Partida Rol por web

Entre todos lograron retirar la tierra seca formando un rectángulo lo suficientemente grande como para que los trozos mejor "conservados" de Wylfred entrasen en él. Cuando volvieron a cubrirlo y dibujaron una cruz en la tumba, oraron por él y el sol se movió de su posición hasta acercarse al atardecer, terminaron.

Naomi permaneció callada. Cavó y ayudó a recoger lo que quedaba de Wylfred para después orar por él y su alma. Al terminar miró el agujero que había en la tierra y por el que supuso que debían descender para continuar. Había luz en el fondo, y la oscuridad que empezaba a cernirse sobre ellos permitía verlo mejor.

―Deberíamos bajar y terminar con todo esto cuanto antes -murmuró la tao.

-Bien -dijo Jared con semblante serio-. Miguel y yo iremos primeros para reconocer la zona. Vamos, Miguel.

El guerrero echó a andar hacia la grieta y vio cómo podían bajar con cuidado.

Miguel saltó hacia la grieta pero su pesada armadura hizo que se desequilibrara a un lado y cayese rodando por la roca. Los impactos fueron considerablemente fuertes, pero nuevamente, su armadura evitó todo daño de importancia. Sólo un poco magullado, Miguel pudo levantarse y continuar como antes.

Jared saltó a su lado y le indicó que guardase silencio... en lo posible. Miró a su alrededor y descubrió que estaba en un corredor de roca y tierra, con raíces antiguas asomando por todas partes y unos hongos luminosos alumbrándolos. Jared hizo una señal a los de arriba para que bajasen.

Dio un respingo cuando Miguel se cayó, y el sonido de la armadura chocando contra la roca les acompaño durante toda la caída del novato. Y aunque al principio no vio nada, parecía que estaba bien. Al menos, Jared no dijo lo contrario. Sí, se había levantado.

A la señal de Jared empezó a deslizarse por la pared del agujero, con cuidado de no resbalar. Cuando pensó que estaba lo bastante cerca del suelo saltó para evitar el riesgo de caer rodando. No vio apenas nada hasta que los ojos se le acostumbraron a la luz de los hongos; se acercó entonces a Miguel y le dio una palmadita en el brazo y le sonrió. Si ella hubiera tenido semejante caída delante de cuatro veteranos, en sus días de novata, no sabría dónde meterse.

La tao se asomó al borde para comprobar que Miguel estaba bien, aunque no vio demasiado. Esperó a que Marina terminase de bajar para empezar a descender ella agarrándose a las piedras. Todo fue bien hasta casi la mitad de la pared, donde una piedra (otra vez) se desprendió haciendo que se precipitase hacia el suelo. Por suerte hico una pirueta en el aire que no frenó toda la caída pero hizo que fuese considerablemente menos aparatosa que la de Miguel. La suerte, desde luego, no iba con ella.

Elijah se inclinó hacia delante para ver la caida justo antes de que sus compañeros intentaran el salto: unos con éxito otros... con más mala suerte. Eso le hizo dudar un instante, pero decidió descender intentanto tener el máximo cuidado posible aún sabiendo que aquello se le daba mil veces peor que a los demás. Sobretodo cargando con la pesada y larga espada bastarda.

Se cayó igual.

Los que cayeron lo hicieron poco elegantemente a excepción de Naomi, que consiguió hacer pie antes de chocar contra el suelo. Elijah, sin embargo, rodó y cayó por la roca con un chirrido metálico de armadura. Al menos ésta le protegió y no sufrió daños importantes.

Ahora, los cinco con los pies en el suelo, podían seguir adelante. Jared les hizo una señal para continuar por uno de los pasillos con las espadas desenvainadas y los ojos preparados a cualquier peligro.

-Increible. Una roca ha hecho lo que no ha podido hacer un gusano gigante hecho de restos humanos... -comentó Elijah mirando los rasguños que había en su armadura.

También se había raspado un poco las manos, pero no era nada importante, así que se puso de pie enseguida y continuó la marcha con los ojos muy abiertos. Aunque la verdad era que estaban en desventaja. Sus armaduras chocando contra la roca debían haber despertado a todo un enjambre de bichos.

Naomi se incorporó con un enérgico salto y dio dos palmas para limpiarse las manos. Miró alrededor para ver como estaban los demás. Elijah también había rodado, pero estaban bien.

―Pues sí –comentó.

Se sacudió la túnica y continuó la marcha dejando que Jared y Miguel fueran delante tanteando el terreno.