Partida Rol por web

El guerrero os mira con expresión de sorpresa, como si no esperase vuestra reacción a pesar de saber que estáis desorientados.

- ¡Basta ya! - dice. - A este paso vamos a atraer la atención de todos los espías Reizhitas de estas montañas - dice. Sus palabras despiertan en vuestra memoria imágenes de un encuentro anterior con un hombre que llevaba una insignia del reino vecino. Algunos de los hombres de Kavan han sido enviados para proteger el perímetro mientras que el resto montaba el campamento.

Agarra a Yldiane por el brazo para que se quede quieta.

- Jearon... el Varigal - añade mirando al resto que parece haber perdido la memoria - se desvió antes de llegar a estas Ruinas. Nunca ha estado aquí. - A pesar de su explicación, la pelirroja no parece tranquilizarse, como si algo en sus memorias le indicase que lo que le están diciendo no está bien. Arven también se revuelve ligeramente, con evidente incomodidad al recordar su anterior visita a este campamento.

El guerrero se agacha junto al fuego y os hace un gesto. - Tomaos algo de tiempo - sugiere. - La desorientación dura unos minutos, pero antes o después empezaréis a recordar.

Con un esfuerzo y no poca desconfianza, vais a su lado y os colocáis alrededor de la hoguera, esperando que las imágenes de las llamas os sirvan para rememorar qué os ha traído aquí.

La partida continúa (o empieza) en la siguiente escena:
La Atalaya
 

La partida continúa (o empieza) en la siguiente escena:
La Capilla

Proviene de la escena:
La voluntad de Verzal

Pasa el tiempo y los hombres de Varn no aparecen. Kavan se empieza a poner nervioso y su estado de ánimo pronto se contagia en el grupo. No pasa demasiado tiempo antes de que os decidáis a salir a buscarlos por las ruinas y, de paso, explorar un poco más la zona.

La niebla se espesa poco a poco y durante un momento os encontráis completamente desorientados. Sin embargo la sensación no dura demasiado porque pronto una flecha impacta las piedras junto a vosotros.

Yldiane es la primera en reaccionar: - ¡Vamos, rápido! ¡Seguidme! - exclama.

- Nos van a flanquear por la derecha, amigo -dice enseguida Ean haciéndole un gesto a Mór con la cabeza. - Es demasiado pronto para morir, así que vámonos... - frunce el ceño ligeramente antes de terminar la frase.

Liam no tarda en empezar a escupir datos sobre la niebla que parece haberse formado a vuestro alrededor y de repente exclama. -Podríamos desplegarnos en una formación defensiva y devolverles el fuego si pudiesemos verlos. Pero esta maldita niebla no nos deja verles... ¡Pero entonces ellos tampoco pueden vernos! Eso es una ventaja táctica Así que... ¿Que estrategia debemos emplear gradullón? ¿cual debe ser nuestro próximo paso?

- ¡Os cubro! -dijo Arven desenvainando la espada mientras se apoyaba en el muro.

- Sí, corramos. - contesto Mòr a Liam, algo dubitativo. - Tú primero. Yo te cubro...

Avanzaron de forma algo desordenada, desorientados por la niebla mientras Urvan dispara a ciegas con su ballesta. - ¡Agáchate para que pueda cubrirte y haz un esfuerzo por llegar a las ruinas! ¡Apóyate en Liam si es necesario! - le dice a Mòr.

En ese momento aparece de entre la niebla un hombre vestido con el uniforme de Reizh. Arven salta sobre él, derribándole, pero él se levanta con facilidad. Liam y Mòr retroceden ligeramente para combatir al desconocido usando un muro para protegerse de los proyectiles que caen a vuestro alrededor.

Liam agarra su espada, intentando recordar las lecciones de esgrima recibidas en su aldea: ¿Como era aquello? ¿Fondo? ¿Fondo? ¡ah si!... Salida del brazo armado: Se estira completamente. Brazo, antebrazo, muñeca y arma deben estar en línea recta, con el dedo pulgar en la parte superior del puño. En blanco. Su mente siempre se quedaba así cuando luchaba. Flexionando la rodilla se lanzó hacia adelante con dos grandes zancadas, su espada apoyada en su cintura y bien sujeta con ambas manos para ganar estabilidad. En el último momento al llegar a la altura del atacante se encogió y utilizó sus piernas como un resorte para ganar momentum y lanzarse con toda la potencia que podía de abajo hacia arriba estirando ambas manos en una sola estocada dirigida al tronco de su enemigo.  - AAAARRRRRRGHHHH! - gritó.

La espada se clava en el vientre del guerrero que mira a Liam y un gesto de reconocimiento aparece en sus ojos.

- Me... has... matado... - dice el hombre mirando al chico rubio casi con sorpresa, con la sangre saliendo a borbotones por su boca.

El sonido metálico de la espada del guerrero golpeando el suelo retumba en la niebla y un instante después, se desploma junto a ella sin vida. Tal vez el Uno no tiene poder aquí o el destino de este hombre estuviera decidido de antemano, pero ha acabado muerto a manos del luchador más improbable, del joven Liam... su propio hermano.

La tensión del momento y la maldita niebla lo único que hacen es desubicarnos todavía más. Intentando buscar un objetivo claro, intentando discernir quien es amigo y quien enemigo y así intentando buscar un objetivo para el próximo virote no paro de girar y mover la ballesta. La idea es cubrir a mis compañeros mientras corren... pero, con esta niebla sería más fácil encontrar una aguja en un pajar. Cómo yerre el tiro y le de a ellos jamás me lo perdonaría.

- O gran Uno, guía mis movimientos y abre un camino claro para mi proyectil. Que sea tu mano misericordiosa la que imparta justicia y haga llegar esta peligrosa arma a mi enemigo salvando así a mis amigos. -

En ese momento un quejido y un gorgoteo hacen que gire mi ballesta en una dirección. - ¡Liam! - Parece... el chico parece que se sabe defender solo, pero, esa cara... Algo no va bien necesita ayuda y creo que a distancia poco puedo hacer. - Guardo la ballesta y desenfundo espada y escudo. Salto y avanzo despacio pero con seguridad observando las piedras bajo mis pies mientras se van haciendo visibles al ir moviéndome entre la niebla. Después de un par de tropezones llego hasta Liam, veo que tiene un hombre ensartado en su espada. Su cara me resulta familiar. - Si, juraría que le he visto antes. ¡Eso es! en la aldea de Varn. Pero eso quiere decir que no es un enemigo. - Bajo la espada y el escudo y me giro para observar a Liam, su cara pálida, los ojos abiertos cómo platos... esto no se lo merece nadie y menos el buenazo de Liam.

Intento ayudar a Liam a sacar el frío filo de su espada de la tripa de su aliado. - No te preocupes Liam, estas cosas pasan en la guerra, no es tu culpa. - Intento relajarle con palabras, aunque sin muchas esperanzas.

Los sonidos y los colores se apagaron instantáneamente en cuanto Liam reconoció la cara de su hermano. El zumbido de los virotes retumbaba pesadamente en el aire. Como si cada palmo que recorrían les costase un esfuerzo enorme. El corazón del joven rubio se detuvo durante un segundo que pareció eterno. No había lagrimas en sus ojos, no había espacio para el nerviosismo ni para la adrenalina. Solo un dolor. Un profundo y terrible dolor. Una marca que no podría arrancar de su mente. 

Sus compañeros intentaron apartarle sin entender muy bien lo que estaba sucediendo, pero temiendo por la vida del muchacho. Liam soltó el trozo de metal y se incorporó con las manos en los costados cerradas en puños. Era un blanco fácil. Pero ninguna de las saetas llevaba su hado escrito. 

—¡¡¡OOOOOOOOOOOOOAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!—

Apretando sus puños el terrible grito del muchacho heló la sangre del infierno. Un grito seco que solo revelaba la punta del dolor que sentía su corazón. Un grito que le despertó de aquel segundo fatídico, de una vida sencilla, de una realidad mucho más cálida que aquella rodeada de niebla. 

Con un gesto brusco arrebató a Urvan el estoque y lo empuño por el filo infligiendo sendos cortes en sus manos. Contemplando de cerca la sangre de su hermano estaba a punto de realizar un juramento, pero Môr decidió no tentar más a la suerte y de un fuerte empujón le derribó al suelo. Las saetas silbaron de nuevo por encima de sus cabezas cuando el muchacho sin aliento balbuceó unas oscuras palabras de venganza que nadie más pudo reproducir.

En el suelo se revolvió, herido como estaba se arrastró hasta cobertura. Un gemido de angustia y desesperación le condujeron a una respiración caótica. Asomando por encima de la cobertura con una mirada desorbitada buscaba incesantemente a un enemigo invisible y sibilino. Un enemigo que había jugado con su mente desde el primer momento y que seguía jugando con ella ahora mismo. Un enemigo escondido en la niebla del pensamiento. 

Empuñando fuertemente el arma saltó por encima de la cobertura y dando estocadas al aire cargó contra el maldito enemigo invisible. Loco y henchido de dolor. 

En la batalla pocas veces había momentos para otra cosa que no fuese vivir un día más y, cuando se levantó del suelo tras haber intentado sin éxito detener a Terent, vio la personificación del dolor más desgarradora que allí pudiese darse. No había palabras de consuelo porque no existía un consuelo posible para Liam pero no por ello podía ignorar la imprudencia del erudito que, loco de dolor, se exponía a seguir los pasos del hermano finado.

-LIAM- escudo en alto cubriéndose siguió a Liam. No podía detenerlo sin bajar el brazo del escudo (cosa que su cuerpo agradecería a corto plazo pero la consecuencia a medio y largo plazo no era lo suficientemente seductora como para exponerse a ella) así que, cuando éste lanzó una estocada al vacío, Arven aprovechó el desplazamiento de peso del joven para desequilibrarle con un tirón que pretendía hacerle girar y devolverlo a un lugar donde hubiese menos posibilidades que acabase herido.

La escena fue más desgarradora de lo que me imaginaba que iba a ser. El grito de dolor de Liam sus gestos, había algo que me estaba perdiendo eso era inconfundible. Vi cómo Arven igual o incluso más preocupada que yo, cosa normal teniendo en cuenta que se conocían desde hacia más tiempo, saltaba hacia la posición de Liam intentando controlarle para que no se hiciera daño. - Tenemos que conseguir que se calme antes de que pase algo peor... creo que lo mejor es refugiarnos en algún sitio mientras esto pase. - Mis pensamientos siguieron a mis actos, rápidamente escudriñe el entorno en busca de un lugar para este propósito.

Con mucha dificultad debido a la niebla tardo más de lo que pretendía, pero quizás gracias a esto oteo un espacio que podría ser factible. Con escudo en alto y paso torpe me acerco hasta la posición que tienen mis compañeros, por suerte no excesivamente lejana. Una vez allí le comento la idea a los que me podrían hacer caso. - Arven, Mòr. Creo que hasta que se reponga deberíamos ponernos a cubierto, allí he observado un lugar que nos podría servir. - Les comento a mis compañeros señalando el lugar en concreto. Y después de esto espero su respuesta intentando cubrir al grupo con el escudo en alto.

Eän se queda petrificado con el grito de Liam. El cuerpo muerto había perdido ya toda movilidad y las saetas le devolvieron bruscamente a la peligrosa realidad en que se encontraban. Urvan tomo las riendas de la situación, con una inteligencia táctica que sorprendió a Eän, hasta que recordó que ese hombre no era un mero monje. Así que tensó su arco, maldiciendo a esa maldita niebla que lo cubría todo y preguntándose por la naturaleza de ese dolor fulgurante capaz de partirle en dos, El cadáver le reveló un extraño paralelismo y al final, aunque se negaba a reconocerlo, una cierta envidia por la paz de la muerte. En comparación con la desesperación del otrora tranquilo Liam, aquel parecía un deseable final, después de todo.

—Hay que moverse, joder. Hay que moverse. ¿Por dónde, Urvan? Yo me adelantaré para reconocer el terreno. —Dijo, y sin más, siguiendo la indicación de Urvan, salió en aquella dirección.

Escucháis una voz familiar de la zona desde donde estaban disparándoos.

- Esa voz... ¡Alto! ¡No disparéis más! - dice dándo una orden a sus compañeros. - Parece que nuestros vecinos de Melwan han acabado con el último Reizhita...

Tardáis un momento en localizar la voz; uno de los hombres de Kavan que os han acompañado aquí desde la aldea de Varn. Parece que con esta niebla os habían confundido con los espías que salieron a perseguir, pero vuestras voces y, seguramente la siluetad de Mòr, les han ayudado a identificaros.

El guerrero se dirige ahora hacia vosotros. - ¡No disparéis! Vamos a acercarnos.

Unos instantes después veis una silueta acercándose entre la niebla con las manos en alto. Le reconocéis de haberle visto ayer y haber caminado juntos hasta aquí, así que guardais vuestras armas. Detrás de él se acercan otros cinco hombres, con las ballestas descargadas ahora que han escuchado cómo envainabais las espadas.

- Buen trabajo - dice uno mirando el cadáver de Terent sin percatarse de la expresión de Liam. - Ese parecía conocer bien la zona y se nos había escabullido. Siento los disparos, pensamos que había ido por refuerzos... - Se excusa, aunque nadie ha resultado herido.

Frunce el ceño ligeramente al ver vuestra expresión, pero decide obviarla. - Bueno, volvamos con Kavan al campamento, ¿os parece bien?

Trastabillando tras una estocada Liam giró sobre sus talones para recibir a los guerreros de Varn. Sus palabras no fueron afortunadas y por unos segundos sus compañeros contuvieron el aliento, esperando tener que saltar sobre el muchacho para evitar una desgracia mayor. Unos pocos segundos de angustia que los guerreros percibieron y no supieron descifrar. 

Pero como de la nada Liam desarrolló una frialdad inusual en él. Levantó su espada y la limpió. Sus manos aún cubiertas de su propia sangre por los cortos que se produjo a si mismo en su locura transitoria. Enfundó la espada y caminó hacia el cuerpo de Terent caído y sin vida. Mirando a Môr asintió llamándole. 

—Ayúdame grandullón—

Sus compañeros exhalaron extrañados pero liberados al comprobar que sea como fuere por el momento Liam había logrado vencer sus impulsos. Algunos de ellos le ayudaron sin hacer muchas preguntas.

El muchacho trató el cuerpo del guerrero caído con mucho respeto. Tapó su cara con un trozo de tela de su petate y se dispuso a cargar con él por los hombros para llevarlo hasta el campamento. Yldiane se acercó a él y poniendo una mano en su hombro intento hacerle entrar en razón. Estaba exagerando su reacción ante la muerte de este hombre. Con un hilo de voz taciturno Liam respondió. 

—Este es mi hermano. Es mi deber que reciba un funeral apropiado. 

-Liam...-la voz de la guerrera estaba teñida de pena por el erudito pero también de cansancio-éste-hizo una pausa y cerró los ojos inspirando hasta llenar los pulmones-éste no es el momento ni el lugar. 

Le dolía tener que decir esas palabras más que si hubiese recibido un golpe con una maza pero creía realmente que no serviría de nada más que para perder un tiempo que podía ser valioso y ser invertido en regresar al campamento. Y no sería ella quien regalase los oídos de nadie cuando no creía en el valor de sus palabras.

Miró a Urvan, miró a Mòr, miró a Ean y a Yldiane. Miró a todos y cada uno de los presentes buscando un poco de cordura en aquel velo de pérdida. ¿Realmente iban a cargar con el cadáver de Terent? Las batallas, aunque no se ganaran tal nombre, eran así y si tenían que arrastrar a cada hombre que caía para darle un funeral digno no terminarían nunca de limpiar los campos donde se habían desarrollado... aunque por otro lado tampoco les permitiría empezar más luchas ni emboscadas porque estarían demasiado ocupados.

Céntrate.

La situación era cada vez más extraña el hombre caído que había visto en la aldea de Varn resultaba ser el hermano de Liam y ahora uno de los hombres de Kavan lo tacha de enemigo sin preocuparse de su muerte. ¿Qué narices está pasando? ¿Podemos confiar en este hombre encapuchado? - Puede que las palabras de Arven fueran acertadas en la práctica, pero mi corazón sabe que la práctica no es lo único también esta lo eterno y eso es más importante. La eternidad del amor fraternal es una necesidad intrínseca proveniente del amor único de Dios y ese es el motivo por el cual el Uno me ha puesto en este preciso lugar.

Sin más dilación me acerco a Arven y le pongo una mano en el hombro. - Tienes razón compañera, pero Liam no puede continuar si no apacigua su corazón. Es nuestro deber ayudar a nuestro compañero. Ayúdame en esto. - Le pido con la esperanza de que entienda la necesidad. Una vez dicho esto me adelanto, escudo en alto y arma en puño, flanqueando a Liam y el cuerpo de su hermano. Protegiendo así esta procesión funeraria en honor del alma humana.

Yldiane observa un momento a Liam y, envainando su espada, se agacha también para ayudar a levantar el cadaver de Terent.

- Urvan tiene razón, Arven - dice con solemnidad. - No podemos dejar a Terent aquí.

La chica conocía al hermano de Liam, al igual que todos los que habían nacido en Melwan. El joven se había ido de la aldea hace años a buscarse la vida en algún otro lugar. No era el primero al que la pequeña Melwan se le quedaba pequeña y, seguramente, no sería el único. Durante un tiempo circularon rumores de que se le había visto en las montañas junto a una banda de ladrones, pero al verle ahora con el uniforme del Reizh parece evidente que no eran del todo ciertos.

Mór echa una mano a su amigo y entre los cuatro cargais el cuerpo de Liam mientras los guerreros de Varn, mirándoos con un cruce de lástima y resignación, cubren a la comitiva de vuelta al campamento.

Kavan os espera allí y mira con sorpresa el cuerpo de Terent. Uno de sus hombres le explica lo ocurrido y baja la cabeza en silenci antes de ponerle la mano a Liam en el hombro. - A veces el destino nos juega malas pasadas. Pero tu hermano vino aquí como un espía, no como un amigo, y tú sólo has complido tu deber protegiendo estas tierras. - El punto de vista de un guerrero, claro, pero seguramente no sea suficiente para animar a Liam. - De todas formas la culpa de todo esto la tiene esa maldita niebla y los experimentos de los magientíficos. Hay que acabar con esto lo antes posible... - Mira a Liam una vez más. - Amigo, por lo poco que hemos hablado sé que eres el más indicado para saber cómo acabar con esta situación y evitar que estos... desastres... se vuelvan a repetir. Nosotros cuidaremos del cuerpo de tu hermano y lo llevaremos a Varn, si te parece bien.

Le vuelve a poner una mano en el hombro y se da la vuelta para dirigirse al resto de los compañeros.

- Bien, debemos seguir adelante - dice con seriedad. - Vinimos aquí para explorar la factoría, pero dado que Deorn y Jearon se han ido por otro camino, es posible que prefiráis replantearos vuestro siguiente paso. ¿Teníais un mapa del magientífico jefe, no es así? - pregunta.

Cuando Kavan se dirige a él, Liam no puede apartar la vista del cadáver de su hermano. Sus mirada liviana pero decidida no se parece en nada la mirada brillante, distraída y llena de curiosidad del erudito que conocía. Asiente levemente su barbilla ante las palabras del guerrero y continua impasible observando el cadáver de su hermano, cavilando en su mente algo que se le escapa a todos los demás. 

Finalmente tras una pausa larga que acentuaba la perplejidad y el desasosiego que se había apoderado de todos ellos Liam echo mano de su mochila y extrajo el mapa del que Kavan hablaba. 

—Es solo un acertijo más de entre todos los acertijos que dominan la región. Hay un sitio marcado que yo al menos no recuerdo. El Santuario de Gluta—

—Pongámonos en marcha— 

Se resignó. Tampoco era como si esperase que les diesen alcance para decir "os dije que no era el momento ni el lugar" pero si ocurría esperaba no ser la primera en morir. Menuda rabia.

Por suerte regresaron al campamento sin percance alguno y, en presencia de Kavan, Arven tomó algo de distancia con respecto a sus compañeros, cruzada de brazos y rostro inexpresivo. Kavan tenía razón en sus palabras con respecto al difunto hermano de Liam aunque eso no fuese a disminuir el dolor del corazón del joven erudito aunque el saber que el cuerpo de Terent estaría velado por gente que no intentaba matarles supuso un alivio. No tendría que preocuparse de eso, por lo menos.

Se acercó a Liam y le apoyó una mano en la espalda, entre los hombros, para evitar que empezase a andar hacia ninguna parte tras sacar el mapa y decir que tenían que ponerse en camino. Cuando Liam se detuvo al menos un instante, Arven le rodeó para ponerse frente a él.

-En marcha a dónde-más que una pregunta era una demanda, un recordatorio de que, o las cosas se hablaban en voz alta y con claridad o los demás no podían leer los pensamientos ajenos- pisemos el santuario de Gluta. Si está marcado es por algo,  todo sea que haya algo importante y lo pasemos por alto por no tener recuerdos sobre el lugar-levantó la mirada hacia Liam y se la sostuvo mientras terminaba de hablar como si fuese una invitación a poner alguna pega .

Hice una marcha solemne y en silencio, rezando al Uno por Terent, pero sobre todo por Liam. Al llegar al campamento Kavan nos recibe y nos comenta el asunto. Parece que por el mapa que tiene Liam hay que ir a un Santuario. La verdad que toda esta situación de la guerra de guerrillas contra los magientíficos me supera, realmente mi destino es ayudar y dar a conocer al Uno, pero no ser un estratega militar. Si el resto están de acuerdo en marchar al Santuario allí iré. De mientras observo con interés y atención la situación esperando que se tome una decisión.