido contracturas. Joderle la noche al madero se me hacía muy apetecible. Además... por mucho que dijera que yo estaba acusada de esto y de lo otro, no se sabía mi nombre ni donde vivo... así que en realidad me daba un poco igual. Hay que vivir escapándose de la policía, es lo que hay... así que al menos pasémosla bien mientras te drogan y te atan a la cama y te sondan, ¿no? Tenía el cuerpo suaaavee ¿Qué han contaminado, Robert? ¿Y qué mierda tan buena me ha dado el señor cojo, Bob? ¿Por qué no puedes ser más como él, Foster? ¿Tú no tienes citas, Detective? Yo tampoco, es que me dan miedo. Menos que tú, eso sí. Estaba desvariando un poco, tragué saliva y me controlé para no soltar nada en un despiste. El cuerpo lleno de gusteras. Joder, cuanta droga inesperada en una sola noche. 

Me costaba surfear ese estado, en vez de que la ola se me tragara. Pero ahí estaba: trátame como a una igual... ¿qué sabes tú? Me puse a tararear:

Estaba muy a gustito. Pero también muy cansada. Ya me había encariñado un poco con el detective. Un vasito de agua, por favor... Esta vez era verdad.

Entonces se me fue la cabeza a otro lado: PopCorn. ¡Ella tenía que desayunar probablemente pronto! Suéltameee... PopCorn... desayuno... Intenté ponerme violenta, pero solo le di placer al aire. Y sonreí, claro. Me caes bien, Robert. 

Mientras hablabais a la periodista, Aiden se soltó el pantalón y se sacó el miembro. Estaba endurecido, como el metal de los barrotes de las celdas. Su cabeza brillaba levemente y las venas se le marcaban. Era grande sin ser enorme, era grueso sin asustar. Simplemente era perfecto para quien lo viese.

- ¿De verdad que prefieres hacer la tijera a esto? - Dijo el incubo mientras se tocaba. - ¿No te apetece dejar el micrófono ese y venir a por este otro? Te está esperando... seguro que hace tanto que no tienes una como esta tan cerca y tan a mano que estás deseando probarla. ¿Me equivoco?

El incubo no perdía el contacto visual con Laura. Estaba seguro de que iba a lograr su propósito y si no, podría tentar al ángel. Seguramente sería más divertido que la lesbiana. ¿Qué pensarían los de arriba si la viesen de rodillas ante Aiden? Esa idea se le empezaba a antojar ya no como una fantasía, sino como una realidad y no tenía a Suzie tan lejos.

- ¿De Scarlett? Ya os he contado casi todo lo que sé... salvo que se fue de Thirteen Pines lo hizo con el corazón roto y dudo que tenga ganas de volver por allí ni de volver a ver a Jim. - Respondió la periodista a Énone para luego caer en "la otra" chica. - ¿Uh? Espera... ¿os referís a la que entró con vosotros en la discoteca? Se la llevó una ambulancia. No sé más. Solo que tres para preguntar son mejor que una y más cuando sabes colarte en los calabozos de una comisaría.

Las palabras de Liel, para Laura Suzie, le hicieron sonreír. - Bien, veo que vamos por el buen camino... pero necesitaré la conformidad de todos los presentes para poder fiarme y aún así no me fiaré. Si sois como Scarlett me daréis esquinazo enseguida y me costará volver a dar con vosotros.

En ese momento Aiden, que se había dejado llevar por sus impulsos, comenzó a estropearlo todo no solo con sus comentarios, sino con sus gestos y su exhibicionismo. En cambio Laura no puso cara de asco, curiosamente ladeó la cabeza, como si se pensara realmente hacer lo que el incubo pedía.

- Bueno, sigue así, añadiendo más cosas para tu lista de antecedentes, juicio rápido y condena. ¿No sabías eso? - Robert sonrió. - Que nos insulten, como se suele decir, va en el sueldo, pero cuando el comportamiento es como el tuyo, tenemos jueces a los que no les importa que les molestemos para celebrar un juicio rápido y con lo que tengo tienes para estar un tiempo entre rejas...

Pronto vio como se te iba la olla y apareció la enfermera con la sonda invitándole a salir. Ya atada, poco podías hacer más que aguantarte con que te sondasen, nada agradable por cierto.

En el pasillo oíste al policía llamar al médico cojo de un grito. - ¡¿Se puede saber que le ha puesto?! - Exclamó el policía. - ¡Actúa como si estuviese drogada! - Las enfermeras le mandaron callar, pero el doctor también respondió a gritos.

- ¡Un sedante! ¡De pasarme con la dosis se quedaría dormida, en coma o moriría! ¡Si no le pasa ninguna de esas cosas, es cuento, indicativo de enfermedad mental o que se piensa que es una droga real y su cuerpo reacciona como tal! ¡Si tiene más dudas, no me llame! ¡Esta noche tengo doble turno! - Y se agarró con fuerza a Scarlett y la enfermera salió de la habitación y entró Robert de nuevo.

Mientras entraba te escuchó pedir agua. Sobre la mesilla había una botella pequeña de agua, te la abrió y te puso la botella a tu alcance, para que bebieras. Entonces se te escapó lo de Popcorn. Robert hizo oídos sordos. - Tienes derecho a una llamada si es que no quieres hablar. Más que nada porque yo no estaré aquí demasiado tiempo, el justo hasta que vengan los del laboratorio a procesar y recoger pruebas y alguien tendrá que darte el desayuno y traerte ropa, porque esa se va directa al laboratorio.

¿En serio? Ahora si que iba a lamentar no tener a mano la daga divina que se había volatilizado en el baño... O mi bate, poco más daba, cualquier cosa con tal de llamar al orden a aquel puto salido. Liel se retorcía en el asiento trasero, realmente le estaba afectando aquel numerito de mierda?

- Laura, cariño... Recuerda a tu esposa, pasa del cuernecitos este...- Estaba segura que un simple reclamo hablado no iba a funcionar pero necesitaba ganar tiempo.

Me concentré tratando de recordar aquel truquito que Liel me había enseñado, sie lla estaba dentro mía y estábamos deacuerdo, tenía que poder hacerlo, creo... Solo tenía que mirar a Ènone y...

- Ènone, deberíamso tratar de parar al infernal de las pelotas...

Seguía concentrándome, tratando de visualizarme en la celda de al lado, junto al elegido.

Señor juez, las adolescentes me faltan el respeto... 

El cojo guapo decía que yo podía estar loca (cierto) o sugestionada (supongo que también cierto), peeero me daba igual, porque era agradable. Por mucho que Bob estuviera diciendo juicio rápido y esto y lo otro, yo sentía que inmóvil en esa cama no me podía pasar nada malo...

Y entonces vino la sonda. Eh, eh, que hace un rato me intentaron violar. ¡Eh! ¡EEEEEH!

¡Pensé que érais mis amigas, drogas! Lloré durante todo el proceso, y luego seguí llorando. A la enfermera la miré fatal, y le dije traidora por lo bajini. Me dolía no solo el cuerpo, sino tenerlo. ¿El desayuno? ¿Qué hora es? Esas preguntas no eran por joder. Es que si ya era la hora de desayunar, PopCorn debería estar ya levantada, y debería estar arreglándola... así que sí, necesitaba hacer una llamada para que alguien se encargara de PopCorn hasta que me soltasen. Tiempo Muerto. De verdad necesito hacer una llamada. Para que levanten a mi abuela de la cama, y le den de comer. No se puede mover. No me di cuenta de la ironía hasta que lo dije. No aproveches para rastrear ni mierdas, juega limpio. Me di cuenta de que no lo iba a hacer. Seguro que aprovechaba. Pero es que si no... Quizá pensaban que nos habíamos ido a pasear muy de mañana, y nadie oía los gritos de PopCorn, y se meaba encima, y... De verdad necesitaba hacer esa llamada. Simplemente esa ya la tenían ganada. 

Lo odié más que nunca. ¿Quieres que te diga la verdad? Yo te digo la verdad: Te Odio. Tú te crees mejor que nosotros, Detective Robert Foster, porque te manda uno más rico y más mafioso que tú. Pero eres un hombre blanco amargado que va a por las mujeres pobres y los negros. ¿Cómo terminaste así? ¿Mami no te quiso, y luego tuviste problemas para relacionarte con las mujeres a las que no puedes dar órdenes, así que tu trabajo es tu refugio? Aspiré mis mocos. Yo estaré inmovilizada a la cama, pero tú nunca serás tan libre como yo, ni que me mandes a la cárcel. Ya vas a ver como me escapo. Me había puesto a llorar lágrimas muy calientes y saladas, pero recién me daba cuenta. No tiene sentido que te manden a ti, señor detective, por una mierda de pelea de discoteca, y estás tan desesperado por rascar algo de información como para torturar a una adolescente que estaba inconsciente en el suelo. ¿Qué coño pasa?

En realidad ya no quería que me dijera eso, estaba haciendo todo lo posible por regatear otra cosa: No rastrees la llamada. Gracias por el agua.

Robert guardó con cuidado su móvil. Ahora era una prueba más pues tenía las huellas de Cuddy a parte de su ADN pues al hablar, siempre soltamos gotitas de saliva. Quizás no sirviese para nada. Pero cuando dijiste aquello de: Y gracias por el agua. - Robert recordó la botella y la cogió. Ahí si que había ADN.

- Creo que ya sabe que sí voy a investigar y localizar ese número. - Te dijo en tono serio, evitando o más bien pasando de tus intentos de humillarle. - Y no, no investigo una pelea, sino un asesinato y un intento de homicidio más. En cuanto a mi opinión sobre usted, mejor me la guardo. - Se abrió la chaqueta y viste un micro. - Desde su comportamiento cuando fue recogida por los sanitarios, sabía que nos daría problemas. Así que se gestionó todo para que esta entrevista fuese grabada y se pudiese usar en un juicio si había algo útil en ella y vaya que si lo hay.

En ese momento llegaron los CSI. - La bañaron antes de ponerle el pijama y meterla en la cama. Aún así haced un raspado bajo las uñas y coger un poco de pelo para hacer una prueba de tóxicos y sacar ADN para contrastarlo con el que llevaré yo ahora. Si os deja, sacadle las huellas. Si no os deja, pedid que la seden. Os ahorrará mucho dolor de cabeza. Sus cosas están ahí, incluidas las armas que portaba. Yo me vuelvo a la comisaría, tengo nuevas pruebas por las que seguir investigando.

Robert te miró. - Disfruta de tu estancia, porque cuando te den el alta, la cama no será tan cómoda.

Salió de la habitación, dejando trabajar a los hombres enfundados en aquellos trajes blancos y con guantes de latex que parecía que estaban en un lugar donde podían coger cualquier enfermedad que buscar pruebas de nada. La voz de Robert te llegó claramente.

- Quiero que os quedéis aquí en la puerta los dos. Podéis repartiros el tiempo de pie de cada uno, pero nada de dejar la puerta sin custodia. Tiene amigos a parte de los que cogimos y no sé si lo que dijo por teléfono fue algo en clave o fue verdad. Andaros con ojo.

Y con esto Robert dejó el hospital y a ti sola con aquellos hombres que ni te miraban. Empaquetaban tus cosas sacándoles fotos primero antes de guardarlas en bolsas de pruebas, que iban marcando hasta que terminaron y llegaron a ti.

Del agente del CSI a penas le veías el color de piel del rostro y sus bonitos ojos verdes. El hombre se acercó a ti. - Mientras mi compañera termina con sus cosas, voy a hacerle un examen externo. No se preocupe, mi parte es la menos incómoda. Luego se quedará mi compañera con una enfermera y sacará imágenes de esas marcas que dicen que tiene en el cuerpo. - Te explicó con calma el afroamericano.

- Necesito que se siente. Quizás, después de limpiarla, se hayan dejado algo en su cabello y lo quiero recoger con este peine. Como verá no es nada peligroso. Luego necesitaré un cabello suyo, una muestra de ADN y hacer el raspado de uñas. Suena mal, pero es indoloro. Simplemente es pasar una pieza de metal bajo la uña y sacar lo que tenga debajo de ella. - Te siguió explicando con calma. - Si se sienta, podemos empezar.

—¡Ya basta!— Énone había dejado su moralidad al lado por mucho tiempo, se había auto convencido de que era más importante salir de ahí, pero ya no podía soportarlo más. Las palabras de Suzie fueron el detonante que el elegido necesitaba para actuar. Se levantó de un salto y, empujando firmemente a Aiden hacía atrás,  se  interpuso entre la periodista y el miembro de Aiden. Digo... se interpuso entre la periodista y el incubo. No sabía si daría resultado, sospechaba que era suficiente con romper el contacto visual y si no cruzaba los dedos para que el empujón rompiese si concentración—, ¡Ya dijo que nos iba a ayudar!

MIró a Suzie, algo en el fondo de sus ojos le preocupó, si ella caía bajo el embrujó del demonio quien sabe que podría pasar. Mas apenas sus ojos se cruzaron con los de ella sintió un jalón en su espíritu y...

Suzie se transportó a la celda contigua ante los ojos de la periodista que no había visto nada igual. En ese momento Énone empujó al incubo quien fue a parar contra el cuerpo de Suzie, alejándose de las rejas y de la periodista. Aiden se giró y miró al ángel a los ojos.

En ese momento alguien entró en las celdas, gritando como un loco. - ¿¡PERO QUIÉN HA SIDO EL CAPULLO QUE LA HA DEJADO PASAR!? ¡CUÁNDO ME ENTERE SE QUEDARÁ UN JODIDO MES EN SU PUTA CASA! - Por los pasos que se oían entre las palabras y palabrotas, el hombre no venía solo.

Cuando llegó delante vuestra le pudisteis ver bien, alto, ancho de hombros, vestido de traje. En su cabeza no había ni un puñetero pelo y una fea cicatriz resaltaba en su rostro junto a su ojo izquierdo. El hombre miró a la periodista. Sin presentarse, sin dejarla hablar y menos aún sin presentarse él mismo ni saludar, le dio órdenes a los agentes que le acompañaban.

- ¡SACADLA DE AQUÍ! ¡QUIERO QUE LA FICHÉIS POR ENTORPECER UNA JODIDA INVESTIGACIÓN EN CURSO Y COLARSE EN LAS CELDAS DONDE TENEMOS A LOS PRESOS! ¡LUEGO LA LLEVÁIS A UNA PUTA SALA DE INTERROGATORIOS Y SI NADIE ES CAPAZ DE SONSACARLA COMO ENTRÓ AQUÍ, ME AVISÁIS! ¡TÚ Y TÚ, AQUÍ! - Le gritó a dos agentes más y miró la celda mientras que Laura era arrastrada por los policías al exterior de aquel lugar.

- Pero que... ¿alguno tiene una extensible?* - Un agente le dio la defensa, el hombre movió el brazo y esta se extendió. Después se acercó a los barrotes, metió el brazo y sacudió con la extensible de metal al incubo en su erecto miembro. Aiden se llevó las manos a los genitales, gritando de dolor y el hombre le devolvió la defensa al agente que le acompañaba.

- ¿Qué cojones pasa aquí? - Preguntó a los dos hombres. - ¿Quién coño ha metido a los hombres con la mujer? ¿Acaso habéis perdido la jodida cabeza? ¡En cuanto salga el culpable de esto me lo crujo! - Volvió a miraros a los tres y sacó una linterna. Primero miró a Suzie, que era quien le pillaba más cerca. Alumbró con la linterna su rostro sus manos, su ropa. Luego pasó a Aiden, pero como seguía doblado en el suelo, se lo saltó y observó a Énone.

- ¿Quién tiene sus fichas? ¿Ya salió algo en el AFIS? - Preguntó a sus hombres más calmado.

- Lo siento señor, los metieron del tirón en las celdas. No nos dejaron hacer nada. - Respondió un agente con voz temblorosa.

- ¿¡ME ESTÁIS DICIENDO QUE NO ESTÁN NI FICHADOS!? ¡¿QUIÉN ES EL SUBNORMAL QUE ESTÁ LLEVANDO EL CASO?! NO ME LO DIGÁIS... FOSTER. - El hombre miró al incubo. - ¡Venga! ¡Levanta! ¡No tengo toda la puta noche! ¡Gírate que te vea bien! - Aiden se giró con las manos en sus genitales y el hombre le alumbró con la linterna. - ¡La mujer! ¡Llevadla a que la fichen y que baje alguien a por los otros dos para lo mismo! ¡Luego os la lleváis al laboratorio y que la procesen empezando por la puta ropa! ¡Y luego la quiero en una celda SIN hombres con ella! ¿Entendido?

El hombre miró a Suzie. - Soy el sargento Peterson, encargado de homicidios. Pero si quiere presentar una denuncia contra este tipo, me encargaré de que una agente la atienda. - Se diría que había cambiado la voz al hablar con Suzie sobre aquel tema en concreto, pero eso le duró poco.

- ¡Y vosotros dos que cojones hacéis ahí mirando! ¡Queréis llevárosla de una puta vez y empezar a ganaros el jodido sueldo! - De la chaqueta se sacó un paquete de chicles de menta y se metió uno en la boca. Por la etiqueta llevaban nicotina, por lo que debía estar tratando de dejar de fumar.