Partida Rol por web

La hija de puta corría y corría. Sonaban los tiros. Primero unos pocos, luego muchos. Pero a ella le daba igual. Corría detrás de la Toñi y ésta corría hacia la parte de la muralla donde estaba la Naty limpiando. Se giró a mirarlas a ambas y corrió luego hacia el interior de la torre más cercana.

-TE VOY A MATÁ PUTAAAA. ¿OS VOY A MATÁ A TODO!

Entonces le dió alcance, con no poco trabajo, a la altura del famoso matacán, el agujero rectangular que había sobre la puerta principal del castillo. Unos apollardados miraban la escena desde abajo, levantando las manos.

En cuanto la pilló la agarró de los pelos que le quedaban pa' pararla. Que les iba a matar decía, la Kimberly se echó a reír, un poco porque estaba hasta el mismo coño de to' y otro poco porque había pillao a la Toñi y abajo le esperaban unos apollardaos. Casi podía saborear la venganza, suya, de su yaya y de tos.

-¿Quiés matar algo? Pos mira quién t'espera abajo- y sin pensárselo mucho la empujó hacia la puerta principal, apuntando lo suficiente pa que cayera por donde los apollardaos. -¡Hasta'l coño me tienes, japuta!- le dijo a modo de despedida, quizás un "hasta la vista, baby" hubiera sido más poético. Pero la Kimberly lo que quería era deshacerse de la puta bruja y luego diría que se había caído... Esas cosas pasan, ¿no?

Fue muy sencillo. Corriendo como iba, solo debió empujarla, y la inercia hizo el resto. La Toñi cayó, rebotó y finalmente se perdió con un horroroso chillido por la abertura del matacán, cayendo cinco metros hasta el suelo. Parecía aquella peli de Bruce Willis cuando al malo final se lo cargan tirándolo de la torre nakatomi antes de pegarle un tiro diciendo "yeepi kai yei hijo de puta".

La Toñi chilló y chilló. Chilló al caer, chilló al llegar al suelo y chilló mientras los apollardados se la comían viva, destrozándole la garganta, abriéndole las tripas. Chilló de rabia, desesperación y odio. Ahora ya no podía salvarla nadie. Y no tardó en morir más que treinta segundos, no por la pérdida de sangre, si no por un ataque al corazón. Un ataque al corazón provocado por el HORROR.

Las puertas de los toriles se cerraron, y sonaron los últimos tiros dentro de la fortaleza. La Kimberly respiraba rápido, excitada (no sexualmente) por la situación. Baños volvía a ser seguro, y la tirana había muerto. Pero aquello seguro que traería consecuencias.

La Kimberly se sintió mu bien tras empujar a la Toñi, como a quien se pilla un pie con la rueda del remolque y luego le quitan el remolque d'encima y le ponen hielo, pos igual. Luego se dio cuenta asín de refilón que lo mismo le caía una gorda, asín que fue a buscar a la Naty a la torre.

-Oye Naty...- dijo más calmá. -Tú has visto como se caía a que sí- la Kimberly le guiñó un ojo y asintió varias veces. Era obvio que la Naty iba a estar de su parte, la japuta de la Toñi venía a por ella la siguiente y todo el mundo la odiaba. Bastante sabía la Kimber que en verdad el cagaprisas se había calzao a la Naty y de ahí venía la inquina. -Pos si preguntan, venía corriendo a pegáte, yo venía a defendéte y s'ascurrío, ea.

Se vio ahí de pie delante de la familia real, vestido de etiqueta con aquel traje de 400€ del Cortefiel y los lustrosos zapatos de 200€, la camisa gris acero y la corbata a juego en púrpura oscuro. Afeitado, perfumado... No se había puesto así desde la boda del Andrés Cortina hacía algo más de un año. Cada año o cada par, el cagaprisas se regalaba un traje nuevo de los buenos. Lo que haga falta, porque él lo vale. Según el contexto igual estaba que derretía coños a su paso (eficacia probada), que parecía de una impecable elegancia, que podría hacer de sicario de la alta mafia en una película. Por la cara que llevaba, su complexión y alguna nueva cicatriz, en ese momento parecía lo último más que ninguna otra cosa. Un tío peligroso.

Había llegado al hotel en silencio, observando todo con aburrimiento. Se aseó y vistió despacio, como afilando cada movimiento. Sin prisa, dándose el gusto de verse guapo ante el espejo, pero también con cierto desapego y desinterés. ¿Frialdad? Puede. Ya vestido vació su petaca mirando por la ventana mientras se fumaba un purito. Se fijó en sus manos llenas de callos y marcas. Ahora tendría que rodearse de gente que no había tenido que romperse los nudillos. Se sintió desprotegido. De forma automática buscó su cuchillo entre el equipaje, pero de pronto se dio cuenta de que no le dejarían presentarse ante el rey con un arma en el cinto. Imbéciles autocomplacientes.

Entonces pensó en el rey. Hasta que ocurrió todo el cipote, pensar en conocer a Su Alteza le hubiera puesto palote y sudoroso. Ansioso e incómodo por no estar a la altura. Se vio reflejado en la ventana y se sorprendió al descubrir que en ese instante, simplemente le importaba todo una polla. No veía interés en nada de todo eso. Puro protocolo y gasto inútil de recursos en un mundo que se consumía. Pensó que el rey no le iba a poder decir una mierda que importase un cojón de pato. Ojalá mequivoque y meresca la pena to ehto.

...debería estar arreglando el grifo estropeao del vecino...

...no, Selui, deberíah pillar un blindao, salir por patah y liarte a tiro...

...no, deberíah estar follando...
 

Se acercó a asomarse y mirar lo que quedaba de la Toñi. Con aquella fruición comiendo, quizá no se despertara como apollardada. No iban a quedar ni las raspas. Luego compartió una mirada con la Kimberly y sonrió brevemente. A su juicio, se había hecho justicia. Aquella lagarta no quería nada bueno para aquella gente, solo conseguir el poder absoluto.

-La pobre se ha caído, si. Tanta rabia, un traspiés.

Le guiñó un ojo. Ella luego cayó en la cuenta de que había dejado a la abuela por allí tirada, cerca del toril

Miro de nuevo como devoraban a la Toñi y se sintió bien, muy bien, de puta madre en realidad. La Naty confirmaba su versión y no había más allí, así que se acordó de lo siguiente importante, su yaya. Corrió de vuelta a buscar a su yaya y sus tacones, que ir por la vida descalza no era plan. Ay su yaya que l'había empujao la japuta de la Toñi a la zanja y luego había abierto la puerta a apollardaos. Menos mal que habían venío su Paco y el otro con armas, porque sino hubieran estado bien jodidos.

La Toñi estaba mu bien muerta y eso lo sabía to'l mundo, pero seguro que nadie tenía los cojones de darle el empujoncito que hacía falta, literal. Ahora estaba dándole el coñazo a Satanás, intentando quedarse con su plaza en el infierno seguro, anda que no era trepa la cabrona.

Cuando volvió al mismo sitio estaba irreconocible. Un montón de apollardados muertos en el suelo, a cierta distancia uno de otros, y los del somatén reunidos discutiendo cosas. Entonces alguien dió aviso de lo de la Toñi y la mitad se largó para ver que coño estaba pasando. Así que cuando ella llegó estaban allí casi los mismos de antes.

Paco había cogido a su abuela en brazos, que seguía sangrando por la brecha de la cabeza, inconsciente, y Carrillo se había quedado to pillao con la escena que se había producido. Se sintió gilipollas por no ver venir lo de la Toñi. Se reafirmó en su deseo de no querer nunca ser "el jefe", y que le dieran por el culo a las aspiraciones de su mujer.

Sin más que hacer allí, fueron hasta la consulta del hospital. Para su sorpresa, la yaya no era la única que estaba allí. Don Faustino potaba en un cubo, con una sonda pinchada y cayéndole el goteo. Tenía mala cara, pero no estaba tan grave como la abuela. La doctora se acercó y les indicó que la pusieran sobre la mesa de operaciones en el box.

Joder, el Cagaprisas parecía el puto Hitman, daba hasta más mal rollo que si fuera con ropa de diario y el Zeki… menudas pintas vaya ganas de tocar los cojones. Creía que había echado un poco más de cabeza pero estaba visto que era porque tenía a la Yaiza al lado, solo… seguía siendo un pelanas “Que pena de juventud Mari…” no obstante no dijo nada, se mantuvo correcta y amable, incluso más cercana que de costumbre, les tanteó mostrando con un gesto gracioso su nerviosismo pero nada… joder macho que poco entusiasmo. Era para que se sintieran más anchos que 10, orgullosos, ellos eran la clave para que el plan Baños fuera aprobado como estrategia estatal y estaban como a disgusto! “Mecagondiéh, cagontó, cagonlaostia, cagontólocagable, aquí tenía que estar el tito. Puta Toñi de los cojones…”

Total que fueron andando al castillo, nunca había estado en Segovia y el paseo la impresionó, era precioso, un estilo muy distinto al de su tierra, hasta el color de la piedra era diferente, pero muy señorial todo. El estómago le dio un vuelco cuando se vio ya metida en los pasillos camino del salón del trono. Solo pensarlo ya era para flipar, como flipante era ver la actividad en las distintas salas, parecía una peli de la II guerra mundial, de esas en las que se ve como palacios y castillos se reconvirtieron en almacenes y centralitas. Un alucine. Lo miraba todo, que lástima que en ese momento no pudiera grabar, tan solo hizo alguna foto furtiva con la compacta que llevaba en el bolsillo.
Entonces llegaron a la antesala y lo vio:
En Melilla no había chincheta, en Melilla no había chincheta, en Melilla no había chincheta…

“Quique…”

 A tomar por culo la serenidad, la concentración y la puta que las pario. Todo a su alrededor desapareció. Vílchez tuvo que tirar de ella cuando les avisaron de que podían pasar sin saber que le pasaba. Por que algo le pasaba, estaba claro…
Entraron.
La hostia puta ¡Eso era histórico de cojones! El Juancar y la Sofia sentados en los tronos de los putos Reyes Católicos acompañados de los Príncipes de Asturias (¡Con lo que le gustaba a ella la Leti!) esperándoles a ellos ¡COPÓN! Se le iba a salir el corazón del pecho, iban a decir su nombre, estaba nerviosa, pensaba en Quique, lo dijeron, y cuando saludó con la izquierda (recordemos que la derecha la lleva en cabestrillo) se le escapó una lágrima. Aguantó con todas sus fuerzas pero esa se le escapó.
“Mierda!”

Faustino también parecía que estaba para echar los higadillos por la boca, pero es que su yaya además se había caído de boca. Fue pegá al Paco to'l camino hasta ver a la doctora Barbi, casi agarrá al brazo de este mirando con pena a su yaya. Mientras mascullaba por lo bajo. -La puta la Toñi... Es que si lo llego a saber... Si lo llego a saber...- aunque de poco le valía lamentarse ahora de no haberle metío una hostia a tiempo. Porque eso eran enseñanzas de su papa de toa la vida, una hostia a tiempo te quita to la tontería. Curiosamente como la hostia que debieron darle a la Kimberly cuando empezó a fumar y tontear con los muchachos, pero la vida es como es.

-Doctora, dime que la yaya se va a poner bien- le dijo casi suplicante a la doctora Barbi, porque como le dijera que no, no sabía qué iba a ser de ella. Bueno, sabía seguro que iba a bajar e iba a pegarle fuego con una poca gasofa a los restos de la Toñi, que no quedaran ni las cenizas. Dos veces muerta era muchismo mejor.

Parece que no estaban allí solo para comer con el rey, por que cuando todos hubieron entrado, llegaron luego unos criados de la casa real con unas cajitas. Condecoraciones. Madre mía. El culo se les apretó como si fueran a cagar. ¿Condecorados, ellos?

Pero no hubo tiempo para más disquisiciones, por que el señor Aza volvió a tomar la palabra.

-Su majestad el rey les da la bienvenida al alcázar de Segovia, símbolo de la defensa de la patria en éstos tiempos oscuros. Tiempos en los que la criba a la que son sometidos los hombres señala a aquellos sobresalientes de entre todos los demás, de los cobardes, traidores y otros sujetos no dignos de mención.

Entregaron al rey el primer estuche, y se anunció.

-Por su destacado papel en la conquista y defensa de Ronda, así como sus grandes dotes de mando, la administración de la región militar de Andalucía, faro de España y esperanza de todos sus habitantes, su excelencia el teniente general Juan Baustita García tendrá el privilegio y orgullo de vestir la primera Gran Cruz Laureada de San Fernando concedida en este país desde los días de la Guerra Civil.

El rey impuso la condecoración en el uniforme del general, y la banda que venía asociada a ella, y luego estrechó su mano, compartiendo con él unas palabras en voz baja. Estuvieron un par de minutos, por que no había prisa, y luego se retiró a donde le indicaban, dando paso al siguiente.

-Asimismo, por su valor frente al enemigo, sus grandes dotes de mando, la rapidez de sus decisiones y por haber respondido a la llamada del deber, más allá de los protocolos y órdenes concretas, en el día 16 de agosto de éste mismo año, la brigada Mari Cruz Castaño de la Guardia Civil recibe la Cruz Laureada de San Fernando.

Subió al estrado, jiñada viva, y se quedó quieta delante del rey, que le puso la condecoración en el pecho de la chaqueta del uniforme, con una pequeña sonrisa.

El rey la retuvo con un gesto.

-No se marche todavía, indicó.

Aza prosiguió y trajeron una nueva cajita.

-Asimismo, por decisión de su majestad, como capitán general de los ejércitos, se la asciende al rango efectivo de teniente del instituto armado de la Guardia Civil.

Le cambiaron sus insignias de grado, poniéndole las chapitas que indicaban el rango de teniente. El rey estrechó su mano con una sonrisa.

-Es usted un ejemplo para todos los miembros de nuestras fuerzas armadas, teniente. Cuide ese brazo y cuídese, España la necesita más que nunca.

Dicho lo cual, se cuadró y la saludó. Privilegio de laureado. Todos los presentes la saludaron. Parecía el final de El Retorno del Rey.

No hubo tiempo para diálogos con el rey. Ya los habría. Iban tarde con respecto a lo programado, y el programa mandaba. Así que después de imponer aquella medalla, indicaron a Mari Cruz que se apartara y dieron paso a los siguientes.

-Por su extraordinario valor, serenidad y temple, en acciones con riesgo de perder la propia vida, el guardia Jorge Vílchez recibe la cruz con distintivo rojo de la Órden del Mérito de la Guardia Civil, además de ascendérsele al rango de cabo primero.

Le impusieron la medalla, esta más pequeñita, y el rey le dió la mano con una sonrisa. Luego se situó junto a Mari Cruz y le rozó los dedos de la mano con los suyos.

-Por sus extraordinarias ideas, su capacidad de sacrificio, innovación, inteligencia y aportación a la causa de la defensa de España a través de la defensa de la plaza fuerte de Baños de la Encina, el catedrático de instituto Don Faustino Castaño recibe la Encomienda de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, cuyo objetivo es "recompensar a los ciudadanos que con sus esfuerzos, iniciativas y trabajos hayan prestado servicios eminentes y extraordinarios a la Nación". Como no está presente, recibe el galardón el señor Ezequiel Patiño.

El Zeky subió al estrado y recibió la cajita con la medalla y la citación de los motivos de su concesión. Le retuvieron un momento en el estrado.

-Asimismo, el señor Ezequiel Patiño Solaz recibe, por sus desempeños en las misiones y trabajos, dentro y fuera de los muros del Castillo de Burgalimar, la Medalla al Mérito en el Trabajo.

Le pusieron la medallica en el jersey y el rey estrechó su mano con una sonrisa. El Zeky lo flipaba. Una medalla al trabajo. Pa él, que se había pasado media vida pidiéndole permiso a una pata pa menear la otra. El ujier de cámara lo tuvo que sacar del podio casi de la mano.

Se concedieron otros premios "in absentia", como una medallita para Rogelio Titos, además de otras personas y militares de Ronda que no estaban allí presentes. Finalmente, cuando todo parecía haber terminado. Sorpresón.

-Para terminar, es el deseo de su majestad el rey conceder el collar de la Orden del Mérito Civil, máxima condecoración de su clase, al señor don Jose Luis Carmona, por sus extraordinarios servicios a la causa de la defensa, mantenimiento, y seguridad del castillo de Burgalimar en Baños de la Encina, Jaén, presentándose voluntario con gran gallardía a la reincoporación del servicio activo en el ejército, mostrando siempre una voluntariedad ejemplar en las tareas a desempeñar, con prejuicio de su propia seguridad, dando y mostrando lo mejor de si. Valores todos que merecen éste alto galardón.

El rey le impuso el collar. Madre mía, vaya piezaca de joyería del copón. Pesaba lo suyo. Luego le estrechó la mano, y aprovechando el gesto, se inclinó hacia él y le dedicó unas palabras al oído, confidente.

Sintió un cosquilleo por el aliento del rey. Un aliento que olía levemente a algo de priva.

-Jose Luís, te quiero dar las gracias personalmente por que me he enterado lo que hiciste en Rús. Me he enterado que has salvado a la Naty, y no puedo estarte más agradecido. Cuídamela, por favor. Ella es un tesoro.

La doctora se puso a la faena. Les sacaron del quirófano por motivos de esterilidad del lugar. Las enfermeras la ayudaron a ponerse la ropa de operar, mientras otra controlaba la hemorragia de la cabeza de la abuela. Ellos se quedaron fuera, asomados indiscretamente a la puerta del box, viendo como trabajaban, hasta que una enfermera les echó con malos modos diciéndoles que aguardaran en la sala de espera.

La espera era larga y tensa. Pudieron ver que Don Faustino se estaba recuperando, aunque había echado hasta los quirios. Le preguntaron que qué le había pasado, y el respondió con la palabra "veneno". Eso les hizo flipar. Veinte minutos después, entró Titos y le dijo algo al alcalde.

El jefe del somatén venía con dos de los suyos, y dió un breve informe al alcalde.

-Al parecer después de liarla parda y casi matarnos a todos, la Toñi se cayó por la almena y se la comieron los apollardados. Les hemos matado y la hemos rematado a ella, por si se despertaba. Pero el cuerpo está en un estado lamentable.

Sacó algo que había encontrado, un bote con unos símbolos de calaveras y tibias. Matarratas.

-Registramos su casa y encontramos ésto en un doble fondo del armario. Esperaremos a que la doctora diga si es la misma sustancia que le han ido administrando. Pero no hay que ser muy listo, seguro que si. Esa mujer quería matarle poco a poco y ser la nueva alcaldesa.

El alegre alcalde ahora no estaba alegre. Los problemas se multiplicaban, y él casi las enrrosca con el puto café que ella le servía día tras día, semana tras semana. Menos mal que aquel día comenzó a sentir unos temblores muy extraños y a vomitar el desayuno con sudores fríos. Si no llega a pasarle, si no llegaba a pasar por el hospital, le hubieran seguido envenenando con el café de media mañana.

-Joder... Como he podido estar tan ciego. Esa maldita víbora. Ya... -tosió- Ya la veía muy interesada en el cargo, desde el primer momento.

Negó, despacio, y miró al techo.

Si ya estaba temblona por dentro aquello la terminó de convertir en gelatina. Menos mal que el protocolo es algo que te incrustan en la academia y te sale de modo automático, de otra manera no habría sabido ni subir los escalones del estrado.
Aguantó lo de la laureada con los ojos enrojecidos, pero marcial, pero el ascenso… ay el ascenso…  se acordó de la de veces que quiso  abandonar la academia por culpa del hijo de su madre del sargento Contreras “¿Dónde estarás ahora cabrón?”, loco que estaba por verle las tetas sudadas y bien que la jodía cuando no se dejaba, y de como Quique estuvo siempre ahí y seguir adelante juntos.
No esperaba unas palabras tan bonitas, miró a su majestad con unos lagrimones como puños despeñandosele por la cara –G…Gracias Majestad…- era la cara de a quien le duelen los trozos que se ha dejado por el camino, movió los ojos nerviosa, carraspeó y se hizo atrás como mandaba el protocolo.
A pesar de todo sonrió al ver que llamaban a Jorge, tintineó los dedos con los suyos cuando este volvió a su lado, quien le ofreció un pañuelo para enjugarse las lágrimas. El reconocimiento para el tito era de recibo, estaba deseando ver su cara cuando se lo dieran pero el campanazo fue lo del cagaprisas ¿Qué coño le susurraba el rey al oído? “Bien jugado Juancar, a ver si con esto se dejan de mojigangas los dos jumentos estos…”

La doctora salió a mascarilla quitada, deshaciéndose de los guantes. A la abuela la estaban sacando del quirófano y montando toda la parafernalia para subirla a planta, usando las poleas del hueco de la escalera. Estaba dormida todavía, inconsciente. La Barbi parpadeó, contrariada, y miró de reojo el bote que llevaba Titos, el cual le robó con un gesto rápido de la mano.

-Hoy la mujer del Cagaprisas casi se cobra dos víctimas -dijo, concluyendo tras leer la etiqueta del producto- Afortunadamente, se queda en un casi.

Se giró luego a la Kimberly y el legionario y entonó una sonrisa triste.

-Tengo buenas y malas noticias. Las buenas son que la conmoción cerebral no ha causado daños. Se recuperará de eso. La mala...

Hizo una pausa antes de seguir.

-La mala es que he aprovechado para hacer una resonancia y ver el estado del hígado de tu abuela. Está peor de lo que creía. Mucho peor. Se llevará callando meses, incluso antes de las fiestas del pueblo. Si hubiera acudido antes a un hospital quejándose de esos síntomas, quizá... -parpadeó- Lo siento. Su estado es irreversible. Si pudiéramos practicarle un trasplante, podría vivir unos años más, pero no hay donantes válidos. Incluso el cuerpo de la Toñi, su sangre estará contaminada con el virus.

La siguiente frase le costó pronunciarla.

-Vamos a darle un tratamiento más intensivo, usaremos interferón. Pero es un medicamento que no abunda, especialmente ahora. Se ha usado extensivamente para intentar frenar las muertes por el contagio del virus. Así que lo poco que quede estará en esos hospitales. Pero aún así, por mucho que la tratemos, solo podremos darle dos, a lo sumo tres meses más, hasta que se produzca el fallo multiorgánico.

Bajó la mirada, avergonzada. No le gustaba perder pacientes. Y más si esos pacientes le importaban tanto como aquella gente.

-Lo siento -dijo, a punto de llorar.

Nunca había visto a un médico comportarse así.

Cuando me nombraron para recoger el premio o lo que sea del Fausti, se me pusieron las piernas como un flan dul. Como cuando de pequeño te ponen en la fila con tos los niños, pa darle tu carta al rey mago, y cuando llega el momento es como un festival de nervios y jiñamientos. Pues asín. Y eso que el premio no era pa mi, pero eso de estar frente al Juancar imponía un huevo.

Cogí la cajilla con manos temblorosas de pajillero, como pa robar panderetas, y me quedé con el culo tieso cuando resulta que también había premio pa mi. Premio al trabajo. Ay la víhen. Si esto lo ven los papas no se lo creen. Y a mi me lo dicen hace unos meses y me parto el ojete. Pero ahora que lo estoy viviendo, mas que partírseme, tengo el recto mas apretao que cuando entras a un bar de ambiente.

- Grasiah, grasiah...- me sale decí en mi estado de pasmado, pero cuando me doy cuenta me han sacao del escenario ese. Del podio.

Me quedé mirando el premio un buen rato, aun sin creerlo. Solo alzo la mirada flipao del to cuando el Juancar le suelta algo al oído al Cagaparisas. Este hombre iba a ser leyenda. Como Chuck Norris.