Thomas observaba todo lo que les rodeaba con curiosidad. Casi se había olvidado del incidente con el autobús, pero cuando el señor von Kassel lo mencionó, volvió a su memoria.
- Oh... tiene razón -dijo-. ¿No tendrán un teléfono, por casualidad? ¿O utilizan algún otro medio de comunicarse...?
El periodista no parecía haberse percatado de que el hombre que les había recibido no podía darle respuestas, o al menos no más complejas que un simple gesto.
El hombre negó con la cabeza pero tras mirar a Hans, que cojeaba levemente, os hizo un gesto para que lo siguierais. Lo seguisteis atravesando la biblioteca, una sala con altos ventanales y repleta de estanterías de metal que contenían miles de libros hasta el salón. Esta sala era bastante más pequeña que la biblioteca. En la sala hay una ventana, un dibujo arquitectónico del mismo tamaño que la ventana y un espejo. Todo ello estaba decorado con un par de divanes angulosos, ambos blancos, dos sillas como las que habíais visto al pasar por la biblioteca. En uno de los divanes reposa una muñeca de niña.
El hombre se acerca a un pequeño aparador de metal blanco el cual veis que está provisto de distintas bebidas y os sirve unas copas de vino. Después señala a Hans y os hace un gesto para que esperéis de lo cual suponéis que va a traer algunos vendajes para curar al herido. Después sale por la puerta.
Te inunda un olor a acre y, de pronto, los demás en la sala se vuelven tan plano como ese dibujo. ¿Están realmente los demás aquí? Te parece como si estuvieras viendo una representación o un baile. Tal vez necesites tumbarte en el diván. Pero ni siquiera esto parece servirte de nada; te estás ahogando y puedes sentir como tus ojos y tu piel se queman y se arrugan. Por lo menos ese bastardo de Reinhard morirá aquí también. Él te convirtió en lo que eres ahora, pero ese miserable no vivirá para alardear nunca más...
Segundos despues de que el hombre se marchase, Bette comenzó a tambalearse. Su piel se había puesto del color de la cera y por un momento pareció que iba a derrumbarse en el suelo. Caminando con la impresión de que las piernas se la iban a doblar cómo si fuesen de chicle, consiguió llegar al diván donde se sentó, completamente mareada con una mano frotandose la cara que durante unos segundos había mostrado una expresión horrorizada.
-¿Reinhard? -murmuró por lo bajo mientras se llevaba la mano al puente de la nariz y cerraba los ojos.
Hans se acomodó en uno de los divanes, estirando la pierna y revisando el vendaje, chapucero a sus ojos, que el profesor le había practicado.
Muchas gracias, la amabilidad cada vez se pierde más en esta época. - dijo al hombre antes de que se marchase, momento en que miró a la actriz.
¿Disculpe? - pregunta mirando extrañado a Bette. - ¿Se refiere a los motivos de la incapacidad de nuestro anfitrión?
Continuamos en la siguiente escena