Partida Rol por web

Entrando el último tras los demás doy un vistazo rápido a la habitación, tomando una posición donde tenga cobertura y decidiéndome a disparar al más lejano de los terroristas para no darle tiempo a huir.

Entrecierro los ojos frente a la pistola y finalmente disparo cuando veo la oportunidad.

¡Tomad esta capullos!

Por suerte parece ser que los ilusos técnicos sólo deben de estar aturdidos a juzgar pro al falta de violencia o sangre en al sala, aunque de todos modos no me confiaría con unos terroristas y apenas me da tiempo de nada más después de que Eeth intente convencerlos inútilmente.
Era de esperar pero supongo que sus "obligaciones" como santurrón le obligaban a intentarlo por lo menos.

Yo no puedo evitar sonreír para mis adentros, aunque enseguida me doy cuenta de que también lo estoy haciendo de forma visible, desenfundando mi arma con rapidez y pericia para extender el brazo junto a la puerta tras la cuál me oculto y disparar a uno de los más alejados y por tanto cercano a una posible escapatoria.
No necesito gritos de euforia ni frases rimbombantes, la subida de adrenalina y el sonido de las armas es suficiente estímulo para mí.

Eeth colocó su espalda contra la pared un instante antes de darse cuenta de que podía llegar al terrorista más adelantado antes de que reaccionara. Con sus sentidos aguzados por la Fuerza, y sus reflejos, se lanzó hacia delante blandiendo su el arma en un amplio y veloz arco mientras superaba la distancia que le separaba de su contrincante. Cuando llegó a su lado notó que apretaba los dientes con fuerza y lanzó su ataque, dispuesto a neutralizarlo por el bien de la República. La advertencia previa parecía no haber surtido efecto, aunque para ser sinceros, el zabrak no había esperado a comprobar su reacción.

La sala de control resulta ser una estancia muy pequeña y los terroristas del Mayal se sorprenden al advertir la puerta abierta y el primero de ellos intenta ocultarse tras la esquina mientras el último de ellos grita alarmado para hacerse oir por encima del ruido que el motor del aerocamión produce al encontrarse tan cerca de una de las ventanas abierta.

- Larguémonos de aquí !!

La twi'lek Numa se aproxima entonces a la puerta haciendo muestra de una gran destreza natural de entre las de su raza y el sonido de los blasters comienzan a sucederse.
El preciso disparo de Numa impacta en la cabeza descubierta del primer terrorista que cae inerte de espaldas golpeándose bruscamente en el acolchado suelo.
El joven padawan se abalanza entonces sobre la posición del terrorista caído esquivando cuantos disparos se suceden, pero no puede evitar como uno de los blasters le alcanza hiriéndole levemente mientras cae torpemente al suelo y choca contra la pared.
Sin tiempo de reacción, Nakor observa la caída del jedi y en su rostro parece dibujarse una sonrisa macabra y diabólica mientras grita y dispara al mismo tiempo alcanzando a otro de los terroristas, que muere al instante mientras en su pecho escapa una humareda negra y un olor a carne requemada.
Entre los disparos blasters aparece el técnico Quaad tras la puerta y toma posición de disparo, que pese a no ser ducho en armas a distancia consigue alcanzar a otro de los terroristas, cuya mueca de dolor dibujada en su rostro divierte a Nakor.

Mientras, el aerocamión continúa a la espera con su motor ronroneando bajo el sonido de la batalla.

Los disparos empiezan a volar acompañados de su respectivo halo de luz, desencadenando una acción tan desenfrenada como cabría esperar. Al fin me siento en mi elemento, a pesar del peligro mortal que puede conllevar la situación mi mente jamás se detiene en ese "detalle", mis músculos actúan por impulsos de forma instintiva y natural, acostumbrado a la lucha cómo método de vida y supervivencia...
Y sin embargo algo quiebra éste equilibrio y la sensación de triunfo al abatir a uno de ellos con un sólo disparo: el jedi novato es atacado varias veces al ser el más expuesto de todos con su arma cuerpo a cuerpo. Supongo que por mucho que sea un sable láser eso no le convierte en invencible, así que salgo de mi posición resguardada con un gruñido, exponiéndome a propósito para que haya otro objetivo relativamente fácil de acertar.

Mi brazo sigue extendido, sujetando el blaster con firmeza antes de disparar contra el único que todavía se tiene perfectamente en pie. Mi intención es que el tipo que está herido siga entero, pero dependerá de lo mucho o poco que nos toque la... moral.

Eeth recibió el disparo con un gruñido sorprendido, y el impulso de su propio movimiento lo llevó a darse con la otra pared. No le dolía demasiado, parecía más bien un rasguño. Se concentró en el momento y levantó el sable para protegerse de los siguientes disparos. Sus compañeros habían sido mucho más eficientes, demostrando sin duda que eran una buena elección para el cometido. Con ese apoyo, el zabrak se adelantó hacia el terrorista más cercano que estuviera en situación de atacarles, y alerta por si volvía a recibir un disparo, dejó caer el sable con un arco rápido esperando que fuera suficiente para neutralizar la amenaza.

Cuando descargó el tajo descendente, movió el sable hacia arriba, como le habían enseñado, manteniendo alta la guardia para no olvidar la defensa ante un posible ataque de otro terrorista.

Tras disparar vuelvo a agacharme velozmente , no quiero que mis sesos se esparzan por la sala todavía. Miro ceñudo como Nakor se alza como una diana perfecta- joder, cada día está más loco. Estas situaciones me ponen de los nervios pero es lo que hay y debo seguir disparando. Vuelvo a asomarme y apunto al terrorista que no logre matar todavía.

Disparo pero a pesar de ir bien encaminado el tiro falla cuando el terrorista se agacha en el último momento.

Joder!

Resoplo y vuelvo a agacharme todo lo rápido que me es posible, pegandome a los paneles como un niño asustado.

El fuego abierto continúa en la pequeña estancia y los terroristas van cayendo poco a poco. El joven padawan Eeth se adelanta a otro de los disparos blaster de los dos hombres restantes del Mayal en una prueba de habilidad natural arqueando su sable de luz 90º y abriendo en canal una brecha humeante en el cuerpo de su victima por su estómago y su pecho.

Nakor no cesa en sus precisos blasterazos que acaban tumbando al terrorista que quedaba en la sala de control con un certero disparo en la cabeza.

El cuerpo mutilado del terrorista caído con el sable láser, expulsa ahora un borbotón de sangre por la boca y, con los ojos abiertos, se queda completamente tieso y sin respiración.

Quaad y Numa, que seguían disparando al cúmulo, observan como el conductor del aerocamión vuelve su cabeza hacia ellos con los ojos desorbitados mientras toquetea la consola del vehículo y unos repulsores comienzan a tomar potencia.

Al fondo, en el cielo, la intensidad de los rayos que hay alrededor de la torre del canciller va creciendo gradualmente.

Eeth se acercó a la ventana, con el sable aún encendido, considerando la distancia que le separaba del aerovehículo. No pareció convencerle la idea de saltar. No era lo que mejor hacía, lo suyo, de lejos, era la negociación, y contra aquellos fanáticos quedaba claro que no serviría de nada. Había matado, otra vez, pero no pensó mucho en aquello. Se concentró más bien en intentar aplastar unos pequeños tubos que recorrían la parte inferior del vehículo. Quizá no sirviera para nada, pero podrían ser parte importante del funcionamiento y podría así lograr detenerlo.

Esta vez, como tantas otras, la acción ha jugado bastante a nuestro favor, lo cierto es que me siento satisfecho y observo con una sonrisa triunfal al herido superviviente mientras bajo el arma, hasta que el ruido de los motores me saca de mi propio despiste.
-Quaad, ¡los ordenadores...!- obviamente él debe encargarse de intentar reprogramar el clima ya que la tormenta está casi sobre la torre del canciller y empeora por momento pero aún así confío en su pericia... y espero que Numa pueda ayudarle un poco.

Por mi parte pensar y programar no es lo mío, mis piernas ya se están moviendo incluso antes de procesar la alocada idea.
Corro a toda velocidad hasta la ventana abierta y preparada para que los terroristas alcanzaran el vehículo con toda la intención de saltar hasta él.
Pensar en el hecho de qué pasaría si no llego no es una opción.

Asiento a Nakor cuando dice lo de los ordenadores, yo también había estado viendo esos nubarrones anunciando una buena. Antes de que pueda responderle el loco ya esta camino de la ventana y no se porque ya sabía lo que iba a hacer, mi rostro vuelve a arrugarse mientras le observo -Joder, esta más loco que antes..

Pero no hay tiempo para entretenerse por lo que me dirijo a los paneles de control principal y tomo asiento en una de las sillas salpicadas de sangre - Puagh - Bueno, vamos nena, enseñame tus circuitos..

Mis dedos comienzan a bailar por el teclado mientras no aparto la vista de los monitores, entrando en mi modo-autista y buscando una solución al cambio climático.

El cielo de Coruscant se vuelve a cada minuto que pasa más oscuro y las nubes cubren gran parte del cielo. Los rayos son más intensos cerca de la torre del canciller e incluso cae sobre la estructura creando algún boquete en el edificio y en la plaza que hay en su base.

Eeth, sable láser en mano, llama a la Fuerza concentrándose y espera a que ésta le envuelva y poder actuar según su voluntad. Un grupo de tuberías sintéticas sobresalen cerca de la ventana junto a una de las consolas y el padawan intenta conectar con ellas a través de la Fuerza, pero la inexperiencia se hace notable cuando únicamente consigue romper una de ellas por la que escapa una espesa humareda vaporizada.

Menudo Jedi !. La mueca de Nakor lo dice todo, que sin tiempo de reacción sale disparado hacia la cornisa de la ventana mientras el aerocamión hace un amago de salir huyendo hacia el cielo de Coruscant. Ágilmente, salta desde la cornisa con las manos extendidas y el tiempo parece detenerse mientras sus ojos observan aterrorizados cómo la caja trasera del aerocamión se aleja... - Umphhhh!! - Un gruñido escapa de su boca en un aliento de grata sorpresa cuando se encuentra en el interior del vehículo.
El piloto se vuelve asustado y antes de que pueda siquiera echarse la mano a la cintura buscando su blaster, el arma de Nakor le apunta directamente a los ojos a una distancia de apenas un carto de metro... lentamente, alza ambas manos en gesto de rendición. - No... no dispare por favor... - tartamudea el terrorista.

Mientras estos hechos se suceden en el interior del aerocamión, a pocos metros, Quaad puede observar por encima del vehículo los nubarrones y los rayos comenzando a golpear la torre del canciller.

Apenas queda tiempo... sus manos sudan cuando se planta frente a la consola principal, que por suerte aún permanece intacta. El técnico teclea y teclea mientras su rostro muestra un apuro producido por los cada vez más intensos rayos que se escuchan del exterior, hasta que un pitido proveniente de la consola advierte a Quaad de su éxito. La consola es reprogramada aunque no resultó fácil, sin duda el terrorista sabía lo que se hacía.

Un suspiro escapa por la boca del técnico...

El aterrizaje resulta algo más estrepitoso de lo que esperaba, pero por un segundo creí que no lo conseguiría y sin duda caer al vacío o entre el tráfico aéreo de la ciudad hubiera resultado mucho peor.
Me incorporo de inmediato, al menos más rápido que el conductor, blaster en mano y apuntándole de forma directa en la cara sin muestra de duda. Dispararé si es necesario, pero al parecer es lo suficientemente listo para darse cuenta de ese detalle.

-Bien, pues haz aterrizar esta cosa con suavidad y no tendremos que lamentarnos- cuando el tipo coge nuevamente los controles del vehículo miro alrededor con el ceño fruncido, notando las ráfagas de viento que revuelven mi ropa y mis gruesas rastas acompañado de algún que otro rayo que por suerte empiezan a cesar al cabo de poco.
Sonrío satisfecho y nuevamente orgulloso de Quaad, aunque obviamente eso no se lo diré a menos que esté a punto de morirme. Me acomodo en el vehículo y sigo apuntando al terrorista hasta que aterrice y salgamos de él para entregarlo a alguna patrulla.

Eeth hizo una mueca de disgusto al no lograr nada, y por el rabillo del ojo notó que alguien se acercaba a él a toda velocidad. Se apartó en el último momento para ver cómo Nakor se precipitaba como un suicida al vacío, sin pensarlo dos veces. Milagrosamente, aterrizó en el interior del vehículo antes de que el asombrado conductor pudiera reaccionar. El hombre era valiente, desde luego...aunque entre valiente y loco...

El padawan apagó el sable. Ya no había motivo para seguir dependiendo de su ley. Sonrió y aplaudió visiblemente a Nakor desde el borde de la ventana. Había aprendido mucho de aquella acción, al fin y al cabo, y de eso se trataba en el fondo, de aprender de las consecuencias de las decisiones. Además, habían logrado reducir a los terroristas y ahora podían interrogarlos.

Se acercó a los técnicos derribados y se aseguró de que estaban vivos y estables, sin quitar ojo al terrorista herido. Luego se ocupó de él, mirándolo con ojos hoscos y despiadados. Según estuviera, consideraría utilizar la Fuerza para mejorar su estado. Él debía preservar la vida mientras ésta no fuera una amenaza para otros, y en el estado actual, el terrorista era de todo menos un peligro. Mientras observaba su estado y su reacción, se aseguraba de que no llevaba más armas y que estaba controlado, le hizo las primeras preguntas.

- La jugada os ha salido mal. Ahora deberéis responder por vuestra acción. Los técnicos están vivos, y eso os ayuda, pero os ayudaría más que colaboráseis. No te hagas ilusiones, vuestros atentados son castigados con penas capitales, y no sé cuánto podré hacer yo en vuestro favor. Si confiesas qué otros planes tenéis, quizá salgas con vida de ésta. Si no...bueno, si no lo haces no debería perder tiempo en curar tus heridas, porque te iba a dar igual.

Exhalo un profundo suspiro de alivio seguido de un grito de júbilo cuando al fin logro detener las tormentas que iban a dejar frito a nuestro amigo el senador. La verdad es que logre concentrarme muy bien y dar con ello a la primera, tuve suerte después de todo y Nakor parece que también por lo poco que pude ver.

El jedi es demasiado blando con estos capullos..

Una vez todo se ha calmado me intrigan las posibilidades de aquella estación , nunca antes había estado ante nada semejante. Uno se siente poderoso controlando el clima y me pregunto si este cacharro sería capaz de hacer que nevara en este sitio, estaría bien. Nunca antes había visto nieve más que en los hologramas y mientras mis compañeros hacen su trabajo empiezo a trastear con los parámetros con cuidado de no liarla mucho, claro.

Eeth se encuentra apoyado de una rodilla en el suelo y con su mano derecha rodeando la nuca del terrorista malherido. Su aspecto no da lugar a dudas y por su boca escupe sangre continuamente. Las palabras del padawan hacen mella en un hombre cuya vida está a punto de desperdiciarse por una vida de teerrorismo y maldad.

Al mismo tiempo, Quaad observa con una sonrisa en la comisura de su boca como las nubes del cielo comienzan a dispersarse junto a los rayos que azotaban la torre del canciller. El aerocamión del Mayal se acerca a la ventana de nuevo y por ella aparece el último de los terroristas seguido del hábil Nakor. El rostro del terrorista muestra desagrado y miedo al mismo tiempo, cuando contempla a sus compañeros horrorizado.

El terrorista con un pie y medio en la tumba parece hablar, aunque apenas consigue susurrar ante la elocuencia del joven padawan, quizá un atisbo de esperanza le haya convencido a hablar, viéndose en ese estado tan lamentable.

- Mi líder me... me vengará... él... él es un asesino de los de tu calaña... un jedi... - el pobre hombre moribundo tose escupiendo sangre por la boca sus ojos se entrecierran mientras su respiración es entrecortada y suda abundantemente pro todo su cuerpo. - Esta no... noche... - esas resultan ser sus últimas palabras, pues yace inerte en brazos de Eeth.

El otro terrorista, acompañado por Nakor que le apunta con su blaster sonriente, observa al recién fallecido y traga saliva, nervioso.

- Se refería a Zegmon Pent, nuestro líder. El Mayal ha contado con él desde sus inicios, y no parará hasta cumplir el objetivo, que no es otro que ver muerto al canciller supremo Valorum... - su tono de voz es serio, y parece contar la verdad.

- El control de tráfico es el objetivo alternativo para el mayal, Zegmon Pent tiene pensado atacar ahí poco antes de que comience el discurso... - el terrorista, viendo finalizada su carrera en el mundo de la delincuencia, parece dispuesto a hablar, intimidado tal vez por el blaster de Nakor y animado por la diplomacia del padawan zabrak, quizá colaborando consiga absolución...

Eeth dejó el cuerpo del terrorista cuidadosamente en el suelo.

- Diremos a las autoridades que en el último momento te decidiste a cooperar - dijo el padawan dirigiéndose al último terrorista -, sin embargo, tampoco nos has dicho nada que no supiéramos ya. No creo que sólo con eso consigamos mucho para ti. Seguro que hay algo más que puedas hacer por nosotros, algo que verdaderamente nos ayude a salvar vidas y pueda hablar en tu beneficio. ¿Quién es ese Zegmont Pent? Tu compañero dice que es un ¿jedi? Me cuesta creerlo. Si nos ayudas a desenmascarar a ese impostor y nos revelas el número de terroristas que habrá, así como los detalles que puedas sobre la carga que utilizarán o si ya han robado el vehículo que utilizarán...o aún no...lo que sepas, entonces puede que tu suerte cambie.

El zabrak procuraba no pensar en las palabras que había pronunciado el moribundo sobre el líder de los terroristas. El lado oscuro. Se estremeció levemente al pensarlo. No era miedo, era más bien el frío indescriptible que roza la mente de todos los jedi llegaro el momento. Él sabía que su prueba aún estaba por llegar. Si era cierto, ese tal Pent...pero él no había llegado a conocer ningún jedi oscuro, aunque le constaba que había jedis que no soportaban la tensión en el equilibrio de la Fuerza y...

Tendría que informar al Consejo. Ellos tendrían información sobre Zegmont Pent, pero si mientras tanto el terrorista revelaba algún detalle desconocido.

Entramos nuevamente a la Sala de Control pro la ventana, "animando" a mi acompañante con un pequeño empujón mientras me acerco al cadáver del que se suponía que sólo era un herido.
Apoyo una pierna en el suelo sin soltar el blaster y miro la alfombra de cuerpos inertes que cubre la sala mientras el terrorista canta su canción.
-Un jedi eh...- arqueo una de mis cejas más de la cuenta mirando a Eeth, preguntándome si será como él. Supongo que no, nos ha tocado el novato de la academia... Todos tenemos que pasar por esa fase supongo.

-Quaad, deja ya de consultar la red de porno, tenemos que ir al control de tráfico- digo medio en broma, medio en serio mientras me vuelvo a levantar escuchando de fondo las múltiples preguntas de nuestro joven padawan. Me acerco entonces a las pantallas para curiosear qué se supone que está haciendo Quaad y chasquo la lengua al verlo.
-El tiempo no es un juguete, la ciudad no está preparada para eso, podrías colapsar rutas áreas y quién sabe qué...- callo unos segundos y repentinamente golpeo la pantalla con mi arma dejando claros mis delicados modales, rompiéndola para que desista en su intento. Seguro que las palabras no le convencerían tan rápido.