Partida Rol por web

Sonrío incómoda, tensa,  mientras le doy unas palmaditas ne la cabeza a Liam. Pero qué cosas se le ocurren... sería mejor quizás si todos fueramos tan optimistas.

- Yo también me alegro. - me separo de su abrazo- Vamos, salgamos de aquí, ¿estamos todos? - pregunto seria, en susurros, recorriendo con la mirada al grupo.

Me giro, intento recordar por donde vine. Maldito lugar, ojalá lo dejemos atrás pronto.

Yldiane guía al grupo hasta un muro. A primera vista parece igual que los demás, pero en cuanto os acercáis no tardáis en notar que no es el caso. Es mucho más sólida que el resto y no parece a punto de desmoronarse. Además, se extiende más allá de la niebla y no llegáis a ver ni la parte superior ni sus extremos laterales.

Suspiráis aliviados al haber encontrado al fin una referencia sólida que os pueda guiar en este maldito laberinto y avazáis hacia uno de los lados siguiendo el muro que según el mapa debería marcar el contorno de la zona. En ocasiones algunas rocas o paredes semiderruidas os obligan a separaros, pero no tanto como para perder de vista vuestra referencia.

Al cabo de un buen rato (vuestra percepción temporal está totalmente alterada en este lugar, así que no sabríais decir si se trata de minutos u horas) ves cómo el muro se abre a un inmenso vacío en la niebla. Aguantáis la respiración, temiendo que esté derrumbado y no podáis seguirlo más allá, pero en cuanto avanzáis respiráis aliviados.

Ante vosotros se halla una puerta.

Os miráis un momento, dudando si atravesarla o no, pero ahora mismo es vuestra única opción para dejar atrás esta niebla, así que no tardáis en decidiros a abrirla. Los goznes chirrían estrepitosamente, pero una de las ventajas de la niebla es que amortigua los sonidos, así que tal vez nadie haya llegado a escucharlo.

Entráis en el edificio, a una inmensa sala, en la que se encuentran seis estructuras cilíndricas de unos cinco metros de altura y aproximadamente el mismo diámetro. El suelo está cubierto por unos tubos metálicos que salen de esos gigantescos contenedores y se agrupan en el centro de la sala hasta salir de la habitación atravesando una pared.

Fuera cual fuese la función de este lugar, parece evidente que hace tiempo que no se utiliza, pues la vegetación y las telas de araña se extienden por doquier a lo largo y ancho de la sala. Dais un paso hacia el interior, sólo para daros cuenta de que el suelo está cubierto de una extraña sustancia viscosa y ligeramente pegajosa. Desde luego, si alguna vez alguien vivió aquí, hace mucho que abandonó este lugar.

Pero algo sí llama vuestra atención. El interior del edificio está ¡al fin! completamente libre de niebla.

No había celebrado el haber encontrado a Yldiane, bastante problemas le había dado la búsqueda de la pelirroja y no había recibido ninguna explicación que dijese qué había pasado con la cuerda y con ese cuerpo que habían encontrado atado a ella en vez de a la guía ni cómo había encontrado a los villanos que la hostigaban. Quizá fuera por la decepción y el sentimiento de haber sido traicionada pero, en lugar de hacer las preguntas pertinentes y que las cosas quedasen claras de una vez, no abrió la boca más que para dejar salir la respiración de forma contenida y no delatar el cansancio físico con que había sido recompensada tras el intento vano de atrapar a uno de los fugados para obtener respuestas mientras los demás no movían un solo dedo.

Siguió pese a sus sentimientos y opiniones personales al grupo y, si bien encontró alivio para su cansancio, no tardó en pisotear las posibles dudas que hablaban en las miradas que se intercambiaban sus compañeros para adentrarse en el interior del muro aunque titubeó al chirriar la puerta. Miró sobre su hombro un instante y siguió hacia el frente, no tenían demasiadas opciones y aquella era la menos mala... o eso quería creer.

-...genial-levantó un pie del suelo cuando se adentraron en la gran habitación de los cilindros gigantes. El pie se despegó con relativa lentitud, una sensación parecida a la de pisar pequeñas cantidades de cieno, y la guerrera hizo un mohín de desagrado antes de alejar sus pensamientos y su mirada del suelo que pisaba.

No hay niebla.

El pensamiento llegó como una especie de revelación obvia tras varios parpadeos al hacer el esfuerzo instintivo de intentar entrever algo por el velo neblinoso al que había estado expuesta hasta hacía escasos momentos. Volvió a mirar a su espalda pero no para mirar a ningún miembro del grupo sino para comprobar el estado de la puerta por la que habían entrado a aquella habitación como si esperase encontrarse a la niebla siguiéndoles para llenar aquel lugar. Después miró de nuevo a su alrededor, siendo más crítica con lo que se veía a simple vista por si encontrase alguna prueba de lo que ocurría en aquel lugar o una pista para seguir hacia delante sin dar palos de ciego.

No las tengo todas conmigo de que ésa sea Yldiane. De hecho, aunque parece Yldiane, cómo se explica que haya logrado quitarse la cuerda, poner a otra mujer y luego aparecer simplemente de la nada. Todo esto es muy raro. Muy raro.

Pero parece ella, esa es la verdad. Y en realidad prefiero pensar que es ella a pensar que otra que se hace pasar por ella.

-Ojalá salgamos de aquí pronto.

Cuando nos aproximamos a la salida, me aferro al arco, esperando la aparición de más soldados. Pero el espectáculo de encontrarnos con estos inmensos depósitos al menos nos da la esperanza de que el mapa resulte una auténtica guía para escapar de aquí.

-Creo que estábamos en la sección del "Laberinto" señalada en el mapa. Un laberinto puede ser de muchas clases y este casi nos vuelve locos. Si es así, ahora debemos estar en la zona de los tanques.

No obstante, cuando observo el suelo repugnante, la sensación de peligro regresa de inmediato.

-No me gusta esto.- Digo tocando el suelo, moviendo con entre las yemas de los dedos esa substancia de textura pegajosa.

La aparición de Yldiane es asombrosa, doy gracias al Uno porque aún siga con vida. - Qué extraños poderes merodean acechando tras la niebla que son capaces de realizar tales proezas. - Otro escalofrío atraviesa mi espalda mientras sigo a nuestra bienvenida compañera hacia lo que según dice, parece que es la salida del recinto.

Al entrar en lo que Ean dice que es la zona de los tanques el alivio es instantáneo ante la escasez de niebla, pero momentáneo. La humedad, sensación de abandono y viscosidad de la sala no son para nada agradables. - Los caminos del Uno son inescrutables. - Agarro la insignia que llevo colgada al pecho y rezo en un susurro. - Gracias Señor por devolvernos a nuestra compañera. Soulstrain, guía nuestros pasos para que cómo tú, no tengamos miedo de adentrarnos en la oscuridad para dar luz, para seguir los designios de el Uno. -

Al terminar mis plegarias abro bien los ojos. - Tiene que haber una salida a través de esta sala. ¿Ean llevas tu el mapa?

Observáis el mapa y parece que Ean tiene razón: si la representación es medianamente correcta, los seis enormes tanques os indican que estáis en la sala central del edificio (2). Mirando las tuberías que recorren la habitación, parece evidente que tienen que dirigirse a los extractores y las refinerías, así que la pared restante debería llevaros a la salida.

Entro en la sala con cautela, dando gracias por dejar atrás ese sitio de pesadillas. El silencio, la suciendad y el deterioro no son muy halagüeños, pero al menos no estamos rodeados de esa maldita niebla.

Conociendo a Liam, me giro para qu eme vea y me llevo un dedo a los labios. Silencio, nada de preguntar¿hay alguien ahí?

Liam seguía a sus compañeros con el aliento en un hilo, cuando pudo observar aquellos magníficos cilindros de piedra o granito su corazón se aceleró. —¡Atrás ha quedado la niebla!— pensó para si mismo y no se equivocaba, la niebla había desparecido. 

Casi no se había fijado en la melaza que envolvía sus zapatos hasta que Ean la señaló. Tampoco había pensado en la cautela o el ímpetu hasta que Yldiane llamó su atención. En realidad no había pensado en nada, nada mas allá del miedo y de la niebla. Pero ahora podía pensar de nuevo, podía traer a su mente la catarata de pensamientos que normalmente rugía en su interior, fue un verdadero descanso para Liam comprobar que a pesar de todo por dentro aún seguía siendo el mismo.

—¿Que problema hay en saludar?— le preguntó Yldiane como despertando de un largo sopor —No recuerdo que nadie nunca haya muerto por hacer una pregunta, no si ha empleado suficiente cortesía al menos—

Sus compañeros se entretuvieron con el mapa y Liam impacientemente se hecho detrás de ellos para ojearlo de nuevo. Era tal como lo había previsto, esto debería ser la sala de los tanques. los grandes tanques. ¡Y que grandes eran! ¿para que utilizarían todo esto? y sobre todo ¿Quién? ¿Quién los utilizaría y con que designios? Aquello no parecía del todo una fragua, no al menos las fraguas que él mismo había podido ver, salvo que quizá aquí fraguasen cosas realmente gigantescas y por gente realmente gigantesca. Podría se runa planta de procesamiento de algún tipo de comida, o de compuesto orgánico, pero su uso final se escapaba de momento a su imaginación.

—La niebla puede haber quedado atrás, pero esta nueva habitación puede traer con sigo su propio peligro— dijo frunciendo el ceño al final. —Este limo que has encontrado Ean no me da buena espina.—

Se adelantó hasta la altura de Arven y le ayudo a otear la sala mientras, cerca de ella, intentaba evitar cualquier camino que pareciese peligroso.

—Limo, limo, ¿de que me suena a mi el Limo?—

Niego con la cabeza, simplemente hablo de memoria, y echo una ojeada a mi alrededor, buscando alguna señal de peligro significativa.
 

Por algún motivo coincido con las palabras del loco de Liam... - ¿En qué momento hemos empezado a pensar en armonía? - Algo me da mala espina, hay algo en esta habitación que no me gusta. - Si la cosa esta biscosa no me gusta, pero no se porque algo me da mala espina con las paredes, no se si deberíamos acercarnos a las paredes. - En principio soy reacio a moverme, pero si todos están de acuerdo me moveré.

Te agachas sobre la sustancia viscosa que cubre el suelo e introduces tus dedos en ella. Con algo de asco, sacas la mano y la llevas hacia tu nariz antes de limpiarte en el bajo de tus pantalones que, de cualquier forma, ya están bastante sucios como para que no se note un poco más.

El tacto suave que la sustancia deja en tus dedos te confirma tu primera suposición. Es una secreción animal, similar a la que produce un gastrópodo para arrastrarse por el suelo, aunque estás razonablemente seguro de que no está generada por un caracol precisamente. Observas la habitación y la cantidad de líquido que cubre toda la sala y no puedes evitar imaginarte con un escalofrío el tamaño descomunal de la criatura capaz de generarla.

Ean es el primero en fijarse, y Urvan no tarda en darse cuenta de lo que señala el arquero: cuatro enormes ramas de madera parecen arrastrarse por el suelo lentamente, como si tratasen de rodearos mientras se curvan sobre si mismas como una serpiente a punto de atacar. Seguís lo que parecen unos enormes tentáculos vegetales hasta una de las pilas construidas en la sala. Por encima de ella conseguís, a duras penas, distinguir algo de movimiento en la vegetación que empieza a extenderse por el interior del edificio.

Sea lo que sea lo que haya ahí, su tamaño es bastante considerable y, si controla los gigantescos zarcillos que os rodean, no parece ser muy amistoso.

Observáis el movimiento de las ramas sin terminar de creer lo que estáis viendo. Craso error. Antes de que podáis reaccionar, uno de los tentáculos de madera se tensa bruscamente, lanzándose hacia Urvan como una serpiente. El adepto levanta su escudo para protegerse y nota con cierto alivio el impacto de la madera contra el metal... Sólo para ver un instante después cómo el inmenso zarcillo de la planta empieza a enroscarse alrededor de su brazo a toda velocidad, aprisionándolo junto a su escudo.

Enseguida empieza a notar la presión de la monstruosa planta sobre su brazo protegido por la cota de mallas, mientras el tentáculo vuelve a tensarse y empieza a tirar suavemente de él.

Liam se agachó y recogió entre sus dedos parte de aquella sustancia viscosa, se la llevó a la nariz y aspiro fuertemente. Esperaba que el olor delatase a la sustancia o inspirará cierto recuerdo en su memoria que hasta el momento se negaba a aflorar. Torció el gesto y se giró hacia sus compañeros dando la espalda a los tanques.

—Juraría que es la misma consistencia que aquella que dejan los gastrópodos al arrastrarse por el suelo, pero este material se seca como cualquier otro liquido pasado un tiempo de que el animal lo segregué. Además, en tal abundancia tendría que ser una verdadera marabunta de estos animalillos... y si es así ¿donde demonios han ido?— preguntó girando sobre si mismo y adentrándose un par de pasos, manteniendo la mirada a ras de suelo e intentando penetrar con sus ojos el centro de la sala.  

—No se si lo sabéis pero los gástropodos, como el caracol o la babosa, no se reconocen por su rapidez— comentó divertido ignorando por completo la visión que acababa de dejar atónitos a sus compañeros. A su lado, Arven empezaba a reaccionar apretando fuertemente el pomo de su espada y levantando el escudo.

—O también podría ser la baba de un gastrópodo gigante, pero tal cosa nunca se ha visto, que yo sepa. Aunque, en estas ruinas, casi me atrevería a decir... que... cualquier... — El fuerte golpe de madera contra metal se oyó en la otra dirección, Liam observó estupefacto como aquel tentáculo que parecía ser a medias la rama de un árbol y la liana de una enredadera se enroscaba alrededor del brazo de Urvan.
Abrió los ojos como platos y siguió el miembro hasta el tronco de la gigantesca planta que se acercaba en su dirección.

—Es la cosa mas b...— alcanzó a pronunciar, pero el destello del cabello rubio de Arven se atravesó en su linea de visión interrumpiendo su hilo de pensamiento —Eh Eh... Es la segunda cosa mas bonita que he visto en mi vida.— dijo finalmente, exhalando un suspiro.

Ensimismado con la charlatanería de Liam no me percato del movimiento de las plantas... las cuales sorprendentemente y contra todo pronostico me pillan por sorpresa. Contra todo pronostico porque ¡Quién se imaginaría que sería atacado por ellas! Una vez visto la especie de flor con dientes todo cobra un poco más de sentido... pero solo un poco.

Mi reacción ante este ataque repentino es defenderme, pero contra el estrangulamiento de la planta poco efecto podrá tener... - ¡Chicos, necesito ayuda! - grito mientras la cara se me enrojece de la presión e intento sacar el brazo con la espada del abrazo vegetal para poder contrarestar el ataque.

Ni me molesto en apuntar con el arco a una planta gigante. No tengo un hacha, que es lo que parece hacer falta en estos casos. Después de escuchar a Liam sí alcanzo el orgasmo cuando por fin termina de hablar. Pero al final suele suceder lo inevitable: el movimiento de las raíces revela que no podemos permanecer aquí mucho tiempo enamorados de las plantas y las babas de los caracoles.

-Tenemos que movernos a toda prisa, maldita sea.

No sabemos qué clase de enemigos y trampas pueden esconderse ahí delante, pero de lo que no cabe duda es de ahora no podemos volver atrás. Oteo el entorno para tratar de localizar un punto concreto hacia el que avanzar que esté lo suficientemente libre de zarzamoras y babilla de gusano  como para que sea prudente avanzar. Si no lo encuentro siempre podremos remontarno sobre Urvan o lo que quede de él.

Urvan intenta librarse del tentáculo de madera que aprisiona su brazo, pero la criatura lo tiene fuertemente agarrado. Con el escudo bien sujeto y las bridas del mismo impidiendo que el gwindrita lo suelte mientras la planta se aferra al resto del brazo, parece que la única forma de soltarse va a ser cortar la rama de la criatura.

Mor, es un grandullon amable, siempre habia tenido un poco de miedo de su fuerza, puesto que al ser tan grande, era ligeramente torpe y si no se concentraba, con un mero gesto distraido podia hacer daño a alguien.

Se habia ido recluyendo en si mismo, apartandose de los demas para evitar que esas situaciones se dieran. Pero ahora formaba parte de un grupo, no sabia muy bien por que era parte de ese grupo, ni como habia llegado ahi. Sin embargo si que sabia que con su fuerza podria ayudar a otros. Por lo que se habia propuesto defender a los mas debiles.

Ahora un compañero le necesitaba y Mor decidio que no le dejaria caer.

-Aguanta, Urvan!

Dicho esto da un espadazo con su enorme Claymore, esperando cortar el apendice que apresa el escudo y el brazo de Urvan.