Partida Rol por web

Miro a mis compañeros con un gesto de clara sospecha reflejada en el rostro. SIn embargo, por el momento no digo nada; ante la aparición de Kavan parece que está claro que nadie quiere que nos acerquemos a esa isla. Ese lugar... no sé por qué pero tiene algo raro. 

—De acuerdo, pues mañana os veremos —contesto al hombre que se ha ofrecido a llevarnos-. Por cierto, buena pesca. Es muy raro encontrar uno de esos tan grandes por esta zona. De hecho, no los había visto nunca y he visto muchos —dejo caer, a modo de halago, mientras echo una mirada de reojo a Mor, que seguramente también se habrá dado cuenta de ese detalle. 

"Bueno, no hagamos esperar a Kavan" pienso. 

—Vámonos. 

Las puertas del salón se abren una vez más y aparece Kavan seguido de los cinco compañeros que no hace mucho salieron a visitar la ciudad. Liam y Liadan continúan hablando tranquilamente en el mismo lugar en el que se quedaron antes. La damátháir se vuelve hacia el guerrero de Varn.

- He hecho llamar a Seymour y a Deorn - le dice el guerrero antes de que ella pregunte nada. - Mis hombres han visto espías reizhitas por la zona, y puede que esté relacionado con todo esto. Creo que será buena idea adelantar la asamblea.

La mujer asiente, aunque comenta que aún habrá mucha gente de la aldea trabajando y, seguramente, preferirían asistir a una reunión así. Mientras habla, la puerta se abre y aparece Deorn.

- Me temo que tendrán que unirse un poco más tarde... - Dice con seriedad. - Si hay espías extrajeros, la seguridad de la aldea es primordial...

El hombre que entra en el salón junto a Deorn le pone una mano en el hombro.

- Tranquilo, Deorn. No vamos a poder arreglar nada en pocos minutos y todo el mundo tiene derecho a asistir a una asamblea de esta relevancia.

Ataviado con un pesado abrigo de piel de oso, el hombre camina con autoridad hacia vosotros, dejando a un lado al demorthén.

- Bienvenidos a mi casa - dice con seriedad. - Deorn me ha contado sobre vuestra falta de memoria, así que me presentaré de nuevo. Soy Seymour, Ansailéir de Varn. - El título de ansailéir es una herencia de los Clanes que antaño vivían en estas montañas. A pesar de haberse unido a la estructura social de los Tres Reinos, las antiguas costumbres siguen teniendo más peso en esta región que en otras más alejadas de las montañas, aunque se encuentren a un par de jornadas, como la propia Melwan.

Entré junto a mis compañeros en aquel recinto, no sin anotar en mi memoria la idea de volver a aquel islote, que me parecía tan extraño en aquellos momentos. Sin embargo, tal y como estaba nuestra memoria en esos momentos, dudaba de que me fuera a servir de mucho, pero en fin, algo tenía que hacer y si ya no podía confiar en mi propia mente... ¿entonces, en qué?

Avancé hacia los anfitriones junto a los demás y saludé al Ansailéir como era debido, agradeciéndole su tacto. 

—Gracias por considerar nuestra pérdida de memoria. La verdad es que no tenemos muy claro cómo o por qué ha pasado... —luego me percaté de lo que habían dicho y recordé que Urvan había notado algo cuando llegamos al pueblo; había visto a alguien; entonces pregunté—: Esos espías... ¿En qué zona se los ha visto? ¿Dentro del pueblo? ¿O en los alrededores?

Ean entro detrás de la pelirroja de nuevo a la casa que parecía el centro neurálgico del poblado. Ante ellos se presento el que parecía el líder del poblado. Ansailéir por aquí aun se conservaban las viejas tradiciones.

Ean saludó cortesmente al hombre y se quedó en silencio. Dejó que sus amigos más sabios comentasen lo que quisieran. Al arquero no le gustaba la pérdida de memoria que vivían, y dudaba que pudiese entenderlo.

Liam suspiró al ver entrar a tanta gente y decidió que era mejor dejar el tema que tenían entre manos. Así que tras agradecer con una sonrisa a Liadan sus respuestas y su paciencia fue hacia sus compañeros y observó la escena con curiosidad. Aun así Liam prefirió no hablar y en su lugar se preguntó como encajaban los reizhitas en todo esto.

Asiento, como secundando el agradecimiento de Yldiane.

- Deduzco por sus palabras que ya nos conocemos, y que no lo recordamos.

Después escucho con atención las preguntas de la chica, pues tienen sentido, y en principio no tengo ninguna más que añadir.

«Espías de Reizh».

Estas palabras resuenan en mi mente como un martillazo, como si se tratase de una profecía cumplida en algún otro lugar, en algún otro tiempo indeterminado que no recuerdo. Como era de esperar, esta nueva situación echa por tierra nuestras expectativas de pasar una jornada tranquila. Tras despedirnos de los amables pescadores, somos conducidos nuevamente a la casa del ansailéir. Allí volvemos a reunirnos con el malcarado Deorn, que tan poca comprensión ha demostrado antes, y con el propio señor de Varn, el ansailéir Seymour.

Con sus palabras amables y su noble porte, Seymour consigue lo que el viejo demorthèn no consiguiera antes: ganarse mi confianza. Hago una respetuosa inclinación.

—Bienhallado, ansailéir Seymour. No sabéis cuánto os agradecemos vuestra paciencia. —Casi se me escapa una sonrisa al dirigir este ataque tan soterrado al arrogante Deorn, pero mi rostro permanece inalterable—. Permitidme una pregunta: ¿qué hay aquí? Quiero decir… No se me escapa que Varn parece hallarse en el centro de muchas cosas. ¿Qué interés creéis que podría tener Reizh en este lugar?

¿Cuál es la verdad oculta tras esta aparentemente humilde y aislada aldea?

Bajo la cabeza cuando Deorn y Seymour acuden a nuestro encuentro. Son muchas las preguntas que se agolpan en mi cabeza, pero no tengo ni idea de cómo expresarlas, hecho que me produce una sensación parecida a tener una palabra en la punta de la lengua. Además, tampoco me apetece enfrentarme otra vez a las iras del viejo demorthèn, y evito mirarlo mientras guardo un silencio tenso. Afortunadamente, Mòr sale al paso, y demuestra tener un don para la diplomacia y para hacer las preguntas correctas. Lo miro de reojo y asiento sutilmente en señal de aprobación.

El jefe de la aldea espera a que todo el mundo ocupe su lugar y guarden silencio. Luego, con gravedad, empieza su discurso resumiendo la situación.

- Como todos sabéis, la atalaya del paso de Dohag fue atacada por algún tipo de insecto... o miriápodo - corrige mirando a Liam de soslayo, lo que hace que el chico se pregunte si esta conversación ya ha tenido lugar y él hizo esa matización en voz alta. - Toda la guarnición fue exterminada y nuestros amigos de Melwan enviaron a un grupo de hombres para investigar y ayudarnos.

- Desgraciadamente, su posterior paso por la auntigua fábrica magientífica no nos ha aportado ninguna información, pues nada recuerdan de ello nuestros compañeros... - Las voces se extienden rápidamente por la sala y podéis escuchar comentarios generalizados como "ese lugar está maldito" o "teníamos que haberlo quemado hace años". El Ansailéir  levanta la mano para pedir silencio. - Así pues, una vez más nos hemos reunido para decidir qué hacer.

Deja unos momentos para que los ciudadanos de Varn hablen entre ellos pero, cuando os empezáis a plantear si intervenir en la conversación, mira a Deorn y levanta la mano.

- Además, se han visto espías de Reizh en la zona, probablemente dirigiéndose ellos mismos a la fábrica - añade. Kavan asiente con la cabeza. - Creo que la opción más sensata es enviar a varios de nuestros guerreros a ese lugar, acompañados por nuestro demorthèn, pues podrá recurrir a sus poderes para contrarrestar los malignos efectos de esa antigua factoría.

Una pequeña discusión se abre en seguida, no para plantear un plan alternativo, pues no parece que pueda hacerse otra cosa, sino para acordar cuántos guerreros deben ir allí sin comprometer la seguridad de la aldea. Seymour vuelve a intervenir.

- Kavan es el hombre más adecuado para decidir eso, me parece. Él ha protegido esta aldea durante años y no hemos sufrido ni una sola baja contra los feondas desde que él está al cargo - sugiere. Parece un líder bastante razonable, pues delega los temas de seguridad en el guerrero que ha sido elegido para eso. - Además, tal vez nuestros invitados prefieran ir con ellos, pues así podrán investigar qué ha sucedido con sus recuerdos.

Deorn abre la boca para protestar ante esta última frase, pero en seguida calla al escuchar cómo la mayor parte de la gente se muestra agradecida hacia sus vecinos de Melwan y os anima a acompañar a sus guerreros.

Una sensación extraña me atenaza por dentro, como si todo no fuera más que una mera repetición, quizá destinada a prolongarse por el resto de la eternidad, despojándonos cada vez más de nosotros mismos. Me estremezco al comprobar que iremos a las ruinas malditas, y al mismo tiempo me extraña y me provoca curiosidad saber que ya hemos estado allí. Realmente, ¿tenemos elección?

¿La hemos tenido alguna vez?

—Señores… —intervengo en mitad de los murmullos de la gente de Varn, tan tímida y quedamente que ni siquiera consigo hacerme escuchar. Carraspeo, aclarándome la voz—. Señores. Si en algo puedo ayudar a vuestro pueblo, podéis contar conmigo para lo que estiméis oportuno.

Iba a añadir alguna otra cortesía, pero ser el centro de atención de tantas personas me seca la garganta, impidiéndome continuar hablando. En vez de eso, hago una reverencia en muestra de respeto y así permanezco, aguardando a una decisión.

Liam no pudo evitar sonreir al ansaleir por aquella concreción. Era bueno saber que el hombre sabía escuchar y aprender de lo que se le decía. Aun con su escasa experiencia Liam sabía que no era una costumbre tan común como debiera entre los gobernantes, grandes o pequeños.

- Vaya quien vaya creo que van a necesitar un sanador además de alguien que pueda identificar aunque sea los elementos más básicos de la tecnología de esas ruinas. Si puedo ayudar en algo cuenten conmigo.- Dijo el muchacho con un dicción precisa y un tono educado antes de volver a su silencio contemplativo habitual.

Aun así había algo que seguía reconcomiéndole. Allí había un nexo de unión cerca de su vista pero fuera de ella. Como si una pista importante del puzle fuese entrevista por el rabillo del ojo ¿Por que el Reizh mandaba a sus agentes justo ahora tras tantos años? ¿Que había cambiado para que esa factoría tanto tiempo muerta estuviese ahora de nuevo en el candelero?

- ¿Estan seguros de que los reizhitas son espías?- Preguntó el joven en un tono que no acababa de dejar claro si estaba pensando en voz alta o preguntaba de una forma un tanto indecisa.

¿Así que nos “ofrecían” de volver otra vez a la fabrica no? Bueno, al menos le haré pagar al capullo que me dejo sin memoria.

-Pues otro que se apunta. Por si no lo sabéis -se dirigió al pueblo allí reunido- soy lo más parecido a un héroe que hay en Melwan. El grupo no podrá sobrevivir sin mi arco y mi precisa puntería. Así que me necesitan sí o sí.

Ean sonrió triunfante y volvió a quedarse en silencio, observando a las dos chicas de su comitiva.

- Y supongo que os dais cuenta de que aquí nadie va a ningún lado sin mí.

La frase suena más a advertencia que a una afirmación corriente. Está claro que si se podía ayudar, demostrar valía, y de paso averiguar qué demonios pasaba con nuestras memorias, yo no me iba a quedar al margen.

Miro a mis compañeros y doy un paso al frente. Tengo tantas ganas como el que más de saber cómo acabará esto. Además, no tengo otro lugar adonde ir.

—¿Tenéis algún consejo para nosotros antes de que partamos? —digo con voz queda, mirando de reojo a Deorn durante un fugaz instante antes de regresar a la seguridad de Seymour.

Escuché la respuesta a mis preguntas y la ulterior conversación. Luego comenzó a llegar la gente y se dio inicio a la asamblea. 

Y de pronto, estábamos todos de nuevo apuntándonos a una cacería de jinete sin cabeza como si fuera el reparto de un botín... Miré a mis compañeros uno a uno mientras se iban apuntando, dubitativos... Aquello me recordaba a cierta historia que escuché una vez, en algún pueblo de los caminos... algo sobre un anillo o algo así. 

No pude evitar esbozar un amago de sonrisa con la comisura del labio cuando Ean abrió ese maravilloso pico de oro que tenía. Pero en el fondo —aunque nunca se lo reconocería en voz alta— tenía razón: poca gente conocía que tuviese su puntería, nos vendría bien para salvarnos el culo. Porque sí, efectivamente, yo también me apuntaba. ¿Cómo no hacerlo?

—Yo también voy, obviamente. Quiero saber qué demonios está pasando aquí. 

El jefe del poblado asiente y, a pesar de que al demorthén no parece hacerle mucha gracia, se muesta de acuerdo en que vayáis a la factoría. Kavan y cuatro de sus hombres os acompañarán, junto con el mismo demorthén. Tras una breve discusión, Seymour interviene de nuevo.

- Bien, está decidido entonces - sentencia. - Mañana iréis a la fábrica magientífica. Os podéis reunir aquí una hora después del alba...

Con un gesto, despide a la asamblea y la gente empieza a salir hacia el exterior. El hombre se vuelve hacia vosotros. - Liadan os buscará alojamiento - os dice. - Pero ahora, si nos os importa, tengo cosas de las que hablar con Deorn.

La mujer asiente y os pide que la acompañéis al exterior. Llama a varios de los hombres que se dirigen a sus casas y, tras una breve conversación os indica que les acompañéis. No hay ninguna posada o nada parecido en la aldea, así que no os queda más remedio que separaros e ir cada uno con una familia que tenga espacio para acogeros durante la noche.

Acordando reuniros de nuevo en la casa del Ansálier al amanecer, os despedís y váis con vuestros respectivos anfitriones.

La cena es bastante copiosa para lo que estás acostumbrado, para regocijo de los niños que hacen algún comentario preguntando si es un día festivo. La familia que te ha acogido a penas tiene dos habitaciones en su hogar, que ya es más de lo que muchas pueden decir, pues es habitual que toda una familia duerma en la sala común de la casa. Sin embargo, Liadan parece que escogió los hogares que contaban con algo más de espacio para acoger invitados.

Los padres insisten en que sus hijos duerman con ellos para dejarte algo de intimidad en el pequeño dormitorio que comparten los niños. Después de todo, venís de una aldea vecina para ayudarles en tiempos de necesidad, lo que hace que os ofrezcan todo lo que está en su mano.