Partida Rol por web

Laura observaba todo, no tomaba notas, había puesto su móvil a grabar con disimulo mientras pensaba en la exclusiva que tenía, aunque el carácter de la amargada Scarlett no le gustaba nada, sabía parte de los motivos y se lo había contado a los chicos en la celda, cuando fue interrogada por el incubo antes de que este se desmadrase del todo.

Agachó la cabeza cuando Scarlett le dijo lo de su novia. Era cierto que la había salvado de una muerte segura, pero una exclusiva de ese calibre... merecía la pena. - Y una mierda me voy a ir, Scarlett. Me voy a pegar al culo de estos chicos y descubriré todo. Me lo deben, he sido yo quien les ha sacado de la cárcel. Quizás quien debería irse eres tú, con tus aires de grandeza y tu problema con la bebida después de que Jim te diese aquella sonora patada en el culo. Tuvo que doler, ¿verdad? Sí, y aún te duele, lo veo en tus ojos.

La reportera pasó entonces de la cazadora y os miró a los tres. - Anacleto, ¿verdad? Estoy lista para conocerle. - Dijo animada a seguir con vosotros todo el tiempo, pasando de las advertencias de Scarlett y de lo que pudieseis decir. Ya os había comprado al pagar vuestra fianza, erais suyos os gustase o no.

- Al carajo...- La bronca de una y la displicencia de la otra habían terminado por hincharme los ovarios (Que debería proteger en esta misión más de lo que los había protegido hasta entonces. - Pues si, vamos a ver qué nos cuenta Anacleto, peor si no te importa, cariño, vamos a hacer esto por nuestra cuenta y hablamos a la vuelta. te quiero mucho, peor veo que tus novias tienden a caer en peligros de mucho cuidado.- Le guiñé un ojo a Laura y me dispuse a agarrar a Cuddy y Ènone sin casi darles tiempo a reaccionar pidiéndole a Liel que por favor tomase el volante e hiciese ese truco tan molón de la dislocación, mientras los arrastraba hacia los baños con la esperanza de que no nos viesen.
 

Aun así la tensión general me mordió el culo para decirme que algo no había ido como debía... No íbamos a abrir los ojos en el mercado que comentaba Cuddy...

Tras dejar a Laura y Scarlett discutiendo el grupo de cazadores se aparta de la vista para que Liel pueda llevarse a sus compañeros al espacio entre mundos. Sin embargo llevar consigo a los dos humanos, cuyas esencias son incompatibles con este lugar, supone un pesado lastre para Liel.

La trampa mágica se activa al detectar la cercanía del ángel. De haber viajado sola, Liel no habría tenido problemas en evitar su atracción, pero Cuddy y Énone le impiden superar esa atracción y los tres acaban volviendo al mundo humano en un lugar totalmente inesperado.

La celda huele a humedad y desechos. Quien la construyó debió aprovechar un espacio en las alcantarillas. El círculo ritual que los ha arrojado aquí permanece inactivo en el techo, impidiendo que incluso Liel pueda escapar sola a menos que encuentre la forma de romperlo. La puerta es de sólido acero y tiene un pequeño ventanuco corredero. No pasa mucho tiempo hasta que éste se abre y la nerviosa mirada de Anacleto observa a sus inesperados visitantes.

Vaya, vaya, vaya - dice chasqueando la lengua - Así que intentando sorprender al pobre e indefenso Anacleto - chasquea la lengua - ¿Qué debería hacer con vosotros? ¿Hago entrar a un devorador de almas? ¿Eh? - sus ojos de comadreja se fijan entonces en Cuddy - Oh, Cuddy. Si querías verme sólo tenías que pasar por el parque ¿Qué pasará si le cuento a PopCorn que has entrado en mi casa sin permiso? Y además trayendo a invitados desconocidos. Muy mal, Cuddy. Muy mal. Te has portado como una chica mala y a las chicas malas les pasan cosas malas...

Tanto me sumé al barullo, que no recuerdo tan tan bien a favor o en contra de quien estaba. Pero estaba haciendo algo muy contradictorio: ¡Calma! ¡No os burchéis tanto! ¡QUE OS CALMÉIS!

Pero ya era tarde. Y además no había tiempo. ¿Ni espacio? Ehm... ¿Suzie? ¿Liel? O a lo meojor... ¿Énone? ¿Habéis sobrevivido? Os quiero mucho.

Habría vomitado o algo, pero tenía el cuerpo tan destemplado que no me daba ni pa eso. Así que tardé los segundos que me hicieron falta para situarme, levantarme, estirarme, petarme algunos huesos a base de estiramientos, respirar, y volver a empezar. Ah, y puse cara de señorita ofendida, que es con la nariz como hacia arriba. Esta me la había contado Miriam: las chicas buenas van al cielo, y las malas a todos lados. ¿Qué dirá Miriam cuando sepa que tienes adolescentes encerradas en la alcantarilla? Por cierto, hoy le he pedido que cuide a PopCorn, ¿te han dicho algo? Observé los barrotes y el círculo en el techo, y le di golpecitos con la uña al metal, para ver a qué sonaba. Luego hice lo mismo con las paredes. Te debe haber costado bastante construir esto, ¿no? A ver si le doy con esto a qué suena...

Me puse los puños americanos y repetí el proceso con delicadeza. ¡Anda! Así suena más fuerte, como una campanita...

Seguí investigando el escape room como una chica mala...

Sentir el tirón de Suzie había los baños y coger el periódico y su bolso fue todo un movimiento y, antes de que pudiera pensar en que es lo que estaba pasando ya estaba otra vez en la oscuridad. Un hombre los miraba desde arriba, el tal Anacleto, por lo que Cuddy había mencionado. 

—Creo que estoy bien, sólo que muy mojado... Nuevamente 

Énone se puso de pie, había aparecido mal y había terminado de culo en el suelo. Su pie chocó con su bolso y recogiéndolo se aseguró de coger el mango de la espada. Por si acaso.

Algo le decía que esto no iba a terminar en batalla. La gente a la que Cuddy se acercaba solía ser estrambótica y un poco bizarra, pero no solían ser gente mala. Según Cuddy al menos. 

—Sr... Anacleto ¿Verdad? No venimos a causarle problemas, si no a tratar de solucionar algunos más grandes. Si nos deja salir podemos explicárselo tranquilamente.

Me arrepentí de lo que había hecho tan pronto como el espacio entre los mundos se desplegó y replegó en torno nuestra, pero, fuésemos a donde fuésemos, al menos me podría libar de la presión que me causaba el sufrir el continuo goteo de reprimendas de Scarlett y el decidir qué hacer sobre el tema de la periodista. Incluso la celda en la que aparecimos me pareció un lugar mejor que el garito de Vainilla, al menos por unos pocos segundos, antes de darme cuenta de que Liel se había replegado, volviendo a dejarme al volante mientras gritaba en el asiento trasero, dejándome con una migraña incipiente.

No seáis portadoras de ángeles, fácilmente follables (Espiritualmente hablando) si sufrís migraña crónica. Consejo de amiga. De nada.   

Así que, aparentemente habíamos terminado donde quería, peor al otro lado de un muro y una puerta enrejada, diablos, Anacleto debía estar más metido en la mierda de lo que pensaba.

Miré a Ènone, casi disculpándome de haberle traído, y de haberlo hecho de culo, pero supongo que nuestra vida era así. Puede que la otra cazadora tuviese razón en todas sus recriminaciones y estuviese jodiendo a mis compañeros, pero para broncas y malestar ya tenía malos despertares y un espejo mugriento en mi cuchitril.

A la que ya no tenía era a mi hermana, la única capaz de hacer que dejase de darme de cabezazos contra la pared hasta hacerme sangre. A veces me parecía que Ènone me miraba como si fuese algún tipo de guía, ¿Cómo podía decirle que no lo hiciese? Por su propio bien.

Dejé que Cuddy y el "elegido" revisasen la situación mientras trataba de poner mi mierda en orden.

La celda está bien construida y tanto las paredes como la puerta son muy sólidas. Sin embargo, al tantear los alrededores de la ventana se desprende un poco de arenilla. El mortero de esta zona está algo agrietado y si los tres aúnan esfuerzos podría ser posible arrancar la reja y salir al exterior.

Sin embargo está el peligro del círculo. De ser ciertos los rumores que circulan sobre Anacleto, ese complejo círculo puede utilizarse tanto para atrapar visitantes no deseados como para traer criaturas de otros planos para que hagan el trabajo sucio de Anacleto.

Al acercarse a la puerta Cuddy descubre que Anacleto lleva unos gruesos guantes de goma, lo que le lleva a fijarse en un tenue zumbido que emana de la puerta metálica, lo que le lleva a concluir que está electrificada.

La boca de Anacleto se tuerce en una mueca de suficiencia. Cuddy no debe ser la primera que busca la forma de escapar de su trampa perfecta.

Yo también siento curiosidad - le responde a Cuddy - ¿Qué dirá Míriam cuando descubra que te vas colando en casas ajenas? ¿Eh? ¿Y si la llamas y lo descubrimos? - Es un mal asunto para Cuddy. La casa de uno es de de las pocas cosas que se respetan a rajatabla en el campamento.

Por su parte, Énone parece conseguir calmar un poco al hombre - ¿Ves, Cuddy? Hablar con un poco de educación no cuesta nada - luego se vuelve hacia el chico árabe - Pues verás, muchacho. Pese a lo que nuestra amiga está diciendo no tengo por costumbre encerrar a la gente porque sí. Así que si queréis salir tendréis que enseñarme vuestras armas, decirme quién o qué sois y cómo habéis hecho para intentar entrar en mi casa...

El chico mira a sus compañeros, sobretodo a Suzie, como pidiéndoles permiso. Dió un paso adelante. Inevitablemente recordó aquella vez que tuvo que presentarse frente a toda la hermandad que lo había entrenado. Que justo después de eso lo hubieran fustigado a latigazos no ayudaba mucho a la experiencia.

—Mi nombre señor, es Énone Sohceht. Y si estamos aquí es porque estamos buscando la manera de detener a aquella bestia inmunda que vive debajo de la discoteca Sucubo, queríamos entrar por la puerta, pero por un error terminamos entrando por detrás —lo miró a los ojos viendo que expresión ponía al mencionar su misión—, Cuddy cree que usted puede ayudarnos, que en su gran sabiduría, puede darnos una pista para acabar con aquel mal. Confío en Cuddy y por ende confío en usted así que...

Enone sacó la mano de dentro del bolso mostrando la cimitarra negra que llevaba afirmada. El acero meteórico brillaba bajó la luz que entraba por la apertura por la que Anacleto los miraba. Habría sido una visión solemne si no fuera por el par de calcetines que habían quedado enganchados en su empuñadura. 

- Yo soy Suzie, un gran dolor de culo.- Mientras decía aquello, mis temblorosas manos, aun agitadas por el berrido de Liel, extrajeron el bate de beisbol pequeño del interior de la sudadera, donde  había logrado camuflarlo como si de una hernia lorzal se tratara. No cité a mi acompañante porque, a fin de cuentas, no es que estuviese muy presente en aquel momento, y si descubres tus armas, has de asegurarte de tener otro as en la manga. Miré a Ènone, afirmando, todo estaba bien... Por ahora.

Todo el mundo me dice lo que tengo que hcer, no hay remedio. Miré mal a Anacleto, pero dejé hablar a Énone, que es educado. Y hasta añadí un pff... de ofendidita. Yo soy Cuddy Cuddle, buen señor. Tanto me acostumbré a las hostias que hasta mi buena educación sienta como una hostia.

Ya te sabes mis armas y ya sabes que no te las doy, pero te las muestro. Y lo hice con movimientos bruscos y secos, muy en su cara. Y si hubiéramos podido preguntar habríamos preguntado antes. Inflé los mofletes. Es más como aquella vez que probé el ácido y me metí en casa de Chú-chú. Pero sin ácido. Y con problemas. Y en tu casa. Buen señor.

Y yo me puse a calcular. En realidad sí iba a darle mis armas. Si no se quedaría la de Énone seguro, o le haría preguntas a Suzie, o lo que sea. Y quizá puedo recuperarlas luego de Anacleto... Pero el cuchillo de Vinny no se lo puedo dar... Hablé muy rápido, intentando pillarle el cerebro desprevenido. ¡Los dos puños americanos por una pregunta!

—¿Espera, qué? 

Escuchar el trato que mencionó Cuddy y el brillo que cruzó en los ojos de Anacleto hizo a Énone dar un paso atrás y alejar la cimitarra de los barrotes. Él no iba a entregar su arma, él no había entendido eso, ¡el trato no era ese!, pensó un tanto sorprendido de su propia reticencia. Después de todo él no había buscado ser el elegido... Pero las sombras seguirían llegando, necesitaba esa arma para defenderse.

Bien, ya he visto vuestra mercancía, pero aún no habéis respondido a mi pregunta - dice Anacleto. Desde luego sí que ha echado una mirada codiciosa al bate y a la khopesh, pero de momento no intenta regatear por ellas - No me habéis dicho qué sois. De Cuddy ya sé que es humana pero ¿Y vosotros dos? Chico ¿No serás un djinn? O tú, morenaza ¿Eres la montura de un Loa tal vez? Más que nada porque me interesa saber qué habéis hecho para hacer saltar mi trampa.

No le hace ascos a la oferta de Cuddy - Muy bien. Lánzalos por el ventanuco y cuando los tenga hazme tu pregunta...

¿En serio me tenía que descubrir ante un tipo así? Se me revolvían las entrañas. No teníamos suficiente con habernos descubierto ante la periodista blanquita y ahora lo íbamos a hacer ante un arreglador del tres al cuarto con nombre de personaje de cómic de humor absurdo hispano... Ya que Cuddy había movido pieza me podría hacer la tonta por medio segundo más, pero lo que más me jodía en el alma era no poder mover un dedo por estar cautiva en una estúpida caja de cerillas con un escupitajo místico sobre nuestras cabezas. Costa fiarse de Cuddle en ocasiones, pero iba a hacer mi decimoquinta excepción para ver si era capaz de solucionar algo con su pregunta...

—¿Un djinn?  —Un escalofrío recorrió su espina dorsal, la orden le había enseñado acerca de lo djinn. Criaturas caprichosas y malignas que gustaban hacer el mal disfrazandolo de buenas acciones—, No, gracias al cielo no lo soy...

Miró a Suzie, su incomodidad y una idea cruzó por su cabeza.

—Pero algo de razón tiene —mintió, apelando a la vanidad del hombre— hemos ocupado el último deseo de uno para llegar acá rápidamente... Es solo que en su manía de tergiversar las cosas debe haber pensado que era divertido dejarnos acá encerrados.

»​​​​​​¿Po.. podemos seguir conversando fuera? Esta ya es la segunda vez que quedó empapado en menos de veinticuatro horas... Voy a pillar un resfriado.

Anacleto se echa a reír con ganas - ¿En serio? - sigue riéndose - ¡La próxima vez coged el metro, pipiolos! Ay, aficionados. - bufido divertido - Bueno venga, salid de ahí que ya me estáis dando pena.

Se escuchan ruidos metálicos al otro lado. La puerta se abre sin hacer ningún sonido. A juzgar por su tamaño y peso debió costar bastante traerla hasta aquí abajo.

Venga, vamos - dice el hombre invitando a los cazadores a salir - Queréis hablar de negocios ¿Verdad? Puede que ese djinn os haya enviado con el mejor de toda la ciudad (1)

Tras subir unas escaleras y cruzar un par de puertas blindadas más Anacleto conduce a los cazadores hacia un despacho de estilo anticuado atiborrado de cachivaches mágicos y esotéricos dispuestos sin un orden ni concierto aparente. El hombre se arrellana cómodamente en un viejo sillón de cuero.

Sentaos donde pilléis y por vuestro bien os aconsejo no tocar nada. Aquí hay cosas que tienen muy mala leche y no les gusta que los toque cualquiera. Incluso yo tengo que tomar precauciones a veces. En fin, vosotros diréis ¿Qué clase de negocio queréis proponerme?...

Miré a Ènone maravillada, con un tono de aprobación a juego con mis ojos desorbitados y una sonrisa nerviosa, supongo que los elegidos, entren o no entren en tus visiones premonitorias, son capaces de abrirse el camino. Aquello había sido una genialidad, tanto por su sencillez como por su efectividad, ahí radicaba su belleza, yo era demasiado bruta para probar cosas así.

Seguí a mis compañeros, en última posición, por algún motivo seguía prefiriendo mantener el perfil bajo, me había librado (Al menos por ahora) de dar más explicaciones a aquel tipo y prefería pensar que eso seguía siendo un as en la manga, aparte de que era un contacto de Cuddy, así que puede que ella tuviese más mano con él... O puede que ella le jodiese vivo y el tío se vaya a acordar de un momento a otro, con esta gente nunca se sabía.

Menos mal que había avisado sobre lo de tener precaución a la hora de tocar cualquier cosa allí, porque fue ver la habitación llena de cachivaches y sentirme como una cría en la tienda de chuches (Es más, llegué a tocar a escondida un cuerno, pero cuando una voz de ultratumba comenzó a resonar en mi cabeza diciendo los nombres de mis familiares muertos, lo dejé al instante, espero que nadie más lo haya escuchado).

Aun así no podía dejar de tratar de acelerar un poco la cosa.

- ¿Le suena el nombre de Carmilla, señor Anacleto? Creemos que es algo que habita bajo la iglesia más discotequera a este lado del río Pecos, y, en un principio, veníamos a por un mapa del alcantarillado de la zona, pero si tiene algo de más interés al respecto... Ya vemos que es usted todo un conocedor.

Algo sé de esa hija de puta - el hombre saca un paquete de tabaco de su chaqueta y se enciende un cigarrillo - ¿Queréis? - dice tendiendo la caja - Como dice la morenaza, se instaló hace unos meses en los túneles que hay bajo la súcubo. Si habéis leído las noticias ya sabéis que se trata de una puta vampira - Honda calada a su cigarrillo - Pero no es una puta vampira normal. Esa cabrona me ha quitado parte del territorio y una buena porción de clientes con una mierda afrodisíaca que es la hostia. Yo mismo la probé y follé más aquella noche que en toda mi vida. Pero eso no es lo extraño. Siempre que aparece una garrapata de esas con más de media neurona trae alguna mierda chunga para poder saciarse sin dejar por ahí un rastro de cadáveres o de convertidos. Lo raro es que la muy puta no ha formado nido, pero sí que hay... cosas en sus túneles - Utiliza la colilla del cigarrillo para encenderse otro. Aparte de nervioso, se le ve bastan cabreado - Envié a un par de amigos a tener unas palabras con ella. No volvieron, así que envié a un grupo de gente con armamento específico contra vampiros: luces ultravioleta, lanzallamas... lo típico. De los seis que envié sólo volvió uno vociferando algo de unos bichos que se les echaron encima y les desangraron hasta matarlos. Tampoco es que el pobre cabrón pudiera ver mucho en la oscuridad de ahí abajo, pero sí me pudo decir que eran docenas. Hay que joderse.

Estrella la colilla del primer cigarrillo en un cenicero ya abarrotado diseminando varias colillas requemadas por la mesa.

Ya os he contado todo lo que sé. Y gratis, joder. Bueno, tal vez no tanto porque he podido desahogarme un poco, así que lo dejaremos estar - se levanta hacia un mueble-bar para servirse un generoso vaso de whisky - Os toca, pequeñines. Aquí el chico - señala a Énone - dice que queréis cargárosla. No es que me importe cómo vais a tirar vuestra vida a la basura pero siento curiosidad ¿Qué creéis que podéis hacer vosotros que no pudo un grupo de profesionales armados?...

- Bueno, creo que entre todas contamos con habilidades algo más complejas y definitivas para este tipo de trabajos que simplemente contra con estacas y cabezas de ajo explosivas.- Comencé a comentar, aceptando un pitillo de su cajetilla y encendiéndolo para dar un par de caladas rápidas antes de toser copiosamente, lagrimeando un poco antes de recordar cómo se fumaba tragando el humo.- Eso aparte de contar con una ración extra de odio a título personal, porque esa zorra está implicada en la muerte de mi hermana, lo que debería de dar modificadores al ataque infinitos. Pero si, como dices, vamos a tener que hacer de exterminadores de decenas de chupópteros o cucarachas gigantes, salidas de los orificios de esa mala puta, y al mismo tiempo vamos a hacerte el posible favor de librar tu zona de su presencia, tal vez podamos llegar a algún tipo de acuerdo colaborativo, no sé si a posteriori has pensado en algo que pueda dar cuenta de esos bichos a lo Mimic o alguna mierda así... Una pena que algunos de tus hombres tuviesen que palmarla para conseguir esa intel...

Planes, si, tener planes estaba bien, peor éramos unos mierdas improvisando sobre la marcha, tal vez este tipo pudiese ayudarnos a organizar un plan mejor... 

—No necesariamente es que podamos hacerlo, sino que debemos hacerlo —la frase había sonado muy bien en la cabeza de Énone, pero solo se había quedado ahí ya se había demorado tanto en responder que Suzie se le había adelantado. Afirmo en silencio mientras con el rabillo del ojo veía a Cuddy ir y venir por el salón. Él la habría imitado, habían algunos objetos ahí que habría hecho saltar a su papá como un niño en una fiesta de cumpleaños. Pero estaba tan mojado que apenas tenía ganas de moverse.

Volvió a asentir ante más palabras de Suzie. Exacto, ellos contaban con más habilidades que ajos y cruces... ¿En serio? Bueno.. había notado que la espada causaba más daño a ciertas criaturas —sobretodo a las sombras de Ser, que era lo único que lograba dañarlas—, pero todavía no entendía bien como funcionaba la cosa. Estornudó. Igual un par de lanzallamas no les vendrían mal, pero seguramente Anacleto no iba a desprenderse de ellos solo porque les caían simpáticos.

—¿Quizas algo sagrado? —su voz sonó tímida, mientras seguía pensando en alguna solución —, he escuchado por ahí que todo lo que esté imbuido de fe verdadera puede dañar a los vampiros. 

Genial, se había sacado su único aporte del inicio juego de rol que había tenido en sus manos algún día. Trató de hacer memoria si la orden le había dicho algo acerca de la vampiros.

—Por otro lado en la cultura egipcia se habla mucho del Ka... El alma por ponerlo en palabras simples. Pero para mantenerla hay que alimentarla... Si lograsemos privarla de su alimento... O envenenar su comida...