Partida Rol por web

Me acerco a Khala y tomo las cimitarras entre mis manos. Una oleada de tranquilidad y paz me inunda atravesando mi cuerpo desde las manos hasta los pies. Esas armas son sin duda élficas e imbuidas de una magia muy poderosa. La empuñadura es perfecta y se adapta a la perfección a cada uno de los contronos de mis manos. Parece que estuviera hecha a propósito para mí.

¡Dioses! Estas armas son perfectas. Su equilibrio roza lo divino y la forja es de las mejores que he contemplado. Además, transmiten una magia que me embarga, me tranquiliza y me da paz.

Hago unos giros en el aire sopesando el peso y el equilibrio de las hojas

¿Os importa que me las quede?

Mientras me deleitaba con las cimitarras, no fui consciente de donde nos habíamos detenido. El lúgubre bosque se extendía alrededor nuestro, aunque no pudiera decir que bloqueaban el paso de la luz de la luna. Los árboles parecían estar muertos ya que no estaban coronados por ninguna hoja. Ni siquiera se escuchaba el piar de ningún pájaro.

Estar de nuevo en la seguridad de la carreta elemental de Failin resulta reconfortante, aunque lo que realmente me pide el cuerpo es un baño caliente y perfumado, media petaca de aguardiente enano y una obra de teatro con diálogos subidos de tono para hacerme olvidar todo lo que hemos vivido desde que salimos de Sharn. Muertos vivientes, trasgoides, cangrejos gigantes... Un involuntario escalofrío recorre mi espalda mientras trato de convencerme de que el vehículo está dejando atrás todo peligro y que de ahora en adelante las cosas únicamente pueden ir a mejor.

Intento distraer mi mente con el examen de los objetos que hemos obtenido recientemente y un par de ellos logran despertar mi curiosidad: la varita y la cimitarra doble.

Las varitas siempre han sido uno de los caprichos más apreciados por los artífices de mi Casa, que en ocasiones soñamos con emular las proezas de los estudiosos de lo arcano; durante la Última Guerra fabricamos muchos de estos objetos pero lo cierto es que nunca había tenido ninguno en mi poder.

La cimitarra, por otra parte, demuestra ser una exquisita obra de artesanía élfica. Siento curiosidad por saber si yo sería capaz de forjar un arma semejante pero sospecho que sí, poseo un nada desdeñable talento para fabricar buenas armas. Sin embargo, tengo que reconocer que los encantamientos que empoderan esta arma magnífica están más allá de mis conocimientos actuales y no solo me resulta imposible replicarlos, sino identificarlos siquiera.

―Adelante, Threkor, es toda tuya ―se la ofrezco a mi leal amigo elfo cuando éste manifiesta su deseo de quedársela―. Pero sé prudente, siento en ella una fuerza salvaje como no había visto antes en ningún objeto mágico y tengo el presentimiento de que los artífices curiosos no le caemos demasiado bien ―para quitarle gravedad al asunto, añado a modo de broma―: Tal vez la cimitarra sea un poco racista y prefiera a los elfos en lugar de a las humanas atractivas.

La carreta se detiene y, apartando los visillos, observo el paisaje que nos aguarda en el exterior. Lo que veo no me tranquiliza pero parece diez veces mejor que nuestro último escenario; al menos esto no está sembrado de cadáveres aunque habrá que tener cuidado.

¡Menuda acampada vamos a hacer! Ni tienda de campaña, ni saco de dormir... ni tan siquiera una triste manta en la que envolverme. Menos mal que Elaydren pensó en todo y nos proporcionó algunos petates. Tendremos que establecer turnos para alternarnos entre dormir en ellos y vigilar y me ofrezco a realizar la primera guardia. En cambio, no me atrevo a sugerir que encendamos un fuego por temor a las criaturas que puedan sentirse atraídas por la luz y el calor de la hoguera.

Failin parece tener tan pocas ganas como cualquiera de nosotros de estar aquí y le prometo que acamparemos lo mínimo imprescindible, lo justo para que Edirél recobre el conocimiento y atender las heridas más graves de Threkor, Khala y Raith.

Tan pronto como el cinturón curativo vuelva a funcionar, lo usaré para curar al antipático escolta de Shana y no me opondré si alguno de mis malheridos compañeros quiere hacer uso de las pociones curativas que hemos reunido hasta el momento; mejor usarlas ahora que cuando sea ya demasiado tarde.

Deajamos tras nosotros la zona de combate y nos adentramos mas aun en las tierras enlutadas, cuanto mas veo el espectáculo en que se han transformado sus tierras mas me pregunto que fué lo que realmente pasó el último día de la guerra. No hay vida en los alrededores, las plantas no parecen "vivas" y no me atrevería a posar mis labios en el agua que corren por los riachuelos que hemos pasado. La idea es descansar unos días, pero solo pensar en los sueños que nos traerá el descanso me desaniman para acostarme.

- Si no os importa recogeré el tangat que encontramos y esa armadura, seguro que hay que ajustarla pero tiene menos traqueteo que la mía. Suspiro pensando lo bien que estaría en una posada y no aquí, pero por ahora no podía hacer milagros. - Si Alhandra hace la primera guardia, yo haré la segunda....no me hace mucha gracia los sueños que evocan estos parajes.

Mantengo mi tiempo despojándome de mi baqueteada armadura y ajustando las cinchas de la que habíamos encontrado. Mis ropas rasgadas y empapadas tendrían que zurcirse y lavarse....o tirarse, no se que sería mas fácil pero por ahora tendría que convivir con ellas unos cuantos días mas. 

Dado que tengo que hacer tiempo mientras mis compañeros descansan, me ofrezco para realizar el mantenimiento de sus armas y equipo de combate.

Si ninguno se opone, la idea es pasar aquí dos días pero no mostraré una resistencia demasiado activa si el temor al bosque o la impaciencia les hacen instar al grupo a continuar camino hacia Albohogar al amanecer.

El sitio os hace echar de menos las posadas y tabernas de Sharn, la bodega del Exhaustless y hasta el antro en el que conocisteis a Failin. Aún así conseguís pasar horas de cierta tranquilidad aunque, como muchos de vosotros sospechabais, las horas de sueño parecen no recuperaros en absoluto. Es la magia, las pociones y los objetos que tenéis los que consiguen cerrar vuestras heridas, cicatrizar vuestras abrasiones, recolocar los huesos y reponer la sangre perdida.

Vuestro humor es peor con cada hora que pasáis en este lugar. Constantemente os asaltan  ideas de muerte y desasosiego. Incluso en algún momento que otro estallan entre algunos de vosotros discusiones estériles por motivos absurdos. Es sólo gracias a la mediación del resto que esas disputas iracundas se ven rápidamente apaciguadas. "Es este maldito lugar, lo siento..." os decís a modo de disculpa sabedores de que es el influjo de este lugar quien os ha llevado a obrar de esta forma.

Pero quien peor lleva esta situación es el propio Failin. La primera noche es Khala quien le salva la vida. Durante su guardia  vio al carretero deambular fuera de la zona que habéis acotado. Andaba desorientado y parecía sollozar en voz baja.  De no haberlo descubierto podría haberse perdido para siempre en este lugar. En otros momentos, no obstante, se dedica a ayudaros con vuestras tareas logísticas. Alhandra consigue sobrellevar esta situación dedicándose a su profesión. Vuestras armaduras y ropas quedan enmendadas y ajustadas a vuestro cuerpo cuando la Cannith emplea sus artes de artífice. 

Aún así decidís , no sin gran pesar, descansar un día más para recuperar vuestras capacidades completamente. Esa segunda noche algo altera vuestro ya de por sí incómodo sueño. Os veis obligados a poneros en guardia cuando Shana os despierta. El terror os sacude violentamente cuando escucháis acercándose por el bosque muerto un tremendo ulular como de cientos de voces. Aparece una especie de nube, similar a un pequeño torbellino. Emite un fulgor azulado y entre sus formas ventosas aparecen y desaparecen en rápida sucesión, como borradas por el propio viento, decenas de rostros deformados y despellejados de todo tipo. Como si se tratase de apéndices una serie de rayos eléctricos emergen a decenas impactando y calcinando los árboles con los que se topa. Cuando el enfrentamiento con este horror aullante parece inevitable, el torbellino desciende por un cauce seco alejándose de vosotros. Durante el resto de la noche seguís escuchando ese ulular de ultratumba, pero no estáis seguros si lo escucháis o si ha quedado grabado como un siniestro recuerdo en vuestra cabeza. Habíais escuchado que en las tierras Enlutadas existía algo parecido a hechizos vivientes. No estáis seguros. No queréis, en el fondo, saberlo.

El día siguiente decidís partir. El estado de Failin y el espanto vivido esa noche de duermevela os impulsan a pensar en cumplir la misión y salir cuanto antes de esta nación devastada. Parece ser una buena decisión ya que el hecho de poneros de nuevo en movimiento parece alegraros de nuevo el corazón.

Ya no os sorprende la técnica de viaje de esta carreta elemental. Failin parece encontrarse mejor al iniciar el camino de nuevo y hasta le escucháis silbar una vieja canción de Breland. Puede que se encuentre más animado o que tal vez sea una forma de no pensar en otras cosas.

De repente la carreta se detiene. Os asomáis para saber el motivo. No os parece posible haber llegado tan pronto. Aunque no conseguís centrar vuestro sentido del paso del tiempo diríais que ha pasado menos de veinte minutos. 

-Hemos llegado...- os revela Failin.

En la base de una colina baja, una apertura apuntalada con maderos lleva hacia un túnel oscuro. A primera vista parece una mina abandonada más. Entonces, mediante una inspección visual más detallada, encontráis el sello de la casa Cannith grabado en la traviesa central.

Parece que el viejo carretero tiene razón. Habéis llegado. 

Pulir, ajustar, engrasar, afilar... pulir un poco más... esa daga todavía podría estar más afilada... Durante nuestra siniestra estancia en el bosque me esfuerzo por mantener mis pensamientos cautivos en lo más profundo de mi mente y centrarme en tareas tan monótonas y repetitivas que cualquiera de mis aprendices podrían realizarlas con los ojos cerrados. El trabajo manual me mantiene cuerda, pero no relajada.

Pierdo la cuenta del número de veces que me encaro con Edirél en este tiempo e incluso hay una ocasión en la que termino saltando sobre él, tirándole del pelo y arañándole en la cara cuando me provoca recordándome el modo en el que me despertó en nuestro camarote de la Exhaustless. ¡Ah, la Exhaustless! Echo tanto de menos ese barco maravilloso como a su inolvidable capitán...

Odio cada uno de los malditos minutos que pasamos en este bosque y me odio a mí misma por alentar a mis compañeros a seguir aquí acampados. La razón me dice que nos conviene quedarnos a descansar pero un instinto más primitivo y desquiciado me insta a cada momento a salir de allí corriendo y dejarlo todo atrás, incluso a mis amigos. Especialmente a mis amigos.

La última noche, tras la aterradora visión de la tormenta espectral, me resulta imposible conciliar el sueño y me la paso en vela, abrazada a mis propias rodillas y balanceándome casi en estado catatónico esperando que en cualquier momento esos aullantes condenados de ultratumba vendrán a reclamar mi alma.

Al amanecer, todavía estoy algo conmocionada y muy cansada. Bebo un trago de agua de mi cantimplora, que sabe a pura mierda, y me dirijo al pescante de la carreta con movimientos rígidos y mecánicos. Estoy echa un desastre pero si yo estoy mal, Failin está todavía peor y no quiero dejarle conducir solo así que tomo asiento a su lado, en silencio.

Nuestro cochero parece animarse en algún momento del viaje pero yo permanezco en mi obstinado mutismo, mirando al frente pero prácticamente ajena a las imágenes que pasan frente a mí. En mi memoria todavía puedo ver los angustiosos rostros descarnados del conjuro viviente, que se entremezclan con los cuerpos mutilados del campo de batalla que dejamos atrás.

Hasta que Failin no desciende del vehículo no soy consciente de que éste se ha detenido y de que hemos llegado a Albohogar, o a algo que debería encontrarse en las coordenadas que tenemos. Echo un vistazo al tosco mapa que elaboré en Cantera Carmesí y siento un poco de vergüenza. No soy una gran cartógrafa y en algún momento tendré que intentar hacerme con un mapa en condiciones al que trasladar la ubicación de los laboratorios familiares.

Observo la boca de la mina y frunzo el ceño. Esto no es lo que me esperaba pero el grabado es indudablemente el de la Casa Cannith, el mismo que adorna el voluminoso sello que llevo en la mano izquierda. El lugar parece deshabitado y tranquilo, pero aún así aguzo mis sentidos antes de aventurarme a bajar de la carreta y examinarlo con más atención.

A pesar de haber descansado, o almenos haberlo intentado en aqel bosque, llegamos a trompicones hasta la entrada de la mina. El viaje resultó ser bastante tortuoso. Una extraña sensación flotaba en el aire y tenía que echar mano de mi voluntad élfica y mi conocimiento de la naturaleza para no saltar sobre alguno de mis compañeros.

Otros no tuvieron tanto control y saltaban chispas a la mínima y sin ninguna razón. Lo peor fue cuando Failin estuvo a punto de morir, pero Khala lo salvó en el último momento. Tras eso, Alhandra se turnó con él a los mandos del carro, dejándolod escansar de tanto en tanto. Se notaba que Failin estaba bastante incómodo en aquella situación.

Finalmente, alcanzamos nuestro destino. La mina. Alhandra se acercó a la entrada y descubrió el sello de la Casa Cannith. Sí, era el lugar. Algo siniestro emanaba del interior de la mina y me hacía erizar los pelos de la nuca, pero no habíamos llegado hasta allí para ahora volvernos por donde habíamos venido.

Eché un vistazo general al lugar antes de aventurarnos dentro.

La oscuridad nos rodeaba, la falta de vida creaba un silencio ensordecedor a nuestro alrededor y el confinamiento en un espacio tan pequeño...bueno digamos que nuestros nervios estaban tan tensos como las cuerdas de un piano, cualquier tontería que en otro momento hubiésemos pasado por alto nos causaba saltar con unas y dientes contra nuestros compañeros. Todos nos disculpábamos enseguida pero la presión empezaba a pasar factura, solo nuestra unión nos había salvado de acabar terriblemente mal en mas de una ocasión. Gracias al buen hacer de Khala y Shanna nos habíamos librado de peligros propios de este maldito lugar, Alhandra había recompuesto nuestro equipo y Fallin nos había guiado por el lugar devastado.

Ahora frente a la entrada de la cueva...llamar a esto mina sería alabar demasiado su estado.... era el momento de volver a jugarnos la vida. Todos nos quedamos expectantes ante la "bocamina", esperando que en cualquier momento algo saltara sobre nosotros. Tras unos instantes sin escuchar nada mas que la respiración de mis compañeros, me preparo y me dirijo con el tangat desenvainado a la entrada. 

- Venga que no tenemos todo el día. 

Se había hecho tantos arañones en la muñeca de los nervios que tuvieron que acabar vendándosela. La apatía de antes del cangrejo se habían convertido en nervios. Nervios por tener el vestido hecho una pocilga, nervios porque no sabía cómo usar el cinturón de pociones (se lo había puesto al revés), nervios que la hacían farfullar cosas extrañas, como "En realidad creo que el dragón simplemente se cansó de mí. Se cansó de mi, se cansó de mí..." y vuelta a arañarse.

El gesto que tuvo Alhandra de repararle un poco el vestido con sus hechizos fue de verdad todo un detalle. No tenía por qué: después de todo no es como si fuera como las armaduras de sus compañeros. Pero lo hizo, y en parte ello le dio ánimos para aguantar toda aquella pesadumbre y desasosiego. Al final, el susto con la magia viviente fue más un alivio que otra cosa, porque les sirvió a todos de excusa para abandonar aquel tenebroso bosque. Más material para sus pesadillas.

Habían llegado a lo que parecía era una mina abandonada. Con suerte estaría de verdad abandonada... con mala suerte, estaría llena de trampas. Con aún peor suerte tendría trampas y enemigos por todas partes.

El momento de tranquilidad sirvió para sanar las heridas gracias a la magia, pero el descanso no llegaba en esta tierra maldita, las malas sensaciones nos perseguían como una mala sombra, Failin seguía en su mal estado, poniendo en peligro su vida, por suerte mantenemos la vigilancia y todo quedo en un susto. 

La tormenta terrible no ayuda a calmar las cosas, casi parece un ataque a nuestras mentes que un fenómeno natural, pero pero suerte la conseguimos superar.

Con una mezcla de esperanza de encontrar algo y el miedo ante nuevas esperanzas nos ponemos en movimiento y llegamos a la entrada de una siniestra mina, será aquí donde encontremos respuestas o una muerte segura?

Failin mira a Adia y asiente  levemente con la cabeza para confirmaros que este es el lugar que le habíais indicado.

-¿Qué hago yo?Si lo necesitáis os esperaré aquí...- promete Failin con un hilo de voz.

 Ahora que podéis examinarla se os hace extraño haber llegado hasta este punto tras tantos días de viajes y penurias. Una triste entrada a una mina, como tantas otras, que coincide con el punto que marcasteis en el mapa de la refinería Cannith de Cantera Carmesí. Si no fuese por el símbolo que encontráis en esa traviesa creeríais que este no es el lugar que andáis buscando. Por lo que habéis visto de las construcciones de los Cannith este lugar jamás habría pasado por uno laboratorio secreto de esa casa. 

Buscáis en los alrededores e incluso cerca de la entrada de la mina. El más voluntarioso de vosotros en este menester es el propio Threkor quien examina cuidadosamente el terreno y la propia entrada sin encontrar nada que pueda resultarle útil. El suelo consiste en una gruesa capa de arena fina del mismo color que la piedra marrón que forma la colina en la que se encuentra la mina. Esta entrada parece estar abandonada aunque, como todo lo que quedó muerto desde aquel día, parece que fuese ayer mismo que sus trabajadores dejaron todo su equipo de minero y se marcharon de aquel lugar. 

Raith os apremia a moveros cuando antes cuando de repente...

Os lleváis un sobresalto cuando Threkor se levanta de repente. Mira al cielo donde parece haber escuchado algo. Tanto Alhandra, Raith y Khala ,al mirar al cielo, descubren que la reacción de elfo está justificada. 

Una extraña ave cae en picado hacia vosotros. Parece ser un buitre pero su cuerpo está descarnado y parcialmente desprovisto de plumas. El color de su arrugada piel recuerda al rojo intenso y reseco de la carne muerta. En algunas partes, como en su alargado cuello, la carne parece haberse caído hasta dejar a la vista las vértebras, garganta, buche y arterias.

 Se lanza sobre vosotros...

El ave se precipitó sobre nosotros de manera salvaje. El pico abierto era como un par de cuchillas lista para desgarrar aquello que encontrara en su camino.

Miré atentamente a la criatura y me puse en posición de combate, esperando que estuviera a mi alcance y poder asestar un golpe.

La bienvenida estuvo a tono con el entorno cuando un maldito pájaro gigante muerto decidió tomarnos como plato principal.

Asi que calculo mentalmente la trayectoria para darle el mejor golpe que pueda.

No quiero que nuestro cochero deambule solo por aquí y mucho menos quiero que regrese sin nosotros pues temo que sin su ayuda nos quedemos aquí atrapados para siempre. Estoy diciéndole a Failin que puede hacer lo que prefiera, acompañarnos o esperarnos aquí, cuando un movimiento en el cielo atrae mi atención.

La horrible ave de presa se cierne sobre nosotros en un vertiginoso picado, chillando de forma horrísona y dejando tras de sí plumas sueltas. Por un momento tengo la absurda idea de que tal vez sea el mismo buitre que vi sobrevolándonos en el campo de batalla pero la descarto por imposible. ¿Cómo iba a seguirnos hasta aquí este pajarraco asqueroso? ¿Cómo podría seguir la carreta de Failin?

Las intenciones de esta criatura antinatural parecen claras, así que amartillo mi ballesta y disparo un virote contra ella.

Antes de que pudiésemos entrar en la cueva, una nueva amenaza se cernió sobre nosotros. De no haber estado tan absorto vigilando la entrada podía haber visto lo que se nos venía encima, pero este no fue el caso.

El buitre hace un quiebro y se lanza repentinamente sobre Shana. Sus podridas garras muestras garras afiladas como cuchillas apuntadas a los ojos de la princesa. Esta se agacha instintivamente en un inútil intento de esquivar el ataque. Un movimiento rápido y salvador de Khala se interpone entre atacante y futura víctima. Despreocupada de toda consecuencia golpea con un perfecto giro alcanzando al ave aún en pleno vuelo y a tan sólo un metro sobre Shana. Una de las muertas alas de la criatura sale disparada contra el cielo al quedar seccionada de tajo. Visto desde afuera da la sensación que la cambiante ha partido a la criatura en dos.

Sin embargo el ave no-muerta no siente dolor y se lanza a dar un picotazo a uno de los ojos de Khala. Con un ágil movimiento retrocede lo suficiente para que el ataque quede a escasos centímetros de la retina de la exploradora.

Threkor intenta acercarse  para golpear al no-muerto pero el movimiento le desequilibra lo suficiente como para fallar su ataque.

"¡CHACK!"

Un virote, disparado por Alhandra, se incrusta con un sonoro chasquido el el cuerpo del ave. El impacto hubiese matado a un animal normal. O a uno vivo...

Había estado demasiado distraida cuando entraron en la mina. Seguro que una mina abandonada en medio de las Tierras Enlutadas, donde hay cangrejos gigantes y hechizos vivientes, no sería nada peligrosa. ¡Segurísimo! ¿Cómo podía haber estado tan distraida? se preguntaba una y otra vez. Menos mal que Khala sabía hacer su trabajo y se interpuso justo a tiempo. "¡Aaah! ¡Gra-gracias, lo siento!" se apresuró Shanna a disculparse.

Otro No-Muerto... ¡AGGGH! Le entraron ganas de coger el vial de ácido-fuego y tirárselo a la cara, pero con los aliados en medio eso sería un poquito contraproducente... Así que decidió hacer lo que se le daba mejor: ¡Animar a los compañeros!

"¡¿Otro no muerto?! ¿¡OTRO NO MUERTO!? ¿SÍ? ¡PUES... PUES...! ¡TENEMOS UNA CIMITARRA NUEVECITA PARA ÉL! Hum.. uh... Aunque no sé si funcionará contra un cuervo no muerto, pero por probar que no falte, ¿no Threkor?"